Rescatando a un corazón

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Borealis Spiral, 2 Enero 2014.

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  1. Threadmarks: Prólogo
     
    Borealis Spiral

    Borealis Spiral Fanático Comentarista destacado

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    Rescatando a un corazón
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    Fantasía
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    Y se me convenció de publicar esto. Una historia que pensé recientemente y que no salió de la mente hasta que la plasmé en papel. Espero que sea de su agrado. Además de fantasía (la que no es mucha), es romance (obvio, soy yo xD) y drama (otro obvio :p). Dejo el prólogo:


    Rescatando a un Corazón

    Prólogo

    Un fenómeno poco usual, fantástico e imperceptible en el que las vivencias dolorosas se hacen tan pesadas que no se desea cargar con ellas, separándolas, apartándolas del interior, abandonando al principal receptor y causante de las fuertes emociones: el corazón.


    El joven no creía lo que sus oídos escuchaban. Ella, la mujer que amaba más que nada en el mundo, con la que había encontrado consuelo después de años de soledad e incomprensión; sí, ella, lo había estado usando como un simple muñeco; un títere al que es fácil manipular para luego desechar. Negó con la cabeza en tanto las lágrimas surcaban sus ojos, incapaz de detenerse e iniciar un recorrido tormentoso a través del rostro, para finalmente azotar en el suelo y extinguirse, compartiendo el destino de sus ilusiones y amor.

    —Pero… pero —intentó hallar las frases a pesar del desgarrador nudo que quemaba su garganta—. Tú dijiste…

    —Palabras —lo cortó la mujer con una mirada fría y con la voz a más grados bajo cero—. Eran sólo palabras vacías, cualquiera puede decirlas.

    Estaban en el departamento que compartían desde hacía poco. La había visto llegar con maletas en mano, irradiando felicidad, falsa felicidad; y ahora la veía marcharse con una crueldad que lo golpeaba. ¿Dónde quedaron esas promesas de amor? ¿Esos actos cariñosos dedicados el uno al otro? ¿Dónde dejó sus sueños? En el piso, hollados y sin vida, como parecía quedar su espíritu.

    —Eres una carga, Helio. Me tenías hasta la coronilla con tus atenciones absurdas, con tus palabras empalagosas, con tus acosos; en fin, eres insoportable, pero debo agradecerte. Fuiste tan iluso de creer que realmente me interesaba en ti como para darme un techo después de que mis padres me botaron de casa y para darme el dinero necesario y poder irme de esta ciudad tan horrible. Es una lástima que tuvieras que gastar todos tus ahorros, pero lo que se regala ya no se quita, ¿verdad?

    Una risilla desvergonzada y sádica salió de la boca de ella antes de tomar las maletas que habían estado en el suelo todo el tiempo, a su lado, para finalmente salir, no sin antes ser implorada por él, arrodillándose ante ella, desbordando su sufrir en sollozos, pidiéndole que se quedara, asegurándole que la perdonaba y que todo volvería a ser como antes. Acciones que a ella le resultaron repugnantes y sin honor, por lo que sin misericordia, le asestó una potente patada en el estómago, dándole a entender su decisión final, saliendo de aquel hogar en el que el suplicio llenó el ambiente en cuanto Helio quedó solo, desaguándose en lágrimas ante el dolor en su interior y en saliva ante las punzadas en el estómago por el golpe, intentando respirar.

    No se contuvo de rumiar su tormento en alaridos agudos y agónicos, en tanto se preguntaba con desazón por qué era que el corazón permitía experimentar y soñar con sensaciones tan hermosas como el amor, para después despertarlo a la cruda realidad con una sarta de daños y males. Se llevó una mano al pecho y clavó las uñas con ímpetu desequilibrado, deseando tomar el órgano literal y arrancarlo de su ser y de alguna forma librarse de las consecuencias del corazón figurado; salvándolo de aquel calvario.

    Para nada; el corazón y sus sentimientos no servían para nada, fue su conclusión. Para nada bueno; simplemente para despedazar y matar en vida.

    Siéntanse libres de expresar sus opiniones. ¡Gracias por leer!
     
    Última edición: 8 Septiembre 2019
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  2. Threadmarks: Inusual encuentro
     
    Borealis Spiral

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    ¡Yo! Se me olvidó decir algo en el prólogo: Esta historia, a pesar de ser long-fic, no será muy larga, por lo que avisados están ^u^ Dejo la primera actualización y agradezco enormemente a aquellos que se toman el tiempo de leer :) A ustedes el capítulo. ¡Disfruten!

    Inusual encuentro

    Las instalaciones universitarias se hallaban parcialmente vacías. La tarde había caído desde hacía unos momentos y el frío característico del mes de enero podía sentirse. Las clases habían concluido algunas horas atrás y quienes ocupaban uno que otro salón o cancha eran los jóvenes que participaban en actividades extracurriculares, como pertenecer a algún equipo deportivo o a algún club como el de teatro, que era precisamente del que venía Ruth. No obstante, como había estado pasándole desde hacía un par de semanas, una de sus compañeras de clase la había interceptado para pedirle el mismo favor de siempre, de una manera tan poco educada que comenzaba a incomodarla sobremanera y a asustarla.

    —¡Vamos, Ruth! —rogó Anahí teniéndola acorralada entre su cuerpo y una de las paredes exteriores—. Dile a Drake que hay alguien que quiere salir con él, sólo eso, no estoy pidiéndote que arregles la cita ni nada.

    Ruth miró a su compañera con sus grandes ojos cafés en tanto jugaba con su largo cabello rojo, nerviosa. Era bien sabido en el colegio que Drake era uno de los mejores partidos allí y que recientemente había dejado a su novia, por lo que estaba libre, y dado que era miembro del club de teatro y mantenía una buena relación con ella, la mayoría de las jóvenes había ido a buscar su ayuda para usarla como celestina. Amablemente había rehusado comprometerse en nada y la mayoría pareció aceptar su decisión; todas menos Anahí.

    —Es que yo no quiero…

    —¿Por qué no? —se exaltó la joven frunciendo el ceño y ocasionando que Ruth se encogiera sobre sí misma, temerosa—. ¿Es que lo quieres sólo para ti? ¿Por eso no ayudas a nadie? ¿Porque también te gusta y como sabes que tienes un poco de su atención no quieres que alguien más se interponga? ¿Es eso?

    —No, yo… yo…

    —¿Tú qué?

    —¡Es suficiente!

    Una tercera voz se unió a ellas en tanto Anahí sentía que algo tocaba su parte trasera del cuello, justo bajo su nuca, al tiempo que Ruth mostraba un mohín de alivio. Anahí se giró un poco para ver a la persona que las interrumpió, descubriendo a una rubia ceniza de penetrantes y vivaces ojos azules que apuntaba su bate de béisbol a ella, amenazante, aunque con un dejo de diversión en su rostro.

    —Mina —la nombró la casi acosadora.

    —Cielos, Anahí —dijo Mina con una sonrisa socarrona alejando el bate de ella y colocándolo sobre su propio hombro—. ¿Rogando por las atenciones de un chico? Te creía con un poco más de dignidad, ¿sabes? Y molestando a una indefensa chica para conseguirlo, hm, hm —Negó con aparente desilusión—. Y eso que me caías bien.

    Ruth se escabulló de la mirada de su compañera para ponerse al lado de su mejor amiga, quien le preguntó si estaba bien y ante su asentimiento, ambas volvieron a dirigirse a Anahí.

    —Es suficiente de esto, Ana —le dijo Mina sin tanto interés ahora—. Deja de molestar a Ruth, sabes que no tiene nada con Drake, que no lo intenta y que no te ayudará con él.

    —Claro, habla su príncipe azul, ¿o debería decir princesa azul?

    Mina frunció el ceño absolutamente nada contenta. Odiaba los títulos de príncipe, princesa o cualquier otro que tuviera que ver con un cuento de hadas; y es que sus recuerdos de ellos no eran nada bonitos.

    —Prefiero el término caballero andante —aclaró con voz un poco sombría al tiempo que movía su bate, alertando a Anahí—. Ahora, puedo pedirte de buena manera que la dejes en paz o puedo hacerlo de mala manera. Escoge.

    Anahí bufó con irritación y lanzándole una última mirada de desagrado a ambas, se fue de allí. Ruth soltó un suspiro de tranquilidad y Mina uno de cansancio.

    —Qué fastidiosa es esa chica —dijo la rubia en tanto jugaba con el bate levantando y tumbando una lata de comida vacía en el suelo.

    —Gracias por ayudarme, aunque creo que te excediste un poco con ella. ¿Realmente planeabas golpearla? —inquirió la pelirroja con preocupación.

    —No si no había necesidad —Mina sonrió divertida y la pelirroja le lanzó una mirada retadora—. Además, no debes ser tan condescendiente con todos, Ruth. Debes ser extremadamente precavida, ¿cuántas veces te lo he dicho?

    —Muchas veces —Ruth sonrió—. Y lo he sido.

    —Sí, pero sólo en lo que respecta a encontrar a tu alma gemela y en grados extremos. Si sigues así rechazarás a toda la ciudad. Drake es el dieciocho de la universidad, no cuento la preparatoria.

    —¿Has llevado la cuenta? —Ruth frunció el ceño en desacuerdo y Mina sonrió con fingida inocencia sintiéndose con las manos en la masa. Ruth suspiró—. No necesito un amor de esa clase en este momento. Sin embargo, quizás tú sí lo necesites.

    —¿Yo? —Mina alzó una ceja dejando de jugar con la lata para mirar a su amiga.

    —Sí; de unos meses para acá te he notado diferente, distante, triste y aunque no sé por qué ya que no quieres decirme, quizás tener un novio pueda animarte.

    —¡Qué va! Estoy perfectamente bien soltera y sin compromisos. El amor romántico es simplemente ¡problemático!

    Y al gritar la última palabra, Mina hizo que la lata se elevara manejando hábilmente el bate y al hallarse suspendida en una posición que ella consideró buena, la golpeó con todas sus fuerzas, haciéndola volar por los aires. Mina se sintió orgullosa de su golpe sólo unos momentos, pues segundos después, descubrió con terror que la lata llegaba a uno de los edificios del otro lado del patio, siendo una de sus ventanas la receptora incapaz de detenerla, rompiéndola en mil pedazos.

    —¡Maldición! —vociferó la rubia con alerta y frustración.

    —Mina, ¿qué hacemos ahora? —preguntó a su vez la pelirroja con preocupación.

    —Correr.

    —¿Qué?

    Apenas alcanzó a terminar la pregunta cuando sintió que Mina la tomaba del brazo y la alejaba de la escena del crimen, sin detenerse en ningún momento a pesar de sus reclamos hasta que estuvieron a varias cuadras de la construcción educativa. Mina comenzó a reír con desenfreno cuando se detuvo, sin importarle que eso ocasionara que su jadeante respiración tardara más en regularizarse. Ruth también intentó calmar lo agitado de su aliento en tanto miraba con reproche a Mina.

    —No es divertido, Mina. Deberías ir a reportar lo que hiciste. Te castigarán.

    —No tienen por qué hacerlo si no se enteran, ¿o sí? —respondió con despreocupación.

    —Mina, tu equipo está por tener un importante partido al inicio de la primavera y eres su mejor bateadora, no puedes arriesgarte.

    —Bien, bien, mañana lo haré. Además, creo que era el cuarto del almacén. No hay nada importante allí salvo documentos viejos y estantes, quizás.

    —De cualquier manera házselos saber —Ruth miró la hora en su celular—. Es tarde, debo ir a casa. Le prometí a mis padres que cuidaría a Todd. Van a salir.

    —¿Cuidarlo? Ya cumplió trece, ¿no es la edad suficiente para cuidarse solo?

    —Es mi hermano, no me molesta estar con él.

    —Menos mal que yo no tengo; a mí sí me molestaría.

    Ruth rodó los ojos; su amiga era simplemente imposible. Sin más, las dos se despidieron y Mina tomó su camino a casa, andando casualmente y sin prisas. Se subió la cremallera de la chamarra que usaba; dado que el sol estaba por ocultarse por completo, hacía frío y una ligera neblina había cubierto el lugar. En el trayecto debía pasar por un puente para cruzar el río de la ciudad y que compartían peatones y autos. Cerca del puente, antes de llegar a él, había una pequeña cafetería y se le antojó comprarse un café para lo que restaba del camino y entrar en calor.

    Ingresó al lugar y después de hacer línea, ordenó un café express bien cargado. Le encantaba el café caliente y siempre lo tomaba en las mañanas, aunque aprovechaba cada oportunidad que se le presentara para tomarlo; ahora entendía por qué era tan activa. Dado que el negocio contaba con bastante gente, tuvo que esperar un poco y mientras lo hacía, se dirigió a una de las ventanas y observó el exterior, viendo a través de la capa de niebla el ir y venir de los carros que cruzaban el puente, notando que no había muchas personas caminando, lo que era lógico dado el ambiente frío.

    De allí que la figura de un hombre de apariencia decaída, dada la posición encorvada de su cuerpo y la mirada baja, llamara su atención. Lo vio pasar frente al local, distinguiendo apenas que era joven, quizás de su edad o un par de años mayor. Luego vio como él se detenía pasos después de pisar el puente y se apoyaba en la baranda del mismo, observando hacia abajo, el agua, con la mirada perdida. Mina iba a dejar de contemplarlo cuando escuchó que las cajeras gritaban su pedido; sin embargo, las ignoró cuando notó que el hombre escalaba el barandal que servía de protección y lo brincaba, quedando en el pequeño borde del otro lado del puente. Un paso en falso y caería a la helada agua.

    —¡Hey! —gritó al percatarse de que nadie parecía tomar en cuenta al joven.

    Sin esperar un segundo más, la rubia salió disparada del local para detener el claro plan suicida del desconocido aquel. ¡Nadie se suicidaba en su presencia! Era algo que no permitiría. Casi sintió no lo alcanzaría cuando detalló que él alargaba su pierna para dar el paso que culminaría con cómo-fuese-que-era su vida. Sin embargo, consiguió sujetarlo de la camiseta de manga corta, preguntándose por primera vez cómo es que no tenía frío, y lo haló hasta prácticamente fusionarlo al barandal, con la respiración entrecortada ante la adrenalina de la vivencia y la carrera.

    Por primera vez él levantó la mirada y clavó sus ojos marrones en los zafiros de ella, evidentemente sorprendido.

    ¡Gracias por leer!
     
    Última edición: 9 Enero 2014
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    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

    Tauro
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    Me encanto esta parte (disculpa las faltas de ortografia, como los acentos que faltaran aqui xD) aunque para serte cinsera, no concibo que clase de historia escribiras con esta introduccion. Un prologo muy interesante. Ingrata mujer que ha roto el corazon de Helio, pobrecito me dio cosa con el.

    Mina? Wow, y eso si que me sorprendio de gran manera. Y esa manera suya de entrar en escena, yupi, genial. No le gustan los titulos de principe y princesa, ahi es cuando supe que era aquella energica rubia y me rei cuando dijo que mejor caballero andante, jajaja, aunque dama andante le queda mejor... o quizas no xD

    Auch, me pobre opinion es que no se descubra, que no diga que ella rompio la ventana, jijiji, pero ah, me gusta la honestidad de Ruth, asi que supongo que la escuchara.

    Un suicida? Malo para el que quisiera suicidarse ante los ojos de Mina. Caballero andante, eh? Creo que ese hombre no sabe con quien se ha topado, para comenzar, ya evito que se lanzara al vacio. Quien es el suicida? Y por que quiso quitarse la vida? Acaso es Helio, el abandonado del prologo? Muchas preguntas que espero se respondan en el siguiente capitulo, asi que estare pendiente de este.

    Sin mas: Marina, quien te TKM
     
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    Mei Liddel

    Mei Liddel La lluvia cae como si hubiera olvidado como parar.

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    Antes que nada, ¡Hola! Me he venido yo a comentar a tus fics jeje.

    Quiero decirte que me has dejado con la boca abierta con el prologo. Muy bueno, me gusto bastante, aun que al mismo tiempo se me izo algo muy ¿triste? se podría decir. Entretuvo bastante, sinceramente, aunque no me gusto para nada la forma en la que se porto la chica con Helio, algo muy grosero de su parte, dando en cuenta que el la ayudo tanto.

    Hablando del capitulo; pues, no tengo mucho que decir, solo que me encanto XD. Me fascino el personaje de Ruth, me recuerda tanto a mi misma. Y con Mina; en lo principal, su nombre, es un nombre que siempre me ha gustado. Y su personalidad me izo gracia, mas todos los comentarios que le hacia a Ruth.
    Y con el final, pues, me dejo muy sorprendida, me deja en suspenso saber quien es ese chico, o si llegara a tener alguna "amistad" con ese chico n,n

    Bueno, esa es mi opinión, sabes que no te puedo decir mucho o hacerte reír como tu a mi debido a que mi experiencia no es mucha.

    Espero que sigas la historia y que no sea de tanto suspenso XD, así que hasta el próximo capitulo :3
     
  5.  
    Unimar

    Unimar Un alma sana reside en un cuerpo sano y mente sana

    Libra
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    Mala, mala, mala. Bore, eres mala. ¿Por qué no me avisate que habías iniciado otro relato y más de fantasía?. Ya sabes que puedes hacerlo. Amo la fantasía xD

    Amé tu prólogo como no tienes idea.

    Capítulo I

    En sí, me he quedado sorprendida. No hay palabras para describir lo que le ha ocurrido a Helio, (bonito nombre), era como si se le derritiera el rostro tas escuchar las palabras hirientes de esa chica. Las palabras se van junto con el viento, lo único que se quedan son las acciones. Buen capítulo. El porque de esa desición, tal vez ya no soportaba estar a su lado y prefirio irse. No sé si estaría bien decirlo, pero aprovechó su oportunidad.

    Capítulo 2

    Que chicas tan temperamentales, en el buen sentido de la palbra), sus personalidades tan diferentes pero tan parecidad a la vez, espero que no les cause problemas a la larga. El capítulo fue bueno, me presiento que habrá mucho, mucho romance.
     
  6. Threadmarks: Conociendo a Corazón
     
    Borealis Spiral

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    @Marina ¡Master! Gracias por tu comentario, sabes que me encantan ^u^ Sip, es esa Mina, la del cuento y bueno, no sé, me dieron ganas de ponerla aquí... aunque creo que hubiese sido mejor si no y hacía la historia más independiente xD Es que me hallo en dilema ._. Bueno, las preguntas se responden es este capítulo y ojalá te guste. ¡Gracias por leer!
    @Mei Liddel Sabes que fue una muy agradable sorpresa tenerte por acá :3 Tu comentario me gustó mucho y me gustó también que te gustara Ruth (? Jajaja, y no te preocupes, la experiencia no tiene nada qué ver, tú nomás di lo que te pase por la mente acerca del capítulo y si te gustá o no y por qué. Sé que mis escritos tienden a no gustar mucho xP Y tampoco hice la hisotira en plan de suspenso, jajaja. ¡Graicas por leer!
    @Unimar Ay, lo siento. La verdad no me gusta dar publicidad a mis fics; me da la sensación de que obligo a la gente a leer algo que no quiere y no xD Además, capaz y terminan por no gustarle lo que leen lol. En fin, ¡mil gracias por tu comentario! Me ha hecho feliz y me sorprendió y sí, la fantasía te gusta, lo sé. Qué bueno que por ahora fuera de tu agrado y habrá qué ver si sigue así. Sí habrá romance, pero no sé qué tanto xD

    A los demás que se toman el tiempo de leer, se los agradezco mucho, los valoro en serio y pues nada, a ustedes el capítulo dos. ¡Disfruten!

    Conociendo a Corazón

    El sonido de los autos al ir y venir era lo único que envolvía al par de jóvenes, en tanto sus ojos se clavaban en los de los otros; los azules llenos de irritación y los marrones de asombro inmenso. El cabello castaño claro de él era movido por una ligera brisa en medio de tanta neblina, mientras que el largo y pesado cabello de ella se mantenía estable salvo las hebritas que no se acomodaban entre la liga de su coleta alta y que se movían también.

    —¿Qué se supone que haces? —Le recriminó Mina al desconocido—. ¿Crees que tu vida es difícil? ¿Que sea lo que sea por lo que estés pasando es tan malo como para quitarte la vida? ¿Es en serio? ¿Por qué no le das una vuelta al mundo y ves si realmente tu situación es tan mala? ¿Sabes al menos cómo lo pasan las personas que viven en medio de guerras? ¿Cómo se vive en países pobres? ¡Demonios! ¿Por qué las ganas de vivir van en decadencia cada día? Esta sociedad está pudriéndose y la juventud actual es un asco.

    —Tú —la interrumpió él con voz que reflejaba su estupefacción y antes de que Mina continuara con su extraño discurso—. Tú, tú, ¿puedes verme?

    Mina enarcó una ceja por demás incrédula ante la cuestión. ¿Había escuchado bien?

    —¿Tendría que no hacerlo?

    Él negó con la cabeza frenéticamente al tiempo que explicaba.

    —No, no deberías. ¿Por qué lo haces? Yo soy la forma materializada del corazón, los sentimientos, lo que es la persona interior de alguien y nadie puede verme, pero tú sí.

    El joven terminó de hablar con el rostro iluminándosele, lleno de esperanza. Mina le lanzó una mirada punzante manteniendo los ojos entrecerrados y algo le quedó muy claro; el sujeto estaba loco. Lo soltó y retrocedió un par de pasos.

    —Lamento interrumpirte. Puedes continuar con lo que estabas haciendo, ya me voy.

    La rubia se dio la vuelta dispuesta a retirarse evitando involucrarse más con ese chiflado.

    —¡No, espera!

    Él escaló la baranda y se puso a salvo del lado de la acera, corrió hacia Mina y se le abalanzó para abrazarla por detrás, rodeando su estómago con sus brazos en tanto se arrodillaba en el suelo, inmovilizándola y sorprendiéndola.

    —¿Pero qué rayos? —Gritó ella tomada con la guardia baja—. ¡Suelta, suelta! ¡Loco!

    Procuró despegarse de él empujando su rostro sin signo de delicadeza y fuerza hiriente, pero pareciera que sus intentos eran inútiles, porque el tipo no cedió ni un milímetro, pegándosele como una sanguijuela, no mostrando signos de daño.

    —Por favor, por favor, tienes que ayudarme —suplicó con voz desesperada—. Mi amo me ha desechado, ha perdido la esperanza de todo en el mundo; se ha colocado una máscara que no le favorece, adoptando un estilo de vida que lo matará. Tienes que ayudarlo.

    —Yo no tengo nada que ver con tus problemas imaginarios; déjame en paz, demente —se defendió ella intentando caminar con su peso extra al ver que no lograría quitárselo de encima. ¿Por qué siempre le tocaba tratar con tipos raros?

    —Te lo imploro. No puedo pedir ayuda a nadie más; tú puedes verme, eres especial, por favor.

    —Ya dije que no, qué necedad.

    —¿Amiga?

    Mina vio que un par de chicas se le había acercado y la miraban con extrañeza.

    —¿Estás bien, amiga? —le preguntó una de ellas frunciendo el ceño.

    —¿Bien? —El malhumor comenzaba a apoderase de la rubia—. ¿Te parece que estoy bien? Tengo a un loco pegado a mí como una lapa. ¿Crees que eso es estar bien?

    Las chicas intercambiaron miradas, ahora preocupadas.

    —¿Cuál loco? —volvió a inquirir una de ellas.

    —¿Cómo que cuál? ¡Este!

    Mina apuntó al hombre que continuaba abrazándola y ellas volvieron a mirarse, ahora con desconfianza. A la vista de ellas, Mina había estado moviéndose raro, encorvada un poco al tiempo que había estado hablando con la nada y ahora, señalaba un punto vacío a su espalda.

    —No creo que esté bien —le susurró una a su compañera, quien asintió.

    —Creo que es mejor que le hablemos a alguien que pueda ayudarla.

    —¿Qué? Esperen, ¿qué?

    —Te dije que no pueden verme —le recordó él en tono tranquilo y suave.

    A Mina se le presentó un tic en el ojo. ¿Entonces el sujeto había estado diciendo la verdad? Observó a las jóvenes notando que la miraban como si en serio tuviera problemas mentales. ¡Perfecto! ¡Sencillamente perfecto! Debía pensar en algo que salvara su reputación de inmediato. Sonrió con fingida inocencia y diversión.

    —Hey, hey, muchachas, cayeron en mi actuación —Rio con nerviosismo—. Era sólo una broma, eh… Estoy en el club de teatro y tengo el papel de alguien que tiene amigos imaginarios.

    —¿En serio? —Ellas parecieron tranquilizarse un poco—. Pues nos pareció muy real.

    —Sí, gracias, soy una gran actriz —Volvió a reír sin convicción; si tan sólo supieran el desastre que era al actuar—. Eh, bueno, creo que me iré, gracias por su preocupación.

    Mina intentó volver a caminar, pero su captor continuaba fusionado a ella.

    —Suéltame —ordenó con ira mal contenida y en susurro.

    —Pero…

    —Suéltame —repitió en el mismo tono de voz.

    Él obedeció con resignación levantándose y Mina se irguió por completo, volviendo a posar su atención en las chicas, que parecían volver a mostrar inseguridad en cuanto a dejarla marchar sin haber llamado a alguien antes. La rubia intentó sonreírles para calmarlas y se despidió sacudiendo su mano, para ahora sí retomar su camino. Suspiró con cansancio y fastidio al descubrir que el invisible la seguía, no dispuesto a dejarla ir tan fácil. Y en efecto, él continuó con su insistencia en obtener su ayuda hasta que llegaron a su casa, la que estaba vacía ya que sus padres habían ido a visitar a unos amigos y durarían con ellos todo el día, según le habían dicho en la mañana antes de ir a la universidad. No obstante, eso lo agradeció porque así podría conversar tranquilamente con su acosador sin parecer una loca.

    —Muy bien, explícame cómo es eso de que eres el corazón de alguien. ¿Y por qué ibas a lanzarte del puente?

    —No estoy seguro —aceptó él encogiéndose de hombros respondiendo la primera pregunta—. Parece que no ocurre muy a menudo. Solo sé que les pasa a las personas que hacen sus sentimientos a un lado, mayormente después de padecer algún sufrimiento, como mi amo. Ha perdido la esperanza en el amor, las personas, el valor de la vida y yo no he podido hacer nada para remediarlo. No me escucha, ya no soy parte de él, ha ignorado el lazo que nos unía; ya no me ve. Iba a lanzarme porque estaba desesperado y el dolor era insoportable; quería acabar con todo. Si yo me rindo, él lo hará también.

    —¿Cómo se llama tu amo?

    —Helio.

    —¿Y por qué es que yo te veo y otros no? No tiene sentido.

    —Tampoco lo sé. Me había resignado a ser imperceptible para todos, pero me siento tan feliz de que tú puedes verme y que incluso pueda tocarte, ya que poseo prácticamente las características de un fantasma entre los humanos, no con los objetos inanimados; pero me salvaste, gracias. ¿No has experimentado cosas fantásticas como esta anteriormente?

    —¿Cosas fantásticas?

    —Sí, tal vez tenga que ver, aunque puede que sólo se deba a que seas única —los ojos de él brillaron con maravilla ante la posibilidad de lo último.

    Mina frunció el ceño con desconcierto, dudando por completo eso de ser única y recordó el evento de hacía algunos meses en cuanto a su trasportación a un mundo de cuento de hadas; lo más seguro es que debido a eso ahora podía percibir tantas cosas inusuales. Suspiró sintiéndose agotada desde la cabeza hasta los dedos del pie. ¿Por qué tenían que pasarle esas cosas a ella?

    —Lo siento, pero no puedo ayudarte —declaró al final dirigiéndose a la cocina en busca de algo de comer; tenía hambre.

    —No me digas eso —la tristeza tiñó el pálido rostro de él—. Tienes que ayudarme. Debes hacer entrar en razón a mi amo; debes hacerle creer que no todo está perdido, que a pesar de las desilusiones se puede seguir adelante, debes mostrarle que la vida en realidad es bella; que siempre habrá personas que lo quieran, que lo amen.

    —¡Basta! —Mina se tapó los oídos para no escucharlo. No otra vez; no iba a volver a hacer algo que envolviera estúpidos sentimentalismos forzados y falsos—. No pienso hacerlo.

    —Puede morir.

    —Es una verdadera pena —dijo ella sin demasiada emoción en la voz haciéndose un sándwich—, pero no es mi culpa.

    —Puedes evitarlo, ¿y no te importa? ¿Cómo puedes ser tan egoísta?

    Una flecha dio en el corazón de Mina en tanto apretaba los puños. Esas palabras; recordaba claramente esas palabras. Encaró a Corazón.

    —Porque así soy yo, una egoísta que no piensa más que en sí misma y tú no puedes cambiar eso, así que hazme el favor de dejarme en paz.

    Mina dejó a medio hacer su bocadillo y se dirigió a su habitación, cerrando la puerta tras de sí, dejando a Corazón afuera en el pasillo. Él se recargó en la puerta apoyando el oído en ella, procurando escuchar algo del otro lado, pero no oyó nada. Suspiró por demás desconsolado bajando la mirada. ¿Significaba que su existencia terminaría junto con la de su amo? La pena lo embargó por completo y se sintió caer a un pozo sin fondo, sin vislumbrar la más mínima luz de esperanza, y por un momento agradeció no estar conectado a su amo; al menos así le evitaba sentir tan desagradable angustia.

    Alzó la vista con rostro decidido. No podía rendirse así como así; debía hacer que ella lo ayudara. Había encontrado una posibilidad de salir de aquella situación con ella, dado que era la única con quien podía mantener una conversación; eso le había levantado el ánimo de por sí, le había devuelto las ilusiones para vivir; no iba a desperdiciarlo. Se sentó a un lado de la puerta de la habitación de la rubia y esperó a que saliera; la convencería de que le prestara su ayuda. Además, ella no era realmente egoísta. Se había tomado la molestia de salvarlo ya una vez, eso no lo hacía alguien a quien no le importara en algún grado los demás. Era posible que, quizás, el corazón de ella también necesitara un estímulo y él estaba dispuesto a dárselo con gusto.

    Pueden tomarse el título de la historia bastante literal xD ¡Gracias por leer!
     
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  7.  
    Mei Liddel

    Mei Liddel La lluvia cae como si hubiera olvidado como parar.

    Tauro
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    Dios santo.....No se por que sospecho que nadie lo ve XD

    Debo decir que me tiene bastante confundida todo eso de que el es un ¿corazón? o lo que sea....Y que me sorprendió que su ¿dueño? sea Helio; ya se puede decir lo que paso con el. Aun que aun encuentro todo esto algo triste, ya sabes, de lo que le paso a Helio. Me hace sentir triste que lo que le causo esa mujer lo haya llevado a dejar sus sentimientos y hacerlos aun lado.

    Y pues, no tengo nada mas que decir, solo que una parte de el capitulo me ayudo a aclarar unas cosas XD. Hasta el próximo capitulo :D
     
  8.  
    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

    Tauro
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    ¡Oh! Genial, así que el suicida es el corazón simbólico de Helio, la representación, según leí alguna vez por ahí, de la parte central en general, el interior, y, por lo tanto, el hombre interior tal como se manifiesta en todas sus diversas actividades, en sus deseos, afectos, emociones, pasiones, propósitos, sus pensamientos, percepciones, imaginaciones, su sabiduría, conocimiento, habilidad, sus creencias y sus razonamientos, su memoria y su consciencia.

    Qué linda manera de manifestarlo, pero me ha dado cosa con ese corazoncito. Ahora entiendo por qué se ha querido suicidar. Ser rechazado por su amor ha de dolor mucho, además de la soledad que ha de sentir xD

    Pero mira que puso a Mina en apuros cuando sus compañeras la miraron con tal desconfianza, pero haberla visto hacer tantos movimientos en el aire, así como parlar sola, pues es comprensible que pensaran que necesitaba ayuda y... jajajaja, qué manera tan infante de salir de su, emmm, conflicto. El ensayo de un personaje que tiene amigos imaginarios, menos mal que logró convercerlas.

    Así que Corazón se ha ido con la rubia y está decidido a quedarse con ella. Bueno, esto está interesante, hay que ver si Mina acepta ayudarlo. ¿Por qué se me afigura que Corazón deberá batallará para conseguir su ayuda?

    Espero el siguiente cap. Este estuvo lindo y muy entretenido. TKM
     
  9.  
    Unimar

    Unimar Un alma sana reside en un cuerpo sano y mente sana

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    ¡Bore! Mi querida Bore, te pido una diaculpa y otra anticipada. Me he tardado mucho tiempo en leer y comentar. Me han tenido por así decirlo: encadenada en el trabajo. Hoy es un buen día para leer y comentar.

    Que bonito capítulo, al principio no le agarraba la onda al título de este. Y cuando comencé a leer e incluzo al finalizar me dí cuenta que otro nombre para el capítulo hubiera sido erroneo.

    Miles de pensamientos, sentimientos y rencores habían atormentado al pobre de Helio, y su corazón hablaba por sí solo. Esa invisibilidad que nos marca como individuos en los diferentes aspectos en la vida, para algunas personas no pasa desapercibida y en te caso fue para Mina.

    Esa chica en verdad que es diferente a las demás personas, no sólo por haberse dado cuenta o percibir esa pesadez en Helio sino por que, espero que lo ayude. El experimentar cosas fantásticas inclusive en los peores días, creo que fue lo más hermoso de este capítulo.

    Bore, podré ahora estar un poco distante pero no dejes de avisarme de las actualizaciones. Que tu vida esté llena de cosas fantásticas. <3
     
  10. Threadmarks: Dando una mano
     
    Borealis Spiral

    Borealis Spiral Fanático Comentarista destacado

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    Título:
    Rescatando a un corazón
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    15
     
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    @Mei Liddel ¡graicas por tu comentario! Y de hecho, nadie lo ve xD Lamento que te confundiera un poco, pero ese es él, un corazón y sí, es triste, pero es la idea de esta historia, creo. Otra vez, gracias por seguir esta historia, me animas mucho.
    @Marina Master, no lo hubieses explicado mejor; eso mismo es Corazón. Te imaginas bien, Master; reconoce que Mina es terca como no hay otra y Tare puede dar testimonio de eso xD (ñam, lo extraño ;_;) En fin, esta no es su historia, así que lo dejo por la paz. ¡Gracias por tu comentario y por continuar con la lectura! Sabes que lo aprecio mucho. TKM
    @Unimar No te preocupes, Uni, ya sabes que yo también estoy asusente. Tómate tu tiempo ^^ ¡Gracias por tu comentario! Me encanta, pues como siempre, están llenos de una actitud positiva, jajaja, eso es lindo; aunque creo que tenemos diferente persepctiva acerca de Mina xD Pero esa es la idea, ¡gracias de nuevo por tu incondicional apoyo!

    A los demás que se pasan a leer, también se los agradezco enormemente. A ustedes el capítulo. ¡Disfruten!

    Dando una mano

    Los pasillos del edificio C de la universidad se hallaban vacíos aquellas horas del día debido a que la mayoría de los estudiantes se mantenían en sus respectivas aulas atendiendo clases. Sin embargo, en aquel instante Mina se hallaba en el baño realizando sus necesidades. Se lavó las manos en tanto se quejaba de las clases; su profesora era aburrida al máximo. Si de por sí tenía problemas concentrándose en sus estudios, con profesores tan tediosos era peor. Abrió la puerta para salir del baño y saltó sin reprimir un grito de sorpresa al ver frente a ella a Corazón.

    —¿Ya piensas ayudarme? —le preguntó él por centésima vez en la mañana.

    —Maldición, Corazón —dijo ella mirando ambos lados del pasillo cerciorándose de que nadie estuviera a la vista.

    Sinceramente no quería que alguien la viera hablar con la nada. Ya no podía dudar de la veracidad de las palabras de él de ser invisible porque los hechos lo demostraban sin más. Él había estado paseándose por toda la universidad sin ser advertido. Corazón no se había ido de su casa y había optado por tomar el pasillo como su nueva residencia, allí, a un lado de su habitación. Cada vez que ella salió de su habitación, como cuando terminó de hacerse su sándwich o cuando sus padres llegaron —quienes probaron que definitivamente Corazón no era visible a nadie que no fuera ella—, él volvió a pedir su ayuda. Lo mismo hizo en cuanto el nuevo día llegó, siguiéndola a la escuela, aprovechando cualquier oportunidad para implorarle su apoyo y francamente estaba cansándose. ¡Hasta tuvo que regañarlo por entrar a clases con ella y distraerla más de lo que ya estaba!

    —¿Cuántas veces voy a decirte que no? No me molestes más —Mina reiteró su postura, caminando.

    —Al menos podrías intentarlo y si no te gusta lo dejas, no exijo mucho —volvió a solicitar siguiéndola algunos pasos atrás.

    —He dicho que no. Tú sí que eres testarudo, ¿eh? Ahora entiendo por qué se quejan de mí todo el tiempo.

    —Ser tenaz no tiene nada de malo —él sonrió alentadoramente—. Y mucho menos si es por algo que te importa y deseas.

    —Hey, ayer me acusaste de ser egoísta y hoy hablas como uno. Eso no es justo —refunfuñó disconforme.

    —Es verdad, lo siento —se disculpó avergonzado y con la mirada perdida observó su alrededor—. Supongo que todos somos de alguna manera egoístas.

    Llegaron al salón de Mina y antes de abrir la puerta para ingresar, ella se volvió para mirarlo con firmeza.

    —No entres —le advirtió—. No necesito más problemas en clases y en casa a causa de mi rendimiento escolar de los que ya tengo, ¿de acuerdo?

    —De acuerdo —le sonrió tranquilo.

    Mina asintió confiando que él respetaría su espacio e ingresó al cubículo. Corazón se quedó de pie frente al ala de madera. Tenía dos opciones; quedarse allí y esperar a Mina o irse a explorar la universidad. Se decidió por la última y caminó sin rumbo fijo de aquí para allá, observando y percibiendo el entorno de los jóvenes; sin ser detectado. Se tocó sintiéndose sólido cuando un grupo de jóvenes por los pasillos lo atravesaron sin más; se palpó aquí y allá, sintiendo la firmeza de su cuerpo, ¿por qué él sí podía tocarse y los demás no? Eso sí, no capturó temperatura o textura en su cuerpo y ropa; no podía ni sentir el clima del ambiente. Se encaminó a una pared y la tocó. No pudo decir si estaba fría o no y ni siquiera sintió su aspereza a pesar de que sabía que lo era por cómo se veía.

    Suspiró con abatimiento sintiendo que a pesar de haberse resignado a su condición, no podía acostumbrarse del todo. No se habituaba a no sentir las cosas físicas, sólo sentía las emocionales y la mayoría de ellas lo laceraban. Ni siquiera podía sentir a Mina a pesar de verla y palparla. No sabía si su piel desprendía calidez, si era suave, si su cabello era sedoso; no podía ni percibir su fragancia y si era agradable. No podía saberlo y era lamentable no gozar de tan maravillosos sentidos; como el del gusto, el que definitivamente no le servía si ni siquiera necesitaba comer. Deseaba volver con su amo; únicamente enlazado a él podía disfrutar de todo lo demás con normalidad.

    De pronto, ganas de llorar lo asaltaron; eso sí que tenía, lágrimas. Era quizás lo único que compartía ahora con su amo, el llanto profundo y continuo. No obstante, se aguantó las ganas de hacerlo y continuó con su recorrido tomándose más tiempo del que hubiese pensado en tanto se sumía de lleno en sus pensamientos. Cuando menos acordó y regresó al interior del edifico donde había dejado a Mina, lo encontró desolado sin más que el ir y venir de los de servicio y uno que otro estudiante, aunque en menor cantidad que antes. ¿Mina ya se habría ido? Pensar en la posibilidad y casi encontrarla un hecho lo llenó de inquietud. No era porque no supiera cómo regresar a la casa, pues Mina no vivía tan lejos de la universidad y él no era malo orientándose; era otra cosa, algo que de alguna manera ya había experimentado y que sin embargo, parecía diferente.

    Un improvisto gemido atribulado atravesó su garganta y salió de sus labios antes de retomar el camino a los patios exteriores, dispuesto a dejar todo el terreno de las instituciones educativas, pero a lo lejos consiguió distinguir el sonido de una algarabía de jóvenes, y curioso se dirigió a ella, arribando a donde estaban las canchas de soccer, tenis y béisbol. Solo dos estaban ocupadas ese día y una era la de béisbol, la que llamó completamente la atención de Corazón porque allí distinguió a la rubia. La joven vestía el uniforme del equipo de la universidad, el que era color blanco con naranja. Mina estaba en el campo cumpliendo su función de atacante en su posición de jardinera central. Corazón no sabía nada del juego, pero le pareció que ella jugaba bastante bien y se emocionó mucho cuando la vio batear y correr a través de las bases con pasión, asimilando lo mucho que amaba el deporte y eso lo golpeó duramente. ¿Estaba bien intentar que hiciera algo que quizás cambiaría la vida que tanto amaba? ¿Era correcto sacarla de su rutina?

    El entrenamiento terminó y Mina, junto con sus compañeras, se encaminó a las duchas para permitir que sus músculos se relajaran y quitarse el sudor y mal olor que los entrenamientos le obsequiaba. Aunque hiciera frío todavía, ella nunca dejaba de sudar al jugar. Se apresuró a alistarse sin prestar mucha atención a la plática de sus compañeras. No es que no le gustara estar con ellas ni nada, pero nunca fue de su completo agrado tomarse excesivo tiempo al bañarse a su lado. Además, Ruth estaría esperándola por allí y no le gustaba hacerla aguardar, por mucho que la pelirroja pareciera amar hacerla esperar a ella. De esa manera, como casi siempre, salió antes que las demás. En el pasillo de ese edifico en el que se hallaban el gimnasio y demás artículos deportivos, así como las duchas, se encontró con Corazón.

    —¿Sigues aquí? —Inquirió la rubia y suspiró con desesperanza—. Yo creí que al fin me había librado de ti cuando no te vi en el almuerzo.

    —Vi tu entrenamiento; juegas espléndidamente.

    —Sí, bueno —Mina alzó la barbilla y sonriendo orgullosa de sí misma, aunque procurando no excederse al hablar, siguió—: Yo lo sé, no tienes que decírmelo.

    —Es en serio. Te mueves con tanta agilidad para atrapar la pelota y esos golpes con el bate y cómo corres por las bases es… ¡Eres maravillosa!

    —Oye, oye, ni creas que por tantas adulaciones lograrás que te ayude.

    —No lo decía por eso —se defendió él, herido—. Lo decía de corazón.

    —¿Qué quieres? Me pareció sospechoso. Ahora debo irme que Ruth está esperándome.

    Mina pasó al lado de él y caminó unos momentos antes de escuchar que la nombraba. Se giró apenas lo suficiente para observarlo de soslayo y pudo distinguir que él le daba la espalda, manteniendo sus hombros caídos, desanimado, desolado. Corazón se giró también para encararla y sus ojos empañados de una tristeza que la pequeña sonrisa y la voz reflejaron, preguntó:

    —¿En serio no me ayudarás?

    Mina entrecerró los ojos y dando la media vuelta completa para quedar frente a frente, contestó decidida y negando la cabeza para darle mayor peso a las palabras:

    —No lo haré. No puedo.

    Verlo tan decaído había movido la compasión en ella, no iba a negarlo. ¡Por Dios, que no era inhumana! Pero no podía ayudarlo; no cuando todavía estaba tan inestable en sus propios sentimientos, no mientras un par de rubíes continuaran presentes en sus pensamientos haciéndola suspirar, llorar, sonreír y enojar. No podía involucrarse en otra cuestión tan forzada y tensa; era doloroso y nunca salían bien esas cosas. Corazón asintió a sus palabras.

    —Entiendo —se forzó sonreír—. Lamento el incordio que he sido; no te molestaré más. Tu compañía fue interesante y la disfruté, gracias.

    —¿Así sin más? Wow, eso fue rápido. Entonces, gracias a ti por comprenderlo y supongo que este es el adiós, Corazón.

    —Adiós, Mina.

    Mina retomó su andar alejándose de Corazón, quien en un inútil impulso alargó su mano hacia ella, deseando detenerla; allá iba su perspectiva de algo mejor. Bajó el brazo y se dispuso salir también de aquel lugar que de pronto se le antojó bastante pequeño y sofocante; sin embargo, en cuanto dio el primer paso, una ola de dolor lo golpeó en todo el cuerpo, quitándole el aliento y haciéndolo gritar de agonía, e incapaz de sostenerse sobre sus pies ante el malestar, se tiró al suelo abrazándose a sí mismo deseando menguar la corriente que le causaba tanto martirio, sin éxito. Esta vez no pudo retener las lágrimas y corrieron sin reparo sobre sus mejillas, no pudiendo evitar que los alaridos continuaran brotando desde su interior, cargados de aflicción. El tiempo estaba agotándosele.

    Mina regresó sobre sus pasos al escuchar semejantes chillidos de sufrimiento que consiguieron escalofriarla. Con inquietud total, miró a su acosador sobre el suelo, retorciéndose de dolor con desenfreno.

    —¡Corazón! ¡Algui…! —Se detuvo en medio de su grito. No podía pedir ayuda; nadie lo veía, sólo ella—. ¡Rayos! ¡Corazón!

    Se acercó a él, preocupada y se arrodilló a su lado intentando auxiliarlo de alguna manera, pero al querer tocarlo, sus manos lo traspasaron tocando la nada.

    —¿Qué demonios? —Parpadeó confundida intentándolo otra vez con los mismos resultados—. ¿Por qué ahora?

    Con terror vio cómo él parecía perder consistencia y que poco a poco se hacía menos claro a su vista, casi desapareciendo y ante las muecas de él, Mina supo que eso estaba destrozándolo sin piedad y sintió una impotencia atroz que le provocó un amargo sabor de boca. Lo que para los dos resultó una eternidad a pesar de que en realidad duró apenas un minuto, terminó y Corazón volvió a la normalidad cuando ella pudo tocarlo nuevamente. Eso sí, el agotamiento era evidente en su rostro y porque su pecho subía y bajaba respirando con agitación. Las lágrimas fueron deteniéndose y comenzaron a secarse sobre su rostro.

    —¿Qué fue eso? —inquirió la rubia después de un prolongado e incómodo silencio no abandonando su lugar a un lado de él.

    —Una advertencia —respondió con voz queda y cansina sin dignarse a levantarse del suelo tampoco—. No puedo estar demasiado tiempo fuera de mi amo. Si lo hago, desapareceré de cualquier modo.

    De nuevo el silencio reinó entre los dos y no fue roto sino hasta que Ruth hizo su aparición.

    —¡Mina! —la nombró acerándose a ella, preocupada de verla arrodillada en el suelo—. ¿Estás bien? —le preguntó mirando alrededor notando nada inusual salvo la mochila y el bate de su amiga olvidados en el suelo del pasillo.

    —Yo lo estoy —aseguró con un timbre de voz sombrío y cerró los ojos mientras hacía las manos en puño, apretándolos hasta que los nudillos se le hicieron blancos. Se dirigió a la pelirroja intentando sonreír—. Puedes irte ya, Ruth, tengo que arreglar unas cosas.

    —¿Estás segura? —Ruth conocía bien a Mina y esa sonrisa no era otra que no fuera una falsa, pero si Mina no le decía nada, ¿qué podía hacer ella? Ya le había preguntado hasta el cansancio—. Muy bien, nos vemos mañana —concedió ante la insistencia de ella, retirándose.

    —Está preocupada por ti —le dijo Corazón al quedarse solos otra vez. Era bueno leyendo las emociones de las personas, después de todo, él era los sentimientos mismos.

    —Y yo por ti. Vamos, levántate.

    Sin esperar respuesta, Mina se levantó y lo estiró a él para que también se levantara, lo que consiguió con mucho esfuerzo ante la todavía presente fatiga y apoyándose en ella.

    —Muy bien, lo haré. Te ayudaré —declaró al final ella—. No puedo seguir viendo esto y si esos ataques raros seguirán dándote hasta que de cualquier modo desaparezcas, es mejor acabar con esto de una mejor manera, ¿no?

    Él la miró con ojos brillantes de alegría, incapaz de asimilar lo que había escuchado. Tragó duro para aclararse la garganta que sentía también estaba afectada por la dicha.

    —¿De verdad?

    —Claro, pero es un intento nada más, ¿entiendes? Si no puedo, olvídalo, me largo.

    —¡Oh, Mina! ¡Muchas gracias!

    Y sin lograr controlar su euforia, se lanzó sobre ella dándole un abrazo de oso, y es que él era bastante alto y fornido, que la hizo tambalear y de no ser porque chocó fuertemente con la pared, habría caído de lleno al suelo con él sobre ella.

    —¡Ouch! —Gimoteó ante el golpe—. Cielos, Corazón, eso me dolió. ¡Suéltame! Tenemos que poner ciertos límites a la hora de las muestras de cariño, ¿sabes? ¡Hey, suéltame ya! ¡Suelta, suelta! ¡Corazón!

    Y por más que reclamó, amenazó, empujó e intentó, Corazón no se despegó de ella, inmensamente agradecido de tener al fin su ayuda. La esperanza seguía presente.

    Lalala, no sabe en la que se ha metido. ¡Gracias por leer!
     
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  11.  
    Mei Liddel

    Mei Liddel La lluvia cae como si hubiera olvidado como parar.

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    *-* Al fin, después de tanto tiempo, al fin apareció Ruth.

    Haha como sea, hablado de el capitulo me gusto mucho, me izo hacer u chillido de tristeza por Corazón. Sentí horrible cuando paseaba por la universidad; y también cuando no encontraba a Mina, supe lo que sintió, las ganas de llorar que te dan en un momento de desesperación. Pero ese no es el tema, la cosa aquí es que cada vez tus capítulos están mejor, me inspiran mucho para yo escribir. Y ese momento, ese momento cuando Corazón comenzó a desaparecer, no se como seria estar en los zapatos de Mina, con la desesperación de no saber que hacer.
    Pero bueno, no tengo nada mas que decir, sigue la historia y hasta el próximo capitulo :D
     
  12. Threadmarks: La persona ideal
     
    Borealis Spiral

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    @Mei Liddel ¡Gracias por tu apoyo! Lo sé, te dije que Ruth aparecería poco. Me alegro que te esté gustando la historia y que te haga sentir triste, es la idea (? Más o menos. Bueno, espero que esto siga siendo de tu agrado y muchas gracias otra vez por el comentario.

    A los demás que se toman la molestia de leer también se los agradezco. A ustedes el capítulo. ¡Disfruten!

    La persona ideal

    Era tarde de ese mismo día y ella y Corazón se hallaban en el centro de la ciudad, más específicamente hablando, a punto de entrar en uno de los tantos antros de la zona. Dado que había decidido ayudar al castaño, Mina consideró que entre más pronto lo hiciera, mejor; de allí que le pidiera a Corazón que la llevara a donde estaba su amo y ver a qué clase de sujeto iba a enfrentarse. La idea no estaba gustándole nada y el arrepentimiento amenazaba por tocar sus puertas.

    —¿Estás seguro que aquí se encuentra? No me gusta este ambiente —dijo ella entrando al lugar.

    Las personas se desplazaban por todo el lugar sin ataduras, bailando como les placía, con quienes quisieran y cuántos quisieran, abusando de las bebidas alcohólicas, llenando el ambiente de un olor nada grato de borrachera que se mezclaba repugnantemente con el hedor a cigarro y sudor con perfume o colonia. Además, Mina estaba segura de que por allí estaba también el olor de droga. Un mohín de asco surcó sus facciones.

    —Que espantoso sitio, creo que voy a vomitar. Corazón, ¿de verdad Helio está aquí? —preguntó en un timbre de voz más alto creyendo que su acompañante no lo escuchó la vez pasada porque no le había respondido. Menos mal que allí todos gritaban sin reparo para hacerse oír entre su bullicio y el de la música estridente.

    —Allí está.

    Corazón señaló un sitio lejos de la pista de baile, donde se hallaban las mesas con sillas y sillones para reposar. Allí, envuelto entre brazos de diferentes mujeres y pareciendo gozarlo a lo máximo, estaba Helio, amo de Corazón; a quien habían estado buscando con tanto desespero y ansia. Mina no podía visualizarlo con mucho detenimiento dada la poca luz del lugar y porque estaba retirada de él y no la miraba, pero pudo distinguir superficialmente que se parecía mucho a Corazón, como si fuesen gemelos, aunque eso no podía ser raro si ambos eran técnicamente uno. Observó con mirada entrecerrada y disgustada que él se dejaba manosear por cada una de las mujeres que lo acompañaban, dejándose hacer lo que quisieran con él; besando a una, luego a otra, luego a la siguiente y así, en tanto bebía como si no existiera un mañana. Toc, toc, tocó arrepentimiento; Mina se dio la vuelta y se dispuso salir de allí.

    —Mina, ¡Mina! ¡Espera, Mina!

    Corazón la siguió hasta que ambos se vieron en el exterior del antro. Ella se detuvo.

    —No pienso hacerlo y punto —fue su ultimátum en cuanto él la alcanzó.

    —¿Qué? Pero Mina, lo prometiste.

    —Dije que lo intentaría…

    —Y no lo has hecho —la interrumpió él angustiado.

    —Verlo es suficiente intento. ¡Diantres, Corazón! Creí que trataría con un emo deprimido, no con un descarado desvergonzado.

    —Bueno sí, admito que no ha tomado el rumbo más acertado para deprimirse —aceptó él encogiéndose con timidez sobre sí mismo en tanto jugaba con sus dedos índices pegándolos y despegándolos—. Pero eso no quiere decir que sea una mala persona, no lo es, es sólo que está extraviado. Hay que regresarlo al camino.

    —Y no seré yo quien lo haga. No pienso convertirme en una más de su harem de… ¡Agh! No podré hacerlo, Corazón. Terminaré golpeándolo sin piedad cada que intente tocarme y odiará la vida todavía más. No tengo la paciencia ni las ganas suficientes, lo siento.

    Mina retomó su camino con Corazón detrás de ella, empeñado en hacerla reconsiderar la situación, no dispuesto a dejarse vencer; ya había llegado demasiado lejos como para tirar la toalla. Necesitaba convencer a Mina de que su amo no era malo y lo intentó hablándole de él cuando ambos eran uno; cómo era soñador y efusivo, un tanto ingenuo, sí, pero era amable y sonriente. De hecho, la personalidad de Helio era en realidad la que Corazón mostraba para con ella. Sin embargo, Mino era un hueso duro de roer y cuando decidía algo, no había fuerza humana —o en este caso fantasiosa— que la hiciera cambiar de opinión. Llegaron a casa de ella.

    —Por favor, Mina…

    —Buenas noches, Corazón.

    Mina abrió la puerta de su morada y antes de que él se adentrara, la cerró velozmente, dejándolo afuera y mostrándole que esta vez su determinación era en serio. Corazón suspiró con abatimiento palpable y posó su frente en la puerta, golpeándola a su parecer fuertemente, aunque obviamente no pudo saber si lo consiguió o no porque no hubo dolor que lo distrajera momentáneamente de la realidad que lo envolvía. Ilusiones que lo alzaban para después agotarse y soltarlo, lastimándolo; una y otra vez. ¿Cuánto tiempo podría soportarlo? Se sentó en el suelo a un lado de la puerta, esperando al que un nuevo día saliera junto con Mina. Estaba prácticamente sin recursos ni armamento, pero no podía retirarse de la batalla todavía. La guerra terminaría únicamente cuando muriera y hasta entonces, él pelearía por el buen futuro que deseaba para su amo.

    Mina se levantó de la cama, cansada; no había dormido lo que hubiese querido en toda la noche. En tanto se vestía, refunfuñaba acerca de todo el tema de Corazón y Helio, los culpables de su poco descanso. Maldijo su reciente costumbre de pensar tanto las cosas. ¿Cómo ayudarlos sin involucrarse ella? Lo único que su mente había logrado plantear fue que alguien más lo ayudara si ella se lo pedía, pero vamos, ¿quién estaría dispuesta a tratar a alguien tan corriente como lo era ahora Helio? ¿Quién le haría caso? No existía nadie que aceptara; era un favor muy raro y sacrificado; no había manera. Comió un poco antes de irse ya teniendo listos sus útiles necesarios y salió de la casa encontrándose con Corazón sentado a un lado de la puerta. Suspiró más cansada todavía; tener responsabilidades de esa clase era horrible, ahora comprendía un poco mejor a Tare.

    “Creo que estoy pagando por todo lo que te hice sufrir, hada padrino”, pensó con desaliento.

    —Buen día —saludó él levantándose.

    —Tu insistencia es asombrosa y fastidiosa —fue su saludo sin dejar de caminar. Corazón la siguió.

    —¿Te retractas de la precipitada decisión de ayer sin antes darle una oportunidad a mi amo de conocerlo bien?

    —La verdad no, pero he estado pensado en cómo hacer algo sin tener que involucrarme con él.

    —¿En serio? —El brillo de la esperanza cubrió los marrones de él una vez más—. ¿Encontraste algo?

    —Nop.

    —Oh, ya veo —la congoja volvió a nublar sus ojos.

    Se sumieron en un silencio hasta que llegaron a la casa de Ruth, quien tardó un poco en estar lista, para finalmente dirigirse a la universidad. La rubia y la pelirroja se trenzaron en una amena conversación que surgió ante las preguntas frecuentes de Ruth de si estaba bien y que podía confiar en ella para decirle lo que fuera. Arribaron al centro educativo y cada quien se separó, ya que no tomaban las mismas clases pues estudiaban carreras diferentes. En el trayecto a su aula, Mina se encontró con Anahí, quien vestía un vestido corto y entallado que la rubia podía jurar tenía menos tela que la funda de una almohada. El frío en las piernas se lo aminoraba con las mallas negras y finas que llevaba. Mina rodó los ojos cuando vio a la chica contonear las caderas al caminar, dirigiéndose a un grupo de jóvenes con evidente coquetería. Era obvio para cualquiera que la conociera que estaba dispuesta a hacer lo que fuera con tal de obtener un novio. No tenía esperanza.

    Mina iba a seguir de largo no deseando presenciar tan degradante acto que simplemente avergonzaba su género, cuando se detuvo en seco, su mente procesando, maquinando y planeando. ¡Eso era! Miró una vez más a Anahí, que ahora hacía un puchero de niña consentida e inconformidad al ver que sus esfuerzos por atraer a los varones no servían, ya que éstos simplemente se burlaban de ella o la evadían. Eso pasaba cuando se obtenía la reputación de resbalosa. Sin embargo, lo que Mina pensó fue que ella era la mujer perfecta para ayudar a Corazón y Helio. Dado que era una cabeza dura, no se daría por vencida por conquistarlo y como estaba tan impaciente por hallarse a un chico, ¡qué mejor! Toleraría la espantosa actitud de Helio.

    —¡Gran idea, Mina! A veces me sorprendes —se dijo en voz alta, feliz.

    —¿Hablas contigo muy a menudo? —le preguntó Corazón, curioso.

    —Corazón, sé cómo ayudarte —le dijo sin responder su pregunta con una sonrisa cómplice.

    —¿En serio? —Sus ojos irradiaron una vez más—. ¿Cómo, cómo?

    Mina movió la cabeza indicándole que la siguiera y obediente, ambos se encaminaron a donde Anahí, quien ya se encontraba sola en el pasillo, frustrada por ser ignorada. Escuchó un silbido insinuante y notó que Mina se le acercaba con una abierta sonrisa de completa diversión.

    —No te burles así de mí, Mina —ordenó la joven sintiéndose humillada.

    —No es burla, es apreciar la belleza.

    —Menos mal que tú la aprecias porque parece que todos los chicos de por aquí están ciegos.

    —Tal vez. Así que, ¿continúas empeñada en encontrar pareja?

    —Por supuesto, no quiero quedarme solterona.

    —Tenemos veinte, Ana, nos queda una vida por delante para encontrar a nuestra persona ideal.

    —Bah, si tú quieres quedarte solterona, allá tú; yo no dejaré que mi hermosura se desperdicie.

    —Muy bien —concedió no dispuesta a envolverse en una tonta discusión con ella. Pasó de lleno al punto de su interés—. ¿Sabes? Es curioso, pero conozco a alguien que también está buscando a su media naranja. ¿Te interesa?

    —¿Es un nerd? —inquirió Anahí desconfiada, alzando una ceja.

    —No, casi no.

    —¿Cómo se llama y cómo es? —quiso saber ahora interesada.

    —Su nombre es Helio y es, a ver —Mina escrutó con avidez a Corazón de arriba a abajo y él se sintió muy desprotegido—. De hecho es atractivo. Tiene cabello castaño y ojos marrones, tan grandes que son como ventanas abiertas a su interior y también —Se colocó a un lado del castaño para tomar su estatura— es alto, me saca más de una cabeza y parece que ¿hace pesas?

    Aquí miró a Corazón, quien le dio la razón al asentir.

    —Oh —Anahí se hizo una imagen del chico y en su visión era prometedor, muy prometedor. Se aclaró la garganta y aunque estaba que bailaba de emoción, le dijo haciéndose la desinteresada—. Supongo que podría intentarlo.

    —Bien, pero quiero advertirte que su forma de ser no es la más bonita del mundo.

    —Sí es un nerd, ¿verdad?

    —Claro que no, es más bien del tipo casanovas, rompecorazones, rebelde y desvergonzado.

    —Un chico malo, me gusta. De acuerdo, quiero conocerlo. ¿Dónde y cuándo?

    —Ah, bueno, eh…

    Mina pensó un poco. No sabía nada de Helio; no sabía cuál era su rutina del día con día, no sabía dónde vivía ni nada. No estaba segura de dónde encontrarlo.

    —El concierto de “Napolitano” —se apresuró a decir Corazón para sacar a la rubia de apuros.

    —¿El concierto de “Napolitano”? —Mina lo miró con sorpresa—. ¿Estás loco? Es mañana en la noche, ¿de dónde crees que sacaré los boletos?

    —Lo siento, sé que estará allí e intentaba ayudar —se disculpó retrocediendo un paso.

    —¿Con quién hablas, Mina? —quiso saber Anahí con extrañeza mirando hacia donde su compañera veía con tanta insistencia, notando a nadie.

    —Oh, con mi amigo imaginario. Saluda, Corazón —Él sacudió la mano.

    —¿Amigo imaginario? ¿Realmente puedo confiar en ti, Mina? —cuestionó de nuevo con recelo. ¿Y qué onda con el nombre? Era raro.

    —¿Qué? ¿Nunca tuviste amigos imaginarios? ¿Qué clase de niñez tuviste? En fin, ¿aceptas acompañarme al concierto de mañana y conocer a Helio? ¿O prefieres quedarte como una solterona de por vida?

    —Acepto, iré.

    —Entonces bien.

    Anahí se retiró de allí más feliz de lo que su altiva figura demostraba, dejando a Mina atrás, derrotada y con un problema más.

    —¿Crees que funcione? —inquirió Corazón sin apartar su vista de la espalda de Anahí.

    —No lo sé, pero hay que probar —Suspiró con agotamiento—. ¿Y ahora cómo conseguiré las entradas para el concierto?

    Pora hora es todo. ¡Gracias por leer!
     
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    Mei Liddel

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    ¡Oh, que capitulo...!
    Me fascino, aun que, como soy una chica algo distraída tarde 2 días en leerlo XD. Voy a hablar enserio cuando digo que me sorprendí cuando llegaron a donde Helio; yo creí que el día en que Mina y Helio se encontraran, seria en un parque o algo por el estilo, solo, triste, y ¿solo? ewe. Aun que, sospecho que solo se encuentra en una depresión que piensa que sera salvada solo por muchas, muchas, mujeres y diversión, o bueno, eso supongo yo.
    Oh, oh, ¡se me olvida! haha. Ame la parte en la que Corazón saluda a Anahí, es que, simplemente me imagine a Corazón saludando de una manera muy tierna *-*, haha estoy loca, ignorame XD.
    Bueno hasta el próximo capitulo.
     
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    Borealis Spiral

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    Rescatando a un corazón
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    @Mei Liddel ¡Gracias por tu comentario! Sabes que me encantan. Me alegro que te gustara y que te sorprendiera el encuentro de Helio y Mina, pero siempre lo pensé así. Me dije, ¿por qué todos los rechazados deben terminar como un cascarón vacío sin voluntad? Hay que cambiar eso, y de allí nació el nuevo Helio. No estás loca; de hecho así mismo pensé que la saludaría. Gracias por el apoyo.

    A los demás que se pasan a leer, ¡gracias también! Lo aprecio mucho y a ustedes el capítulo. ¡Disfruten!

    Negocios son negocios

    La cafetería estaba abarrotada de jóvenes ocupados en su nueva tarea de olvidarse de los cursos un momento y quitarse el estrés por medio de la compañía de amigos y camaradas, al tiempo que disfrutaban de unos deliciosos alimentos, charlando con alegría, alzándose sus voces en un estruendoso sonido desentonado. En una de las tantas mesas del lugar, Mina estaba sentada con una rebanada de pizza a medio comer en su mano, en tanto con la otra mano manipulaba la laptop que reposaba en la tabla. Le dio otra mordida a su pizza y así ahogó las incansables protestas que salían de su boca.

    —¿Éxito?

    Apenas se dignó mirar al ansioso recién llegado. Corazón había ido a pasearse nuevamente por el lugar mientras las clases transcurrían, pero esta vez se vio muy pendiente de cuándo sería la hora del almuerzo para retornar a un lado de Mina.

    —¡Nah! —Respondió saliendo de otra página de compra-venta en línea—. Es inútil, los boletos están agotados en donde sea y no es para menos. “Napolitano” es un grupo muy famoso. El concierto se viene anunciando desde cuatro meses con anterioridad y los boletos se acabaron el primer mes.

    —¿Entonces no hay nadie que los venda por allí? —Corazón miró la pantalla de la laptop. Mina negó.

    —Ya busqué en todas la páginas que pude. ¡Rayos! Creo que tendré que decirle a Anahí que habrá que verlo otro día y no en el concierto.

    —¿Cuál concierto?

    Los dos miraron a Ruth, que acaba de llegar a la mesa con su propio lonche en mano. La pelirroja se sentó a un lado de su amiga; Corazón estaba del otro lado.

    —El de “Napolitano” —respondió Mina—. Quedé de ir con Anahí, pero no tengo entradas.

    —¿Quedaste de ir? —Ruth se sorprendió—. Creí que no te gustaba el pop.

    —Pues no, la verdad, por eso es que no compré tickets.

    —¿Entonces por qué quedaste de ir con ella? —Ruth ladeó la cabeza, por demás confundida. Mina rio con aparente inocencia. ¿Cómo explicarle a Ruth el verdadero motivo? Ella todavía no podía creérselo.

    —Digamos que perdí una apuesta.

    —Tú y tus apuestas, Mina; por eso te metes en problemas todo el tiempo —Ruth sonrió ligeramente—. ¿Sabes? No lo conozco en persona, pero he escuchado rumores de que aquí en la universidad existe alguien que puede conseguir lo que sea que busques a un buen precio; una clase de negociante. Tal vez él tenga boletos extra para el concierto. Dicen que lo puedes hallar después de clases en el estudio de grabación; creo que está estudiando dirección o producción cinematográfica.

    Mina miró a Corazón con una ceja alzada y él tan sólo se encogió de hombros. No sería mala idea ir a ver a aquel sujeto más tarde. El resto del día trascurrió sin anomalías y Mina se dedicó gran parte de él pidiendo más información acerca de este supuesto negociante. Parecía ser que el tipo no era tan social, pero consiguió enterarse de sus negocios. Tenía una página web de compra-venta muy famosa en la ciudad y una página de vídeos que se sostenía por donativos. Después del término de los cursos, la rubia y Corazón se dirigieron al estudio de grabación que se hallaba en el edificio B. El estudio era lo suficientemente grande para permitir la dirección de un proyecto pequeño. Mina pensó que estaría lleno de personas trabajando de aquí para acá, sin embargo, al llegar, su vista no percibió alma alguna. Tal vez no estaban de programa.

    —Hola —saludó sin dejar de recorrer el lugar al tampoco percibir sonido.

    Llegó a una de las esquinas del lugar en donde se hallaba un pequeño escritorio con un montón de utensilios para la filmación, como la claqueta, los que parecían ser guiones y un altavoz. Detrás del escritorio, se encontraba sentado en una silla un hombre joven, un poco mayor que Corazón, delgado, de corto y negro cabello, quien había dejado su trabajo de revisar uno de los libretos para ahora enfocar sus dorados ojos en la rubia. Sonrió abiertamente.

    —Vaya, vaya. ¿A quién tenemos aquí? No te había visto; no serás parte del elenco, ¿verdad? ¿Una visita inesperada?

    —¿Tú eres Odín? —indagó Mina.

    —Lo soy, ¿y tú eres?

    —Mina.

    —¿Mina? —Odín entrecerró sus ojos sin borrar su sonrisa, la que pareció ensancharse—. ¿La mejor bateadora del equipo de béisbol femenil?

    —¿Cómo lo sabes? —preguntó ella ahora manteniéndose alerta.

    —Sé muchas cosas y eres popular. ¿Y? ¿Tienes negocios que atender conmigo?

    —Algo así. Quiero un par de boletos para el concierto de “Napolitano” de mañana. ¿Puedes conseguirlos?

    —Uh —Odín se encogió ligeramente de hombros en tanto cruzaba los brazos y se recargaba en el respaldo de la silla—. ¿No te parece un poco tarde querer ir a ese concierto? Los boletos se vendieron como pan caliente.

    —¿Significa que no puedes conseguirlos?

    Odín sonrió altivamente a la hora de inclinarse hacia adelante para apoyar los codos en el escritorio y ocultar medio rostro con sus manos, dejando a la vista únicamente sus ojos, los que brillaron de manera misteriosa.

    —Será difícil, mas no imposible. Eso aumenta el valor. ¿Qué ofreces?

    —Soy una persona pobre, no tengo dinero —confesó ella cruzándose de brazos y sin apartar su vista de él en ningún momento. Odín lanzó una pequeña carcajada.

    —Qué seguridad y valentía. Supongo que podemos llegar a un acuerdo; no acepto únicamente dinero, puedes pagarme con otra cosa… quizás con tu cuerpo.

    Aquí él la miró de arriba abajo, escudriñador, aunque en realidad sin signo de lasciva.

    —Mina —Corazón se alarmó, pero ella simplemente le pidió que se tranquilizara con una señal de mano.

    —No obstante, sabrás que cualquier hombre de negocios tiene sus políticas —continuó él volviendo a apoyar su espalda en el respaldo—. Y entre las mías figuran no hacer un negocio con alguien que ya tiene deudas.

    —¿Eso qué significa? Yo no le debo nada a nadie —se defendió la rubia frunciendo el ceño.

    —¿No? —cuestionó el pelinegro con tono divertido, de fingida incredulidad y cantarín.

    —¡Claro que no!

    Odín se levantó de su silla y se encaminó a otra parte del estudio donde había un montón de cámaras y otras cosas técnicas que ni Mina ni Corazón entendían. Poco después, el joven regresó con una videocámara digital que parecía nueva, la que dejó sobre la mesa y así Mina pudo observar que tenía el lente roto y estaba agrietada con más rupturas.

    —¿Y esto? —Ella no comprendía nada para ese punto.

    —Alta definición —Odín comenzó a describir el aparato sin apartar su visión de él—, memoria interna, 32 gigabits de capacidad de grabación y 24 megapíxeles de resolución. Es buena y costosa. ¿La reconoces?

    —Por supuesto que no. ¿Esto qué tiene que ver con los boletos para el concierto?

    Odín no contestó y de uno de los cajones del escritorio sacó una lata vacía un poco abollada y la colocó a un lado de la cámara.

    —¿Reconoces esto?

    —Ay, no —A Mina se le atoró el aire en el pecho, obstruyendo un momento sus pulmones.

    —Ay, sí —Odín sonrió burlón—. Tenía el permiso de guardar mi cámara en el almacén, sobre una repisa. Desgraciadamente, en un descuido, un torpe descuido, alguien rompió una de las ventanas con esta lata, dándole de lleno a la cámara, haciéndola caer del aparador, rompiéndola e inutilizándola. Gracias por reportar tu travesura, si no lo hubieses hecho, no hubiera sabido que se trataba de ti. Esta es tu deuda más reciente y tienes que liquidarla.

    —¿Cómo se supone que lo haga? Ya te dije que no tengo dinero. Tuve que gastar mis ahorros en esa estúpida ventana que me obligaron a pagar.

    —Hey, que soy una persona justa y flexible —Odín mostró tres dedos de su mano—. Tienes tres ofertas; elije la que te apetezca. Primera oferta, por los boletos quiero un trueque con algo que valga para ti, lo que sea, y por la cámara quiero que juegues fatal en el venidero partido de béisbol.

    —¿Qué? —Mina abrió grande los ojos—. ¿Bromeas?

    —En absoluto. Imagina, primera plana en los periódicos escolares: la mejor bateadora del equipo femenil de béisbol muestra una ineptitud asombrosa. Me darías material para subir en mi página de vídeos.

    —Olvídalo.

    Mina sintió que la humillación de una mala participación la golpeaba desde ahora y la sonrisa autosuficiente y burlona que imaginó Odín le lanzaría la hizo enojar; no le daría el gusto a ese bárbaro desalmado. Odín se encogió de hombros.

    —Allá tú, aunque era la que más me gustaba. Pasemos a la segunda oferta entonces; ambos precios, tanto el de los boletos como el de la cámara, se pagan con tu falta de participación en el partido que se avecina.

    —¿Qué? —Gritó con más asombro e incredulidad—. ¿Por qué te empeñas en arruinar ese partido?

    —Yo no quiero arruinar nada, es el precio justo. Le tienes un gran cariño al béisbol, ¿no? Pues yo también le tenía especial afecto a mi cámara y sin embargo me la quitaste; ojo por ojo. Considera los boletos como un premio de consolación; me siento de buenas hoy.

    —¿Cuál es la última oferta? —preguntó con acidez.

    —Ninguna. Es lo que pasará si no aceptas alguna de las anteriores. Significa que no tendrás los boletos, le diré a la escuela que tu tontería rompió mi cámara y te verás obligada a pagármela de cualquier forma, con la seguridad de que si no lo haces, quien sabe, quizás igualmente consiga que no participes en el partido.

    Mina se tragó el terrible disgusto que toda esa situación la hacía sentir. Por eso le había dicho a Ruth que era mejor no decir nada, ¡pero no!, siempre tenía que hacerle caso de hacer lo correcto. La próxima vez seguiría sus instintos sin pedir segundas opiniones. Cerró los ojos y los puños, procurando tranquilizarse.

    —Mina, no tienes que hacerlo —pidió Corazón, preocupado de verla tan molesta y acorralada.

    —De acuerdo, me quedo con la opción dos —aceptó al final entre dientes.

    —Buena elección —Odín sonrió condescendiente—. Ahora espera un momento aquí, por favor.

    El joven salió del estudio y Mina soltó un gritito de indignación.

    —Ese tipo no es ningún negociante; es un chantajista, convenenciero, calculador y aprovechado.

    —No debiste aceptar, Mina. No tenías que doblegarte ante él de esa forma —le dijo Corazón, sintiéndose mal por ella.

    —Ya no hay marcha atrás, Corazón; además, no quiero posponer más que Ana y Helio se vean. Entre más pronto lo hacen, más rápido termina esto y menos sufres, ¿no?

    —Ay, Mina, eres un encanto —Corazón suspiró conquistado.

    —Bien —Odín hizo acto de presencia una vez más trayendo consigo unos papeles—. Me gusta hacer las cosas lo más legalmente posible, así que necesito que firmes este contrato.

    —¿Ya lo tenías preparado? —indagó Mina, sorprendida.

    —Tengo guardado el esquema de lo que implican todos los contratos; después simplemente añado las cláusulas apropiadas dependiendo el negocio. Ahora firma aquí.

    Odín extendió la última hoja de las cuatro que llevaba sobre el escritorio y le tendió una pluma a la rubia, quien la tomó, pero no hizo ademán de querer firmar.

    —Vamos, no he añadido nada que no hayamos acordado. ¿No confías en mí?

    —Sinceramente no —Al final se inclinó y le obsequió su firma—. ¿Por qué siento que he hecho un pacto con el diablo?

    —Muy halagador, gracias —Odín también firmó, sonriente—. Perfecto. Mañana a primera hora tendrás tus boletos, simplemente requiero de tu información personal y tu teléfono —Mina se los dio—. Todo listo, ten mi tarjeta. Si quieres negociar nuevamente no dudes en acudir a mí, ¿de acuerdo?

    —Ni de chiste —Fue la última palabra de ella tomando la tarjeta del negociante y saliendo de ese estudio que empezaba a ponerla de nervios. Las cosas sí que iban de mal en peor.

    Hasta la próxima. Gracias por leer.
     
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    Mei Liddel

    Mei Liddel La lluvia cae como si hubiera olvidado como parar.

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    "El nuevo Helio" eso me gusto.

    Bueno, ya pasando a lo que es el capitulo....Pues, debo decir que yo también quiero ir a un concierto de "Napolitano", en de ser muy buenos para haber acabado las entradas tan rápido. Un día de estos iré (?.
    Bueno, haciendo comentario de lo que paso con Odín creo que fue algo injusto todo eso que le pidio a Mina, o sea, sabiendo que esas cosas tienen mucho valor para ella ¿no debería considerar lo que pide? (creo que no me explico, perdón). Pero creo que lo hace por el bien de Helio, aun que la verdad yo pienso que solo hace todo esto para quitarse a Corazón de encima :I.

    Bueno, no tengo mas comentarios. Hasta el proximo capitulo.
     
  16. Threadmarks: El concierto
     
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    @Mei Liddel ¡Gracias por tu comentario! Son muy animadores. xD Ah, yo no soy de las de ir a conciertos, así que no creo que me apunte para el de ellos y fíjate "Napolitano", es una banda que tenía pensada para otra historia (aunque originalmente es de rock) y acá vino a meterse xD Hm, quziás sí fue injusto lo que le pasó a Mina, pero como bien dices, es para deshacerse de Corazón así que el precio lo vale (? ¡Graicas por seguir leyendo!

    A los demás que se pasan a leer, también muchísimas gracias y @Shassel gracias por ese hermoso me gusta ;) Sabes que lo valoro. Y bueno, después de estar desaparecida por otro espacio de tiempo, aquí dejo el capítulo. ¡Disfruten!

    El concierto

    Odín cumplió con su parte del trato. Justo al rayar el alba, cuando Mina terminó de alistarse para ir a clases, vio frente a la puerta de su hogar una pequeña caja de cartón y al abrirla, descubrió los anhelados y problemáticos tickets para el concierto. Cuando se encontró con Ruth, quien le preguntó cómo le había ido, se limitó a responderle que al menos había conseguido lo que quería. Si derrochaba detalles y le contaba cómo es que Odín la había manipulado y extorsionado para no participar en el siguiente partido, sabía que la pelirroja se sentiría culpable por haberle aconsejado ir a verlo y se lamentaría por ella. No necesitaba de la auto-culpabilidad de su amiga y mucho menos de su lástima.

    Arribaron a la universidad y después de cada quien tomar su respectivo camino, Mina se apresuró a encontrarse con Anahí y darle su propio boleto, quien gustosa lo aceptó y la rubia no exageraría al decir que casi abrazaba el pedazo de papel. Con eso, el día transcurrió normal y dado que el concierto era tarde en la noche, ella no tuvo por qué faltar al entrenamiento, aunque en realidad ya no lo necesitaba si no iría al partido, pero de igual forma quiso hacerlo. No obstante, no se mantuvo concentrada en el juego porque su mente se envolvió en el dilema de cómo rayos le diría al entrenador de su ausencia para el partido. Quizás sería bueno fingirse una herida o torcedura; después de todo, ¿no decían que los accidentes pasaban todo el tiempo?

    En su lugar como espectador en uno de los tantos asientos que formaban los peldaños de cemento ubicados a lo largo de la cancha, Corazón miraba a Mina con evidente inquietud. Su rendimiento en la práctica no estaba bien y todo era por su causa. Si no la hubiese obligado a ayudarlo no tendría por qué estar pasando por tantas angustias e inconvenientes en su vida. No quería verla todo el tiempo con ese ceño fruncido; lo fruncía al pensar, al molestarse, al preocuparse. Quería verla sonreír, se veía preciosa cuando sonreía y él no podía evitar sentirse completo cuando la notaba feliz; se sentía restaurado.

    El entrenamiento terminó y Mina fue reprendida un poco por su entrenador ante su poca concentración, lo que provocó que Corazón se apesadumbrara más. De regreso a casa, la joven de azules orbes detalló a su compañero inusualmente callado; extremadamente silencioso para su gusto.

    —Oye, ¿qué tienes? —preguntó directamente. Ella no era de las personas que se andaban con rodeos; le gustaba ir al grano.

    —Estamos en medio de la calle, Mina —le recordó el castaño; y es que a ella ciertamente no le gustaba hablar con él en espacios tan abiertos.

    —¿Qué más da lo que piensen de mí? No puedo evadir mi realidad. Dime qué te pasa.

    Corazón abrió la boca, pero luego la cerró, dubitativo. Volvió a abrirla y balbuceó torpemente.

    —Nada —respondió al final con voz queda y bajando la cabeza.

    Mina soltó un suspiro de exasperación e impaciencia. No estaba de humor para jugar a ser psicóloga, sin embargo, lo intentó.

    —¿Sabes cuál es el problema con las personas como tú y yo, Corazón?

    —¿Personas como tú y yo? ¿A qué te refieres?

    —A ser personas honestas y espontáneas. ¿Sabes cuál es nuestro problema? —Corazón negó con la cabeza—. Que normalmente somos un asco mintiendo, así que dime. ¿Qué tienes?

    El silencio reinó entre ellos por unos momentos, pero casi después, él se atrevió a hablar, aunque con un tono tenue y suave.

    —Lo lamento mucho, Mina. Tu vida se ha tornado un torbellino por mi culpa; se ha puesto patas arriba. No debí comprometerte a lidiar con una situación tan difícil.

    —¿Eso es lo que te preocupa? —Mina se detuvo y lo miró directamente a los ojos, irritada—. Escucha, Corazón, no quiero que vuelvas a inquietarte por eso, ¿de acuerdo? No puedes arrepentirte de intentar salvar algo tan importante como lo es tu vida. ¿Primero luchas con fuerza y al final te rindes? ¿Qué clase de seguridad y firmeza es esa? ¿Dónde está tu orgullo? Vamos, no quiero tener esta conversación otra vez. Recuerda que pronto volveré a la normalidad, así que está bien. Anda, hay que apresurarnos o no llegaremos a tiempo al concierto y seguro Ana se quejará.

    Corazón ya simplemente asintió y retomaron el camino. Poco después, llegaron a la casa de la rubia y enseguida de comer un poco, y de avisar a sus padres que iría a un concierto con una “amiga”, se dirigió al estadio de soccer de la ciudad, donde quedó de verse con Anahí y donde se efectuaría la función. Efectivamente, la joven ya se hallaba en el lugar, afuera, vestida con una falda blanca corta y una blusa rosa ajustada, con las conocidas mallas negras y unas zapatillas de tacón alto. Uno de sus pies chocaba una y otra vez contra el suelo, impaciente.

    —Tardaste demasiado, Mina, ¿y con ese atuendo? —refunfuñó Anahí molesta y apuntando sin discreción la sencillez en la vestimenta de su compañera, consistente en unos jeans, una camisa azul de manga larga para cubrirse el frío un poco y sus típicos converses. Además de que no tenía ninguna clase de maquillaje en su rostro.

    —¿Qué tiene de malo mi atuendo? No soy yo quien viene a conquistar a alguien, ¿o sí?

    —Es verdad —con altivez, Anahí acarició su largo cabello negro, el que iba un poco rizado y suelto—. Pero si estás conmigo deberías al menos lucir bien, aunque bueno, eso me ayuda a resaltar.

    —Lo que tú digas, Ana —Mina rodó los ojos; había aprendido a no tomar en serio a esa chica.

    —Yo creo que luces muy bien siempre, Mina —halagó Corazón, sonriente.

    —Gracias. Bueno, hay que entrar de una vez.

    Los tres se unieron a las cientos de personas que esperaban su turno para entrar y que eran controladas por los guardias de seguridad, los que también se encargaban de tomar los pases respectivos. De esa manera, cuando ellas hicieron el proceso adecuado, ingresaron por completo al estadio y se dirigieron directamente a la cancha, la que estaba adecuadamente acondicionada para que todo funcionara perfectamente. Se habían colocado puestitos de comida, bebidas y recuerdos a lo largo del sitio, así como algunas mesas y asientos; había una tarima que servía como escenario para cuando los “Napolitano” iniciaran y seguramente en el interior, donde estaban los vestidores y demás, ahora se encontraban los camerinos de las estrellas del pop.

    De por sí el ambiente era ruidoso gracias al habla de las personas elevándose, pero cuando los tres integrantes del grupo se hicieron visibles por primera vez de muchas esa noche, la gritería incrementó haciendo un escándalo que Mina juraría se oiría hasta su propia casa; y eso que estaba bastante lejos. El estado de ánimo de la rubia fue cambiando de tolerancia a uno de disfrute completo en tanto aceptaba que el concierto no estaba nada mal, que era divertido y que no todas las canciones estaban estropeadas. Así, pasando un buen tiempo, se dio un intermedio para que los cantantes descansaran y para que el auditorio comiera un poco y compraran sus artículos.

    —¿Dónde se supone que encontremos a Helio entre tanta gente, Corazón? —inquirió Mina alzando la voz para hacerse oír y poniendo las manos en su cintura, observando la muchedumbre mientras esperaban a que Anahí volviera de comprar algún producto de los artistas.

    —Puedo ir a buscarlo —se ofreció dando vueltas en su propio eje para mirar a todos.

    —Buena idea. Cuando Ana vuelva también lo buscaremos.

    Corazón asintió y se alejó atravesando a todos los presentes, sin estorbo y Mina pensó que en esa situación ella también quería esa habilidad. Al poco rato, Anahí se le acercó con un montón de cosas inútiles y comunes, como camisas y libretas, que no tenían nada de extraordinario salvo el estampado del sello del grupo y el rostro de sus integrantes. Mina negó con la cabeza apenas perceptiblemente; era definitivo, su compañera no tenía salvación.

    —Vamos, quiero que veas a Helio antes de que inicie el próximo período —informó la rubia comenzando a caminar.

    —¿Hay que buscarlo? —Anahí hizo una mueca de disgusto, siguiéndola—. ¿Por qué no lo llamas?

    —No tengo su número.

    —¿No lo tienes? ¿Qué clase de amigos son?

    —Nunca dije que era mi amigo; te dije que es alguien que conozco y apenas.

    —¿Y por qué quieres ayudarlo a encontrar a una chica? Me mentiste y sí es un nerd, ¿verdad?

    —¡Que no, diantres! Ya te dije qué clase de tipo es. Eso me recuerda que tienes que luchar mucho para obtener su atención y no desistir. Se rodea de muchas mujeres y quizás no lo impresiones.

    —¿Insinúas que soy como cualquiera? —El orgullo de Anahí se vio herido—. Hm, lo tendré bajo mis redes en un santiamén.

    —Ese es el espíritu.

    —¿Y cómo se supo...? ¡Ah! —la pelinegra lazó un grito agudo.

    —¿Qué pasa? —Mina se detuvo a mirarla.

    —Alguien me tocó el trasero —respondió, indignada. Mina sonrió con diversión intentando no carcajear—. ¡No te burles, Mina!

    —Ah, lo siento, lo siento, pero no puedo evitarlo. Si no te visiteras tan provocativamente quizás no tendrías por qué soportar eso. Vamos, Corazón nos está ayudando a buscar a Helio.

    —¿Otra vez con tu amigo imaginario? Mina, él no puede ayudarnos porque no existe. Es sólo un producto de tu imaginación, algo que tú creaste simplemente y que sólo tú puedes ver; no más.

    —Te sorprenderías —susurró la rubia y obviamente la otra no la escuchó.

    —Hey, hey, bellas damas —Un par de sujetos se les acercaron—. Parecen perdidas y solitarias, ¿necesitan compañía?

    “No ahora”, pensó Mina fastidiada al ver las claras intenciones de ellos de conquistarlas y de cómo a Anahí se le iluminaban los ojos.

    —Es un pecado que dos preciosidades estés solitas —siguió un de ellos—. ¿Por qué no nos acompañan? Por allá están nuestros amigos. Les prometemos una noche agradable y divertida.

    —¡Cla…!

    —¡No, gracias! —Mina interrumpió a Anahí antes de que metiera la pata—. Ya tenemos planes, así que adiós.

    Sin dejarla rezongar ni nada, Mina se la llevó consigo casi que a rastras, alejándola.

    —¿Qué te pasa, Mina? Arruinaste una gran oportunidad —se quejó Anahí, disgustada.

    —Ya te comprometiste conmigo de que le darías esa oportunidad a Helio —se defendió la rubia. No podía perder a Anahí, era su salvadora y fue entonces que al meditarlo bien, descubrió lo desesperada que estaba—. Ahora cumples porque cumples.

    Antes de que pudieran envolverse en una acalorada discusión, Corazón hizo acto de presencia.

    —Lo encontré, Mina —notificó presuroso.

    —¿En serio? Bien, vamos, Ana. Corazón encontró a Helio.

    Una vez más, sin darle oportunidad de nada, Mina la jaló consigo entre la gente siguiendo a Corazón. Después de mucho batallar y de ser aplastadas varias veces, llegaron con un grupo de jóvenes adultos como ellos, que también parecían pasársela fenomenal sentados frente a una de las mesas y allí, Mina distinguió a Helio, quien nuevamente gozaba de las atenciones de innumerables chicas.

    —Ese de allí es Helio —dijo Mina señalando al susodicho, que era el que estaba en el tercer asiento de la mesa de ocho personas.

    Anahí lo observó y a su vista fue de su gusto; era alto, fornido y muy atractivo. Sin duda, su tipo. Sin esperar un momento más, se acercó al grupo y contoneando las caderas manteniendo en su rostro la más cautivante de las sonrisas, se acercó a él directamente.

    —Hola, ¿qué tal? ¿Sería alguien tan amable de ser mi compañero esta noche en lo que resta de la presentación? Mi amiga me dejó —pidió con un tono de voz dulzón y como si fuera la verdadera víctima en la situación, actuando bien y sin apartar su visión de su presa.

    Helio detalló a la chica que lo miraba con tanta insistencia y con un brillo especial en sus ojos. Era muy guapa y tenía una figura despampanante. No la conocía, pero ella estaba abriendo las puertas para cambiar eso, ¿por qué no aprovechar? Sonrió con socarronería y aparente emoción, a pesar de que ésta no llegó a sus marrones ojos.

    —Estaría encantado de hacerte compañía —dijo levantándose de su asiento e ignorando las protestas de las demás chicas—. Soy Helio.

    —Soy Anahí —le sonrió seductoramente—. ¿No te apetecería ir a un lugar un poco más tranquilo?

    —No tengo problemas.

    Y de aquella manera, los dos se alejaron del grupo de él y se hicieron paso entre la multitud para mejor salir del lugar e irse a un sitio donde pudiera conocerse mejor.

    —¡Libertad! —exclamó Mina llena de felicidad alzando los brazos en triunfo. Había estado observando todo a una prudente distancia.

    —¿Regresarás a casa? —quiso saber Corazón.

    —No, me quedaré hasta que termine el concierto. Después de todo ya estoy aquí y necesito quitarme el estrés de alguna manera. ¿Tú irás con ellos?

    —¿Puedo quedarme mejor contigo? —inquirió esperanzado—. Aun si voy a donde vayan, no me notarán; contigo puedo conversar al menos.

    —Supongo que sí —accedió creyendo que ya no había problemas. Anahí sería ahora quien lidiaría con la fuente de ellos. Nada podía salir mal a partir de ese momento, ¿verdad?

    Hasta otra. Gracias por leer ^u^
     
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    Shassel

    Shassel Usuario común

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    n.n Hola mi querida Borealis, como estás?
    Vaya, como siempre, tu historia me ha enamorado, tienes un don querida, lo aseguro. No quise comentar hasta terminar de leer el último capítulo que subas, ni suscribirme hasta leerlo todo porque, ya sabes, los spoilers me matarían XD.
    La manera como Mina y corazón se conocieron me impactó, y más aún el hecho de que él sea la manifestación del corazón de Helio. No sé de donde sacas esas ideas :). Cuando empecé la lectura, nunca imaginé que tomaría estos rumbos, la incursión de Mina en una tan alocada y extraña misión de rescate a favor de un desconocido fue algo que me hizo admirar a esta chica, se requiere mucho valor para decidir salvar a alguien aun sin saber como XD. En su situación, yo de seguro hubiera ido a ver al psicoanalista XD.
    :( Lo que me entristeció un poco fue ver como chantajearon a Mina a cambio de los boletos del concierto. Y claro, que ella decidiera dejarle el trabajo de rescate a alguien como Anahí, no sé por qué pero algo me dice que no todo saldrá tan bien como Mina cree, es mi instinto o quizás mi deseo que tu historia no termine tan pronto ;) pero, eso es lo que siento XD.
    Y auchh pobre Helio, lo entiendo aunque no lo defiendo del todo, en definitiva creo que nunca entenderé a los hombres XD.

    :) Y bueno,sin más que decir, me despido no sin antes desearte una grandiosa semana Borealis, a ti y toda tu linda familia.
    Saludos

     
    Última edición: 3 Marzo 2014
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    Mei Liddel

    Mei Liddel La lluvia cae como si hubiera olvidado como parar.

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    *-* No se, esto me gusta cada vez mas. No se por que, pero ese "¿verdad?" al final no me gusta, siento como si fuera una indirecta para "va a ver un problema aquí" XD pero pues solo soy yo y mi intuición femenina (?).

    Como sea, hablando de lo demás del capitulo creo que... Anahí me parece ser de esas típicas chicas que no le importa con quien se meta, mientras termine en la cama de alguien todo bien :s. Aun que, creo que sera un personaje importante en alguna parte de la trama, mínimo, algo así como lo que fue Odín.
    (Le sigo) También me parece algo triste la situación de Corazón, ya sabes: todo eso de que se sienta culpable de lo del partido de Mina, y también aun que no haya motivo, me pareció algo triste aquel guion que decía "—¿Puedo quedarme mejor contigo? —inquirió esperanzado—. Aun si voy a donde vayan, no me notarán; contigo puedo conversar al menos.". No se. Me pongo en los zapatos de Corazón y pienso que se he de sentir un poco triste que nadie lo note, que sea invisible para la gente, y que la única persona que lo puede ver no lo quiera cerca :c.

    Pero bueno. Hasta el próximo capitulo.
     
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    Borealis Spiral

    Borealis Spiral Fanático Comentarista destacado

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    Rescatando a un corazón
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    @Shassel ¡Gracias por tu comentario, linda! Sabes que los aprecio y nada de dones, es gusto por escribir... aunque ahora ande corta de inspiración xD Hm, Mina es valiente, no sabes :3 Jejeje, si es corta la historia, de hecho ya estamos en la mitad, pero todavía pasarán una que otra cosita más :) De nuevo, se agradece tu opinión.
    @Mei Liddel ¡Graicas por comentar! Me encanta saber qué opinan de mis escritos o personajes y bueno o.o ¿Así te parece Anahí? Hm, supongo, pero quizás este capítulo diga algo diferente, no sé. Tu intuición no falla xD Algo pasará y Mei, necesitas conocerme un poquito más; amo hacer sufrir a mis personajes, así que el martirio no termina aquí.

    Y en general, gracias por todos los que se pasan a leer; los valoro y a ustedes el capítulo. ¡Disfruten!

    Sin resultados

    El estadio estaba lleno, los estallidos de impaciencia y algarabía de los presentes se alzaban con intensidad, acompañando el rugido que las motocicletas hacían aquella tarde. Estaban en la competencia de la ciudad de motocross estilo libre, en donde cada participante debía mostrar su habilidad para hacer saltos y acrobacias en el aire, siendo las más espectaculares y peligrosas las mayor puntuadas. El lugar se había acondicionado para que el terreno fuera el adecuado, lleno de tierra y con montículos altos para realizar las piruetas. Desde su lugar como uno de los concursantes, Helio se colocaba el equipo de seguridad; el que no es que quisiera usar, sino que era obligatorio, y su rostro no mostraba ninguna clase de preocupación a pesar de que era la primera vez que participaba en una competencia como esa. Aunque su manejo de la motocicleta era bueno, no lo era tanto.

    Sin embargo, era lo que él buscaba; arriesgarse lo más posible. Quizás fuera afortunado y una mala caída terminara por matarlo. Lo había querido, sí; terminar con su patética existencia era su deseo más grande, mas no tenía el valor suficiente o la cobardía necesaria para quitársela él mismo. No sabía por qué, pero sentía que una barrera invisible lo privaba de ir más allá del anhelo y evitaba que lo llevara a la práctica. ¡Ni para acabar con su vida era bueno! De allí que buscara otras alternativas; algo que fuera efectivo, que lo hiciera parecer un accidente y que no tomara mucho tiempo. Una vez intentó con el cigarrillo esperando que le diera cáncer, pero descubrió que era un proceso muy tardado, así que buscó otras cosas.

    Mantenía la ilusión de que alguien lo contagiara de alguna enfermedad cuyo pronóstico fuera mortal; participaba por las noches en carreras de auto a alta velocidad, con la esperanza de que el suyo pudiera estrellarse; se inmiscuía en altercados entre pandillas para ver si los golpes o alguna herida grave lo privaban de la vida; y su más reciente opción: los deportes extremos. No obstante, ninguno había funcionado hasta ahora. Le decían un tipo con “suerte”, pero él sabía que no era más que un desdichado miserable.

    Su desgracia fue mucho más evidente cuando al llegar su turno, se lanzó al terreno ignorando lo que el comentarista hablaba de él como novato; se concentró en realizar las piruetas más peligrosas que se sabía y las que apenas podía controlar. No duró mucho tiempo; cayó rápido en una de las acrobacias, estando en el aire a algunos metros del suelo y rodó sobre el montículo en el que se suponía debía aterrizar, sintiendo muy cerca la motocicleta que también rodaba, casi sobre él. Sin embargo, la caída no le afectó nada importante o que amenazara su vida y la moto quedó lejos de él. De hecho, tuvo la dicha de no romperse nada y tan sólo sufrir unas cuantas contusiones por todo el cuerpo. ¡Maldijo su resistencia!

    —¡Wow, qué aterrizaje! —dijo el presentador acercándose a él—. ¡Amigo, qué fortuna la tuya! Esa caída estuvo fea. ¡Felicidades! No todos consiguen salir casi ilesos; considérate privilegiado.

    Helio gruñó con ira mal disimulada sin prestarle atención a los gritos de sorpresa de todos los presentes y salió del terreno; ya estaba descalificado por lo que ya podía irse de allí. Ingresó a las partes interiores del estadio donde le habían asignado un cuarto para cambiarse; lo condujeron al susodicho y allí encontró a la que recientemente se había convertido en su regular acompañante: Anahí.

    —¿Estás bien? —le preguntó la morocha, preocupada.

    El castaño no respondió y se limitó a quitarse el equipo de seguridad con una cara de completa furia. Anahí frunció el ceño, disconforme; no le gustaba que la ignoraran así.

    —Oye, te estoy hablando, al menos responde por educación, ¿quieres?

    Helio la miró con los ojos entrecerrados y con acritud palpable dijo:

    —No estoy de humor para soportar tus rabietas. ¿Por qué no me haces un favor, te largas y me dejas solo?

    —¿Me estás corriendo? ¿Quién te crees que eres? No puedes mandar sobre mí. Si me quiero quedar aquí, pues me quedo y ya.

    —Entonces has lo que quieras.

    Helio terminó de recoger cualquier cosa que le perteneciera y salió del vestidor para encaminarse a la puerta que lo llevaría al exterior. Anahí lo siguió, disgustada.

    —Espera, no me dejes.

    —No te quiero conmigo —volvió espetar él con acidez.

    —Pero yo sí quiero estar contigo, me gustas.

    Helio sonrió escéptico. Y él era el rey de Roma, seguro. No iba a volver a caer en las redes lacerantes de esas palabras. Al final había comprendido cómo era que el mundo funcionaba; a base de mentiras, engaños, conveniencias y con él siendo únicamente una herramienta para todo. Había sido una herramienta para ésa que le había prometido falso amor y que le había otorgado tanta amargura a su vivir. Incluso había sido una herramienta para sus padres, con quienes ni siquiera mantenía una buen relación; ¿pero cómo hacerlo si ellos sólo lo habían tenido para que el gobierno los ayudara económicamente hablando? Así fue como creció, en un ambiente frío, desamoroso, obligado; y a pesar de todo siempre mantuvo la esperanza en la gente y el amor. ¡Vaya imbécil había sido! En cambio ahora, todo era diferente o se forzaba creer que así era.

    Salió de sus cavilaciones al escuchar el constante y fastidioso parloteo de Anahí; gruñó exasperado. Estaba cansándolo y mucho.

    —Cállate ya —ordenó con violencia.

    —No me calles. Yo sabré si hablo o no. Ya te dije que no eres dueño de mí y por mucho que me gustes no dejaré que me mandes a hacer lo que sea que quieras…

    Y siguió hablando. Fue suficiente, Helio no tenía el temple para soportar tantas estupideces, por lo que con los nervios ya de punta, dispuesto a no seguir escuchándola, se detuvo para mirarla frente a frente y levantando la mano, le asestó tremenda bofetada, que la hizo retroceder y perder el equilibrio hasta caer al suelo. El crepúsculo estaba cayendo, la calle apenas estaba concurrida y el barrio no era de los mejores, por lo que a nadie pareció importarle el “pequeño” acto de violencia. Helio miró a Anahí desde toda su altura, con el ceño fruncido y con sus ojos marrones ardiendo en furor. Ella en cambio, lo miró con indignación total, humillación y dolor, en tanto se esforzaba por no llorar, pero se sentía fatal.

    —¡¿Por qué me golpeas, idiota?! —explotó, ya sin contener el llanto, molesta y asombrada.

    —Te dije que te callaras —contestó sin emoción en su voz.

    —¿Y esa es razón suficiente? Eres un bruto, un salvaje.

    —¿Así llamas a todos los chicos que te gustan? Con razón no encuentras pareja.

    —Maldito —Anahí se levantó como pudo, aun sintiéndose vilmente mofada—. ¿Cómo vas a seguir gustándome? Eres un insolente estúpido. No quiero volver a verte en mi vida.

    —Por mí mejor. Adiós —Y sin mayor problema, el joven comenzó a caminar, alejándose.

    —Vas a arrepentirte de esto, ¡me oyes! ¡Vas a lamentarlo! —gritó Anahí queriendo deshacerse de la ira en tanto lágrimas de desencanto bajaban por sus ojos.

    Helio bloqueó sus oídos para no escuchar las amenazas de la pelinegra. Su cuerpo temblaba al máximo. Había golpeado a una mujer. Ya no podía caer más bajo. Vagó muerto en vida de aquí para allá, procurando hallar algo que lo hiciera olvidar la escena antes vivida con Anahí. La conciencia todavía la conservaba y a veces podía ser un verdadero incordio. Entraba y salía de los bares, bebiendo como un empedernido, anhelando perder el conocimiento y no despertar mañana, ni el día siguiente o el siguiente; simplemente terminar con todo de una vez. Sin embargo, a pesar de ahogarse en alcohol hasta el hastío, no consiguió desmayarse; tal vez había desarrollado una gran tolerancia al líquido embriagante. Tendría que cumplir su deseo de alguna otra manera.

    Ya más alejado de la realidad con tanto estimulante y con los reflejos más muertos que los de un mismo cadáver, se encaminó a paso tambaleante a uno de los pubs más exclusivos de la ciudad, y era exclusivo no necesariamente porque fuera especialmente para las personas de la alta sociedad; no, sino que una de las pandillas más temidas en la urbanización lo había hecho como su base para descansar y pasársela bien, por lo que cualquiera que entrara allí debía ser tremendamente cuidadoso para no molestarlos y por supuesto, no meterse con ellos por nada del mundo.

    No obstante, lo que menos buscaba Helio era ser precavido, por lo que al arribar ya entrando la medianoche, abrió las puertas del local con un gran estruendo, silenciando a los presentes unos momentos al tomarlos por sorpresa. Con su borrosa visión, el castaño enfocó a la pandilla de entre todos los demás clientes; estaban en la esquina de al fondo, gozando sin mayores contratiempos y sin prestarle atención a su llegada. El joven ser arrastró con pesadez por el sitio, atravesándolo y se colocó frente a su mesa; la que habían condicionado uniendo varias, ya que el grupo era grande y mixto. El montón de jóvenes lo miraron alzando una ceja, curiosos y desconfiados, ahora sí manteniéndose silentes un momento. Helio no soltó ni una sola palabra y por sus movimientos vacilantes, ellos supieron que estaba ebrio al extremo.

    —¿Qué te pasa, vago? —dijo uno de ellos levantándose de su silla en una actitud altiva—. ¿Tienes algún asunto pendiente con uno de nosotros?

    Los demás rieron divertidos al saber que sería muy estúpido de parte de Helio intentar algo siendo ellos tantos y él sólo uno. El castaño parpadeó varias veces ante de girarse y darles la espalda.

    —Eso es, perdedor, vete de aquí —concedió el mismo haciendo un ademán con la mano de que se fuera.

    El miembro de la banda iba a sentarse pensando que Helio se iría, pero vaya sorpresa se llevaron todos cuando, de manera increíble y sacando una velocidad de quién sabe dónde, Helio viró sobre su eje teniendo listo el puño y lo azotó contra el pandillero, quien tomado desprevenido se desplomó sobre su silla, la que a su vez se volcó a un lado y cayó sobre las piernas de otro compañero. Helio iba a continuar golpeando, pero los demás lo sometieron muy fácilmente y sin problemas.

    —¿Cuál es tu problema? —inquirió otro dándole un puñetazo en el rostro.

    —Hey, hey —los llamó el barman—. Peleas aquí, no; vayan afuera.

    Obedientes, toda la chusma salió del pub sin soltar a Helio ni un momento, el que forcejeó con ímpetu para liberarse, sin éxito alguno. Balbuceó sinfín de cosas que la pandilla no pudo entender, aunque tampoco es que les importaran. Ya afuera, todavía lo llevaron a un callejón solitario que estaba no muy retirado, todo en contra de su voluntad. Allí le dieron la paliza de su vida. Lo patearon, lo apuñetearon y lo zamarrearon como jamás creyó. Sintió cada golpe y cada herida que las extremidades de sus atacantes le ocasionaron como fuego en su cuerpo, ardiente y doloroso. Sintió su sangre correrle por el rostro, acumulársele en la boca y penetrar su ropa. Lo lanzaron contra un montón de basura que estaba fuera del contenedor.

    —¡Pero qué cretino tan pesado! —dijo el que Helio había golpeado, escupiendo en dirección del moribundo.

    —Déjalo, es un pobre diablo —lo tranquilizó otro, el líder—. Vámonos, chicos. Aquí se queda éste. La basura con la basura.

    Y se fueron, dejando a Helio medio muerto entre tanta porquería y pestilencia. Estaba semi-consciente todavía y entre lo que parecían ser más delirios que otra cosa, pudo escuchar el ir y venir de lo que supuso eran ratas. Tal vez ahora sí fuera lo suficientemente afortunado como para que una de ellas lo mordiera y lo contagiara de rabia. Sin embargo, ya estando más en el mundo de los inconscientes, sintió que las ratas se alejaban.

    “Así que ustedes tampoco me quieren cerca, ¿eh?”, fue su último pensamiento lleno de agobio antes de finalmente dejar que la oscuridad se apoderara de él para ya no saber más.

    Por hoy es todo. Gracias por leer :3
     
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    Shassel

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    Hola Borealis, aquí estoy de nuevo :)

    Juju, vaya, Helio si que está confundido, verdad. Mira que meterse a pelear con unos pandilleros... Así que las historias que me contaban algunos amigos despechados no era mentira... Auchhh, pobres, porque será que los hombres buscan desquitar sus males con alcohol y peleas. Y yo que pensé que las mujeres eramos las complicadas XD.
    Mmm, que cruel fue la mujer que convirtió a un hombre dulce como Helio en un malvado golpea mujeres, pobre Anahí, por muy loca que sea, no merecía esa cachetada. Que cruel. Aunque siendo sincera, no me dolió mucho, creo que era algo muy predecible, hombre loco más mujer histérica.... y más si se trata de Anahí XD, en fin, no defiendo a Helio ni nada pero, creo que tampoco puedo defender a una mujer como Anahí. Lo sé, a veces soy confusa XD.
    Uju, supongo que ahora que ambos terminaron, los problemas volveran para Corazón y para Mina. Eso no suena nada alentador. Y más con un Helio con instinto suicida.
    Wuuaa, ya me imagino el drama que Anahí le armará a Mina por haberle presentado a Helio.
    Espera.... dijiste media historia, en serio.... Por qué te gusta verme sufrir. :'( y yo que quería que durara muuuuuuuuucho más.
    Pero bueno, hasta que ese día llegué disfrutaré sin falta tu linda historia :)
    Saludos.
     
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