Rincón de juegos

Tema en 'Wonderland' iniciado por Insane, 19 Mayo 2019.

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    Nekita

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    Su sonrisa se notó un poco más si es que eso era posible cuando notó que Noah ya tenía permitido acercarse, sentía un alivio, aunque no uno completo por el tema de la carta, realmente esperaba que a Agnes no le importara la ortografía con la que hubiera estado redactada, mas cuando le había asegurado que ese detalle no era necesariamente culpa suya.

    Y esa sonrisa se mantuvo hasta que escuchó a Agnes hacerle esa pregunta.

    Su corazón se aceleró por muchas cosas, como notar la expresión de Noah, por haberse expuesto ante otra persona que no fuese él, por miedo a que solo explotara allí y le hicieran algo, le faltaron segundos para poder tomar una de sus manos y apretarla ligeramente para que no siguiera, para que no dijera más incluso si realmente no había sido especialmente grosero.

    —Sí —su pulgar acariciaba una y otra vez la palma de Noah, no creía que las cosas terminaran bien —, si ignoro la vergüenza...fue fácil de disfrutar por la gentileza, realmente lo necesitaba, y como dice Noah, realmente le estoy agradecida por lo que hizo y las molestias que se tomó para hacerlo. Fue muy amable...—¿Serviría de algo decir todo eso? Esperaba que sí, tratar de complementar lo suyo para que no sonara "tan mal".

    "He tenido que hacer cosas más difíciles y mantener una cara seria al mismo tiempo. "

    S-Seguro es por las prácticas que ha estado teniendo al escribir cosas para examenes o algo similar...normalmente...normalmente se necesita lucir serio para tener algo más de confianza en los exámenes...

    Ni siquiera sabía que decir y estaba segura que esa excusa sería muy tonta, menos si ni siquiera sabía si Agnes tenía conocimiento que ella había ejercido de su tutora más de una vez.
     
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    Insane

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    Agnes Astaroth

    Agnes escuchó a Noah y en su pecho se instaló una sensación de desafío, tal y como la había sentido la primera vez que lo vio. Iba tan bien encaminado, pero se había descarrilado, solo un poco. Cuando él desvió la mirada una sonrisa arrogante fue a parar a su rostro, mirando con mofa a Catherine al tratar de diluir la pesadez de las palabras de Noah, como si ayudase en algo. Que divertidos eran ambos.

    Tenía ganas de reír y sujetarse el estómago como si le hubiesen contado el mejor chiste de su vida, pero tenía las mismas ganas de sujetar a Noah del cabello y sacarle las amígdalas para reprenderlo. Que contradicciones se estaba haciendo.

    —No sabía que eras tan celoso —comentó estirando los brazos mientras bostezaba—. Cathy quedó oliendo delicioso con mi shampoo —agregó mirando la puerta, como si tuviese algo en mente—. Catherine —hizo una pausa breve y movió una de sus manos para que se acercara, y así susurrarle al oído de tal manera que Noah no escuchara—. Me dijiste que compartirías tus caramelos, déjale 2 a Noah, porque van para habitaciones distintas al salir de aquí.

    Le permitió alejarse y volvió su vista a Noah, clavando sus profundos y oscuros orbes en él, esperando que la mirara.

    —Con que cosas más difíciles. Mm.

    Su tranquilidad, su forma de hablar... eran mucho más tensas de cualquier enojo que se hubiese podido desatar. Tener a Agnes tan calmada pese a aquellas palabras no significaba nada bueno. Pero la esperanza era lo último que se perdía, o eso había leído ella en la biblia. Qué cosas...

    —Catherine, es hora de que regreses a tu habitación —avisó sujetando la carta entre sus manos, y jugando con el papel entre sus dedos, quitando las arrugas de las esquinas—. Tú no Noah, tú quédate.
     
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    Nekita

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    Catherine Whitman

    Su cuerpo se tensó justo cuando la vio sonreir de esa forma, la situación realmente no iba a terminar bien y lo sabía, sus palabras no habían hecho efecto por mucho que le hubiera gustado que tuvieran, el tono de las palabras de Noah sobrepasaban notablemente lo que a Agnes soportaba. Le harían algo, Noah terminaría sufriendo algo por su parte.

    Temerosa, se levantó de su asiento para aproximarse a Agnes para escuchar lo que tenía que decir y asintió, claro que le daría los dulces pero...¿por qué no podía volver con él? ¿Realmente se lo arrebataría así de rápido? Sintió un nudo en su pecho, realmente no acabaría bien. Sacó su pequeña mochila y cuando volvio a sentarse sacó los 2 dulces que había prometido que daría a Noah y se los colocó en su mano ahora que tenía que soltarla, lo miraba pidiendole disculpas por no haber podido salvar la situación.

    —Por favor...no le haga nada a Noah...—pidió esta vez dirigiendo su vista a Agnes mientras cerraba de nuevo la mochila para que no sucedieran accidentes —, y-yo ya estoy herida así que si lo quiere...podría hacerlo, no me importa...—Podría incluso encerrarla con Shade, simplemente no quería que algo le pasara.

    Se colocó de pie con lentitud para seguir acotando la orden inciando su caminata sin mucho ánimo, sentía sus piernas entumecidas de solo imaginar lo que podría pasar cuando cruzara esa puerta.

    —Considerelo por favor...

    Como le había dicho en su oficina, quería que Noah estuviese bien.
     
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    Miró los caramelos en su mano y luego miró a Cathy, sin entender exactamente bien qué estaba pasando. ¿De dónde habían sacado los caramelos? ¿Por qué se los estaba dando? Estaba a punto de protestar, de ponerse él el traje de abogado esa vez y discutir sobre cómo los caramelos de Cathy eran de Cathy y no tenían nada que ver con él, pero su mente se empezó a llenar de pensamientos oscuros.

    ¿Qué tendría que haber hecho Cathy para conseguirlos?

    Se paró de su lugar casi como un resorte, tomando la mano de Cathy como si fuera de su propiedad, ignorando todo lo que se había hablado en los últimos segundos desde que él la había cagado monumentalmente con su pequeño acto de rebeldía. Sabía que estaba metido en la mierda hasta las cejas, pero eso era asunto suyo, nada tenía que ver con Cathy.

    Y de ninguna manera iba a permitir que Cathy pagara por ello. Al menos no estando vivo.

    —Cathy, te dieron una orden —le dijo con una frialdad en la voz que nunca pensó tendría que utilizar para dirigirse a Cathy—. Sal de aquí. Vuelve a la habitación.

    Antes de que más ideas aparecieran en la cabeza de Agnes, Noah tomó a Cathy de atrás del cuello y le dio un leve empujón, motivándola a caminar hacia la puerta de salida.

    En menos de cinco minutos se las había ingeniado para hacer enojar a la única persona a la que tenía que respetar ahí dentro por su propia seguridad y la de Cathy, y también había logrado ser un grosero de mierda con la única persona cuya seguridad le interesaba mantener intacta.

    Bravo, Noah. Ni cuando mataste al novio de Cathy la cagaste tanto y eso que ni siquiera fuiste tú quien lo mató.
     
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    Agnes Astaroth

    Esperó pacientemente a que Catherine saliera de la habitación, ignorando cada una de sus súplicas de ser ella quien recibiera lo que tenía en mente. Pero el ver a Noah levantarse, y apresurarla a salir provocó que sonriera levemente, al cuidar aquella ave pequeña de caer en los dientes de un depredador, lástima que solo estaba dejando ir a uno de ellos, y no a los dos.

    "Considérelo por favor"

    Ya lo había considerado, mucho antes de que ella se lo pidiera.

    —Noah, ven aquí —ordenó levantándose y sujetando una regla lo bastante grande de madera como para lastimar los huesos si hacía mucha fuerza en un golpe—. Acariciame el cabello, Noah —susurró subiéndose por completo en el escritorio, recogiendo las piernas y dándose para darle la espalda, posando sus manos en sus propias rodillas, asemejando a las niñas en los colegios cuando se sentaban en los pasillos a charlar con sus buenas amigas... lástima que eso no fuese un pasillo ni ellos amigos.

    Agnes comenzó a jugar con sus uñas en su propia piel, acariciándose.

    —¿Cómo crees que te castigaré, Noah? —cuestionó con parsimonia, ensimismada al tener toda la atención en él, pese a que estuviese dándole la espalda. Ya tenía algo en la cabeza, pero quería conocer su imaginación.
     
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    No despegó la vista de la espalda de Cathy hasta que los guardias abrieron la puerta y terminaron por escoltarla fuera sin siquiera darle tiempo de mirar hacia atrás, sintiendo que con ella se le iba el último suspiro de sus pulmones. Esa era la magia de ser un adolescente: todo era diversión y mal humor e ironías y ser retórico hasta que alguien decidía que había tenido suficiente de actitudes irrespetuosas.

    Por qué tenía que ser tan imbécil.

    Bajó la mirada hacia los dos caramelos que tenía en su mano, sabiendo que en algún momento iba a devolvérselos a Cathy no bien tuviera oportunidad de hacerlo, si Agnes le permitía verla de nuevo. ¿Por qué había tenido que dejarse llevar por sus impulsos? ¿Por qué había tenido que ceder ante la más mínima presión cuando en realidad podría haberse quedado callado la boca y haber explicado después?

    "Para ti...las pedí por ti, era...uno de los premios por ganar, algo para la habitacion, con quien quería dormir y dulces... Me recordaban a la luz de noche que me diste, ¿te gusta?"

    Cathy había recibido los dulces por ganar la pelea y él había entrado en pánico por no haberlo recordado, como un reverendo imbécil. La había empujado de allí pensando lo peor porque ni siquiera podía recordar que Cathy ya le había contado al respecto. Por supuesto que Cathy le había contado al respecto, si ella le contaba todo, incluso hasta cuántos besos le había dado a su novio en los días de suerte de ese desperdicio de fibra muscular. Cathy confiaba en él, Cathy le habría dicho si algo más hubiera pasado dentro de la habitación, algo más que un mundano baño.

    Pero él, en cambio, se había metido en ese lío por mentir, por no ser capaz de decirle a Cathy lo que pasó cuando ella se lo preguntó.

    Por qué tenía que ser tan, tan imbécil.

    Caminó hasta Agnes, metiéndose los caramelos al bolsillo en el proceso, como si fueran un simple par de monedas sin valor y no el antídoto que lo mantenía vivo. No podía actuar como si no supiera hacer lo que ella le estaba pidiendo, porque se lo hacía a Cathy todo el tiempo, y su mano derecha subió hasta su nuca, metiéndose por entre sus largos cabellos, acariciando su piel con sus largos dedos. Y se volvió a odiar a sí mismo por millonésima vez en lo que iba de la mañana, porque eso era una atención, una caricia que solo compartía con Cathy, y Agnes le había quitado eso también.

    —¿Doblegarme y nalguearme con la regla por portarme mal?

    Ese definitivamente no era momento para bromas, especialmente cuando ni a él le hacían gracia, pero algo en él, algo que no iba a reconocer oficialmente, sentía que necesitaba un castigo. Ella quería que él jugara su juego, que todos jugaran su juego, preo él no podía seguir desafiándola y pretender salir ileso de todo aquello, porque no podía darse el lujo de que el próximo castigo se lo llevara Cathy.

    Por dios, Noah, por qué tenías que ser tan, tan, tan imbécil.

    Un poco irónico de su parte pensar en Dios cuando estaba acariciando la cabeza de Satán.
     
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    Agnes Astaroth

    Ladeó la cabeza, como si desease que las caricias que le hacía en sus hebras capilares recorriesen también parte de su piel expuesta en el cuello. Agnes amaba las caricias, las cosquillas, y todo lo que le erizara la piel. Aunque ella amaba muchas cosas más...

    —Que poca imaginación —susurró aburrida, pensando en Catherine, en quién debía dormir con ella esa noche... y a dónde enviar a Noah en el proceso—. Tu castigo está pospuesto en mi oficina Noah, así que espera con paciencia a que lleguen más estudiantes a la clase de literatura para proceder a acompañarme.

    Le miró de perfil y le sonrió con sus orbes carmín brillando en un tinte insano, como si esperara que él entendiera lo que sucedería al cruzar la puerta.

    —Es hora de llamar a los chicos que no creo y la estén pasando bien —susurró y se alejó de Noah, metiendo su mano en uno de los cajones del escritorio—. Espero verles el rostro no te afecte—, soltó el comentario al aire, acomodándose nuevamente con un pequeño micrófono en los pulgares de sus dedos. Porque sí, sí esperaba que le afectara—. No dejes de consentirme Noah.

    Sus uñas se deslizaron por la madera de la regla, asemejando el sonido de los caballos al galopar mientras daba el aviso por los altavoces.
     
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    Noah Briggs ~

    Casi que pudo sentir la sangre volviéndole al trasero cuando Agnes le dio a entender que su castigo no tendría que ver con ponerlo en posiciones extrañas. Ni su propia madre lo había nalgeado en su vida y no estaba por empezar a ser nalgueado a sus diecisiete años de vida. No que él pudiera decir algo al respecto contra la voluntad de Agnes, pero su orgullo se mantenía ligeramente intacto, al menos de momento.

    Aunque habían muchas otras formas de castigo, muchas que se le vinieron a la cabeza en cuanto la palabra 'oficina' salió de los labios de Agnes. Llevaba poco tiempo en aquel infierno y ya tenía bien en claro que nada bueno podía suceder dentro de esas cuatro paredes.

    —Genial. No puedo esperar —bufó, de nuevo, sin poder contenerse.

    Si Agnes no se había terminado de dar cuenta de que Cathy era la forma de retorcer a Noah sobre sus delgados y largos dedos después de la escena que se había montado él solito, pues bueno, entonces ella no era tan inteligente como pensaba.

    Decir que estaba jodido era menospreciar la situación a la máxima potencia.

    Tragó grueso al ver el cuello de Agnes expuesto, recordando la última vez que ella había tenido el cuello de él a su merced. Apartó un par de mechones de cabello que se posaron sobre su piel en el breve lapso en el que se apartó y volvió a él, y durante el breve roce de sus dedos con su piel, Noah volvió a sentir como si sus terminaciones nerviosas se estuvieran volviendo locas.

    Se supone que la persona a la que tocas recibe las cosquillas, ¿por qué sentía cosquillas en sus propios dedos al tocar la piel de agnes?

    'Espero verles el rostro no te afecte'

    ¿Afectarlo? ¿A él? Noah simplemente esperaba que ellos no se asustaran de ver el tamaño de sus ojeras.

    Y que no lo juzgaran por estar ahí acariciándola cuando podría intentar retorcerle el cuello.
     
    Última edición: 20 Mayo 2019
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    Agnes Astaroth

    Cerró los ojos por un rato, entregándose a las sensaciones de sus dedos en la piel de su cuello y en el cuero cabelludo, tarareando sobre los distintos nombres a aves que habían en dicha prisión dentro de su preciada jaula, hasta que sintió que el sueño comenzaba a llenarle los sentidos, estirando los brazos y volteando a verlo con ambivalencia.

    —Siéntate en la mesa redonda Noah, y esperemos a que lleguen los dos que recién he llamado —avisó volteándose y acariciándole los dedos de las manos mientras hablaba, como si transmitiera su calma en su tacto, con una sonrisa traviesa—. Creo que utilizaré la regla en ellos. ¿Tú qué dices? —preguntó clavando sus orbes en los suyos—. ¿Deberías esperar a leer su carta y si no me gusta lo que leo reprenderlos? O, ¿reprenderlos apenas crucen la puerta? —se bajó del escritorio, quedando más baja que Noah—. Uno de ellos es la pareja de la chica que se sentó a tu lado en el autobús, pero no ha acatado mis órdenes Noah, y no sé si debería ajustarle más la correa al cuello, o si quizá el hueco en donde pasó la madrugada ha sido suficiente.

    Agnes estaba hablando de más, por primera vez hablaba de más con uno de sus prisioneros sin cortar el hilo de una conversación. Pareciese que tuviese curiosidad por un punto de vista distinto, y quizá empezaría a preguntar a él cuando estuviese cerca, como un pequeño sinsonte confidente que cantaría sus palabras en un ritmo distinto.
     
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    Ceci

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    Estuvo a punto de acatar las órdenes de Agnes, ligeramente aliviado por la oportunidad de poder alejarse y tomar su distancia, pero se quedó helado en su lugar al escuchar las siguientes palabras de Agnes. Aquella mujer caminaba por la vida sin vergüenza de su propia locura, es más, la vestía con gusto y con orgullo, pero sentía que jamás iba a dejar de sentir escalofríos al ver el brillo particular que adquirían aquellos orbes oscuros ante la idea de la violencia; parecían encenderse de un rojo digno de ser comparado con la sangre brotando de una herida.

    ¿Debería decirle que los golpeara, incentivarala a hacer lo que parecía disfrutar más en la vida? ¿Debería decirle que les tuviera compasión aunque estuviera poniendo su propio cuello en línea?

    No tenía huevos para hacer lo primero y estaba muy hundido en sus propios problemas para hacer lo segundo.

    —Si ajusta demasiado la correa de un perro entonces corre el riezgo de que se ahorque intentando escapar —contestó, mirándola a los ojos—. No creo que usted quiera tener que sepultarlo antes de que tenga oportunidad de jugar con él, ¿verdad?

    Hizo una breve pausa, bajando la mano que antes tenía en el cuello de Agnes hasta el escritorio, como si necesitara algo fijo de lo que sostenerse. Sentía náuseas de solo tener que imaginarse a Agnes golpeando a quien tuviera que entrar por esa puerta.

    —No quiero insultar su creatividad ni juzgar sus métodos, Agnes —prosiguió, separándose lentamente de su cuerpo al sentir que le estaba faltando el aire, dirigiéndose hacia el escritorio porque no quería tentar a su suerte y hacerla enojar por no hacerle caso cuando le había dado una orden—. Estoy seguro de que hay muchas cosas que usted puede hacer para domar al perro. Usted tiene todo el tiempo del mundo para lograr que le haga caso y no es como si el perro realmente pudiera escapar a su correa. Tarde o temprano se dará cuenta, de una forma u otra.

    Sí, sabía de quién le hablaba Agnes porque podía recordar su cabello blanco como la nieve (y cómo olvidarse de la forma en la que Laila lo miraba: de la misma forma que él miraba a Cathy), pero con tan poco en el estómago tenía que deshumanizar a Shawn si quería conservar el mugroso trozo de kiwi en sus entrañas y no fuera de ellas.

    —Quizás se sorprenda con lo que vayan a escribir en el papel para usted.

    O quizás no y nos parta los dedos a todos con la regla, u otras cosas peores.
     
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    Hygge

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    Shawn Amery

    Apenas alcanzó a escuchar las palabras de ánimo que Galen le dirigía mientras caminaban hacia el lugar del llamado, a pesar de que las agradecía enormemente. Shawn se esforzaba por ignorar la falta de alimento y de energías en su cuerpo, en intentar caminar erguido cuando sus piernas le rogaban un verdadero descanso. Y a pesar de que estaban ya lejos de aquel agujero en el que habían pasado la noche, seguía sintiendo esos ojos rojos parpadear en las paredes, esa sensación de estar siendo vigilado por la espalda. Aquella maldita pesadilla no acababa, la tortura no cesaba.

    Y lo que más rabia le producía era tener que sentirse vulnerable ante la nueva visita a su abogada favorita. Temía no ser capaz de afrontarla como hasta ahora, débil como se encontraba.

    —Galen —murmuró, deteniéndose frente a la puerta indicada, dándole la espalda en todo momento—. Si tu vida está en riesgo olvida todo lo que hemos hablado, ¿de acuerdo? No la provoques, debes salir de aquí cueste lo que cueste —y antes de dar un solo paso más agregó, apretando los dientes—. Y si acabo rebajándome a su nivel y soy incapaz de cumplir mi palabra... Por favor, no mires, ¿de acuerdo?

    Sin más, abrió la puerta, posando sus orbes cansados en la pintoresca habitación que les recibía. A pesar de su curiosa decoración, lo prefería mil veces más al lugar de donde venían. Su mirada se posó en Agnes, quien aguardaba su llegada con una compañía inesperada que acabó robándose su atención. Aquel joven... Lo recordaba, Laila había logrado calmarse en el autobús gracias a él. No podía ser una mala persona.

    Así, avanzó un par de pasos, liderando la marcha, elevando con esfuerzo la comisura de sus labios para regalarle una sonrisa al invitado de aquella reunión. No sabía su nombre, pero aquello no limitaría su enorme gratitud.

    —Gracias... —dijo entonces, alzando la voz por primera vez, ronca y pastosa debido a que recién acababa de despertar. Al notar su confusión no tardó en agregar, sin alejar su mirada de él—. Por cuidar de Laila, quiero decir. Te estoy agradecido —aclaró, sosteniéndole la mirada desde su lugar, en una distancia prudencial. Y a pesar de ser un par de metros, se sentía como un abismo sin fin. Dirigió entonces la atención hacia la anfitriona, aparentando curiosidad—. ¿En qué podemos ayudarte, Agnes?
     
    Última edición: 20 Mayo 2019
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    Gigavehl

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    Galen Rutonver

    No podía evitar sentirme que en cualquier momento me desmayaría. No descansé absolutamente nada. Si bien el alivio de salir de ese infernal sitio me hacía estar despierto, podía sentir como mi cuerpo temblaba y flaqueaba, si caía muerto por culpa de deshidratación... No debía sorprenderme. Tan sólo como pude y apoyándome de las paredes, Shawn y yo llegamos al lugar indicado.

    Pero antes de entrar, me dijo lo que llevaba esperando desde la noche anterior. Un comentario realista, pero con toques de ánimo, aunque no fuesen así. ¿No mirar? ¿Decepcionarme? Eso mas que tristeza me provocó algo de molestia y le dije

    - Shawn... Puede que seamos Rebeldes pero no somos estúpidos, ¿Comprendes? Si jugamos bien nuestras cartas y sabemos manipular la situación podemos lograrlo. Ahora mismo solo nos queda mantenerla tranquila y tratar de averiguar qué planea. ¿Entiendes? No te sientas culpable o temeroso de lo que puedo pensar de ti. No me vas a hacer sentir decepcionado, tenlo por seguro... Ese tipo de comentario creo que me vendría mejor a mí. - Le dije, cuando Shawn al fin abrió la puerta y entre tras él como pude, cerrándola.

    La habitación no era de sorprenderse, en el aspecto de lo extraño y anormalmente desentonante con el resto de la prisión. Pero yo tan sólo avancé tras Shawn, quien parecía reconocer al sujeto que se hallaba presente. Es otro de los prisioneros, y me parece que hasta dúo de una de las niñas que lucharon a muerte. A mí no me importaba el sujeto por ahora, me importaba esa bastarda, Agnes. Así que me limité a verla y decirle

    - ¡Señorita Agnes! ¡Buenos días! Eh, me parece. En fin, ¿Cómo se encuentra? Veo que ya nos tienen preparada una actividad. Esperamos no habernos tardado tanto... - Dije, animado, aunque sentía que por dentro me moría. Me estaba dando cuenta que esa buena actitud no duraría mucho por el tremendo agotamiento que experimentaba...
     
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    Agnes Astaroth

    Escuchó a Noah hablar con burla en su mirar. Intuir el cómo él pensaba resultaba extremadamente divertido, por el hecho de que ella siempre acertaba en ello, como si tuviese la capacidad de leerle la mente, lo cual no era complicado para los patrones que él presentaba constantemente al tratar de elegir la salida con menos riesgo si su querida Catherine no estaba en bandeja de plata para ella. Esperó a que terminara y permaneció inerte, mirándolo sin responder absolutamente nada a ello, y así continúo unos minutos más hasta que escuchó los pasos y las voces al otro lado de la puerta.

    —Ya veremos Noah —miró el techo por un instante y volvió la vista al frente—. Espero disfrutes el esperar a que pasen todos, aquí a mi lado.

    Se levantó de su asiento y sujetó la tiza blanca, dándoles la espalda para subrayar la palabras "carta" que estaba escrita en el tablero.

    —Tomen asiento frente a la hoja que tiene su nombre —ordenó con simpleza y caminó con suavidad hasta ellos, sentándose en medio de Shawn y Galen—. Bien, esta es su primera clase de literatura, y deseo recibir una carta que represente lo que sienten por mí —explicó jugando con su largo cabello oscuro, como lo hacía a menudo—. No te ves con muy buena cara Shawn, ¿mala noche? —habló sin mirarle, concentrada en la punta de sus cabellos—. Dicen las malas lenguas que hablaban como rebeldes, pese a estar dentro de mi linda habitación—. Su mirada se endureció, aún en su propio cabello—. Imagino que a Laila le apetecería mucho pasar una noche ahí dentro —murmuró para que únicamente Shawn escuchara aquellas palabras—. ¿Alguna vez te han dicho que te asemejas a la imagen de un príncipe? Porque tengo algo en mi oficina esperándote para recrear la escena de una bella película infantil.

    Permaneció ahí sentada, levantando la mirada hacia Noah, como esperando su expresión ante palabras que no tenía nada que ver con él.

    —Buenos días para mí Galen, cuéntame, ¿qué tal tu noche de pesadillas? —continuó su plática, deslizando ahora los bolígrafos para cada uno, evitando el contacto físico con los recién llegado—. Espero no demoren en cumplir mis órdenes, porque detesto esperar más de la cuenta, pero eso al parecer tu ya lo sabes.


    Instrucciones para Galen y Shawn:


    • Deben escribirle una Carta a Agnes de más de 100 palabras y menos de 500.
    • La carta debe postearse acá
    • Está permitido seguir roleando sobre lo que piensa el personaje mientras la escribe, lo que se le dificulta o facilita y demás factores que puedan incidir en su proceso.
    • Cuando terminen de escribirla, le hagas entrega de ella a Agnes y esté publicada en el lugar correspondiente Galen y Shawn recibirán nuevas instrucciones del próximo lugar al que irán, o al que volverán.
     
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    Noah Briggs ~

    Nunca le había incomodado el silencio, sino que era de aquellos que sentían que a veces las palabras estaban de más, porque, ¿por qué decir alguna estupidez cuando podía, no sé, apreciar el ruido de una una máquina cortando el pasto? Nunca había sido dado a la comunicación, pero desde que había llegado a ese lugar, le temía más a Agnes cuando estaba callada, como pensando, que cuando se dignaba a hablar y soltar palabras filosas como cuchillas.

    Parecía que Agnes se había tomado la misión personal de tomar todo a lo que Noah estaba acostumbrado y darle un sentido totalmente diferente.

    'Ya veremos Noah. Espero disfrutes el esperar a que pasen todos, aquí a mi lado'

    Por supuesto.

    Desvió la mirada del frente cuando escuchó que la puerta se abría. Ahí estaba el perro y alguien más, alguien a quien no conocía, ni siquiera porque conociera a la persona con la cual lo habían condenado. Siguió a Shawn con la mirada hasta que se sentó a su lado, callado, sin decir nada, pero no le faltaban las ganas de decirle que entrara en razón y dejara de ser tan estúpido.

    Por su propio bien, por el bien de Laila.

    'Gracias... Por cuidar de Laila, quiero decir. Te estoy agradecido'

    A ver si la empiezas a cuidar por ti mismo y te bajas del caballo que no tienes aquí adentro, príncipe, que nada ganas con esa actitud.

    —No big deal —contestó sin más, en voz baja y sin una expresión en particular en su rostro, clavando la mirada en el filo de la mesa.

    Empezó a tamborilear los dedos contra el borde, de forma prácticamente inaudible, simplemente para tratar de concentrarse en algo, en lo que sea, y extraerse a sí mismo de esa situación. Ya habían sido muchas emociones en lo que iba del día y no estaba dispuesto a involucrarse en más problemas, fueran o no fueran suyos, y para eso iba a necesitar mantener la boca cerrada.

    Nada mejor para no hacer comentarios innecesarios que no prestar atención.
     
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    Gigi Blanche

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    Connie Dubois

    Cuando salió de su habitación, había un guardia esperando por ella para escoltarla a su destino. Caminaron en silencio los pasillos necesarios, hasta llegar junto a una puerta caracterizada con todas las cartas de la baraja. Aunque tampoco es que le prestó mucha atención, a decir verdad. Ignoró de plano al guardia y se adentró en el cuarto con la menor sutileza del mundo, apenas prestando atención a la decoración del lugar o a la escena que se desarrollaba ahí dentro.

    —¡Oye, Agnes! —exclamó, hecha una furia.

    Sus ojos repararon en la presencia de Shawn, entonces, sentado junto a la mujer, y se detuvo frente a ellos de brazos cruzados. Estaba molesta, sumamente molesta, y ahora aún más porque tendría que controlar mejor su genio.

    —Tengo una duda —continuó, más contenida—. ¿No alcanzó el presupuesto para agregarle algún saborizante decente a esos caramelos? ¿Quieres matarnos por envenenamiento, o mutilación, y ahora también por ingesta tóxica? ¿Hay algún método que se me esté escapando?
     
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    Galen Rutonver

    Si bien no esperaba una bienvenida gratificante, me limité a analizar ahora la extrañeza del escenario... Parecía un pequeño salón de clases... Con bancas y todo. ¿Pero y ahora qué es esto? Dios, en serio. El escenario no mejora con nada, creo que mejor antes de entrar a cualquier lado, desconecto mi mente y después lo admiro. Por mucho que quiera entender las cosas al momento nunca resulta...

    "Carta" ¿Carta? ¿Porqué una... "Carta"? ¿Que es esto?

    Pronto Agnes nos ordenaría sin más que deberíamos sentarnos. Ya no me miraba, no es como que esperara que lo hiciera. Me limité a buscar la hoja con mi nombre hasta que la vi, parece que nos pusieron un poco lejos. Pero realmente Agnes se hallaría en medio de nosotros. Eso me puso tenso... Ahora... ¿Clase de literatura? ¿Porque carajo debemos saber leer o escribir si solo nos limitaremos a luchar a muerte? No lo entiendo... Pero, si hasta aquí llega esto. Literalmente, algo inocente y trivial. Contestemos lo esencial, no hablemos de más, mantengamos a Agnes tranquila y puede que nos lleven a otro lado. Fácil...

    "Dicen las malas lenguas que hablaban como rebeldes, pese a estar dentro de mi linda habitación"

    No evité tragar saliva al escucharla y sin dejar de ver la carta mientras "pensaba" qué escribir... ¿Algo que sienta por ella? ¿Es en serio? Con un demonio... ¡¿Y ahora qué digo?! Seguro algo que sea neutral no sucederá nada. Pero ahora ya no sé si seguirle el juego sea buena idea o no. Es impredecible... Tan sólo me limité a cerrar los ojos y soltar un suspiro. Hay guardias, ¿Le habrán contado? Igual, sabía que era un riesgo hacer esto. Y Shawn también lo sabe...

    - Hmm-mm Sí, seguro los guardias que quieren vernos jugar... ¿Verdad? Ya sabe como son esos sujetos Agnes. No dudo que sean los mismos que no hicieron como debieron su trabajo - Dije, si bien un poco de manera provocativa, lo hice para desviar su atención. Para "culpar" a su gente... Como sea, me puse a pensar ya... Era malo creando una poesía, o algo corto y sencillo. Pero hice el intento, tenia que hacer el intento.

    "Buenos días para mí Galen, cuéntame, ¿qué tal tu noche de pesadillas?"

    Aquí se jodía todo... Aquí ya no sabía qué responder sin decir algo que no la convenciera... Tal vez... Y debería decir la verdad, tal vez debería seguir actuando. No lo sé... Vi esa reacción suya a la hora de que me preguntó por el ojo. ¿Qué debería decir?

    - Si te soy franco, Agnes. Fue fatal... Creí que bien o mal podría dormir un poco pero. Bueno, creo que además de Shawn notará que yo también no me veo muy bien... Cómo sea... Agradezco la pregunta - Le dije, y comencé a escribir. Lento pero seguro, no quería tardarme tanto. Y vaya que sí, al menos yo ya sabía que Agnes detestaba esperar, no por nada se lo dije a Shawn antes de venir aquí. Si algo noté, es que ya ni nos toca... Mientras no sea para hacernos algo, todo bien.

    Pero de pronto, la puerta fue azotada y no evité voltear extrañado... ¡¿Pero y a ella qué le pasa?! Entró gritoneando y yo tratando de que Agnes no se altere tanto, parecía sumamente rabiosa por el trato del lugar... Al final, si bien se contuvo al momento de pararse frente a ella con los brazos cruzados. No evitó que la reconociera... Es esa pobre niña al que le quitaron el ojo. Ahí estaba el parche... Eh, perdón. ¿Dije pobre? Cada vez me convencía mas que esa niña merecía esto. Tal vez y al final no todos somos tan inocentes como pensé... Para ser francos, jamás me agradó desde que la vi. Y no evité decirle molesto

    - Sí... El método de recordar que estamos en una prisión. ¿Qué esperabas? ¿En serio todavía querías un trato de lujo? Vaya niña... Si me dijeras que desciendes de familia con dinero no me sorprendería. Es una lástima que ni siquiera te hayan podido ayudar para no estar aquí... - Le dije, con tono sarcástico y mirándola molesto. ¿Me arrepentí? En lo absoluto... Detesto ese tipo de gente, con todas mis fuerzas. ¿Y qué si quería conflicto? A mí eso ya no me importa...

    Denme algo de tiempo que en serio no sé que diantres escribir en la carta lel
     
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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Agnes Astaroth

    Agnes notó el movimiento de labios de Noah y le quedó mirando, con burla, con altivez, con superioridad. Pese a estar encerrado como un ratón a punto de perecer cuando tenía oportunidad trataba de ayudar al otro, así sea diciéndole con otras palabras que mantuviera la boca cerrada. Que niño tan divertido había encontrado. En el momento que iba a responder, o en verdad, a reprender a Galen la puerta se abrió, y movió su cabello con elegancia al ver a Connie ahí de pie, bajándole a la furia con la que había entrado. Al parecer la amargura del caramelo y la acidez de Balto no era una buena combinación para la princesa caprichosa.

    —Si se le agrega más sabor se ve afectado el antídoto. Mejor eso a morir —habló luego de las palabras de Galen, que había saltado como un perro guardián—. Pero mira, te has ganado el lindo parche que tienes. ¿Muy difícil lo encomendado?

    Después de ello volvió su atención a Galen.

    —Oh, qué cosas... porque las malas lenguas no han sido los guardias, sino la habitación en sí —se levantó de la pequeña mesa y caminó hasta Connie, dándole un pequeño zape en la nuca para que se sentara en su lugar correspondiente, el cual estaba al lado de Shawn, quedando en medio de Noah y el anterior mencionado—. Escríbeme una linda carta Connie, que estamos en clase —sus uñas se deslizaron en su cabello y a propósito le arrancaron un par de ellos, caminando de vuelta al escritorio.

    Se sentó sobre la madera y sacó una paleta de mora del bolsillo, metiéndosela a la boca mientras los supervisaba, como buena profesora, porque ella era buena en todo lo que hacía, en realidad.
     
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    Ceci

    Ceci Usuario VIP

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    Noah Briggs ~

    Había pasado tanto en ese cuarto que el tamborileo de sus dedos había perdido toda clase de ritmo para cuando decidió que había tenido suficiente; sus dedos estaban rojos y le había quedado la hendidura del filo de la mesa ligeramente marcado en su piel, lo cual era indicio de que inconscientemente había estado golpeando más fuerte, contribuyendo al ruido de la habitación.

    Tanto ruido.

    No estaba acostumbrado a escenarios así, porque por supuesto con quien socializaba más que nadie era con Cathy y bueno, ella rara vez en su vida levantaba la voz. ¿Acaso ellos no estaban cansados, sin dormir? Ese chico, al que Agnes había nombrado como Galen, parecía haber tenido una noche de lo más divertida en alguna habitación, y al parecer ni siquiera las habitaciones eran agenas a los dominios de Agnes y su omnipotencia. Lo tendría muy en cuenta para la próxima noche, si la situación no lo mataba antes, si Agnes no lo mataba después en su oficina.

    '¡Oye, Agnes! Tengo una duda. ¿No alcanzó el presupuesto para agregarle algún saborizante decente a esos caramelos? ¿Quieres matarnos por envenenamiento, o mutilación, y ahora también por ingesta tóxica? ¿Hay algún método que se me esté escapando?'

    Tanto, tanto ruido.

    A ella la reconocía porque cómo olvidarla después de que que le hubiera devuelto a su Cathy más muerta que viva. No había visto la pelea pero sí había visto los cortes en el cuerpo de Cathy, como si fueran... viciosos, en cierto sentido. No podía culparla por querer salvar su propio trasero, pero algo le decía que durante la pelea, sobrevivir no había sido su única motivación.

    Definitivamente iba a observarla con cuidado.

    'Sí... El método de recordar que estamos en una prisión. ¿Qué esperabas? ¿En serio todavía querías un trato de lujo? Vaya niña... Si me dijeras que desciendes de familia con dinero no me sorprendería. Es una lástima que ni siquiera te hayan podido ayudar para no estar aquí...'

    Ya había sido suficiente. Aquello más que un salón parecía un circo lleno de monos teniendo una conversación a los gritos.

    —Ya cállense de una buena vez —ordenó con una autoridad que no le correspondía en lo más mínimo.

    Qué martirio.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master yes, and?

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    Connie Dubois

    Desvió la vista por un momento cuando oyó una voz desconocida alzándose ante sus palabras. Allí encontró a un... mocoso. No era más que un niño. Alzó las cejas, bastante incrédula ante lo que estaba escuchando, y no contuvo la risa que le provocó verlo tan picado. Apoyó la palma de la mano sobre la mesa, para inclinarse hacia él lentamente y bajar la voz a un murmullo.

    —¿Ah? Pues claro que espero un trato de lujo, cariño —anotó, sarcástica; luego apuntó a su propio parche, ampliando su sonrisa—. Por eso me sacaron el ojo.

    Se irguió, volviéndose hacia Agnes, sin siquiera aguardar por alguna reacción del niño; ya había acabado con él. No había esperado realmente una respuesta seria a su pregunta, pero se ve que la perra andaba de buen humor rodeada de machos.

    —Qué va. —Hizo un ademán con la mano, cruzándose de brazos—. Sólo abrió la boca para escupir, pero la abrió en definitiva. Quién habría dicho que gracias a él conseguiría mi lindo parche~

    Entonces Agnes se levantó y la sentó con una sutil brusquedad —¿eso era posible siquiera?—, y Connie chasqueó la lengua al sentir cómo le arrancaba un par de cabellos. Se encontraba junto a Shawn y un muchacho que no identificó, el que había pedido que todos se callaran de una forma algo graciosa. Lo vio de soslayo por un instante; debía estar cansado e irritado, pero le prestó muy poca atención ya que nuevamente estaba sentada junto a su compañero de autobús. Le picó el brazo al albino por debajo de la mesa mientras Agnes le indicaba qué hacer, como una alumna traviesa desatendiendo a su profesora.

    —Hola —lo saludó en un susurro, con una amplia sonrisa; ni siquiera quedaban rastros de sus actitudes recientes.

    No quería meterlo en problemas, entonces sólo dijo eso. Sentía una verdadera y pequeña felicidad dentro de su pecho por volver a encontrárselo. Le alegraba, dentro de todo, verlo en una pieza. Luego de todo lo ocurrido, las personas con las que había tenido que hablar, y cuán poco había sido capaz de ver a Shade, tener a Shawn al lado era una especie de pausa en medio de la pesadilla.
     
    Última edición: 21 Mayo 2019
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  20.  
    Gigavehl

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    "Oh, qué cosas... porque las malas lenguas no han sido los guardias, sino la habitación en sí"

    Carajo... Ya decía yo que no era nada bueno arriesgarse a decir semejante estupidez... Al menos no me ha hecho nada, es una ganancia. Agh, parece que jamás podré adivinar lo que planea. Como sea, Shawn parecía estar realmente acabado. No ha dicho nada, hasta estoy pensando que en cualquier momento puede romper en llanto o algo... ¿Estará bien? Como sea, respeté su voluntad y no lo miré.

    "Ya cállense de una buena vez"

    Justo lo que necesitaba... ¿Qué acaso ese sujeto no sabe en donde se encuentra o qué? Meh, igual la prisión no ayuda en nada, me estoy dando cuenta que estoy teniendo una actitud muy negativa e irritante. Creo que ese cuarto me afectó en serio. Pero como sea, iba a contestarle cuando mejor me limité, no dudo que Agnes le diga o inclusive, le haga lo necesario.

    "¿Ah? Pues claro que espero un trato de lujo, cariño. Por eso me sacaron el ojo."

    Me le quedé viendo directamente mientras invadía mi espacio, vaya es irritante a no más poder. Todavía se cree tener mayor "poder" porque le sacaron un ojo y por eso recibe un trato especial... Sí claro, como si Agnes fuera de dar privilegios. Iba a responderle cuando ella misma decidió alejarse...

    "Qué va. Sólo abrió la boca para escupir, pero la abrió en definitiva. Quién habría dicho que gracias a él conseguiría mi lindo parche"

    Vaya si no tenía ganas de hacer algo violento esa "mocosa" me ha dado esas ganas que necesitaba. Pero sabía que no podría hacerlo ahora... Así que solo solté una breve carcajada y negué con mi cabeza, a mi no me importa que me diga. Esta prisión ya me recuerda que estoy jodido...

    - Sí... Claro... Y me imagino que si te arrancan tu ojo restante te van a dejar libre... ¿No? Vaya niña más egoísta. - murmuré, con la intención de que nadie me escuchara. Parece que llamarlo "niña" lo irrita... En realidad no me importa.

    - Agnes, ¿De casualidad leerá la carta frente a todos nosotros? ¿O será algo así como que en privado? - Dije, a ver si al menos trataba de distraerlo del chico que nos dijo que nos calláramos. Si no le parecía estar aquí, ni hablar. Es lo que nos queda.

    Ok, creo que es buen momento de escribir la carta, haber si hoy ya la tengo e.e
     
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