(@Dark-chan ) (@Yellow green forest ) Salimos de pueblo a toda velocidad junto a mitsu y mizuki --Ya casi llegamos mizuki--Le dije--
Tarareando una canción llegué a la ruta 304. Más que una ruta parecía una calle... Me encogí de hombros y miré a mis pokémon. Grovyle iba con rostro de pícaro, de seguro estaba pensando en alguna travesura, y sobre mí, Staravia volaba feliz y contento. Quizá debía sacar a los demás.
Saqué las pokéball de mi bolso y exclamé: —¡Smoochum, Elekid, Magby, Azumarill, Bidoof, salgan!—Todos mis compañeros salieron produciendo un gran barullo. Los miré y me di cuenta de que Bidoof había aterrizado sobre Elekid y éste estaba dispuesto a electrocutarlo. Los separé antes de que hubiera una pelea...
Elekid estaba furioso. Traté de agarrarlo para que no se abalanzase sobre Bidoof pero al apenas tocarlo, sentí como me enviaba un ataque eléctrico. —¡No!—Dije, y caí el suelo. Sentí el olor de algo chamuscado y observe las mechas de mi pelo, quemándose. Salté rápidamente del suelo, asustada.
—¡Azumarill, ayúdame!—Exclamé mientras trataba de apagar el fuego. El pokémon me miró asustado y usó Aqua Cola para apagar el suelo. Terminé del otro lado de la ruta, lanzada por el impulso del ataque, pero por lo menos el fuego se había apagado.
—¡Ustedes dos, a sus pokéballs, ya!—Dije muy enojada a Elekid y Bidoof, y los regresé. Grovyle, Staravia, Smoochum y los demás me miraban extrañados. Suspiré y comenté:—Será mejor que ustedes también entren. Regresé a Smoochum y a Magby a sus pokéball y continué caminando con Grovy, Starr y Azu.
El camino era bastante largo y aburrido. Así que me entretuve tarareando una canción, aunque ni siquiera recordaba su nombre. De vez en cuando algún pokémon pasaba por donde yo estaba, pero además de eso, no había nada muy interesante.
Me pregunté qué dirían los chicos cuando me vieran con la mayor parte de mi pelo quemado. ¿Se reirían? Quizá sí, de seguro me veía muy cómica. Lástima que no había llevado un espejo, sino hubiese podido ver si realmente me veía ridícula con el cabello destrozado.
—¡Azu, Azu!—Iba cantando mi pokémon a mi lado, mientras caminábamos (todavía) por la ruta. La verdad que tener pokémon era muy bueno. Son amigos fieles, divertidos y, sobre todo, te entretienen en caminos tan largos como este. —¿Alguien quiere comer?—Pregunté, pero cuando lo hice, algo cayó sobre mi cabeza.
Staravia había dejado caer sobre mí un pañuelo rojo con pequeñas pokéballs en él. Era muy bonito y bastante ancho, encajaba justo en mi cabeza. —¿Lo has conseguido para mí?—Le pregunté a Staravia con una sonrisa. —¡Staravia!—Contestó el felizmente, y voló otra vez. —¡Gracias!—Le grité al verlo en el cielo. Guau, la verdad es que mis pokémon eran geniales.
Me coloqué el pañuelo en la cabeza, sujetándolo bien. Supuse que así no se vería la parte quemada de mi cabello. Miré a Grovy y a Azu y les pregunté: —¿Qué tal se ve? Ambos pokémon saltaron. Tomé eso como un "sí, se ve bien". —Bien, vamos a continuar nuestro camino.
Ya me estaba cansando de tanto caminar. Así que me senté un rato en la ruta a comer galletas. Le convidé algunas a mis pokémon, y observé el paisaje con más detenimiento. No era feo, tampoco era como la Gran Catarata, pero estaba pasable.
Estuve así casi quince minutos, jugando con mis pokémon y descansando, hasta que decidí que ya era hora de ponerme en marcha. Me levanté, sacudí las migajas de mi ropa y le silbé a Staravia, avisándole que era hora de partir otra vez. Continuamos la marcha con felicidad, con Staravia sobre nuestras cabezas.
Un frío aire comenzó a correr. Miré a mis pokémon y noté que tenían frío y estaban cansados. —Chicos, adentro—les dije. Y los regesé a sus pokéball, mientras yo tiritaba y trataba de acelerar el paso.
Cuando noté que estaba perdiendo calor en mi cuerpo, comencé a correr. Así tal vez me olvidaría del frío, y quizá pudiese llegar más rápido a mi destino, aunque lo dudaba. De seguro al minuto de estar corriendo me cansaría. Mi condición física era terrible.
Y justo en ese momento en que mi respiración se cortaba, divisé una cueva. —¡Perfecto!—susurré. Y me encaminé hacia allí.
(@Yellow green forest ) Habiamos llegado a la ruta 304 --Vale hemos llegado --Le dije sonriendo a mitsuki--