—¿Farfetch'd? Vaya que les ponen nombres raros a los poké... ¡Oh, un Emolga! ¡Siempre quise tener uno!—giré hacia la ratita voladora pero la desventaja que llevaba con él era grande, y desapareció planeando entre los árboles en cuestión de segundos. Dejé caer mis brazos, desanimada—. Otra vez será... El siguiente pokémon en aparecer fue ni más ni menos que otro Exeggcute, uno idéntico al de Lucas, imposible de diferenciar para mí. El pokémon del entrenador pareció acercarse con cierta curiosidad hacia el morador de la ruta, yo creo que hicieron buenas migas enseguida.
—E-exeggcute... ¿dónde estás? —miré a mi alrededor buscando su figura—. ¡Ah, ahí está!... ¡Y hay otro! Caray, seguro que se han hecho amigos. Los dos pokémon correteaban, saltaban, se perseguían, etc. Se llevaban tan bien que el salvaje nos acompañó el camino al lado de mi pokémon. ¡Qué buenos amigos se habían hecho! ¿Debería capturarlo para que se hiciesen compañía mutua? O quizás debería... Nah, por ahora mejor dejarlo como estaba. —¡Venga, sigamos buscando pokémon! ¡A ver quién encuentra el siguiente, Liza!
—¿Ah? —giré a ver a Lucas en cuanto me nombró, pero al estar distraída me había perdido lo que dijo. Le seguí, admirando a ambos Exeggcutes jugar juntos a la par, hasta que divisé otro Paras en el camino. Aceleré el paso y tiré de la manga del chico, ¡no quería meterme en ningún lio!—. ¡Paras a la vista, acelera, rápido! Por suerte, el pokémon no pareció hacernos mucho caso y continuó a lo suyo.
Según avanzábamos aparecían nuevos pokémon, como era el caso de Throh, aunque otros se repetían, como los Paras. Como precaución, Liza me agarró de la manga y comenzó a tirar de mí para que me diese prisa. —Voy, voy. Tranquila, que no te va a hacer nada. O eso creo. ¡Da igual, ignorémoslo! Oye, estaba pensando en que si vamos a la calle victoria y queremos entrar a la sede del gran campeonato... Me parece que vamos a necesitar una medalla. ¿Tú tienes alguna? Porque yo no, me tendré que quedar fuera. Mientras hablábamos, el Throh de antes se puso a dar golpes a un tronco que había tirado en el suelo para practicar. ¡Qué susto cuando dio el primer golpe, nos pilló por sorpresa!
Bajé la mirada con cierta desilusión en cuanto habló de medallas, era cierto lo de la sede, yo tampoco podría entrar. —No, yo... no he ganado ninguna medalla, por desgracia. Siempre quedo en mala posición, creo que ya es habitual eso —alcé los hombros y llevé una mano a mi cabellera castaña, jugando con algún rizo tratando de no pensar mucho en ello—. Así que, ¿exploramos la calle Victoria a fondo? Por ahora es lo único que podemos hacer, quizás hasta encontremos cosas interesantes por ahí. Pokémon sobretodo. Admiré un grupo de Venonat sobrevolar nuestras cabezas, y fue cuando noté el gran muro de piedra que se encontraba al fondo del sendero. No me había dado cuenta antes, ¿estaría allí la calle?
Al fin el muro de la calle victoria se presentaba antes nosotros. Me emocioné mucho al verlo, pero los Exeggcute no compartían mis sentimientos. No hizo falta más que verlo para empezar a gritar y quejarse, ¿qué les pasaba ahora? —Eh, eh, tranquilos. ¿Qué ocurre, me lo vais a contar? —pregunté algo confuso, pero la única respuesta de estos fue huir. Huir corriendo—. ¡N-no os vayáis! ¡Eh, oye! Mismagius, Archeops, corred a capturarlos! El Exeggcute salvaje dio un grito más, y un Pachirisu salió al encuentro, a entretenernos para que no le diésemos caza a los fugitivos. Al menos no hizo falta más que un hoja mágica para que se debilitase.
—¡Ah, ¿qué pasa ahora!? —para cuando fui a fijarme, los Exeggcuters había echado a correr y ahora comenzaba una persecución en su busca. ¡Con lo cerca que estábamos del final! Dimos media vuelta y junto a Archeops y Mismagius (Togekiss decidió seguirnos por igual), tratamos de encontrarlos. Un Pachirisu, uno de esos tipo eléctrico que me encantaba, fue ahuyentado con un par de ataques. Un Foongus se nos cruzó a detenernos, pero con sacar a Braixen pude calcinarlo en cuestión de segundos. El problema era que los pokémon cada vez se perdían más y más en la lejanía.
—¡Liza, me adelanto, ves derrotando tú a los enemigos, por favor! —dije montando en Archeops para avanzar con mayor facilidad. El roca volaba por entre los árboles, sobrevolando los arbustos, esquivando las ramas. Pronto dimos la caza a los fugitivos, y nos pusimos justo en frente de ellos. ¡Ahora no podían escapar! Pero para cuando me quise dar cuenta, los pokémon volvieron a salir corriendo. —¡Maldita sea, ahora les hemos dejado escapar por donde hemos llegado!
—¡Entendido, vamos Braixen, Togekiss! —los tres continuamos a prisa y corriendo por el nuevo sendero, viendo a Lucas adelantarse a lomos de Archeops. Un par de Skorupis nos interrumpieron en grupo, pero nada que no pudieran hacer mis pokémon; pronto tuvimos el camino despejado. Encontrar a la pareja no fue muy difícil, logramos arrinconarlos (tras muchas vueltas, eso sí) en un hueco sin salida. Braixen y Togekiss les cortaron el camino, ya no podían seguir huyendo. —¡Lucas, los hemos encontrado! —avisé al chico a gritos, esperando que pudiera oírme. Me acerqué a los Exeggcute, colocándome de cuclillas a su lado—. ¿Por qué habéis huído de esa forma tan de repente? Nos habéis asustado.
—¡Ya voy! —grité al oír a Liza llamarme. Pronto subí a Archeops y en menos de un minuto regresé con mi pokémon—. Exeggcute, aquí estás... ¿Por qué has hecho esto, pequeñín? —no recibí respuesta, como era normal, pero la cara del pokémon dejaba ver que estaba apesadumbrado—. Anda venga, nos vamos, que la calle victoria está aquí al lado... El Exeggcute salvaje empezó a gimotear al ver marcharse a su compañero, y mí pokémon hizo lo mismo. Espera, eso que estaba viendo... ¿E-eso era un lágrima? No podía ser, ¿por qué lloraba ahora? —Exeggcute... Hum —respiré hondo—. ¿Quieres quedarte aquí a vivir, con tu amigo? —pregunté, ante lo que el pokémon no pudo más que saltar de alegría y sonreír como nunca antes le había visto—. Está bien, supongo que no te puedo retener... A partir de hoy eres libre, cuídate. Tras la despedida, el pokémon se acercó a mí y me dio lo que podía considerar un "abrazo". Ahora era más feliz. Me giré y comencé a andar en dirección a la calle victoria. —Bueno Liza, vamos, ya casi estamos.
—Así que era eso, ¿eh? —murmuré, observando la despedida de Lucas y su pokémon. Fue bonito de su parte el querer dejarlo marchar, al menos así podría ser más feliz. Dimos otra vuelta más, y regresamos al sendero que nos llevaría directos a nuestro destino, mientras dramatizaba que se me saltaban las lágrimas con la escena anterior. —Estamos ya a punto, no quiero ni imaginar lo que tendremos que caminar allí dentro. Aunque merecerá la pena, estoy segura.
Una vez llegué, me di cuenta de que en la zona había una especie de aura tropical. Todos se veían felices de estar vivos, de ser pokémon y de estar libres. Todos bailaban al caminar, se sonreían, se abrazaban y demás. Era realmente genial. Me acosté para descansar un rato, dejando que mis piernas descansaran antes de seguir. La Calle Victoria no debía de estar muy lejos.
Desperté, y vi a Emperador tatareando ante el sentimiento de felicidad que rodeaba la zona. Obviamente, cuando temió que yo lo estuviera escuchando, me hice el dormido por otros diez minutos. Al levantarme, me quité la tierra de mi camiseta. El sol había secado mi ropa, y luego de lavar los zapatos y quitarle el residuo de tierra, estuve listo para seguir. Empoleon decidió acompañarme. Espantó a un Nincada que me miraba con curiosidad. (2/15)
Las plantas abundaban en esta zona, y los pokémon por igual. Un Exeggcute apareció, acompañado por otro, que parecía muy feliz de estar allí. Sus cabezas asintieron hacia nosotros, y siguieron su camino. Emperador no dijo nada, porque sabía que la evolución de ese pokémon sería difícil de vencer. (3/15)
Empoleon evitó que una rama me cayera en la cara, y un pokémon graznó. Y me quedé de piedra al escucharlo. —¡Eh, yo estaba ahí, tú estúpid...!—se quejó el pájaro en español, antes de mirar a Emperador y agregar—...Etto, digo.... Pero el mal ya estaba hecho. Emperador se puso morado de ira, y lanzó un Rayo Hielo que fue hábilmente esquivado. —¡Señor sombrío, calme a su ave, por favor!—Pidió el Chatot con educación. Emperador atacó de nuevo, y graznó algo que seguramente significaba "¡¿AVE?!". —¡Emperador, calmese!—ordené, y Emperador alzó su cabeza, de repente perdiendo importancia en Chatot. —¡Gracias, señor!—exclamó el pajarraco. —Uhm...de nada—dije, y lo capturé. Era muy interesante.—Tu te vienes conmigo. (4/15)
Chatot no tardó en salir de su ball, y posarse en mi hombro. —Tenía años esperando algo así, señor. Y lo acepto. Pero como me ponga un mote, me iré. Mi nombre es Hiko. —Está bien—decidí. Emperador le lanzó una mirada dura, pero no dijo nada más.—¿Porque este lugar esta tan poblado? —Oh, ¡la pregunta de todos!—exclamó el pajarraco.— Supongo que simplemente los entrenadores han liberado aqui a sus pokemon cuando estos se enamoran de la belleza del lugar, además de que no tienen otro lugar a donde ir. No pueden cruzar el mar, y más adelante hay una cueva con pokémon realmente poderosos, pero de todas formas ellos adoran estar aqui... —¿Mas adelante?—pregunté—. ¿Puedes mostrarme donde, exactamente? Chatot suspiró—prometame que no me hará luchar contra ellos, y es trato hecho. Es por allí—elevó una ala hacia mi derecha, y seguimos caminando. (5/15)
Siguiendo las indicaciones de Hiko, seguiamos adentrandonos por la zona. Luego de unos minutos, una Cleffairy salió a mi encuentro. Me saludó, y revisé en la pokedex. ¡Un tipo hada! Me di cuenta de que no tenía ninguno en el equipo, y la capturé. (6/15)
Emperador lideraba la marcha, mientras yo me dedicaba a observar todas las especies que se encontraban por la zona. Un Sentret se paró en su cola, saludó a Emperador, y se fué luego de recibir una dura mirada de respuesta. A pesar del mal humor de Emperador, el ambiente era muy ameno. (7/15)
No pasó mucho antes de que un Stanler se lanzara y atacara a Emperador. Ouch, obviamente no sabía en lo que se estaba metiendo. Emperador, feliz de tener una excusa para liberar su furia, atacó con un poderoso golpe de su aleta, mandando a volar al Stanler. El pokémon se lo pensó mejor y se fué. Emperador, orgulloso de si mismo, se relajó. (8/15)
Los pokémon seguían bailando felices, disfrutando del lugar. Sería genial estar aqui por una temporada, tanta alegría era contagiosa. Hiko movía su cola de felicidad, añadiendo un compás que de alguna manera mejoraba el humor de quien se encontraba cerca. Incluso Emperador no tardó en caminar guiandose del ritmo. Unos cuantos Ledyba nos saludaron al pasar por nuestro lado. Hiko saludó de vuelta y seguimos nuestro camino. (9/15)