Hellboy Sabueso[Hellboy]

Mi pezuña resbaló entre los estrechos y húmedos callejones de la ciudad de Guanajuato y termine cayendo de bruces hasta el final de la acera. Una joven morena y hermosa me ofreció su mano con una sonrisa. Una de las baldosas frente al teatro Juárez había cedido a mi peso; ya al levantarme noté que de su interior provenía un tenue esplendor como el de una antorcha. Como en varios lugares de México, Guanajuato estaba repleto de varios túneles utilizados en el tiempo de la independencia y la colonia, este probablemente era uno de ellos. Un movimiento fugaz y leve temblor debajo de nosotros nos indicó que la criatura estaba allí.



— Hay una especie de museo al lado del teatro que desemboca a un túnel próximo, allí lo alcanzaremos—dijo la chica.


Ella era Itzuri Gonzales, su hermano había sido víctima número cuatro de aquella bestia nocturna que perseguíamos y a pesar de mis constantes evasivas,me había seguido en su búsqueda.



La luz de las farolas se extinguió ante señorío taciturno del monstruo mientras irrumpíamos por la entrada, el anciano adormilado que cumplía la función de guardia casi se desmaya al ver frente a él a mi enorme humanidad roja y terminó por salir corriendo a trompicones y rezos justo antes de que en una espesa bruma oscura comenzó a materializarse un enorme sabueso espectral e incandescente, con un cuerpo robusto y de un tamaño muy por encima del más gigantesco de los osos, tenía unas patas esqueléticas y un cráneo canino por cabeza; tumbado en su lomo, yacía Rodrigo Gonzales.

Sin dudarlo efectué dos disparos hacia la criatura pero las balas cayeron hechas polvo, antes de que siquiera pudieran acercársele.



— Este no es tu asunto demonio —Una voz fantasmatica y transdimensional retumbó en mi cabeza hablando en un lenguaje extraño que sin embargo entendía.

La muchacha retrocedió y se estremeció emitiendo un leve gemido. La criatura se disponía a seguir su camino cuando me interpuse entre él y lo que creía era su única salida.



— El muchacho, déjalo y no te haré daño. —le dije levantando las manos en señal de paz. El monstruo emitió un susurró y juraría que sus dientes se movieron como sonriendo.



— Aun eres joven demonio, no has entendido como se mueve el mundo. —El perro fantasmal se dirigió hacia mí para embestirme, pero lo repelí de un puñetazo con la mano derecha, con intención de rescatar al cautivo salté sobre él pero solo terminé cayendo de cara por segunda vez en ese día, impregnado completamente de cenizas, al voltear la mirada la bestia y el joven habían desaparecido, para jamás volver.



Prologo:



El sol apenas se veía surgir en las primeras casas, en las primeras calles de aquella afamada calle del Truco, la familia Gonzales y Abrahan Sapiens esperaban en la entrada, yo aún me sacudía el polvo mientras que la chica me inundaba con preguntas y lamentos. Al ver a sus padres corrió a abrazarlos.



—Rodrigo se ha ido, la criatura se lo llevó, lo lamento, no pude hacer nada—exclamó sollozando.



Abe me recibía con una palmada, mientras ambos padres ponían una cara de extrañeza.



— Hija, tu hermano falleció hace dos horas, lo están velando en la sala ¿de qué hablas?— respondió su madre mientras la sostenía de los hombros, conteniendo un poco el llanto.



— Yo también lo vi Abe, dime que todas esas peleas no me están volviendo loco.



— No Hellboy, tranquilo— respondió Abe con su acostumbrada calma— estuve investigando, Rodrigo tenía una extraña enfermedad hace tiempo, al igual que el granjero, la diputada y las otras supuestas víctimas.



— Ósea que…



—Los Aztecas hablaban de una criatura llamada Xolotl, una criatura encargada entre una de sus funciones de guiar el alma del difunto al inframundo.




— Creo que la criatura tenía razón, aun me falta mucho por aprender— concluí mientras me dirigía con ellos a su casa sacudiéndome las cenizas.