Ahora que lo pensaba, ¿no era Suiren al que le gustaban los postres? Me acordé de repente de la charla en el patio el día que hicimos el grupo de WhatsApp, yo había hablado de Mei, que bebía de estos cafés helados que parecían más un postre que una bebida y tal. Con la dieta estricta, era obvio que el azúcar procesada estaba fuera de la ecuación así como las grasas que acompañaban muchos dulces, así que pobre criatura. Con Pai en modo sargento ni un heladito sin azúcar se podía comer, vaya cosa triste. —Mi mamá —contesté a la pregunta de la comida mientras tomaba un trozo de pollo con el tenedor—. Mi padre tiene horarios de trabajo un poco raros, así que cocina muy poco y a mí me un poco de pereza si debo ser sincera, al menos cuando es solo para mí. Por demás, suponía que era una ingenuidad esperar una respuesta diferente de este chico, fue escueta e insípida a pesar de que no había sido grosera, y volví a recordar las charlas de los últimos días. Igual era culpa mía llevarme estas decepciones, ¿no? ¿Qué diablos había dicho? Que siempre buscaba más. Algo como eso no solía llevar a nada bueno, la verdad. Pai acotó que no era como que tuviera amigos aquí, Suiren sonrió y yo hice lo mismo. No lo diría en voz alta, pero sonaba bastante descabellado, incluso con la distancia de su cordialidad no creía que fuese una piedra. En esta escuela aunque había personas raras, como en todo lado, también había otras buenas, la clase de gente que se preocupaba por los demás, ¿iba a decirme que no había hecho un solo amigo más allá del grupo que había hecho con su amigo de años y la chica nueva? No se lo creía ni Dios. —Tal vez te estás proyectando, Pai —acoté luego de un bocado de comida, lo solté con un dejo de diversión, porque sí, y luego atendí a lo de la salida—. ¿Lo del parque de atracciones? Estuvo divertido, bueno, para mí estuvo divertido. En el último juego que subimos terminamos empapados y Pai me quería cobrar su teléfono completito, ¡como si fuese a creerme que no es resistente al agua!
Ser policía no era de mi aprecio, ni aquí ni años atrás con la salud de Craig, sin embargo actuaba en automático cuando se trataba de él, ya estaba visto, de lo contrario no le hubiese comentado la situación a mi padre para que fuese éste quien preparase conmigo sus almuerzos. En la noche ya estaba su madre, la cual le hacía la comida, y en las mañanas si le tocaba a él solo resolver, no lo creía incapaz obviamente, pero Craig con depresión… ni nadie solía funcionar bien en ese estado. Las palabras de Rockefeller me sacaron de mis pensamientos, volviendo a comer en lo que mencionaba los horarios de su padre. Luego me encogí de hombros a lo que mencionaba estaba proyectando, Suiren se rió entre dientes para luego beber de la botella de agua. —¿Cobrarte el teléfono? —Supuse que me observo por la dirección de su mentón, y no dudé que estuviese colocando una expresión de extrañado—. Pero si éste nunca le pide nada a nadie, ni en broma. —Molestar a Rockefeller puede ser divertido —acoté sin prisa. Craig se sonrió como si hubiese comprobado algo pero no le presté atención, y seguí almorzando. —Me alegra que se divirtieran, y discúlpame Ila, esa tarde no pude llegar para pasar el rato en el parque de diversiones.
El asunto de los amigos a un lado, suponía que el modo sargento de Paimon era una muestra de afecto en sí misma, dudaba mucho que le importara cualquier otra persona lo suficiente para ponerse a cuidarle la comida. A veces las acciones de las personas eran más claras que sus palabras y eso aplicaba a estos dos, por ello no debía meterme tanto en realidad. Paimon cuidaba de Suiren y ya, ¿no? Por eso Cayden había pensado en buscarlo incluso si le daba corte, yo solo había sido la segunda opción y ni siquiera era algo malo. Como fuese, asentí a lo del cobro del teléfono y cuando Pai soltó que molestarme podía ser divertido fingí molestia, inflando las mejillas como una niña en pleno berrinche aunque la verdad me importara más bien poco ya que también lo molestaba. Noté la sonrisa de Suiren, pero no dije nada y por el bien de mi teatro pinché un poco de pollo con una cuota de fuerza añadida. —Pues a mí me quiere cobrar todo. Al final pidió una ensalada de frutas en vez de pagarle el teléfono —solté aunque de todas formas acabé soltando una risa, pero luego negué con la cabeza por lo que dijo Craig—. No pasa nada. Podemos organizar otra cosa luego, quizás algo más tranquilo o podemos salir un rato por la noche, a veces lo hago con mis amigas.
Alcé las cejas ligeramente y por poco se me va el agua por otra parte, me reí ligeramente cubriendo mis labios con la botella y el dorso de mi mano. ¿Paimon cobrando con una ensalada de frutas? ¿Se estaba haciendo o en verdad no se daba cuenta? Fingí demencia nuevamente en lo que volvía a sorber del líquido para ya luego mirar a Ila. —Lo de algo nocturno estaría bien, quizá Pai pueda, alguna noche invitarnos a su restaurante. —Ni lo pienses. —Bueno, lo intenté. El otro siguió comiendo como si nada hasta finalizar su almuerzo y cubrir nuevamente su bento, con la pulcritud y perfección de costumbre, ya luego pareció mirar hacia las escaleras, como si estuviese recordando algo. —¿Y cuándo piensas buscar al salvador de segundo? —Ah, no lo he olvidado —miré a Ila, girando el mentón hacia ella—. ¿Conoces a alguien de cabello rojo que esté en segundo? Debo unas gracias pero no sé a quién en realidad.
A Suiren la tontería le dio risa y a mí se me contagió, pero no dije nada más al respecto y puede que no hiciera falta. Pretendía pagarla la famosa ensalada de frutas, solo que sería en otro momento porque sabía que tendría que prepararla yo misma con fruta fresca y toda la parafernalia. No iba a llegarle a Míster Estirado con una ensalada de la tienda. Luego accedió a lo del plan nocturno, así que sonreí aunque no me duró mucho, esta vez me tocó fingir decepción. —Dicen que el peor intento es el que no se hace —dije con un pesar de lo más grande—, tendremos que conformarnos con ir a un restaurante para los simples mortales. Pai había seguido comiendo, al terminar volvió a cerrar el bento y yo me limité a terminarme lo que me quedaba en el mío. No le puse mucha atención al verlo mirar las escaleras, pero cuando hizo la pregunta el último bocado de arroz se me quedó suspendido en el aire una fracción de segundo y quise atribuirlo a una paranoia sin sentido, podían estar hablando de cualquier otra cosa, sobre todo por haberse referido a otro grado por completo. Había pateado el asunto hasta que noté que Craig me miraba, así que terminé de masticar y su pregunta, específica y perdida a la vez, me obligó a pensar en Cayden por incontable vez desde que el pobre desgraciado había aparecido en mi vida con un ojo morado. Lo vi sentado en el pupitre el otro día, cuando me habló de Suiren, y pensé que ambos eran un par de estúpidos. Dunn no había dicho quién era porque era un idiota que se echaba la vida desapareciendo de la mirada de las personas y Suiren, en efecto, no había podido identificarlo y no había preguntado, fuese por la gravedad de su estado o para evitarse la incomodidad. —¿De segundo? —reboté luego de fingir pensarlo un instante antes de negar con la cabeza—. No es que haya estado mucho por las aulas de segundo igual, quizás se me haya pasado. Igual si tiene cabello rojo no debería costar mucho encontrar a esa persona, si recordaras algo más sería más sencillo. Mientras hablaba fui cerrando mi bento también, había fingido la demencia más grande de la historia sin una pizca de vergüenza. El pacto de silencio no era solo para un escenario, era para todo y había accedido a ello. A su manera el trato nos ataba el uno al otro y aunque egoísta y extraño, suponía que algún día me serviría de algo. —Espero que puedas agradecerle pronto.
Lo del restaurante de Paimon lo había dicho tanteando a ver si la dejaría entrar en un espacio donde él estaría de cocinero bajo el mando de su padre, pero evidentemente era algo pronto para ello, más conociendo a su progenitor, aún así no dejó de causarme gracia el asunto; supuse también que gran parte de lo que creía notar se debía a la paciencia que solía tener, había que darle algo de tiempo a Pai a ver si se enteraba o terminaba el año escolar como si nada. —Eso pensaba. También Pai, ¿por qué no le preguntamos un día a Kurosawa? —Mmm, puede ser de su clase, si. Porque de resto… ¿qué más recordaba? El aroma de su cabello, pero decirlo sería extraño y no tenía en mente oler el cabello de todos los pelirrojos que hubiesen en la escuela. —Yo también espero agradecerle pronto —murmuré con la suavidad de siempre, comiendo el último trozo de verduras para luego tapar el bento y retornar al tema inicial de este espacio—. ¿Podemos entonces tomarle fotos a tus apuntes? Así no nos llevamos el cuaderno. —Yo si me lo llevo, no me gusta estar ahí pegado a un aparato electrónico, y tampoco perderé tiempo sacando copias —impuso el moreno, como si el cuaderno fuese suyo.
Según yo había esquivado la suerte de peligro inicial de que se destapara algo que, visto desde fuera, no debía concernirme en realidad, pero no fue el caso. Fue entonces que Suiren mencionó a Kurosawa y pensé que ya eso escapaba de mis manos, ya sabía que la chica conocía a Cayden y por qué, si resultaba que no había pelirrojos en segundo, pues seguro la chica acabaría apuntando hacia la gente de tercero. Ni modo, no se podía controlar todo. —Quizás ella pueda ayudarte más, sí —secundé junto a una sonrisa. Fuera de eso dijo que esperaba poder agradecerle pronto y disimulé el suspiro que solté acomodando la espalda contra la pared. No entendía qué caso tenía todo este asunto si Suiren solo quería darle las gracias, pero suponía que si lo había encontrado sintiéndose mal no quería hacerlo sentir incómodo con la idea de que compartía clase con quien lo había visto. Sonaba cada vez más enrevesado e ilógico, ¿pero quién era yo para juzgar? Para el caso, Craig pidió tomar fotos y asentí, pero Pai dispuso del cuaderno como si fuera suyo y me llevé la mano al rostro para enjuagarme los ojos. Alguien tenía que ponerle límites a este chico, de verdad. —No dispongas de las cosas que no son tuyas —advertí con cierta firmeza, todavía con la mano en el rostro—. Te lo presto esta vez porque son los apuntes de toda la semana, pero con otra ausencia o tomas fotos o sacas copias. Intento repasar la materia todos los días y no atrasarme con los deberes.
En lo que Rockefeller se enjuagaba los ojos me levanté, sacudí el pantalón escolar y ya luego me fijé en el móvil. Escuché lo que pareció una advertencia y pasé de ello. Dudaba volver a tener que recurrir a ella para las notas escolares, o eso esperaba. Seguí revisando los mensajes, contesté a mi hermana, ignoré un par y lo regresé al bolsillo. —Iré bajando —me di vuelta para perderme por las escaleras. Tenía que hacer una llamada y me apetecía comprar también una botella de agua para la clase. Craig suspiró en mi ausencia y se rascó la nuca con suavidad. —La verdad es mi culpa que se ausentara, así que gracias por cumplirle el capricho de que se lleve tu cuaderno el día de hoy —se levantó luego, sonriendo con la liviandad de siempre—. ¿Vamos? Así aprovecho para sacarle las fotos antes de que suene el timbre. Contenido oculto por aquí cierro con los muchachos, gracias por la interacción :D
Paimon me hizo el vacío más grande la historia, no me sorprendió, pero sí que me molestó porque me hacía el vacío cuando le daba la gana y uno tenía un límite de paciencia, pero de todas formas no dije nada. Dejé el asunto así, no dije nada cuando avisó que iría bajando y me dispuse a levantarme del suelo cargando el bento ya vacío. Que reaparecieran, Suiren en particular, había disminuido la preocupación en ciertas cosas, pero también había acentuado otras, sobre todo porque con las preguntas de recién se confirmaba la posibilidad que había pensado antes. Sumado a eso teníamos a dos idiotas en la misma clase, uno fingiendo demencia y el otro atascado en una mentira que seguro el otro había iniciado. Cuando quedamos solos escuché a Suiren suspirar y al voltear a verlo noté que se rascaba la nuca, dijo que era culpa suya la ausencia de Pai y supuse que debía haberlo estado cuidando. Esta vez yo suspiré, dejé que se levantara, ya cuando estuvo de pie estiré la mano, con la confianza excesiva de siempre, y volví a enlazar el brazo al suyo con delicadeza. Siendo solo dos bajar así no debería suponer ningún problema. —No es nada —susurré en lo que comenzábamos a bajar del rellano y aunque dudé, al final solo hablé—. Si necesitaste salvador y Pai no se te despegó, no parece que haya sido poca cosa y eso cualquiera acabaría notándolo. Ninguno tiene por qué explicarme nada, pero me alegra que estés de regreso y quiero que lo sepas. Fue una suerte de sincericidio, pero no sentí vergüenza ni nada al decirlo, fue genuino y por ello no quería dejarme la idea dando vueltas. Al fin de cuentas, seguía siendo una de las primeras personas con las que había hablado al llegar a esta escuela y de las que me hacían sentir que al menos me estaba adaptando. Contenido oculto y aquí cierro también tururu uwu