Explícito Síndromes en el averno [S.e.e.A | Colección]

Comida
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Disfrutaba de mi banquete, comida a montones que devoraba a esas alturas con las manos, no importaba cuánto me manchara. Manjares de todo el mundo que saciaban mis instintos, pero jamás me aportaban reales energías.

Eso solo se conseguía con esas sabrosa sustancia.

Aquel espíritu vital.

Me lamía mis dedos, gozosa, cuando de repente una energía revoloteo delante de mis ojos, arremolinandose frente a la mesa, la luz de la ventana tras mío hacia que mi sombra se cerniera sobre aquella expresión extraña, incomprensible. Nunca mis ojos vieron algo como lo que presenciaba ahora que podía, pero mis cuernos no demoraron en comprender lo que ocurría. Mis alas se extendieron, extasiada, y mis orbes se clavaron en lo que transcurría delante mío.

Era... mi primera vez presenciando algo como lo que estaba ocurriendo.

El cabello brilló en la oscuridad, su piel resaltó en la penumbra, sus ojos temerosos antes de chocar con la realidad se encontraron con mis orbes brillantes, cara a cara, sin pensarlo le cubrí el cuerpo con el mantel.

Solo su cabeza estaba descubierta.

Nos miramos...

—¡Ah! —inhaló quitando el temor de su mirada, genuina sorpresa. Yo no podía sacarme de mi impacto. Aquella criatura sonrió, más alegre que nunca, aquella sonrisa...— ¡¿Quién eres?!

Sonreía con bastante alegría.

Titubie.

—Eh, uhm, eh... ah...— Me miró con una sonrisa amplia, mejillas sonrojadas.

No demoré en mirarla con una seriedad cruda, fija.

—¿Cuál es tu nombre?

—¿Mi nombre? —secuenció con esa ligera sorpresa, asentí. Miró hacia abajo, un costado, extrañada...— ¡Oh! —recordó, me miró con entusiasmo pueril, como su sonrisa— ¡Paura!

Paura

>>¡Paura Amare!

Fruncí el ceño, impactada.

Cuánto menos intrigante.

>>¿Ocurre algo? —cuestionó con una mirada temerosa, sin quererlo esos ojos me cautivaron.

Esos ojos escondidos tras sus dorados cabellos.

Gigantes lagunas, ¿Era eso lo que llamaban cielo?

¿Lo que se conocía como mar?

—Annette —secuencie monocorde.

Sonreí como nunca antes.

Algo nacido de lo que creí que nunca tendría.

>>Annette Haka.

Un corazón.

 

Recuerdo...

​

cuando caí de rodillas no lo sentí casi, mis ojos estaban perdidos en su rostro, mis piernas solo cedieron y mis manos quedaron desperdigadas frente mío. Mi ojo definía la silueta de esa cara, mi otro ojo enfocaba con mis cabellos dorados filtrando su cara. Boquiabierta, quieta.

Inhalé, escalofrío, cuando sentí un frío oscuro a mi costado.

Ahora mi vista estaba despejada.
​

Inhalé hondo apretando los labios, mis ojos se abrieron mucho más.

Abiertos...

era incapaz de recordar...​

qué ocurrió.

​

Qué vi...​

¿Si quiera vi algo?

Exhalé con fuerza y cerré los ojos con aun más fuerza, grité, pero no escuché nada, solo sentí como mi cuerpo vibraba mientras mi garganta se desgarraba, respiré agitada manos sobre mi cabeza, cubriendo mis ojos...

Cuando miré no vi nada, oscuridad total... preocupación, pero... ¿Cómo podía verme, si no veía nada? Miré confusas mis manos, no recuerdo qué ocurrió ahí.

Desperté con Annette a un costado, mi rostro lastimero dio con su rostro angustiado en preocupación. Abrió los ojos con sorpresa, incorporándose un poco, cuando me vio reaccionar. No demoró en estrecharme en sus brazos y yo lagrimeé por la conmoción.

—¿Qué te pasó? —preguntó con la preocupación tiñendo su comentario, exhalé abriendo los ojos, cansada. Me dolía la cabeza. La chica me apartó tomándome de los hombros y miró mi rostro preocupada...

Boquiabierta... angustiada, mi ceño se frunció, intrigada: ¿Qué más había en la cara de la gran Annette?

Dio un suspiro y m volvió a abrazar, más suave, pero firme...

—Oh, por...—...

la palabra.
​

Aquella que podía...​

Acabar con nosotros...

No dijo nada y me estrechó, la estreché de vuelta.

—No quiero... que vuelvas a caer. No, jamás —monocorde y firme, la apreté más contra mí, escondí mi cabeza en su cuello... ella acarició mis cabellos—. No sé qué ocurrió, pero no te tienes que dejar pisotear, Paura. Jamás.

La abracé más y más fuerte, la chica suspiró rendida, me apresó la cabeza y me acarició la espalda.

—Que te quiero...

¿Me quieres?

>>Conmigo...

Ah, solo con ella...

¿Sin ti me querrías?
​

¿Cuánto me querrías? ​

 

Sangre gélida​

Mi cuerpo siempre estaba caliente, pero mi cabeza se mantenía fresca mientras mi rostro ardía. La sonrisa era amplia, de gozo, mientras mis ojos se entornaban extendiendo la expresión. Mis manos viajaron grácil por debajo de mi cabello, desde raíz hasta puntas, este voló por el ambiente y levitó sin recaer en mi espalda. Gemí con ojos cerrados, manos tranquilas, al sentir el frescor recorrer mi nuca, en cuanto abrí los ojos la mirada se afianzó y la sonrisa se tornó confiada y mis manos se empuñaron. Humedecí mis labios con la lengua, jugosos, mientras mi cabeza ideaba mi próximo objetivo...

hasta que lo olí...
​

—Oh, Annette —dije con voz coqueta, melódica y calmada, mientras la miraba por sobre el hombro y todo mi cuerpo se movía grácil para acentuar mis contornos. Me miró con desprecio y yo di media vuelta para caminar con el mentón alto y la confianza firme, me incliné sobre ella tomando su mentón y la chica se tensó por completo, tampoco demoró en gruñirme.

Aquello me revoloteó el estomago y sonreí con ganas de reírme en su cara, pero para qué. Era mejor sonreír amplio, entornar los ojos y ver cómo se consumía por dentro, es que me daban ganas de ronronear por el gozo~... Oh, hablando de gozos.

>>¿Qué tal, pequeña? —viajaron mis ojos a ese orbe azul, profundo, como las agua hondas que se encontraban lejos de las calientes tierras que tenía, al menos, esta zona del averno. La pequeña, que por un momento parecía maravillada, no demoró en sonrojarse y mirar a todo lados con timidez, preocupada. Posé una mano sobre mi cadera y ladee la cabeza dejando que mi cascada de obsidiana se moviera con gracia. Sonreí juguetona, enarqué una ceja extrañada. ¡Alá, sí es que antes no era tan reacia! Seguro era obra de Annette.

Y habando de invocaciones~

>>Jejeje —solté, mi mirada viajó desde esa mano que cubría el pecho de la pequeña, un brazo delgado, pero musculado, manga abullonadas, un delantal sobre su rojizo vestido y el final su cara. Sonreí admirando esos ojos llenos de enfrentamientos.

Es que era taaan, taaaan, pero que taaan...

condenada...
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Cómo si me importara lo que encontrara en sus acciones.

—Que te alejes —soltó con agresividad sin tener que alzar la voz.
—Tch.. Ah... —chitee exhalando por la nariz y un pequeño y suave suspiro, la miré con un mohín cruzándome de brazos, quejica—, ¿Y qué?

No pude evita sonreír al ver cómo sus ojos viajaron a mi pecho a una velocidad increíble, sonreí y con ganas.

>>Cómo sí fuera a hacer lo que quieres.

Me gruñó, tipo, no gruñó, pero exhaló casi que fuego mostrando toda su hilera de dientes con rabia. No pude evitar reírme con sorna entornando la mirada incrédula.

En verdad, quién se creía, cómo si tuviera algún poder en verdad amenazante cómo para que me opacara.

La miré con seriedad gélida, inclinándome hacia ella para hablarle cara a cara. Ella no dudó en casi tocar mi nariz con su nariz, siempre con el brazo sobre la chiquilla. No era necesario ver la cara de la rubia para saber que olía a nerviosismo y puede que angustia. No me gustaba esa segunda, no de parte de una cría como ella.

—Que te jodan, Annete —solté sin más.

Se enrabió, me quiso atacar, pero yo giré sobre mi cuerpo y seguro la estúpida pasó de largo estrellándose contra el piso. Reí de solo pensarlo, una risa que me hizo taparme la boca con el dorso de la mano y tirar un poco la cabeza para atrás.

—Jajajaja...— Miré a mis alrededores, se notaba que eran las frías calles de un país europeo alumbrado por las lámparas de aceite...
—Oh, ¿Qué hace una dama tan joven a estas horas de la noche?— Volteé a ver con seriedad calma a quién habló tras mis espaldas, era un hombre un poco mayor, pero no sabía qué tan mayor. Al menos se le veía acaudalado, ¿Qué más tendría?

Posé mi mano sobre la otra frente a mi regazo y ladee la cabeza, sonrisa jugosa, pero calmada. Una chica con recato.

—Creo que me he perdido...— Tomé su brazo, le hice sacar la mano de su bolsillo y que colocara encima de mi pecho, badum, badum~. Le miré entonces con lástima, claro que impostada, como si en verdad fuera una pobre méndiga que no tenía dónde caerse muerta por el frío de la noche. Mi vestido, oscurecido gracias a la noche, ahora se tornaba andrajoso, cosa que el hombre no demoró en notar con una mirada seria... Y tras mirar mis pies descalzos, mis piernas desnudas, mi vestido harapiento, mi cintura ceñida, ese busto prominente, las clavículas marcadas y mis ojos de cordero degollado...

Lo sentía, ohhh, vaya que lo hice~

Me aguanté las ganas de saborearme en ese preciso instante, de sonreír, de darme a conocer. Le seguí mirando con ojos de cordero y lo noté.

Las brazas en su mirada...
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Y sonreí, una calma acentuada, y pasé su mano por sobre mi hombro y colé mis manos sobre sus caderas, me ceñí sobre él y le murmuré al oído con ese aroma empalagoso, pero nunca lo suficiente para ser asqueroso...

Y así de fácil tenía lograda la captura.

Que aburrido~
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Suerte que solo era rutina. ​

 

Contenido oculto: ALERTA

Muerte explicita.

Erase una vez...
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Páginas, páginas, más páginas... Pasajes, letras, oraciones. Frases, estructuras, mundos, cosas escondidas. Libros, más libros: Poemarios, grimorios, novelas y ficción. Algunos le llaman teoría, otros arte, incluso ciencia. Yo lo leo, lo leo, sigo, sigo, sin parar. Como, como, como... cómo, cómo, por qué, cuándo...

Por qué... para qué...

Y sigo, como, sigo, leo. Tranquila, frunzo el ceño, sigo. Tranquila, destenso mi cara, leo.

Hasta que mi cuerpo se desintegra y las cosas quedan tiradas debajo de esos árboles míticos del averno... ¿Quién toca ahora?

Me cruzo de brazos, ladeo la cadera y miro con frialdad a mi invocador... El humano, alterado, reacciona con sorpresa alejándose y tropieza, sigue alejándose a gatas mientras su voz se altera reflejando la maravillas en su rostro... Me mira entonces extrañado, frunzo más el ceño... me impaciento.

—¿Eres humana?
—Tch —exhalo seseante—, ¿Cuál clase de pregunta es esa? —hablo con calma, frialdad, pero mi rostro es duro.

Me mira con desconcierto, lo miro con desagrado. ¿Así me hacen perder mi paciencia? ¿Con dudas?

—Pe-pero...
—Ah... —suspiro hastiada. Con un ágil movimiento de mano hago parecer una guadaña—. Dime qué es lo que deseas —comento con tranquilidad, aunque amargada, sin alzar la voz ni un poco.

Me mira con impacto, noto que se le hiela la sangre... un poco agradable ver cómo el miedo le confirma cualquier duda...

Sí, pequeño humano, lo lograste... ¿Y ahora qué?

Me mira, mira errático hacia abajo, izquierda, derecha, izquierda... a sus costados, paranoico, ¿no? Lo escudriño con la mirada, inamovible como una estatua, esperando que por fin de las pautas para normar el contrato...

—¡Quiero saberlo todo...! —exclamó con ojos llenos de ilusión, una voz cargada de fantasías, anhelos y sueños mientras se levantaba de su lugar. Lo miré aun más filoso, ah...

—¿Seguro? —pregunté...

Me miró extrañado...

—¡Pues claro! —casi me recriminó, me miró con ofensa... lo miré serio, titubeante...

Me acerqué de él, lento... Me miró con extrañeza y pánico...

—¿Qué me das? —pregunté...
—¿Qué? —preguntó de vuelta, otra vez con extrañeza exigente...

Mejor que conociera su lugar...

Coloqué mi índice en el centro de su frente, impoluta...

—El pago, humano: Todo tiene un costo...
—Eh... ¿Mi... mi sangre? ¡Parte de mi sangre! —dijo con duda, pero lo último lo dijo con firmeza, mirándome decido... una mueca de desagrado por mi parte...
—¿Piensas que tu sangre... en verdad es relevante para mí?— Me miró extrañado otra vez, esperanzas y sueños rotos...
—Pe-pero...
—Dame algo que en verdad valga —bramé, le dije con voz más fuerte, sin perder el estoicismo, mi voz resonó en el cuarto oscuro y el miró a sus alrededores con temor, lo miré intrigada.
—Ya, ya —me calmó de mala gana, se cruzó de brazo y me apartó la mano de su frente con la propia, arisco—, ¿Qué quieres?
—Tú alma...
—¿Eso solamente? —parecía que no se lo creía... Lo miré indiferente.
—Sí...

Extrañeza... me miró resignado, dudoso, pero se encogió de hombros y dijo...

—Bueno...

Lo miré silenciosa... me miró nervioso...

—¿Tenemos un trato?
—... Sí, claro...— Entonces extendió su mano... que ingenuo.
—No es necesario —dije decepcionada y hastiada con todo.

Volví a colocar mi índice en el centro de su frente y cerré los ojos para otorgarle todo el conocimiento que tenía...

Años, fechas, recuerdos. Olores, dolores, alegrías... Amores, traiciones; mitos, leyendas; ciencia, ficción...

Todo...

todo...​

TODO.
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Gritó, se agarró la cabeza y se retorció sobre sí mismo, cerré los ojos disgustada ante tanto alboroto viendo cómo sus piernas cedían... Calló al suelo, gritó hasta que lo agarré del pelo, se retorcía bajo mi agarre y lo miraba con disgusto...

Con mucho disgusto...

Suspiré resignada e hice mi trabajo.

Le quité el alma...

Y se cayó... Suspiré con más calma... cerré los ojos y disfruté el silencio... Ver el alma me abrió el apetito, por un momento sentía el gozo en mis labios... lo perdí apenas la probé.

No era insípida... era asquerosa... pero ya la había comido... Un par de recuerdos recorrieron mi mente, lo típico, qué contenía esa alma... un poco de dulzor, angustia, mucho resentimiento. Frustración, sueños y muchas cosas fragmentadas que fueron dejadas atrás...

Di otro suspiro... miré un poco acomplejada el cuerpo...

Era... curioso.

No terminaría de acostumbrarme a ver humanos sin alma, así que le rebané la cabeza y con las alas cubrí mi cuerpo para que no me manchara la sangre.

Miré el circulo... ¿Tan solo sal? ¿Eso usaban para invocarme? Ah, sangre, lo típico, velas... ¿De dónde había sacado su información? ¡Ah, ahí estaba, ese viejo grimorio...! Ah, no, solo era la tapa que tenía diseño antiguo... Un...

—Tch —chasquee disgustada.

Seguro le costó el ojo de una cara, pero con solo leer quién lo publicó, la sinopsis y un par de cosillas más supe que no valía la pena.

Cualquiera podía creerse una cosa bonita y bien escrita...

Aunque, sonreí.

¿Cómo logró invocarme si su cabeza estaba llena de patrañas? Lo miré por sobre el hombro, inerte.,.

Sonreí, satisfecha.

Regresé a ese árbol, me respaldé, tomé mi libro y seguí leyendo...

—Oh, Sygnómi, te vez feliz —soltó una dulce y delicada voz, la miré con tranquilidad... ya sin la sonrisa.
—Ah, Paura...— La pequeña diablilla me sonrió con su ternura características... era de esas cosas que no dejaban de sorprenderme, era intrigante.
—¿Te pasó algo bueno? —preguntó con sus mejillas rojizas y su cuerpo se mecía suave, nerviosa, con sus manitas tras la espalda...

Es que... ¿Cómo seguía sobreviviendo al averno sin perder... eso?

Miré de reojo a mi izquierda, volví a mirar a Puara... Seria... inquisitiva.

—¿Y Annette?
—Ah... —exclamó con sorpresa... luego me sonrió tímida—, está ocupada.
—Ah... —concluí bajando la mirada... y sonreí...

No podía ser indiferente con esa criatura... no me veía capaz de serlo.

Era una pequeña sin igual... como Xiao Yánggāo, pero las criaturas míticas siempre eran cuanto menos extraordinarias y curiosas...

Los demonios, aun con nuestras singularidades, éramos parecidos: Comida...

Esta chica... tenía compasión... ¿Seguiría menteniendo su inocencia?

Cómo fuera, le sonreí, no veía mi cara, pero por cómo reflejó mi sonrisa, aunque de manera más tímida, sé que era una sonrisa maternal.

—Sí, Paura, me alegré...— Y miré el libro entre mis manos, seria otras vez—, aunque ahora seguiré leyendo...
—Je... —exhaló nasal...— No te interrumpo más... —dijo con timidez... se alejó, la miré sin fijarme en ella, su caminar infantil, su voz cantarina y llena de cariño—, ¡Nos vemos~!

El tesoro de Annette...

Hasta Yuki respetaba eso...
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Hasta yo reconocía eso...
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No pude seguir leyendo, miré con real angustia las ojos insignificantes frente a mis ojos... por el futuro inevitable que le deparaba. Suspiré... cerré mis libros... y dormí.

Dormí hasta que me agoté.