Fruncí la nariz, no obstante sonriendo ante la significancia de la fragancia que azotaba nuestro sentido del olfato: un Gloom se había presentado ante nosotros, mirándonos con curiosidad. Se mostró un poco reacia cuando le mostré una pokébola como señal de que la invitaba a venir con nosotros. Hizo emerger pestilencias varias de su cabeza, que con el pasar del tiempo fueron adquiriendo un sabor más agradable, dado que mis palabras amables la estaban convenciendo. Finalmente, entró por cuenta propia a la pokébola. —¡Genial! —exclamé con la pokébola en alto, mientras Pidgeotto y Plusle celebraban. Montamos en el pokémon pájaros y retornamos a Ciudad Barniz.
Togekiss se paró en esta ruta. Me encontraba algo confuso, pensaba que íbamos a la ruta 309 pero habíamos parado en la 307. La tipo volador nos miró con cara de duda, no sabía por dónde seguir avanzando puesto que esta ruta era nueva para ella. —Qué fastidio, supongo que ahora no nos quedará otra que continuar a pie por la ruta... Esto va para largo, mientras nosotros buscamos por aquí, le pediré a noctowl que vaya buscando por el cielo, así seguro que encontramos el camino antes.
—Creo... creo que era por aquí... ¿no? —murmuré llevándome un dedo a mi labio inferior con confusión. En verdad la zona no me sonaba mucho. —No no no, era por allí. O eso me parece. ¡Da la vuelta, Togekiss, que he dicho que es por el otro lado! —y ésta, suspirando, volvió a girar en sentido contrario. Y así llevábamos ya media hora. Media sofocante y asquerosa hora. Al cabo de un rato acabamos descendiendo en la ruta 307, donde ya habíamos estado en su tiempo, y decidí echar un vistazo a la pokédex para ubicarme un poco. Noctowl por su parte echó a volar junto con Togekiss para visualizar el camino a recorrer, y así perder menos tiempo. En cuanto descubrí que no había estado aún en la ruta 309 me di un golpecito en la frente, exasperada. Así normal que Togekiss no supiese el camino, y que la frontera de la ruta no me sonase de nada. —En fin, manos a la obra. —comenté, guardando el aparato, y comenzando a caminar por el área. —Quizás encontremos rápido la ruta.
—Es una faena que no podamos ir directamente a nuestro destino, pero... mirándolo por otro lado, sería más aburrido que ir simplemente volando, ¿no crees? Poco a poco nos fuimos adentrando en la ruta y a nuestro paso salían numerosos pokémon salvajes. Ninguno me llamó la atención demasiado, salvo un exeggcute. Corrí a perseguirle, pero este se dio a la fuga; era mucho más rápido de lo que parecía. En poco tiempo me había perdido por completo, ya no sabía ni dónde estaba la entrada de a ruta, pero no podía desistir, ese exeggcute tenía que ser mío.
—Bien, ahora va y se pierde. Lo que faltaba... —me quejé mientras avanzaba paso por paso como alma en pena, sabiendo ya de por sí que aquella ruta era larga y cansina. Apoyada en el tronco de un árbol bajo la sombra de éste, observé todo el lugar tratando de encontrarlo sin hacer esfuerzo alguno... No resultó como yo quería. —¿Por qué nunca podemos pasar una ruta tranquilamente? ¿Es mucho pedir? Y, hablando conmigo misma mientras avanzaba por la zona, dejé aquella parte para tratar de encontrar a Lucas por otro lado. Algunos pokémon me miraban raro pero, ¿qué más daba?
—Eh, espera exeggcute, ¡no te vayas! Ah, esto es inútil, no me va a hacer caso. Sal, riolu, ayúdame a perseguirlo— el tipo lucha se materializó sobre la hierba y corrió junto a mí para atrapar al veloz pokémon, pero al alzar la vista para visualizar el objetivo, este ya no se encontraba —Vaya, estábamos tan cerca, ¿verdad riolu?— pero repentinamente, mi pokémon se giró percatándose de la presencia del tipo psíquico, el cual nos lanzó un hipnosis. Riolu quedó dormido así que tuve que relevarlo por mudkip, que saltó de la mochila donde siempre viajaba con rapidez—. Vamos mudkip, ¡que no escape!
Misteriosamente, Grovyle decidió salir y hacerme compañía así, de improvisto. Normalmente cuando lo hace es para montar guardia, como si hubiera sentido peligro por los alrededores. Pero esta vez... esta vez le notaba diferente. ¿Habrá notado algo que yo no alcancé a sentir? Y así permanecimos un rato en silencio, buscando todavía al escurridizo Lucas y sus pokémon. ¿Habría logrado capturar alguno ya? Ojalá sí, quería seguir ya por otra ruta. Dirigí una mirada de soslayo a mi acompañante, intrigada, y volví a mirar al frente. Noté que por un momento él también me había mirado. —Hmm... Creo que por allí podrían haberse ido. ¿Vamos? —señalé a la derecha, donde se separaban los caminos, y solo recibí un encogimiento de hombros por su parte. Supongo que era un sí. Continuamos por el trayecto acordado.
—Uf, uf, estoy sofocado, uf, no puedo más...— mudkip que corría a mi lado y yo nos tiramos sobre la hierba fresca, empapada del rocío—. Ya nos podemos ir olvidando de ese pokémon, es incansable y corre muy deprisa— pero mi acompañante se levantó inmediatamente, me lanzó una mirada desafiante y me disparó un pequeño chorro de agua a la cara—. ¡Se puede saber qué haces! Estás tan cansado como yo, no intentes fingir lo contrario. Anda, descansa un rato— el tipo agua mostraba un gran espíritu, pero sus piernas empezaban a fallarle, así que, por mucho que le pesara, se echó al suelo. Cuando ya la esperanza de capturar al escurridizo exeggcute era mínima, apareció Liza con su grovyle —¡Lizaa, necesito tu ayuda!—al escuchar mi grito, la entrenadora se acercó—. He intentado por todos los medios capturar a ese exeggcute, pero siempre se me escapa, estoy exhausto, por favor, ¡ayúdame a pararle!— dije intentando ponerme en pie.
—Pues... Nada, que por aquí no es. —suspiré llevando ambos brazos a mi cintura, poniéndolos en jarra. —¿Qué propones hacer ahora, Grovyle? —Gro... —con un gesto me pidió guardar silencio por unos instantes. Poco después escuchó algo, y echó a correr entre el follaje. Sin perder tiempo le seguí, esperando ver si daría resultado aquella carrera. *** "¡Lizaa, necesito tu ayuda!" Cuando llegué junto a Grovyle logré escuchar la voz de Lucas, y giré sobre mí misma para verle tirado junto su Mudkip en el césped. ¡A buenas horas! —Si no es por éste no te llego a encontrar. ¿Dónde te habías metido? —le espeté algo cansada, caminando hacia donde estaba y ayudándole a levantarse finalmente. —A ver, ¿dónde viste al pokémon por última vez? Quizá logramos atraparlo rápido.
—Menos mal que has aparecido, estaba a punto de darme por vencido. Se marchó por allí— dije señalando unos árboles situados al este—. Vayamos a buscar, con suerte lo pillaremos. Corrimos en la dirección acordada, pero Liza avanzaba mucho más rápido que yo, las piernas no me respondían. Cuando por fin esta encontró al pokémon, lo retuvo para que no continuase corriendo y me diese tiempo a alcanzarlos. Al llegar, me di cuenta de que no era el único que estaba agotado, exeggcute también parecía estar a punto de desmayarse. —Bien, por fin lo tengo— pero justo cuando iba a lanzar la ball, volvió a usar hipnosis, aunque a diferencia de la última vez, este iba a por mí, no a por mi pokémon. Tras recibir el ataque caí instantáneamente al suelo. Después de haberme noqueado y haberse librado de una amenaza, le lanzó otro a Liza. Por suerte, antes de que el ataque la durmiese, noctowl descendió del cielo para frenar el hipnosis con su habilidad insomnio.
—¡Lucas! —exclamé sorprendida al escuchar un ruido a mis espaldas; el chico había caído al suelo, inconsciente. Estuve a punto de acercarme a ayudarlo como pudiera, pero Grovyle me cerró el paso, mirándome significativamente. Fruncí el ceño y asentí, buscando con la mirada al Exeggute. —Está bien, está bien. Vamos a acabar con él de una buena vez. Y ahí estaba, clavando su mirada en mí en aquel mismo instante. Retrocedí algo vacilante, pero no podíamos dejar que se alejara otra vez. Ordené a Grovyle que lo atacara con un Hoja Aguda, pero cuando saltó ágilmente para noquearlo aprovechó para lanzarme un hipnosis. —¡Grovyle, no! —grité, tapándome la cara como movimiento reflejo ante lo que me venía encima. Pero un revoloteo cercano me hizo abrir los ojos, y pude percatarme de que el hipnosis fue intercrptado por el Noctowl de Lucas. Por que poco... —¡Grovyle, Noctowl, no dejéis que vuelva a irse! Pero aquel pokémon, pese a lo agotado que estaba, daba mucha guerra. Se resistía todas las veces que fue atacado, y en un punto del combate a dos bandas usó su paralizador en todos nosotros. Noctowl y yo miramos impotentes como el pokémon huía de nuevo, pero Grovyle, a quien no le afectó el ataque, siguió al pokémon hasta perderse a lo lejos. ¿Y... ahora qué?
Tras unos minutos, el efecto del paralizador se pasó y todos pudieron volver a moverse, salvo yo, que seguía dormido. Algo preocupados, todos se pusieron a buscar una manera de despertarme, pero era inútil, el sueño era demasiado profundo. Sin embargo, noctowl voló hacia uno de los árboles entre los que nos encontrábamos y bajo con una baya atania. ¡Qué suerte, ese árbol nos iba a salvar de unas cuantas horas de espera! —Uah—bostecé — ¿Qué ha pasado? ¡Quéee! No me puedo creer que me haya dormido en un momento como este. Pero... oye noctowl, tráeme otra baya, se la daré a riolu y nos ayudará, cuantos más seamos mejor. Y a todo esto, ¿dónde está grovyle?
Noctowl le pasó otra baya Atania a su entrenador, y al cabo de unos segundos Riolu también logró despertar. Me sentí bastante aliviada cuando el paralizador se desvaneció de igual forma, pero la pregunta de Lucas me hizo despertar del todo. —¿Grovyle...? —instintivamente lo busqué por los alrededores, pero recordé que fue a perseguir al Exeggutor por lo que no serviría de nada buscarlo por la zona. —Está tras la pista del pokémon, así que creo que mejor debemos ponernos en marcha. Sin esperar alguna respuesta del resto me alejé hacia donde vi al pokémon shiny por última vez, y ya a lo lejos, llamé al resto para que me siguiera: una luz potente en la distancia me dio la certeza de que se encontraban en pleno combate. —¡Vamos, no podemos perder tiempo! —vociferé agitando los brazos, y comencé a correr en aquella dirección.
—Esa luz debe de ser grovyle, vayamos para allá. Después de la siesta que me he pegado, tengo las pilas cargadas, ¡corramos!—según nos acercabamos, la luz se iba haciendo más potente y cuando por fin encontramos a los dos tipos plantas, acorralamos a exeggcute; ya no tenía escapatoria. Sin esperar ni un segundo, lancé una pokeball y lo capturé. —¡Bieeen! Aleluya, lo que ha costado capturar al dichoso pokémon, muchas gracias, Liza— suspiré aliviado—. Bueno, ahora continuemos nuestro camino, noctowl, ¿sabes ya por dónde es?
—Buen trabajo Grovyle. —felicité al pokémon en cuanto su rival fue capturado. —Te mereces un buen descanso, debes estar agotado, ¿no? —¡Grovyle, Grovy! —se negó rápidamente, dando saltos ágilmente en el sitio para demostrarme que aún estaba en forma. Dio un par de cortes al aire con sus garras y casi por un instante, pude notar un pequeño brillo morado en ellas. —¿Y eso? ¿Tú lo has visto Lucas? —le pregunté confusa, pero éste estaba tan atento a su Noctowl que no llegó a notarme. Volví a ver a Grovyle, intrigada, y el pokémon volvió a probar. Nada. —Quizá fueron imaginaciones mías, sigamos a los demás. Ambos seguimos la marcha del resto liderada por el ave de Lucas, quien ya sabía el camino. Esperemos que sea verdad.
—¡Noctowl, towl! — gruñía el tipo volador para guiarnos, acompañado de un revoloteo en círculos alrededor nuestra. Su vuelo parecía inquieto, como si no estuviese guiándonos, sino alertándonos de una amenaza inminente. En verdad, era lo que hacía. Un grupo de pokémon salvajes aparecieron ocultos entre la hierba, estaban camuflados esperando encontrar una presa. El tipo volador fue el primero en reaccionar, empujándome para evitar ser golpeado por un hoja afilada. —Ayy, qué daño. Gracias por el aviso noctowl, Liza, prepárate para la batalla. Salid pineco y claydol— dije todavía algo atontado por el golpe contra el suelo. Los pokémon salieron de sus pokeballs rápidamente y esperaron a recibir órdenes.
En verdad aquello me había tomado por sorpresa, y sabía que no era la única. Lucas y sus pokémon se pusieron en guardia al instante, pero mi prioridad en aquel momento era saber el estado del tipo planta. —Grovyle, ¿puedes? —el shiny me observó con decisión, asintiendo sin dudarlo. Dudé unos instantes, pero si él decía que podía debía de creerle. Aún así saqué a Togekiss y Braixen para ayudar. —Repartíos por ambos lados para ocupar más terreno, ¡adelante! Togekiss y Braixen se lanzaron al combate con una velocidad abrumadora, desquitándose de sus rivales correspondientes. Quemando y atajando por el aire, se encargaron de acabar con todos los suyos con facilidad. Lástima que no podía decir lo mismo de Grovyle, quien se resentía las heridas del anterior combate con su forma de luchar; se limitaba a esquivar los ataques del Throh que le acorralaba incansable, pero comenzaba a tener signos de cansancio en su rostro. Poco duraría en ese estado. Esquivó por los pelos un fuerte puñetazo directo a su rostro y contraatacó con su Hoja Aguda, pero fue interceptado al instante, agarrado por el brazo que se dirigía violentamente al estómago del luchador. Throh lo levantó del suelo lentamente, y le sonrió con egocentrismo cuando estuvieron cara a cara. Grovyle hervía de ira por aquel acto. Sin contenerse lanzó rasguños al aire con su otro brazo tratando de darle alcance de esa manera, y poco a poco sus garras comenzaron a volverse más afiladas y de un color violáceo. Extrañada, observé con cautela aquel combate, expectante de lo que pasaría ahora. Quién iba a decir lo que pasó a continuación. Grovyle se deshizo del agarre clavando aquella garra morada cargada de energía en Throh, haciéndole un corte considerable y logrando hacerlo tambalear varios centímetros atrás. Orgulloso, se miró las garras, y volvió a esforzarse por repetir el ataque. Volvió a lanzarse a toda velocidad con lo mismo. Había logrado aprender Garra Dragón. —¡Bien hecho, Grovyle! —exclamé con júbilo acercándome a él en cuanto acabó con el tipo lucha, pero me apartó con rapidez del sitio al recibir por mí un ataque ajeno. Acabó con el causante sin tardar mucho y volvió a girarse hacia mí, agotado. Sonreí ligeramente. —Te estás esforzando demasiado, no quiero que te lastimes, ¿vale? Sabes que todo tiene un límite. Pero el se quedó ahí, mirándome indiferente y con la mirada casi perdida. Preocupada, agité mi mano frente a él para devolverlo a la realidad, pero para mi sorpresa, comenzó a brillar. Al fin había llegado el momento... ¡Había comenzado su evolución final!
—¡Es nuestro turno! Claydol, paranormal; pineco, giro bola; noctowl, hipnosis— comandé. Estos entraron en una batalla que duró un par de minutos Los pokémon rivales fueron debilitándose poco a poco, aunque a mí me costó más atajar con los que me tocaban, debido a mi menor nivel como entrenador—. Qué tal Liza, ¿todo bien por ahí?— dije echándole un mirada—. Pareces preocupada, ¿qué ocurre? — en ese momento, me di cuenta de que algo pasaba con grovyle... Estaba evolucionando—. Guau, enhorabuena, por fin has conseguido que grovyle evolucione. Oye, ahora que caigo, ese sceptile que ahora tienes procede de un huevo de los breakdancers al igual que mi mudkip, ¿verdad?
Aún no salía de mi asombro, ¡tenía ante mí a un imponente Sceptile shiny! Lo observé de arriba a abajo; su sonrisa orgullosa seguía denotando seguridad en su nueva forma, de eso no cabía duda. Comencé a girar a su alrededor para verlo mejor, emocionada. —¡Me encantas! Se te ve muy bien con tu nueva forma, estarás contento, ¿eh? —Sceptile asintió, dando cortes en el aire para probar su nuevo cuerpo, y comenzó a hacer una serie de estiramientos. Sonreí ante tal escena con alegría, sin duda iba a ser un gran pokémon en batalla. Volví en mí al escuchar a Lucas y los pokémon acercarse a ver al recién evolucionado, quien, sin sentirse incómodo ni mucho menos, comenzó a alardear de su forma recién adquirida. —Síp, al igual que Mudkip, yo conseguí un Treecko allí. Por algo te recomendé ir a verlos. —respondí, recordando aquellos momentos en el que aquel inicial solo estaba en su primera fase. No había cambiado su personalidad en lo absoluto. —Y bien, ¿qué toca ahora?
—Mira mudkip, algún día tú serás tan fuerte como sceptile— le dije al tipo agua que recién había bajado de la mochila para contemplar el nuevo pokémon—. Bueno, a continuar caminando, ya debe de quedar poco, ¿por dónde vamos ahora, noctowl? El pokémon volador nos llevó hacia el final de la ruta, pero cuando por fin llegamos nos encontramos con una piedra que obstruía el paso. La piedra era gigantesca y no presentaba fisura alguna por donde intentar romperla. Me puse a pensar un modo de pasar, pero antes de que pudiera sacar nada en claro, haxorus se escapó de su pokéball y le asestó un potente golpe a la roca, apartándola así de en medio. —Vaya, que fuerza haxorus. Un método tan poco sutil como efectivo. Muchas gracias por tu ayuda, regresa ahora a tu pokéball
