Salón

Vaya mierdas en las que me metía, de verdad, había que ver cómo terminé allí y aunque la opción de retirada estaba siempre presente tenía un orgullo que se daba de hostias con el de estirados de mierda como Akaisa y Sonnen, posiblemente también me creyese un rey de la nada como el amiguito de la americana si me forzaba lo suficiente. La cosa era que no iba a irme aunque me estuviese muriendo.

Aún así por los ambientes en los que me movía, las relaciones que establecía con las personas y mi círculo que se reducía a puros chacales, esos ambientes de fiestas de adolescentes normales no eran lo que se dice plato de cada día, incluso cuando estos estúpidos querían jugar a la mascarada francesa. ¿Cómo era esa mierda?

La mona aunque se vista de seda, mona se queda.

Todos no éramos más que impostores.​

Me había acercado a la mesa de debidas después de que Sonnen se largara, tomé la misma botella de vodka y me serví dos shots también, uno tras otro. ¿Que si prefería embriagarme con vodka de ricachones que lidiar con la ansiedad que me estaba comiendo el cuerpo? Pues la verdad era que sí, pero incluso siendo el caso tenía que conservar algo de facultades porque le había dicho al insufrible de Nakagawa que le llevaría la primicia y por mis muertos iba a tirar mi idea por la borda.

La botella estaba empeñada con la americana y con Tolvaj, ciertamente, parecía ya cosa de un pacto con el mismísimo Satanás, pero en tanto me mantuviera alejado del lío me daba bastante igual. Aún así estaba pensando en irme y regresar después, con otra ronda de individuos; de hecho estuve al borde de hacerlo después de que el cómplice de Akaisa se largara con la de pelo teñido, me había girado y todo cuando sentí una mano sobre el hombro que prácticamente me arrastró.

—¡Senpai! —Era Kurosawa—. Te toca.

—¿Qué dices? —pregunté sin alzar la voz, aunque se me atoró un nudo en la garganta.

Me faltaba muchísimo alcohol en sangre para esa mierda.

Giré el rostro apenas para poder ver la botella de soslayo, apuntando hacia mí y al mozo girarla para elegir a la siguiente víctima. Parecía que ese maldito pedazo de vidrio inservible sabía bien a quiénes apuntar, porque se detuvo precisamente en el único chacal presente y sentí una risa de mierda escalarme por la garganta, aunque la contuve cuando encontré los ojos oscuros de Shimizu, todavía cerca de mi posición.

—Bien, Cay Cay —dijo, usando el apodo que me había dado Kohaku—, prometo que seré ama-

—Shut the fuck up, Honeyguide. —Que no pudiese controlar el acento le arrancó una risa al otro estúpido.

Al menos me había servido para darme el empujón suficiente para entrar en papel. Rompí la poca distancia que nos separaba y, teniendo en cuenta que éramos prácticamente de la misma estatura solo tuve que ajustar la posición para estamparle el beso en la mejilla, aunque murmuré algo apenas unos segundos antes.

—Apenas ayer te acepté el humo de la boca, cabronazo.

No me había pasado desapercibido el movimiento de Kurosawa, siendo que estaba en primera fila, pero sí el de Mason y aún más el de Sonnen, que había pegado el móvil al cristal, pero los tres hijos de puta habían sacado una foto, uno de ellos de hecho estaba grabando un vídeo. Fue esa fracción de segundo, esa disminución apenas perceptible de atención lo que me jodió.

Noté el movimiento de Shimizu, fue ínfimo, pero lo tenía tan cerca que no pude pasarlo por alto y tampoco hacer mucho al respecto, porque me predijo y cazó mi muñeca al vuelo, sabiendo que iba a usar mi maldito don de la calle para sacarle el cuchillo que llevaba encima. Vi en sus ojos oscuros un chispazo jodidísimo de la más pura diversión, era bastante parecido al que brillaba en los ojos de Eris y las tres cabezas de Cerbero, se emparejaba también con la mirada de lobo de Sonnen.

Hijo de puta.

Presionó con fuerza, con maña, y estampó sus labios contra los míos sin pizca alguna de tacto. No sé cómo cojones me zafé de su agarre, si me estaba sujetando como si pretendiera convertirse en un par de esposas, pero lo hice y lo aparté, puse la distancia que la longitud de mi brazo me permitió y bufé como un toro cabreado.

El imbécil se estaba regodeando de su gracia, se relamió los labios y quitó mi mano de un golpe sin fuerza, mientras avanzaba hacia la mesa de bebidas soltó una risa que amenazó con convertirse en una carcajada, y regresó con otro shot de vodka que me alcanzó como si nada mientras él se bajaba una botella de cerveza que le había pedido al mozo.

Se lo acepté de mala gana, me lo zampé y el otro siguió aprovechando el espectáculo.

—Vamos, relájate. Pareces tomate maduro. —Volví a bufar—. Pero qué cachorrito más temperamental~

El mozo volvió a girar la puta botella de mierda, que para la gran gracia volvió a señalarme y alcé las cejas, incrédulo, porque al parecer ahora que una de las cabezas de Cerbero se había retirado yo era la nueva víctima. El nuevo giro señaló al castaño con el que conversaba la pelirroja, el idiota apestaba a niño pijo de verdad.

Bueno, ya el idiota de Arata me había besado, ¿qué más perdía?

Avancé hacia el chico, asumiendo de una que debía ser comparable a una cucaracha para él y toda la mierda, me disculpé por interrumpir la conversación, y al no recibir una negativa en sí seguí con el rollo.

Poco sabía yo que ese maldito pedazo de basura había apaleado a Kohaku.

Porque entonces sí le habría arrebatado el cuchillo a Arata.

De nuevo era de una estatura bastante parecida a la mía, así que cero complicaciones con eso. Ganas de ser tan jodidamente extra no tenía, como para pensar en alguna otra cosa, así que estiré la mano para envolver su muñeca y deslicé la manga hacia arriba, apenas lo suficiente para poder posar los labios en la cara interna de la muñeca justo donde las venas discurrían hacia la palma de la mano. Lo dejé ir inmediatamente después, no sin acomodarle la manga en su lugar nuevamente.

Me pedí el siguiente trago, me lo bajé y le dediqué una sonrisa a la pelirroja como disculpa por haber interrumpido antes de regresar a mi lugar luego de haber murmurado algo solo dando cosas por asumidas.

—Debe haber jabón en la cocina.

Contenido oculto

Me parto el coño JAHSDJESH me salió todavía más messy porque Shimizu es un hijo de puta ayuda

Contenido oculto: Lista

1. Sasha Pierce
2. Alisha Welsh
3. Morgan O'Connor
4. Arata Shimizu
5. Cayden Dunn
6. Hotaru Ankoku
7. Kou Shinomiya
8. David Mason
9. Katrina Akaisa
10. Shiori Kurosawa
11. Eris Tolvaj

 

No había estado entre mis opciones encontrarme allí a la pelirroja que me había chocado a la salida de los casilleros, aunque siendo justos aquella fiesta me interesaba tan poco que no había sopesado escenarios en absoluto. Mi única misión, si se quiere, era echarle un ojo encima a Hotaru y no mucho más. Me había limitado a beber calmado y observar el show reinante, intentando adivinar la edad mental de esos imbéciles. ¿Qué clase de gracia le veían a un juego tan infantil? ¿Había un placer oculto, uno que jamás había descubierto, en compartir tu saliva hasta con el conserje de limpieza?

Santo cielo.

Mis estándares ya casi rozaban el suelo, de modo que decir que Sasha era una compañía decente no era gran cosa, pero al menos era. Cuanto menos, parecía contar con más neuronas de las que conseguiría si sumaba la materia gris de varios. No buscamos mayor conversación de la que hubo, tampoco dio el tiempo. La botella nos concedió un extraño espectáculo entre dos idiotas, uno que disfrutaba tocar cojones y otro con los cojones por demás susceptibles. No me esperaba, claro, que el segundo desagraciado volviera a ser elegido por esa condenada botella... y que lo emparejara conmigo.

Ah, vamos.

Bueno, probablemente fuera mejor eso que los que ya se habían besado con medio círculo. Mantuve la copa en mi mano, a la altura de mi estómago, mientras veía acercarse al pobre pelirrojo. Yo también me estaba cagando en mis muertos pero me gustaba mantener cierta imagen, de modo que le sostuve la mirada con aquella eterna sonrisa de suficiencia impresa en el rostro. De refilón advertí que Sasha meneaba la cabeza en respuesta a su disculpa. Lo dejé hacer, sin mover un maldito músculo. Bueno, me daba bastante igual, por suerte había elegido una zona... inocua.

Es decir, podría quitarme fácilmente la mugre de encima.

Poco sabía yo que tanto aquel idiota como el otro rubio eran jodidos chacales dispersos.

Debe haber jabón en la cocina.​

Mi sonrisa se ensanchó de forma automática, junto a la ligera risa nasal que se me escapó. ¿El mocoso no tendría agallas, acaso, o sería aún más idiota de lo que esperaba? Mira que tocarme y encima osar provocarme... Eh, qué ganas de tentar a la suerte. Seguí su recorrido con la mirada y bebí de mi copa, oyendo la risa suave de Sasha a mi lado. Giré el rostro hacia ella.

—¿Lo disfrutaste? —pese a lo que podría haber aparentado, no hubo brusquedad en el tono.

—Un poco. Quite sassy, huh.

Me encogí de hombros, suspirando, y busqué la botella para rellenar mi copa.

—Ya nadie entiende lo que es el respeto hoy día.

Contenido oculto: Lista

1. Sasha Pierce
2. Alisha Welsh
3. Morgan O'Connor
4. Arata Shimizu
5. Cayden Dunn
6. Hotaru Ankoku
7. Kou Shinomiya
8. David Mason
9. Katrina Akaisa
10. Shiori Kurosawa
11. Eris Tolvaj

 

Pero bueno, ¿no sería ese mi día de suerte? La botella no estaba obsesionada conmigo ni de coña, pero cada que me señalaba era para una cosa de lo más interesante. Esta vez ni siquiera tenía la cuestión moral interponiéndose, como la había tenido con la comida de boca de Alisha, así que me quedé en mi lugar esperando por la bonita chica del cabello negro.

Había que ser de piedra para negarse a eso, vamos.

La miré hincar la rodilla en el suelo y no pude contener la sonrisa, no perdió la tranquilidad usual pero sí cargó un tinte algo más sugerente si se quiere. Sus uñas al deslizarse sobre la ropa solo me ensancharon la sonrisa, no moví un músculo y la dejé hacer todo el numerito sin despegar la mirada de la suya ni un segundo, como ya de por sí se notaba que era su intención.

Dejó el beso en mi pierna, no muy lejos de la rodilla, y noté toda la intención en que dejara marca en la ropa en el proceso y contuve la risa, oliéndome por dónde iban los tiros con esa chica. Cuando me guiñó el ojo le regresé el gesto.

Mira que la noche seguía siendo joven.

Y ya estaba entrando en el mood.​

---

Me había salvado ya un buen rato de la botella y en realidad me daba bastante igual si me elegía o no, estaba allí porque planeaba distraerme de la mierda, esa había sido la intención de Dunn al invitarme y yo no iba a hacerme la difícil tampoco. Al menos la botella me había dado un espectáculo digno de enmarcar, que Shimizu le sacara un beso al pelirrojo fue una maldita joya y por eso le saqué foto a todo el rollo, ya luego vería si alguna, además de la del beso en la mejilla, había quedado bien porque los iba a molestar hasta el jodido fin del mundo.

Ya que estaba había aprovechado también para sacarle foto al resto de la movida.

—¿Y eso? Fue elegante y todo~ —Le dije a Cayden cuando volvió a mi lado.

—Luego de que te besa Arata no te queda mucho que perder realmente —respondió como si nada.

Después del espectáculo de los otros dos la botella me señaló y escuché que él soltaba una risa baja, me dio un empujón en el hombro aunque se quedó congelado cuando vi a la otra persona que señaló el objeto.

—Kurosawa, no.

—¿Hmh?

—¿No la conoces por Sonnen? —Negué con la cabeza y el muchacho murmuró el resto—. Bueno... es, ¿cómo decirlo? Está loca.

—No seas alarmista, Dunn —añadió Arata—. Está a ojos de todo Dios, Tolvaj tampoco está tan salida.

—Estoy esperando~ —canturreó Tolvaj mientras se sacaba el cabello del hombro con un movimiento de cabeza.

Le dediqué una sonrisa tranquila a Cayden, de forma que me dejó ir y me acerqué a la muchacha con movimientos cuidados. Para toda la movida lo cierto es que, al menos mi máscara, iba a estorbar un poco así que no me quedó más que retirármela por el momento y casi pude jurar que escuché el ronroneo que surgió de la garganta de la castaña.

>>¿Con quién tengo el gusto? —preguntó, como si hiciera falta.

—Kurosawa —resolví como si nada en lo que repasé los trazos del tatuaje en su cuello y su brazo—. Tolvaj, ¿no?

Asintió con la cabeza y se quedó esperando, era una mezcla extraña de no invadir mi espacio pero también esperar como un maldita reina a que los demás hicieran las cosas, incluso cuando ese era el punto del juego. De cualquier manera ahora no tenía nada que me retuviese, absolutamente nada, habían apaleado al único idiota que me había atrevido a llamar novio, tenía un llavero lleno de sangre en mi habitación, una chaqueta ajena que nunca regresaría a su dueño y un hermano muerto, junto a unos padres que parecían fantasmas.

Y estaba furiosa.

Las paredes de tierra fría que Dunn había levantado a mi alrededor desaparecieron y el círculo de llamas se reavivó, dejó de ser fuego frío, se alzó en sustitución de las paredes anteriores. Me coloqué una sonrisa en el rostro, fue sugerente en sí misma, y estiré la mano para acunar su mejilla y atraerla hacia mí, sus ojos verdes chocaron con el fuego y sentí que anclaba su mano a mi nuca.

Me presioné contra sus labios, el tacto inicial fue suave, pero en sí no tardé demasiado en ladear la cabeza y profundizar el contacto, de la boca de la castaña brotó una risa que fue a morir a la mía y me colé sin nada parecido al pudor; recorrí su boca con maña, la sentí presionar de vuelta solo por la diversión de que sintiera que pretendía ganarme terreno, aunque nunca lo intentó de verdad.

¿Cuánto era?

¿Nueve segundos?

Cuando tuve que separarme de ella le dejé un beso sobre los labios, casi un roce, y me acerqué a la mesa de bebidas para que me sirvieran algo, siendo el caso pedí lo mismo que le hubiese llevado Shimizu a Dunn y me lo zampé sin más, aunque el alcohol me quemó la garganta. Solo por el teatro volvía colocarme la máscara después de eso, para regresar a mi lugar, sentí un par de miradas encima y solo me detuve a confirmar que se trataba de Katrina y el otro pelirrojo.

El mozo volvió a girar la botella.

—Pero bueno, niña, no tenías que ir por lo pesado tan directamente —comentó Arata luego de beber algo de la botella de cerveza que mantenía en su mano.

—Pedazo de espectáculo —murmuró Cayden y dejé salir una risa, había bastado volver a su lado para que las murallas se levantaran de nuevo y el fuego perdiera fuerza.

—¿Bueno te gustó o no? —pregunté por la pura gracia, estiré la mano para tomar la botella de Arata, darle un trago y regresársela.

—Como amigo de tu hermano mayor, me reservo mis comentarios.

Chico listo.​

---

Empezaba a dejar de dudar que esa fuese mi noche, el hecho de que luego del espectáculo de la chica de cabello negro y Tolvaj la botella volviera a señalarme me arrancó una sonrisa de la más absoluta suficiencia. Me quedé esperando a la siguiente víctima y contuve la risa al ver que la botella de mierda parecía ahora fijada en la muchacha esta, que había llegado con el príncipe francés.

Fui a la mesa de bebidas, le pedí al mozo que me sirviera dos copas y caminé hacia la muchacha de nuevas cuentas, le extendí una. Puro teatro la verdad.

Esperé a que la tomara y hasta después me incliné para dejarle un beso en la mejilla, peligrosamente cerca de la comisura de los labios. Al separarme le sonreír y me bajé un trago de champaña.

Contenido oculto: Lista

1. Sasha Pierce
2. Alisha Welsh
3. Morgan O'Connor
4. Arata Shimizu
5. Cayden Dunn
6. Hotaru Ankoku
7. Kou Shinomiya
8. David Mason
9. Katrina Akaisa
10. Shiori Kurosawa
11. Eris Tolvaj
12. Catherine Whitman

 

—¡Tú también estás muy linda, Lizzie! —fue lo primero que exclamé, echándole un vistazo rápidos a su vestido, para asentir con la cabeza después como muestra de aprobación—. ¡Encantado Nakagawa-kun! Ah, Kashya me contó sobre lo del club de lectura y el club de radio, ¡mucha suerte con eso!

Miré a Anna después y tuve que hacer un esfuerzo muy grande por no estallar en risas. Digamos que lo conseguí a medias, igual que ella. Dios, estábamos super estúpidas, ¿verdad? Ni siquiera habíamos acabado la peli, ¡y eso que era la versión extendida con aquella escena final que adoraba! Ah, cómo fuese.

Me despedí de la pareja con la mano en alto mientras me dejaba llevar por Anna hacia el interior de la casa, ya sin poder evitar las carcajadas que me empezaban a brotar de la garganta. Nos paramos en seco en el pasillo y alcé las cejas al captar la expresión de Anna, llevándome las dos manos a la boca para tapar cualquier posible sonido que quisiese salir de mis labios. La escuché con completa atención, intentando controlar las risillas mientras la veía girar y hacer ruidos como si fuese un satélite.

Abrí un poco más los ojos cuando se paró para señalar el salón y me acerqué a ella, descubriendo finalmente mi boca para dejar ver la sonrisa divertida que tenía plasmada.

>>¡Ahí! ¡Pues vamos allá!

Sin ningún clase de espera o aviso, coloqué las manos sobre los pomos y empujé, abriendo el portón en todo su esplendor. La sala estaba bastante ocupada, con unos cuantos alumnos que pude reconocer y otros tantos que no en un círculo, un señor con un bigote muy gracioso y una botella en medio que giraba sin parar. Me di la vuelta para encarar a Anna y di un golpecito con el puño cerrado contra la palma contraria, tras haber dejado el regalo en una mesa que había cerca de la entrada.

>>¡Ah! ¡Tenías razón, Annie! ¡Aquí está la diversión! ¡Tu radar está en su punto!

Contenido oculto

ola, llegaron las pendejas y llegaron borrachas uwu
Gigi Blanche

 

Solté una carcajada limpia al ver que Emily literalmente se lanzaba de cabeza encima de las puertas del salón. ¡Venga, como para no llamar la atención! Me asomé detrás de ella por el hueco del marco, viendo todas las personas que había dentro, y una estúpida sonrisa socarrona me decoró el rostro ante las palabras de la chica. Oh, claro que sí, ¡mi radar siempre estaba on point!

No me duró ni medio segundo el teatro, volví a reírme e ingresé al salón junto a Emi. Hice un paneo general de las personas allí presentes bastante rápido, asegurándome de descartar, y confirmé que no, Altan no estaba allí. Bueno, en sí tampoco tenía idea si siquiera habría llegado. No lo veía siendo impuntual pero ¡vete a saber!

Avancé hasta el círculo y vi la botella al medio. Emocionada, busqué la muñeca de Emi para jalarla junto a mí y me reí.

—Eh, ¿no te trae recuerdos? —murmuré cerca de su oído, sonriendo ampliamente.

¿No nos habíamos conocido acaso gracias al mismo juego? ¡Qué coincidencias aquellas! Mi mano escaló, envolví su brazo con el mío y observé alrededor, en busca de algún rostro familiar. Detrás de las máscaras era un poquito más difícil ¡pero esa mata fuego era demasiado distinguible!

Volví a arrastrarme a Emily, pobre chica, había acabado atada a mi culo inquieto. Crucé por el centro del círculo sin demasiado pudor, le sonreí al mozo del bigote y al llegar a mi objetivo me detuve medio de golpe.

—¡Cay Cay! —exclamé, contenta, y como si recién entonces advirtiera mi impulso carraspeé la garganta, me eché encima un manto de seriedad y pillé algo de falda con ambas manos para ejecutar una pequeña reverencia—. Digo, Lord Dunn, buenas noches.

Me tragué la risa de casualidad, y le eché un vistazo a Emily a mi lado antes de regresar al muchacho con la sonrisa renovada. Ah, a la mierda el teatro.

—¡Estás muy elegante! Me gusta tu máscara, muy... llamativa. —Le guiñé un ojo, en una extraña mezcla de diversión y coquetería, y junté mis manos mientras me mecía un poquito de acá para allá. ¿Al final habría logrado robarse el crédito como tanto quería, el pequeño diablo?—. ¿Qué tal viene el juego? ¿Nos perdimos muchos espectáculos? ¡Ah! ¿Se puede beber o hay que pedirle a alguien?

Dios, que alguien me desenchufara.

Me había dado la sensación de que el rubio a su lado parecía ser su amigo o algo, pero no le di demasiada importancia entonces me limité a mirarlo por un segundo en medio de mi torbellino.

 

Digamos que había que estar sordo a secas para no haber escuchado el torbellino desde que entraron al pasillo, pero resulta que entraron al salón como una puta tromba y, en el espectro raro en el que en encontraba, no me sobresalté tanto como hubiese hecho en otras condiciones. Acababa de sacarle la botella de cerveza a Arata de las manos, justo como Kurosawa luego de haberle comido la boca a Satanás, y le di un trago en lo que vi a Hiradaira hacer un escaneo del espacio.

No tardó mucho en dar conmigo, que vamos no era estúpido y sabía que con el cabello era fácil distinguirme, y se arrastró a su amiga consigo hasta llegar a mi posición.

Madre de Dios cómo andaba Sonnen con este tanuki si tenía un petardo en el culo.

Se echó una seriedad bastante impostada luego de haberme saludado con energía, se metió en papel y todo, arrancándome una risa baja. La repasé con la vista por puro reflejo y suspiré al intuir que las niñas habían pretendido animarse antes de llegar a la fiesta.

Well, at least I'm not gonna clean this fucking house if one of them ends up in the bathroom.

—Gracias —dije encima de sus palabras luego de hacer una reverencia, porque nadie la desenchufaba a la cabrona—. Tú pareces una princesa, Hiradaira.

Al menos me digné a regalarle una sonrisa en lo que terminaba de soltar sus preguntas.

—A ver, linda, una a la vez. Ten piedad de los introvertidos —dije entonces y reparé en que había mirado a Shimizu cosa de un segundo, él en sí no pareció demasiado interesado en ninguna de las dos ni en su torbellino de energía—. Tercera ronda del juego, así que sí se perdieron un par pero no me hago responsable de culos impuntuales. Las bebidas son allá con el mozo, mejor conocido como el secuaz de Satanás que gira la botella, pero yo diría que ya vienes bastante contenta, cariño.

—¿De qué conoces al tanuki, Dunn, si no te ligas ni a una mosca? —preguntó Arata en lo que me sacaba la botella de la mano y se bebía lo que quedaba.

—Negocios, Shimizu.

—¿De verdad? Pero qué cosas~

—¿Y si mejor vas y me consigues un whisky? Es lo mínimo que merezco por tu espectáculo de mierda de antes.

Lo había pasado por alto, pero apenas Kurosawa escuchó la voz de Hiradaira se apartó de nuestro lado y buscó vida en cualquier otra parte del círculo.

Poco sabía yo del desastre que se habían montado esas.

Soltó un suspiro hastiado, se encogió de hombros y se encaminó hacia la mesa de bebidas.

—Y bien —regresé la atención a Hiradaira, deslicé la vista a su amiga después—. ¿Vas a presentarnos, Hiradaira, o tendré que hacerlo yo?

—¡Cayden! —Arata prácticamente había gritado, estaba cerca del ventanal y se bajó un trago del que debía ser mi whisky antes de hablar—. Joder, ¡tienes que ver el espectáculo que se está montando este imbécil afuera!

Contenido oculto

Debería dejar de narrar con jazz x2

 

Era, digamos, bastante oportuna la elección de palabras que Cayden había empleado. El simple hecho de oírlo decir princesa pareció echarme un cortocircuito encima, duró apenas medio segundo pero alcanzó para forzarme a bajarle un par de decibeles a la energía. Solté una simple risa floja en respuesta, había sonado casi tonta pero me daba lo mismo. Tampoco iba a negar que una parte de mí prácticamente rodaba en satisfacción, por más oculta y encriptada que estuviera.

Si era una imbécil de cuidado, mejor les valía no repetirlo demasiado.

Atendí a su pancarta de información y desvié la mirada a la mesa de bebidas cuando la mencionó. ¿Que venía contenta? Aquello me obligó a deslizar la vista de regreso, posarla en sus ojos ámbar y encogerme de hombros, bastante sedosa.

—Eh, ¿de qué vas? Si acabamos de llegar~

Entonces interrumpió el rubio y me confirmó lo que había sospechado antes. Venga, ¿otro que iba a ponerme ese apodo imbécil de gratis? Igual tuve menos de tres segundos para preocuparme por eso, que el nombre que Cayden pronunció activó alguna que otra conexión neuronal medio recóndita. ¿Shimizu? Mierda, me sonaba un huevo. Shimizu, Shimizu...

Kurosawa estaba ahí y honestamente no me había dado cuenta, no con aquella máscara tan grande. Se había sacado la mecha, además, a menos que la viera a los ojos la inteligencia jamás me daría para atar cabos.

—¡Ah, yo quiero una cerveza! —le pedí al rubio que no conocía de nada mientras se iba porque, bueno, confianzuda se nacía. Regresé mi atención a Dunn y asentí, buscando el brazo de Emi para volver a engancharme en él—. Señor Negocios, Emily Hodges. Em, él es Cayden Dunn. Va a tercero, aunque no parezca. ¿Verdad que tiene cara de bebé? Como sea. —Me incliné sobre el oído de la chica y susurré, divertida—. Conoce a tu querida Katrina~

Aunque no podía asegurar que le cayera bien, ¿verdad?

El grito de Shimizu debió haber llamado la atención de medio salón, básicamente, pero no tenía idea de lo que hablaba así que lo dejé correr. Lo único que me preocupaba era que me trajera mi cerveza, ¡vamos! ¡Se estaba tardando!

—¿Tú quieres algo, Em? —se me ocurrió ofrecerle, en un tono suave y cariñoso.

 

Bueno, mirar tampoco estaba tan mal. Luego de que Cathy se fuera con aquel muchacho con pintas de zorro permanecí en mi lugar, tranquila, viendo los desastres sucederse uno a uno frente a mis ojos. Al parecer la nueva víctima de la botella era el pelirrojo aquel tan adorable, mientras que había contado con la decencia de bendecir al otro pelirrojo del círculo. ¿No recordaba también a un zorro? Pero qué coincidencias.

Cuando Cathy regresó, le dediqué una sonrisa y entrelacé nuestros dedos sin problema.

—¿Quieres? —ofrecí, indicándole la mesa de bebidas, y me incliné hacia ella para agregar, en tono ligeramente jocoso—. ¿Y bien~? ¿Qué hicieron allí adentro?

La compañía de Shinomiya no era así que lo más entretenido del mundo, pero al menos era. Prefería esa suerte de apoyo tácito antes que estar completamente sola en ese círculo de gente. La botella se ensañó con nuevas personas y yo me quedé allí, bebiendo tranquila de mi copa y no mucho más. No creía que estuviera incomodando al castaño, tampoco iba a forzarlo a charlar, de modo que lo dejé correr. ¿Por qué estaría en la fiesta, si parecía tan a disgusto?

Bueno, en ese momento yo tampoco daba una impresión demasiado diferente.

Sanji sí que se estaba tardando, ¿eh? Consideré salir a buscarlo cuando vi que la chica del vestido azul regresó al salón, pero el espectáculo del pelirrojo y el rubio la verdad que estuvo bastante bueno y eso me mantuvo distraída de varias cosas. De pensar que no cuajaba allí, que mejor me regresaba o que no valía la pena el intento. Que Daute se había ido y los únicos amigos que había pretendido hacer... bueno, eran muy diferentes a mí. Con Alisha ya lo había vivido de primera mano y ahora ver a Maze ahí, tan cómodo y disfrutando de todo aquello, me hizo pensar si en verdad la ruta no sería la misma, con el mismo objetivo y la misma mierda garantizada.

Vete a saber.

Sanji apareció de Dios sabe dónde, me hizo dar un leve respingo y automáticamente liberé una risa de alivio. Vamos, pero si un buen susto era justo lo que necesitaba para despejarme la cabeza de toda esa mierda innecesaria. No me molesté en moderar la sonrisa en mi rostro al tenerlo de regreso, y que además se apareciera así como así iba muy acorde con todo su rollo de mago, ladrón, ilusionista o lo que fuera.

—Bienvenido de vuelta, Monsieur Lupin. Ah, no mucho —le resté importancia, volviendo a relajar las caderas en el borde de la mesa, junto a él; fui señalando a quienes mencionaba con la mano donde sostenía la copa—. El pelirrojo aquel se besó con el rubio que está sirviendo el whisky, tenía que ser un besito en la mejilla pero el rubio lo agarró y le comió la boca. Supongo son amigos. Luego la pelinegra se arrodilló frente al abejorro número uno, ya sabes, el delfín, y pensé que íbamos a tener que retirarnos todos del salón pero afortunadamente no hizo falta.

Acompañé el relato de una risa floja y advertí que Shinomiya nos estaba prestando, al menos, un mínimo de atención. Ensanché la sonrisa y lo señalé a él, mirando a Sanji.

—Ah, y a él le dieron un beso de lo más elegante en la muñeca.

¿Que si estaba interrumpiendo algo? Para mi sorpresa fue Kou el que tomó la palabra, luego de darle un trago a su bebida.

—No, descuida.

Conciso como siempre, pero al menos mantenía los modales. Regresé entonces mi atención a Sanji y lo codeé, ligeramente apremiante, como una chiquilla impaciente.

—¿Y bien? ¿Ya pensaste algo o me tendrás aquí esperando~?

 

—Ah, ¿conque estás recolectando apodos? —inquirí, fingiendo un interés desbordante—. Qué curioso, cuéntame más. ¿Cuántos llevas? ¿Tu favorito hasta el momento?

Solté una risa floja pero no aventuré más a fondo en la cuestión de los pelirrojos hormonales, lo cierto es que no era algo donde me apeteciera meterme. Un poco de rebote arrojé mi vista en esa dirección, aunque no tardé en regresarla a los chicos apenas noté que Sanji le hablaba a Shinomiya. Vale, había quedado entre medio de ellos y no quería pecar de alarmista pero aquello no me iba gustando del todo. No era, digamos, ninguna fanática de tocarle los huevos a los demás por deporte, de la misma manera no me gustaba que me lo hicieran y Shinomiya, por más hastiado que pareciera, digamos que en ese sentido tenía la pinta de alinearse conmigo. Vi cómo observaba a Sanji de reojo, envuelto en la profunda seriedad de siempre, y como mucho atinó a fruncir levemente el ceño.

Una ligera, muy ligera bruma de ansiedad se asentó en la boca de mi estómago, presa de la expectativa. Tan sólo esperaba que el castaño no le viera la gracia al conflicto gratuito, como había apostado. Con la vista aún puesta en Sanji, esbozó una ligera sonrisa y alzó la copa en su honor, antes de darle un trago y enderezar el cuello.

—Tendrás que vivir con ello —fue su respuesta.

Como fuera, seguía con la idea fija en la cabeza de no armar alborotos por pequeñeces y decidí dejar correr la actitud de Sanji, al menos de momento. Regresé la atención a él y fabriqué una sonrisa, un poco forzándome a mermar la sensación desagradable del estómago. Vale, ahora tenía bastante curiosidad por saber qué habían hecho con la chica en la habitación, pero suponía que eso quedaría para después. Me extendió su mano, invitándome a ir afuera, pero la respuesta no acudió al instante.

Bueno, podía intentar un cambio de ambiente, ¿verdad? Quizás el problema no fuera la fiesta en sí, sino ese juego o... la gente a la que atraía.

—Claro —concedí por fin, soltando el aire medio de golpe.

Era consciente de que aún conservaba ciertas dudas pero seguía empujándolas lejos, como tendía a tapar las preocupaciones hasta que huyeran de mi vista. Imité a Sanji, me acabé mi copa y la dejé sobre la mesa, dispuesta a seguirlo. Pero entretuve mis manos con mi vestido y no tomé la suya.

Rodeamos el círculo por fuera, en dirección a la puerta del salón. Al pasar detrás de Maze me limité a darle un golpecito de nada en la cabeza, algunos mechones de cabello se alborotaron ligeramente y esperé a que volteara para sonreírle. No fue la sonrisa más deslumbrante del mundo, pero suponía que de algo valía.

—See you around, hon.

Había pensado en invitarlo, quizá no de forma plena y consciente pero en algún punto surgió el impulso. De cualquier forma acabé por descartarlo, ya fuera por mis ideas de mierda de recién o porque realmente parecía estar disfrutando ese rollo de andar besuqueándose aquí y allá. No iba a juzgarlo, quiero decir, sólo no pretendía arrancarlo de donde se sintiera a gusto por mero compromiso.

Eso fue todo, luego seguí mi camino detrás de Sanji en dirección al patio trasero.

Contenido oculto

huh rach y yule probablemente tengan compañía en el coche de regreso sos

 

Asentí con la cabeza cuando Anna mencionó lo de la botella, con cierta efusividad y una sonrisa divertida ante el recuerdo. Bueno, había sido una noche un poco caótica y todo, ¡pero ahí la había conocido a ella! Así que, a pesar de todo, toda esa noche me traía buenos recuerdos.

Me dejé llevar por Anna sin oponer ninguna resistencia, sin poder controlar la risa floja en ningún momento. No es que pudiese librarme de su agarre, pero lo cierto era que tampoco quería hacerlo. Habíamos estado toda la tarde juntas y aun así me apetecía seguir con ella, corriendo por la mansión de Katrina como si fuese nuestra propia casa, haciendo cualquier estupidez y riéndonos todo el rato.

Seguí su verborrea de palabras como pude, es decir, difícilmente teniendo en cuenta tanto su estado como el mío, intercalando miradas entre ella y los otros dos chicos hasta que finalmente hizo las presentaciones necesarias. Me reí ligeramente ante su apunte de la cara de bebé, aunque poco me duró al diversión cuando sentí que se me echaba encima del oído para susurrarme algo que solo yo pudiese escuchar.

—¡Annie, ya para! —me quejé, entre dientes, extendiendo una mano para alcanzar su costado y picarla un par de veces, molesta.

Un par de segundos después volví a enfocarme en el pelirrojo y me incliné ligeramente hacia delante, recuperando por un rato la seriedad al hacerlo. Con alcohol y todo, tenía la educación japonesa demasiado impresa en el cuerpo como para simplemente ignorarla.

>>Encantada, Dunn-senpai~

Justo después el otro chico gritó algo que llamó la atención de bastante gente, y nombró a Cayden en el proceso, por lo que asumí que iría y centré mi atención de nuevo en Anna cuando me habló. Ni ella ni yo parecíamos muy interesadas en asomarnos al espectáculo aquel, irónicamente siendo que quizás fuésemos las más interesadas en ello.

>>Uhm~ No sé, me gustaría probar el champán que veo por allá, ¿crees que esté bueno? Parece caro~ —respondí, señalando con la cabeza la mesa de bebidas.

 

Había bastado escuchar la voz de Hiradaira para que una oleada de tensión me cayera encima, fue automático y ni siquiera pasó por el filtro de la razón, solo siguió su curso hasta bañarme como una cubeta de agua fría. Altan me había caído en casa con los apuntes que ella le había dicho que me pasara y yo todavía no sabía cómo verle la cara a la chica, ¿y es que cómo iba a hacerlo, sabiendo que de haberla alcanzado le habría soltado una hostia en toda la cara, por decir poco? Por otro lado tampoco había que tener muchas luces para saber que esa mañana, cuando Al se había colado entre mi fuego sin control, no había sido por mí.

Había sido por ella.

Tampoco sería yo la que le hiciera ideas raras a la chica, aunque quizás se las había hecho de todas maneras con lo de darle un almuerzo y tal, pero qué coño sabía yo. La cosa era que no quería ser eso, un obstáculo en la única posibilidad decente que aparecía frente a Al por primera vez, ya una amistad normal o cualquier otra mierda.

Aunque se lo había visto en la cara, la tranquilidad que traía consigo cuando me dejó los apuntes. Fue un alivio de alguna manera, saber que alguien quizás estaba logrando sacarlo de la trinchera como yo nunca me esforcé en hacer.

Cuestiones aparte, ¿estaba molesta con ella todavía? De hecho si lo pensaba fríamente me daba bastante igual, la tonta me había vendado la mano y todo el otro día, había hecho un trabajo pulcro, que no dejaba nada que desear, y ahora que yo me había quedado sin nada tampoco tenía motivos para seguir cabreada. Solo no sabía qué hacer, no sabía lidiar con un fuego que en el fondo sabía que era tan parecido al mío y por eso me había despegado de Cayden, el único puerto seguro que tenía allí, cuando la oí y todavía peor vi que se le iba a ir encima.

Navegué el espacio un poco como quien no quiere la cosa, me detuve en la mesa de bebidas para pedir otra copa del licor ese caro de Katrina y luego mis pasos me guiaron a la melena rubia de Welsh, siendo que era la única que conocía de allí además de Emily, que había llegado con Hiradaira y por ende tampoco estaba a mi alcance.

—Hola de nuevo, senpai~

Que se encogiera de hombros ante mi sentencia hizo que se me escapara una sonrisa de genuina suficiencia e imité el gesto, hundiendo las manos en los bolsillos con una livianidad que no sentía realmente, porque para el dato lo cierto es que me estaba cagando en todo gracias a la jugada de mierda de Arata, pero tampoco me iba a volcar encima de dos pobres chiquillas ebrias.

—Podré tener la cara pero no soy idiota —comenté un poco al aire, antes de girar el rostro en dirección a los ventanales pero sin moverme de mi posición—. ¡Arata, ¿quieres dejar de beberte mi trago?!

Solté un suspiro algo fastidiado al ver que no tenía caso, había hasta sacado el móvil para tomar fotos y se seguía bajando el whisky. Regresé la atención a ambas, solo para tomar la presentación al vuelo. Ya con el nombre de la otra princesa me tomé el atrevimiento de recorrerla con la vista con algo más de intención, era una cosa de manía nada más, servía para imprimirme a las personas en la memoria y aunque llevaba máscara esos ojos violeta no se me iban a perder con facilidad.

Obviamente pasé de lo que fuese que la otra le hubiese dicho, también de su reacción, aunque noté la mirada de Akaisa encima de ellas.

—Lo mismo digo, Hodges —respondí y enderecé los pasos hacia al mesa de bebidas, siendo que Arata seguía muy entretenido con el show de afuera como para hacer nada más que no fuese beberse un whisky ajeno—. Se ve que aquí hay que hacer las cosas uno mismo.

Había escuchado de la cerveza de Anna, obviamente, y mientras caminaba escuché también a Emily, al parecer quería probar el champán, así que bueno era un pedido bastante sencillo. Le dije al mozo del whisky, la cerveza de la enana y la copa de su amiga, tuve que hacer malabares para cargar el vaso y la botella, para dejar la mano derecha libre para llevar la copa de Hodges pero me las arreglé y volví con ellas.

—Cerveza. —Estiré la mano para que Hiradaira tomara el objeto y mientras tanto le pasé la copa a Hodges—. Champán.

 

El cabrón acabó colando la lengua para intentar recuperar algo de terreno y lo cierto es que me hizo bastante gracia. Eh~ Tan agresivo de repente y, para su desgracia, solo conseguía ponerme más con ello~

Por suerte (¿suerte? well, whatever), la botella parecía haberse relajado un poco conmigo y siguió señalando otras víctimas, que al fin y al cabo la gracia del juego era esa también. Era divertido ver los espectáculos que se estaban montando, sí, pero más divertido se volvió cuando acabé trayéndome a mi sitio unas cuantas botellas para poder hacerme un Long Island iced tea que tardó bastante poco en hacerme efecto.

El primer trago se lo dediqué a Joey, por cierto, que el cabrón había tenido suerte (de nuevo, para variar) y suficiente motivo de celebración me parecía. El segundo se lo dediqué a Cayden, porque estaba recibiendo toda aquella atención que parecía querer y claramente había acabado hasta los huevos por ello, cosa que me alegró más de lo que debería. Además, Arata le comió la boca así como que de regalo y, mira, un shot por ellos porque hacían buena pareja.

El alcohol me estaba empezando a hacer el suficiente efecto como para que el beso de Shiori y Eris me calentase más que preocupase y la aparición tan enérgica de Anna y Emily me sacó una sonrisa de lo más sedosa. Pero si no se verían como dos lindas princesitas~ Y estaban entrando en la guarida de la bestia, qué peligro~

Me estaba preparando el tercer cóctel cuando escuché a Kurosawa saludarme. No estaba muy atenta a mi alrededor en ese momento, porque algo había llamado la atención en el patio trasero y el juego se había pausado, así que me tomó algo desprevenida su voz. Aun así, alcé la vista y le di un sorbo a la bebida antes de dedicarle una sonrisa ligera.

—Shio-chan, hello~ Lindo espectáculo el de antes, ¿eh~?

Como para que lo viese tu novio. Qué pena que anduviese desaparecido~

>>¿Te lo estás pasando bien, linda?

 

¿Que si era suicida lo que hacía? Bueno sí, pero lo había hecho desde que podía recordar, digamos que no tomaba las mejores elecciones respecto a las personas con las que me juntaba pero tampoco era que me quitara el sueño, no en ese punto. Claro que comparar a los pandilleros con los que había terminado revolviéndome y a Cerbero no tenía mucho sentido, eran dos trozos de Infierno diferentes con creces.

Pero insisto, qué me importaba realmente.

Vi que la rubia se estaba preparando un trago, vete a saber cuántos llevaba realmente, pero lo dejé correr porque era su vida y no la mía, además de que nadie había venido a meterse a tremenda mansión para salir sobrio ni nada del estilo. Había que ser muy imbécil para pensar eso, aunque claro, luego estaban los de primero que se habían colado, si Watanabe estaba allí metida asumía que no debía ser la única siendo que de todos, ella era la que menos debía haber puesto un pie en esa casa.

Solté una risa ante su comentario e incluso bajo la máscara la mirada se me afiló ligeramente. Después de todo por lo que había pasado en cuestión de días lo cierto es que tampoco me interesaba ya disimular nada de lo que ya sabía que poseía, la mierda que había pretendido ocultar bajo la calidez y el cuidado.

—¿Te gustó, senpai~? —pregunté mientras entrelazaba las manos tras la espalda—. Y eso que no había besado a una chica antes, pero bueno, tampoco me voy a quejar.

Le di un trago a la copa, como si nada y pasé el peso de un pie al otro en lo que asentía con la cabeza a su pregunta.

—¿Y qué estás bebiendo? Digo, para que me compartas.

Contenido oculto

no controlo a esta criatura sos

 

Al final tuvo que ir Cayden a por nuestras bebidas porque el chico rubio parecía muy entretenido con lo que hubiese fuera de la ventana. Acabé por estirar el cuello para ver si lograba captar algo, así fuese de reojo, pero no hubo manera de distinguir nada y me rendí a los segundos. Fuese lo que fuese, seguro que nos acabaríamos enterando de alguna manera, así que mejor no darle más vueltas.

Acepté la copa que el chico me extendió, dándole las gracias en voz baja, y me quedé un poco a la espera de que Anna siguiese la conversación porque, bueno, era ella la que lo conocía y pensé que sería lo suyo. Sin embargo, justo en ese momento la chica tuvo que salir al pasillo a atender una llamada o lo que fuese, así que acabé quedándome a solas con el pelirrojo.

Le di un trago a la copa de champán y lo miré después con una sonrisa, jugando con los dedos sobre el cristal mientras tanto. Eh, efectivamente, estaba rico~

—Entonces, Dunn-senpai, ¿qué clase de negocios tienes con Annie~?

Solté una risa baja al escucharla, casi incrédula. ¿Que no había besado a una chica antes? Pues qué afortunada había sido Eri-chan entonces, llevándose ese honor. Igual se la había visto muy cómoda a la chiquilla, así que por lo menos el pensamiento o la intención había estado ahí alguna vez.

—¿En serio~? ¿Y qué te ha gustado más, besar a un chico o a una chica? —le pregunté, después de asentir con la cabeza a lo de sí me había gustado.

Alcé una ceja después, lanzándole una mirada de arriba abajo antes de intercalar un par entre ella y la copa entre mis manos. Dudé un segundo, pero al final le extendí el vaso con una ligera chispa de curiosidad en los ojos, llevándome la mano libre hacia el cabello para jugar con uno de los mechones que me había dejado sueltos.

>>Long Island iced tea~ Lleva vodka, ginebra, tequila, ron y triple sec. Y un poquito de cola, claro. ¿Seguro que quieres probarlo~?

 

Si es que el estúpido de Arata parecía haber recibido su regalo de cumpleaños tardío y todo, lo que era normal porque en realidad no sabía decir si había algo que le divirtiera más que ser un dolor en el culo y putear a cuanto Dios se le cruzara en frente. Solté un suspiro bastante pesado mientras lo observaba de reojo, había perdido el apunte de cuánto alcohol había comenzado a meterle al cuerpo con toda la tensión del juego ese de mierda.

Negué suavemente con la cabeza al escuchar el agradecimiento bajo de Hodges y alcé un poco las cejas al notar que Hiradaira tenía que retirarse para atender una llamada o algo del estilo. La verdad era que no esperaba tener que quedarme a solas con una chica que no conocía de nada, pero era lo que había y estaba en un mood de mierda, así que tampoco me iba a comer la cabeza tantísimo. Además, el juego estaba más pausado que pagado a hacer y con eso me quedaba en paz.

Volteé a verla cuando me pareció notar que tenía intenciones de decir algo y le di un trago al whisky.

Cliché irlandés, pero me daba bastante igual.

Le solté encima una sonrisa inocentona mientras bajaba el vaso, pero apenas unos segundos después adquirió cierto tinte altanero, fue porque se me coló apenas un dejo de la diversión jodida que la pregunta me había provocado. Puede que al final no fuese tan diferente de Shimizu.

—¿Hmh? ¿No crees que eso deberías preguntárselo a ella luego, linda? —Hundí la mano libre en el bolsillo y di otro trago, sin prisa alguna. Caí de repente en algo, hilando por fin hasta lograr lazar el violeta de sus ojos a algún otro recuerdo—. Espera, eres amiga de Ko, ¿no es así? Te vi con él el otro día, en la puerta de tu clase asumo.

Contenido oculto

Tuve el insight de que Cay vio a Ko-chan en la puerta con Emi ya no me acuerdo cuál día (?)

---

Negué suavemente con la cabeza al ver que ella afirmaba a mi pregunta, incrédula si se quiere, y luego le di otro trago a mi copa en lo que me pensaba una respuesta a su nueva pregunta. Anda, si hasta parecía que me lo estaba tomando en serio y todo, aunque bien podía decir que me faltaba algo de investigación de campo para dar una respuesta definitiva lo cierto es que había bastado un poco el teatro de antes para darme por entendida.

—Diría que sigo prefiriendo a los chicos. —Me encogí de hombros y regresé a su lugar una hebra de cabello que parecía haberse soltado de mi peinado—. Pero tampoco es que me vaya a poner tan quisquillosa.

Regresé la atención a la bebida que la rubia sostenía y se me escapó una risa al escuchar todo lo que tenía en un solo vaso, había preguntado que si estaba segura de probarlo pero me lo había extendido de todas formas, ¿no era eso un poco contradictorio?

—Suena a un cóctel para el desastre, senpai —comenté mientras lo aceptaba y le daba un trago, detecté de una el sabor del ron, siendo que lo tenía impregnado en el paladar desde la noche del Hibiya. Fruncí apenas el ceño, estuve por regresárselo pero me bajé otro trago antes de hacerlo, ¿por qué? Pues porque sí—. Algo pesado pero cumple su función, ¿cierto?