Danielle Abbadie. Había entrado a la sala común y de inmediato camine hasta donde deje a Edith, la felicidad me invadió al ver al peluche aún sobre el sofá, sin daños, sin manchas, en perfectas condiciones. Cargué con el muñeco y me dirigí a mi habitación, no volvería a abandonar a mi amigo. Apenas entre a mi cuarto deje al peluche en mi cama, me recosté a su lado sobre las sábanas, pensando en lo que había pasado. Cada cierto tiempo miraba nerviosa el reloj, cada movimiento de las manecillas, cada segundo faltaba menos para el club de duelo secreto. Cuando se marcaron las doce me levanté de la cama, arregle mi cabello con las manos y camine a la puerta, luego fuera de la sala común, no queria llegar tarde.
Ryder Parker. Luego de que le pedí al chico Slytherin que me anotara en el duelo, continué comiendo mientras él dijo lo siguiente: "Si tienen algún amigo cercano en quien confíen, pueden decirle del club de duelo… " ¿Amigos dijo? Pff, como si la gente de acá tuviera tanta suerte. En todo caso no me di la molestia de responder... Para qué. Cuando al fin terminé, me dirigí a la sala común de Ravenclaw a.k.a el lugar más decente de Hogwarts, y esperé pacientemente a que fuera medianoche para al fin salir al evento programado. Hubo un momento en que casi me duermo del aburrimiento, ¡hubiera estado jugando Angry Birds en todo este rato si estuviera en el mundo no-mágico! Pero, whatever.... Me desperté justo al escuchar como la salida se abría una y otra vez. La hora había llegado. Me refregué los ojos, y tomé mi varita luego de lanzarla al aire. Sala de "trofeos" (aún me pregunto dudosamente que trofeo pueden ganar aquí), Ryder va en camino.
Ryder Parker. Tomé aire muy hondo. Miré de un lado a otro y no había nadie, lo cual me aliviaba muchísimo, porque era justo lo que necesitaba. Caminé lentamente en dirección a los dormitorios, y lentamente me dejé resbalar hasta quedar completamente sentado, y afortunadamente, a la vista de nadie debido a que la cama era lo suficientemente alta como para cubrirme. ¿El escondite perfecto no? Miré con seriedad a la ventana, la cual dejaba entrar todos los rayos de sol que iluminaban mi rostro, creando la escena perfecta para el Drama King que soy.... supongo. Aunque debo admitir que no tengo ganas de mis típicos sarcasmo esta vez. Sin filtros, decoraciones y chistes: Todo apesta. Este lugar apesta. Mi vida apesta. Extraño todo. Extraño la facilidad... la felicidad. —¡N-no es justo...! —murmuré quebradamente, justo antes de romper en llanto. Traté de respirar para calmarme un poco y comencé a sollozar silenciosamente. La única cosa; la única... por primera vez en mi vida algo de Hogwarts me gustaba y me lo arrancaron de mis propias narices. Daniel la Snitch y Melinda el puesto de buscador. Cerré los ojos con impotencia mientras mi llanto se hacía más fuerte. Nunca me había sentido tan derrotado: por primera vez desde que tenía memoria, había perdido. No había obtenido lo que quería, ¿y saben? Se siente horrible. Te sientes como... no sé. ¿vacío?, ¿raro?, ¿incapaz? Apreté los labios a medida que respiraba con algo de fuerza. No era eso lo único que me tenía mal. Este chico... Anderson. Me recordaba algo, algo que no me hacía sentir muy bien la verdad, pero en eso sí prefiero no entrar en detalle o voy a terminar inundando en este lugar. Digo... no sería mala idea siempre y cuando no fuera conmigo adentro. Suspiré pesadamente y me froté los ojos. Creo que también había pasado mucho tiempo desde la última vez que lloré. Es extraño volver a sentirse tan frágil... y debo admitir que esto no me gusta.
Ryder Parker. Pasó un buen rato antes de que Snowflake volviera. Una... ¿media hora quizá? Sí, más o menos. La verdad era que se armó una gran montaña de "desechos" que me obstruyó el paso y tuve que ser muy cuidadoso para salir intacto, y en el proceso, Snowflake volvió con una nueva carta. "¡Eso fue rápido!" pensé. Y se notaba que habían hecho una carta elaborada, tenía hasta un sobrecito color rojo y todo. Eso es muy familia Parker, me encanta. Recibí la carta de mi lechuza y entonces comencé a hacer la tremenda acrobacia para poder salir en condiciones dignas de higiene, y afortunadamente, lo logré. Cuando por fin volví a la sala común, me senté a lo indio en mi cama y empecé a abrir mi carta lentamente, cuando de repente... —¡A-auch...! —exclamé, tapándome mi doloroso oído. La carta se transformó en una especie de "labios" de papel y empezó a gritar como un parlante descontrolado. La voz era igual a la de mi mamá, pero 100 veces más fuerte. ¿¡Qué rayos es esto!?, ¿la versión Hogwarts de audio de Whatsapp? ¿Dónde se le ajusta el volumen a esta cosa? A poco y está defectuosa... Y luego... ¡¡Boom!! La carta explotó. ¡Explotó!, ¡pero qué cosa más freak! ¿Acaso era la representación literal de la ira hecha carta? Si es así, le doy crédito por la creatividad pero vaya que es molesta. No me extrañaría si mi oído terminó más rojo que Emma conociendo gente nueva. Tomé aire, tratando de calmarme. Ay, Dios... Si alguno se preguntaba de dónde saqué mi irritable pero adorable (obvio) carácter, pues ahí tienen la respuesta: de Linda Evans, famosa maestra de yoga profesional que logra controlar la ira mientras practiqué la meditación, y obviamente no fue el caso esta vez. Y encima, me acaban de dar un ultimatum. Ugh... me estoy empezando a preguntar si en verdad quiero volver a casa. Bien. Si quiero que las cosas vuelvan a mi favor, tengo que rellenar esos espacios vacíos. Tenía que aprender el "Aloha mora", o algo así. ¿Qué será eso? Si de pronto es un hechizo para que salga un refrescante batido de frutas tropicales, definitivamente los hechizos se están poniendo más cool. ¡Imagínense! Si no me decido si tengo frío o calor, simplemente enciendo la chimenea con el fuego Bluebell y me preparo un batido de Aloha mora, ¡y voilá! Un 2 en 1. ¿Qué mejor? Con una sonrisa decidida, me puse de pie nuevamente y salí a los pasillos. Gracias a Dios la sala común estaba completamente vacía cuando abrí el bochorno de carta de voz.
