Por suerte, al fin logramos divisar al pokémon que buscaba: A varios metros de distancia se encontraba un Lapras navegando lenta y tranquilamente por las aguas de la ruta. Blastoise y yo nos acercamos lentamente, mientras que Slowbro se nos unía también en la travesía, con el objetivo de convencer al Lapras de que se uniera a nuestro equipo. ____________________________________________________________________________________________________________ Después de media hora de debate intenso, cientos de anécdotas contadas, enumeración de logros y una que otra mentira piadosa, al fin logramos convencer al pokémon de que se uniera a nuestro grupo, por lo que entró sin oponer ninguna resistencia a la pokebola. Terminado al fin la última parte de mi plan, volamos sobre Salamance hacía alguna parte... y ninguna a la vez.
Según la pokédex ya estábamos en la ruta 311, entonces el pokémon que buscaba se encontraría aquí. — Bueno, avancemos más—le dije a Psyduck, éste obedeció y aumento la velocidad.
Vi una pareja de buizels nadando a pocos metros de nosotros, un mantike salió a la superficie a curiosear y luego vi a un hermoso Lapras que nado a nuestro lado, con una expresión de diversión en su rostro, tal vez por ver a un pequeño psyduck llevar a un humano. — Hola, ¿sabes donde puedo encontrar un Floatzel? —le pregunté, el pokémon al entender bien el idioma de los humanos me empezó a guiar. Al cabo de un rato le ofrecí unirse a mi equipo, al parecer le gustó la idea. Fue uno de los pokémon que menos resistencia mostró al ser capturado, me imagino que ha de ser por su cercanía con nosotros.
Con psyduck dentro de su pokébola descansando, Lapras llevándome y Altaria con Fósforo todo iba calmo por el momento, pero el floatzel seguía sin aparecer. — ¿Es por aquí? —le pregunté al tipo agua. Este asintió levemente y seguimos con la búsqueda.
Después de no ver a ningún pokémon parecía que el mar estaba vacío, pero de pronto, una mancha naranja se ve a lo lejos. — ¡Ahí esta! ¡Vamos Lapras! —le grité al pokémon, entonces este avanzo hacia el Floatzel. Con la ayuda de los ataques a distancia de Altaria y la fuerza combinada de Lapras, capturamos a Floatzel. — Bienvenido a la familia, te llamaré... Furo—sonreí sosteniendo su ball.
— Wah... —bostecé sobre el lomo de Lapras. No me gustaban mucho las rutas marítimas, son tan largas y repetitivas.
Bueno, al menos ya estábamos a mitad de camino. — ¿Qué tal van, Fósforo? —le pregunté al inicial, que venía montado en Altaria. Este me hizo un gesto de que todo estaba bien.
— Poco más de 1 km... —suspiré mirando mi pokédex. Unos mantine pasaron muy cerca de nosotros y pude ver un ludvisc nadando en busca de comida.
—Ya casi... —dije viendo en el mapa del dex un puntito rojo ( marcando mi ubicación ) que estaba entrando a la ruta 312.
Finalmente estábamos en la "boca" de esta ruta. Dejamos atrás la ruta 311 para navegar la siguiente en la lista.
Fria. El agua estaba fria, y creo que esa palabra se quedaba corta ante lo que estaba viviendo, lo único bueno que sacaba de esto era que había aprendido que cuando no esta el sol meterte al agua no era nada lógico, en lo absoluto pero a Floatzel no parecía molestarse, de hecho... podía asegurar que él se estaba riendo de mi en estos momentos ya que podía oir risas ahogadas de su parte. — Anda...que no queda mucho para isla caballete...
Corrí en dirección al agua y me agarré con fuerza a Slowbro. El viaje iba a ser largo, por lo que metí a Mudkip en la mochila para que fuese más cómodo. —Quédate ahí quieto, ¿sí? —decía mientras le daba algo de comida pokémon—. Y ya podemos partir, Slowbro, cuando quieras —el tipo agua recibió las órdenes y comenzó a nadar... No precisamente rápido, pero a nadar, al menos
Brisa marina y el sonido de los Wingull... ¡Qué relajante era viajar por el agua! De vez en cuando se veían algunos Mantines por el agua, los cuales evitaba Slowbro para no meterse en pelea. Este no era el sitio adecuado. ¿Cuánto faltaría para llegar? Ni idea.
Poco a poco las Islas Caballete se iban quedando atrás y el mar empezaba a ocuparlo todo. Algo más relajado cerré los ojos para poder sentir la paz y la soledad del océano... Y justo entonces Mudkip saltó de la mochila. —¿Qué tal vas ahí atrás? —giré mi cabeza y no vi la cabeza de Mudkip—. ¡¿Qué?! ¡¿Dónde te has metido?! —mi corazón dio un vuelco y mi cabeza no paraba de moverse de un lado a otro, buscando su silueta en el agua. ¿Y si se estaba ahogando? —. ¡Corre, Slowbro, hay que encontrarlo! El despistado pokémon me miró sin preocuparse y luego volvió la cabeza a la derecha. Avanzó un par de metros y con su movimiento psíquico elevó a Mudkip por encima del agua. Ahora me sentía tonto de olvidar que los pokémon agua podían nadar.
—¡No me vuelvas a dar estos sustos, pequeño! La próxima vez debes avisarme antes de desaparecer, podría haberte pasado algo. Mira, si quieres ir por el agua ve acompañando a Slowbro, siempre al lado, ¿vale? —algo cabizbajo y con el semblante serio asintió—. Venga, sigamos el recorrido. Ya sin preocupaciones de nuevo disfruté del tramo que nos quedaba por recorrer.
Mitad del océano y ya no sabía ni por dónde iba. ¿Estaría yendo por la ruta correcta Slowbro? Bah, tampoco importaba, solo el paisaje ya merecía la pena y prisa no había. —Oye Slowbro, ¿estás seguro que es por aquí? —el pokémon me miró con la misma cara de indiferencia de siempre. Definitivamente, eso era un no
—Vaya... Hum. ¿Y cómo lo hacemos ahora? ... ¡Ya sé! ¡Archeops, Mismagius, buscad la siguiente ruta desde el cielo! Los pokémon salieron de sus respectivas cápsulas y empezaron la búsqueda... Pero mientras no quedaba otra que esperar.
Mientras seguíamos esperando, Mudkip se puso a nadar de aquí para allá. ¿Debería ir tras él? Por el momento le dejaría un poco más de libertad. —Bueno, Slowbro, ¿qué te parece esta ruta? ¿Te gusta? —¡Slowbro, slow! —respondió el tipo agua con una sonrisa en la cara. Aunque no era mucho, ya era más de lo que había hablado nunca.
—¡Mudkip, mud! —exclamó el tipo agua cuando se vio sorprendido por un Luvdisc salvaje que le atacó con un pistola de agua. Slowbro empezó a nadar rápidamente hacia el pequeño, pero antes de que pudiese llegar a socorrerle el bebé se puso en guardia. ¡Y vaya genio! No hizo falta más que in hidropulso para acabar con el pokémon. —Vaya... Sí que te has hecho fuerte en las grutas... ¿Oye, y a ti te gusta combatir? —pregunté al pokémon, que sonrió y empezó a nadar a todos lados de felicidad mientras asentía—. Hum, tenemos que empezar a entrenar.