Sakkaku no sekai

Antes de comenzar, quiero decir que es un ShikaTema, espero que les guste ^^
Segundo: no estoy segura de si aún se puede o no publicar sin disclaimer, pero por si acaso lo pongo y digo que: lo personajes que protagonizan el siguiente prólogo son... míos xD exepto uno que se menciona en un diálogo, ese es de Masashi Kishimoto

Prólogo
En una oficina de una aldea cercana a Konoha tres hombres se hallaban sentados en sus sillas.
El mayor de ellos estaba dándole la espalda a una ventana, su silla tenía ruedas y era el anfitrión de la junta. El segundo en escala de edad, estaba frente a él, o sea de cara a la ventana; era el invitado. El último hombre y más pequeño de los tres en escala de edad, se hallaba parado, apoyado contra una pared y cruzado de brazos. Su mirada está perdida en las vueltas que da el ventilador. Lentamente va contando hasta que llega a la décima vuelta.
—Si no tienes el cuerpo de este sujeto para las siguientes veinticuatro horas… serás hombre muerto —repetía constantemente el invitado a la reunión.
Éste último se levantó de la silla, tirándola en el proceso y, con un fuerte golpe, cerró la puerta a su espalda. De esta manera se retiró de la habitación y dio por terminada la junta.
—Las cosas no están muy bien desde la muerte de Kakuzo-sempai, ¿verdad? —comentó el chico con una sonrisa burlona en el rostro. — ¿No crees que es hora de renovar el método?
— ¡No nos ensuciaremos las manos! —contestó a su hijo pelirrojo.
— ¿Por qué sigues utilizando a los demás? —preguntó de repente el chic. Hizo una pausa y vio como su padre iba aumentando su cólera. Y continuó: — ¿Qué hay de mi hermana? ¿Y mi hermano?
—Nacieron para eso —. Fue una contestación cortante y que albergaba a todos, incluido al hijo que tenía en frente.
—No. Es hora de que las cosas cambien —sentenció el joven. Al momento de decir eso el hombre comenzó a ver las sombras acercarse. —Tú eres el problema —el jutsu había comenzado a tener efecto.
— ¡No juegues! —le gritó el padre. Para este momento no podía ver nada. — ¡Muéstrate, hijo! ¡Vamos! —Esa fue la última palabra que pronunció antes de sentir ese dolor en la espalda, a la altura del pecho.
Una kunai atravesó la piel del hombre. El más joven había utilizado bien el jutsu y atacado cuándo era debido.
Cuando vio a su padre tirado en el piso, notó que su arma había dado en el blanco. Estaba clavada sobre la espalda, a la altura del pecho. Con esto deshizo el jutsu.
Se arrodilló ante el cuerpo de su progenitor. Tomó el extremo que sobresalía de la kunai y lo giró. Mientras giraba el objeto que todavía estaba clavado en la espalda del hombre, la sangre abundaba en el suelo y en las manos del autor del hecho. Los gritos atroces del sujeto que agonizaba en la superficie se oían por todas partes, hasta que se calmaron. Fue el silencio de ultratumba el que apareció, bailando feliz sobre la cabeza de su víctima.
El joven esbozó una sonrisa y retiró la kunai.
--
—Mamá… estoy harta de esto —le decía la muchacha mientras su madre se miraba en el espejo. —No quiero seguir complaciendo a los hombres cada miserable noche de mi maldita vida…
—Naciste para eso… Necesitábamos una hija —le contestaba la madre a su hija rubia, y sínica. La muchacha la contemplaba con la mirada cargada de dolor.
— ¿No crees que debería haber algún cambio? —la chica se acercaba cada vez más a su madre, pero ella no le daba importancia.
—No dejes que tu hermano te llene la cabeza con esas cosas —. Acto seguido, la mujer se paró de la silla, se giró y siguió. —Tu hermano está un tanto…
— ¡No lo digas! —gritó y de inmediato su mano se aferró al cuello de su madre.
Por más que la mujer la patease o la golpease, ella no la soltaría. Los gritos de su madre quedaron opacados debido a la compresión de las cuerdas vocales. Su madre paró de gritar y su cuerpo dejó de moverse. La ausencia de oxígeno era demasiado para ella.
La muchacha la soltó y el cuerpo frío de la mujer cayó a sus pies. Tenía los ojos abiertos, pero no se molestó en serrárselos. Le acarició el vientre y luego se percató de que un nuevo hermanito venía en camino, él también murió o moriría.
—No visitarás el infierno —susurró.
--
Un pequeño castaño estaba arrodillado en el suelo, las manos ensangrentadas y un cadáver descuartizado frente a él. Tomaba los cuchillitos, que manipulaba casi como si fueran juguetitos, y los introducía en el cuerpo de uno de los nobles más poderosos de su tierra. La poca fuerza vital del hombre la absorbía conforme pasaba el tiempo.
—Chibi —le llamó la voz de su hermano mayor pelirrojo a lo que se dio vuelta. —Estos son los últimos cadáveres que "tratarás" para alguien más —. El pequeño sonrió, a la vez que corría una lágrima por su mejilla.
—Ahora haremos lo que queramos… El juego que más deseabas comenzó —le informó con una sonrisa su hermana mayor rubia.
—Gracias —les decía el pequeño castaño al tiempo que se levantaba y caminaba hacia los cadáveres.
El procedimiento fue lento y el niño disfrutó de cada segundo.
Sus manos cubiertas de la sangre de sus progenitores acariciaban con suavidad el vientre de la que había sido su madre. De a poco, de la pareja solo quedaron lo huesos, el resto fue eliminado en el proceso. El olor a quemado ya se hizo familiar al cabo de una hora.
—…Listo —dijo una vez acabado. — ¿Qué pasará con nosotros?
—Nos mataron por un ajuste de cuentas —explicó el mayor. — ¡Hemos renacido!
La joven sacó una libreta y tomó una lapicera. Se las pasó a su hermano mayor, éste la abrió y se sentó en el piso. Sus hermanos menores lo rodearon para poder ver lo que escribía…
Un amanecer de verano, una perra y un asesino tenía a su primer hijo. Le eligieron un nombre que a los veinticinco años olvidó y reemplazó. Al niño lo criaron como un experto en el negocio de la muerte. Pero ese mundo lo dominó a él. De a poco desarrolló sus habilidades ninjas y mató a su padre. Ahora no teme decir que odia a los que fueron sus padres. Su nombre es Hinode.
—Mi parte del libro —dijo el pelirrojo al finalizar. —Te toca.
Ella tomó las cosas y comenzó:
Una noche de luna llena, un hombre que disfrutaba del dolor ajeno y una mujer que disfrutaba del sexo, tenían a su segundo hijo, que fue una niña. La pequeña era justo lo que necesitaban para su negocio, muy pronto su madurez significó dinero fácil de conseguir y forma fácil de saldar cuentas. Su hermano, seis años mayor, la ayudaba constantemente a superar el estrés que implicaba su "tarea" nocturna. A la edad de dieciocho años ayudó ella a su hermano y mató a su madre. Su nombre pasó al olvido, ahora le gusta que le digan Tsuki.
—Terminé —comunicó la rubia. —Te toca…
El niño, sin mucho interés, tomó las cosas y prosiguió:
Fue durante un atardecer que una mujer y un hombre tuvieron a su tercer hijo. El niño tenía una habilidad muy buena para poder extraer el chakra y/o energía vital de las personas. Los hombres pensaron que esa habilidad podría servirles para el trabajo. A partir de los diez años el niño hizo todo lo que le mandaron; sus hermanos lo apoyaban a pesar de temerle por sus habilidades. Pasados doce años de su nacimiento el niño, junto a sus hermanos, decidió ponerle fin al sufrimiento. Descuartizó el cuerpo de sus padres y decidió que su nombre no significaba nada. Sus hermanos, luego de ver el atardecer, lo apodaron Yugure.
El pequeño castaño le pasó al cuaderno a su hermano mayor. Éste lo tomó y leyó los tres fragmentos en voz alta. Al finalizar escribió las últimas palabras del día:
En unos ocho o siete meses hubiera nacido el cuarto hijo de un hombre maldito y una puta condenada. El niño no nació por la muerte de la mujer, él nunca conoció a sus hermanos, lo cual es bueno. Pero lo que es mejor… nunca conoció el infierno que fue sus vidas…
– –

Bueno, espero que les hay gustado y gracias por leerlo ^^