Aventura Sōla: El país de los poderosos [Libro 1]

Tema en 'Novelas' iniciado por Sonia de Arnau, 19 Septiembre 2018.

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  1. Threadmarks: Capítulo 12.- Comienza la cacería
     
    Sonia de Arnau

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    Título:
    Sōla: El país de los poderosos [Libro 1]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    20
     
    Palabras:
    5108
    Capítulo 12
    Comienza la cacería



    En la ciudad Inotrantsy

    Daryl se levantó antes de que los primeros rayos de sol iluminaras las calles de la ciudad. Charlot y él habían decidido aceptar la humilde invitación de la joven Usha y dormir allí. Charlot no tuvo de otra que ir a informarle a Dan los planes y aunque él también estaba invitado, como ya había rentado la habitación de hotel, decidió dormir allá. Los planes de ese día eran simples, salir de la cada de Zoe, juntarse con Dan y divertirse.

    El joven salió al patio para admirar el amanecer mientras sentía como el frío aumentaba, debió de haberse llevado un saco. Poco después escuchó a las aves cantar y aquella hermosa melodía lo llenó de paz. Era extraño, cuando estaba en el palacio nunca prestó atención al cantar de los pájaros, era muy melodioso y tranquilizador. Se acercó lentamente a un par de pájaros; uno de ellos comía semillas de un tazón y el otro se bañaba en un pequeño recipiente lleno de agua.

    Al joven se le cruzó la idea de que si se acercaba, éstos se posarían sobre su brazo como lo hacían con Zoe, pero las avecillas terminaron volando asustadas ante su presencia. Dylan chistó al momento que escuchaba el chillar de dos pájaros.

    —¿Se están burlando de mí? —preguntó usando un tono molesto mientras miraba a los animales posando en una de las ramas de un árbol.

    —Sus nombres son Nube y Cielo.

    Dylan dio media vuelta al escuchar la voz de Zoe.

    —Buenos días —lo saludó.

    —Buenos días, Zoe —Dylan se acercó a ella para que continuara hablando—. Son bonitos nombres, ¿tú las nombraste?

    Ella asintió.

    —Sí, yo las nombre, aunque debo decir que no son muy originales los nombres —comentó un tanto apenada—. El azor, el de allá, es Nube, y el de a lado es Cielo. ¿Descansaste bien? —preguntó un poco preocupada de que no hubiera podido dormir debido a la incomodidad de la cama.

    —Sí —respondió para caer en cuenta a lo que se refería—. Aunque no lo creas suelo levantarme muy temprano. Más a menos a estas horas ya estoy entrenando con el abuelo de Charlot, mi maestro.

    Ella parpadeó varias veces, demostrando su sorpresa y por un momento se sintió avergonzada de pensar que por ser alguien de la realeza podía estar acostado y descansando cuanto deseara. Era evidente que ellos también tenían trabajo que hacer. Además, cada vez que pasaba más tiempo con él, más le costaba creer que fuera el principio, no es que lo dudara, más bien le impresionaba porque no se comportaba como pensó debía hacerlo el heredero.

    —Desde ayer estoy ansioso de que amaneciera —añadió.

    —Parece que tienes muchas energías.

    —Ah. Esa es una de mis virtudes —dijo con orgullo—. Por cierto, ¿puedes comunicarte con las aves?

    Ella negó.

    —Mi padre es quien lo hace. Aun así, me enseñó lo que debo saber. Son sus animales favoritos y a mí me heredó ese amor por ellos. No los tenemos como mascotas, las tratamos como compañeras de trabajo, les pagamos con algo de comida y agua fresca. Ellas son libres de irse cuando lo deseen porque no están atadas a nada ni a nadie.

    —Y no creo que lo hagan —comentó el joven volviendo la vista a Nube y Cielo—. Seguro que piensan que perderían a una gran amiga si se fueran. Y también me queda claro porque no están enjauladas. Por lo general las aves mensajeras como palomas las tienen encerradas.

    —Hacer eso es desalmado —comentó ella en tono enojado mientras fruncía el ceño—. No debería haber ninguno ave encerrada, privarlas de su libertad es algo terrible. Fueran mensajeras o no. Ni a un animal ni a una personas deberían hacerles algo así.

    —Charlot me contó que los oriundos de tu país desarrollan habilidades geniales —dijo feliz, aunque ella pudo notar en su tono de voz un poco de ¿envidia?

    —Honestamente a mi me hubiera gustado tener la habilidad de mi padre; la de comunicarse con los animales.

    Ese era el don del señor Usha y por esa razón era conocido como el mejor domador de aves mensajeras. Aunque ahora comprendía que el termino de “domador” no era el más correcto, pero así era conocido por los demás.

    —¿Ya están despiertos?

    Ambos escucharon a Charlot quien se frotaba los ojos, dando a entender que acababa de levantarse. Por otra parte, Daryl fue el más emocionado de verla despierta.

    —En hora buena te has levantado, Charlot. Ahora si podemos ir a conocer la ciudad.

    —Pensé que sería por la tarde —dijo la joven de ojos verdes.

    —¿Por la tarde? Es mejor empezar temprano, así nos rinde el día, además —Se puso triste al recordar algo—, ya para mañana temprano nos iremos. Así que mis vacaciones se terminaron, por eso quiero disfruta todo este día.

    Charlot no pudo evitar sonreír nerviosa ante el verdadero significado de las palabras de él; el “todo este día” significaba literalmente eso, que no tendrían descanso, por el contrario, a Zoe le causo risa.

    —Denme un minuto, voy a alimentar a las aves y a cambiarles el agua antes de irnos.

    En eso alguien tocó la puerta principal de forma estrepitosa, a tal punto que a los presentes los sobresaltó el ruino, se miraron una vez escucharon como aquella persona comenzó a gritar el nombre de Zoe con desesperación.

    —¡Sé que están ahí, Zoe, sal ahora! ¡Zoe, abre esta maldita puerta! ¡¿O quieres que la derrumbe?!

    Daryl desvió la vista hacia ella para darse cuenta que, de forma involuntaria, se llevó la mano al pecho mientras su rostro ahora pálido, por un par de segundos, expresó miedo.

    —¿Quieres que atienda? —preguntó Charlot al notar la inconformidad de la morena.

    —N-no, no, ¿cómo pediría a mis invitados hacer eso? —respondió, deteniendo a la pelirroja. Había olvidado por completo a Jeff—. Es que olvidé que antes tengo que resolver un asunto. Ahora vuelvo —dijo dirigiéndose a la puerta principal.

    Charlot frunció el ceño para luego detener a Daryl del hombro al descifrar sus intenciones.

    —No hagas nada imprudente, Daryl.

    El joven se apartó de ella y la miró con aire molesto.

    —¡¿No viste su expresión?! Es evidente que…

    —La vi —lo interrumpió—. Pero eso no te da derecho de entrometerte y actuar precipitadamente.

    —¿Y entonces, qué pretendes hacer? ¿Quedarnos aquí a esperar que le hagan algo?

    —Solo digo que no debemos meternos en asuntos ajenos...

    —¡Lo entiendo! Pero….

    —Daryl, escucha, no sabemos que tan personal sea ese asunto.

    —Eres demasiado fría —mencionó.

    Charlot caminó hacia la puerta principal, Daryl la siguió.

    —Solo si vemos que corra peligro, la ayudaremos, ¿de acuerdo? —Lo miró, y fue más que suficiente para que él se calmara un poco.

    No estaban con el derecho de ser inoportunos, por esa razón, siguieron a la morena desde la distancia. Zoe se acercó a la puerta para atender a Jeff, quien continuaba golpeando al punto que parecía la derribaría. Lo último que deseaba era que esa persona hiciera una locura que pudiera dañar al príncipe, por lo que con la intención de encararlo y decirle de una buena vez que no volviera, abrió la puerta.

    —Jeff, ¿qué estás…? —guardó silenció al ver que el varón tenía una pistola en mano—. ¿Por qué llevas eso? —inquirió aún más temerosa al ver como él acortaba distancia.

    —Hasta que la muchacha se digna a abrirme la puerta.

    Había estado golpeando la puerta con el mango de la misma. Ella retrocedió.

    —¡¿Por qué llevas eso?!

    Él desvió la vista al arma para después regresarla a ella, y dijo con una sonrisa burlona.

    —¿Esto? Es tu culpa, Zoe, si esos malditos animales vienen a interrumpirnos, no dudaré en cargármelos a todos —soltó irritado, y después se tranquilizó para continuar de forma lasciva—. Hoy he venido a hacerte mía, si sabes a lo que me refiero ¿no? Solo de esa manera no te quedará más que casarte conmigo —sentenció mal momento que se abalanzo contra ella, Jeff estaba dispuesto a tenerla en ese instante.

    Zoe intentó zafarse de sus manos pero la fuerza del joven y su locura era más fuerte que ella. Comenzó a jadear en un vano intento de soltarse, pero no tenía otra opción… no quería hacerlo. No deseaba involucrarse en un problema. Zoe lo sabía. Estaba consciente que vivía en un país diferente a sus tierras y que por ello no era vista de la mejor forma, por esa razón no deseaba hacer algo imprudente… quería pasar desapercibida y por esa misma razón no utilizaba su poder y mucho menos quería hacerlo con el hijo de alguien reconocido… pero… tampoco podía dejarse pisotear de esa forma. Jeff la estaba obligando a hacerlo. Prefería afrontar las consecuencias a ser humillada de esa forma tan vulgar.

    —¡Aléjate de ella!

    Ambos miraron al dueño de la voz, era Daryl.

    Jeff se alejó de la castaña y levantó la vista hacia el entrometido mientras dibujaba una expresión de enojo.

    —¿Y tú quien demonios eres? —escupió Jeff—. ¿Y qué demonios estás asiendo en esta casa?

    —No importa quien sea o por qué estoy aquí —respondió Dylan frunciendo todavía más el ceño y acortando distancia entre los dos. Realmente le enfermó la escena que había visto. No conocía de nada a esa persona, pero dentro de él nació un sentimiento que no reconocía—. Lo que sí, es que no voy a dejar que trates de forma tan vulgar a alguien.

    —¿Así? —Jeff se acercó al cretino que osaba retarlo, se puso a su frente y lo miró desde lo alto. Jeff era alto, le sacaba una cabeza a Daryl—. ¿Y que piensas hacer al respecto, enano?

    Daryl apretó su mandíbula, realmente le desagradaba esa persona. Sintió como su sangre hervía por dentro, pero sabía que tenía que mantener la calma, observó fugazmente el arma de fuego que cargaba. Sabía que si hacía un movimiento en falso terminaría malherido.

    Jeff sonrió burlón para luego dirigir su vista a Zoe y decir con desdén:

    —No tenía ni idea de que fueras una prosti…

    El puño en pleno rostro de Daryl lo obligó a callar.

    Desde su posición Charlot deslizó su mano hacia donde sus cuchillos descansaban, atenta a cualquier movimientos. No permitiría que hirieran al príncipe y tampoco estaba contenta de que aquel imbécil forzara a alguien a hacer algo indecente.

    Por el contrario, Jeff, incrédulo, se llevó la mano a la parte afectada mientras dibujaba una mueca de disgusto al notar la “valentía”, que a sus ojos era estupidez, del muchacho, ¿qué no tenía miedo a la pistola que tenía? ¿Qué no sabía que era hijo de un contador de impuestos? Se irguió al momento que levantaba la pistola para dispararla, pero no se imaginó que Daryl en un movimiento veloz desenvainó su espada y cortó a la mitad la pistola. Jeff abrió los ojos tan grades como le fue posible y luego vio la espada cerca de su cuello.

    —Estás a mil años para derrotarme —soltó, mirándolo con una seriedad indescriptible—. Si no quieres terminar así, ¡vete y no vuelvas!

    Y como si esa fuera la señal, las aves de Usha se abalanzaron contra él, picoteándolo con fuerza, demostrando su enojo por esa persona, provocando haciendo que soltara alaridos al momento que lanzaba manotazos para alejarlas, cosa que no funcionaba pues los pájaros, más molestos, lo picoteaban con fuerza.

    —¿Quién te crees que eres, perdedor? —soltó Jeff mientras corría para protegerse de las aves a la vez que manoseaba al aire—. ¿Qué no sabes quien soy?

    Daryl inhaló y exhaló para tranquilizarse al momento que Charlot como Zoe lo miraron con sorpresa. La última estaba impresionada porque era la primera vez que vio al príncipe realmente serio, hasta juraría que por unos segundos creyó que quien estaba allí había sido alguien diferente.

    —Por un momento me dieron de...

    —No bromees —dijo Charlot, acercándose a él.

    —Es broma, es broma —dijo él riendo, guardando su espada—. Pero enserio, que odiosa persona e irritante —Miró a la morena—. Debió ser duro tratar con un cretino como ese.

    —A-ah, g-gracias. Su nombre es Jeff y es hijo de un contador rico.

    —¿Por qué dejas que un cretino como ese te manosee de esa forma? —dijo Charlot, mirándola con seriedad—. ¡¿No tienes orgullo?! Debiste romperle los dientes en cuanto pudiste, o haberlo golpeado en sus partes con tal fuerza como para no tener hijos en su vida.

    —Charlot, ¿por qué le estas diciendo eso cuando acaba de ser atacada? —Se enojó el joven por la forma en que la hablaba—. Además, no todas son marimachas como tú.

    —Es que… —Zoe bajó la mirada. Charlot tenía razón, pero, le parecía imposible—. Él es hijo de un contador rico de esta ciudad.

    —¿Eso importa? —inquirió el joven, sin comprender—. ¿Qué importa quién sea? Uno no debe dejar defenderse cuando se deba.

    —Sí importa —levantó un poco la voz—. Porque yo… soy extranjera...

    —Pero los extranjeros también tienes derecho de ser respetados, es una ley que Padre estableció...

    —Pero todavía existe gente que se le hace difícil seguir esas reglas. No se puede cambiar con facilidad el pensar de las personas —Realmente no le gustaba hablar sobre ese tema. Le incomodaba. Además, estaba hablando con el príncipe de la nación, no era una mala persona, pero nunca comprendería lo que era para una persona del vulgo y extranjera vivir en otro país. Ella y su padre tenían que vivir con las reglas.

    Daryl zanjó el tema allí porque se dio cuenta de la incomodidad de la morena. Comprendió hasta cierto punto el pensamiento de ella, aunque lo que todavía no podía entender del todo

    —Aun así debes ir con cuidado —le hizo saber Charlot—. Por hoy se fue, pero cuando nos vayamos regresará, sin duda, no te preocupes por nada, y rompele la nariz si es necesario, que no te importe si es hijo de un cobrador de impuestos o un conde, hay limites para la paciencia —Aunque no lo demostraba, estaba muy frustrada por lo que acababa de ver.

    —¿De qué hablas, Charlot? —preguntó el varón—. Zoe nos acompañará al palacio, ¿verdad?

    La pelirroja lo miró y entrecerró los ojos.

    —No puedes hablar por las personas, Daryl.

    Daryl lo dijo muy en serio, realmente quería que ella los acompañara.

    —Tú y tu padre son bienvenidos al palacio. Necesitamos a personas con su talento. Además, así evitaríamos tener encerradas a las palomas mensajeras —Le regaló una sonrisa—. Piénsalo, ¿sí?


    . . .

    La noticia sobre la llegada del príncipe Land Diu Lunare se extendió por todo el territorio. Las personas comenzaron a hablar sobre ese tema; muchas tantas solo expresaban su contesto ante su parecer una buena noticia, mas otros tantos les cayó mal; sobre todo porque el dinero que pagaban ellos sería gastado en una fiesta como esa, mientras que a otros tantos les daba igual al no pensar que esa visita fuera ni buena ni mala.

    En un poblado que colindaba con la ciudad de Oro, de la prefectura Polez, una mujer de treinta años de edad arreaba su cultivo. El nombre de ella era Nann De Amore. Se tomó un pequeño descanso y miró el sembradero. Nunca le gustó ese tipo de trabajo, pero cuando a su difundo esposo le costó sembrar, se vio en la obligación de aprender para continuar ganado dinero, pues vendían la cosecha al pueblo.

    Sonrió al sentir como el aire secaba el sudor de su frente, a pesar de todo, debía continuar esforzándose. Desvió la vista hacía la tumba donde yacía enterrado su marido. A él siempre le gustó ese tipo de trabajos, recordó como ella lo miraba desde el umbral de la puerta y él, al sentir su mirada, se giraba dibujando aquella sonrisa mientras se limpiaba el exceso de sudor, siempre con un buen humor como si no se cansara de cultivar. Atesoraba profundamente aquellos días. Él se le veía tan bien hasta que cayó enfermo y después… apartó la vista de la tumba y apaciguó las lágrimas traicioneras que iban a salir de sus ojos. Cumpliría un año desde su perdida, pero todavía le dolía recordarlo. Volvió al trabajo hasta que volvió a desviar la vista al ver como la hija del panadero del pueblo se acercaba corriendo.

    —Hola Nann, ¿cómo está? —saludó cordialmente una pequeña de siete años de edad.

    —Hola, Eli —saludó a la niña de siete años—, ¿qué te trae por aquí?

    A esas alturas todavía se le hacía raro que alguien bajara del pueblo para visitarla, como vivía alejada del mismo, era inusual que los pueblerinos fueran hasta ella, siempre que ocupaba algo ella tenía que subir. No obstante, su marido fue alguien muy amado en ese lugar. Le guardaban respeto a ella por el difunto hombre. Razón por la que solían bajar para ver cómo en qué podían ayudarla, o para llevarle el periódico.

    —¿Está todo bien en casa?

    La pequeña asintió antes de contestar:

    —Mi mamá me dijo que le trajera esto.

    Nann solía estar al día con las noticias del país, tomó esa costumbre de su marido, quien siempre estuvo pendiente de cada noticia que hubiera, cuando estaba vivo se lo llevaban, pero desde que falleció, ella era la que siempre subía al pueblo. Esa mañana no le dio el tiempo de buscar el periódico, así que tomando el boletín, agradeció a la niña y a su madre las inconveniencias. La pequeña se alejó y Nann comenzó a leer. Su corazón dio un pequeño brinco al leer esa noticia en primera plana.

    —Es inevitable, ¿cierto? —susurró, ya más tranquila. A pesar de que sabía que ese día iba a llegar, no evitó asombrarse y sentir un poco de miedo.

    Miró la silla mecedora donde él solía descansar desde que enfermó. Ella se casó con él cuando tenía quince años, en ese entones, él contaba con treinta años, doblándole la edad. Murió a los pocos meses de cumplir los cuarenta y cinco años. Observó dirección al poblado y el viento volvió a soplar; no viniendo solo, le traía las risotadas de los niños que jugaban afuera, o tal vez era su imaginación. Pesadumbre nació en su corazón al recordar las palabras de su marido.

    “Qué triste, la paz solo duró unos cuantos años” lo escuchó murmurar aquel día, un mes antes de su muerte.

    “¿Viste algo?” se acercó ella al escucharlo, “¿Qué vistes?”

    Se preocupó, no solo por su salud, sino por el tono en que había pronunciado esa oración. Iván De Amore tenía el aterrador poder de ver el futuro, o parte del mismo. Él simplemente la miró, con aquella mirada vacía que había adquiriendo con el pasar de los años.

    “¿De verdad quieres saberlo?”

    Le inquirió, mirándola con aquellos ojos fríos que alguna vez estuvieron llenos de vida, pero ahora estaban marchitos. No, nunca le gustó saber lo que depararía el futuro, no obstante, ¿quién más podía llevar aquella carga que él portaba al ver lo que no debía conocer? Por esa misma razón, aunque a ella no le gustaba, no quería que solo él cargara con ese gran peso, por eso, tomándolo de la mano y llevándola a sus mejillas para transmitirle calor, asintió y le dijo que se lo contara, porque solo lo sabría si él se lo contaba, nunca de otra manera porque siempre lo respetó.

    “Una guerra comenzará cuando el príncipe de Lunā pise el palacio de los Van Suna. Sin embargo, ese acontecimiento solo será un eslabón de la cadena de desgracia que le acaecerá a este país.”

    No se sabía con exactitud que tan largo era el tiempo en que se efectuaría ese futuro, podían ser semanas, meses o hasta años. Iván no solo podía ver un solo futuro, podía ver hasta varios al depender la decisión que pudiera tomar dicho individuo. Individualmente se podía cambiar el futuro si alguien lo deseaba cambiarlo, no obstante, en un suceso tan grande como el de una guerra, era difícil detenerla porque involucraba a mucha gente en ella y por desgracia solo existía un camino. El futuro, ese futuro, era inevitable. Lo visto por él se cumpliría sin ninguna duda.

    A saber eso, Nanni dejó la hoja de papel y continuó con el sembradío. A pesar de saber lo que vendría, no podía hacer nada, más que rogar porque ese inevitable conflicto terminara pronto.

    La paz de Sōla estaba llegando a su fin.


    En alguna parte cerca del palacio

    La tarde anterior Griffin estuvo buscando a Corban para contarle sobre la localización de Elliot Gram, se llevó la mano a la cabeza cuando no lo vio por ninguna parte. Cada vez que intentaba buscarlo, solía perderse.

    —Me temo que esta tranquilidad se verá eclipsada muy pronto. ¿De qué lado estarás cuando eso ocurra, Griffin?

    El nombrado levantó la vista para ver a Corban sentado arriba de la rama de un árbol.

    —Siempre estaré a favor del bando ganador —soltó mientras observaba a Corban bajarse de un salto—. Aquí está lo que me pediste —le entregó un papel doblado—. ¿Por qué tanto interés en ese muchacho? No parece nadie muy interesante.

    Una vez obtuvo la dirección, le entregó el dinero en una bolsa. A Griffin le pareció raro el peso por lo que para comprobar la abrió.

    —Oye, ¿qué significa esto, Corban?

    —Es el pago —Lo miró—. ¿No están conforme? ¿Quieres más?

    Griffin dibujó media sonrisa en sus labios. En circunstancias normales hubiera dicho que sí, pero estaba tratando con Corban. Desde la perspectiva de él, las personas siempre mostraban sus verdaderas intenciones ante sus deseos más profundos, al punto en que con una mueca o una pequeña seña podía leer sus verdaderas intenciones. Las personas solían ser un libro abierto. Como por ejemplo el comportamiento de Craig, la imprudencia de Layland, hasta el mismo, que lo daba todo por el dinero. A la única persona que no podía leer sus intenciones era a Corban, quizá por eso le llamaba mucho la atención y quería saber hasta dónde estaba dispuesto a llegar.

    —Es más de lo que acordamos —soltó.

    ¿Ya había hablado con Layland? Era imposible, toda la noche estuvo en casa, nunca vio que él haya ido. Esa mañana fue al palacio para preguntar por él, regresó solo para cerciorarse si había llegado. No hubo tiempo para que él pudiera hablar con ella.

    —¿Necesitas más? —preguntó a MaCaa acortando distancia—. ¿Cuánto cuesta tu silencio?

    Griffin solo pudo ampliar su sonrisa, guardó el dinero, dejando saber que por el momento estaba conforme con la paga. “Lo más inteligente sería no estar en tu contra” respondió a la pregunta que le hizo en un principio.

    —Voy a hacer completamente sincero contigo —dijo el avaro—, nunca sé lo que estás pensando y eso me da miedo, pero también es lo que más me llama de ti. Eres una persona elocuente, audaz y tenaz. Sabes cómo trabajo yo, así que, mientras tengas conque pagar, cuenta conmigo. Respecto a la pregunta que me hiciste, bueno, mi respuesta seria es; al mejor postor.

    Todas las personas hacer algo por algo, por dinero, por compromiso, lealtad, egoísmo, poder, etc. Él era sí, él se convirtió en un Venerable por las facilidades que conlleva portar ese título, no le importaba el honor, tampoco la amistad, ni mucho menos lealtad, se movía por el dinero, su meta era conseguir cosas físicas, no emocionales ni espirituales. No era un hombre de confiar. Layland se movía por la admiración y respeto. Corban no era diferente, porque él se movía por lealtad. Hizo muchas cosas y atrocidades a la orden de Craig Van Suna. No obstante, siempre había algo... y Griffin no sabía como interpretarlo. Era como si viera la ventaja de todas las cosas que ha hecho por los caprichos de Craig. No sabía como actuaría, ni lo que pensaba. Corban siempre iba un paso hacía adelante.

    Corban sabía lo que pensaban ellos, lo que pensaba él, y eso en cierta forma provocaba un escalofrío a Griffin. Se sentía utilizado, igual, utilizó a Layland, y... ¿utilizaba a Craig también? Eso era lo que no sabía. Lo que fuera, sería muy interesante estar a su lado y ver hasta donde iba a llegar. Griffin miró la espalda de aquel hombre al que podía llamar líder, lo vio alejándose, dirigiéndose a cierto lugar.

    Corban se detuvo un momento para levantar la vista y mirar aquel cielo despejado.

    —George —susurró aquel nombre.

    Para aquel Venerable solo existía una promesa que cumpliría hasta el final de sus días y eso es lo que estaba haciendo, cumpliéndola. Aquella promesa no era nada más que ser leal a los Van Suna. No existía dobles intenciones.


    . . .

    Ese día estaba llegando a su fin y todavía no habían dado con el paradero con el príncipe, con el chófer o la guardaespaldas. Temía que la sombra se le volviera a parecer y le dijera que el príncipe se había movido a otro lugar y que ahora debía devolverle las monedas por no cumplir el trato. Su rostro decayó ante tal pensamiento porque ya se había gastado un par de ellas, pero luego se animó al recordar que ninguna de las victimas del Asesino Clandestino se había escapado de sus garras.

    Zuliy se detuvo al quedar frente la puerta del bar. Observó las dos pulseras de plata que había comprado, una para Alexa y la otra para Anis. Se escuchaba animado el lugar, como siempre. Tras dibujar una sonrisa entró al lugar. Las dos mujeres no se hicieron esperar para llamarlo y abrazarlo.

    —He pasado hoy al mercado y he visto estas pulseras y me acordé en las dos —Zuliy les entregó una pulsea a cada quien y quedando fascinadas por el inesperado regalo, comenzaron presumir a los de alrededor. Sus sonrisas reflejaban la mismísima felicidad.

    —Solo Zuliy sabe como regocijar el corazón de una dama —dijo uno de los tantos que estaba ahí.

    —¿Quieres algo especial para cenar, Zuliy? —preguntó la joven del dueño.

    —No me digas que ahora serás amable con él para que te regale algo —dijo en burla uno de los clientes.

    —Cállate, Brat —dijo entre risas la mujer. Lo que no sabían era que ya le había regalado algo. El collar que adornaba su cuello fue ese regalo.

    —No es necesario, ella siempre es amable conmigo —contestó el galán—. Lo de siempre, cariño. Sabes que cualquier cosa que preparen tus manos es deleitable.

    Uno de los hombres rio a carcajada para luego soltar:

    —La comida la prepara su padre.

    —Pero ella la sirve y es suficiente para que la comida sea gourmet.

    —¡¿Qué estás diciendo, Zuliy —Se escuchó la potente voz del dueño desde la cocina—, qué si mi hija no la sirve mi comida es pésima?!

    —La verdad ante todo, señor —dijo sonriendo el pelirrojo mientras todos soltaban buena carcajada—. ¿O me lo negarán? ¿No dirán que vienen aquí por la comida o sí?

    Todos levantaron el tarro de cerveza entre risas de borrachos. El ambiente en ese lugar era agradable.

    —Trata bien al hombre, galán, que es el dueño del lugar.

    —Puede que por esos comentario te corra.

    Entre risas y festejos, el pelirrojo se sentó en su característica mesa, en el fondo del bar. Intentó relagarje y solo disfrutar, pero le era inevitable no sentirse inquieto por no tener información alguna del príncipe. Al final, pasadas las diez, decidió irse a cada por esa noche, la cabeza comenzaba a dolerle por pensar en tantas cosas; aquel día no fue muy fructífero, pero esperaba que mañana tuviera suerte.

    Un grupo de cinco personas se iba acercando a él, su manera de caminar y hablar indicaba que habían salido de beber. No eran más mayores que él, además que reconoció a un par de ellos como los hijos de familias opulentas; uno de ellos ella Jeff, quien además era el más pasado de copas. Cuando iba pasando a un lado, Jeff se tambaleó al punto en que chocó hombro con Zuliy, y para sorpresa de este último, Jeff lo encaró.

    —¿Eres idiota o te parió una vaca? —comenzó a insultar mientras, con manos temblorosas por el alcohol en su sangre, tomó a Santa-Borja por la camina— ¡¿Qué te pasa, estúpido? ¿Quieres tener problemas, qué, no sabes quien soy yo?! —comenzó a amenazar Jeff, acortando distancia.

    —Oye, cálmate amigo, discúlpame que fue un accidente —dijo lo más amable posible, intentando apaciguar la escena—. Tendré más cuidado, en serio...

    Jeff no dejaba de agarrarlo, lo sujetaba con fuerza mientras lo movía, o mejor dicho, él lo hacía.

    —Es que ya no me respetan, ahora todo el mundo se da el derecho de burlase de mí... —arrastraba las palabras, evidenciando enojo, mucha frustración—. ¿Cómo se atrevió a golpearme ese maldito? ¿Y qué estaba haciendo esa maldita con él…?

    Zuliy dirigió la vista hacia los compañeros, casi frunciendo el ceño, quería irse de allí pero sin tener ninguna clase de problemas, pues bien, aquel niño de papi era un debilucho, no quitaba el hecho de que era de una familia adinerada, hijo de Mel Purple, por lo que estaba teniendo mucha paciencia en ese momento.

    —Déjalo, Jeff, amigo —dijeron sus compañeros, intentando apartarlo más que nada para que no diera más vergüenza ajena.

    Por fin lo habían convenido, y ya dispuestos a retirarse, Zuliy lo tomó del brazo para que lo viera, y es que algo de lo que balbuceaba el hombre llamó su atención.

    —¿Puedes repetir eso último? —preguntó.

    Jeff se soltó del agarre y miró con desprecio.

    —¿Qué no me escuchaste? Zoe Usha es mía y ese desgraciado extranjero no me la va a robar.

    —¿Cómo ere él? —lo volvió a interrogar, tomándolo ahora de los hombros—. ¿Cómo sabes que era un extranjero? ¿Viste el color de su cabello? ¿Estaba acompañado de dos personas? ¿Una chica, era acompañado por una chica?

    Fue tanta la intensidad en su pregunta que pareció que a Jeff se le bajó la borrachera, y mirándolo como quien no queriendo recordar el suceso, soltó:

    —¿Y yo qué sé? Solo sé que era un extranjero, ¿quién más se atrevería a golpearme si no? Fue como si no me conociera, como si no supiera que yo soy Jeff Purple.

    “O como si fuera alguien más opulento” pensó, “Como el príncipe”. Todo comenzó a cuadrar, el apellido Usha era conocido en la ciudad por las aves mensajeras. Sin duda, aquel muchacho que golpeó a Jeff debió tratarse de Daryl porque había ido hasta Inotrantsy para mandar un mensaje. Tenía sentido. Zuliy sonrió al sentirse victorioso, por fin dio con ellos, o por lo menos con la casa de Usha, Ahora solo quedaba vigilar la casa por si el príncipe regresaba, y si no, utilizar a la chica. Como fuera, había dado con algo.



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    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    Saludos.

    Ya ha sido un año desde el último capítulo. De no haber visto la fecha del capítulo anterior, no lo creería. Se siente como si solo hubieran pasado unos meses. Pero debo admitir que hay muchas cosas de las que no me acuerdo, y muchas otras que iban volviendo conforme avanzaba en el capítulo.

    No marcaré los errores encontrados mas que nada por flojera, pero si te remiendo volver a leerlo para que las encuentres, porque son bastantes.

    El tal Jeff había olvidado que existía hasta que golpearon a la puerta y se me vino a la mente. Y el ataque de aves. Me preocupó que trajera un arma, pero esa, indescriptible habilidad de Daryl para partir un arma gruesa de acero, posiblemente, con su espada salvó el día. Aunque insisto con eso de indescriptible habilidad, ya que me pareció algo exagerado para este personaje especifico.

    El casanova ya sabe dónde está el príncipe, suponiendo llegue a tiempo a encontrarlo aún en la ciudad, y esa será una pelea fenomenal. Aunque, si no me parece recordar mal, Dominic, el Asesino de Poderosos, está en la ciudad. Y creo que andaba detrás del príncipe, y del casanova, si se entera de su título de asesino.

    Espero no haya que esperar otro año para la continuación.
     
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  3. Threadmarks: Capítulo 13.- Te encontré, Parte 1
     
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Título:
    Sōla: El país de los poderosos [Libro 1]
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    Hola, Dark RS , muchas gracias por dejar tu impresión y continuar apoyando esta historia que casi pasaba al olvido. Mi actual meta es subir un capítulo cada cinco semanas y descansar la sexta semana, utilizaré ese recurso para no agotarme. Así que espero seguir contando con tu apoyo si la historia continua siendo de tu agrado. P.D: No estás tan equivocado con algunas suposiciones respecto al casanova y el asesino de Poderosos... pero no diré cosas de más (aunque es algo un poco obvio).


    Capítulo 13
    Te encontré, Parte 1


    —Quiero que se separen. El grupo uno se dirigirá al hogar de Taran Usha mientras que el grupo dos merodeará los alrededores —Zuliy comenzó a ordenarles a sus trabajadores—. Si no ven actividad en la casa, manden a decírselo a Brun. Si no ven a nadie, entren con sigilo y busquen cualquier pista. Carlo y su grupo se dirigirán hacia la estación Glavny, mientras que Gen y su grupo irá al centro, Artur y yo nos dirigiremos al Norte, a las Cabañas.

    Lo más probable era que Usha ya haya mandado el mensaje, y si sus sospechas era ciertas; significaba que terminó sus misión, y había dos opciones; 1) se retirarían inmediatamente o 2) aprovecharían e irían a los lugares turísticos. Realmente deseaba que fuera la primera, no obstante, sabía (creía saber) que era la menos probable, si fueron en incógnito era por algo. Debido a eso, deseó movilizarse lo más rápido posible antes de que se fueran de la ciudad por la madrugada.

    —Aquí está la lista de los nombres recientes que han alquilado hoteles —mencionó uno de sus hombres, entregándole la lista.

    —Si vienen en incógnito quizá busquen un hotel económico, para no resaltar —dijo mientras le echaba un vistazo a la larga lista.

    Se llevó la mano a la barbilla. Aunque también estaba la posibilidad de que al tratarse del príncipe, eso no les importaría. Vio la lista de los hoteles suntuosos, evidentemente ésta tenía menos nombres pues los que se hospedaban eran los Condes, Vizcondes, los Barones, etc, de prefecturas y ciudades inmediatas.

    Lo más probable era que se hospedaban en uno económico, eran los lugares en las que se podía falsificar un nombre a la hora de firmar; cualquiera podía rentar allí.

    —No olviden informar cualquier movimiento o sospecha —les recordó, volviendo a ver a sus hombres—. Según lo que describió el hijo de Purple, el príncipe tiene puesto una vestimenta color azul oscuro y un cinto café. Evidentemente lleva cubierta la cabeza con un pañuelo rojo con rayas blancas, será más fácil localizarlo con ese dato. ¿Alguien sabe dónde está Dominic? Búsquenlo y ténganlo informado.

    Con aquellas indicaciones, todos se dispersaron para acatar las ordenes de su jefe.

    Zuliy Santa-Borja nació en una familia muy pobre. Su padre trabajaba en cualquier tipo de trabajos, se tratara de uno peligroso o no, aceptaba cualquier trabajo que dejara dinero. Su madre, por otro lado, tejía y de allí sacaba un poco de dinero para ayudar a su esposo. Ella solía partir las ganancias en dos partes. La más grande era para los gastos básicos de la casa; como comida, agua o vestimenta, mientras que la otra lo guardaba en una pequeña vasija de barro.

    —Ésto es para una emergencia —decía su madre cada vez que metía dinero.

    En su infancia, Zuliy no recibió ningún tipo de educación porque contratar un profesor o mandarlo a la escuela costaba dinero. De todas formas el señor Santa-Borja siempre decía que estudiar no daba ningún beneficio a largo o corto plazo, pues para gente como ellos, no les quedaba más que trabajar y trabajar para sobrevivir, y que el estudio era simplemente para las personas adineradas pues en realidad, para ellos, eso era más que nada un pasatiempo.

    En lo único que lo instruyó su padre fue en hacer tareas forzadas; cuando cumplió los ocho años lo empezó a llevar a sus trabajos forzados para que se familiarizara con ellos. Así fue la infancia de Zuliy. A los doce años consiguió su primer trabajo oficial, como ayudante del panadero. Fue allí que ganó su primer sueldo. Recibir aquellas pequeñas monedas lo hizo verdaderamente feliz, por fin podría comprarse algo a su gusto.

    Esa misma tarde, cuando se disponía a regresar a su hogar, vio un puesto de fruta. Allí vio aquellas manzanas rojas que brillaban, se veían deliciosas. Ese día fue la primera vez que comió una manzana, su boca se hizo agua cuando le dio la primera mordida, el jugo chorreaba por su barbilla, era tan dulce. Se llevó un par más para regalárselas a sus padres, y así probaran semejante manjar de dioses.

    —¡No debiste haber gastado el dinero en eso! —le regañó su madre al verlas—. Las manzanas son muy caras, hijo, no debiste haber echo eso, ¿sabes cuántos panes o trigo pudimos comprar con lo que te costó solo una manzana de éstas? —Ella extendió su mano—. Dame el dinero que te dieron. De ahora en adelante yo lo guardaré.

    Cualquier rastro de felicidad se desvaneció. Ya se había cansado de comer pan con queso y agua. Estaba cansado de eso. ¿Cuándo se darían el pequeño lujo de comprar carne o manzanas? Sus padres, y por ende él, vivían al margen del mes. Vivían en el barrio más pobre de una de las ciudad más rica y famosas de Trikos, era irónico. Zuliy veía como el dinero que iba ganando era guardado en aquella vasija de barro.

    —Puede llegar una emergencia, si llegara algo, tendremos con que pagar, ¿lo entiendes? —le repetía una y otra vez, un sinfín de veces—. No me veas de esa forma, hijo. Ya lo entenderás cuando crezcas. Ya lo entenderás...

    La emergencia llegó, sin embargo...

    Para la mala suerte de los Santa-Borja llegó un día fatídico, cuando los tres estaban en el trabajo, entraron a su casa a robarles; personas que sabían que aquella familia tenían guardado una alcancía porque entraron directamente por el dinero, no se llevaron nada más. Los días posteriores fueron un verdadero sufrimiento. Empezaron a comer solo una vez al día y por si fuera poco, el señor Santa-Borja se clavó un fierro oxidado, la herida se le infectó al punto que no pudo continuar trabajando, para morir días después por no contar con el suficiente dinero para los medicamentos.

    Su madre se obligó a trabajar día y noche; noche y día hasta que aquel sobre-esfuerzo y mala nutrición la enfermó. Cayó enferma y murió dos meses después que su esposo.

    Viéndose ahora solo, Zuliy a los quince años vio aquella vasija de barro vacía. Aquel dinero que con tanto esfuerzo guardaron al creyendo que los sacaría de un aprieto, fue el que al final los dejó en un verdadero problema.

    “Al final, ¿por qué se ahorró?”, se preguntó.

    Desde ese día Zuliy se dio cuenta que no valía nada ganar dinero y mantenerlo guardado. Sí, le gustaba el dinero, pero lo que más le gustaba era gastarlo. “Ganarlo y disfrutarlo” era su lema. Por esa misma razón no le importaba comprar cuanto pudiera, si bien el dinero no era la felicidad, lo que se compraba con éste se convertía en la verdadera felicidad.


    . . .

    Aquel día lo disfrutó como nunca, pasearon por todos los lugares, es más, a pesar de durar todo el día hasta caída la noche, no abarcaron ni el treinta por ciento de los lugares turísticos de la ciudad. ¡Era inmensa! Hasta pidió a Dan y a Charlot que se quedarán solo por un día más y así recorrer un poco más de la inmensa ciudad, obviamente su petición fue negada, debían de regresar al palacio lo más pronto posible. A pesar de ser noche, la ciudad no parecía descansar, habían muchos lugares abiertos, o mejor dicho, ciertos lugares eran los que habría después de ciertas horas de la noche.

    A su vez, Charlot, Zoe y Dan estaban resentidos por la caminata de todo el día, a excepción de Daryl, quien se le vía emocionado y con gran energía. Charlot insistió en regresar al hotel a descansar porque mañana se irían. Daryl continuaba negándose, se detuvo para que el grupo también lo hiciera.

    —Daryl, por favor —dijo Charlot—, no te pongas en ese papel. Se considerado con Dan, él tiene que descansar porque manejará.

    Daryl miró al chófer para luego pasar sus orbes cafés a los presentes y decir:

    —Les doy permiso de que vayan a descansar, ya después los alcanzaré...

    —No, no, no, no —dijo Charlot estirándolo del brazo—. “Cual váyanse a descansar”, irás con nosotros. Ya es noche, la ciudad es todavía más insegura.

    El joven carraspeó mientras señalaba el par de espadas que escondía bajo su ropaje, indicando que podía defenderse y que eso era simplemente una excusa.

    —Tendré que confiscarlas —soltó la pelirroja.

    —No, ¿qué haces Charlot? No, suéltalas.

    —Daryl —llamó la atención Zoe. Sí, se había divertido como nunca y a pesar de haber sido ella su guía, al igual que ellos, se incluyó como un turista porque fue a lugares que en circunstancias normales nunca hubiera podido ir, pero tenía que admitir que también estaba física y emocionalmente cansada—. El señor Dan y Charlot tienen razón, deberíamos irnos ahora.

    Daryl bajó los hombros, rendido. Aunque era verdad, todo el día estuvieron de arriba a bajo. Él estaba entusiasmado y quería aprovechar cada segundo fuera del palacio porque ese viaje era donde realmente podía sentirse libre. Sabía que una vez que llegara al palacio, debía volver a su vida y comportamiento de príncipe.

    —Dan, ¿puedo hablar contigo? —Dan se acercó a él, y se inclinó un poco para que Daryl le susurró algo.

    —¿Qué? No puedo hacer eso, príncipe —le contestó de igual forma, en voz baja.

    —¿Por qué no?

    —Porque la señorita Pierce me mataría.

    —No lo hará.

    —¿Y por qué quiere ir a ese tipo lugar? No es propio para un príncipe.

    —¿Cómo que por qué? —cuestionó el de cabello plateado, un tanto indignado—. No pude haber venido a esta ciudad sin haber pasado a uno de esos lugares.

    —¿Quién fue quien te contó sobre esos locales?

    —Chris.

    “Señor Pierce, ¿qué le ha estado enseñando al príncipe?” pensó el hombre.

    Entonces ambos varones se sobresaltaron cuando escuchar la voz de Charlot.

    —¿Qué tanto están cuchichiando? —preguntó, frunciendo el ceño ante el secretismo de los varones.

    —Charlot, solo me gustaría ir a un último sitio —comenzó a decir el príncipe, sentía que si no iba esa noche nunca tendría la oportunidad—. Te prometo que si voy a ese lugar, mañana nos vamos sin hacer ninguna objeción, lo juro por lo más sagrado del cielo.

    Estuvo pendiente de la actitud de ella, se alegró un poco al ver la facción de ella. La conocía lo suficientemente bien como para saber que lo estaba pensando.

    —¿Lo juras? —Lo miró con seriedad.

    —Por la reina.

    —Está bien —Lo conocía lo suficientemente bien como para saber que hablaba muy en serio—. No estoy segura si a estas horas estará abierto, pero si es así, ¿dónde es? Para decirle a Dan que nos lleve —insistió Charlot, porque ya quería regresar al hotel.

    —Bueno, en realidad es un lugar un tanto peculiar... —desvió la vista, avergonzado y risueño—… ya sabes, es ese tipo de lugares especiales.

    Algo dio click en Charlot al comprender el verdadero significado de las palabras del joven. No evitó ruborizase ante la imagen.

    —Daryl… —soltó ella arrastrando las letras, sin saber si sentirse incómoda, enojada o decepcionada.

    —No me digas que… —dijo Zoe al notar el pudor del joven y la aparente incomodidad de Charlot.

    Daryl levantó la vista en busca de sus ojos, todavía más avergonzado. Se había dado cuenta de sus intenciones, no quería que ella supiera que deseaba visitar un Cabaret.

    —¿Quieres ir a la fuente de Lyuvi? —inquirió la inocente Zoe, ganándose la mirada de todos—. Aunque queda un poco retirada, si es a ese lugar a donde quieres ir.

    —¿Es ese lugar a dónde quieres ir, Daryl? —inquirió la pelirroja en un tono de amenaza.

    Él solo asintió mientras escapaba de la mirada de Charlot.

    —Por cierto, señorita, ¿qué es esa fuente de Lyuvi? —preguntó Dan, curioso por el lugar y por lo que la castaña pudo confundir el ambiente con ese lugar. No obstante, la respuesta de ella no dejó en muy buenos términos ni al príncipe ni a la misma Charlot.

    —Es la fuente de los enamorados —contestó—: Se dice que si vas a ese lugar con tu pareja durarás toda la vida con ella hasta la muerte. Y también se cuenta que sí vas soltero y pides un deseo encontraras a tu media naranja en los próximos días.

    Charlot y Daryl se miraron, la mirada de la primera era indiscutiblemente indiferente, a tal punto que puso aún más penoso al joven, quien no sabía qué era mejor, si Zoe interpretara la relación que tenía con la pelirroja o que pensara que era un depravado, ninguna de las dos opciones lo dejaba ver bien ante Zoe.

    —Es un mal entendido, no es eso, de verdad —se apresuró a defenderse el príncipe—. ¿Por qué quisiera ir a ese lugar con una marimacha?

    —¡¿A quién le dices marimacha?!

    Charlot suspiró cansinamente, rendida, estaba cansada por ese día tan largo y no se sentía con los ánimos de discutir.

    —Entonces, ¿qué vas a hacer, Daryl? —preguntó Pierce con intimidación—. Olvídate de ir a ese lugar. Vayámonos, todavía tenemos que dejar a Zoe a su casa y luego regresar al hotel.

    Daryl bajó los hombros, desmotivado y demostrando su derrota, retomó el paso.

    —¿Están seguros que no quieren ir? No se preocupen por mí, puede regresar a casa sola.

    —N-no insistas, por favor —pidió la pelirroja, dibujando una sonrisa forzada—. Es como dijo él, todo fue un malentendido. Además, lo último que podemos hacer para agradecer tu amabilidad es acercarte a casa. La noche es peligrosa. Y disculpa los problemas y vergüenza que te causamos.

    —Al contrario, en realidad me divertí —dijo recordando las vivencias de esa tarde. Acortó distancia entre Charlot y ella para hablarle en voz baja—. A decir verdad me sorprendí que el príncipe fue tan enérgico y...

    —¿Infantil? Diría que no suele ser así y que está aprovechando este viaje, pero, a decir verdad todo el tiempo es así.

    —Todavía me cuentas creer que es el príncipe —admitió la morena—. Me da algo de vergüenza admitir que llegué a pensar que por ser de la nobleza sería un poco más arrogante —La miró al momento que sonreía—. Me alegra haberme equivocado.

    —Zoe, eres una chica muy buena, ahora entiendo porque...

    “Espera” pensó Charlot, “Algo anda mal” su corazón comenzó a acelerarse. Sintió un mal presentimiento, “El príncipe está muy callado”, se dijo al momento que se giraba para ver como él, daba media vuelta y corrió al lado contrario.

    Daryl había disminuido el paso adrede para quedarse lo más atrás posible, y así correr en cuanto tuviera la oportunidad.

    —¡Daryl! —gritó molesta, debió haberse imaginado que estaba pensando en escapar de esa forma.

    —Espere señorita Pierce —lo detuvo Dan—, iré yo a buscarlo.

    —No —soltó, apretando el puño a la vez que miraba a Dan—. Tengo que ir yo, después de todo tengo la autorización de golpearlo —Realmente se sentía con las ganas de hacerlo—. Lleva a Zoe a su casa, nos veremos en el hotel —Miró a Zoe, a saber que quizá esa sería la última vez que se verían, para decirle—. De nuevo, gracias por tu amabilidad y disculpa que tengamos que dejarte de esa forma.


    . . .

    Daryl corrió, corrió y continuó corriendo como nunca lo había hecho en su vida, estaba más que consciente que si era atrapado por Charlot, sería su fin.

    “Madre, ¿por qué tuviste que darle permiso de que me golpeara?” se lamentó de eso.

    De vez en cuando miraba sobre su hombro para cerciorarse de que Charlot no lo siguiera. Detuvo su correr hasta que se sintió seguro de que a esa distancia la había perdido. Siempre fue más rápido que ella, esa era una de sus grandes virtudes, o por lo menos así lo quería ver. Comenzó a caminar y a observar los alrededores, se había alejado demasiado del centro, lo notó porque muy poca gente deambulaba por la zona. Comenzó a caminar en busca de alguien que pudiera decirle dónde encontrar el lugar a donde quería llegar.

    Se detuvo en una esquina, miró a sus lados, volvió sus pasos dos cuadras atrás para volver a detenerse, se mantuvo en esa posición por unos segundos, después giró en una esquina, y continuó recto y un par de cuadras más, apaciguó el paso. Frunció el ceño. Quizá solo era su imaginación pero juraría que alguien lo estaba siguiendo desde hacia varias casas atrás. Alguien lo observaba y podía palpaba la penetrante mirada hacia su persona y aunque no era una noche fría, comenzó a temblar al sentir un escalofrío recorrer todo su cuerpo.

    No era Charlot, si fuera ella ya lo hubiera llamado, de forma discreta acercó su mano a la empuñadura de la espada para desenvainarla en cualquier momento. Tenía un mal presentimiento. Su primer pensamiento fue que debía tratarse de un ladrón. No detuvo su caminar en ninguno momento, no quería dar indicios al hostigador que se dio cuenta de su presencia. Antes que nada, necesitaba saber dónde se encontraba el individuo.

    Aquella persona, desde su posición, decidió dejar de observarlo y entró en acción al acercarse a Daryl por detrás, tomando por sorpresa a Daryl, quien aunque desenvainó una de sus espadas, no alcanzó a defenderse, esa persona le quitó el paño que cubría su cabello. Con aquella acción, Daryl se dio cuenta que aquel joven de mirada de fuego lo buscaba a él.

    —Lo encontré, señor príncipe —sonrió Dominic.

    Daryl rápidamente desenvainó su espada para defenderse con la misma, provocando el choque con un cuchillo. El golpe fue tan fuerte y sorpresivo que el brazo en el que sostenía su espada tembló como una gelatina al mismo tiempo que dibujaba una mueca más que de sorpresa por dolor. Daryl dio un paso hacia atrás y volvió a ver a su enemigo, se había movido muy rápido. Daryl volvió a protegerse con la espada ante un ataque de Dominic. Se dio cuenta del gran aprieto en el que se encontraba, no estaba lidiando con un simple ladrón, la persona frente a sus ojos era fuerte.

    Los ojos cafés miraron con asombro los ojos entusiasmados de aquel personaje y no pudo evitar sentir miedo.

    —¿Quién eres? —exigió respuesta—. ¿Cómo sabes quien soy y qué deseas de mi?

    —Mi nombre no es importante y no se haga ilusiones, usted no es mi presa.

    Daryl se sorprendió al escuchar eso.

    —¿Dónde está ella? ¿Dónde está su escudera? —Miró a su alrededor, en busca de Charlot—. ¡Vamos, sal, escudera! —Al no tener respuesta, miró a Daryl.

    El pecho de Daryl se oprimió.

    —¿Qué asunto tienes con ella? —Apretó la empuñadura con fuerza, lanzándole una mirada furiosa. ¿A quién buscaba no era a él? ¿Por qué a Charlot? ¿Lo conocía de algún lugar?

    —¿No está aquí? ¿No se supone que los escuderos deben estar a lado de su amo? ¿Dónde está el suyo, príncipe?

    Sus ojos color fuego hicieron que Daryl casi retrocediera. Su intensa mirada era penetrante. Olió el peligro, no sabía quien era esa persona pero era peligrosa, muy peligrosa, tenía que detenerlo en ese momento si no deseaba que la situación se agravara todavía más.

    —¡Responde! ¡¿Qué asuntos tienes con ella?! —exigió saber.

    —¿Acaso tengo que herirlo para que ella salga? ¿Debo provocarla?

    Dominic se fue de nuevo contra él con toda la intención de obligar a Charlot a salir de su escondite o por lo menos dañaría a su amo para que ella fuera quien lo busque. Mientras Dominic seguía golpeando y aturdiendo a su contrincante, Daryl se defendía. Sus ataques eran veloces por lo que tenía que estar muy concentrado para defenderse. A pesar de todo, no quería atacar, todavía quería saber que asunto quería con Charlot.

    —Escucha, no quiero pelear, hablemos... —intentó razonar con él, esquivando los ataques. Deseaba saber la razón por la que buscaba a Charlot—. Respóndeme, ¿qué...? —No lo dejaba hablar.

    Él era muy diferente a otros con los que se había enfrentado en ese viaje. Creyó que no podría solo con él, tendría que dejar de defenderse y atacar de verdad si se lo quería sacar de encima.

    Como no quería escucharlo, se puso serio y al usar su espada como escudo empujó a Dominic quien retrocediendo un paso, iba a tajar su vientre, pero Dominic leyó el movimiento y se echó hacia atrás con un brinco. Dominic volvió a atacar y el príncipe volvió a defenderse, este último se dio cuenta que a pesar de ser agresivo no parecía querer dañarlo a gravedad. Los cuchillos iban directo a sus extremidad; piernas y brazos. Suponiendo que solo quería deshabilitarlo para atraer a Charlot.

    Fue obligado a desenvainar su segunda espada.

    Daryl lanzó ataques verticales y después de varios intentos se colocó a la defensiva mientras Dominic buscaba una abertura en su defensa. El pelinegro sonrió con cinismo al notar que su defensa era impecable. No cabía duda, aquel joven era el heredero al trono Van Suna, se estaba defendiendo muy bien. Volvió a atacar y si no fuera porque Daryl esquivó el ataque rodando por el suelo lo hubiera herido. Daryl se levantó al momento que detenía otro ataque, retrocedió por el impacto, utilizó su segunda espada para atacar, pero de nuevo el pelinegro retrocedió, Daryl volvió a atacar y ambos de . Dominic chistó y frunció el ceño, con ambas espadas su defensa era casi impenetrable, utilizando una como escudo y la otra para atacar. Era primera vez que veía a alguien utilizar dos espadas. Debía admitir que era muy diferente atacar a alguien que utilizaba espadas que alguien utilizando cuchillas por el largo alcance que tenían. Además, era muy hábil al usarlas. Tenía un control extraordinario.

    Podría decirse que los dos estaban con la misma ventaja, ninguno atacaba a matar. Se estaban limitando o… eso era lo que pensó.

    —Muy bien —escuchó al príncipe—. Terminemos con esto. Si no quieres hablar, no permitiré que te acerques a Charlot.

    No tenía opción, utilizaría esa técnica, la técnica de las Mil Espadas. Nunca la había utilizado en un enfrentamiento real y no tenía muchos deseos de utilizarla por lo peligrosa que resultaba ser, podría matarlo. Sin embargo, aquel enemigo era persistente y fuerte. Si quería detenerlo tendía que usarla.

    Príncipe, creo que es el momento de enseñarle esa técnica” Cuando Christian le dijo eso se había emocionado. Aquella técnica había sido heredada por los Pierce espadachines, siendo una técnica que era enseñada de generación en generación.

    ¿De-de verdad me la enseñaras?” Estaba emocionado porque nunca la había visto en persona, pero era una leyenda entre la familia Pierce.

    No creo que exista mejor persona que usted para efectuarla.

    Era un honor. Ni siquiera él se la había enseñado a su nieta, quien en realidad nunca se especializó en el esgrima.

    Se puso en posición, exhaló aire al momento que concentraba todos sus sentidos. Estaba dispuesto a atacar cuando se sorprendió al ver que Dominic retrocedió, alejándose de él. Se movió en el momento exacto de forma sobrehumana que por un momento Daryl dudó que su contrincante fuera un humano al observar con detenimiento su rostro; sus ojos revelaban intimidación como si se tratara de un feroz animal.

    El joven príncipe quedó petrificado ante esa escena.

    Desde su posición, Dominic se llevó la mano al pecho e inhaló y exhaló mientras su piel, erizada, volvía a la normalidad. Era peligroso. El príncipe, heredero al trono, era más peligroso de lo que esperaba. No sabía lo que estaba apunto de hacer, pero sus piernas se habían movido contra su voluntad y fueron ellas las que retrocedieron por sí solas al sentir como en esa fracción de segundos un aura de muerte emanaba de él.

    No había sentido esa sensación desde que estuvo en la montaña donde ocurrió la furia de los dioses.

    Daryl Van Suna era un cazador como él. Dominic sonrió inconscientemente, era un buen contrincante, ¿y si lo asesinaba a él en vez de a la escudera? ¿En verdad él no tenía otro título además del de príncipe? Era muy probable que él fuera todavía más fuerte que ella… pero no… su propósito era otro, no el de enfrentarse a contrincantes fuertes. Solo iba por los títulos.

    Ambos se miraron.

    El par de ojos mostraron respeto por su contrincante.

    —¿Quién es usted realmente? —preguntó Dominic.

    —Yo soy Daryl Van Suna, próximo heredero del país de Sōla —contestó mientras apuntaba su espada a él—. ¿Y tú? ¿Quién eres?

    —Soy Dominic Bytheseasho, hijo menor de un humilde campesino, y aquel al que conocen como el Asesino de Poderosos.

    “¿El Asesino de Poderosos?” No había escuchado hablar de él, pero por su título y su forma de pelear, pudo notar que era realmente digno de poseer ese título. Pero además, hubo algo en él que le llamó mucho su atención poco después empezada la confrontación.

    —¿Por qué? —preguntó—. ¿Por qué vas de un lugar a otros matando a los Poderosos?

    —Príncipe —Lo miró, poniéndose en modo de ataque—, eso es algo que no le incumbe.

    Se volvió a ir contra él, esta vez no dejaría que volviera a hacer esa pose rara. Esa vez estaría más pendiente en cada movimiento efectuado por él. A su vez, Daryl se dio cuenta de sus intenciones y no pudo evitar dibujar una mueca de disgusto. No quería pensar de forma negativa, a saber que Charlot no era débil, mas Dominic estaba fuera de lo que habían visto antes. Si iba a matarla se pondría más serio de… aunque ahora que lo pensaba, ¿por qué iba por ella?

    Dominic bloqueó el ataque utilizando sus cuchillos como escudo y al verse distraído, el príncipe recibió una fuerte patada en el estómago, empujándolo buen tramo por la calle. Escupió sangre y levantó la vista para ver como Dominic se acercaba con la cuchilla que utilizó para defenderse. Daryl abrió los ojos con sorpresa ante su ataque, bloqueándolo.

    ¿Por qué iba tras ella? Continuaba pensando en ello.

    Entonces en cuanto Dominic iba a clavar el cuchillo en su pierna, se alejó rápidamente al mismo tiempo en que caía al suelo algo y explotaba. La explosión no fue tan fuerte, pero si lo suficiente como para herirlo si la hubiera recibido de lleno.

    “¿Bombas?” pensó Dominic girando a su lado derecho para ver a la persona que se la arrojó, para inmediatamente volverse a proteger del ataque de su nuevo agresor siendo aquel callejón testigo del ruido de dos cuchillas al hacer contacto. Sus ojos se abrieron reflejando jubilo ante la figura de una chica. Era ella, la escudera. Por fin había salido de su escondite, hizo bien en atacar al príncipe.

    —Cha-¡Charlot!

    La mirada de miedo reflejada en los ojos de Daryl lo dijo todo.




    . . .​
     
    Última edición: 13 Diciembre 2020
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  4. Threadmarks: Capítulo 14.- Su lugar
     
    Sonia de Arnau

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    Sōla: El país de los poderosos [Libro 1]
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    20
     
    Palabras:
    2875
    Capítulo 14
    Su lugar


    El aire sopló levemente. El silencio de la noche era abrumadora. Dan se detuvo para mirar de forma fugaz a su derecha. Frunció el ceño. Su instinto de supervivencia le gritaba que estuviera en sus cinco sentidos, había alguien que los estaba vigilando desde hace ya dos cuadras atrás. Zoe se percató de la inquietud del varón.

    —¿Sucede algo, señor? —preguntó.

    —Escuche señorita —comunicó con profunda seriedad—, necesito que me haga un favor. Vaya a la comisaría más cercana y dígale a los oficiales que vengan aquí, hay un maleante en la cercanía.

    Zoe tragó saliva al sentirse un poco aterrada de las palabras del hombre.

    —¿Y qué piensa hacer, quedarse?

    —No se preocupe por mí, señorita, yo lo detendré si va por usted.

    —Eso no es lo que me preocupa. ¿De verdad piensa quedarse?

    Dan la miró.

    —Agradezco su preocupación, pero no se preocupe por mí.

    —¿Cree que su objetivo sea Daryl? —preguntó al sospechar la verdadera razón por la que estaba dispuesto a quedarse al saber que alguien los estaba siguiendo.

    —Probablemente.

    —Con mayor razón deberíamos ir los dos con los oficiales y contarles que —insistió—.

    —Daryl no sabe ésto, pero en realidad yo soy Dan el Grande, capitán del segundo escuadrón de la Guarda Real —La volvió a mirar, esta vez con seguridad—. No soy simplemente un chófer. Así que, no se preocupe por mí y vaya con los oficiales, les tendré preparado un preso.

    Zoe lo miró detenidamente y se alegró de saber eso para después asentir y obedecer sus palabras.

    Desde su posición, encima del tejado de una casa, la sonrisa de Zuliy se amplió en sus labios, por fin había dado con el chófer, lo sabía porque la joven con la que caminaba era la hija de Usha. Tuvo mucha suerte que uno de sus hombres haya dado con el grupo; había llegado lo más rápido posible para no perderlos de vista, para cuando llegó la escudera y el príncipe se habían ido.

    Se colocó la mascara que ocultaba su verdadera identidad. El Asesino Clandestino vio como la joven Usha corría, alejándose del varón.

    La ignoró.

    No le interesaba ella, y era mejor así, no tendría que lidiar con otra víctima. Debía admitir que el hombre en vez de huir, se quedó en ese mismo lugar, mirando hacia esa dirección. Esa silenciosa invitación le dejó saber que aquel hombre no era un simple chófer, como ya se lo había imaginado. Bajó y se acercó con sumo cuidado al hombre con pistola en mano. En ningún momento Dan se movió de ese lugar. Sabía que tenía que enfrentarse a él sí o sí si deseaba sacarle toda la información. ¿Cómo sabía de ellos?

    —Me supongo que tú debes ser el famoso Asesino Clandestino.

    Ver esa mascara solo le reafirmó sus sospechas. No era simplemente un ladrón.

    —¿Debo sentirme alagado de saber que conocen de mí al rededor del país? —articuló con aquella voz artificial.

    Dan miró al enmascarado, era definitivo, sí hubo alguien que lo contrató para localizar al príncipe. Eso era peligroso, por eso tenía que detenerlo y sacarle toda información. Dan tronó los dedos, preparado para defenderse. Zuliy desvió su vista y miró de arriba a abajo al chófer, se dio cuenta que estaba desarmado, no tenía ni pistola ni espada, no evitó esbozar media sonrisa en sus labios al haber tenido tanta suerte. Levantó el arma y la apuntó hacia su blanco.

    —Ese juguetes no servirá conmigo —soltó Dan acortando distancia poco a poco.

    Santa-Borja disparó, solo para ver como no solo no evitaba la bala, sino que ésta no le hizo efecto alguno pues rebotó una vez que tocó su piel, ante tal situación, Zuliy se asombró y disparó dos veces más al ver como Dan se acercó a él para atacarlo con el puño, desvió el ataqué de su contrincante. Volvió a disparar para tener el mismo resultado, era definitivo, no sería fácil lidiar con él al darse cuenta que Dan podía endurecer su piel.

    Sus labios dibujaron una sonrisa forzada, volvió a esquivar otro de sus golpes. Ahora comprendió que no necesitaba de ningún arma física pues sus puños lo eran. No obstante, con ese segundo ataque, el enmascarado se dio cuenta que aquella forma lo hacía perder velocidad. Aprovecharía de esa desventaja.

    Volvió a disparar para tener el mismo resultado; las balas revotaron. Chistó molesto. Aquella criatura de piedra tenía que tener una debilidad, esquivó un golpe, y lo golpeó con la empuñadura de la pistola en el tórax, sin embargo, no le hizo nada, al contrario, fue él se lastimó. Lo que si obtuvo fue un golpe de parte de su contrincante. Retrocedió cuanto más pudo mientras tosía y reprimía un gemido de dolor. Tenía que pensar en alguna cosa. La balas eran inútiles y tampoco podía pelear cuerpo a cuerpo.

    Ahora Zuliy se mantenía esquivando los golpes. Dan se dio cuenta que el Clandestino estaba sin ideas y en una situación en aprieto.

    —¿Qué sucede, Asesino, no me dirás que eso es todo? —lo provocó—. Pensé que serían un buen contrincante, pero ahora veo lo débil que eres.

    Zuliy apretó la mandíbula con fuerza, frenando sus boca.

    —Nunca debes subestimar a nadie. Y tampoco debes ir a la guerra sin conocer a tus enemigos.

    Santa-Borja lo sabía más que nadie. Era cierto, había ido a luchar contra él a ciegas. Sin embargo, no es que no haya estado haciendo nada desde que notó la inutilidad de sus balas.

    Esquivó un puñetazo, a pesar del par de golpes que recibió, Zuliy se mantenía moviéndose ágil… no, Dan era muy lento. Podía ver cada uno de sus ataques, esa estado de defensa lo hacia más lento. Guardó la pistola al verla innecesaria. Se mantuvo esquivando sus ataques, aprovecharía, o mejor dicho, estaba aprovechando esa debilidad. Mientras Dan atacaba y veía que su enemigo se limitaba a esquivar, se preocupó. Su principal objetivo era debilitarlo para después forzarlo a hablar, mas algo en su contrincante le estaba preocupando. No podía verle su rostro por lo que no podía descifrar si estaba planeando algo o si estaba preocupado.

    Dan se colocó a su lado y le dio un fuerte golpe en el estómago, obligando al pelirrojo a escupir sangre y retroceder varios pasos atrás. Por un momento quedó boca abierta ante su velocidad. Luego colocó sus brazos a su lado izquierdo para detener una patada de Dan.

    Escuchó un crujir mientras la fuerza de la patada lo lanzaba al suelo.

    “¿Qué fue lo que sucedió?” se preguntó buscando con la mirada al chófer, se levantó rápidamente desenfundando de nuevo su pistola para disparar dos veces, solo para ver como las balas continuaban rebotaban en su endurecida piel.

    Su piel continuaba dura.

    Abrió los ojos tan grandes como pudo, estaba realmente sorprendido al ver que Dan acortó distancia con rapidez para proporcionarle otro golpe, uno que no pudo esquivar, pero después el siguiente sí. Lo observó de forma detenida para intentar descifrar sus movimientos. Descubrió que en ocasiones era lento y en otras era más veloz. Los últimos lo llegaba a golpear mientras que los primeros los esquivaba con facilidad. ¿Qué era lo que sucedía?

    Recibió un fuerte golpe en pleno rostro, obligándolo a retroceder de forma tambaleante, la mascara comenzó a agrietarse, aunque esta apaciguaba un poco, no lo suficiente. Recibió un segundo golpe en el estómago y uno más en la cara. Volviendo a retorcer, aunque esa vez no se le vio tan afectado.

    “Ya te diste cuenta, ¿verdad?” pensó al mirar como Dan se miraba el puño con el que lo golpeó para enseguida mirarlo con severidad.

    —Tú mismo lo dijiste, no debes subestimar a tu enemigo. Descifré tus movimientos. Hay ocasiones en la que esquivó tus ataques y otra en las que no y eso es porque cuando no puedo hacerlo es que dejas de endurecer tu piel —La mascara comenzó a quebrajarse hasta que se rompió por la mitad, dejando ver parte de su rostro.

    Dan se sorprendió al ver lo joven que era su contrincante. Nunca imaginó que el famoso Asesino Clandestino iba a ser tan joven.

    —El matarte ahora se convirtió en algo personal —soltó Santa-Borja, con frialdad, al quitarse la otra parte de la mascara y arrojarla lejos—. No puedo dejarte vivo. Aunque debo decir que, estamos mano a mano porque ya te percataste de mi poder, ¿no es así?

    —Debo decir que me sorprendiste —Dan miró sus nudillos que estaba rojos, cuando lo golpeó sintió su puño caliente, como si hubiera golpeado brazas. Levantó la vista para notar como Zuliy emitía un extraño vapor —. Tu cuerpo emite calor.

    Volvió a atacar y así estuvo por un minuto, para ese momento el sudor comenzó a resbalar sobre su frente, comenzaba a sentir un poco de calor y por ende el aire comenzó a sentirlo pesado. Su respiración se volvía más difícil. El poder se Zuliy Santa-Borja era calentar su cuerpo y por ende emitía vapor, como si se tratara de una vaporera, pero para poder llegar a esa cantidad húmeda tardaba un poco. Un radio comenzaba sentirse más caluroso y húmedo. Dan se preocupó un poco, debía de admitirlo, volver su cuerpo duro le drenaba mucha fuerza y ahora tener que lidiar con un ambiente caluroso, hacía que su rendimiento decayera mucho, sin contar que endurecerlo, se movía mucho mejor, ahora cada vez que golpeaba a Zuliy con su mano desnuda, ésta recibía los daños. Se quemaba. En un par de minutos aquella confrontación que pareció él era el vencedor, se volcó en su contra.

    Aprovechando su desasosiego, Zuliy se fue contra él, pero Dan endureció de nuevo sus brazos, para recibirlo al lanzarse un puñetazo, pero para su sorpresa, Zuliy no esquivó el golpe, lo recibió en pleno rostro, Zuliy tomó el brazo que lo golpeó y lo asió con fuerza.

    Dan sintió como éste se calentaba demasiado, intentó zafarse pero era en vano, utilizaría su otro brazo pero de igual fue tomada por el Asesino Clandestino. El calor aumentaba y continuaba aumentando a tal punto que comenzó a oler a carne quemada. Dan lanzó un grito y el eco resonó por las calles vacías. Se soltó de su agarre.

    Miró las marcas rojas de los dedos de Zuliy. Sus brazos temblaron de forma incontrolable. Zuliy enseñó sus palmas, las que estaban a fuego vivo.

    —Ahora mis manos son como la misma lava, no hay nada que pueda sobrevivir a éstas.

    Como demostración, tomó su pistola y esta comenzó a derretirse, aunque podía hacer que todo su cuerpo fuera así, todo su poder lo concentró en sus manos. Como se encontraba en ventaja, fue el turno del pelirrojo atacar y ser Dan quien tratara de esquivar, pero comenzaba a perder fuerzas.

    —Ah, por cierto, no he venido por el príncipe. He venido por la tuya.

    —¿Mi cabeza? —Frunció el ceño, extrañado, aquella aclaración lo dejó confundido. Si no iban por el príncipe y él era el objetivo, ¿por qué razón?—. ¡Explícate! ¿Qué están tramando? ¿Quién es tu jefe?

    ¿Por qué iban por él? ¿Cuáles eran sus verdaderas intenciones?

    —Me encantaría hablar, pero no hablo con cadáveres —respondió por evidentes razones.

    Se fue contra él siendo su objetivo la cara y aunque fue golpeado, no desistió y colocó sus manos sobre sus ojos, y quemó sus corneas, Dan lo golpeó mientras dejaba escapar un fuerte y desgarrador grito, mas no dejó de golpearlo, y Zuliy, resistiendo sus frenéticos movimientos, en ningún momento lo soltó, recibiendo todos sus ataques. Ambos se enfrascaron en su propio aguante, Dan golpeándolo una y otra vez; en la cara, el pecho, costados mientras que Zuliy hundía más y más sus manos a su cara.

    —Idiota —Escupió sangre, observando con incredulidad el aguante de su contrincante—. ¡Nadie escapa de mis manos! ¡Muérete de una maldita vez!

    No lo soltó hasta que Dan cayó de rodillas ya muerto y con la cara completamente derretida. Con la respiración entre cortada, Zuliy miró el cadáver del chófer, se arrodilló cuando sus piernas tambaleantes no pudieron con su propio peso. Su rostro esbozó una mueca de dolor y se llevó la mano al costado a momento se se arrodillaba cuando sus piernas comenzaron a temblar. Se limpió la sangre que le había quitado la visión de uno de sus ojos. Se irguió como pudo. Tenía que irse de allí antes de que alguien lo viera.

    —Fuiste un digno contrincante —dijo, mirándolo una última vez.

    Tragó saliva y cerró los ojos sintiendo dolor, comenzó a alejarse de allí.

    Caminó entre las solitarias calles de la ciudad. Recibió más daño de lo que pudo imaginarse. Ese “chófer” le dio muchos problemas.

    “Pensé que serían un buen contrincante, pero ahora veo lo débil que eres”. Esas palabras llegaron a su mente.

    —Demonios, demonios, demonios… —se repetía una y otra vez, por lo bajo.

    Le dolía todo.

    “Pero ahora veo lo débil que eres”.

    —¿Ahora quién es débil? —susurró.

    Lo sabía, siempre lo supo. Su fortaleza no era la lucha física. No era más que un cobarde, por eso decidió ser un estratega, alguien que planeara desde las sombras y usara a los fuertes para poder llegar a efectuar sus planes. Misma razón por la que tardaba días, semanas y hasta meses para efectuar algún trabajo, para evitar confrontarse con personas fuertes. Sí, hizo mucho dinero asesinando a muchas personas, pero ¿qué clase de personas?

    No era más que un cobarde, por eso luchaba detrás de una mascara, por eso se ganó el título del Clandestino.

    Con la mirada al frente y sin dejar de ver su sendero se preguntaba por qué no hizo todo lo posible por rechazar ese trabajo. Pensó muy en el fondo que quizá esa limitación, ese miedo, esa cobardía había desaparecido con los años y que en esos últimos años había crecido en fuerza y destreza.

    Quiso sonreír, pero no pudo, porque ya no podía engañarse más.

    Se llevó la mano al tórax.

    Aquella cicatriz que decoraba su pecho le recordaba lo que era. Antes de convertirse en el Conquistador, deseaba ser reconocido, ser famoso, llevar un título de Poderoso. Como la mayoría de adolescentes, a sus dieciséis años creyó que era capaz de lograr todo lo que se propusiera, de ser el más fuerte y cuatro años después, en su ignorancia decidió retar a Glash, el Temerario, pelea en la que casi pierde la vida. Fue en ese momento, en aquel callejón maloliente que abrió los ojos, golpeándolo la realidad, se dio cuenta cuál era su verdadero lugar.

    Zuliy Santa-Borja era al que llamaban el Conquistador y el Asesino Clandestino.

    Ahora, de nuevo estando en el mismo estado que hace cinco años atrás, la realidad lo volvió a golpear, dejándole saber de nuevo cuál era su lugar; era detrás de bambalinas.

    Se detuvo al llegar a una casa, se acercó a la puerta y tocó ésta, al no tener una respuesta inmediata, volvió a tocar, desde el otro lado escuchó como la persona se acercaba para al final abrir y sorprenderse de verlo.

    Anis se apresuró a su ayuda.

    —Zuliy, ¿qué fue lo que sucedió? Dios, mírate, Zuliy...

    Él saludó, sonriéndole, como si aquello se hubiera tratado de un juego de niños que salió un poco mal.

    —Las noches en Inotrantsy son muy peligrosas.

    —Deberías ver a un médico, te vez fatal… llamaré a uno…

    El pelirrojo la detuvo antes de que cruzara la puerta.

    —No, no es necesario, solo necesito un pequeño descanso. No me dejes solo.

    Anis ingresó a la cocina, llevó un plato hondo con agua tibia y una franela, ella tomó asiento en el sofá y él se acostó sobre el regazo de ella mientras Anis trataba la herida de la cara, limpiándola con suavidad.

    —Tú nunca dejarás de preocuparme, ¿verdad? Mira como te han dejado, ¿por lo menos recuerdas quienes te asaltaron?

    —No.

    —Vaya, eso es malo, pero me alegra que no haya pasado a mayores —dijo ella, tocando de forma suave la herida en su cara—. Aunque quedará una pequeña marca.

    De forma inconsciente se llevó la mano al rostro, para tocarse la marca, le dolía. Era su segunda cicatriz, ¿cuántas más necesitaba para que en definitiva se diera cuenta de su verdadera posición?

    Desde su regazo él la miró fijamente. Tal vez aún no era demasiado tarde. Ella levantó la mano para acariciar de nuevo la marca cuando él la sostuvo con la suya.

    —¿Me acompañarías?

    Por un instante aquella pregunta, o mejor dicho, el tono en que la hizo la tomó por sorpresa. Por un instante creyó que había estado tomando, pero no olía a alcohol. Le era muy extraño verlo actuar de esa forma, no le desagradaba para nada, pero era muy distinto a como solía ser. Era la primera vez que lo veía comportarse de forma tan relajada.

    —¿Ahora quieres ir con un médico? —inquirió.

    Zuliy sonrió y negó lentamente.

    —Tengo pensado irme de este lugar, ¡no! De este país. Acompáñame. Comencemos una nueva vida, en un nuevo país, compremos un terreno, o una casa, lo que sea, solo larguémonos de este podrido país.

    Anis se agachó un poco hacia él y antes de besarlo le dijo:

    —Sabes que te acompañaría hasta el fin del mundo.



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  5. Threadmarks: Capítulo 15.- Un Vals inusual
     
    Sonia de Arnau

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    Sōla: El país de los poderosos [Libro 1]
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    Fantasía
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    2891
    Capítulo 15
    Un Vals inusual





    —¡Por esa razón es que debes quedarte a mi lado! —gritó Charlot a Daryl, enfurecida, para luego posar sus ojos al joven atacante, quien permanecía metros alejado de ellos.

    —Oh, así que tú debes ser la escudera —dijo Dominic al momento que ella fruncía el ceño.

    El ambiente tenso y olor a sangre se podía palpar con total claridad, como si se tratara de una cuarta persona. Tenía la mirada fija hacia él, era como si supiera que perderle de vista por unos segundos significaría la completa derrota. Con solo un vistazo se dio cuenta que era un buen peleador, lo juzgo por la concentración y la pose. Y por primera vez en su vida, deseó que Dan llegara a ayudar.

    —Dylan, hu...

    No le dio ni tiempo de terminar la frase cuando su enemigo se abalanzó contra ella, dándole escasos segundos de reacción para colocar sus cuchillas como escudo, y del mismo modo atacarla, pero ella lo alejó con una patada.

    —Te equivocas Charlot —alzó la voz el joven, poniéndose de pie para advertirle—: ¡Quien debe tener cuidado eres tú, es a ti a quien busca!

    “¿A mí?”, se preguntó, tomándola por sorpresa aquella afirmación. ¿Su objetivo real era ella? Pero ¿por qué? Aunque no su supiera la razón, le tranquilizó saber que su objetivo no era el príncipe.

    —De cualquier forma, ve y reúnete con Dan —ordenó mientras se limpiaba una gota de sangre que brotaba de su mejilla.

    Ahora fue ella quien se fue contra él. Fuera ella o no su objetivo, le daría a Daryl tiempo para escapar. Ambos se envolvieron en un ataque, cada quien atacando. Cuando Dominic pensaba que tenía la ventaja, su enemiga sacaba algún explosivo y lo utilizaba para distraerlo. Comenzó a poner más atención a sus movimientos.

    Dominic Bytheseasho tenía un método para analizar a su enemigo, lo primero que hacía era simplemente atacar, siendo cada ataque deliberado, para determinar el tipo de pelea que utilizaba. Tal fue como el príncipe, que era una pelea instintiva. Lo que notó de ella no solo fue que era buena y que su tipo de pelea era agresiva, también que era muy analítica. Al igual que él, media de forma predeterminada los golpes que efectiva; estudiándolo. La guerrera iba por lo mismo que él. No obstante, había algo en ella que lo inquietaba.

    Los dos apretaron la empuñadura de sus armas con cada golpe que se hacían mutuamente, se miraban por fracciones se segundos para leer sus facciones y saber el momento de flaqueza que necesitaba para dar el último golpe. Se habían enfrascado en una pelea casi igualada. Daryl, desde su posición, pudo notar eso. Por unos instantes aquel confrontamiento le pareció, hasta cierto punto, majestuoso y coordinado, casi como si estuvieran bailando un vals.

    Pese a eso, el joven Van Suna se percató de algo que la misma Charlot, minutos antes, lo hizo. Y es que, aunque su tipo de lucha era similar, Dominic parecía tener una ventaja; y es que, aunque su cabeza analizaba, sus movimientos delataban que se movía de forma instintiva. Daryl se dio cuenta de eso cuando se enfrentó a él. Dominic se movía como una bestia, de aquí para allá, obligando a que Charlot se consumiera, forzándola a que su concentración estuviera a más del 100%, agotándola no solo físicamente sino mentalmente.

    Sin embargo, Charlot sonrió, porque todavía tenía un as bajo la manga, Dominic aún no se percataba del poder que tenía, en un movimiento rápido y utilizando una de sus armas como señuelo, la soltó para darle un puñetazo en el pleno rostro, no obstante, Dominic inclinó su cabeza hacia un lado, en el proceso perdiendo el equilibrio, por lo que cayó al suelo y aquel puñetazo golpeó el aire.

    “Este sujeto...” Charlot abrió los ojos con asombro. Esa acción solo provocó que su piel se erizara ante una nada grata verdad.

    “Tal como lo sospeche” pensó Daryl, ante tal escena, “Dominic lee con exactitud nuestros movimientos, como pudiera verlos segundos antes”.

    Dominic se pudo de pie con rapidez. Charlot deslizó su cuchilla por la parte del vientre para rajarlo, pero él, anticipando el ataque lo esquivó. Charlot rechistó al darse cuenta, demasiado tarde, que era el tipo de enemigo que se tenía que vencer en el primer ataque. Dominic, viendo un punto descubierto al haber usado su segunda cuchilla como señuelo, apuntó su tórax, pero fue detenido por la espada de Daryl, golpeando su cuchilla, quitándosela de su poder.

    Retrocedió.

    Charlot desvió su vista para ver a Daryl. ¿Continuaba ahí?

    —¿No te dije que te fueras?

    —¡Nunca me vuelvas a decir que te abandone! Este enemigo no es cualquiera —susurró lo último.

    —Por eso mismo te digo que vayas donde Dan.

    —¿No me escuchaste? Es a ti a quien busca.

    Dominic lo miró realmente molesto, estaba nada de lograr su cometido.

    —Príncipe, le aconsejaría que haga caso a lo que ella dice y se vaya de aquí, si no desea ver como su escudera pierde la vida.

    Debió imaginar que eso ocurriría. Si no fuera porque hace un minuto estuvo peleando contra él y pudo medir su fuerza, no le hubiera preocupado su intervención en la pelea, pero la realidad era otra. Si los dos se unían para luchar contra él, era muy probable que terminaría perdiendo la pelea. Si quería ahorrarse problemas tenía que pensar en algo. Lo primero que cruzó por su mente fue que debía noquearlo e intentó hacer eso, sin embargo, pues Daryl tenía una defensa perfecta.

    Ante sus intenciones de atacar a Daryl, Charlot atacó, llevándose todo el enfoque a ella, Dominic bloqueó su ataque y ante tal acto, Charlot sonrió y con su brazo izquierdo, que estaba libre, clavó su cuchilla en su costado. Dominic reprimió un quejido, apretando la mandíbula, para después ver como ella tomaba a Daryl y huían de ahí. Afortunadamente, no le dio en ningún órgano importante por lo que se sintió con la libertad de sacarlo, mas lo que lo tomó por sorpresa fue que la cuchilla explotó.

    El impacto hizo que el pelinegro se tambaleara.

    “Ahora lo entiendo...” pensó mientras escupía sangre.

    Comenzó a tener respiración entrecortada, se miró la quemada que le provocó aquella explosión en su brazo izquierdo, junto con la sangre que. De la bolsa que solía cargar consigo siempre, tomó un pequeño frasco de vidrio que tenía un líquido verdoso claro, bebió un poco de él. Levantó la vista al cielo, respiró hondo y exhaló con lentitud para luego seguirlos.

    —¿Lo conoces de algún lado? —preguntó Daryl a Charlot, manteniéndose en la carrera.

    —¡No!

    —Entonces ¿por qué te está buscando? Es como si le hubieras hecho algo terrible, ¿de verdad no lo conoces?

    —¡Me gustaría saberlo!... por aquí, Daryl.

    —Dijo que se llamaba Dominic...

    —Daryl, no te detengas.

    —¿Cómo dijo? Este Bythese...

    —¡Daryl, no es momento de esto! Tenemos que irnos de esta ciudad lo más pronto posible. Es muy probable que alguna clase de grupo esté detrás de nosotros. ¡Alguien debe saber que estamos aquí!

    Lo volvió a tomar de la mano para obligarlo a correr. Estaba segura que con la herida que había sufrido por una de sus explosiones, le sería difícil ir por ellos. A pesar de eso, no era el momento para relajarse. En eso alcanzó a ver como una bola redonda más pequeña que una pelota de beisbol pasó a su lado, para segundos después, al golpear el suelo, explotó. Los dos se detuvieron. Ambos se giraron para ver como Dominic se acercaba, con dos de esas bombas en mano.

    —¿Está loco o es inmortal? —se preguntó muy en serio al ver que no parecía importarle las heridas con las que cargaba.

    —Tal y como lo imaginé —dijo Daryl llevando su mano a la empuñadura de su espada—. No será fácil deshacernos de él si no llegamos a zanjar lo que está sucediendo.

    —¿Crees que eres la única que juega con explosiones? —le hizo saber mientras lanzaba una de las bombas caseras.

    Charlot sacó un cuchillo para atravesar la bomba, ésta explotó en aire. Daryl desenfundó su espada para detener el ataque de Dominic pues había utilizado la bomba como señuelo, pero el último soltó la segunda para que cayera al suelo, explotando y alcanzando a los dos.

    —¡Daryl!

    Ante esa distracción que duró apenas unos segundos, Dominic se movió rápido para darle una patada en el estómago a la mujer. Charlot gritó ante el impacto, tosió varias veces. ¿Cómo podía permanecer de pie y continuar luchando con esas heridas?

    Ella lo miró a los ojos.

    —Teme a los que no tienen nada que perder —le dijo el pelinegro acercándose a ella con cuchillo en mano.

    Aquello sucedió tan rápido, pero a la vez le pareció que todo se movía en cámara lenta. Su único cometido era proteger al príncipe, pero había fallado cuando lo hirieron y ahora iba a ser asesinada sin saber la razón del por qué, pero estaba bien mientras fuera ella su objetivo y si siendo asesinada el príncipe iba a dejar de estar en peligro, entonces aceptaría su destino.

    Y cuando creyó que era su fin, Dominic se detuvo a escaso centímetros de su cuello. La mano de él comenzó a temblar, dejando caer el cuchillo a la vez que tosía sangre. Charlot desvió la vista para ver a Daryl, quien había golpeado la herida de Dominic con la empuñadura de su espada. Los labios de Dominic comenzaron a temblar y se mordió el labio inferior para contener un bramido de dolor.

    Los ojos de Charlot se iluminaron al ver a Daryl con bien, y sin ninguna aparente herida.

    —Te estás haciendo el duro, pero estás sufriendo —dijo Daryl enfundando la espada—. Realmente morirás si no haces que un médico te atienda.

    El pelinegro se arrodilló. Realmente le dolía la quemadura y la herida, pero no podía solo dejarse vencer. ¿Cómo iba a obtener su venganza si dejaba escapar a una de sus víctimas? Deslizó su mano hacia el arma que segundos atrás soltó, pero el príncipe la pateó lejos.

    —Déjalo ya, es inútil. Perdiste esta batalla.

    —¡Daryl, es el momento perfecto para escapar! —gritó Charlot.

    —Espera.

    Había algo en él que le pareció extraño desde su encuentro. Su actitud era tan rara al punto de decir que sus acciones eran contradictorias. Primero porque iba por todas a matar a Charlot, pero pese a eso, lo utilizó como carnada a él para que ella bajara la guardia, fingiendo que utilizó una bomba explosiva siendo en realidad una bomba de humo. Y no, no usó una de humo para no verse afectado él. Por esa razón le entró curiosidad de saber más acerca de él.

    —¿Quién eres en realidad y por qué vas tras Charlot Pierce? ¿Ella te hizo algo? Si es así, yo como príncipe...

    Dominic comenzó a reír entre muecas de dolor.

    —Yo solo voy por las personas cuyo título sea de poderoso. No me interesa nadie más, ni nada más. Robo los títulos... por eso, por esa razón tengo que...

    —Comprendo eso... creo... hasta cierto punto —continuó Daryl—, pero sigo sin entender por qué vas por Charlot.

    Dominic levantó la vista para mirarlo a los ojos, y un tanto confundido, preguntó:

    —Pues por lo que acabo de decir.

    —¿También vas por escuderos, guardaespaldas? —se interpuso la joven —. Porque si hablamos de poseer un título, yo no tengo nada de eso.

    Dominic la miró con una mirada confundida.

    —Resultaste ser más estúpido de lo que pensé —soltó ella, pellizcadose la nariz, deseosa de matarlo—. ¿De dónde sacaste que tengo un título de poderoso? No soy más que escudera del príncipe Daryl.

    —Eso escuché.

    —¡¿De quién?! —alzó la voz.

    —De... alguien.

    —Así que fuiste engañado —soltó decepcionada la mujer—. Qué tonto. No puedo creer que alguien tan idiota me haya dado tanto trabajo. Pero... —Miró a Daryl y éste asintió comprendiendo a dónde quería llegar.

    —Si lo contrataron, aunque fuere a base de engaños, quiere decir que esa persona quería un trabajo con un resultado bien hecho.

    Dominic se pudo de piel, sin saber cómo sentirse, pues sintió un poco de todo, rabia, decepción, vergüenza...Dibujó una mueca de dolor mientras se llevaba la mano al costado. Así que las heridas y futuras cicatrices hechas allí no significarían nada.

    —Entonces, ¿quién te contrato? —exigió saber la mujer.

    —Nadie me contrato. Yo quise pelear contigo porque me dijeron que tenían un título.

    —Bien, bien, ¿quién te engañó?

    El pelinegro dibujó una mueca de disgustó y frunció el ceño. Ya que todo se había aclarado, quería irse de allí de una buena vez.

    —Espera —lo detuvo ella—. No crear que te vamos a dejar impune por lo que has hecho.

    —¿Quieres que me disculpe? Pues lo siento.

    —Dominic, podrías decirnos quién te dijo eso. Si lo haces, te prometo que te dejaremos ir.

    —No puedes hacer eso —Se dirigió a él—. Daryl, no puedes solo perdonar a alguien y ya. Tiene que pagar por lo que hizo.

    —Él es una víctima al igual que nosotros...

    —¡No! ¡Él es un asesino! Bien, quizá en esta ocasión hubo un malentendido, pero eso no quita que estuvo a punto de matarle, de asesinarme, él es un asesino y un asesino siempre será un asesino. No podemos dejar libre a personas como él.

    —Es muy probable que quien me dijo esto también haya sido engañado —comentó Dominic—. Esa persona dijo que alguien lo contrató para hacer ese trabajo, pero no era más que una persona común y corriente.

    Charlot entrecerró los ojos, desconfiando.

    —¿Así? ¿Si lo fuera por qué le pedirían ese trabajo sucio?

    —Porque le pagarían dinero que él necesita.

    —En pocas palabras, utilizaron a alguien con necesidades para hacer el trabajo sucio —meditó Daryl.

    —Daryl, no me gusta nada esto. Tenemos que irnos de esta ciudad lo más rápido posible. No sabemos qué tipo de grupo sea, ni sus verdaderas intenciones.

    —Por esa misma razón deberíamos investigar más.

    Charlot rodó los ojos, cruzó los brazos y dijo:

    —Por el momento reunámonos con Dan, y hablemos con él de lo sucedido. Tener la opinión de un adulto quizá sea lo mejor. Igual —se acercó a él para susurrarle —: Mantengamos informado a tus padres de todo esto, para que manden a alguien a investigar más a fondo. No podemos arriesgarnos. Comprende eso, Daryl. No preocupes a tus padres más de lo necesario.

    Daryl asintió, estando de acuerdo con la sugerencia, por el momento regresarían al hotel para descansar y una vez descansados podían pensar mejor en lo ocurrido.

    —Por cierto —continuó ella susurrándole—, no puedes dejar impune a personas como él y tampoco puedes ser tan amable con todos.

    —Lo sé. Pero por el momento Dominic es nuestro testigo y la única persona que puede guiarnos con la persona a la que le pidieron el trabajo en primer lugar. ¿De verdad quieres que lo dejemos escapar?

    —Oye tú, ¿a dónde crees que vas? —Lo detuvo. Dominic comenzaba a alejarse—. Nos vas a acompañar. Órdenes del príncipe.

    No estaba muy conforme con la decisión de Daryl, pero tampoco podía negar que quizá para futuras investigaciones sería una pieza clave. Lo tendría muy bien vigilado.

    —¿Por qué tendría que obedecerlo? Será tu príncipe, pero no él mío.

    Charlot entrecerró los ojos, sintiéndose más molesta por esas últimas palabras que por todo lo ocurrido antes.

    —No te dejaremos ir con facilidad hasta que nos digas quien fue la persona que te dijo todo eso.

    —Necesito ver a un doctor ahora.

    —Debes tener lo esencial en esa bolsa, ¿no? Se nota que no eres de los que trata con personas. Digo, después de todo fuiste manipulado con facilidad.

    Él la miró con severidad, ella le regresó la mirada de igual forma.

    —¿De verdad no posees un título?

    —¿Por qué? ¿Te entraron deseos de matarme?

    Dominic los siguió por el momento, ya después huiría cuando tuviera la oportunidad y cuando se sintiera un poco mejor. Estaba realmente agotado, además, era la primera vez que realmente se sentía muy agotado, desanimado, probablemente se debía al saber que sus esfuerzos habían sido en vano.

    ¿Hubo algo que aprendió de esa batalla?

    Sí. Qué le faltaba más que aprender.

    Aquella noche se dio cuenta de algo. En Sōla, el país de los poderosos, no el que posea un título de poderoso significaba que lo fuera. En esas vastas tierras, existían personas más fuertes que aquellos que poseían un título.

    A su vez, ni Daryl ni Charlot se imaginarían que lo que vivieron esa noche era solo la punta del iceberg, allá afuera había algo mucho más grande, pues cuando Charlot los guiaba por donde vinieron, a lo lejos notaron que había varios oficiales de la ley reunidos en cierto punto.

    Aunque extrañados, lo primero que cruzó por sus mentes fue que hubo un altercado o un robo, se acercaron con lentitud, caminando lo más alejados, solo para darse cuenta que entre los oficiales reconocieron a Zoe, quien hablaba con uno de ellos, se le veía hiperventilada.

    Daryl fue quien apresuró el paso al mismo tiempo que miraba a su alrededor. Zoe miró a Daryl con aquellos ojos rojos e hinchados.

    —Zo-zoe, ¿dó-dónde está Dan? ¿Y Dan? —continuaba viendo a su alrededor —. ¿Te dejó sola?

    Zoe apartó la vista de él al momento que él desviaba la vista hacia un bulto, cerca de los oficiales.



    . . .​
     
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  6.  
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    Saludos.

    Vaya capítulos intensos. No creí que el cochero fuera un guerrero tan diestro en combate. Aunque supongo tiene sentido que el príncipe tuviera más de un guardaespaldas. Dan tiene una habilidad un poco desventajosa, uno pensaría que habría entrenado para que la pérdida de velocidad no fuera tanto problema, pero parece que no. Para el Conquistador ese sería un buen final, salir del país y no

    Me decepcionó que Charlot no tuviera un título de más fuerte, sino que se tratara de un engaño. Y esa pelea me hizo analizar en lo fuerte que en realidad es Dominic, y mi resolución es que no es tan fuerte como creí sería. Y lo fácil que los acompañó me pone a pensar que quizás se una a ellos.

    Revisa un poco el escrito, hay algunos errores fáciles de detectar con una releída.
     
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  7. Threadmarks: Capítulo 16.- Artis Monserrat Jade
     
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Muchas gracias Dark RS por su comentario y a Elliot por los "me gusta". Se les agradece.


    Capítulo 16
    Artis Monserrat Jade



    Con ojos de par en par, Daryl no dejaba de mirar aquel bulto mientras negaba varias veces, intentando hacerse creer que quien estaba allí no era Dan. Se acercó y tragó saliva. Estaba nervioso y aunque deseó mirar dentro, su mano se paralizó. Estaba tan absorto en sus pensamientos que no escuchó al oficial que le hablaba hasta que éste lo tomó del hombro. El joven despertó y dirigió su vista hacia el hombre.

    —¿Usted conocía a la víctima?

    Sus labios temblar al no saber que responder. Dudó, pero al final, volviendo su vista hacia la tela que cubría el cuerpo, la tomó y levantándola un poco, un mar de emociones lo invadió al ver aquel espantoso desfiguramiento. Aquel cuerpo inerte frente a él, cuyo rostro ya no existía, era definitivamente Dan. Sabía que era él por su complexión física.

    Charlot, desde su posición lo había visto, se acercó a Daryl, sintió mucha rabia. ¿Quién había hecho semejante brutalidad? Parecía que el ataque había sido muy personal.

    Al verlo, Charlot sintió su pecho arder, pues sus lágrimas fluían de sus ojos al momento que preguntaba:

    —Fue mi culpa, ¿verdad?

    —Claro que no.

    —Si nos hubiéramos regresado cuando lo dijiste... esto no hubiera pasado. Él continuaría aquí.

    —No es tu culpa. En todo caso...

    Daryl soltó una risilla que no supo cómo interpretarla. Daryl se llevó la mano al rostro para limpiar sus lágrimas y finalizar de forma seria.

    —Quiero que encuentres a quien lo hizo.

    —¿Quién fue? — Charlot se acercó a Dominic para encararlo— . ¡Habla! ¡¿Quién es tu compañero?! ¡No te quedes callado, habla! —Lo asió de su prenda de vestir y lo zarandeó con fuerza—. ¿A quién más contrataron? ¡¿Quién fue el maldito infeliz que le hizo eso a Dan?!

    —Ya dije todo lo que sé —contestó con frialdad, pero sin mirarla a los ojos.

    Ella lo soltó, estaba hablando con la persona menos indicada. Desvió la vista para ver al oficial que volvió a acercarse a ella.

    —Sentimos mucho su perdida, pero necesitamos saber el nombre de la víctima para hacernos cargo. Su nombre, edad, algunos datos. ¿Saben si tenía algún tipo de enemigos? La joven solo nos decía que se llamaba Dan, pero necesitamos saber más de él para...

    —Lo siento —dijo Charlot, impotente, deseosa, intentó calmarse un poco antes de responder—, pero no puedo decirles mucho.

    —Era el chófer —fue lo que atinó a decir Daryl—. Era un buen hombre, era muy amable, además, estamos aquí de turismo.

    Era cierto que no podían revelar mucha información, debido a la condición en la que se encontraban, pese a eso, aunque desearan darles información a los oficiales, no sabía mucho de la vida personal de Dan. Ni siquiera supo su apellido o si Dan era su verdadero nombre. Era irónico porque a pesar de que convivieron con él por más de una semana, nunca le preguntó si tenía familia, hijos, padres, dónde vivía... se dio cuenta que, en todo ese viaje, nunca se interesó en saber nada de él, en preguntarle cosas. Se dio cuenta lo egoísta que había sido.

    Durante ese viaje solo pensó en él mismo, solo preocupándose por el disfrutar.

    Los oficiales se miraron, no podían hacer mucho si ellos no los ayudaban, así que al final se llevaron el cuerpo para cremarlo y declararon aquel ataque como un desafortunado atraco.

    Charlot comenzó a mirar a los alrededores. Ella sabía que quien lo atacó no fue un simple ladrón. Por lo que Dominic les contó, era muy probable que quien la deseaba muerta, también contrató a alguien más para deshacerse del chófer. Indicándole que el verdadero objetivo de hacer eso era dejar vulnerable, emocionalmente, al príncipe para acercarse a él con mayor facilidad.

    Ahora más que nunca necesitaban hablar con la persona quien originalmente iba por Charlot; porque sí, tanto Charlot como Daryl, pensaron que habían contratado a dos personas diferentes. Con eso en mente, los cuatro decidieron ir a descansar por el momento. Zoe también los acompañó al hotel porque temían que ella hubiera sido involucrada.

    La habitación del hotel era grande, con una cama matrimonial y una individual. Daryl estaba acostado en la pequeña, Zoe estaba acostada en la grande, siendo su compañera Charlot, pero esta última se encontraba sentada cerca de la puerta, vigilando a Dominic para evitar que escapara cuando todos estuvieran dormidos. Los minutos transcurrieron y Dominic, quien dormía en el suelo sobre una sábana, se giró dirección a la pelirroja.

    —El que no duermas me dará ventaja a la hora de escapar —comentó.

    —Ah ¿sí? —contestó en voz baja—. Lo dudo mucho, con esa herida.

    Entre la penumbra de la habitación alcanzó a notar que su rostro había dibujado una mueca de dolor. No se necesitaba ser un especialista para saber lo grave que se encontraba. Charlot entrecerró los ojos con recelo al recordar cómo Dominic se atendió. Se percató la experiencia al hacerlo, a juzgar que no era la primera vez que trataba sus heridas, además, no pudo evitar notar las muchas cicatrices que decoraban su espalda y torso, delatando las innumerables batallas a muerte que ha enfrentado. Tal vez muchas de ellas saliendo victorioso por suerte.

    Su preocupación aumentó todavía más al pensar en eso. En solo esa batalla que tuvo con él, comprendió el tipo de persona que era; se encaraba a sus rivales en una lucha de vida o muerte, a saber, que estaba allí, vivo, todas las ganó.

    No pudo evitar pensar que sería de ella sin la presencia de Daryl y el haber aclarado todo el asunto antes de que se volviera en algo más peligroso. ¿A caso el príncipe se dio cuenta de eso y por esa razón decidió no huir? Descartó esa idea. Daryl era del tipo imperativo.

    Sin pensarlo dejó salir un suspiro.

    —¿Me dejaran tranquilo cuando los lleve con ese tipo? —inquirió él.

    Charlot dibujó una mueca de disgusto, ¿quién se creía para decir eso? En primera estancia fue él quien los atacó sin más. Y era evidente que aprovechaba esa situación para descansar de sus heridas. Chistó. No confiaba nada en él. No sabía si era realmente un despistado o alguien muy ingenioso.

    —Cállate y duerme. Despertarás al príncipe —contestó, aunque en voz baja, con un tono molesto.

    —¿De verdad piensas que está dormido? Ninguna de las cuatro personas aquí lo está.

    —Eres la última persona a la que quiero escuchar.

    Tenía una mar de líos en la cabeza. Estaba preocupada por otro posible ataque. Por la seguridad del príncipe, el desconocer a la persona que deseaba dejar invulnerable a Daryl, la muerte de Dan, la persona que habló con Dominic, el por qué o quién sabía de la llegada del príncipe a la ciudad; pensar en todo eso provocó que comenzó a dolerle la cabeza. Realmente necesitaba relajarse un poco. Necesitaba descansar para poder pensar en frío lo que tenían que hacer de ahora en adelante.

    Aquel viaje que solo parecía mandar un mensaje resultó dar un giro muy drástico. Desconociendo el verdadero futuro que les acaecería de ahora en adelante. Esa noche solo fue la punta del iceberg. De un iceberg cuya profundidad llevaba a un abismo sin igual.

    —Oye... —sintió curiosidad sobre algo—; ¿cuál dijiste que era tu apellido?

    —Bytheseasho —tardó en contestar—. ¿Por qué?

    —Es que me suena de algún lado —Meditó un poco hasta que recordó algo—. De casualidad tu padre o algún familiar trabajó en palacio. Siento que he escuchado ese apellido en algún lugar.

    Dominic se movió en la cama improvisada y dándole la espalda, finalizó con un:

    —No lo sé.


    . . .​


    —Señor... señor, ya hemos llegado a la estación.

    Armon abrió los ojos lentamente y lo primero que vio fue el cielo azul sobre él. El resto del trayecto lo viajó en la parte trasera de un carruaje de carga. Se irguió sobre sí para mirar su alrededor, el montón de cajas y pieles de animales escondían su visión, vio al chofer del carro asomarse. Bajó del vehículo en un salto y se estiró mientras observaba la animada estación Glavny.

    “Así que este es la famosa capital de Triko, ¿eh?”

    Sin decir una palabra más, le lanzó una moneda de plata al conductor, y comenzó su camino. ¿A dónde debía ir primero? Su objetivo era encontrar a Daryl, rio a sus adentros, claro, encontrar a alguien específico en una ciudad tan grande como lo era Inotrantsy era una locura, o por lo menos para alguien diferente, porque para él, eso era tan fácil como era para el lobo cazar una presa.

    Sacó la bolsa donde el anciano le mandó el dinero y acercándola a su nariz, exhaló con fuerza el aroma que había en ésta. Habían dos olores; uno de ellos era del viejo Craig mientras que el otro era uno que no reconocía, pero a saber lo que el viejo pensaba, supuso que ese olor era del príncipe.

    Quizás, sin esa real preocupación, comenzó a indagar por las calles en busca de una taberna o un bar. Ya que estaba en esa ciudad, aprovecharía para investigar sobre el supuesto grupo de rebeldes del que escuchó. Le nacieron unos deseos de hablar y conocer a su líder. Quería conocer a la persona que estaba liderando ese movimiento.

    Y una vez cumpliera su comisión de asesinar al próximo heredero al trono Daryl Van Suna, se movería hacia el noreste, hacia las prefecturas Den y Nach, porque también deseaba conocer al otro supuesto grupo alborotador.

    Sonrió con gran regocijo. Ahora si era un verdadero honor estar viviendo en lo que creía sería el acontecimiento más grande que ese país sobrellevaría. Era el inicio de un cambio de era. El solo imaginar el olor a sangre, odio, rabia, desesperación, arrepentimiento, miedo, locura, corrupción, traición... todos esos olores era lo único que realmente le excitaba. Lo que realmente hacía que su vida no fuera aburrida.

    El pelirrojo entró a una de las tabernas más populares de la ciudad, se acercó a la barra y sin tomar asiento miró al cantinero, quien le regresó la mirada.

    —¿Qué desea tomar? —se atrevió a preguntar el cantinero al ver su evidente postura—. No me dirá que está buscando enfrentarse a los fuertes de la ciudad. Al parecer sabe un poco de las costumbres que se tenían antes, es muy raro ver a alguien que hace eso en estos tiempos.

    Poco más de veinte años atrás, era muy común que los forasteros que deseaban enfrentarse a los fuertes de las ciudades o pueblos en cuestión se acercaran a la barra de un bar para preguntar por ellos. El no tomar asiento representaba esa acción porque no estaban allí para beber.

    —¿Está mal no haberse sentado? —soltó Armon entre sonrisas mientras tomaba asiento.

    La incomodidad de varios del lugar no se hizo esperar, algunas miradas volvieron hacia su persona, atentos a lo que pudiera decir pues la acción realizada, más que demostrar un pequeño desliz, fue una declaración de amenaza.

    —La verdad es que escuché que esta ciudad es la sede de un grupo en levantamiento hacia el rey actual...

    —No sé de lo que hablas —dijo el tendero con frialdad, interrumpiéndolo.

    Armon sonrió.

    —Lo dudo. Todos sabes que esta clase de lugares, las personas como tú, lo sabes casi todo...

    —Oye, tú, ¡largo de aquí! —gritó uno de los clientes, poniéndose de pie al sentirse enojado ante el tema que estaba a punto de tomar—. ¡Cómo te atreves a decir que se está empezando un golpe de estado! En este lugar no hay personas que quieran tomar armas contra el rey...

    De forma fugaz, mientras aquel secundario continuaba su charla, Armon echó una mirada a los demás.

    —Eh, Otto, cuidado con empezar una pelea —le advirtió el hombre y luego se dirigió a recién llegado—. Realmente no sé de qué estás hablando. Escucha amigo, sea verdad o no ese hecho, debes andar con cuidado de hablar sobre ese tema, hay muchas personas que están a favor del reinado de Kristof Van Suna. Encontrarte con personas así mientras pregonas buscar ese grupo, solo hará que vayan por tu cabeza, ¿lo entiendes?

    —¿Alguno de usted está en el grupo? —preguntó a los presentes—. Me gustaría conocer a quien los lidera. En realidad, me fascinaría unirme a su facción.

    —¿No escuchaste lo que acabo de decirte? —soltó el cantinero, incrédulo que pese a la advertencia terminara diciendo que quería unirse—. Te voy a pedir que te largues de aquí. Este lugar no es bienvenido nadie que piense así.

    El hombre llamado Otto, junto a otros tres más, se volvieron a levantar para gritarle que se fuera de allí al momento que lo ofendían por ser un perpetrador. Amenazándolo de que llamarían a los oficiales mientras otros tantos lo intimidaban diciéndole que irían por su cabeza por ser un traidor.

    Él se limitó a encogerse de hombros y a salir del lugar, sin darle mucha importancia a lo dicho. Es más, tanta así su despreocupación que iría de bar en bar en busca de información y hacerse conocer que deseaba conocer al líder, tarde o temprano lo buscarían al creer que de verdad quería unirse a la rebelión, aunque también podía ganarse enemigos que estuvieran a favor de Kristof e irían a buscarlo para darle muerte. Lo que fuera, estaría listo para cualquier resolución.

    Dos manzanas más adelante, Armon se detiene y comienza a olor el aire al distinguir el olor peculiar de cierta persona. Se desvió y se dirigió hacia ese lugar, siguiendo el rastro. Caminó a paso calmado hasta que chocó hombro a hombro con dicha persona. Los dos se detuvieron a solo escasos centímetros de cada uno, estaban dándose la espalda. En ningún momento se voltearon a mirarse a la cara.

    —Qué gran coincidencia haberme encontrado contigo, ¿no te parece?

    Corban entrecerró los ojos al escuchar esa la voz de ese tipo que creyó nunca volvería a ver, y mucho menos se imaginó que lo haría en Inotrantsy.

    Corban y Artis se conocieron por Craig hace diez años atrás. Corban, desde el reinado de Craig, siempre ha estado trabajando con los Van Suna, por lo que fue nombrado como el primer Venerable oficial hace veinte años, pero cunado Craig conoció a Artis, vio mucho potencial en él, por lo que le dijo que se uniera a los Venerables, en ese tiempo ya se habían unido Layland y Griffin, por lo que Craig decidió que Corban y Artis pelearan para ver quién sería el líder. Pero contra todo pronóstico, Armon denegó la idea de trabajar para los Van Suna. A Artis Monserrat Jade nunca le importó obtener un título, que a sus ojos era algo insignificante y vacío, es más, prefería no tener uno.

    —Si no mal recuerdo, tú eras... ¿cómo? Artis, ¿no? O mejor conocido como Armon.

    —¿Debo sentirme alagado de que el Venerable número uno se acuerde de mi nombre?

    A Corban nunca le agradó él, aunque en realidad era un sentimiento mutuo. Los dos eran completamente opuestos. Sus ideales eran contrarias. Eran antagónicos. Con solo haberse visto una sola vez, aunque no hayan cruzado palabra alguna, ambos se dieron cuenta que nunca llegarían a llevarse bien, ni aunque lo intentaran o se forzaran a hacerlo.

    —¿Qué estás haciendo en esta ciudad? —preguntó el Venerable.

    —Digamos que, cierto viejo, dispone de mis dotes una última vez, porque al parecer no hay nadie más que pueda realizar ese trabajo. ¿Sigues siendo el perro de ese anciano?

    —Parece que no has cambiado en nada. No sabría decir si eso es bueno o no.

    —Tú tampoco, Corban, sigues apestando a falsedad.

    Armon sonrió, era algo irónico que un perro fiel como él, emanara ese tipo de aroma. Por el contrario, ante el comentario Corban solo se limitó a sonreír simuladamente.

    —Si has comenzado a moverte, eso significa que debes haber escuchado algo de lo que está pasando alrededor del país —continuó Corban—. Me imagino que has venido hasta aquí a conocer al líder del grupo que está al mando de un golpe de estado.

    —Digamos que sí. Aunque no he tenido mucha suerte. ¿Me podrías dar información?

    —¿Piensas unírteles?

    —Todo dependerá.

    No se estaba tomaba muy en serio la conversación. Era uno de sus rasgos que más le molestaban de él. Se llegaba a tomar todo en broma.

    —Cuándo eso ocurra, ¿de qué lado estarás, Artis? —preguntó seriamente, para que se diera cuenta de la seriedad de sus palabras—. ¿Por qué no te olvidas de todo, y te unes a los Van Suna? Tener a alguien de tu calibre no estaría mal.

    —¿Estás seguro de querer trabajar con alguien como yo? Sabes muy bien que soy un lobo solitario. No me importa estar en ningún bando, en realidad, soy más un espectador que comienza a mover sus fichas solo para hacer más interesante la cosa. Además, te voy a dar un buen consejo, Corban, no te fíes del viejo al que sigues —Sonrió sínicamente antes de revelar—: Después de todo, estoy aquí por él. Porque me ordenó asesinar al príncipe.

    Hubo silencio mientras la sonrisa de Armon se ampliaba en su rostro, porque no era necesario verle el rostro para oler como el sentimiento de furor reprimido aumentaba en el Venerable. Era más que evidente lo molestó que le resultó saber esa verdad. Se giró un poco para acercarse a su odio y susurrarle:

    —¿Qué harás al respecto, Perro leal? ¿Qué harás cuando el amo al que sigues con tanta lealtad destruya todo lo que juraste proteger?

    Corban lo tomó de su prenda y lo acercó a él.

    —Si haces algo contra los Van Suna, juro que te cortare las entrañas y las usaré como cuerdas para colgarte —le advirtió, a pesar de la seriedad en que lo dijo, pudo mantener la calma.

    Armon amplió su sonrisa todavía más.

    —Y allí está de nuevo... —Le lanzó una mirada penetrante—. Tu putrefacto olor. Date cuenta que tu amo, Craig, me mandó a asesinar a su nieto. ¿Qué harás en ese caso? ¿De qué lado estarás? ¿De quién? Cuando la familia Van Suna se divida, ¿en qué lado estarás tú?

    Había sido demasiado tarde para cuando Corban se dio cuenta que Armon le clavó un cuchillo. Corban lo alejó de él mientras miraba el cuchillo enterrado en su costado, la sangre manchaba poco a poco su ropa. Levantó la vista para mirarlo. Esa era otra de los rasgos que detestaba de él; su sucia forma de luchar.

    Era un experto y sucio manipulador. Lo hizo perder su compostura a propósito para atacarlo al estar en un estado vulnerable.

    Corban inhaló y exhaló para mantener la calma, sabía que perder los estribos contra él solo lo llevaría a la ruina. Se tapó el mango, que sobresalía, con las vestiduras para no llamar la atención. Se giró con la intención de continuar con su camino.

    No perdería el tiempo con Armon, hacerlo solo haría que pudiera perder la oportunidad de encontrarse con alguien a quien quería conocer. Viajó hasta Inotrantsy para contratar los servicios de Zuliy Santa-Borja, el Conquistador. Tener a cuantos estrategas posibles de su lado sería lo más inteligente para lo que se acercaba.

    —Te devolveré el cuchillo cuando te vuelva a ver —le advirtió en un nada sutil tono de amenaza.

    —Lo estaré esperando, Venerable número uno —se giró para retomar su propio camino—. Espero que para ese entonces estés dispuesto a luchar contra mí seriamente, porque te juro que te daré una razón para hacerlo.


    . . .

    Una vez que los primeros rayos del sol iluminaron los cielos, Zuliy se levantó de la cama, y mientras se vestía escuchó como Anis comenzaba a despertar.

    —¿A dónde vas tan temprano? —preguntó ella con voz ronca, observándolo desde la cama.

    —Regresaré lo más pronto posible —le dijo, mirándola—. Nos iremos inmediatamente en cuanto regrese, así que prepara lo que te vas a llevar, procura que no sea mucho. Iré a casa por mis cosas, quizá pase primero por el bar, me despediré de ellos por ti, así que no te preocupes por eso.

    —¿No iremos ya? —preguntó un tanto desconcertada. Pensó que mínimo tendrían ese día para despedirse de sus familiares, conocidos o amigos.

    —Sé que es muy repentino, pero...

    —¿Qué es lo que está sucediendo de verdad, Zuliy? —Lo notó más ansioso de lo normal, tal vez hasta cierto punto nervioso. Algo en su actitud la inquietó un poco, por eso se atrevió a preguntarle—. Lo de anoche... lo de anoche fue un ataque de robo, ¿verdad?

    Zuliy se acercó a ella, sabía que era muy súbito todo así que necesitaba que confiara en él, se inclinó un poco y la besó en la frente.

    —Confía en mí, Anis. Por ahora me urge salir de esta ciudad, no puedo contarte todo con detalle, pero te prometo que te lo contaré una vez estemos establecidos en otro lugar.

    Anis lo miró con una mirada triste, ya desde ayer lo notaba con un aire diferente. Y aquella mirada hizo que Zuliy deseara contarle todo, pero no podía, así que se limitó solo a decirle:

    —Resumámoslo con que me metí con alguien con quien no debía.

    —¿Con quién? —inquirió levantando la ceja.

    Zuliy se masajeó el cuello, dudando un poco, terminó tomando asiento a su lado y comenzó a decir:

    —¿Recuerdas al muchacho que entró al bar aquel día? Bueno, en lo más profundo de mi ser, deseé ser bueno con él, porque los demás lo miraban con desprecio, por ser extranjero, pero en realidad terminó siendo el Asesino de Poderosos, fue el quien me atacó anoche cuando se enteró que yo era el Conquistador, ahora está en busca de mi cabeza y temo por mi vida —La tomó de las manos—. Temo por mi vida. No soy precisamente una persona fuerte. Solo soy un simple estratega.

    —Eso es... ¡es terrible, Zuliy! Tienes que ir a la policía para decirles eso.

    —Me encantaría, pero estamos hablando de una persona peligrosa. No creo que con solo avisarle a la policía vaya a solucionar el problema. Además, no quisiera involucrar a nadie, no quisiera que por mi culpa las personas resulten heridas. Por eso, te lo pido de nuevo, Anis, ¿me acompañarías?

    La mujer comprendió los sentimientos de él, lo amaba tanto que lo apoyaría en sus decisiones. Además, mientras lo observaba, se lamentaba que personas tan bondadosas como él, fueran recompensadas de esa forma tan cruel.

    Una vez estuvo listo, Zuliy salió de la casa, primero fue a la tienda de armas donde compró una pistola y unas cuantas municiones, poco después se encaminó hacia la taberna, quien fue recibido por Alexa y no fue hasta que lo miró bien a la cara que se dio cuenta de la cicatriz.

    —Amor, ¿qué te sucedió? —la tocó con manos temblorosas.

    —¿Te peleaste, Zuliy? —preguntaron los chismosos de turno.

    El pelirrojo se limitó a sonreír.

    —Eso no es para burlarse —Rio lo menos falso que pudo—. Fui atacado anoche, ¿saben?

    —La ciudad se está poniendo peligrosa estos últimos meses —corroboró la mujer y luego miró a Zuliy—. ¿Te enteraste sobre el muerto que encontró la policía cerca de la zona de las Cabañas? Esta es la segunda muerte en esta semana, me da miedo.

    El varón se acercó a la barra.

    —Me han ofrecido un trabajo excelente, así que estaré fuera de la ciudad por varios días —dijo en voz alta para que los demás escucharan, enseguida dejó un par de monedas sobre la barra y susurró al dueño del lugar—. Mandaré una carta dentro de los próximos días. Te daré una dirección para que me mantengas al día.

    El hombre guardó las monedas y asintió a las indicaciones de Santa-Borja. Era cierto que su intención era salir de la ciudad, pero deseaba mantenerse informado porque pensaba regresar algún día, después de todo, Sōla y la ciudad Inotrantsy era su verdadero hogar.

    —Zuliy, amor, ¿sabes dónde podrá estar Anis? —le preguntó un tanto preocupada a la vez que lo abrazaba del brazo—. Es muy raro que llegue tarde a trabajar, estoy un poco preocupada.

    —No te preocupes por ella, está bien —Miró al dueño para hacerle saber—. Dijo que no podrá venir a trabajar hoy porque no se sentía muy bien.

    —Espero no esté embarazada —soltó el hombre mirando al pelirrojo.

    —Nunca cometería tal desliz.

    El ambiente animador y amigable que generaba aquel lugar le gustaba, cada vez que estaba rodeado de aquel grupo de borrachos, lo relajaba, extrañaría ese ambiente en el que se mostraba como él mismo. Despidiéndose de todos y diciendo que regresaría, salió para dirigirse por el dinero que tenía en su hogar. No obstante, su piel se erizó al escuchar a lo lejos la voz conocida de Dominic.

    —Es él... ¡Oye, espera!

    Zuliy se detuvo, apretó la mandíbula con fuerza a la vez que maldecía. Deseó ignorarlo y salir corriendo, pero lo último que deseaba era parecer sospechoso, así que tragando girándose para intentar hablar con él y deshacerse de él, se llevó una nada grata sorpresa.




    . . .​
     
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  8. Threadmarks: Capítulo 17.- Malas decisiones
     
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Sōla: El país de los poderosos [Libro 1]
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    Capítulo 17
    Malas decisiones



    Zuliy Santa-Borja se dio cuenta que Dominic no iba solo, estaba acompañado de tres personas. No necesitaba ser demasiado inteligente para saber quienes eran. El chico debía tratarse del príncipe porque ocultaba su cabello con lo que parecía un turbante. La chica de piel morena, a juzgar por sus rasgos físicos, debía tratarse de la hija del domador de aves, Usha. No obstante, intentando no llamar la atención, sus orbes se centraron de forma fugaz en la joven de cabello de fuego, quien tenía una mirada muy apática, y a quien imaginaba era la escudera y guardaespaldas del príncipe.

    “Eres un completo inútil”, deseó gritarle a Dominic, “Tenías un solo trabajo. Uno solo y lo echaste a perder, idiota”.

    Al tener enfrente a tales personajes, lo primero en lo que pensó fue en huir, pero si actuaba de esa forma solo se vería más sospechoso, y todavía no conocía la verdadera razón por la que lo llamaron. Así que, reprimiendo su impulso, sonrió a Daryl.

    —¿En qué puedo ayudarlos? —preguntó.

    —¿Tú eres la persona a la que le pidieron asesinar a mis compañeros?

    Zuliy no evitó ponerse algo nervioso. Tenía que pensar en algo rápido para zafarse de esa situación. Cometió un grave erros y había sido el de dar por hecho de que el Asesino de Poderosos asesinaría a la escudero, pero por lo que sus ojos veían, no fue así. ¿Qué significaba eso? ¿Se habían convertido en amigos? ¿Lo había vendido? ¡Eso era una broma de mal gusto! Mantuvo su compostura.

    —¿No será que tú... que usted sea el príncipe? —fingió sorpresa.

    Rápidamente Daryl asintió a la vez que le pedía que no hablara con mucha fuerza porque había mucha gente al rededor y lo último que deseaba era llamar la atención. Zuliy fingió sentirse avergonzado ante la situación al tapar su boca.

    —Antes que nada —continuó—, me disculpo por todo el malentendido que pude haber generado. Señor, su servidor presente, realmente está arrepentido por mi estúpido actuar —Se inclinó para demostrar su arrepentimiento (uno falso, por supuesto).

    Los presentes se miraron sorprendidos al estar frente a una persona de buenos modales. Daryl hizo que se levantara.

    —No es necesario que hagas eso aquí —le pidió mirando a sus lados. Muchos de los presentes se quedaron mirando, en especial aquellos que conocían a Zuliy, porque se preguntaron quienes eran los de aquel grupo y por qué Santa-Borja hizo lo que hizo.

    —Aquí no hay nada que ver —dijo Charlot a los que se atrevieron a detenerse—. Así que continúen con lo suyo.

    —Por ahora, lo único que necesitamos saber es por qué le pediste ayuda a Dominic, y quién fue la persona que te pidió hacer eso —continuó Daryl, tragándose un poco su enojo. Sí, estaba molesto de saber que el presente tuvo que ver con el asesinato de Dan, pese a su pensamiento, primero quería saber sus razones o su historia.

    —Honestamente no sabía qué hacer —comenzó a decir disfrazando su voz a un tono quebrado, abrumada—: Me encontré en un dilema cuando vinieron a mi casa y me ofrecieron una absurda cantidad de dinero. La verdad es que “esa persona” me tomó borracho, así que terminé aceptando sin darme cuenta de lo que supondría, hasta la mañana siguiente, cuando me levanté y recordé todo, maldije a los cielos mientras la angustia subía por mi garganta, y es que... es que acepté porque... mi madre, ella...

    —Cálmate —dijo Daryl intentado que se calmara al sentir que en cualquier momento se quebraría allí mismo—. Dominic me informó un poco de la situación. No es necesario que seas tan especifico...

    —En pocas palabras, no seas tan redundante y solo responde lo que te preguntamos —comunicó con dureza la pelirroja, provocando que Zuliy la mirara fugazmente—: ¿Quién fue la persona que te encargó eso? ¿Quién te contrato? ¿Es un grupo?

    “Maldito seas, Dominic” lo maldijo una y otra vez, deseándole la muerte, “Pensé que podía confiar en ti. Esa mujer será el verdadero problema, si tan solo... sin tan solo te hubieras dedicado a hacer tu trabajo y matarla, mi plan hubiera funcionado a la perfección”.

    —Charlot, no deberías ser tan dura —pidió Zoe, sintiendo un poco de pena por la señora Santa-Borja.

    —¡¿Qué no sea dura?! —Miró con severidad a Zoe.

    La morena comprendió la situación en la que se encontraban, alguien o un grupo estaba vigilándolos. No era una situación en la que debería meterse.

    —Señor, tenga misericordia por este humilde plebeyo —comenzó a decir Zuliy—. Sé que cometí una verdadera estupidez —Se arrodilló con la intención de dar lástima solo para volver a ser levantado por el príncipe, cuya situación le estaba incomodando—. Le imploro que cumpliré cualquier castigo por lo que le propuse a Dominic, pero le ruego por el cielo y por Dios que está en los altos, que perdone mi vida, tengo a una madre que cuidar. Soy su único sustento.

    Necesita salir de esa situación lo antes posible. Comenzó a sentir un mal presentimiento, especialmente por Charlot, quien no parecía ceder ante sus plegarias y su lamentable actitud. Se enfocaría en Daryl, quien parecía ser mucho más flexible. Si eso no funcionaba, huiría, después de todo tenía ventaja, se encontraba en su territorio.

    —Ya te dije que no es necesario que hagas eso, por favor.

    —Respecto a la persona que me contrato —continuó el pelirrojo—, no sé nada de él. Realmente me gustaría decirle como era la persona, en una forma de demostrar mi arrepentimiento, pero... esa persona, no era una persona normal. Me explico, lo que se me apareció fue una sombra.

    —¿Una sombra?

    —Efectivamente. Sé que se escucha descabellado, en un principio pensé que era una alucinación de mi borracha mente, quizá por eso no me di cuenta lo que acepté al final. Tal vez pensé que era un sueño. No sé quién fue, ni su nombre ni dónde vive, y tampoco él me dijo nada, por obvias razones, me imagino. Pero creo que esa persona, o mejor dicho, esa sombra, era solo el mediador.

    Daryl dejó salir un suspiro extenuante. Si era verdad lo que escuchaba, entonces se enfrentaban a alguien realmente peligroso. Si se trataba de alguien que pudiera aparecer y desaparecer en forma de sombra, estarían detrás de alguien más cercano a un fantasma que no deja rastro alguno, y su preocupación aumentó.

    —¿Qué fue lo que te dijo y te pidió exactamente? —preguntó Charlot.

    —Me informó sobre la llegada del príncipe a esa ciudad como su ubicación, y recalcó que a quien tenía que asesinar era a la escudero. Pero que no tocara al príncipe por nada del mundo —aclaró lo último, esperando que esa frase significara algo positivo a su persona.

    Charlot frunció el ceño.

    —¿Solo al escudero, estás seguro?

    —Sí, solo al escudero —reiteró.

    Daryl lo miró detenidamente y Zuliy tragó saliva con nerviosismo. El sudor comenzaba a mostrarse en su frente. Era la primera vez en su vida que se encontraba en una situación tan complicada y a la que desconocía el resultado. Lo único en el mundo que le fastidiaba a él, era actuar improvisado, no por nada se le conocía como el Conquistador, lo planeaba todo a la hora de ejecutar un trabajo. Esa situación se salía de sus expectativas.

    —Te debió decir que el escudero era mujer, ¿no? —preguntó Charlot.

    Él asintió.

    —¿Fue entonces que le pediste ayuda a Dominic? —preguntó ahora Daryl.

    —Suerte. Me atrevería a decir que sentí que el cielo lo trajo a mí—Miró de reojo al nombrado—. La aparición del Asesino de Poderosos me haría la tarea más fácil, sí, lo admito, al tener miedo de asesinar a alguien pensé en pedirle a un tercero hacer ese trabajo. Por supuesto, le propuse la mitad del dinero que se me pagó, aunque él no lo quiso. Soy solo un cobarde que buscó a alguien más para hacer su trabajo sucio.

    —Escucha, te voy a pedir algo —propuso Daryl—. No puedo dejarte ir sin más, especialmente porque eres un testigo importante y la única persona que tuvo contacto con ese mediador.

    —¿Van a retenerme?

    —Me temo que sí, tendrás que acompañarnos. Necesitamos que nos cuentes más a detalle lo que ocurrió antes y después de verte con esa sombra.

    —Pero hay algo que me molesta —dijo Charlot acercándose a Daryl y encarando a Zuliy.

    —¿Disculpa? —Por primera vez, Santa-Borja la mira directamente a los ojos.

    —Sí. Hay algo que realmente me molesta de toda esta situación. ¿Por qué no dejas mentir y dices la verdad? —Le enseñó dos pedazos de cerámica, de lo que parecían ser piezas que formaban una máscara de dicho material—. Esto es tuyo, ¿no es cierto?

    Zuliy tragó saliva con dificultad e intentó por todos los medios no demostrar nerviosismo.

    —¿Qué es eso? —inquirió Daryl, extrañado.

    —Lo que me molesta de toda esa absurda historia es que esa sombra le haya pedido ese tipo de trabajo a un cualquiera. ¿Quién eres en realidad? —Lo miró a los ojos y él le contuvo la mirada—. ¿Cuál es tu identidad? ¿Por qué te buscaron para pedirte hacer ese trabajo a ti?

    De forma inconsciente, los orbes de Zuliy se volvieron a Dominic y después de mucho tiempo, sintió como su corazón se estrujaba en su pecho. Debió huido antes.

    —¿A-a mí? —Su voz tartamudeó por poco—. No soy más que un hombre desesperado por unas cuantas monedas.

    —Vendrás con nosotros porque tú eres el asesino de Dan, nuestro chófer —sentenció la pelirroja.

    El asombro de todos los presentes no se hizo esperar, Dylan, Dominic y hasta Zoe miraron a la pelirroja de forma anonadados, pero no era ni de lejos al asombro que sintió Santa-Borja; ¿cómo había llegado a esa conclusión? ¿Se equivocó en algo que dijo? ¿Se vio muy sospechoso? ¿No actuó bien? Demostró auto-control solo por sí acaso, lo que ella estaba diciendo era solo algo al azar, sin embargo, para su nada grata sorpresa, no era así.

    —Disculpe, señorita, pero ¿de qué está hablando? —Se hizo el que no sabía nada.

    —Sí, ¿de qué estás hablando, Charlot? —preguntó Daryl—. Explícate, ¿cómo llegaste a esa conclusión?

    —La cicatriz que tienes en la cara se ve reciente, de hace unas horas. Además, en la escena encontré más restos de lo que formaban una máscara. He escuchado sobre un enmascarado famoso, creo que es llamado como el Asesino de las Sombras o algo así. ¿No es extraño que a alguien común le hayas pedido un trabajo de gran escala, como lo es asesinar a alguien? No lo creía. Toda la noche estuve pensando en eso. La persona que engañó a Dominic lo tuvo que haber hecho deliberadamente. Si le encomendaron ese trabajo debía ser por una razón. Y tú mismo lo dijiste —apuntó a Zuliy—, cuando conociste a Dominic, al Asesino de Poderosos, tuviste que mentirle diciéndole que el escudero tenía un título para que me atacara. Pero cometiste un error, Asesino de las Sombras, nunca imaginaste que el Asesinos de Poderosos solo se enfrenta a los que poseen un título, y cuando se aclaró que yo no poseo título alguno, nos dejó.

    Zuliy bajó la cabeza como los hombros, esa mujer era más lista y perspicaz de lo que creyó. Se sintió acorralado. No obstante, su piel se erizó en un abrir y cerrar de ojos al sentir un ambiente frío, levantó la vista para ver como Dominic lo miraba de forma intensa, frunciendo el ceño, molesto, realmente enojado, se le veía como una bestia; un león al asecho de su presa, preparado para atacar a su presa en cualquier segundo. Era la primera vez que se sentía intimidado.

    —¿Eso es cierto? —preguntó Dominic—. ¿Tú eres el verdadero Asesino Clandestino?

    No tenía escapatoria. Aunque intentara mentir, y por el momento hacerles creer que no lo era, no lo dejarían ir y lo obligarían a acompañarlos, sabiendo que más temprano que tarde, la pelirroja investigaría más a fondo su identidad. A diferencia de Dominic, ella no sería engañada con facilidad. Era de naturaleza desconfiada. Lo dedujo desde la primera vez que la vio.

    —¡Responde! ¡¿Sí eres el Asesino Clandestino?! —insistía en saber Dominic mientras acortaba distancia de él, pero Daryl se interpuso para detenerlo.

    Zuliy se mantuvo en silencio, con la cabeza mirando el suelo.

    —Sé que es precipitado —pidió Daryl—, pero con solo el hecho de que sabes quién soy, te ordeno a que nos acompañes. No podemos llevarnos por suposiciones. No podemos dejarte libre, tendrás que venir con nosotros.

    Para sorpresa de los presentes, Zuliy comenzó reír como si hubiera perdido la razón.

    —Aaah, ¿que caso tiene seguir actuando cuando me han descubierto? Pero es cierto, fui yo quien asesinó a su chófer. ¿Y qué más da? ¿De verdad creen que pueden detenerme con facilidad? Saben, están en mi territorio y tengo una pequeña ventaja sobre ustedes.

    Una vez que dijo eso, Santa-Borja se giró y echó a correr, pero sin antes gritar a los cuatro vientos que ese grupo era muy peligroso y que tuvieran cuidado con ellos. Todas las miradas de los presentes se centraron en ellos, y no dudaron en las palabras de Santa-Borja, principalmente porque se trataba de Zuliy, a quien todos respetaban y querían en esa ciudad, en especial en ese barrio. Ante sus ojos, aquel grupo se veía peligroso porque tres de ellos tenían rasgos extranjeros.

    Aunque Daryl, Charlot y Dominic intentaron seguirlo, una multitud comenzó a detenerlos, entre ésta había personas que comenzaron a atacarlos, no tuvieron opción que defenderse, sin dañarlos.

    —Ese desgraciado —refunfuñó Charlot al ver cómo iba alejándose más y más.

    —Charlot, tenemos que tener cuidado —dijo Daryl mientras se defendía de un ataque con la espada que no había desenfundado.

    —¡Si no hacemos algo ese tipo escapará! —chistó molesta al momento que golpeaba a un tipo que quería atacarla—. Es evidente que entre la multitud hay esbirros de ese cretino.

    —¡Seré yo quien lo mate! —gritó Dominic, furioso, atacando sin más a todo quien se interpusiera a su paso, sin importarle dañar a esbirros como a civiles.

    —Espera, Dominic, no dañes a...

    Dominic comenzó a moverse, haciéndose un espacio entre ellos, ahora tenía una meta y era alcanzar y matar al Asesino Clandestino.

    Daryl se sintió acorralado porque no dudaba que entre las personas que atacaban hubiera secuaces de él, pero también había civiles que creían en las palabras de ese hombre. Sin contar que realmente quería atraparlo para darle un castigo merecido por haber asesinado a un amigo, pero no podía herir a las personas independientemente de que se tratarán de secuaces o no. Pero tampoco podía solo ordenarles que se retiraban, no podía revelar su verdadera identidad, menos ahora sabiendo que había personas que estaban detrás de él.

    Tampoco quería que Dominic alcanzara a la única persona que conocía al mediador

    Y cuando pensó que no podrían hacer nada para escapar de la muchedumbre, ocurrió algo inesperado como impresionante. El suelo comenzó a temblar y a agrietarse y de esas fisuras crecieron hierbas y raíces que retuvieron a la mayoría de las personas. Daryl y Charlot se giraron para ver como Zoe, con sus manos sobre la tierra, había hecho crecer las raíces y hierbas de las macetas que adornaban las casas y puestos.

    Ambos se quedaron impresionados ante el gran poder que poseía Zoe.

    —¡Vayan detrás de él! —les dijo la morena, con la voz entre cortada porque le constaba usar su poder. Pocas veces lo usaba.

    —Vámonos, Daryl —dijo Charlot tomándolo del brazo y halándolo, no debían desaprovechar la ventaja que Zoe les regaló.




    Craig miraba con detenimiento como su nieto, arriba de un banquito para alcanzar las repisas más altas, buscaba un buen libro para estudiar. De nuevo, aquel pequeño de tan solo diez años demostraba su gran pasión por el aprendizaje. Si tan solo su estúpido hijo hubiera sido igual o si quiera su otro nieto tuviera la pizca de inteligencia que demostraba Conan, esa sería otra historia. Conan era el más apto para ser el verdadero sucesor del país. Desvió la mirada al piso.

    —"Señor, le recuerdo que Conan no es George".

    Ante el recuerdo de aquellas palabras que le dijo Corban en susurro, le provocó un sentimiento de desagrado. En su momento esa atrevida oración le irritó, ¿quién se creía que era? ¡Claro que lo sabía! Era más que consciente que Conan no era George. ¡Era inconcebible que Corban se hubiera atrevido a decirle tal cosa! Apretó con fuerza el libro que portaba en sus manos mientras su respiración se agitaba.

    —Abuelo, ¿se encuentra bien? —El niño no evitó ver con preocupación a su abuelo.

    La suave y preocupada voz de su nieto favorito lo volvió en sí, tranquilizándolo un poco, le devolvió la mirada al momento que asentía con la cabeza y dejaba el libro al lado de los otros.

    —¿Encontraste algo de tu interés, hijo mío? —le preguntó para cambiar el tema.

    —Hay varios que me gustan, mmm, y no sé por cuál empezar —El niño miró los dos libros cuyas portadas llamaban su atención.

    Craig se acercó a él, y se sorprendió de ver los títulos; Leyendas de Beskonech y Las ruinas de las reliquias del Sol. Eran libros muy antiguos, cuyos textos el mismo Craig había olvidado pues los había leído a una corta edad. No estaría mal volver a leerlos, para repasar su historia. El origen de poderoso Sōla.

    —Esos son muy buenos libro, te recomendaría el de Las ruinas de las reliquias del Sol, por lo que recuerdo habla sobre el origen de nuestro grandioso país. Impresionante que te guste leer ese tipo de libros —Observó como el niño continuaba indeciso—. Puedes llevarte ambos, hijo, si no sabes con cual quedarte, y también sabes que eres bienvenido aquí cuanto desees. No es necesario que yo esté aquí para que tú puedas entrar.

    El anciano miró las estanterías de las que su nieto de allí sacó un libro, leyó su portada: "Sōla: El país de los poderosos". Ese también era un buen libro, hablaba sobre la dinastía de la familia Van Suna y del nacimiento de los poderes. Habían tantos buenos libros de historia que necesitaría de dos vidas para poder leer todos los que se encontraban en la biblioteca real.

    Era bien sabido por todos los que residían en el palacio que aquel lugar estaba prohibido que cualquiera entrara allí. Para Craig el que alguien sucio e ignorante pisara tal sagrado sitio significaba una burla, pues pensaba que nadie apreciaba como él, la sabiduría que los libros poseían. Antes, la biblioteca real estaba abierta para toda la familia e invitados, pero desde que se dio cuenta que nadie valoraba las palabras, decidió prohibir la entrada a cualquiera que él no viera verdadero interés en la historia, ciencia, poesía u otro género literario. Pero Conan era diferente, sí, no era igual al vulgo.

    Así era, Conan, George, Alexandre y él eran los únicos que pudieron apreciar con verdadero interés el interior de los libros.

    —Después de todo —continuó diciendo el anciano a Conan—, este lugar, esta biblioteca, es nuestro pequeño recinto. Solo tú y yo apreciamos la historia, hijo mío.

    —Había olvidado a lo que venía originalmente —recordó el pequeño al momento que sonreía un tanto avergonzado, y es que cada vez que entraba a ese lugar se perdía entre los libros—. Venía a comunicarle que Madre recibió un mensaje del príncipe, informando que llegó con bien a su destino y que volverá lo más pronto posible. Probablemente el príncipe esté en camino.

    —Ah, ¿sí? Es bueno saberlo —respondió, interesándole en lo más mínimo.

    Conan lo miró detenidamente y se entristeció ante el sentimiento que emanaba su abuelo. Siempre fue distante, desde que ha tenido memoria lo ha visto alejado de los demás, él era el único que le hacía compañía, por esa razón iba a visitarlo, porque no deseaba que continuara emanando esa tristeza, esa gran pesadumbre que cargaba sobre su espalda; deseaba animarlo por lo menos un poco con su presencia.

    —Abuelo... —dudó en continuar.

    Craig lo miró.

    —¿Dime, hijo?

    —Usted... ¿usted odia al príncipe Daryl?

    No supo que responde ante aquella interrogante, es más, le impresionó mucho que lo preguntara. No era algo que deseaba responder, ¿por qué lo preguntó? ¿Era muy obvio que sí? Siempre que estaba con él, trataba de mostrar buenos ánimos. No quería que su apreciado nieto lo viera con malos ojos.

    —Claro que no —respondió desviando la vista hacia un anaquel—. Hijo, no sé qué es lo que te ha dado esa impresión. ¿Alguien te contó algo?

    “Seguro algo le dijo esa maldita zorra” pensó odiando más a Lena. Se molestó ante el pensamiento de que ella comenzara a envenenarle la mente a su nieto tal como lo hizo con su estúpido hijo, Kristof. Pero sabía que Conan era más inteligente, y no se dejaría engañar.

    —No, nadie me ha dicho nada —respondió el pequeño pelirrojo—. Es solo que me ha dado la sensación de que a usted no le agrada mucho el príncipe Daryl.

    —No hijo, no pienses así. Y cualquier cosa que yo haya hecho, me disculparé con él, seguro que pudo haber sido un mal entendido. Es más, te prometo, jurándolo por todos los Van Suna que miraran desde el cielo y jurando por mi propia vida, que cuando el príncipe Daryl regrese, le daré personalmente mis bendiciones como heredero al trono de Sōla.

    Conan se alegró ante esa aclaración pues sabía lo importante que era para un heredero tener las bendiciones de todos los familiares, por el contrario, Craig lo juraba porque estaba completamente seguro que Daryl no regresaría al palacio porque había mandado a Armon a deshacerse él, y tratándose de asesinar a personas, era el mejor postor.

    —¿Me acompañaras hoy, hijo?

    —Me encantaría hacerlo, abuelo, pero hoy me ha apetecido leer en el aire libre.

    Craig se entristeció un poco pues le encantaba estar en compañía de Conan, pero no era egoísta con él, y lo despidió con una gran sonrisa. Un minuto después de que el niño se hubo ido y Craig se disponía a tomar asiento para continuar su lectura, su siervo tocó la puerta.

    —Mi señor, vengo a infórmale que su visita ha llegado, lo espera en su habitación como lo han acordado.

    —¿Qué visita? —frunció el ceño, molesto, se acercó al sirviente y lo fulminó con la mirada—. ¡¿A quién has dejado pasar a mi habitación, idiota?! ¿Por qué dejaron entrar al palacio a un desconocido? ¿De quién se trata?

    —S-señor, e-el hombre —comenzó a tartamudear—. El hombre dijo que...

    Craig lo tomó de la boca, deseoso de cortarle la lengua ante su incompetencia. No podía creer la insuficiencia que podía existir en la guardia. En sus días, cuando él era el gobernante supremo ¡nunca hubiera permitido semejante desliz!

    —¡Habla claro! —ordenó y luego lo soltó—. Dame una buena razón para no mandarte al calabozo por tu incompetencia. ¿Quién es ese hombre?

    —El hombre estaba en recepción, una de las damas lo encontró. Se le preguntó quién era y éste contestó que era un viejo amigo suyo, y que estaba aquí porque tenía una reunión con usted. Se presentó como Deo Cyh.

    La impresión del anciano no se hizo esperar al escuchar ese nombre, vino a él un sinfín de memorias junto a un mareo, como si aquel nombre fuera el mismo mal que le provocaba un dolor estomacal.

    —Perdone la vida de este humilde servidor, Señor, fue un mal entendido, ahora mismo le diré a alguien que lo saqué de su habitación.

    —No —lo detuvo.

    —¿Señor?

    —Acabo de recordar que sí, tenía una cita con él —continuó con una voz tan distante, como si su alma se hubiera despegado de su cuerpo.

    Con paso apresurado y moviendo a un lado al siervo, llegó hasta su aposentos, se detuvo frente la puerta y la miró mientras su rostro dibujaba una mueca de disgusto y miedo. Inhaló y exhaló profundamente para calmarse antes de entrar. Al abrir la puerta, lo primero que observó fue la espalda de aquel personaje, quien miraba desde el cristal de la ventana, desde allí podía apreciar al príncipe Conan, sentado, leyendo amenamente bajo la sombra de ese frondoso árbol.

    —¿Él es el hijo menor de Kristof y Lena?

    Craig, desde su posición, frunció el ceño, cerró la puerta tras de sí.

    —Es Conan, mi nieto —contestó.

    —¿Dónde está el príncipe heredero? Me encantaría conocer al futuro rey —El hombre se giró para ver a su viejo conocido—. Muy buenas, Craig Van Suna. Qué bueno es volver a vernos después de mucho tiempo, ¿no lo crees? Oh, vaya, sí que has cambiado mucho en estos últimos, ¿treinta, cuarenta años? Ya no recuerdo cuando fue la última vez que nos vimos cara a cara. Hace tiempo que dejé de contar los años.

    Aquel hombre de aspecto mayor, de voz ronca pero firme, de cabello grisáceo, piel blanca y aquellos ojos peculiares que compartían dos colores; violeta y verdoso, le regaló a Craig su más sincera sonrisa.

    —Yo no puedo decir lo mismo de ti —contestó Craig de forma tajante—. Tú sigues igual a esa última vez.

    —Veo que no has cambiado mucho... no, en realidad puedo ver que sí, se nota que has envejecido.

    Craig no dijo nada.

    —Me imagino que sabrás la razón por la que he venido aquí —Cerró los ojos y luego dejó salir un suspiro. No quería haber llegado a ese punto. Quería llevar la situación de forma pacifica—. Nunca me imaginé que después de tantos años de no habernos visto, el regalo que me hayas enviado haya sido a alguien tratando de matarme. Esa mujer es muy fuerte, se nota que es de tus más poderoso guerreros.

    Craig sintió la necesidad de morderse los labios, ¿a caso se estaba burlando de él? Era cierto, era de sus guerreros más poderosos, y por lo que podía ver, no fue nada para él. El nombrado Deo miró al antiguo rey del país, esperaba que dijera algo, pero no parecía que deseara hacerlo.

    —Me preocupa mucho lo que estás planeando, Craig. Estoy realmente preocupado. Pensé que teníamos un trato. No sé lo que planeas hacer, pero no me gustaría involucrarme. Amo este país y a su gente, como amo el país Lunā y a su ge...

    —¿Por eso asesinaste a tantos de ellos en Beskonech? —preguntó de forma burlesca, con toda la intención de provocarlo. Consideraba que no era la persona más correcta para decir esas cosas; de pregonar “paz”, “amor”, “compañerismo” o “tolerancias” cuando fue quién terminó matando a todos esos soldados en aquella masacre.

    —Sabes la razón por la que tomé esa decisión. Solo deseé que existiera paz entre estos dos países a los que aprecio tanto.

    Craig dejó salir una risotada, nada discreta y burlesca.

    —Si de verdad hubieras cumplido la parte de tu contrato, debiste terminar con la vida de Alec, ¿no se encontraba allí también? ¡¿Por qué fue el único que sobrevivió junto con su maldito hijo?! ¡¿Por qué?!

    El solo recordar ese hecho hizo que su estómago se irritara y la ira subiera por su garganta. No podía creerlo. ¿Por qué? ¿Por qué los hijos del rey Alec continuaban vivo? ¿Por qué? ¿Por qué tenía que ser así? Todavía se preguntaba por qué ese mal-nacido, junto con su prole, tuvo que sobrevivir. ¿Por qué?

    —Tú saber cual fue el trato, Craig. El trato fue atacar solo a los guerreros, no al rey ni a sus descendientes, entiendo como te sientes, y por esa razón estoy preocupado.

    Le enseñó la noticia que hablaba sobre la llegada del príncipe Land Diu Lunare al palacio Van Suna.

    —La verdad es que cuando mandaste a alguien a asesinarme, no le quise dar tanta importancia, pensé que solo querías hacerme desaparecer, pero cuando leí esta noticia, sentí un mal presentimiento. Quiero evitar que haya una guerra entre Lunā y Sōla. Craig, no hagas algo de lo que te puedas arrepentir.

    —Sabes que esto siempre ha sido una falsa paz. Algún día, uno de nosotros volvería a atacar, y qué mejor empezar algo que es inevitable.

    Deo asintió, dándole toda la razón, porque aunque le doliera admitirlo, pudo comprobar en esos últimos años que Sōla nunca llegó a tener verdadera paz, ni siquiera dentro de su mismo territorio, siempre hubo territorios dentro del territorio conflictos bélicos. Desde que el pequeño reino de los Van Suna fue incrementando y adquiriendo más terrero, fue provocando que existieran contiendas en un territorio nuevo con otro viejo. Nunca existió paz en Sōla, pero aun no tiraba la toalla con eso, la encontraría, aunque significara asesinar a casi toda la población.

    —Fue mi error haberte pedido “eso” a cambio de ganar la guerra —soltó Deo mientras se encaminaba hacia la puerta para retirarse, mas antes de cruzar el umbral, lo miró una última vez—. Lo mejor hubiera sido despojarte Beskonech.

    —O quizá no —escuchó por última vez a Craig.

    Sin mirarlo, le dijo una última vez:

    —Vine solo a advertirte que, dependiendo del resultado y las decisiones que tomes más adelante, me veré en la obligación de tomar un bando, y creo que te imaginas cual tomaría esta vez, ¿no es cierto? Así que, piénsalo bien, Craig.

    Deo salió y se encaminó hacia el patio y desde allí observó a Conan, quien al sentir su mirada, el pequeño levantó la vista para mirarlo. Conan se extrañó un poco, no obstante, más que sentir desconfianza, sintió empatía por aquel hombre de apariencia anciana, por una extraña razón, vio en sus ojos una profunda melancolía y por ende, le preguntó, preocupado:

    —¿Le puedo ayudar en algo, señor?

    Lo preguntó al sentir que tenía que hacerlo, como si él fuera el único que pudiera ayudarlo. Dejó el libro sobre el pasto y se puso de pie, esperando alguna respuesta.

    “Así es como debió haber sido desde un principio”, pensó el anciano para luego decir en voz baja:

    —Ustedes dos, son un gran ejemplo de lo que debió haber sido desde el comienzo.

    Sin decir nada más, Deo se dispuso a salir de ese lugar para continuar con su viaje, mentalizándose en que tarde o temprano tendría que decidir a quién apoyar, pero sin terminar rompiendo su promesa. Pese a todo, aún tenía fe en esos pequeños, en esos dos retoños, porque serían quienes cambiarían el futuro de ambos países.




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    Última edición: 18 Junio 2022
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    Sonia de Arnau

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    Capítulo 18
    Asesino vs Asesino


    Zuliy estaban más que consciente que el huir era un movimiento muy arriesgado porque había amenazado con la vida del mismísimo príncipe del país, con el hecho de que él ordenara su captura, movilizaría a toda la nación para encontrarlo. Sería considerado un desertor y peligro aunque su intención nunca fue dañarlo. Si funcionaba su plan de escapar para refugiarse en uno de los países vecinos, lo más probable era que ya no podría regresar Sōla al que tanto amaba, pero para mantenerse con vida estaba dispuesto a pagar ese precio.

    Corrió como nunca en su vida lo había hecho, sin saber que Dominic, como alma que se lleva el diablo, le pisaba los talones, no fue que se percató de presencia cuando al girarse en una esquina se detuvo un segundo para cerciorarse de que nadie del grupo lo seguía. El pelirrojo dejó escapar una maldición ante la persistencia del Asesino de Poderosos, apretó los puños mientras apresuraba el paso. Si los rumores eran ciertos, Dominic no lo dejaría escapar con tanta facilidad ahora que sabía que tenía un titulo. Ni siquiera parecía dudar a la hora de noquear a las personas que trataban de detenerlo.

    Solo necesita resistir un poco, faltaba una cuadra para llegar a casa, tomaría el dinero y continuaría huyendo. Entró a la casa de dos pisos y sin bajar el ritmo en ningún momento se dirigió hacia su habitación para tomar la bolsa de monedas.

    ¿Dónde la deje? ¿Dónde estaba? ¿Dónde?

    Subió al segundo piso para buscar por las habitaciones una cuerda, sabía que había visto una aunque con su mente en caos no recordaba donde, por fin la encontró la soga sobre un clavo que colgaba en la pared, chistó al escuchar las frenéticas pisadas de Dominic ingresando al edificio, pudo escucharlo maldecir. Zuliy se encaminó hasta la segunda habitación a mano izquierda, que se encontraba vacía pues nunca supo en que utilizarla. Desafortunadamente, cuando se movió hacia allí, hizo que Dominic, desde la planta de abajo, se diera cuenta que Santa-Borja se encontraba en el segundo piso, por lo que sin perder tiempo subió las escaleras.

    Aquella casa le daba la espaldas a un bosque y esa segunda habitación a mano izquierda era la única que una de sus ventanas daba hacía éste porque para poder acceder a ese bosque se necesitaba que utilizar un camino al que no estaba dispuesto a ir ante la situación en la que se encontraba. Ataría la cuerda para bajar por allí, estando en un lugar boscoso le sería mucho más sencillo perder de vista a quien fuera. Sabía que más adelante había un río, pagaría a alguien para que lo cruzara al norte y después de allí bajar hasta las costas de Vilablu o Beskonech, rentar un barco y alejarse del país por el alta mar. Ese era su plan, sin embargo, para su desgracia, existía una cosa que le estaba frustrando los planes y tenía nombre; Dominic Bytheseasho. A penas había abierto la ventana cuando escuchó la respiración agitada del Asesino desde el umbral de la puerta, la mera reacción de Santa-Borja fue morderse los labios. Se giró para verlo a la cara cuando lo escuchó decir:

    —¡No seas un cobarde y enfrentate a mí, Asesino Clandestino!

    Aunque su tono de voz era amenazante, la forma cansada en la que lo dijo no demostró serlo, después cerró la puerta tras de sí, indicando con ese gesto que no lo dejaría escapar.

    Zuliy dibujó una sonrisa, dejó caer la cuerda y la bolsa de dinero al suelo, ya estaba decidido, era inevitable esa pelea, si quería escapar del país tendría que enfrentarse a ese sujeto y asesinarlo, así que, cerrando la ventana, soltó:

    —¿En verdad quieres luchar conmigo, en esas condiciones? No tendrás ninguna oportunidad conmigo.

    Dominic frunció el ceño a la vez que se llevó las manos a donde tenía sus cuchillas para desenfundarlas en cualquier segundo. Zuliy le regaló una sonrisa burlona mientras lo miraba de pies a cabeza, lo observó de forma cuidadosa; su respiración entrecortada delataba lo cansado que estaba, además, las cortadas y ropas manchadas de sangre le mostraron lo herido que debía estar, agradeció por lo bajo que sus hombres lo hayan cansado, y como cereza en el pastel, quizá de forma inconsciente, se dio cuenta que Dominic se tomaba el lado izquierdo del costado, a juzgar, era una herida muy grave. Tenía la pelea ganada.

    —Mi nombre es Zuliy Santa-Borja, hijo único de una familia humilde. Nací y crecí en estás tierras —comenzó a presentarse mientras desenvainaba su pistola y la maniobraba—. Sí, yo soy aquel que dices que soy, y también soy el mejor estratega de esta área, al que llaman el Conquistador. No solo tengo un titulo, sino dos.

    Ante ese discurso, Dominic apretó la mandíbula al momento que su mirada se endurecía y sus ojos rojos se encendían. No se contendría, y así lo demostró cuando se fue contra el pelirrojo, apuntando al cuello con sus cuchillos.

    Eres muy fácil de leer” pensó Santa-Borja al momento que apuntaba a su contrincante, “Yo soy más práctico”, disparó. No existía nada más rápido que una bala, o eso pensó hasta que se percató de que su contrincante la esquivó, tan solo rozándole ligeramente la cien, pero sin hacerlo dudar o retroceder ni un segundo.

    No puede ser, ¿cómo es posible?” pensó mientras esquivaba por nada el primer ataque de Dominic, miró el filo del cuchillo muy de cerca. Zuliy tuvo que obligarse a moverse con rapidez para evitar el segundo ataque. Hubo un segundo en que ambos se miraron a los ojos, y por primera vez, Zuliy se percató de aquellos ojos tan rojos como el mismo fuego y sintió como un frío se apoderaba de él. Fue en ese microsegundo en que sintió en que moriría. Sí, era el mejor estratega de la zona, pero su enemigo era una bestia, se movía con tal agilidad y destreza envidiable. Sus movimientos eran instintivos. Aquellos ojos antinaturales miraban más allá de lo que se mostraba a simple vista.

    Plantando sus dos pies, el pelirrojo volvió a apuntar y disparar, si no podía darle a larga distancia, lo haría a corta, ante aquella jugada y descifrando sus planes, el pelinegro retrocedió de un saltó, la bala perforó la pared. Zuliy volvió a apuntas el arma, y volvió a dispararla, otra bala que desvió. El pelirrojo sonrió nervioso, si un arma como lo era la pistola no lo dañaba, tendría que pelear cuerpo a cuerpo o ingeniárselas de otra forma.

    Ahora lo recordaba, lo había escuchado antes, aunque en un principio creyó que eran un mito, pero había escuchado que solo existía una raza de personas que poseían ojos como el mismo fuego, ojos como el mismo oro y ojos como el ocaso; eran llamados las Bestias de las montañas Pastal. Era innegable que Dominic, su contrincante, no era alguien normal. No. No era un simple humano como escuchó que eran los Bytheseasho, pero tampoco era una Bestia. No tardó en comprender que Dominic era un híbrido. Se había equivocado con él, en su sangre corría sangre de las Bestias de Pastal. ¿Por qué no se había dado cuenta de eso antes?

    No tenía un escudo para poder retener las cuchillas del pelinegro, así que utilizó la pistola como uno ante uno de los consecutivos ataques, había disparado las seis balas y solo la quinta lo alcanzó, mas como si no hubiera recibido ni un daño, Dominic no retrocedía ni un milímetro. Santa-Borja continuó utilizando el arma como escudo, se vio en la obligación de desenfundar su segunda pistola, pero antes de hacerlo, hizo que su contrincante se acercara lo suficiente y cuando vio la oportunidad, desenfundó la pistola y la disparó, aquello fue de improvisto que a Dominic no le dio el tiempo retroceder así que recibió la bala en pleno estómago.

    El pelirroja sabía que aquel ataque era su último así que no debía dejarlo descansar, le proporcionó un golpe en la barbilla, y aunque este primer ataque lo previó y alcanzó a inclinar su cabeza para evitarlo, el segundo no, Zuliy le dio un puntapié en el costado herido. Dominic escupió sangre a la vez que retrocedía y comenzaba a sentirse mareado.

    Aquella sensación no se debía a la perdida de sangre, todavía no perdía la suficiente, conocía su cuerpo demasiado para saber que todavía podía continuar luchando, lo extraño era que comenzó a sentirse sofocado y por ende sus movimiento se volvían más y más lentos, ahora le tocó a él esquivar los ataques del pelirrojo, éste no utilizaba su pistola esperando ver la oportunidad perfecta, a saber, cuando no pudiera moverse.

    El ambiente estaba más caliente de lo normal, levantó la vista para ver a Zuliy, no cabía duda de que él tenía un poder, y aunque no sabía de que trataba, intuyó que debía manejar el clima o el ambiente, pudo notar que alrededor de él lo envolvía una leve aura, era vapor. Una patada de parte de Santa-Borja lo devolvió a al realidad.

    El aire se había vuelto más pesado.

    —Es muy estúpido enfrentarse a alguien cuando no sabes el tipo de habilidad que tiene —dijo Zuliy mientras abría el tambor de la pistola para reponer las balas—. Consejo número uno, primero debes investigar bien a tus enemigos.

    Fue demasiado tarde cuando Dominic se dio cuenta que la temperatura en la habitación estaba aumentando, comenzaba a hacer un sofocante y bochornoso calor, y es que desconociendo la habilidad de su contrincante ahora el pelirrojo tenía ventaja. Ahora comprendió que el cerrar la puerta con la intención de no dejarlo escapar fue un mal elección, debió sospechar algo cuando Zuliy cerrando la ventana. La habitación se había convertido literalmente en una sauna.

    —“Recuerda, lo primero que debes hacer, es observar tu alrededor”.

    A su mente llegaron las palabras de su maestro. Recuerdos tan lejanos pero que en momentos cruciales aparecían ante él, para aconsejarlo.

    Con fuerzas de flaqueza, Dominic se puso de pie y Zuliy, apuntando el arma, disparó, a duras penas alcanzó a esquivarla, rozándolo un poco, volvió a esquivar un segundo disparo, se fue moviendo poco a poco, sin dejar de mirar a su contrincante.

    —“Lo segundo, es analizar los movimientos del enemigo.”

    —Ríndete, es demasiado tarde. Tarde o temprano perderás la conciencia —gritaba el pelirrojo, asombrado por la tenacidad del híbrido.

    Desde su posición, Zuliy volvió a disparar y creyendo que esa vez iba a darle, Dominic se movió hacia adelante, no esquivando la bala del todo, Santa-Borja abrió lo ojos con incredulidad al ver su movimiento temerario, obligándolo a él a retroceder cuando notó que lanzaba algo. Se alejó lo más que pudo hacía el otro extremo de la habitación y aquella cosa chocó con la pared provocando una gran explosión, haciendo que el pelirrojo se protegiera de los escombros. De la abertura entró aire, ventilando la habitación. Zuliy abrió los ojos de par en par al percatarse del plan de su enemigo. Entre el humo generado de la pólvora, buscó con desesperación la ubicación de su enemigo, creyendo que se había ocultado en el otro extremo o haber hecho eso para escapar por el agujero o la puerta, se giró dirección a la puerta pero su corazón dio un brincó cuando vio la silueta de Dominic entre el humo. No había escapado de la explosión. Estaba completamente ensangrentado pero se mantenía en pie.

    ¡Está loco!” pensó Santa-Borja con incredulidad y algo de miedo. Nunca había luchado con un tipo como él, era la primera vez que se enfrentaba a alguien que no temía morir. Dominic inhaló y al sentir sus pulmones y la frescura del aire que comenzaba a circular por la habitación, y moviéndose con agilidad, el pelinegro aprovechando la conmoción del momento, acortó distancia entre él y el pelirrojo. Zuliy, lastimado del brazo, porque uno de los escombros de la explosión lo hirió, intentó escapar para buscar la pistola que ante la explosión soltó para protegerse. Escuchó su pistola por el piso cuando fue pateada por Dominic, dándole también su ubicación. Santa-Borja pensó que había adivinado el plan de su enemigo, pero estaba muy equivocado.

    —“Y por último, atacar con cautela, aprovechando las aberturas de tus enemigos”, pensó Dominic en la última regla de lucha que le enseñó su maestro.

    Fue demasiado tarde cuando Zuliy se percató de la verdadera intención de Dominic. Los movimientos que estaba efectuando el pelirrojo eran los que Dominic esperaba, se había acercado hacia el agujero que dejó la explosión y Zuliy, desprotegido y aún aturdido por la situación, y apresurándose por su arma, no se dio cuenta que cayó en la trampa del híbrido, y como si se tratara de un animal, la cuerda cayó alrededor de su cuello, y luego fue pateado por Bytheseasho, siendo arrojado pro el agujero de la pared, siendo ese su verdadero objetivo, ahorcarlo, sostuvo con fuerza la soga con sus manos desnudas y no la soltó ni siquiera cuando sus manos comenzaron a arder ante la fricción.

    Desde su posición, Zuliy entró en pánico al no poder respirar, emitía gorgoteos mientras se movía como pez fuera del agua, lastimándose a su paso, con fuerzas de flaqueza se llevó las manos al cuello e intentó quemar la cuerda, pero había perdido demasiada fuerza, las que comenzaron a abandonarlo. Dejó de luchar; había perdido, dejó caer sus brazos, sus ojos dejaron de brillar y dejó de respirar.

    Dominic continuó estirando la cuerda un poco más, a pesar de ya no sentir esfuerzo por parte de su contrincante. Sus labios dibujaron una sonrisa, había terminado otra pelea, quiso salir de allí, pero sus piernas comenzaron a temblar, la adrenalina en su cuerpo había desaparecido por completo. Su cuerpo gritaba descanso, deslizó su mano hacia su bolsa, mas sus brazos no respondieron y su vista se volvía más borrosa. Perdió toda orientación por lo que so supo cuando sus piernas no pudieron con su propio peso.

    Escuchó algo a lo lejos, o tal vez era cerca, pero ya no lo distinguía. Eran las pisadas de alguien. Deseó levantar la vista para ver al recién llegado, sin embargo, no pudo más y sus ojos solo alcanzaron a ver la silueta de alguien antes de perder por completo la conciencia.

    Se perdió en una calma absoluta. No supo más de sí.


    Era la primera vez en muchos años que lo soñaba. Que tenía aquella horrible pesadilla que lo persiguió por dos largos años. Ante él vio el cadáver de aquel quien fue su maestro, su tutor, tirado en el suelo mientras un charco de sangre se formaba a su alrededor.

    Fue inevitable no dejar de sentir cómo el sentimiento de tristeza lo invadía. En aquel sueño, pesadilla que en realidad era un recuerdo, se arrodilló mientras se formaba un nudo en su garganta, tomó con delicadeza el cuerpo bañado en sangre. Ya no había vuelta atrás para él, quizá no existía la redención, no para él, había decidido tomar el camino de la venganza y contrariara en él, se convertiría en el asesino de Poderosos hasta dar con aquella persona.

    Su única razón para vivir era la venganza.

    Él era Dominic Bytheseasho, el Asesino de Poderosos.


    Fin del capítulo.


    Hijos de Craig Van Suna:

    George Van Suna (primogénito de Craig)

    Carlota Van Suna (primera hija de Craig)

    Alexandre Van Suna (tercer hijo del rey y segundo varón)

    Kristof Van Suna (cuarto hijo del rey y actual rey de Sōla)

    Tanto George, Carlota y Alexandre, son hijos legítimos de la reina mientras que Kristof es hijo de una concubina.


    Craig Van Suna: El anterior rey. Un egocéntrico personaje. Desprecia a Daryl por poseer sangre Diu Lunare, sin embargo, considera que Conan tiene más sangre limpia Van Suna, por lo que desea que él sea el próximo rey. Tiene un excesivo y enfermo rencor hacia los Diu Lunare. El único testigo que sabe la verdadera identidad del Legendario Nian. Vivió la leyenda de Beskonech.


    Nombre: Kristof Van Suna
    Apariencia: Cabello rojo, ojos cafés, mide 1,82 metros
    Edad: 43 años
    País: Sōla
    Gustos/Aficiones: Ir de caza
    Poder: Súper fuerza
    Estilo de lucha: Cuerpo a cuerpo.


    Hijos de Kristof Van Suna:

    Nombre: Daryl Van Suna (Primogénito):
    Apariencia: Cabello color plateado, de ojos café avellana, mide 1,75.
    Edad: 18 años.
    País: Sōla
    Gustos/Aficiones: Entrenar y divertirse
    Poder: N/A
    Bando: Van Suna
    Estilo de lucha: Espada.


    Conan Van Suna (Segundo hijo del rey):
    Apariencia:
    Cabello rojizo, de ojos color azul y siendo dueño de una figura delicada y delgada.
    Edad: 10 años
    País: Sōla
    Poder: N/A
    Gustos/Aficiones: Leer
    Bando: Van Suna
    Estilo de lucha: Ninguno
     
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  10. Threadmarks: Capítulo 19.- ¿Enemigo o aliado?
     
    Sonia de Arnau

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    Título:
    Sōla: El país de los poderosos [Libro 1]
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    Fantasía
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    Capítulo 19
    ¿Enemigo o aliado?

    Como si el camino estuviera marcado, Daryl solo siguió a las personas que estaban desmayadas a orillas de la calle, indicándole por donde se habían ido Dominic, y por defecto el Asesino Clandestino. El joven se detuvo por unos instantes al observar como algunos de los inconscientes comenzaban a levantarse mientras se quejaban y maldecían incrédulos de que no solo una persona les hubiera noqueado con facilidad, sino de alguien más joven que ellos pues muchos de ellos tendrían de veinticinco años a treinta y cinco.

    Daryl continuó el camino hasta que llegó a una zona vacía, giró su cabeza de un lugar a otro, esperando no haber tomado el camino incorrecto, pero ante ese pensamiento, se sobresalió al escuchar a lo lejos algo parecido a una explosión, debido al poder de Charlot, él ya podía distinguir aquel sonido, así que sin perder un minuto más se dirigió hacia ese lugar.

    Se detuvo al llegar a una casa de tres pisos. La puerta estaba abierta. Varios vecinos salieron extrañados y asustados ante el fuerte ruido mas ninguno tuvo el valor de entrar a cerciorarse de ver que sucedió, solo murmuraban.

    —Les aconsejo que se mantengan alejados —aconsejó el heredero—. Podría ser peligroso.

    —Hay que llamar a las autoridades —dijo uno.

    —Tardarán en venir, ellos casi no pasar por aquí —respondió alguien.

    —Esa casa es de Santa-Borja, quizá entraron a robarle —comentó otro.

    —Vi que alguien entró hace nada.

    Antes de que las autoridades arribaran, Daryl entró a la casa, dándole la bienvenida el peculiar olor a pólvora y a madera quemada, al igual que leves pisadas en el segundo piso, sin perder tiempo, subió las escaleras con precaución y con la mano en la empuñadura de su espada para desenvainarla si era necesario, estaba seguro de que Charlot no tardaría en llegar, pero tampoco quería perder el tiempo esperándola por lo que decidió arriesgarse. Al llegar al segundo piso, con sigilo se acercó a la habitación de la que salía un poco de humo, se asomó por la puerta, tapándose la boca y la nariz para taparse del humo y polvo, observó con asombro a Dominic en medio del cuarto, inconsciente, pese a eso, sus orbes cafés no se enfocaron en él sino al hombre que recogía del suelo algunas monedas de oro que se habían esparcido con la explosión. Aquella persona usaba un traje elegante color negro, una camisa blanca, su cabello ondulado tan negro como la noche y un sombrero negro le era familiar, y no fue hasta que el individuo lo miró que lo reconoció.

    —Vaya, qué sorpresa encontrarlo por aquí, príncipe Daryl —saludó el hombre dando una reverencia.

    —Tú... tú eres uno de los Venerable, ¿verdad? —se atrevió a preguntar.

    No los conocía en persona, pero recordaba haberlos visto algunas veces cuando iban a reunirse con su abuelo, reconocía a los tres solo por las siluetas y su forma de vestir, aquella era la primera vez que hablaba con un Venerable cara a cara.

    —Corban L'or, a su servicio, príncipe —se presentó volviendo a hacer una leve reverencia.

    —¿Qué haces aquí? —preguntó un tanto confundido pero interesado en su respuesta.

    —En realidad vine a hablar con la persona a la que llaman El Conquistador, necesitaba de sus servicios —Echó una fugaz mirada a la habitación y luego enfocó sus ojos a Dominic—. Pero al parecer, no se encuentra aquí.

    Estaba a punto de retirarse, pero se detuvo a un lado de Daryl, quien todavía estaba en el umbral de la puerta.

    —Sigue con vida, por ahora —dijo refiriéndose a Dominic—, si no se le asiste rápido probablemente muera en una o dos horas. A perdido mucha sangre y apenas puede contener la respiración.

    Daryl lo miró con asombró, ¿lo había examinado? Probablemente no. No por nada era el Venerable número uno. Ahora recordaba que Corban L'or era conocido como el Venerable Inmortal, a saber que a sobrevivido a muchas batallas y peleas, por lo que tenía un vasto conocimiento de ellas y lo más probable era que solo ver la habitación podía saber con certeza todo lo que ocurrió en ella sin haber estado presente.

    —No sé si debería decirle esto, pero dadas las circunstancias, se lo diré ahora, si me lo permite, le daré un pequeño consejo, príncipe, le recomiendo que haga a ese joven su aliado. Es fuerte, todavía le falta mucho que pulir y mejorar, pero salió victorioso en esta pelea. Aunque el Conquistador no era precisamente de los más fuertes, si era un gran oponente. Seguro ese joven le seré un buen aliado en un futuro.

    —¿Lo conoces? —preguntó Daryl curioso al mismo tiempo que fruncía el ceño—. ¿Por qué me estás diciendo eso? Me gustaría que te explicaras.

    —Últimamente se ha escuchado su título, el Asesino de Poderoso —Sonrió—. Un título un poco pretencioso, he de decir, aunque, eso no es lo verdaderamente importante. Más pronto que tarde, príncipe Daryl, necesitará hacer aliados fuertes porque se viene un gran conflicto. Este país ha llegado a un punto en que estallará su más grande guerra. Muchas personas están inconformes del actual reinado, y no hablo solo del rey Kristof, hablo de los nobles en general.

    —¿Por qué dices eso? ¿Por qué sabes que habrá una guerra? Sōla es un país pacifico...

    —¿Según quién? —preguntó, auténticamente quería saberlo.

    Por un momento Daryl dudó en qué responder.

    —Desde que mi padre es rey, a ayudado a muchos lugares, como por ejemplo en las prefecturas Pastal y Trava, hasta abolió la esclavitud del norte.

    Corban se volvió al joven y sintió un poco de lástima por él, porque le tocaría ser testigo de un cambio histórico en Sōla. Era consciente que Daryl no estaba listo para ser un guerrero, no tenía la madera de luchador, era muy parecido a su padre en ese aspecto, pese a tener potencial y haber sido entrenado por el mismo coronel de la guardia real, preferían no entrar en conflictos. Lo había visto entrenar con Pierce y veía que el joven se movía muy bien, sabía defenderse, pero si quería sobrevivir y convertirse en un gran líder, tenía que empezar a ser mucho más duro y enfrentarse a una pelea de vida y muerte.

    —Príncipe, ¿sabe lo que está ocurriendo en las prefecturas de Den y Nach? ¿Lo que ocurre entre las sombras de esta ciudad? ¿Sabe de las muertes de los Condes y vizcondes? Hoy más que nunca mucha gente está disconforme. ¿Disconforme de qué? ¿Sabe la respuesta? ¿Su padre, el rey, la sabe? ¿Su abuelo la sabe?

    Él la sabía. Cada una de ellas porque viajaba mucho por el país, conocía todas las prefecturas como la palma de su mano. Estaba al tanto de cada una de las razones de esas disconformidades, por eso sabía que tarde o temprano aquella burbuja terminaría explotando.

    Daryl se mantuvo callado y se limitó a bajar la mirada.

    —¿De qué lado estarás? —se atrevió a preguntar antes de que Corban cruzara la puerta—. ¿Por quién lucharás cuando esa guerra ocurra... si ocurré?

    Corban lo miró y colocó su mano a la altura de su corazón para responder con decisión:

    —Príncipe Daryl Van Suna, juro por todo lo que amo sobre esta tierra, que mi lealtad siempre estará con la familia real, con el linaje Van Suna, al que juré proteger hasta mi muerte. Siempre y para siempre. Cuídese, príncipe, quizá nos volvamos a ver en un futuro no muy lejano.

    Y sin decir más, desapareció dejando a un joven un poco confundido por lo que había ocurrido durante toda esa tarde. Sintió un escalofrío apoderarse de él y no evitó asustarse. Se llevó la mano al pecho al sentir como éste palpitaba con frenesí. Estaba asustado por el futuro, por lo que pudiera venir. No conocía la verdadera situación del país. Saber que alguien estaba maquinando algo contra los Van Suna desde las sombras le dio un poco de pánico, pero creía en lo que el Venerable Inmortal le dijo, más por todo el complot que sucedió para separarlo de su guardaespaldas, tenía que saber quién era la cabeza de todo aquel plan, por ahora se apresuró a socorrer a Dominic, aunque no sabía cómo, intentó levantarlo, tenían que llevarlo con un doctor y salir de allí antes de que alguien más llegara.

    —¡Daryl!

    Escuchó la voz alterada de Charlot desde la planta de abajo.

    —¡Aquí arriba, en el segundo piso!

    La joven ingresó de por si preocupada, más todavía al ver que Daryl arrastraba el cuerpo de Dominic.

    —¿Qué... qué sucedió aquí? ¿Él hizo todo esto? —Charlot se apresuró al joven para apartarlo de Dominic.

    —Oye, ¿se puede saber qué haces? —preguntó el joven, enojado.

    —Él es un peligroso, Daryl, ¿no te das cuenta? ¿No viste lo que hizo? ¡Mira de lo que es capaz! ¡Es un monstruo!

    Recordó las palabras de Corban. Probablemente era el momento de conseguir personas de su confianza. Definitivamente una de ellas era Charlot, otra si duda era Zoe y esperaba poder confiar en Dominic. Aunque Charlot no parecía estar de acuerdo en lo que Daryl estaba haciendo, entre los dos comenzaron a bajar las escaleras con el inconsciente.

    —Entiendo tu preocupación —dijo—. Pero este chico no es una mala persona...

    Charlot lo fulminó con la mirada, e iba a rebatir su pensamiento cuando Daryl no la dejó porque continuó:

    —Dejame explicarte. Lo noté desde el enfrentamiento que tuviste con él, cuando él se dio cuenta que no eras la persona que pensó que eras, te dejó, y esa observación se confirmó con esta tarde. La gente que trabajaba con el asesino de Dan, solo la derrotó, no asesinó a nadie, y me pregunté porqué, y solo se me ocurre que realmente va por los que poseen un título de poderoso, digo, después de todo se le conoce así. Y otra cosa es que no podemos dejarlo a su suerte, puede morir sin asistencia profesional.

    —Daryl, no sé en lo que estás pensando… —Se vio preocupada, notó que estaba un poco diferente, entre intranquilo y nervioso.

    —Yo tampoco —se sinceró con una sonrisa, habían estado ocurriendo tantas cosas que se encontraba saturado. Aquel aparente viaje simple se había complicado mucho.

    —Dejame hablar con él primero, cuando despierte, quiero que esté de mi lado.

    Charlot no comprendió a lo que se refería, por ahora confiaría en él hasta que le explicara lo que había ocurrido, rezando en su interior que aquella decisión no haya sido la incorrecta. Por el momento él le prometió que le contaría algo, pero que por ahora necesitaba encontrar una posada para descansar y llamarle a un médico a Dominic.

    Cuando encontraron una posada y rentaron una habitación, lo primero que hizo Charlot fue ir a buscar a un médico y luego fue a buscar a Zoe. El médico le informó a Daryl que por ahora el paciente no corría peligro, y si no hubiera sido atendido de inmediato hubiera perdido mucha más sangre. Una vez que la pelirroja llego con la morena, Daryl se disculpó con la última por haberla abandonado, Zoe comprendió la situación, avergonzada de que el mismísimo heredero tenga que disculpase y bajar la cabeza.

    —Gracias por ayudarnos a detener a los delincuentes, ¿no tuviste ningún problema, verdad? ¿Te heriste o algo así?

    —Estoy bien.

    Daryl observó una herida en su brazo.

    —Esto no es nada —dijo ella.

    —Por cierto, qué increíble poder tienes —La observó con brillos en sus ojos, se le veía muy entusiasmado—. No sabía que podías sacar raíces de la tierra.

    —En realidad no puedo. Solo hago crecer plantas existentes. Aunque en lo personal me hubiera gustado poder tener el poder de papá, la comunicación con los animales.

    —¿De qué hablas? Tu poder es increíble. Lo que podrías hacer —Bajó la mirada, pensativo—. Como daría mi propia prestigio por haber nacido con un don aunque fuera algo pequeño o débil.

    Daryl se llevó la mano al pecho, al sentir una gran opresión. Las palabras de Corban retumbaron en su mente. ¿Podría luchar con personas tan poderosas y fuertes son poseer ningún poder? ¿Por esa misma razón él le recomendó reunir a personas fuertes?

    —Daryl.

    Escuchar la dulce voz llena de preocupación de la joven Usha lo despertó de sus pensamientos.

    —Lo siento, estoy un poco cansado.

    —Hoy fue un día muy caótico, es comprensible. Sería buena idea que descansaras.

    —Es una muy buena idea, aunque antes, quiero hacer algo —observó a Charlot que estaba vigilando a Dominic.

    —¿Me harías un favor? Nos ayudarían a vigilar a Dominic, durante la noche, nos turnaríamos, es que quisiera hablar con él antes de que se vaya si despierta.

    Zoe asintió, y eso hizo mientras Daryl y Charlot salían a la calle para hablar con más tranquilidad. Estaba atardeciendo, el cielo se tiñó de un naranja muy hermoso, Daryl aspiró hondo y luego preguntó:

    —¿No te encontrasté con Corban cuando llegaste a la casa?

    —¿A Corban? ¿El Venerable? No, ¿por qué?

    —¿Qué sabes de él?

    —Nada más lo que mi abuelo me ha contado de él.

    —¿Qué ha dicho Chris?

    —Es un año mayor al rey, y ha estado sirviendo al señor Craig desde hace muchos años. Mi abuelo me contó que es muy fuerte. La única vez que le pidió a mi abuelo un confrontamiento, él perdió. Aunque luchó muy bien, mi abuelo asegura que no luchó en serio y por eso perdió. Se ha rumorado que ha perdido varias veces, pero pese a confrontarse en peleas muy peligros, siempre sale airoso. Eso sí, me dijo que de los tres Venerables, es el más confiable y leal, y que si a él le llegara a pasarle algo, confiaría en dejar a la familia real en sus manos para protegerlos. ¿Por qué preguntas por él?

    —Es que me lo encontré en esa casa.

    La pelirroja se asombró.

    —¿Y qué estaba haciendo allí?

    —Al parecer buscaba reclutar o hablar con el Conquistador.

    Charlot rió de forma irónica.

    —No sabía que ese rufián buscaba asesinarnos.

    —¿Tú confías en él?

    —Mi abuelo lo hace, y yo confió en su sentido de lealtad —aclaró—. ¿Y qué dijo?

    Una vez que Daryl le contó todo eso a quien consideraba su mejor amiga, y al notarlo que estaba actuando un poco diferente, él le contó todo lo que Corban le habló, fue entonces que Charlot comprendió la actitud de preocupación que Daryl tenía al conocer la información, también la dejó pensativa, sabía un poco los detalles sobre cómo se encontraba porque su abuelo la mantenía casi al día, aunque no sabía qué tal mal se encontraba la situación al punto que un Venerable le recomendaría conseguir personas fuertes.

    —¿Crees que tener al Asesino de Poderosos a nuestro lado sea bueno? —quiso estar segura de eso.

    Daryl asintió, confiaba en que sería una buena elección, aunque al final Dominic era quien debía aceptar o no.

    —Entonces tenemos que irnos lo antes posible —comentó Charlot y luego cayó en cuenta de algo, y ese pensamiento provocó que chistara—. No tenemos chófer, tendremos que conseguir a alguien que esté dispuesto a llevarlos hasta Biyya.

    Recordar la muerte de Dan entristeció al joven, y el problema no era solo contratar a alguien, tendría que ser alguien confiable, sin contarle que llevaría al mismísimo heredero, para evitar cualquier posible complot. Quizá pensaban de más las cosas, pero era mejor ser precavidos.

    Por ahora se dirigían de nuevo a la posada, se estaba haciendo tarde y comenzaban a escuchar rumores de que el barrio marginado se encontraron a una persona muerta, en un momento eran meros comentarios de las personas, como si se trataran de rumores y como si se tratara de algo muy común en aquel barrio, pero el par de jovenes sabía que una vez la noticia de que se trata del famoso Conquistador, conmocionaría a mucha gente. No querían ser reconocidos, sin contar que tenían que advertirle a Dominic de ese hecho cuando despertara.

    —Tendremos que entrevistar choferes mañana, a mas tardar tenemos que salir mañana pasado —comentó la joven—. Aunque me gustaría ir ahora a ver si encuentro algo...

    —Charlot —intentó calmarla—, esta ciudad no me da tanta confianza y menos en la noche, es mejor decansar hoy, necesitamos descansar.

    ¿Desde cuando es que eso le preocupaba? No hace mucho que llegaron a esa ciudad y se había emocionado. Los se detuvieron en las puertas de la posada, Daryl comentó antes de entrar. Aunque también quería avisar a sus padres lo que vivió ese último par de días lo antes posible.

    —Por ahora le pediré a Zoe que mande una paloma mensajera a casa con toda la información, lo que sucedió con Dan, el sicario y lo que comentó Corban.

    Con eso en plan los dos entraron a la habitación y estuvieron allí hasta la noche, comieron algo de la misma posada en la tarde, y cuando llegó la hora de dormir, se fueron a descansar. Muy en la madrugada, Charlot y Daryl ya se estaban preparando para salir. Zoe se despertó y un poco extrañada ante el movimiento, no evitó sentirse un poco alterada desde que ayer Daryl le pidió que mandara una paloma mensajera a casa con un mensaje, aunque no quiso reflejar su preocupación, acató la orden. Era evidente que algo estaba sucediendo, pero también sabía que no era nadie para que le contaran cosas tan privadas. El joven le explicó que irían al centro de la ciudad para buscar a un chofer que los llevara hasta casa, y le pidió de favor que se quedará allí y que si Dominic despertaba estando ellos afuera, hiciera lo posible por detenerlo ya que deseaba hablar con él, pero si veía que su vida corría peligro lo dejara ir.

    A pesar de ser temprano la ciudad de Inotrantsy comenzaba a moverse a esas horas, por lo que les fue sencillo encontrar lugares más específicos. Muchos de ellos quizá no eran malas personas y más que nada trabajan de eso por su humildad, pero ante las apariencias no solían parecer buenas personas. Charlot es quien se encargó de entrevistar a los candidatos, en ese aspecto era la que juzgaba mejor a las personas, por su naturaleza desconfiada. Para ese punto el rumor de que la victima del ataque de ayer se trataba de Zuliy Santa-Borja se comenzó a esparcir, y muchos lamentaron su muerte porque lo conocían. Algunos comenzaron a sospechar de que fue victima del Asesino Clandestino, de aquel que había estado asesinando a los condes y vizcondes, pero el más fuerte (y real) era que había sido victima del Asesino de Poderos, al recordar que habían visto al primero hablar con el último en un bar hace un par de días atrás, para eso momentos solo eran rumor pequeño, pero lo más seguro que que éste iba a crecer y a expandirse por toda la ciudad hasta que alguien conformara que ese último era el real.

    Aquellas conjeturar preocupó tanto a Daryl como a Charlot. Definitivamente lo más prudente era irse de la capital de Triko lo antes posible, mucho antes de que esos rumores escalaran todavía más y pudieran reconocerlos. Con eso en mente, continuaron en busca de un chófer, desconociendo por completo que habían dos personajes observándolos desde la distancia, cada uno de ellos en diferentes posiciones. Uno de ellos era Armon, quien desde cierta distancia lo había estado, en realidad desde ayer lo había tenido en la mira, por lo que él fue testigo de ver como él y su compañera entraban a la casa del asesinado, y al los minutos salir llevaban a un joven, quien creía que era el verdadero perpetrador del asesinado del Conquistador, y si los rumores de que el Asesino de Poderos de verdad lo asesinó, entonces debía suponer que aquel joven se trataba de él. Frunció el ceño al recordar el olor del perro de Craig, el perímetro olía a él aunque no llegó a verlo, ¿qué estaba haciendo allí? ¿A caso el Conquistador era aquella persona a la que quería ver? No era algo que le importara realmente, pero saber eso le provocó una extraña felicidad, las piezas se estaban moviendo y él todavía no elejía a que bando elegir.

    Armon se encontraba recargado en una de las paredes deun edificio mientras terminaba de comer una pierna de polloo, se desatoró la carne golpeándose el pecho, debió haberse comprado agua o alguna cerveza, levantó la vista, desde allí podía ver con total claridad a Daryl afuera de un local de renta y venta de caballos y carruajes. Estaban buscando a alguien que condujera. Aquella sería su oportunidad para acercarse, lo malo es que no tenía conocimiento alguno de comportamiento animal y manejo de carretas. No era un tema que le interesara en realidad, lo más lejos que podía era montar a caballo y ya, y eso solo por el movimiento de poder deplazarse. Chupó el hueso una vez terminó toda la carne, y lo arrojó a donde un perro callejero hurgaba entra la basura, el animal retrocedió al ver que el hueso cayó a sus pies, pero luego se acercó, lo olfateó y finalmente tomó el hueso y se alejó de allí, Armon sonrió ante tal hazaña y no evitó recordarse a él mismo, olía las cosas antes de tomarlas y engullirlas.

    Continuaría de esa forma, siguiéndolo desde la distancia. No es que tuviera miedo de perderlo, después de todo no había nadie que pudiera escapar de su nariz, mientras acatara la orden antes de que el príncipe pise el castillo, estaría todo bien.

    Por el contrario, el otro sujeto que observaba al joven era Fazio, continuaba en la ciudad y al parecer buscaban un chófer. Después de todo la muerte del chófer les dio una nueva oportunidad de acercarse al heredero. Aquella sombra desapareció para dirigirse viajando por la tierra porque estando en ese estado era la manera en que podía moverse, se dirigió de inmediato hacia la casa de su señor para explicarle la situación. La sombra llegó hasta la mansión de conde, se deslizó por debajo de la entrada y se dirigió hacia una habitación, allí, el verdadero cuerpo de la sombra se mantenía acostado, inconciente, una vez que la sombra ingresó al cuerpo, aquel hombre de piel oscura abrió los ojos, se levantó, se dirigió hacia la cocina, allí vio al cocinero que ya estaba preparando la comida del conde Ban Vil. Fazio se acercó a una de las ayudantes, quien al verlo, el varón hizo una seña, la que significaba “té”.

    —Ahora lo preparo —respondió ella dirigiéndose a la estufa. En un par de minutos sería la hora del té para el conde.

    Mientras el té estaba listo, Fazio aprovechó para escribir lo que iba a informarle a al señor Ban Vil, y una vez todo estuvo listo, él tomó la bandeja, se encaminó hacia donde se encontraba su señor, al llegar a la sala de Aperitivo, tocó la puerta dos veces, anunciando su llegada, luego entró a una amplía habitación decorada por varias plantas y cuyas paredes eran de cristal, por lo que era muy iluminada, se acercó a la mesa donde hace un par de minutos su señor se encontraba degustando el almuerzo, dejó la bandeja sobre la mesa y sirvió un poco de té en la taza. Un hombre de poco más de cuarenta años de edad, de ojos color almendra y cuyo cabello rojo ahora adornado de canas, se mantenía sentado mientras leía una carta, la que dejó sobre la mesa para prestar atención al recién llegado.

    —Theo acaba de llegar a Den, y probablemente para esta noche se moverán hacia Noch. Según escribió, los seguidores de Wadlow se están reuniendo en Noch, y sospecha que el grupo principal está en esa prefectura. Escuché por un vecino que el Conquistador fue asesinado en su casa. Al parecer el supuesto mejor estratega de la ciudad no logró su objetivo de deshacerse del escudero del príncipe. ¿Alguna novedad en la ciudad?

    Fazio le entregó el papel en el que le informaba que tenía una buena noticia, que a pesar de que El Conquistador/Asesino Clandestino murió antes de matar a todo el que acompañaba al heredero, la muerte de su chófer, provocó que retuvieran al príncipe un poco más en la ciudad al buscar a un chófer.

    Dagobert Ban Vil sonrió ante la noticia, si bien la forma en que quería conocer al príncipe falló, porque su intención era que tras quedarse solo él le daría apoyo en su estado más vulnerable, se acercaría a él y así pudiera escuchar lo que tenía que decir, a pesar de eso, agradecía que ahora él deseara conocerlo, y así fue, pidiendo un lápiz y una hoja Fazio se la entregó. Dago le escribió una carta al príncipe. Fazio dobló la hoja, y dando media vuelta se retiró de la sala, en busca del príncipe.

    Una vez que Fazio se hubo retirado, Dago desvió la vista hacia afuera, donde había un enorme jardín, admitía que la forma en que deseaba haberlo conocido no había sido la más ortodoxa, pero quería acercarse a él, encontrando una excusa para hacerlo, aunque no pensó que su plan no iba a tener éxito, al final decidió buscarlo directo. Desde hace ya años que había formulado una mejor forma de hacer que este país prosperara, porque para él, Sōlar, había dejado hace mucho de progresar como nación. Pero él conocía lo que estaba ocurriendo en las prefectura de Den y Noch, y necesitaba el apoyo de ellos por esa razón es que envió a Theo y a su grupo, por el otro lado, esperaba que el príncipe Daryl, próximo heredero al trono, lo escuchara para discutir sobre sus futuros planes, era todavía joven y quizá le gustaría escuchar sus ideas. Antes de actuar, algo que sería inevitable, primero quería hablar y plantear sus conocimientos.


    Fin del capítulo.




    Corban L'or:
    Apariencia: Cabello negro, ojos oscuros, mide 1,79 metros
    Edad: 44 años
    País: Sōla
    Gustos/Aficiones: Viajar
    Poder: Desconocido
    Título: El Venerable Inmortal
    Estilo de lucha: Cuerpo a cuerpo.
    Bando: Van Suna

    Layland Puscat:

    Apariencia: Cabello rojizo claro y largo, ojos avellana, mide 1,70 metros
    Edad: 35 años
    País: Sōla
    Gustos/Aficiones: N/A
    Poder: Fuego
    Título: La Venerable Feroz
    Estilo de lucha: A distancia.
    Bando: Corban

    Griffin MacCaa:
    Apariencia: Cabello rojo vino, ojos cafés, mide 1,68 metros
    Edad: 40 años
    País: Sōla
    Gustos/Aficiones: Ganar dinero.
    Poder: Su musculatura crece, gana mucha fuerza mientras su piel se hace más dura.
    Título: El Venerable Bestia
    Estilo de lucha: Sumo
    Bando: Van Suna
     
    Última edición: 18 Abril 2023
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