Ruta 314

Mimi Honda

—¡Pero ibais a capturar pokémon en ese agua mugrosa!— espeté en respuesta, descruzando los brazos para apretar los puños con rabia—. ¿Y si salía uno de esos bichos que por algún motivo parecen inundar toda Galeia? ¡Ni en un millón de años me expondría a algo tan horrible!
>> Además, hacía un calor de mil de— ¡Hyah!

La voz se me cortó en la garganta de forma súbita, estrangulada por un patético chillido de sorpresa que de nuevo se asemejó más a un grito pokémon que a algo humano. Me paralicé, avergonzada y estática, y el rubor se instaló en segundos sobre mis pálidas mejillas cuando sentí las manos de Emily rodeándome la cintura. ¿R-rodeándome la cintura? ¿Por qué siempre hacía cosas cómo esas, acaso no se daba cuenta de lo mucho que me avergonzaban?

—Busquemos a ese Glameow~ —la escuché decir entonces, tan enérgica y alegre como siempre—. Vamos, vamos~

—... ¡O-oye, Emily!— me quejé entonces, desviando la mirada. No sonaba molesta, sonaba avergonzada—. N-no puedo... ¡No puedo caminar si no me sueltas!

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Mimily (?

 

—Oh por el amor de Dios… —murmuré por lo bajo, exhasperada.

Lo único que nos faltaba. Que Mimi, quien se había adelantado por su propia cuenta, nos echara en cara todo lo que le había pasado por haber sido tan idiota de no usar sus pokémon para defenderse como cualquier buena entrenadora. Era ciertamente patético, como se aferraba a ser una niñita mimada a toda costa, sin querer dejarse ser más que eso…

Sin embargo, decidí guardar silencio. Porque, honestamente, hacía un buen día y no estaba de humor para soportar más gritos de la Honda. Simplemente decidí que encontraría a ese Glameow ladrón y seguiríamos con nuestro camino de una vez.

—¡Sal, Alakazam! —exclamé, lanzando su pokebola por los aires—. ¡Usa tus poderes psíquicos para rastrear al ladrón!

—¡Alakazam! —gritó el pokémon al salir. Situándose delante nuestro, juntó ambas cucharas, cerró los ojos, y concentró todo su poder psíquico en ellas.


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Mimi Honda

Finalmente, Emily me soltó después de segundos que se sintieron eternos. Por mi parte, yo sólo desaté su chaqueta de mi cintura y se la extendí con un gesto.

—Ten— le dije, con las mejillas aún enrojecidas—. Sólo la tomé porque es muy cálida. Y tenía frío...
N-no es como si me sintiera sola ni nada así.

***

La búsqueda resultó por completo infructuosa. El Alakazam de Effy no halló rastro alguno del Glameow, y lo mismo ocurrió con la Gardevoir y la Gothielle de Emily. No podía tomarme el lujo de perder mi bolso, tenía todas mis cosas ahí. Mi pokédex, mi tarjeta de entrenadora, mis puntos... mi diario. Sí, ¿tenía un diario, bien?

Raiden me dirigió una mirada insondable, y de un salto se perdió en la vegetación del bosque. Exclamé su nombre, llamándole... pero hizo oídos sordos a mis órdenes. Me mordí el labio inferior... y entonces salí corriendo detrás de él.

>> ¡No pienso dejarle todo el trabajo a los pokémon!— exclamé, volteándome para mirar a Effy y a Emily—. ¡Ese bolso es problema mío, así que yo también lo buscaré!

 

—Gracias por no gritarle antes, estoy segura que tuviste ganas

—¿Y tú no? Vamos, por momentos parece que se olvida que debe ser una entrenadora pokémon… —le respondí a Emily—. No es por ser buena persona o no, es que… sabes, nosotras no estaremos siempre allí para ayudarla, ella debería aprender estas cosas por su cuenta en algún momento…

"Como yo tuve que hacerlo" agregué en mi cabeza. Sí, a mi no me había ayudado nadie hasta bien avanzado mi viaje pokémon; no había tenido ayuda de amigas o de Alpha como la tuvo Mimi, tuve que valerme de mi misma para viajar por Galeia. Y eso me había enseñado muchísimo, y creo que es parte de la razón por la que llegue a ser una buena entrenadora… pero, ¿cómo explicarle a alguien como Mimi algo como eso? Ella hacía un drama hasta de las cosas más simples…

—Ni modo… Alakazam, busquemos por otra parte; cubriremos más terreno por separado —comenté, tomando otra pokebola—. ¡Sal, Masquerain! ¡Ayúdanos a buscar desde las alturas!

 

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¡Al fin aparece! xD
Nami, como te salió a ti es problema de Effy (?

Mimi Honda

—¡Raiden!— gritaba, sin deterner mis pasos—. Raiden, ¿dónde estás? ¡Raiden!

Nada. El viento traía consigo esa melodía de antaño, tan dulce y sutil que no podías evitar querer descubrir a su autor y felicitarle por ello. Sin embargo, no tenía tiempo para buscar cantantes secretos ahora, mi prioridad era encontrar a Raiden y a ese Glameow ladrón que parecía estar riéndose de mí desde que puse un pie en este bosque.

—¡Raiden!

Me detuve poco después, agotada y jadeande, y apoyé la mano sobre el tronco de un árbol para recuperar el resuello. ¿Cuánto había corrido ya? ¿dónde estaba exactamente? De nuevo había perdido a Emily y a Effy de vista. ¿Me había perdido yo también, acaso? ¡Lo que faltaba ahora! Se escuchaba un gran revuelo entre la espesura, y supuse que se trataría de alguno de los pokémon que ayudaban con la búsqueda de Glameow... pero me llevé una gran sorpresa cuando un destello rosa entró en mi campo de visión.

¿Qué era eso? Un pokémon, sí... ¿pero de qué especie? Sin Dex allí no tenía la más mínima oportunidad de averiguarlo. Era un pokémon de tamaño promedio, de largas orejas caídas y brillantes ojos azules. Estaba recolectando bayas de una zarza; llevaba el antebrazo pegado al cuerpo repleto de ellas.

—Que mono...—musité, oculta detrás del árbol—. Si tan sólo tuviese mis pokéballs aquí... ¡Ugh, maldito Glameow estúpido!
>> ¡O-oye, pokémon!— le llamé, y este se me volvió a mirarme con una pacífica sonrisa. O era muy tranquilo o estaba bastante acostumbrado a la presencia humana—. ¡No te muevas de ahí! ¿bien? ¡En seguida vuelvo! ¡Voy a atraparte, así que prepárate!

Y dándome la vuelta, desaparecí corriendo de allí. Aquella criatura, sin perder la sonrisa, ladeó la cabeza. Probablemente no había entendido nada de lo que le había dicho.

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Es un Audino, sí (?

 

Mimi Honda

Y así, corrí y corrí por todo el bosque, buscando la salida del mismo o al Glameow en su defecto. No sabía si daba vueltas en círculos o qué hacía, mi sentido de la orientación era pésimo y cada vez me sentía más y más perdida entre tanto verde. En determinado momento, mientras caminaba sin ver por dónde iba, huyendo espantada de toda clase de pokémon tipo bicho y apartando ramas a manotazos, mi pie se quedó atascado tras una pequeña piedra en el camino. No la vi a tiempo—lo que tuvo consecuencias catastróficas— y mi cuerpo se precipitó hacie delante, perdiendo todo equilibrio y encontrando sólo el suelo como apoyo. Se oyó un golpe seco...

—M-mierda...—me quejé dolorida, tumbada en el suelo y con las palmas de las manos hechas un desastre. ¡Mi mala suerte era legendaria, demonios! Refunfuñando mil maldiciones entre dientes me impulsé hacia arriba, buscando apoyo, pero cuando traté de levantarme apoyando el pie izquierdo en el suelo sentí un dolor punzante que me hizo gritar de dolor. Mi pie no había salido muy bien parado de todo ese tropiezo. Se había doblado ligeramente, de tal forma que era una absoluta tortura tan sólo mover los dedos. No estaba roto, pero...

>> Un golpe tan patético como este...—gruñí entonces, mirando mi pierna de reojo— ¿c-cómo puedo tener la mala suerte de torcerme el tobillo precisamente ahora?

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¿Por qué soy tan mala con Mimi? Aún peor, ¿por qué disfruto tanto siendo mala con ella? Soy horrible xD

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—¡Kazam!

El pokémon psíquico ganó mi atención cuando abrió los ojos de golpe. Sonreí de lado; finalmente había sido capaz de detectar al enemigo. El pokémon le gritó instrucciones a Masquerain, que fue volando por los aires para llegar más deprisa, y junto con Alakazam (Blastoise y Golduck habían sido regresado a su pokebola hace rato) salimos tras el tipo bicho.

Tras andar un poco por el bosque llegamos a un claro donde se encontraba, en el centro del mismo, el bolso de Mimi. Estaba abierto y un pokémon estaba hurgando en su interior; era un Glameow, así que lo que había ocurrido a la Honda era todo cierto… no era que dudase de ella, pero las zarpas de un Glameow eran muy afiladas, eso debió haberle dolido…

—En cualquier caso, ¡vamos a recuperar ese bolso! —exclamé, apuntando al enemigo—. ¡Alakazam, recupéralo con Telequinesis! ¡Masquerain, deshazte de ese Glameow con Viento Plateado!

En cuestión de segundos, el Glameow fue ahuyentado y el bolso de Mimi recuperado. Ahora sólo había que encontrarla a ella…

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Masquerain fue el primero en divisar a la joven que buscábamos. Aferrando el bolso de Mimi con una mano, me interné en el bosque junto con mi Alakazam, siguiendo con la vista al tipo bicho/volador, que dibujaba círculos en el cielo sobre lo que debía ser la Honda… y repentinamente, descendió en picada en aquel punto.

No nos tomó mucho tiempo más alcanzar a Masquerain. Sin embargo, no era junto a Mimi que se encontraba, sino que volaba alrededor de un elegante Luxray.

—Raiden —murmuré, acercándome al tipo eléctrico—. ¿Estás buscando a Mimi tú también?

El Luxray asintió con la cabeza, sin perder su orgulloso porte. Se dio media vuelta y me cedió su lomo para que montase, igual que lo había hecho en la ruta anterior para que montaran Emily y Mimi. Tras regresar a Alakazam a su pokebola, partimos de inmediato en busca de Mimi; con la agilidad de Luxray y Masquerain mirando desde las alturas, no tardaríamos mucho en encontrarla.

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Mimi Honda

Logré incorporarme con enorme dificultad ayudándome del tronco de un árbol, y mantuve la pierna en alto porque apoyar el pie en el suelo era un auténtico suplicio. Me lastimé las manos ya heridas, pero mereció la pena sentirme lejos del suelo del bosque.
Sin embargo, nada más levantarme, una silueta delgada que corría como si lo persiguiese el mismo Giratina chocó contra mí, y ambos nos precipitamos de nuevo al suelo. No me hice daño, pero no había derecho. ¡Eso no podía ser justo!

Apreté los puños con rabia y me volví, furiosa, dispuesta a reclamarle a gritos tamaño despiste; pero la voz murió en mis labios cuando descubrí al mismísimo Glameow ladrón que buscaba tirado en el suelo, con sus ojos girando en espiral... ¿estaba debilitado? Fruncí el ceño ligeramente, confusa.

¿Qué había pasado?

 

—¡Mimi!

—¡Lux!

Raiden llegó a un alto al visualizar a su entrenadora. Se encontraba en el suelo… ¿acaso le había sucedido algo? La posición de uno de sus pies era algo extraña, como si moverlo le causare dolor… y además noté que, no muy lejos de ella, se encontraba el Glameow debilitado por Masquerain, ¿cómo había llegado hasta ahí aquel ladrón?

En cualquier caso, descendí del lomo de Raiden y me acerqué a la joven. Como había pensado, su pie no tenía buena pinta; de hecho, era su tobillo el que parecía malherido. ¿Quizás había tropezado y se lo había torcido o algo así? Podría haber tropezado con alguna raíz; eran bastante grandes las raíces de los árboles de este bosque, y casi imposibles de ver si uno iba corriendo a toda velocidad por allí.

—Alakazam logró localizar al ladrón. Aquí tienes, sano y salvo —dije, agachándome al lado de la joven para entregarle su bolso—. ¿Qué ha sucedido? Ese tobillo no luce nada bien… descuida, mi Blissey podrá sanart-

Pero antes de que completara la oración, el sonido de pasos ligeros a nuestras espaldas me hizo voltearme. De entre los arbustos apareció un pokémon que no conocía, el cual parecía estar recolectando bayas. Con una sonrisa bondadosa, se acercó hasta nosotras; no parecía tener intenciones malignas, sino que más bien parecía ser un pokémon amable. Se colocó junto a Mimi y juntó sus manos como si estuviera rezando; un leve destello ocurrió, y el tobillo de Mimi comenzó a brillar… ¿acaso la estaba curando con Deseo?

—¿Qué pokémon es ese? —murmuré, sacando mi pokedex.

"Audino, el pokémon escucha. Audino tiene un oído increíblemente sensible. Usa sus orejas, como un radar, para percibir hasta los sonidos más débiles. Al tocar a alguien con las antenas de sus orejas, conoce su estado de ánimo y de salud por los latidos del corazón."


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Parpadeé un par de veces al ver a aquel pokémon, al parecer llamado Audino, terminar con lo que estaba haciendo. La luz se extinguió y Mimi pudo volver a mover su pie con normalidad. Sorprendida, miré al pokémon salvaje, quien parecía bastante contento que su tarea había tenido éxito.

—¿Acaso… ese Audino acaba de curarte? —murmuré, viendo al Audino salvaje con curiosidad.

Raiden, que había adoptado una posición de ataque al ver al pokémon desconocido, se tranquilizó al ver que había ayudado a su entrenadora. Masquerain descendió desde los cielos, colocándose sobre mi cabeza. Y el Glameow salvaje, por último, seguía estando inconsciente.

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Mimi Honda

—Estoy agotada...—musité, mirando mi pobre pie con dramatismo. Dolía, no tenía idea de como iba a volver con las chicas en un estado tan lamentable. Estaba allí, en mitad de un bosque... sola. Suspiré pesadamente, recogiendo mi pierna derecha (mi pierna sana), y apoyando los brazos sobre esta oculté mi rostro.— ¿Qué voy a hacer ahora? Voy a morir aquí... Seguro que pereceré de inanición por no poder moverme...

—¡Mimi!

No moví un músculo. Al principio creí que eran imaginaciones mías. —¡Apenas llevaba allí unos minutos y sentía que eran días!—, pero después, agudizando el oído pude captar con claridad una voz humana. Una voz muy familiar. Y ese grito era... era de un pokémon que conocía bastante bien. Levanté la cabeza, curiosa... y mi semblante se iluminó al mismo tiempo que mi pecho se llenaba de un sentimiento cálido.

Eran Effy y Raiden.

Habían venido a buscarme.

—¡C-chicos!— exclamé, con ojos aguados y labios temblorosos.

—Alakazam logró localizar al ladrón. Aquí tienes, sano y salvo —me informó Effy descendiendo del lomo de mi pokémon, entregándome mi bolso robado. ¡Mi bolso! Lo tomé entre mis brazos como si fuera mi tesoro más preciado, apretándolo contra mi pecho con fuerza—. ¿Qué ha sucedido? Ese tobillo no luce nada bien…

—Me... me tropecé con una piedra y me caí—le respondí entonces, con un tono que sonaba neutral a pesar de las lágrimas en mis ojos. Teniendo a Effy delante, tenía la necesidad de mostrarme fuerte... aunque era obvio que no lo era en absoluto. Una sonrisa forzosamente orgullosa de dibujó en mis labios—. ¡N-no es gran cosa, estaré bien! ¡Para un Honda esto no es na—! ¡Kyah!

Me quejé. Descuidada como era, había vuelto a mover involuntariamente la pierna. El dolor punzante, como un pinchazo atroz me obligó a cerrar la boca y mantenerme estática.

Mi suerte era patética.

Demonios.

En ese momentos, mientras me mordía el labio inferior y mantenía los ojos fuertemente cerrados en lo que el dolor remitía, escuché unos pasos suaves sobre la hojarasca del bosque. No le presté atención, quizás porque esa sensación era más fuerte... pero después sentí algo cálido... no sabría explicarlo con exactitud, pero era una sensación muy agradable. Como sentir la luz del sol después de un día ventoso y nublado. Era parecido al efecto que haría el hielo sobre esa misma lesión... resultaba reconfortante.

Entreabrí uno de mis ojos. Allí, frente a mí, con las manos unidas y un extraño halo de luz dorado sobre mi pie lastimado, se hallaba el pokémon de antes. Ese mismo lindo pokémon que recolectaba bayas. Con los ojos cerrados y una sonrisa suave y bondadosa se afanaba en.. ¿sanar mi lesión? Mis mejillas enrojecieron.

Effy dijo algo que no oí, pero sí escuché la descripción de su pokedex.

"Audino, el pokémon escucha. Audino tiene un oído increíblemente sensible. Usa sus orejas, como un radar, para percibir hasta los sonidos más débiles. Al tocar a alguien con las antenas de sus orejas, conoce su estado de ánimo y de salud por los latidos del corazón."

Lo miré entre admirada, agradecida y anonada.

—¿A...udino?

***

Después de un par segundos, el pokémon se apartó... y con ello esa luz tan extraña que envolvía mi pie izquierdo. ¿Qué acababa de pasar? No podía entenderlo, mi cerebro no daba a más. ¿Me había curado? Mi pie se sentía liviano, todo rastro de dolor había desaparecido como por encanto, y me sentía mucho mejor y más enérgica que antes. Como si pretendiese probarlo moví discretamente los dedos... no hubo pinchazo alguno que me obligara a detenerme.

—W-wow...

Effy miró al pokémon con curiosidad.

—¿Acaso… ese Audino acaba de curarte?

—Eso... parece— musité, aún sin poder creerlo. ¿Podía andar? ¡Casi había olvidado como se sentía eso! Mis ojos se llenaron de lágrimas de emoción. Me incorporé (sin el más mínimo atisbo de dolor, por supuesto) y me lancé a abrazar al pokémon con fuerza—. ¡Gracias a Arceus! ¡Me has salvado, acabas de salvarme la vida, Haru! ¡Ahora no puedo dejarte ir de ninguna manera, tienes mi completa gratitud!
>> ¡Bienvenido a la familia Honda!

 

No pude evitar sonreír ante la reacción de Mimi una vez que fue capaz de ponerse de pie. Simplemente… se sintió como la Mimi auténtica, aquella que no aparentaba ser una snob chillona y era una persona fresca, agradecida y buena.

Mientras Mimi continuaba agradeciendo al Audino, les di espacio y me senté contra el árbol donde Mimi había estado sentada antes. Ella ya había apodado al Audino "Haru"… me recordó a como Mitsuki también ponía motes a todos los miembros de su equipo pokémon. Me pregunté que estaría haciendo Mitsuki… hace ya tiempo que no la veía. Dejé de ponderar en aquello y me dediqué a ver la escena; Audino sonreía ante la gratitud de la Honda, no parecía oponerse a la idea de unirse a su familia…

—Creo que Audino quiere unirse a tu familia también —murmuré por lo bajo, luego me volví hacia Masquerain, que aún reposaba sobre mi cabeza—. Masquerain, busca a Emily, hazle saber que estamos bien, ¿sí?

Masquerain asintió y de inmediato emprendió vuelo en busca de nuestra tercer compañera de viaje.

 

Mimi Honda

Raiden se acercó, interesado, a conocer al nuevo miembro del equipo. Aunque su expresión era tan serena como siempre, sabía que en el fondo también le estaba agradecido por haberme curado. Hechas las presentaciones pertinentes, sellé el trato atrapando a Haru con una de mis pokéballs. Me sentía feliz. Aún si aún no entendía del todo qué acababa de pasar, sí sabía que era menester devolver un favor. Estaba un deuda con ese Audino, así que sería para él la mejor entrenadora que podría esperar.

—Hmm... Creo que también me lo llevaré a él— murmuré entonces, mirando de soslayo al Glameow debilitado—. Si lo dejo aquí, lo más probable es que siga robando a viajeros incautos, ¿verdad? ¡Y es un pokémon de mi región!
>> Aún si es un ladrón de la más baja calaña, una no se encuentra todos los días con oportunidades así.

No esperé una respuesta por parte de Effy, sencillamente lo atrapé con una de las pokéballs que me restaban vacías. Me quedaban apenas tres sin usar... Suspiré profundamente, alzando la mirada al cielo que podía entreverse a través de las gruesas copas. El sol estaba en su punto más alto.

>> ¿Queda mucho más para la Sede?— le pregunté a la entrenadora—. Es mediodía, sólo espero que no se nos eche la noche encima de camino allí...