Interior Salón de actos

Se había mantenido en profundo silencio mientras la canción corría. Verlos era... increíble, en una forma ligeramente dolorosa. Quería apoyar a Daute con todo su corazón y acompañarlo en las mil cosas que despertaran su interés, no quería retenerlo ni cortarle las alas. Pero justo ella, la siempre responsable, centrada y madura Sasha, ¿era la indicada para la tarea?

Odiaba esa punzada en su pecho al verlo bailando con otra chica.

Sin embargo, su sonrisa fue cálida y amplia en cuanto Daute reparó en ella, y recibió su beso en la mejilla como si fuese un bálsamo mágico. Joder, tenía que dejar de preocuparse por estupideces. No le concernían.

—Hmm... —murmuró, pensativa, devolviéndole las cosas—. ¿Un ocho, quizá? Te dejo espacio para mejorar~

Estaba bromeando claramente, si por ella fuera le habría dado un diez de clavado. Verlo bailar le resultaba hermoso y encima no tenía la menor idea de danza.

Soltó una risa fresca y le rascó la nuca como solía hacer, retirando la mano de inmediato junto a una mueca de disgusto casi exagerada.

—¡Ugh, estás todo sudado!

Anna había aceptado el móvil de Daute y en ese momento fue donde ellos para dárselo de regreso, ya con su número agendado. Kohaku iba a su lado, llevaba encima el uniforme que la chica había desperdigado por aquí y por allá.

—¡Ah, hombre! Eso fue genial, ¡creo que podría correr una maratón ahora!

Ishikawa rió con suavidad y le palmeó la cabeza.

—Aún ni recuperas el aliento, enana. Vamos, tienes que beber algo.

—Ah, sí, muero de sed. —Se volvió hacia Daute y Sasha—. ¿A qué clase van? ¿Son de tercero? Tienen pinta de tercero.

Sasha asintió, tranquila.

—Sí, a la 3-1. ¿Son nuevos, de casualidad? No los tengo de nada y creo que recordaría esas cabezas si las viera.

—¡Sí, sí! —Asintió Anna, enérgica—. 2-2 por aquí, y el payaso de acá...

—3-3 —anotó Kohaku, pasando por completo de los intentos de Anna por picarlo, y miró a Daute—. De hecho, ahora que lo pienso creo que esta mañana te vi en clases...

 

Asintió, alegre, al ver que Daute lo recordaba. Lo había visto en un grupo bastante grande de gente conversando cuando entró al aula, pero le resultó algo inoportuno interrumpir y simplemente se encaminó a su asiento. Tenía un par de cosas en la cabeza, además.

Cosas que asentar.

—No, no, tengo dos pies izquierdos —negó, riendo con suavidad—. Pero me gustaría formar uno de música ligera, así que si sabes de algún interesado, ya sabes, puedes enviármelo.

Tanto él como Anna sintieron entonces, un poco de repente, que estaban de más. Hiradaira en particular, aunque le resultara tierno, no estaba muy acostumbrada a ver demostraciones de afecto y... prefería dejarlos solos, a decir verdad. Bastante irónico, considerando que vivía sentada sobre el regazo de Kakeru cuando estaban con los demás, pero en fin.

Qué más da.

—Bueno, ha sido un placer~ —dijo Anna, prácticamente empujando a Kohaku fuera del salón—. Me voy a comprar algo que muero de sed. ¡Nos vemos, Sasha, Daute! ¡Un gusto!

Kohaku se limitó a agitar la mano, sonriente, y dejarse guiar.



Una vez más, aceptó su mano sin demoras. Estaba tranquila hasta que sintió el aliento de Daute acariciándole la oreja y, aunque el color no llegó a sus mejillas, sí se acaloró un poco de los nervios. Dios, estaban frente a Anna y Kohaku, que no los conocían de nada y...

—Claro, babe. —Le sonrió—. Ya quedamos.

Como si hubieran leído sus pensamientos, su incomodidad o lo que fuera, tanto Hiradaira como Ishikawa desaparecieron sin demoras. Sasha los despidió y luego, tras suspirar apenas, se volvió hacia Daute. Enganchó los brazos sobre sus hombros, rodeándole el cuello, y se acercó a él.

Estaban... solos, ¿verdad?

—No sabía que podías bailar así~ —susurró, sedosa—. Cada día descubro más y más cosas de ti, Hanson.

 

Asintió ante cada cosa que decía, mientras la sonrisa de idiota le decoraba el rostro sin tregua. Era un desastre junto a Daute y no podía renegar de ello, siquiera le disgustaba. Volvió a rascarle la nuca, esta vez sin quejarse sobre nada, y lo empujó suavemente hacia sí para unir sus labios en un beso paciente y dulce. Se separó apenas a los pocos segundos.

—No lo sé, pero planeo descubrirlo, ¿sabes~? —susurró contra su boca—. Te extrañé, honey.

Joder, estaban en la escuela pero... qué ganas de seguir así.

 

No logró contener el impulso de sonreír con cierta suficiencia al oír sus palabras, y lo siguió apenas unos pasos antes de envolver su torso desde atrás, obligándolo a detenerse.

—Qué lindo eres, Dauti —susurró cerca de su oído, recorriendo el pecho masculino con cierta ligereza entre los dedos, y bajó los labios para alcanzar su cuello y darle allí un beso suave—. Puedo hacerme un minuto para ti después de clases, conozco los lugares~

 

Sonrió enternecida al detectar aquel suave rubor que tiñó el rostro de Daute tras oírla. Podía ser harto adorable, ¿eh? Siempre se le antojaba molestarlo en ocasiones así, era un privilegio que se permitía, si se quiere, durante los momentos que compartía con él. Esos momentos donde era un poco más como una adolescente de diecisiete años.

Era extraño, ¿no? Funcionaba como su cable a tierra pero también la alentaba a extender las alas.

Sonrió al oírlo aceptar, y le permitió girarse sin la menor resistencia. Colgó los brazos sobre sus hombros al tenerlo frente a ella y cerró los ojos al instante; todo se fue a negro, no había un maldito ruido perturbándola, y se permitió besarlo con aquella suavidad y dulzura casi ridícula. Absorbiendo cada segundo, cada ínfimo movimiento. Cada instante.

Entreabrió los ojos al oírlo susurrar su apellido, estaba sonriendo como idiota y no podía importarle menos. El dedo que recorrió su cuello trazó un extraño camino que se le antojó eléctrico y supo, supo de sobra lo que Daute estaba a punto de hacer.

Shhh.​

Aprovechó el impulso de la mano de Daute en su cintura para pegarse a su cuerpo y le correspondió. Arrastró los dedos por su cabello azabache, la otra mano presionando su nuca, y ladeó la cabeza para besarlo lento y profundo.

Qué ganas de comérselo.

Sus labios eran suaves y húmedos, ligeramente calientes contra los suyos, y fue harto consciente de todas las sensaciones. Las hebras entre sus dedos, la piel bajo sus uñas, su torso rígido. Su cuerpo emanaba calor, lo hacía de una forma que le resultaba deliciosa, y deslizó las yemas por su mejilla, la línea de la mandíbula, hasta alcanzar su boca con el pulgar. Jaló hacia abajo, obligándolo a separar un poco más los labios, y soltó un suspiro cargado de intención antes de colar la lengua dentro. Fue sutil y rápido, lo suficiente para alcanzar la suya, juguetear apenas y retroceder. Sonrió contra sus labios.

Era tan divertido jugar con él.

 

Se deslizó hasta el salón de actos. ¡Ah, finalmente! Sería la primera reunión del club de teatro y, si debía ser franca, le había resultado un poco difícil concentrarse en sus clases debido a la emoción contenida. ¿Qué clase de personalidades conocería? ¿Habría talento desbordante? ¿Almas brillantes, de todos los colores y formas?

Quería saberlo.

Quería conocer, explorar e interpretar.

Bueno, de cualquier forma fue la primera en llegar. Liberó un suspiro acompasado y meneó la cabeza, recuperando la sonrisa ilusionada. Vaya, ¿se habría apresurado demasiado? Le había ganado a todos en velocidad, cosa bastante inusual en ella. No había remedio, sólo le quedaba esperar.

Se dedicó entonces a recorrer el salón en toda su extensión, caminando tranquila con las manos entrelazadas a la espalda. Veía el escenario y frente a sus ojos desfilaban las miles de emociones, sensaciones y situaciones que el hombre era capaz de perfilar gracias a su infinita capacidad de creación. Ah, estaba... un poco ansiosa. Cuán inusual en ella, ciertamente.

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Amane ahí te dejo a la loca buena (?

 

Riamu Yumemi

Había acabado tomando el almuerzo junto a Alethea, por supuesto, en algún lugar del patio norte. Lo bueno de estar en la misma clase que Alice era que podía tenerla vigilada y por eso supe que la cafetería no era el sitio más seguro para ese día.

Thi y yo se supone que teníamos una dieta que seguir. El "se supone", claro, es por mí. Ella seguía al pie de la letra las comidas que tenía y podía comer, yo por otro lado... no podía evitar colar alguna comida basura cuando no nos veían. Oye, una no tenía energías si no se alimentaba bien.

Las clases después fueron... pfff, a-bu-rri-das. No entendía para qué tenía que saber y estudiar todas esas cosas si luego nunca nadie te iba a preguntar, no sé, una fórmula matemática. En fin, que me lo pasé jugando con los accesorios que siempre llevaba, o con el bolígrafo, o mirando tatuajes en Pinterest. Se supone que no debía hacerme más pero, ah, hay sitios en los que nadie se tiene por qué enterar que están tatuados~

Al fin, después de lo que había parecido una eternidaaaaad, pude salir del aula y me encontré con la peli-azul.

—¿Estás segura que no quieres unirte conmigo~?

Ella negó ligeramente con la cabeza, aun a pesar de mi mohín.

—La actuación es lo tuyo, Ri-chan. Quizás intente buscar a la encargada del club del baile... o al del club de música. ¿Estás segura que quieres unirte a ese también?

—¡Claro, Thi! Quiero estar en al menos un club contigo~

Así pues, acabé por despedirme de la chica al alcanzar la entrada del salón de actos y no tardé en entrar al mismo, expectante. Mi sueño y meta siempre había sido ser idol pero no podía negar que actuar era lo que realmente se me daba bien (y no es que no aprovechase aquella cualidad en el escenario) así que al ver que había un club de teatro, lo cierto es que me emocioné bastante.

>>Buenas~ —saludé, con la mano en alto y una expresión de incredulidad que me fue difícil disimular—. ¿Tú eres del club de teatro?

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¿SABÉIS CUANTO LLEVO INTENTANDO HACER ESTE POST Y LO HE ALARGADO? kill me already

 

Detuvo su andar bastante anárquico por el salón de actos en cuanto oyó una voz. Se giró en redondo, encontrándose a una muchacha de cabello rosado y pintas bastante urbanas, y le sonrió. ¡Qué estilo tan curioso! Elecciones que ella ciertamente no realizaría, pero en la jovencita no quedaban mal. Parecía portar toda una actitud capaz de seguirle el ritmo a su aspecto.

—Buenas tardes —saludó, educada, junto a una breve inclinación—. Así es, me uní este año. ¿También estás interesada? Oh, por cierto, soy Ophelia Byrne —se presentó, cortés, reduciendo la distancia entre ambas con pasos ligeros—. Es un placer.

 

Riamu Yumemi

—Tía, eres super alta.

No pude evitarlo, cuando la chica paró de moverse y pude verla mejor, mi vista la recorrió de arriba abajo con una expresión de genuina sorpresa. Si la chica era japonesa tenía que ser alguna especie de mutación o algo porque en mi vida había visto una chica tan alta de aquí.

Ophelia Byrne, huh. Sonaba extranjero, pero ahí estaba Alethea con su nombre tan extraño siendo japonesa como nadie así que... pft, vete tú a saber.

>>Lindo nombre. Ophelia, ¿eh? Como la de Hamlet, qué oportuno —añadí, riendo ligeramente mientras me llevaba un dedo para jugar con el pelo de manera inconsciente—. Riamu Yumemi~ Pues sí, quería unirme y supongo que tengo que esperar al presidente o presidenta ahora, ¿no? Qué rollo.

 

Tía, eres super alta.​

Pestañeó ante el comentario, ligeramente sorprendida por su clara desfachatez, y no tardó en soltar una risa breve, divertida. Con anterioridad había oído comentarios sobre su estatura, pero la incredulidad de la chica era tan palpable que se le antojó por demás genuina. Esas personas, las genuinas, eran de sus favoritas.

—Cortesía de la familia de mi madre —comentó, encogiéndose de hombros—. Son una manada de jirafas. ¿Sabías que si alcanzan las treinta se les llaman "torres"?

Hmm, ¿debería haber soltado un dato de esos, así como así? Aún no acababa de comprender las reglas idóneas para moverse entre personas de su edad, y no era tanto la preocupación por encajar sin destacar, sino más bien la posibilidad de elegir acorde al lugar y las personas.

—Es un gusto, Yumemi-senpai —resolvió, apostando a que no fuera de primero, y asintió—. Así es, el presidente... se está tardando. Qué cosas.

Soltó un suspiro flojo y le sonrió a Riamu, con una nota de emoción contenida. ¡Una compañera del club de teatro! Era la primera que conocía.

—Ah, lo siento, pero prefiero confirmarlo: no eres de primero, ¿verdad?

 

Riamu Yumemi

Solté una risa incrédula al escucharla decir aquello sobre su familia, asintiendo después con la cabeza con una expresión de entendimiento. Cada familia era un mundo, ¿eh?

Paseé la mirada por la estancia, pasando de jugar con mi pelo a hacerlo con uno de mis anillos mientras me acercaba al escenario para sentarme sobre un escalón. Escuché su pregunta mientras rebuscaba en mi mochila, sacando una bolsa de patatas fritas que había estado comiendo durante el receso y no pude acabar.

—No lo soy querida, voy a tercero —respondí, comiendo un par de frituras antes de continuar—. ¿Tú eres de primero? Debes ser el centro de atención de la clase, ¿eh?

No tenía mucho filtro que digamos, ni siquiera con una recién conocida. Pero, tampoco era ninguna maleducada, así que extendí al bolsa hacia ella murmurando un "¿quieres?".

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No sabía que esperarme pero no esta softness desde luego (???)

 

Asintió en calma, conque iba a tercero, ¿eh? Habría apostado por segundo, quizá, de todos modos ella no era nadie para hablar de estereotipos, ¿verdad? El centro de atención de la clase... Bueno, se podría decir que más bien la ignoraban. Puede que su presentación los hubiera espantado.

—No exactamente, aunque percibo algunas miradas sorprendidas de vez en cuando.

No era algo que le quitara el sueño, de cualquier forma. Valoraba tanto la autenticidad que confiaba plenamente, sin desesperarse, que algún día llegaría la persona indicada. Esa con la cual sus bordes encajaran como un rompecabezas, sin necesidad de forzar las piezas entre sí, limarlas o quebrarlas.

La siguió con la mirada en su camino hasta los escalones del escenario, y no se acercó hasta que Riamu pareció así permitírselo. Puede que por sus venas no corriera una gota de sangre japonesa, pero la cultura había calado hondo dentro suyo.

"¿Quieres?"

Repasó la bolsa de frituras que llevaba entre manos y juntó las manos frente a su pecho, un poquito emocionada. En casa no solía haber de esas y a veces hasta la regañaban si la veían comiendo comida chatarra, pero debía reconocer que esa basura tenía un... atractivo extraño. ¿Serían los aditivos agregados en sus fórmulas? Como fuera, ¿qué sería el ser humano si no se permitiera caer en lo oscuro del pecado de tanto en tanto?

—Muchas gracias, Yumemi-senpai —murmuró, sacando una papita entre dos dedos y dándole una mordida pequeña—. Ah, ¿por qué son tan ricas estas cosas? Qué lamentable.

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JAJSJAJAJ same here

 

Riamu Yumemi

¿Miradas sorprendidas, eh? Bueno, a mi me valía como llamar la atención, y de eso sabía un rato. De todas formas, sabía que normalmente la gente no buscaba aquella atención tan desesperadamente como yo lo hacía así que quizás ni se había percatado de ello.

Observé con una ceja alzada sus movimientos, casi parecía que no había visto una de esas bolsas en su vida. Eh, qué raro~ Sea como fuere, acabé riendo ligeramente ante su comentario y giré la bolsa hacia mí para ver la parte trasera de la misma.

—Eh~ No sé, creo que es por la sal o los aditivos. Vete tú a saber, pero es un problema porque uno no puede parar~

Reí ligeramente, encogiéndome de hombros antes de volver a comer. Problema o no, iba a seguir devorándolas como si no hubiese un mañana.

>>Y bueno, Pheli, ¿cómo es el presidente~?

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Sí, me he puesto a comer patatas yo también (?)

 

Siguió comiendo de su papita con la paciencia y delicadeza dignas de una princesa, prestando atención a lo que Riamu decía sobre la sal o los aditivos. Pues sí, ella tenía la misma idea y por lo tanto se limitó a asentir, comprensiva. Ah, qué remedio. Podía permitirse algo de veneno de tanto en tanto.

Por alguna razón, la pregunta sobre el presidente del club la bañó de una extraña emoción. Sonrió bastante contenta al oírla y juntó las manos frente a su pecho.

—Ah, Okimura-senpai. Es un muchacho algo extravagante y charlatán, pero creo que tiene la chispa necesaria para liderar el club de teatro. Ya lo conocerás, Yumemi-senpai, y verás de lo que hablo.

Poco sabía Ophelia de sus intenciones para ligarse gente aquí y allá y, aunque se lo dijeran, probablemente no lo comprendiera. No entendía de esas cosas.

 

Riamu Yumemi

La estaba mirando con cierto recelo al ver como se comía aquella única patata con tanta delicadeza mientras yo prácticamente devoraba una tras otra, pero rápidamente mi expresión cambió cuando respondió a la pregunta.

¿Eh~? ¿Extravagante y charlatán? Pero qué interesante~

—Qué ganas de conocerlo entonces, Pheli-chan~ Seguro que nos lo pasamos muy bien, ¿eh~?

O por lo mejor yo pretendía hacerlo, eso desde luego.

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I cannot control myself and my rico relleno (?)