River flows in you.-

River flows in you.-

Titulo del fic: River flows in you.
Tipo: Yaoi
Genero: Angst, Romántico.
Clasificación: PG
NA: Ciertamente lo hice pensando en una pareja en concreto, pero supongo que sería bueno que cada uno adaptará a su pareja respecto a lo que dice. Esta idea nació a causa de un rpg que escribo con una amiga inspirándonos con la melodía de la canción "River flows in you" de Yiruma. Quizás no se capte la idea final, pero ese sería mi final para ellos.
No pudo entrar en el término drabble, porque lo sobrepasaba en palabras, sólo un poco.

River flows in you.​

Estiró los brazos a la altura de sus hombros y comenzó a girar, quizás se estaba volviendo loco, quizás sólo era su manera irracional de actuar frente a cualquier adversidad. Comenzó a reír cuando sintió las gotas de lluvia chocar contra su rostro. Por fin lo había conseguido, su llamado al llanto de extrañarlo era ese, sabía que le dolía verlo así.

El chico de hielo lo miró en silencio, esperando alguna reacción consciente de su parte. Sabía, lo sabía bien; sabía que el chico de cristal nunca se había caracterizado por ser alguien racional y que su actuar era de su sentir. Se acercó cuidadosamente a él queriendo tocarlo, pero bien sabía que si lo hacía nuevamente lo quebraría.

-Quiero sentirte y quemarme, que me duela para saber que estoy vivo- murmuró el otro que aún seguía girando bajo la lluvia.

-Te vas a marear- respondió el otro mirándolo.

-Lo sé- dijo y se detuvo al instante. Cerró los ojos y se dejo caer.

No pudo evitar el no detenerlo, por más que su conciencia gritará ¡NO! su cuerpo se había movido por sí solo.

Abrió los ojos sorprendido cuando sintió el frío abrazo. Dolía, dolía demasiado, pero por fin su corazón se sentía cálido. Pasó los brazos por el cuello del otro no dejándolo ir, era consciente de que lo iba a intentar, apoyó su cabeza en el rígido hombro del otro que al instante se relajo al sentir su contacto. Lo abrazó fuerte y doloroso, no importaba le importaba romperse.

Quiso soltarse, pero nuevamente su cuerpo no respondió a sus súplicas. No quería dañarlo, no quería que el cristal se congelase a tal extremo de hacerse pedazos, pedazos que jamás se podrían unir. Pasó sus brazos por su cintura y lo abrazó con la misma fuerza y dolor que el otro.

Sus corazones latían al mismo compás y la lluvia se detuvo. Al mismo tiempo abrieron los ojos y recorrieron el lugar en ángulos contrarios. Ya no estaban en calles vacías y desoladas bajo la lluvia, ya no había cortocircuito en faroles descompuestos, ni el duro pavimento al caminar, ya no habían tablas tiradas y bancas sin estás, ya no habían nubes grises ni cielos oscuros, todo eso había sido reemplazado de la manera más maravillosa. Arena clara bajo sus pies, el hermoso atardecer que se mostraba tras el azul claro del mar que contrastaba a la perfección con el cálido sol que daba el ambiente suave al lugar. Sonrieron felices cuando la melodía comenzó a sonar.

-Ya no duele, ya no quema. El frío de mi cuerpo al sentirte se ha ido- alegó con alegría el chico de cristal.

-Ya no tengo miedo de quebrarte- susurró en su oído -Nos trajiste a tu mundo, quizás no estamos en la realidad-. Porque bien sabía el chico de hielo como era el mundo existente sólo en la mente del chico de cristal, porque muchas veces se lo había mostrado en sueños y porque siempre que estaban ahí sonaba la misma melodía.

-Mientras estemos juntos creó que no es algo que deba importarnos- alegó separando su cabeza del hombro del otro. Lo miró fijo e hizo el típico puchero cuando el otro le cortaba el vuelo.

-Yah!- sonrió el otro convencido al instante. Tomó su rostro en sus manos y depositó un casto beso en ellos.

Cerró los ojos esperando por más, las veces que había deseado ese momento eran infinitas y ahora tenía la posibilidad de cumplirlo.

Sintió como ahora los labios del otro se apoderaban por completo de los suyos, sintió como la lengua del otro se abría paso para encontrar la suya y al sentir la calidez de esta se dio cuenta que no estaban en su mundo, porque esa era su realidad.

Lo besó como si se le fuese la vida en ello, lo besó de la única forma que siempre lo había sentido, lo besó con amor. Habían esperado mucho tiempo para recién obtener su primer beso, que sin duda no sería el último.

Porque su corazón había sido descongelado por una sonrisa de cristal.