Harry Potter Ridiculus

Permaneció un momento absortó en sus pensamientos mientras que el sonido volvía a sus oídos después de la estruendosa explosión, cuando este volvió sin embargo siguió contemplando su rostro, el rostro de su hermano con ese gesto sonriente que aún conservaba de antes de morir.

Mis dientes rechinaba mientras los presionaba con rabia sudor frío en su exterior hacia contraste con el ardor de la rabia que se extendía de su corazón, rabia contra ellos que lo había matado, contra el que los había enviado, rabia contra sí mismo por no haberlo entendido a tiempo. Se imaginó que su padre a quien aún sentía que lo había traicionado le recriminaba por no haberlo cuidado y se volvía un exiliado de su familia que había extrañado tanto pero por orgullo se había alejado.

Percy se sentía fuera de su cuerpo como si no estuviera allí presenciando esto, porque era lo que realmente quería, despertar de pronto escuchando uno de los ruidos de las bombas fétidas de los gemelos y el salir apresuradamente de su habitación pero en lugar de reclamarles salir y abrazarlos con fuerza agradeciéndoles por ser sus hermanos.

Su mano se movía casi de manera automática lanzando contra hechizos definiendo el cuerpo inerte de Fred pues no quería que le ocurriera nada más.

Estaba seguro que Harry, Ron y Hermione le habían dicho algo, dudaba si él había contestado, el solo pensaba en algo, un pensamiento que le gritaba una y otra vez clamando justicia, que le recriminaba a su vez:

¡¿Dónde estaban sus malditas insignias de las que tanto se había jactado por seguir las reglas?!...si no había seguido la principal de todas; proteger a la familia, cuidarlos ante todo.

De pronto no pensó nada y dejó su cuerpo ir, miró a Harry Potter convencido que su hermano estaría seguro a su lado y de Hermione, se lo debía, le debía creer en él luego de tanto y se alejó mirando que también lo hacían.

Tienen una misión, con ella detendrán todo este horror.

Se dijo a si mismo recordando las palabras de los miembros de la Orden que lo habían puesto al tanto.

— ¡Nooo! ¡Auxilio! —escuchó exclamar a lo lejos mientras una niña retrocedía aterrada mientras una enorme acromantula la asediaba.

Percy accionó un hechizo repulsor que la mando lejos y la chica lo miró como una mezcla de agradecimiento y respecto.

—No deberías de estar aquí, busca uno de los profesores y ponte a salvo—dijo con cierto tono autoritario pero impregnado de más calidez.

Estás palabras evocaron sin remedio un pensamiento nostálgico en él, al recordarse como prefecto tripulando los pasillos.

Escuchó un rugido y un hombre lobo saltaba encima de un muchacho de unos 17 años, furioso pues a sus ojos imaginó ver a Fred blandió su varita como una espada dando un tajazo e hizo que la bestia se estrellara contra las paredes del castillo, apenas tuvo tiempo de percatarse un horrendo gigante sobre él gruñendo mientras buscaba machacarlo con su puño lanzándose hacia delante para esquivarlo, aún en el aire impulsado por su enojo y deseo de venganza aplicó un reducto a un mortifago que se desplazaba entre la bruma.

Sintió de pronto que algo lo envolvía era un dolor punzante recorriendo su cuerpo una bruja tenebrosa le apuntaba riendo y recordó escuchar segundos antes pronunciar la segunda de las maldiciones imperdonables, tenía que haberse retorcido del dolor en el piso, pero no podía hacerlo, el colegio estaba en peligro y él tenía la responsabilidad de protegerlo, su familia, sus amigos personas que lo habían recibido a pesar de todo también y era su deseo intentar protegerlo.

Así, se obligó a torcer su cuerpo y con un rugido disparó a la bruja.

—¡Protego! —prorrumpió y el hechizo que aún estaba en función le rebotó.

Jadeando se puso en marcha, se lanzó a embestir a otro y lanzó un par de hechizos hacia otros invasores, movió sus pies a pesar de ser impactado por varios hechizos más derrumbándose al fin al no poder más en el piso dándose cuenta que estaba solo, todo el calor de la batalla había quedado atrás, con el césped en su rostro notó que de pronto llovía, en ese momento vino a su mente las últimas palabras que él y Fred habían intercambiado antes de que ocurriera.

<<—¡Hola señor ministro! —gritó Percy a Thicknesse controlado por la maldición imperius— ¿le he comentado que he dimitido? —agregó el muchacho mientras lo enfrentaba.

—Perce ¿estás bromeando? —comentó Fred con una sonrisa en los labios—¡Si, Percy estás bromeando! —exclamó totalmente entusiasmado>>

Antes de darse cuenta Percy Weasley reía a carcajadas recordando la expresión de su hermano Fred por su acción una pequeña sensación de calidez, una muy pequeña pero significativa sensación encendió dentro de él. Se dio cuenta de que no llovía si no estaba llorando y las lágrimas recorrían su rostro mientras se carcajeaba.

—Hice reír a uno de los grandes bromistas— musitó sin dejar de sonreír— te hice reír hermano…—con la última palabra su voz quebró—te hice reír…

Y entre la brisa del viento creyó imaginar su risa, esa risa burlona y jovial de los gemelos cuando habían hecho una travesura.

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Fred: Espera ¿por que ridiculus viejo?, creí que eso era el hechizo para vencer un Boggard convirtiendo el miedo que te causa en un algo divertido.

Yo: Pues precisamente por eso, mira eres un personaje gracioso y bromista Peeves aún habla de lo que le hicieron a Umbrige y hay tantos que buscan seguir tus pasos.

Fred: Vamos, vamos ¿en serio?, creo que me harás llorar, te haz ganado un paquete especial e sortilegios Weasley.

Yo: Jajaja gracias, ¡genial! pero espera y te explico todo, bueno, Percy estaba mal triste, impotente, desanimado, es como te sientes cuando temes algo, pero llega tu recuerdo y puff todo cambia y termina riendo. Conozco a otros comediantes, se pasan la vida dedicando hacer reír a la gente, creo que lo que menos quieren es él sentimiento opuesto los invada.

Fred: Esto es mucho mejor que esa broma malisima del queso que hizo George -no se lo digas- ¡igual no escuchará nada! jajaja, ya sabes por su oreja, rayos este chiste era bueno. Lo entiendo me conoces, tiene mucho sentido.

Yo: El expelliarmus era el hechizo emblema de Harry, las maldiciones prohibidas de El- que- hace-mucho-fue-derrotado y el ridiculus ¡de Fred el mago bromista que hizo reír hasta en el peor momento.

Fred: Me encanta ¡Esta dicho!. Muy bien amigo Peeves, guíame de regreso al más haya. ¡Nos vemos!

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Nada prende tan pronto de unas almas en otras como esta simpatía de la risa.

Jacinto Benavente