Colección Ronin | Samurai Senso

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por rapuma, 19 Octubre 2021.

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    rapuma

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    Título:
    Ronin | Samurai Senso
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    287
    Rōnin
    浪人




    La cofradía en la que vivía Kenzaburo era el lugar menos pacífico que conoció en su vida. Eran asesinos, violadores, ladrones y vagos que buscaban cualquier pretexto para generar un duelo y quedarse con las pertenencias de alguien. Kenzaburo vendía sus habilidades de rastreo a un precio siempre accesible, que le permitía tener sus propios ingresos para un plato caliente y una almohada cómoda. Pero lo cierto es que estaban varados en el exilio; la pena de todos ellos era el destierro, el Imperio los buscaba para eliminar cabos sueltos o simplemente para decapitar desertores de sus filas. A ningún señor le gustaban los ronin renegados. La indisciplina se apoderaba de todo ese matojo de hombres perdidos en el vicio del odio. Vino, mujeres traídos con dinero o a la fuerza, saqueos en poblaciones vecinas, hombres que no cuidaban las armas o que las vendían por un trago de licor, guardias que no se cumplían. Eran salvajes abandonados, sin esperanza ni jefes, aguardando a que el tiempo pasara.

    Kenzaburo acababa de matar a uno de esos hombres que de borracho que estaba no sabía ni lo que hacía. Aquello no tenía sentido. ¿Por qué albergar esperanza alguna de redención?

    Allí, junto al muerto, algunos hombres se acercaron curiosos. Kenzaburo tomó el cuenco de comida que había dejado a un lado para maniobrar con su katana y olisqueó en silencio. Abrió los ojos, subrayando con su mirada asesina que él no era de los que se dejaban amedrentar, y con los palillos de madera que venía con el tazón empezó a comer con disciplina. No tenía hambre, pero debía dar el ejemplo.
     
    Última edición: 15 Febrero 2022
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    Título:
    Ronin | Samurai Senso
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    Drama
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    3
     
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    Komorebi
    木漏れ


    El dojo en Kamakura permanecía en un bucle eterno de soledad y quietud, al menos en el exterior, ya que dentro se forjaban máquinas sin sentimientos, soldados listos para dar la vida sin titubeos. Los soldados perfectos creador por el guerrero invencible.

    Kenzaburo subió las escaleras de ese dojo, a sabiendas de lo que significaba. La primera vez que subió esos escalones fue con una propuesta de paz al líder de los Harima, pero esta vez ascendía con una mano sobre la empuñadura de su katana. Dentro del lugar estableció contacto visual con Takano, el segundo al mano del clan Minamoto. El estratega del clan.

    —¿Vienes por la katana de Takeda? —inquirió el ronin mientras deslizaba sus pupilas hacia Kato, el cual se hallaba en el centro del tatami impartiendo disciplina sin ninguna voz. A su lado, en perfectas hileras combatían los guerreros de Kamakura con espadas de madera para evitar alguna muerte.

    La voz sonó fuerte en el interior del dojo.Todos detuvieron el choque de espadas al unísono; eran de madera pero sonaban con una ferocidad parecida al del choque de sayas. Kato no desvió la mirada de Takano, sólo se cruzó de brazos, no le gustaba que los combates se interrumpieran por banalidades.

    Estoy aquí por mi mencionó Takano hacia Kenzaburo.

    —¿Cuál es el verdadero valor que tiene tu líder ante tus ojos? —la voz de Kato Harima hizo que el ambiente se tornara denso; el águila de Kamakura poseía una seguridad que era hasta palpable en el aire; era una sensación de dominio innato.

    Kenzaburo seguía mirando a Takano, atragantándose con la traición hacia Takeda Minamoto. La madera de la katana crujió bajo las enormes manos del ronin, el cual irradiaba un aura asesina.

    "Tu pareces una luciérnaga y yo la oscuridad que la rodea. Míralas: no es fácil ser una luz en el medio de la oscuridad pero ellas salen y brotan contra todo pronóstico, marcando el camino del vigilante. Hay miles de luces esperando contagiarnos su ilusión, su bondad, su esperanza. Se iluminan entre ellos, los unos a los otros, en la noches más oscuras. Los Minamoto son así y agradezco tu hospitalidad, algo que creí arrancado del yugo de la humanidad como una hierba mala"

    El ronin recordó sus propias palabras hacia Takeda en aquella noche de Gifu, cuando ambos pudieron conectar más allá de la pobre visión de un líder y un vasallo; quizá Kenzaburô nunca podría tomarlo como demandante en su camino, pero sí podría adoptarlo como parte de sí mismo, de modo que el ronin defendería a capa y espada el honor de su amigo. Sí, su amigo. Quizá el único en el mundo.

    —El valor de Takeda puede verse a simple vista. No es alguien que empuja a sus subordinados con el poder del miedo, él está en primera línea, eso es lo que lo caracteriza. Takeda es el pegamento que todos necesitamos. —y de un movimiento fluido, desenfundó la katana de Takeda. Al tacto era casi similar a la suya, después de todos ambos coincidían en tener espadas gemelas, una unión simbólica que comenzaba a hacerse realidad.

    La katana desenvainada sonó filosa ante un dojo expectante; nadie más hacía otra cosa que observar aquel combate.

    Creo que esto es un poco radical, inclusive para alguien como Kato mencionó Ujihisa hacia Zeng abriendo por completo los ojos al ver como Kenzaburo tomaba la katana.

    El peligro pone al límite a las personas; eso las hace hacer cosas grandiosas mencionó Zeng ante la preocupación de Ujihisa.

    Mientras tanto; Yin esperaba a un lado de Misato, y en voz apenas audible para ella mencionó:

    Están equivocados al creer que esta es la verdadera pelea; confían demasiado en sus ojos como para entender el verdadero objetivo. Estos hombres no están peleando para demostrarle a Kato quien es más fuerte; están peleando para demostrar la fe que tienen en su líder Yin sonrió al saber lo difícil que era esta pelea para aquellos que sabían del plan de Takano Esto, Misato-dono es el verdadero espíritu de lucha. Y estoy orgulloso de poder ver un duelo como este.

    Kenzaburo arremetió con fuerza hacia Takano, como si un nuevo impulso lo controlara, haciendo un ligero corte en el brazo de Takano; quien con la saya de su katana también golpeó con fuerza sobre el hombro de Kenzaburo.

    ¿Eso es todo lo que tienes? preguntó Takano para poder ocultar la satisfacción que sentía al ver a Kenzaburo defendiendo el honor de Takeda de aquel modo, a su modo. Las dudas que tenía con sus decisiones de enviar a Takeda con él a Gifu no fueron erradas, se culpó por varias noches de haber enviado a Takeda con un grupo de desconocidos, en especial con Kenzaburo, que se especializaba en buscar conflictos; pero estaba equivocado con respecto al espíritu de ese guerrero, ahora veía una resolución en los ojos de Kenzaburo, un objetivo que no tenía antes; aquel hombre que usaba la palabra ronin tan a la ligera, era el samurai más leal a su señor.


    Amelie con fragmentos de la Prefectura Kamakura desde la página 22 hasta la 25 escritos por Fer y mi retoque personal en pequenios detalles.
     
    Última edición: 24 Mayo 2023
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    Kaisa Morinachi

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    Weón, no lloro nomás por andar insensibilizada y desconectada, ¿pero entiendes lo profundo que es todo esto? Más allá de que sea lo que Kenzaburo vio en Takeda, sí no, porque a la vez, te juro que Mao podría haber dicho lo mismo de Kenzaburo de haber tenido el valor y las palabras. Porque Kenzaburo y Takeda jamás serán lo mismo o similares, pero sí Takeda logró redimir en cierto aspectos a Kenzaburo, aunque al final del día la redención es una lucha y decisión personal, ese mismo pilar, soga y mano de ayuda que significo el Minamoto para Kenzaburo, lo significó Kenzaburo para Mao y podría hasta llorar, pero nomás no lloro, porque estoy escribiendo y no hablando.

    Kenzaburo te adoro, se ganó muchos de mis respetos el personaje, en verdad admirable.

    Lloro

    Primer choque de montañas que presencio, primera choque de montañas que atesoro. Increíbles, nada más que decir, muchos de los personajes de S.S están muy bien desarrollados y jamás me hartaré de recalcar el cariño, esmero y dedicación que tiene todo este rol, y claro, especiales gracias a Amelie por hacerlo en su mayoría posible.

    Adoro, adoro y adoro.

    Que gran recopilación de tan hermoso momento, ahora sí me permites, te seguiré llorando por Mao y su relación con Kenzaburo. Porque sí hay algo que más me llega, duele y traiciona, es esta misma dicotomía: Kenzaburo, un ronin, terminó siendo uno de los más leales samurais y, Mao, nacida y criada para ser parte integra de un clan, no hizo más que ser un ronin no solo solitario y media embustera, termió por ser traidora y es doloroso solo de pensarlo.

    Mao, que quería que Kenzaburo volviera a ver la luz brillante, ese mundo hermoso que ella conocía gracias a su Clan, pueblo y familia, terminó por olvidarse así misma, terminando por caer muerta, vamos, a causa de todas esas decisiones poco pensadas, apresuradas y desesperadas. Porque aunque duela y cueste de creer, Mao nunca hizo nada por ella, todo lo hacía por otros, estuvieran vivos o muertos.

    Eeeen fin, con un pesado suspiro, termino este comentario dejándote el animo y las fuerzas para que puedas seguir escribiendo, adoro a Kenzaburo y el desarrollo de personaje, así que amaría seguir leyendo sobre él, su pasado y esos pensamientos que no se llegaron a ver dentro del rol uwu <3
     
    Última edición: 15 Febrero 2022
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    rapuma

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    Ronin | Samurai Senso
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    Genpei Kassen
    源平合戦



    Aspiró el aire gélido de la mañana, con las nubes hinchadas de lluvia. Observó la gran piel que tenía envuelta en la parte trasera de su montura. La tomó con sus manos y tiró de ella, desplegando la piel peluda y negra del gran oso que había logrado cazar en la madrugada, al amparo de los bosques. Con el yoroi puesto, la protección que el herrero le había regalado en Chiryu, se envolvió con la gran piel a modo de capa; la cabeza del gran oso tenía las fauces abiertas, dando una invitación de amenaza a cualquiera que se cruce en su camino. De ese modo, Kenzaburo parecía más un oso de las montañas que un guerrero. Miró a los hombres que tendría bajo su mando y de pronto se sintió muy pequeño, muy incapaz, demasiado débil para poder llevar la responsabilidad del puesto que le fue asignado. ¿Quién era él para mandar a grandes hombres a la muerte? Pero estaba frente a miles de ojos, algunos ansiosos, otros decididos... alguno con temor. Kenzaburo comenzó a andar muy despacio sobre su gran caballo negro, el cual pifiaba y pateaba el suelo, sintiendo los sentimientos de su jinete. Examinaba la vanguardia de sus tropas y se detenía allí donde creía que las katanas no estaban bien sujetas o las lanzas no estaban a punto.

    —Mi nombre es Kenzaburo y mi único apellido es el del clan que me adoptó como uno de los suyos. Kenzaburo Minamoto. —sabía que había creado una cierta simpatía entre las tropas, aunque él no sabía cual era la razón de ello. —Mi forma de actuar es muy sencilla: recibo órdenes y las cumplo; doy órdenes y se cumplen. Así es el ejército y así será siempre. Así funciona. —dejó que el silencio se propague entre sus hombres, necesitaba la atención de esas almas que lo acompañarían hacia el infierno. Infló su pecho y les dijo lo que esperaba de todos ellos. —¡Así que ya lo saben; combatiremos bajo el granizo, rodeados por un océano de barro que descenderá de las montañas y nos enfangara a todos! ¡Pero les diré una cosa: yo estoy con ustedes en este mismo lodo, bajo este granizo y en esta maldita guerra! ¡Y les aseguro que hay alguien que sí se fija en sus heridas y en sus manos encallecidas por el trabajo, la guerra y el fango, alguien que sí admira su valor cuando luchan contra ese clan que tanto temor le tenemos, alguien que come lo que ustedes comen y que bebe lo que ustedes beben y sueña lo que ustedes sueñan! ¡Y ese alguien es Takeda Minamoto! ¡Ese hombre desterrado, perdido en el exilio ahora salió a la luz en busca de venganza! ¡Su apellido, nuestro apellido, reclama venganza! ¡Ese muchacho ahora convertido en hombre los ve y mira y los observa! ¡Así que tenerlo bien presente! ¡Y mientras Takeda Minamoto nos observe no vamos a ceder un solo pie de terreno ante el enemigo! ¡Y no importa cuantos miles de tropas traigan esos malditos de los Taira, por aquí no pasarán, no pasarán nunca porque el ejército Minamoto solo entiende tres palabras, tres malditas palabras! —tomó aire y levantó los brazos, aullando hacia el cielo que cargaba nubes de tormenta, furia y viento. —¡Muerte o victoria! ¡Muerte o victoria! ¡Muerte o victoria!

    Los tambores enemigos no tardaron en sonar; parecía el latir de un corazón acercarse cada vez más. Pero Kenzaburo no miraba hacia atrás, sus ojos estaban clavados en sus hombres, esperando una reacción. Eran superados en números, ¿pero en moral? Kenzaburo había comenzado con cierta calma fría, pero, a medida que avanzaba en su discurso, sus músculos se tensaron, las venas de su cuello se marcaban con claridad, su rostro se puso rojo y sudoroso, lleno de sangre y pasión.

    —¡Mejor solos! ¡Mejor pocos y fuertes y leales y valientes que muchos y, entre los muchos, demasiados flojos y cobardes! ¡Dicen que nos superan en número! ¡Es posible, pero este ejército no hay sitio para los débiles de espíritu y físico! ¡Pero quiero que sepan esto! ¡Para los Taira simplemente seguís siendo los vencidos, los que no acudieron al llamado de los Minamoto en Kyoto cuando fueron masacrados a traición! ¡Ustedes creen que acudiendo a esta batalla compensan la grave falla de abandonar a los Minamoto cuando más los necesitaban! ¡¿Creen que presentandose aquí deberíamos de conceder el perdón?! ¡No es suficiente! ¡No es suficiente para borrar la mancha de traición que afectó al único heredero de los Minamoto! ¿Piensan que luchan para recibir un perdón? ¡Un samurái jamás lucha por obtener un perdón, un samurái busca la victoria o la muerte! ¿Por qué luchan hoy? ¡Yo se los diré, malditos! ¡Luchan por la gloria, el honor y por nuestro emperador, Takeda Minamoto! ¡No luchen por borrar una mancha del pasado, luchen por ser los mejores guerreros de Japón, porque lo de Kyoto solo puede borrarse con una batalla de iguales dimensiones! ¡Hoy será la revancha! ¡Y los samuráis que me sigan me seguirán hasta el infierno: bienvenidos todos al mismísimo infierno! —y Kenzaburo desenvainó su katana y la esgrimió en alto al tiempo que gritaba. —¡Muerte o victoria! ¡Muerte o victoria! —y con último esfuerzo, llorando, salpicando saliva al gritar. —¡Todos al infierno! ¡Hasta el infierno!

    El grito del antiguo ronin, arropado por la amabilidad de un Minamoto, desgarró el aire con un rugido cien mil veces más fuerte que el rugido de los leones.
     
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