Reino de Ogunros...

Mantuve el temple serio, no sentía que fuera mi estado normal, pero de a poco olvidaba desde cuándo la fiereza en mi mirada dominaba la sonrisa en mis labios. En fin, que la pequeña negó que Mitchell fuera a tener buen recibimiento, cogí fruta que me dio, la limpié contra mis ropas y le di un mordisco, volví a mirarla con seriedad luego para fruncir con algo de intriga el ceño cuando mencionó al anciano. Tragué, me limpié la boca con el antebrazo y le acerqué la fruta a Mitchell, para que comiera sí quería, mientras me dirigí a la pequeña con el temple serio.

—Me quedaré fuera de ser necesario... pero no puedo dejarlo a su suerte. Tengo un rehén, tengo ideas, quiero intentar hacer cosas...— Miré al frente, lo que sea se nos avecinara, reflexiva. Exhalé con suavidad, seria, miré de nuevo a la niña—, sí es una carga me encargaré de que no lo sea—. Miré al frente otra vez—, me intriga el anciano—. Volví a mirarla—. ¿Crees que me convenga visitarlo?

¿Qué hacía yo preguntando esas cosas a una niña? En fin, que seguro llevaba más tiempo que yo metida ahí, tendría algo interesante para decir, ¿no? Los niños eran más fiables que los adultos a menos que fueran unos maldadosos.

En fin, como líder temporal debería estar al tanto de cada pequeña cosa que se tejiera entre los rebeldes, ese viejo misterioso era una de esas hilachas.

 

Mitchell miró la fruta con brillo en los ojos. No solía comer cosas que otras personas ya hubiesen mordisqueado por mera higiene... y porque si, crecer en una gran mansión sin carencia alguna le dejó varias cosillas de niño mimado, pero no le dio gran importancia en ese momento; se moría de hambre y sed y podría beber agua del océano, aun sabiendo que eso le mataría, y comer tierra con tan de llenarse el estómago con algo. Y las manzanas eran su fruta preferida, aunque no recordará muy bien el porque, sabía que desde niño las amaba a tal grado que su padre había mandado plantar varios manzanos en los jardines de su hogar.

Su hogar...

Miró la manzana en su mano. Tenía dos grandes mordidas, la suya se diferenciaba por esos enormes colmillos que tantas burlas le habían traído de niño y que ahora solo eran elogiados, elogios falsos y llenos de interés, pero la vida no dejaba de sorprenderlo. Como en ese momento, donde su hogar se sentía tan lejano... y pronto cruzaría el mar. La única vez que lo había hecho fue en un viaje con su padre, pero de eso hacía tanto. Él tenía 10 años y solo acompañaría a su padre a un pequeño viaje de negocios del que no tiene tantos recuerdos, porque le pareció un viaje horrible y odiaba el mar con locura.

—Leonor... y-yo no creo poder subir ese b-bote...

Se sonrojo. Le entregó la manzana y desvió la mirada, sentía la mirada burlona de aquella niña que les acompañaba y se sintió pequeño, como cuando de niño le molestaban por parecer niña, por tener dientes de vampiro, por ser débil, porque le gustaba mucho leer en la biblioteca del pueblo y ayudar a los necesitados. Porque le gustaba mantenerse limpio y no jugar brusco como lo demás y prefería sentarse a "tomar el té" con las niñas. Pero es que la suciedad no le agradaba, sentirse pegajoso por el sudor y sucio por la tierra.

En ese momento se sentía tan incómodo, que subir a un barco le haría entrar en un ataque de ansiedad que le traerían burlas, como en su pasado. Miró a la rubia ¿Ella pensaría que también es débil? ¿Lo juzgaría como todos lo habían hecho alguna vez en su vida?

—Puedo volver a Ogunros si caminó recto ¿No? P-porfavor... no puedo subir.

Shawn se quedó un poco más tranquilo.

Pero conforme la medicina pasaba y con ello, el tiempo de espera, se sintió más y cada vez más nervioso. El Rey podría apreciarlo mucho, pero no era ni de lejos la misma admiración que este sentía por su majestad y probablemente se estaba tomando muchas libertades; le tomarían como loco y lo mandarían a encerrar en los calabozos o en el hospital, lejos de sus libros, de la enorme y hermosa biblioteca real que, pese a no serlo (nada en ese lugar, de hecho), la sentía como suya. Lejos de esa pequeña casa en el palacio real con toda comodidad imaginada.

Lejos de sus niños traviesos con quien estudiaba cada mañana en los jardines de palacio. Lejos de esos jardines donde el mismo Rey le permitía jugar y correr de niño, siendo este nadie.

No sabía si valía la pena perderlo todo por el miedo que sus sueños, lo que vio y sintió como real, le provocaban.

Así que su corazón latió con más fuerza en cuanto escucho los inconfundibles pasos del rey por el pasillo.

 

No conocía por cuántas cosas había tenido que pasar este chico, pero ahora mismo parecía que se enfrentaba a la peor de sus batallas. Di un suspiro cerrando los ojos, cansada, cuando vi que los nervios empezaban a consumirlo. Tomé la manzana que me devolvió, la examiné con dureza percatándome de las diferencias entre mordidas y yo misma le di una mascada mientras veía qué más tenía Mitchell por decir. Comí, comí, comí, mi boca parecía la de un ratón con tanta manzana dentro y mis labios estaban jugosos, estaba bastante buena la frutita esa. Tragué hondo y tiré la manzana a cualquier lado, me daba bastante igual, había comido a gran mayoría. Sin soltar la soga con mi otra mano tomé el rostro de Mitchell luego de haber dado un leve toque a su hombro, mi mirada era seria, pero no estaba enfadada.

—Mírate lo grande que estas...— Solté su rostro, había sido un toque suave, coloqué la mano sobre mi cintura y le miré con la dureza que venía cargando desde un principio, mi voz era calma y decidida—. Tendrás que subir al barco.

Le di entonces la espalda, jalonee la soga hasta que se sintiera la tención en su cuerpo.

>>Cueste lo que cueste... no te dejaré.

Claro, podía volver a Ogunros, como también podía yo colocar en riesgo a todos los rebeldes por eso sí es que las cosas terminaban bien para empezar, no me extrañaría sí este chico padecía por algún percance en su camino hacia el reino. Aparte, ¿Olvidó aquellas criaturas que acechaban en la noche? Ni loca permitiría que se marchara.

No sin compañía, eso lo podía asegurar.

 

Quizá eso debió hacerlo sentir mejor, ero no fue así. Incluso se sintió más pequeño e indefenso y por un momento olvidó que su hogar se encontraba a casi tres días de viaje; sin agua o comida, no sobreviviría, mucho menos si no contaba con un arma para poder cazar... Bueno, tampoco es como que le gustará cazar, los animales estaban fuera de su dieta. Miró sobre su hombro el camino que habían seguido durante la madrugada & sonrió el corazón apretarse en su pecho.

—Tengo que volver con mi familia...

No sabía que había pasado en el reino, como estaría la situación, pero si que estaba seguro de que nadie más que sus dos hermanas estarían preocupados. Quizá el pueblo también, uno que otro noble, pero no sería suficiente para buscarlo. Lo darían por muerto y sus hermanas se verían obligados a casarse para que un hombre sea la cabeza de la familia...

Y eso no era algo que él quisiera. Quería a sus hermanas felices y con matrimonios que les llenarán el corazón, no con cualquiera que deseara poner sus garras en la fortuna familiar.

Miro de nuevo a Leonor, suplicante.

—No quiero subir, no puedo.

La fobia que le tenía al mar era demasiado grande. Se resistió, lo cuál supuso, le traería problemas a Leonor, debido a la mirada burlona que aquella mocosa les hecho junto a una pequeña risa.

—No subiré, no me importa si muero en el bosque... No iré en barco a ningún lado.

 

Me costó un montón, pero logré mantener el ceño fruncido y la actitud estoica ante la desesperación de Mitchell. Cuando terminó de hablar llevé mis índice y pulgar al puente de mi nariz, cabizbaja, exhalé con pesadez. ¿Qué hacer? Mantuve esa posición mientras pensaba en la probabilidades.

No podía dejarlo solo, pero tenía una gran labor como sub-líder. Miré a la niña, estoica, hablé firme más que nada.

—Traeme al tercero al mando, si es que tenemos tercero al mando...— Miré a Mitchell directo a los ojos, con esa seriedad que parecía perpetua, me dirigí otra vez a la niña—, de no ser así, tráeme a esa persona en la que más confía Erick...— Miré a Mitchell otra vez, silencio, exhalé con suavidad, pero mi expresión no se relajó. Mi voz fue incluso comprensiva, firme, pero a su modo suave—, no haré nada que no puedas afrontar, Mitchell, así que cálmate.

 

Sintió como el aire se le iba poco a poco de sus pulmones y sus ojos comenzaron a lagrimear. Se agachó y se abrazo a su cuerpo mientras sollozaba y trataba de calmar su ansiedad. Escucho un "patético" muy seguramente de aquella niña que los seguía de cerca.

—Lo siento, lo siento...

 

Tenía alguien muy frágil delante mío, ¿Cierto? Recordé a Brishen, el hermano mayor de Ackerley, ese chico cuando estaba bajo mucha presión se quedaba paralizado y no sabía cómo actuar. La verdad saber responder al estrés era algo complicado, en mi caso era agresiva como la mayoría de mi familia, uno de mis hermanos y papá, solo que ellos lo manejaban bastante bien cuando yo aún tenía que lidiar con los impulsos. Como cuando grité el nombre de Erick delante la desesperación y no quise irme.

Quise quedarme, y ahí estaba, delante de un barco que saparia pronto. ¿Contenta? Para nada, me sentía como el fiasco, no tenía a Erick, estaba haciendo sufrir a este chico de más y debía tomar una decisión que no comprometiera al grupo, no podía permitirme cosas a medias, era dejar a Mitchell o dejar a los rebeldes.

Y no quería ninguna de esas dos opciones.

Vi a la chiquilla marcharse en busca de quién le pedí, mi mirada seria, aunque ahora fiera, viajó por todas las miradas intrusas.

"Larguense" decía, no era necesario hablar cuando tu mera presencia hablaba por ti.

Miré a Mitchell, nunca tuve que lidiar con eso, pero puede que el carisma heredado de mi madre, esa pequeña parte, se pudiera mover por mero instinto.

—Calmate, Mitchell— Pero él no podía calmarse por su cuenta, ¿Cierto? Con mi mirada seria me acuclillé hasta que mis ojos dieron con su cara. Lo miré fijo, seria, mi voz era plana y tranquila—, sea lo que sea que tengas en esa cabeza, olvidalo, por favor... Y respira...— Cerré los ojos inhalé hondo, exhalé despacio— y exhala— Tomé su mano mientras la otra mía aún agarraba la cuerda, apreté con fuerza esa mano—, no estás solo —musité.

>>Estoy contigo— Un secreto.

 

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—Lo siento... Lo siento...

Inhala, exhala. Inhala, exhala.

Mitchell calmo su llanto mientras se concentraba en la chica frente a él. Dios, era patético. Respiro y saco el aire de su cuerpo tantas veces como fuera necesario, concentrándose en el rostro de Leonor. Esa cicatriz que adornaba si mejilla, los cabellos rubios y sus ojos tan verdes, no verdes como los suyos, de un verde... Diferente.

Algo en ella le hizo sentir calidez, una calidez que le recordó al pasado.

Y se sonrojo, porque la chica estaba demasiado cerca de su rostro y podría sentir como sus respiraciones chocaban.

Desvió la mirada.

—L-lo voy a intentar...

Dijo en un susurró poco audible, porque ni él mismo se sentí capaz de lograrlo. La pequeña niña llegó de repente, mirando mal la escena, como si Mitchell fuese lo más débil y patético que hubiese visto y como si Leonor no tuviese la dureza de un líder que debería someter s su rehén.

Por alguna extraña razón, Mitchell se sintió culpable por ello.

 

La pequeña no tardo en aparecer junto a un chico casi de la misma musculatura de Erick, que no tardo en tomar a Mitchell por la cintura y echarlo sobre su hombro para subir con él a ese barco que ya estaba casi zarpando.

—Mejor no digas nada Leonor...— La niña tomo la mano de la chica y la jalo hacia ella para impedir fuera tras ese rubio y el otro hombre —Si lo llevaras con nosotros al menos deja que no nos haga perder tiempo—

Una vez esos dos hombres subieron, la pequeña hizo lo mismo con Leonor sin soltarla de la mano hasta que estuvieron arriba de ese barco y este comenzó a alejarse de la orilla.

—....Antes de que Erick viniera, hablo con el anciano— La pequeña bajo un poco la mirada y se aferró un poco más a la mano de la rubia —No sé por qué, pero Erick parecía molesto, luego solo vino e hizo lo que se nos pidió— Alzo la mirada a la rubia y aunque aún era una niña, una mueca de auténtica preocupación se plasmó en su rostro —No trates a tu "rehén" con demasiada gentileza, no sabemos que pueda hacer el anciano, sabes que no le agradan los extranjeros, y menos los nobles— Soltó la mano de Leonor y se alejo un poco de ella, para solo ver como el mar avanzaba frente a ella.

Mitchell fue llevado por el hombre hasta lo que parecía ser la cocina de aquel barco y lanzado junto a unos sacos de papa en el suelo. Apenas con una mirada feroz el hombre lo dejo solo para cerrar la puerta de un gran golpe tras él.

 

No repetí mis palabras, porque el chico las acató de inmediato, mi respiración era casi imperceptible a diferencia de la suya, cuando por fin pudo mirarme al menos un momento, algo más calmado, una sonrisa enternecida cubrió mis labios al oír que lo intentaría. Era una expresión de calma, también, ¿Se podría encontrar el orgullo por el otro en un rostro así? Mi pulgar le brindó una caricia al dorso de su mano.

—Esta bien —dije con tranquilidad y voz calmada... Fue en ese preciso instante que escuché unos pasos fuertes tras mí y me levanté, volteando a ver a quién venía con la seriedad fiera de casi siempre. Fruncí más el ceño y afiancé el agarre en la cuerda cuando supe que ese sujeto no estaba abierto a negociaciones, me tocó mirar cómo trataban al chico, otra vez, como un saco de patatas y la chica logró incluso rescatarme de cualquier reacción que pude haber tenido.

Que me callara, decía. La miré de reojo con esa expresión dura e incluso gélida, pero algo en mis verdes ardía. Qué decir, la pequeña tenía más que razón en la elección de sus palabras. Miré al frente cómo se llevaban al chico y exhalé lento, pero pesado, por la nariz.

—Comprendo —fue lo único que dije, seria. La niña empezó a caminar y aquello logró aflojarme esa actitud que no terminaba por agtradarm, pero era cuanto menos útil. Le sonreí con esa calidez casi maternal, tranquila—, gracias—. La pequeña se merecía al menos eso, me había aportado muchas más cosas de las que podría haber conseguido sola y no podía menospreciar eso.

Eso sí, cuando me miró con la preocupación en su rostro la leve seriedad volvió, incrementó la tención en mi ceño sus palabras, miré al frente, reflexiva. Aún cuando me soltó le seguí los pasos, miramos juntas ese gran mar.

—Tampoco soy buena con los mareos...— Me permití otra sonrisa para la niña—, espero que comprendas que busco lo mejor...— Silencio, miré seria el horizonte que nos recibía con su mar abierto—, lo que pueda estar al alcance de mis acciones.

Me di media vuelta.

>>Descansa un poco —fue una sugerencia, pero bien podía pasar por orden con la seriedad con la que lo decía.

Era hora de visitar al viejo y confiar en que Mitchell aguantaría uno o dos días sin morir al menos de pánico.

 

Con calma el rey entro en la habitación mientras todas las mujeres que atendían al erudito salían al momento luego de dar una reverencia ante él. Se acerco hasta la cama y con cuidado se sentó a un lado del hombre.

—Me alegra saber que su condición esta mejor señor Valentine— Miró al hombre y sonrió un poco —Quién diría que un hombre de letras podría resistir un ataque así—Se acomodo en su asiento y fijo la vista en aquel hombre —Me dijeron que desea hablar conmigo...¿De qué se trata?— Con todo el caos que aún reinaba en el exterior no podía perder mucho tiempo

 

Tener al rey de frente le puso nervioso. No es que nunca antes lo hubiese visto o tratado de frente... ¡Por dios! De niño incluso tuvo el privilegio de jugar una o dos veces con el rey y el príncipe como si fuese uno más de la familia. Si bien, no tenía un trato tan cercano como cuando era un infante, sabía que este, si no es que le apreciaba, al menos respetaba su trabajo.

Y a él.

Si le quitaba un poco el tiempo con un disparate, podría disculparse después alegando que era un efecto secundario de las medicinas.

Ignoro el sonrojo que adornaba sus mejillas y le miro de frente, sin titubear ni nada. Suspiro y comenzó a relatar, para empezar, como se miraba la creatura de cerca: su forma humanoide deformada, esas largas uñas y a describir el ruido que hacía al respirar y gruñir y como es que olía. Podría ser o no importante.

Luego, intentando ser lo más preciso y rápido que pudo, comenzó a describir su sueño. A la otra creatura, quien no solo hablaba, si no que también tenía la voz más terrorífica que alguna vez hubiese escuchado y de como está misma parecía ser la madre de la otra creatura. Y de como no solo era una, eran más. Demasiadas. Trato de ser lo más preciso posible y cuando termino, sus mejillas seguían sonrojadas.

—Pensé que sería importante comentarle, su majestad, porque yo nunca he soñado nada en mi vida y esto... Parecía ser tan real, que puede ser de ayuda.

Trato saliva esperando una negativa o un simple movimiento de cabeza.

Aquel trato tan brusco le hizo recordad cuando, de niño, los otros infantes le maltrataban por su apariencia tan delicada. Cómo los demás nobles se burlaban por su niña condición física y le empujaban y él solamente se quedaba en el suelo, temblando de miedo y rabia mientras las lágrimas caían de sus preciosos ojos esmeralda.

Se sentía igual, tan sucio como cuando la tierra se levantaba, sintiendo las lágrimas caer con lentitud y se sintió tan estúpido porque deseaba limpiarlas y sabía que no podía, porque sus manos estaban sucias y... Dios, ¿Qué más daba? Su rostro estaba igual de sucio.

Las limpio con un poco de brusquedad y miro a su alrededor. Podía quedarse sentado ahí y esperar a que alguien llegase o podía al menos mantener su mente en otra cosa y tratar de fingir que no estaba en un barco, alejándose de su reino.

De su familia.

"Ojalá Leonor siguiera conmigo." Pensó mientras paseaba la vista por cada saco viejo de verdura en el suelo.

 

Con total atención el Rey escucho casa palabra de Shawn, no dijo ni una sala palabra para interrumpirlo y solo fijo su mirada seria en él hasta que termino de hablar.

Por algunos segundos, tal vez un par de minutos, el rey se quedó en silencio, analizando todo lo que acababa de escuchar para luego al fin ponerse de pie y acercarse al hombre en esa cama.

—Debo pedirle un favor señor Valentine...— Miro fijamente al hombre y se sentó a un lado de él —...No vuelva a hablar de esto con nadie, que no sea conmigo— Puso una mano sobre el hombro del erudito y su semblante, aunque serio, era calmado —Recupérese cuanto antes, y volveremos a hablar, mientras tanto si vuelve a soñar algo por favor no dude en mandar a llamarme— El rey se permitió sonreí para el hombre y se alejo de la misma forma que llego.

En cuanto el Rey salió de la habitación, las mujeres de antes volvieron a entrar y atender al hombre. Con cuidado le dieron un poco de agua mezclada con hierbas medicinales que no tardarían en hacerlo dormir de nuevo.

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—Deja de llorar niña— Un hombre robusto y de apariencia sucia, se puso frente a Mitchell mientras lo miraba de forma extraña —Creí que me traerían un cerdo para destazar — Golpeo con el pie el cuerpo del chico y luego le lanzo un saco lleno de cebollas medio podridas —Límpialas— Se dio la media vuelta y dejo al chico de nuevo solo

 

¿Que había pasado? ni idea, recuerdo haber bajado al mercado, más no había pasado absolutamente nada a raíz de entonces.

— Bajé al mercado y regresé, no creo que sea menester ahondar más al respecto y, aborrezco reiterar lo obvio. Ignoro lo acaecido, si gustas explicarlo adelante Anna

 

—...Pero hermano...— Anna miro al joven sin poder creer lo que escuchaba, era casi imposible que no supiera lo que sucedió, o al menos que no estuviera al tanto del alboroto de esa noche. Intento acercarse a él y explicarle todo, cuando la puerta de la habitación se abrió y el Rey entro con paso firme y clavando la mirada en su primogénito.



—Ve a tu habitación Anna— Sin apartar la mirada de su hijo, el rey se dirigió a la princesa, que aunque tenía la intensión de desobedecer y decir algo más, una de sus damas de compañía jalo suavemente hacia un lado para luego salir de la habitación en silencio.

—¿Te haces llamar un príncipe mientras estas encerrado en la comodidad de tu habitación?— Con una mirada severa, el hombre se acerco al joven y lo tomo por el brazo —Compórtate como un verdadero heredero de este reino— En los ojos del rey podía verse la rabia contenida —Ve y ayuda a tu gente— Con algo de brusquedad empujo al príncipe hacia la puerta y ordeno a un par de soldados que lo escoltarán hacia la ciudad.

—Que trabaje como cualquier soldado más— Ante la orden, los soldados guiaron al joven hacia la ciudad sin siquiera darle oportunidad de objetar la orden de su padre.

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El camino al mercado que solo la mañana anterior fue tranquilo, esta vez estaba lleno de caos y muerte. La sangre cubría las calles, al igual que los muertos que cuidadosamente eran acomodados en un lado para esperar sus familiares los reconocieran... si era posible.

Contenido oculto

madarauchiha, Amedas debe elegir ....

a) No puedes con tanta sangre y muerte, corres hacia un lugar menos escalofriante
b) Te unes a los soldados y comienzas a reunir a todos los muertos
c) Pides otra tarea, la que sea menos eso...

 

Todo eso podía significar que el Rey confiaba en su palabra, lo cual lleno el cuerpo de Shawn de gran orgullo y se sintió como pavorreal. Orgulloso de ser así de importante como para que el Rey en persona en verdad fuese a escucharle hablar, incluso si estos parecían disparates.

Aún así, siempre estaba la opción de que le tuviese lástima.

Suspiro y se dejó hacer por los médicos y enfermeras, poco a poco fue quedándose dormido. Estaba agotado, adolorido y, claramente, aún nervioso por haber estado ante su majestad hacia poco.

Le habían llamado niña. Hacía tanto que nadie le decía de esa forma, tan despectiva y cruel. La poca tranquilidad que había sentido se había esfumado a la par que intentaba que esas cebollas no cayeran todas al suelo, pero fue inútil.

Las vio con asco. ¿En verdad comerían algo así? Olían mal, se miraban mal. Incluso una que otra tenía hongo. Sintió las náuseas recorrer su cuerpo.

Se sentó de nuevo en el suelo, quitándose el saco y arremangado su camisa; comenzó a quitar las capas feas una por una, las hongueadas las dejo a parte, buscaría un cuchillo o algo para evitar tocar las bacterias lo menos posible.

Miro sala puerta, esperando a ver la cabellera rubia de Leonor venir a su rescate.

 

>>> Sueño Shawn <<<

Tirado sobre el bosque, en medio de un charco de agua sucia, el cuerpo de un hombre de cabellera roja estaba inconsciente. Sus ropas parecían viejas y estaban rotas, pero su apariencia no cuadraba con su vestimenta, su piel parecía delicada y sus manos no eran las de un obrero y campesino normal.

A diferencia de antes, todo parecía en silencio, el bosque estaba en completa calma, y el sol apenas se distinguía en el cielo, era raro, no se podía saber si aún era de día o estaba por anochecer, ya que todo se veía extrañamente oscuro aunque el sol se distinguiera entre los árboles.

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Contenido oculto

Temarii Juuzou

a) Te acercas al hombre para ver si esta bien.
b) Lo dejas donde esta e intentas alejarte

—Apúrate niña...— El mismo hombre de antes llego hasta el joven y grito molesto al mismo tiempo que le lanzaba algunas papas —Pela y corta esas papas, y tráelas junto con las cebollas— Dedico una mirada de desprecio al joven y se alejo maldiciendo entre dientes de nuevo.

Contenido oculto

Puedes elegir:

a)Intentar huir y salir corriendo de ese lugar, lo que sea es mejor que ese tipo sucio
b)Obedecer en silencio, y hacer lo que te dice

 

La pequeña miraba de vez en cuando a Leonor sin atreverse a acercase o decir algo... Pronto anochecería y toda la tripulación parecía comenzar a sentir hambre.

El viejo cocinero no tardo en salir de la cocina con una gran olla de comida, que aunque no parecía muy apetecible al menos calmaría el hambre. Se dedico a repartir la comida entre todos y cuando llego a Leonor la miró de forma severa.

—Esa niña que me dejaron cuidar no sirve para nada...— Le entrego el plato de comida y se alejó maldiciendo entre dientes para terminar su trabajo.

Contenido oculto

a) Ir a ver a Mitchell a la cocina y sacarlo de ese lugar
b) Quedarse quieta al menos hasta llegar al bosque.

 

Contenido oculto: Necesito música pa relajarme

Y PA SER CURSI


No leí la letra, pero justo sonó en una playlist que escuché y el corito estaba cute.

Temarii Juuzou vente pa'ca

Genial, encontré al señor de la peor manera posible, quejándose, y no había que ser adivino para saber de quién hablaba. Me acerqué a él y mi mirada era severa, mi tono fue de clara agresión, pero me las ingenié para mantenerlo monocorde y autoritario, lo que sí no pude evitar fue tensar las manos con fuerza en un puño duro.

—¿No sirve para nada o es ciego para no ver las capacidades de cada persona? —fui clara con mi idea, ¿Era un regaño? Podía tomarlo así o como mero insulto, seguí hablando firme—, no se encargará de nadie que no se vea capaz de encargarse. Ya hace suficiente por la tripulación, aquella "Niñita" quedará al cuidado de otra persona, persona bajo mi elección y criterio. Si tiene replicas, termine de servir y encuéntreme después.

Sí la gente estaba de acuerdo conmigo o no, por más que sí me importaran las opiniones que tuvieran, no dejaría que vieran ninguna de mis dudas y tampoco podía permitirme vacilar. Era mi primera vez al cargo total, pero siempre estuve por debajo de alguien, diversas personas, y comprendía quienes imponían respeto y a con quienes te revelabas.

>>Siga con su trabajo —concluí con un tono menos fuerte, algo suavizado, pero igual de duro... Entré a la cocina, miré a todos con bastante seriedad y dureza—. La comida está servida, vayan ahora, porque luego no les dejaré tiempo para distracciones —comenté con calma, pero sin perder la seriedad. Esperé a que todos se fueran, al último le dije con un tono acorde a un intercambio cercano—, yo iré pronto...

Y cerré la puerta de la cocina, esperé unos segundos para escuchar que, efectivamente, se habían ido y luego me dirigí hacia Mitchell... Caminé lento, me arrodillé frente a él. Lo miré con severidad, cerré los ojos, inhalé hondo, exhalé pesado... Una sonrisa apareció en mis labios, luego se tiñó con tristeza, cuando los volví a abrir estaba otra vez seria, pero mi voz salió casi que murmurante, algo fría, pero comprensiva. Mi mano le quitó los cabellos del frente y sin querer acaricié su mejilla.

—Se que no es sencillo, pero...— Y aunque quise sonreír, solo fruncí el ceño con suma preocupación—, necesito que te esfuerces. Mucho más de lo que ya lo haces.

 

La llegada de mi padre me resultó inesperada más su brusquedad más que esperable, me mandó trabajar junto a un soldado más... ¿Rebajarme al nivel de la plebe? si con ello puedo ser un mejor rey, lo haría, que remedio, contrariar a mi progenitor significaba en gran medida poner en jaque mi puesto como heredero.

— Como guste, padre—. Dije sin inmutarme por su brusquedad.— Vámonos

b) Te unes a los soldados y comienzas a reunir a todos los muertos