Reino de Ogunros...

A esas alturas las palabras del chico ya no me conmovían, ni siquiera me enojaban, empecé a observar con atención cada reacción pequeña que tuviera y a cuestionarme algunas cosas, como también a responderme otras. Estaba cagado hasta los pies, ¿No? Mi rostro no se inmutó al respecto, pero tampoco quería darle un paro cardiaco o algo. Eso sí, puede que su actitud estuviera dándome algo de la rabia, puede ser por venir de una familia muy esforzada donde no había mucho espacio para réplicas o sentimentalismos, papá y mis hermanos daban su carne en las batallas, mamá mantenía su fortaleza a pesar de su gran y conmovedor corazón, porque tenía que estar ahí para cada uno de nosotros, porque los días a veces eran difíciles, porque al parecer solo podíamos confiar en ella cuando de sentimientos se trataba. Y fue tan duro perderla.

La quería, y no conseguimos salvarla de aquella enfermedad repentina. La quería, y ahora era la única que quedaba en pie de ese acogedor hogar. Mi mirada se aseveró, le tomé el mentón con fuerza y mis ojos se clavaron cerca de los suyos, pero sin la cercanía suficiente para que se distorsionara su rostro, quería verlo con claridad.

—¿Y quién dijo que tenías que rogar?— Fui firme como mi mano sobre su mentón y seria como mi mirada sobre él, pero pronto solté un "Je" cuando la sonrisa casi socarrona cubrió mis labios, aunque la seriedad no demoró en volver—. No tienes nada que rogar, porque te las entregaré sea cómo sea.

Tras eso me separé bastante sin soltar la cuerda, pero si solté su mentón con brusquedad.

>>Tampoco te quiero muerto, así que empiezas a cambiar tu actitud o las cosas solo se te harán peor—. Luego de eso sí suspiré al punto de cerrar lo ojos, estaba cansada de lidiar con tanta responsabilidad, para qué negarlo. Era más fácil ser un soldado más...

Pero ahí solo aplicabas justicia ajena, y yo quiera conseguir la propia.

Para mí familia, porque lo merecían.

Me gané a su lado de nuevo respaldada contra el árbol, di otro suspiro cabizbaja.

>>Créeme cuando te digo que no es fácil, enfrentar el miedo, enfrentar la adversidad. Comportarte con fuerza...— Mi propia voz seria y casi murmurante había agarrado fuerza, pero lo siguiente fue como un suspiro—, cuando lo único que quieres es derrumbarte...

Sin pensarlo busqué una de sus manos atadas y enlacé uno de mis dedos con ella, en silencio, con la seriedad aún en mi mirada, no tenía necesidad de verle.

>>Pero lo conseguimos— Busqué su mirada, había determinación en cada uno de mis gestos—, conseguimos salir adelante, porque mientras no estemos muertos es una victoria tras otra, con sus caídas...

Y busqué la luna en el cielo, la nostalgia se coló en mis ojos.

>>Pero cualquier animal se cae.

Luego me permití una sonrisa, una risa que me deshizo de la tensión a la cual acostumbraba últimamente, pero no por ello me agradaba. Busqué sus ojos otra vez con una expresión más alegre.

—Para mi eres genial —sinceré, luego busqué la luna otra vez y por primera vez, creo, él podría notar el pudor en mis cejas aún con la sonrisa en mis labios—, en verdad me a costado traerte hasta acá... porque entre todos—. Miré el suelo, la sonrisa se deshizo y solo miré aquella tierra con algo que se asemejaba al desinterés, mi voz perdió emoción volviéndose incluso plana—, tú no merecías estar acá.

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Leonor be like: No más no te callo la boca de una cachetada, porque no me gusta pegarle a las damas
(?????)

Ni te cuento lo que chillé con tu post, temarii

 

La luz de la Luna le dio el contraste más hermoso al perfil de Leonor que alguna vez Mitchell hubiese visto en alguien. Se sonrojo y sintió que estaba siendo muy mal educado por mirarla de esa forma tan fija... pero era casi imposible apartar la mirada. Hasta ese momento no se había percatado de la nariz tan perfecta que tenía y las pocas pecas que adoraban esta, las largas pestañas y ese color de ojos tan precioso.

Entonces desvío la mirada al darse cuenta de todo lo que estaba pasando, tanto en su mente como en su entorno.

La chica estaba siendo amable, pero no dejaba ser una rebelde, el enemigo de su reino. Muy poco podía importarle el rey y su familia al igual que los demás nobles, pero si que le importaba la gente del pueblo y sus hermanas, inocentes que terminarían siendo lastimados si comenzaban una guerrilla y no podría hacer nada para evitar tantas muertes de inocentes que eso conllevaría. Frunció el ceño y sintió que su corazón se apachurraba de una forma incómoda en su pecho.

"Para mi eres genial, tu no debes estar acá".

No era momento de admirar la belleza de aquella mujer ni de imaginar que sí que podían ser amigos, que ella tenía buenas intenciones. No la conocía, podía ser sincera pero también podría estar fingiendo para ganar su confianza. Se alejó un poco de la chica y miró hacía el lado contrario, sabía que era ahora responsabilidad de ella, Leonor tenía su vida entre sus manos en ese lugar lleno de extraños, y eso le molestaba aún más. Porque la idea no le desagradaba del todo y le hacía sentirse seguro y eso era peligroso.

— ¿Podrías dejarme solo? Quiero descansar un poco mis ojos, no se que nos espera mañana y estoy cansado. Si tienes que atarme en medio del bosque, hazlo, pero déjame solo.

No fue grosero, pero tampoco uso ese tono amable con el que suele hablar, con el que hacia poco le había estado hablando.

Y, pese a que la idea de quedarse en medio del bosque solo, le parecía la cosa más aterradora del mundo, le aterraba más caer en las amables palabras de Leonor y que esta se ganase su confianza.

 

Algo dolía con todo esto, Mitchell se alejaba cada vez más con una voz apática, se estaba cerrando en si mismo y yo no podía quejarme por más que lo quisiera, porque era la reacción más natural, aunque de todas formas mis ojos recibieron sus palabras con una mirada preocupada que incluso reflejaba aquel pequeño dolor que tenía que cargar por dentro. Bajé la cabeza con el ceño aún más culpable, terminé por exhalar abatida y hice lo que me pidió sin rechistar, lo amarré bien atado al árbol y me marché sin mediar palabra, tensa...

Regresé en unos veinte minutos.

—¿Cómo prefieres que te llame? —pregunté antes que nada, luego me dirigí a él, estaba cerca, y saqué de entre mis ropas una porción de pan, di un suspiro—. No es la gran cosa, pero esto con una lámina de carne es lo único que tenemos—. Busqué su mirada y sonreí mezclando gracia, ternura y madurez—, puedo darte de comer—. Luego mis cejas se fruncieron con preocupación—, ¿Cómo están tus muñecas, quieres que cambie la posición de las cuerdas?

Y, claro, nunca debía por qué enterarsen de que esa porción de comida era la que me pertenecía a mí, porque ningún mayor estaba dispuesto a darle la más mínima comodidad.

 

En cuanto Leonor se fue, Mitchell se sintió inseguro y temeroso. La chica le había dejado bastante espacio entre el árbol y la cuerda, así que termino recostándose con su espalda contra el árbol. No durmió, pero descanso sus ojos y pensó en las palabras que una comerciante alguna vez le había dicho: nosotros dormimos mucho para olvidarnos del hambre.

En ese momento aquello le rompió el corazón y había abierto una cocina comunitaria, donde él mismo entregaba los alimentos para preparar comida que se repartiría a quienes lo necesitaran. Pero ahora lo entendía, lo mejor que podría hacer era dormir.

Pero cuando sintió que el sueño llegaba, la voz de Leonor le hizo saltar de su asiento.

—E-están bien, gracias.

Mitchell tomo el pan con desconfianza y lo miró. Se sentía duro , probablemente llevaba varias horas o quizá algunos días, pero no era momento de ponerse quisquilloso.

—Gracias... pero yo no suelo comer carne.

Confesó con un poco de pena. Muchas veces le miraban mal o se burlaban de él, pero desde muy pequeño había aprendido a apreciar la naturaleza y ver como en sus granjas asesinaban a los animales que consideraba mascotas, le dolía. Así que, si podía evitar comer carne, lo hacía.

—Supongo que me puedes llamar como quieras. Mitchell, Sanz... mi segundo nombre es Gabrielle pero nadie lo usa.

Dijo con toda la indiferencia del mundo, evitando mirarla. Fijo su mirada en el pan que tenía en su mano y lo sucia que esta estaba: tierra y sangre seca, si comía ese pan tocado son la suciedad de sus manos seguro enfermaría, siempre fue muy débil con referencia a la comida.

 

Me dio algo se lastima despertar al pobre, para qué mentirnos, debía estar agotadisimo. Con todo y desgracias me mostró su gratitud incluso en las cosa más pequeñas, que me recordara a cada instante lo mucho que atesoraba todo solo me convencía de lo terrible que debía estar siendo yo para tener a una pobre criatura como él atada y reducida a poco menos que un anima enjaulado.

—Oh, bueno, mejor para mí —dije con simpleza a lo de que no comía carne, le quité aquel pedazo a su pan y me lo comí yo como si nada, en verdad mi cuerpo lo agradeció, lamí mis labios con la lengua si siquiera reparar en que Mitchell me veía o no y luego limpié Mujica con el antebrazo.

—Gabrielle —repliqué con seriedad cuando mencionó su segundo nombre, desvié la mirada a cualquier lado, calma—, es un bonito nombre —concluí, luego fruncí el ceño para enfrentarle por dejar la porción olvidada— Comete eso, que si tenemos que correr y si andas escaso de energías no siempre podré cargarte—, coloqué las manicas al costado de mis caderas y todo.

Sosteniendo con firmeza su rostro por primer vez durante la noche me permití admirarle más, aquel rostro con largas pestañas, piel clara, pelo con ligeras ondas y una expresión que, sentía, podía conmover a cualquiera... O simplemente yo tenía el corazón muy grande para esto. Como fuera, la pregunta dominó mis ojos y yo expresé lo que quería saber,.extrañada.

—¿Cuantos años tienes, Mitchell?

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el último párrafo a penas y lo escribí, porque me caigo de sueño y dejaba de procesar.Ksllslss QUE LES VAYA GENIAL.

 

— ¿Segura de que me permitirán huir? ¿No voy a ser la carnada?

Dijo un poco de mala gana, no porque estuviera molesto con Leonor, más bien porque se sentía molesto con la situación. Consigo mismo, sobre todo, porque oportunidades de huir tuvo muchas y prefirió hacerse el héroe, ser amable y ayudar a aquella desconocida.

—Tengo 20.

En unos dos meses cumpliría 21, pero eso era algo que a aquella chica debía importante poco. Tampoco era relevante, quizá para ese entonces, ojala no, Mitchell sería aún un prisionero y dudaba mucho que Leonor le felicitara. O quizá estaría muerto.

Termino por comerse el pan con un poco de miedo y dificultad. Jamás pensó que sería un a persona tan mimada, pero con tan solo unas horas huyendo por salvar su vida, se dio cuenta que si que lo era.

Extrañaba sus comodidades.

 

Sentí su mal humor, pero no me lo contagió, aunque la mirada seria frunció un poco más su ceño. Exhalé pesado por la nariz cerrando los ojos, para luego seguir contestando mirando los suyos.

—No puedo hablar por otros, Mitchell...— Mis ojos sin vacilar seguían sosteniendo los suyos—, pero no dejaré que hagan nada que te ponga en un peligro que no puedas afrontar...

Miré al frente, seria, reposando las manos sobre mis piernas, siempre con la soga bien aferrada.

>>Tampoco creo que puedas huir...— Lo miré—, pero siempre puedes ganarte tu escapada...— Miré al frente otra vez, seria—, convencerles de que no eres una amenaza y de que, incluso para ellos, eres más útil en tu reino que en este lugar.

Volví a colocarme frente a él, pero con más distancia, sin invadir su espacio personal. Me veía seria aún, una mano sobre la cadera y la otra aferrada a la soga que me enlazaba a él.

>>No será fácil, aunque creo que va siendo hora de que entiendas la importancia de ganarse las cosas. ¿Quieres estar vivo? No te preocupes, yo me encargaré de eso— Me apunté a mi misma con el pulgar, luego posé mi índice sobre su pecho y con eso sí me acerqué otro poco, pero ni de cerca a la vez anterior—, pero solo tú podrás encargarte de sentir que tus esfuerzos en verdad consiguen sacarte de cualquier boquete.

Luego hubo algo de calma y me respondió de que tenía 20, lo miré con sorpresa y luego desvié la mirada, ceño fruncido.

—Pensé que eras mayor...— Miré al frente, entrelacé mis manos, calma y destensando un poco el ceño—, yo tengo 19, cumplo a mediados de primavera. Es una estación bonita —comenté lo último con una sonrisa casi nostálgica.

Lo miré con un deje de preocupación cuando terminó de comerse su pan, miré mis manos y juguetee con mis dedos, algo ansiosa.

—¿Vas a querer saber más de mí?— Y aún con la tensión reflejada en el repentino detenimiento de mis manos, apretadas una contra la otra, mi voz salió tranquila, seria, observando el suelo.

Soltaría todo lo que fuera necesario, sin dejar de ser prudente, todo lo que me atreviera a arriesgar... porque quería ganarme su confianza y aquello, se veía, sería un trabajo bastante complejo.

 

—No soy una princesa en apuros, no necesito que me salves.

Deseo sonar lo más grosero posible, pero su voz salió temblorosa y con nervios y sus mejillas se sonrojaron de una forma adorable, no importaba si desviaba la mirada, se notaba su gran rubor y un pequeño puchero formándose en u boca.

Qué estúpido.

Ojala se fuera, no quería estar solo pero le asustaba las ganas enormes que tenía de tener a Leonor a su lado. Así que la dejó hablar y, bueno, claro que quería saber, pero también le asustaba crear lazos sentimentales con ella... se conocía muy bien, era un sentimental que seguro caería en un charco de empatía si Leonor guardaba algún pasado triste. Así que optó por cerras los ojos y recargar su cabeza contra el frondoso tronco a sus espaldas, soltó un suspiro y, sin abrir los ojos, habló.

—Si lo que quieres es hablar... adelante. Como ves, no tengo nada mejor que hacer.

dijo más en un tono cansado que grosero.

 

Esta vez mi ceño si pareció fruncirse con enfado e incluso hice una mueca con la boca que me arrugó la nariz. Que no era una princesa, decía, con esa cara de cachorro acorralado. Si, si, lo que digas.

—Pues entonces demuestralo —fue lo único que solté antes de despegar mi dedo de su pecho, fui algo más dura y decidida que nunca.

Luego me respondió a mi pregunta, no sé qué tan lista estaba para hablar de mi pasado, pero se lo debía. Solté un suspiro que pareció robarme el alma, secundado la voz cansada de Mitchell.

—Tengo...— Bueno, tenía— cosas, que guardo, que algunos saben, otros no —iba comentando con calma—. Mis hermanos y padres eran conocidos, mamá pasaba en casa y quedaba en segundo plano— El recuerdo me brindó una sonrisa que reflejaba mi cariño por ella—, la querían mucho y con razón, era una gran vecina que daba todo por quienes quería...— Volví a la seriedad—, papá y mis hermanos dejaban su carne en el campo de batalla...— Miré el suelo, el dolor se me coló en el gesto pero ninguna emoción alteró mi voz—, los admiraba tanto...— Sonreí ladina—, eran tan geniales...

Otra vez seriedad, un suspiro, cerré los ojos.

>>Pero tener tal orgullo no es cosa que pueda hacer cualquiera—. Otra vez mi vista seria clavada en los árboles que tenía en frente—, cada día había que esforzarse, había que dar todo de sí, había que seguir adelante por más discusiones, por más fallos, por más mierda que hubiera— Había arrugado la nariz otra vez, porque mis labios se tensaron casi que mostrando mis dientes como un perro rabioso. Los cerré, me calmé, pero el ceño duro se mantuvo—, quería ser como ellos...— Miré mis pies, mis manos entrelazadas con suavidad, la cuerda ya ni siquiera me molestaba en apretarla—, supongo que lo logré.

Y había más rastro que una voz convencida, sin ira, sin alegría, ni tristeza, tampoco decepción.

Solo resignación.

 

Y si que sintió empatía. Malditasea. Y todo porque parecía sentirse tan sola como él solía hacerlo. Al menos ella siguió el camino de sus padres por mero gusto y no por obligación como él. Abrió los ojos y se atrevió a mirarla, quiso por un pequeño momento, consolarla y decirle que lo estaba haciendo bien, pero él realmente no sabía si lo hacia bien o no.

No la conocía.

—Eres fuerte y ahora lideras una rebelión... seguro estarían orgullosos de saber que atacarás el reino de Ogunros...

Dijo con total ignorancia, suponiendo que la chica era una extranjera enemiga de su reino natal. Luego volvió a una expresión neutra y cansada, mirando a lo lejos. La oscuridad de la noche le hizo sentirse somnoliento.

Pero le asustaba dormir con tantos desconocidos.

—No deberías contarme estas cosas. No somos amigos, solo soy un rehén...

 

Contenido oculto: Eight

Gracias por tanto Pau, porque ella me enseñó Sleeping at last (?)

Tus padres estarían orgullosos, dijo, y una emoción me azotó desde dentro, me apretó la garganta y mi gesto se arrugó como el de un bebé.

Estarían orgullosos de que atacara el reino de Ogunros... mi reino... mi casa.

¿Cómo lo sabría cuando las tumbas no contaban nada más que viejas historias que algunos incluso olvidaban?

Nunca supe que diría que no debía contarle esas cosas, incluso porque podía ser peligroso para mí, pero dejé salir todo antes que él me contara eso.

—Eran de Ogunros —sonó tocada, no se quebró, pero la emoción era clara y mis mejillas se tiñeron de rojo mientras una gotas saladas empezaban a cubrirlas. Solté la cuerda, me tapé el rostro, aún con la voz afectada conseguí seguir hablando con claridad, solo que la angustia ahora era también transparente—, era de Ogunros... ¿Cómo podrías estar orgulloso sabiendo que has traicionado a tu tierra?

Y lloré, sollocé con esa fuerza que también me trasmitía rabia, me quebré y la verdad poco me importaba, porque sentía que ese chico tampoco... tenía malas intenciones. De todas formas pronto inhalé hondo, exhalé pesado, limpié mis ojos hinchados e intenté no pensar algunas cosas para conseguir de regreso la firmeza.

Aquella firmeza que, en muchas ocasiones, parecía un regalo. Algo que no tenía, pero conseguía.

 

Se sintió estúpido. Jamás imagino que aquello pudiese afectarle tanto a Leonor... hasta que escucho quien era. No era una extraña de otro pueblo, era una desconocida de su mismo reino. Se acerco a la chica y la intento abrazar, de una forma un tanto torpe debido a sus manos atadas, pero, con toda la delicadeza posible, intentó consolarla.

—Discúlpame yo no tenía ni idea.

Se intentó alejar, pero habían quedado demasiado cerca, así que solo pudo sonrojarse y desviar la mirada, aún así, la sentía tan cerca que no pudo evitar sentir que estaba siendo muy evasivo con la rubia. Carraspeo un poco.

—P-podrías... ¿Podrías ayudarme...?

En cuanto ambos estuvieron a una distancia prudente, Mitchell se alejó un poco más. Trato de tranquilizar su corazón que palpitó con mucha emoción y se abrazó a si mismo para tratar de evitar frío.

—No tenía ni idea, realmente lo siento. No quise aer más molestia de lo que ya debo ser.

 

—Leonor...— La niña que antes la había recibido a ella y al otro chico, llamo a la rubia a una distancia prudente sin acercarse mucho a ellos. —...Partiremos al bosque ahora— Con algo de miedo miro al chico y de inmediato regreso su mirada a la mujer —¿Erick no regresará? — Aunque ya le habían dicho la respuesta, de nuevo preguntaba.

Un movimiento algo significativo de algunos rebeldes se dejó ver antes de que el grupo se dispersara y cada uno tomara caminos distintos, pero al mismo destino.

Contenido oculto

Mori última oportunidad de atar a Mitchell...

Temarii Juuzou última oportunidad de escapar....

 

>> Sueño de Shawn<<

—Mis pequeños…— Alguien recibía a esas criaturas con una voz dulce mientras ellas solo se dejaban caer al suelo y ese alguien las acariciaba —¿Comieron bien?— Entre gruñidos, parecía que esas cosas respondían a la pregunta y solo lamian sus garras para terminar de devorar la poca sangre y carne que aún llevaban en ellas —Incluso hasta un invitado trajeron— Después de decir eso, una siniestra sonrisa se dejo ver en la oscuridad de la noche, sus filosos dientes tenían rastro de sangre y Shawn incluso pudo ver partes de su ropa colgado de ellos... Era su carne la que esa cosa comia...

>><<<

Agitado, Shawn abrió los ojos y sintió el dolor punzante en su cuerpo de inmediato, pero de la misma forma un par de mujeres se acercaron a él y comenzaron a atenderlo.
Luego de tomar algunas medicinas, el dolor disminuía, pero los recuerdos de esas imágenes permanecían.

Contenido oculto

Temarii Juuzou puedes:

a) Pedir hablar con el rey para contarle todo sobre ese sueño.
b) Callar, pueden tomarte por loco. Mejor preguntar que ha pasado.

 

La habitación del príncipe se había convertido en un caos, luego de haber entrado por su "entrada secreta" Amedas había sido custodiado por un grupo de soldados que sin medir palabra solo llevaron y encerraron en su habitación.
Intento salir, pero todo fue inútil, luego un viento helado había entrado y arrasado con toda la luz de las velas, en la oscuridad gritos de miedo y dolor era lo único que podía escuchar. Estaba encerrado, no sabia lo que pasaba por más que gritara a los guardias que le abrieran y luego de casi toda la noche, un silencio sepulcral se apoderaba del amanecer...




—Hermano...— Abriendo la puerta al fin, Anna entro a la habitación del príncipe y se abrazó de él —¿Estas bien?— Su voz aún sonaba asustada pero luchaba por mantenerse firme.

Contenido oculto

madarauchiha te doy resumen de lo acontecido.... Igual solo de lo que vivió tu personaje, por lo que cualquier duda puedes preguntarla como Amedas xD

1. Luego de irse del mercado entro por una "puerta secreta" al palacio ..... Fin xD
2. Anna es tu hermana menor de 14 años, y ya xD, lo demás lo explique en el post. Igual si no sabes que onda dime y te ayudo ;)

 

Contenido oculto: Warrior

Sentí el cuerpo de Mitchell sobre mi costado, el pobre estaba intentando abrazarme y mi corazón se apretó, miré insegura el suelo, pero no lo aparté. No correspondí el gesto, porque no le tenía esa confianza, pero puede que sí, por ejemplo, se tratara de Erick me habría aferrado a él como la cría que a veces seguía siendo. Esa que veía el mundo como un inmenso lugar, repleto de maravillas, pero también con demasiados peligros. Peligros que afrontaba, a los que nunca les daría mi espalda y, por ende, el miedo estaba por delante, pero nunca comiéndome las espaldas o enfriándome la nuca, puede que siempre por delante, rasgándome el pecho, sacándome toda la fuerza que tenía por dentro.

Esa que me hacía sonreír cada que pisoteaba a mis enemigos, la que me hacía enojar cada que me tenían contra el piso...

La que quería proteger y cuida.
​

La que quería ser alguien. ​

Cuando me preguntó sí podía ayudarle mi ceño se frunció con lástima, desplazando la tristeza, busqué sus ojos y, aunque no lo toqué, mis palabras eran más suaves que nunca. Ahí, en ese preciso instante, podría ver otra cosa más de mí, la que no había presenciado en ese momento, la que se preocupaba por otros y podía ser tan cálida como mamá alguna vez fue conmigo.

—No puedo dejarte escapar, Mitchell— Fruncí aun más angustiada mi ceño, mi voz no volvió a quebrarse, pero seguía tocada por todas las emociones—, ¿Cómo quieres que libere a un rehén?— Mis ojos bajaron a sus manos, las tomé con cuidado, pero las presioné con intensidad—, ya te traje acá, no puedo cambiar lo que ya hice... no quiero, porque podría ganarme la desconfianza de esta gente...— Mis ojos preocupados volvieron a buscar los suyos, ese reflejo verde y dorado, realeza, también campo—, gente que me acogió, Mitchell— Y mi gesto otra vez mi rostro se contorsionó con una lástima intensa—, no son cualquier gente— Y aun con tristeza impregnada en ella mi voz salió firme.

Bajé la mirada, miré nuestras manos y sin pensarlo mi cabeza se apoyó sobre su pecho, cerca de su hombro.

>>Pero tampoco dejaré que te quedes... —musité—, que te quedes para sufrir...— Miré hacia arriba, a sus ojos, mis mejillas sonrojadas, mis parpados hinchados, pero la tensión en mis labios me hizo verle con determinación renovada en mis propios ojos—, porque no quiero eso tampoco...

Mi gesto volvió a vacilar, volví a bajar la mirada, la calma con la que salió mi voz reflejaba la tristeza que expresaban mis cejas.

>>Porque confío... quiero confiar... que podemos lograr algo mucho más grande sí te tengo conmigo...— Volví a buscar esos verdes orbes que tenía, nunca me importó demasiado mi apariencia, pero en ese momento pensé que los suyos eran lindos—, quiero que confíes en ti, Mitchell— La preocupación en mi mirada se mantenía, la presión de nuestras manos también, pero de pronto ladee la cabeza y le brindé una suave sonrisa—, porque en verdad veo un gran tesoro dentro de ti.

Mi sonrisa se amplió, puede que algo melancólica, miré otra vez nuestras manos y escuché sus reales ideas. ¿Qué había sufrido aquel chico para pensar que las cosas preciosas eran una molestia?

—No lo eres —dije suave y calmada, fue entonces que colé un brazo por su lado para apegarlo a mi cuerpo, mi mano libre fue hasta su nuca para incentivarlo a la unión, que me abrazara de vuelta, escondiera su cabeza en mi cuello si quería, no me importaba, tampoco me incomodaba. Mi voz salió algo más seria, firme, pero nunca agresiva ni desapegada—, podrás ser una carga, pero nunca una molestia...— Lo separé de mí tomando su cara entre mis manos, busqué su mirada para brindarle una sonrisa suave, incluso alegre y aun con un poco de verguenza le di un pequeño besito en su frente tras apartar sus cabellos con cuidado, algo en verdad incluso pueril— ¿Quedó claro? —busqué con voz suave saber sí confirmaba lo que creía.

Me alejé entonces, más calmada, tomé la soga y a penas escuché las hojas crujir a la lejanía mi espalda se irguió con rectitud y mi mirada seria cayó sobre el origen del sonido a lo lejos.

Por más que se notara que lloré haría como sí nada hubiera ocurrido, no tenía por qué dar explicaciones.

La miré seria, miré de reojo a Mitchell pensando en cuánto tenía que asustarla cuando a mi me parecía un simple cachorrito y devolví mi mirada a ella, asintiendo a su información. Eso sí, mi rostro se entristeció con angustia, tan solo mi expresión, cuando preguntó sí Erick volvería.

No quería decir que lo creía muerto.

Me acuclillé hasta quedar a su altura, la miré con la preocupación seria, le peiné sus cabellos sin querer invadir demasiado su especio personal y busqué sus ojos, le sonreí suave.

—Por más que se demore, él siempre regresará.

Y esperaba no estar construyendo un castillo de naipes que sí o sí se destruiría para una pequeña que solo buscaba confiar. Pero correría el riesgo, asumiría cualquier consecuencia.

Me levanté y miré otra vez seria a Mitchell, jalé la cuerda haciendo que sus mano se movieran también con repentina fuerza.

—Ya escuchaste, hay que empezar a caminar—. Luego sonreí con suavidad a la pequeña, me acerqué un poco a su rostro tapando con el dorso de mi mano el lado de mi rostro que daba hacia a Mitchell, le guiñé un ojo, confidente, a la pequeña—, te juro que es como un cachorrito —murmuré para nosotras, para luego sonreírle con una calma confiada, las palabras en mi cabeza me ampliaron la sonrisa, lucieron mis dientes y cerré los ojos risueña—, y todas nosotras fieras nocturnas.

Al erguirme le sonreí con maternidad desde arriba, esperando que mis palabras pudieran relajarla un poco y brindarle algo de confianza. Miré el frente, seria otra vez.

—Andando, entonces.

 

Me enfrasqué en la lectura tranquilamente tomando el ejemplar de “Historia de Ognuros” sentándome tranquilamente en la silla más cómoda que mi habitación podía ofrecer, nunca estaba de más repasarla a fin de no perder ningún detalle, como rey debo mantener presente la historia y no repetir errores que hayan sido cometidos. Algunos me tildarán de obsesivo más en mi mente eso no era relevante, el reino era mi futuro y el reinado que en el futuro herderaré planeo que brille en un esplendor perpétuo.



Suspiré dirigiéndome tranquilamente a la silla cuando la puerta se abrió violentamente y Anna entró para abrazarme, algo que me agarró desprevenido, aunque por convencionalismo correspondí, sin muchas ganas, aunque si que vi la preocupación en su rostro.


— Calma ¿Que acaece que te tiene tan turbada?—. Pregunté con calma— Si, estoy bien, no te preocupes.

 

Con la respiración agitada, el sudor empapando su cuerpo entero y la realidad totalmente distorsionada—, Shawn intentó levantarse de su camilla. El dolor punzante del hombro le hizo marearse y volver a caer.

—Por favor... se que es muy osado... pero... necesito hablar... con el Rey...

Dijo en un susurro doloroso. Le dolía el cuerpo, lo sentía pesado y en cualquier momento volvería a desmayarse. Lo cual le aterro, no quería volver a ese oscuro bosque en sus sueños, no quería escuchar esa voz horrible de nuevo.

Y tenía que decirle al Rey, quizá este podría hablarlo con esos sabios de la magia que siempre estaban estudiante en la parte más oscura de la biblioteca real o a esos brujos ocultos en el pueblo, porque no era normal lo que había soñado, no en una persona tan supersticiosa como él que solo creía en los hechos. Tampoco tenía tanto miedo de quedar como un loco, podría culpar a la medicina que le habían dado y al impacto del momento, y, si bien no podía asegurar ser ni el mejor amigo del rey ni nada por el estilo, sabía que este le tenía apreció debido a la amistad que había tenido con su padre, no por nada vivía dentro del palacio y era el maestro de la mayoría de los nobles importantes en el reino.

—El rey... debe saber...

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Escogí arriesgar más a Shawn y que le quiera contar al rey.

Era claro que no le agrada a esa pequeña niña, lo cual era extraño porque Mitchell estaba super acostumbrado a caerle bien a todo quien lo conociera... pero quizá era porque aún no hablaba con él y era obvio que así no podría saber que tan buen persona era. Estaba siendo muy egocéntrico, tampoco le importaba, por primera vez, lo que los demás pensarán de él o si podía o no ayudar a los que lo necesitarán. No, por primera vez lo único que quería era estar en casa, calientito y con su familia.

Aunque, por alguna extraña razón, imagino a Leonor sentada en la mesa de su hogar.

Se sonrojo ante eso y se mantuvo lo más callado posible, pero intentó seguir el paso de la rubia, lo que menos deseaba era ser una carga y hacer que los demás se molestaran con ella por su culpa.

—No quiero sonar como una persona quejosa... pero llevo corriendo por mi vida desde la tarde y no tengo tanta energía como me gustaría ¿Iremos muy lejos?

Y lo único que recibió fue la mirada molesta de la niña, una mirada que no solo lo hizo sentir débil, lo hizo sentir patético, porque ella era más chica y parecía poder con todo eso mucho mejor que él. Y eso que habían comido casi lo mismo, un pan duro... bueno, seguro ella comió carne. Pero igual era muy poco alimento. Miró a Leonor, tenía muchas ganas de beber algo, pero también miedo de hablar.

Al final de todo, era un rehén.[/spoiler]

 

Pronto ignoré que hace unos momentos había abierto parte de mi corazón con un desconocido, bueno, algo recordaba sobre él y su familia, pero nunca fuimos cercanos, incluso parecía que él no recordaba a los Edevane. En fin, que la seriedad controló mis acciones y con la pequeña caminábamos en un silencio que no me incomodaba, fue entonces que escuché la voz de Mitchell y lo miré con la atención que, sentía, merecía. Fruncí el ceño, análitca, pero apenas miré otra vez al frente sonreí con una sorna que podía estar impregnada con algo de malicia.

—Je. Cualquier cosa yo te cargo—. Como sí el larguirucho ya no tuviera muchas inseguridades con las cuáles lidiar, poco me importó al momento de hacer el comentario. ¿Qué decir? La disyuntiva en exprimir esa emoción hasta que se le agotara o ser precavida y evitar que se abrumara... tocaría ver cuál me tentaba mejor.

Eso sí, la segunda vez que mi rostro serio cayó sobre él y luego miré al frente ya no tenía rastro de ninguna broma. No era la mejor leyendo a las personas, pero luego estaban chicos como este que eran un libro abierto, eso y que estar entre los rebeldes me había agudizado algunos sentidos que antes ni me importaban.

Y casi le suelto un "Cualquier cosa que pidas", pero recordé que estábamos con la niña y frente a ella él era mi rehén y no yo su sirvienta. Detalles, supongo.

—Sí necesitas algo, pídelo, prefiero un rehén que camina a uno muerto con mal olor.

Indirectamente le ofrecía mis servicios con seriedad y tosquedad, solo esperaba que no se olvidara de la chiquilla que lloró delante suya como una cría si es que se llegaba a mosquear por mi actitud, porque ahí sería yo quien se enojaría puede que hasta el triple.

 

Me aleje un poco de mí y no puede evitar verlo con duda —¿No sabes lo que ha pasado en el reino? — Tras de mí, mis damas de compañia entraron y no disimularon su mezcla de molestia y dudas al ver a mi hermano —¿Donde has estado hermano?—

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El tiempo fluirá un poco más rapido para poder encajar con la trama y no esperar respuestas de los demás participantes. Más adelante el tiempo se acomodará al de los demás.


Fue cuestión de caminar durante todo el día para llegar a la orilla del mar donde debían cruzar para llegar al bosque. El pequeño grupo camino en silencio, solo enfocado en su destino y acatando los deseos y ordenes de Leonor. Hasta llegar al campamento ella era la líder en ausencia de Erick, y al menos por ahora nadie la cuestionaba.

Una vez en la orilla, un pequeño barco los esperaba y todos abordaron al momento. La noche ya había vuelto a caer y seria hasta el siguiente día cuando al fin y tal vez por la tarde todos llegarían su destino.

Ninguno del grupo rebelde se acercó al chico rubio o a la misma Leonor, mantuvieron una distancia de ellos y apenas dedicando un par de miradas de vez en cuando.

—Nadie va a querer que ese chico entre al campamento Leonor...— La pequeña de antes se acercó a la mujer y le dio un poco de fruta que había logrado conseguir —Mejor déjalo ir...El anciano ha estado muy extraño estos días—

Contenido oculto: Ubicación actual de Mitchell y Leonor

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—Por favor no se altere señor...— una de las mujeres que lo cuidaba corrió a él en cuanto despertó y comenzó a alterarse —...El Rey ahora está en el consejo, lo mandaremos llamar si usted lo pide— El propio rey había solicitado ver a ese hombre una vez despertara, cuando lo encontró siendo casi devorado por esa cosa, así que la mujer le indico a otra que fuera de inmediato a informar al Rey mientras ella atendía a ese hombre e intentaba se calmara.
—Sus heridas pueden abrirse señor, por favor cálmese—