Reino de Ogunros...

Tema en 'Reino de Ogunros' iniciado por Hitomi-chan, 17 Enero 2023.

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    Temarii Juuzou

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    Todo fue tan rápido que Mitchell no tuvo tiempo de una buena reacción. Al principio pensó que moriría, que la creatura le atacaría pero eso estaba bien si su sacrificio servía para salvar la vida de los desconocidos que peleaban. Aún así no se sintió que en ningún momento fuese a morir, pero si que sintió la vergüenza de ser tan ligero que aquella rubia podía cargarlo sin esfuerzo alguno.

    Ella no era una chica normal, definitivamente.

    Sentía el aire salir de su estómago mientras la chica corría. Su vientre siendo aplastado contra el cuerpo de aquella mujer y su mirada no podía apartarla de aquel monstruo ensangrentado. Se sintió estúpido de no llevar una espada consigo ¿Qué tal si volvía a aparecer? Y ya era noche, cualquier cosa podría pasar, sobre todo por el rumbo que la rubia estaba tomando. Pero desvió la mirada y sintió el cabello ajeno golpear sus ojos y por un momento sintió que al menos ya no estaba en peligro.

    Al menos eso hasta la amenaza.

    — ¿De qué hablas? ¿Qué me calle? ¿A dónde vamos?

    No importaba que la voz de aquella chica siguiera siendo gentil, lo que importaba era que solo estaba forzando su tono. Pero no sus palabras. Algo no le sabía bien y una extraña sensación le revolvió el estómago. Al final de cuentas, no la conocía ¿Por qué sentirse seguro? Quizá si que debió huir cuando pudo.

    —S-si volvemos, mi casa queda alejada de donde estaba esa creatura, Ahí.. p-podemos curar a tu amigo...

    Pero ya estaban llegando a la salida de Ogunros, su casa ya no estaba cerca y él estaba totalmente desprotegido y en brazos de una extraña.
     
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    Mi rostro se concentró y me enfoqué en correr, había sido un día largo y mis fuerzas empezaban a ceder un poco, pero la adrenalina me mantenía en pie. Tensé los labios ante su respuesta, porque se me encogió el corazón debido a todo lo que recorrió mi mente.

    Los rebeldes, mi padre, la sangre derramada de mis hermanos... Erick..

    Podíamos curar a Erick... pero ya estaba delante de la gran puerta.

    La seriedad en mi mirada se oscureció, el chico que ahora se me sentaba pequeño, casi como un niño, ni siquiera se resistió. Me aliviaba en parte, no quería recurrir a la violencia con él.

    —Tengo...— Mi voz salió firme reflejando mi expresión, decidida a cualquier cosa—. Tengo que hacer algo...

    Y empecé a ver cómo salir de aquí sin tener que soltar al rubio.

    >>Que se muera —dije sin reflejar ninguna emoción, debido a mi seriedad, mientras examinaba la gran puerta y sus alrededores.

    No quería que se muriera, tan solo... quería... cumplir con mis palabras. Era la segunda al mando, sí él no conseguía regresar... yo no podía defraudar a los míos. Suspiré frunciendo más el ceño.

    —Te juro...— Me volví a erguir, siempre con el tipo sobre mi hombro, tras haber examinado lo que quería. Creo que descubrí cómo salir— que tengo mis motivos... para quererte cerca —seguí musitando con ligera seriedad.

    Silencio.

    >>Sin heridas.
     
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    Temarii Juuzou

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    —Y-yo ni siquiera te conozco ¿Por qué me querrías cerca?

    Si bien, su posición en el reino era buena y su fortuna era más que sustanciosa, Mitchell hacía años que no era muy importante para los nobles. Asistía a sus eventos y saludaba a todos pero nunca se quedaba más de lo necesario; había rechazado cada propuesta de matrimonio que le ofrecían y prefería pasar su tiempo con sus hermanas o con los habitantes del pueblo. Su último proyecto era contruir una escuela para que los de más bajos recursos pudiesen aprender y aspirar a algo más, lo cuál hizo que varios nobles le hablasen por mero compromiso sin ocultar la desaprobación en la mirada.

    Mitchell no era nadie. Un noble al que nadie respetaba, al que todos miraban por su cargo o su dinero ¿Para qué lo querría aquella extraña?

    Se quedó en silencio y cerro los ojos. Sentía el frío de la noche golpear su cara & se estremeció. Luego se sintió peso muerto & se avergonzó aún más.

    —Por favor, bajame. No huiré, estamos lejos de mi hogar y... Y lo más probable es que me alcanzarias sin pestañar...

    Dijo en un pequeño susurró. No quería seguir siendo cargado por aquella rubia como si fuese un saco de papas.
     
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    Kaisa Morinachi

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    ¿Por qué lo quería cerca? Sentía que un rehén era beneficioso, aunque algo muy complicado, pero tampoco quería dudar de mis acciones. Aunque fuera alguien de poco valor seguía siendo un noble y nosotros necesitábamos cualquier fuerza que nos viniera bien; Dinero por recompensa, sumisión por amenaza, cualquier cosa que se me fuera ocurriendo. Eso sí, poco me gustaba ser cuestionada. Me pidió por favor que lo dejara bajar y mi brazo se afianzó más a su torso, inmutable, aunque mi ceño se tensó y bufé despacio.

    —Como intentes escapar...— No tendré el valor de seguirte. De todas formas seguía teniendo un corazón, por más pechos que hubieran atravesado mi espalda. Bajé al chico colocándolo delante mío con una facilidad, aunque algo torpe, sorprendente. Mi mirada seria se clavó en la suya y junto a la luz de luna sus verdosos iris me recordaron lo mucho que se parecía. Mi mano firme sobre sus hombros, al igual que me voz al hablarle, que mi mirada al enfrentarlo.

    >>Que le debes tu pellejo a Erick —seriedad, miré la puerta tras de él y le agarré la muñeca con firmeza, procurando no usar demasiada, existían chances de lastimarle u, reitero, no quería eso—, así que lo mínimo que puedes hacer es acompañarme.

    Ignoremos por completo que él me salvó a mí cuando desató mis manos... Que gracioso, parece que el destino si podía ser caprichoso.
     
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    Hitomi-chan

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    La criatura siguió al erudito hasta su "escondite" tomándolo por una pierna y jalándolo hacia ella, esta vez no solo había rasgado la piel del hombre, sino que dio una gran mordida sobe el hombro de Shawn desgarrando su carne y comiéndola en el acto. Poco le importaban los gritos del erudito y sus vagos intentos por resistirse, estaba tan concentrada en él que jamás sintió como un hombre llegaba tras ella y con un solo movimiento de su espada cortaba su cintura partiéndola en dos y haciendo que al fin liberara a su presa.

    rey ronald.png


    Llévenlo dentro— La figura del rey Ronald apareció frente a Shawn mientras le ordenaba a sus soldados lo rescataran. Sin decir más palabras y con la ayuda de otro soldado, la espada del rey fue cubierta con grasa e incendiada al momento, para luego ser clavada de nuevo en la criatura, solo que esta vez directamente en su cráneo separando su cabeza del resto del cuerpo y provocando un grito aún más siniestro y desgarrador de esa cosa.
    Vayan a ayudar a los demás— Con voz de mando lanzo la orden al mismo tiempo que prendía fuego a la criatura que solo se retorcía en el suelo hasta que en un momento dejo de moverse por completo


    Consiente, Shawn fue llevado hasta el interior del palacio donde de inmediato fue colocado en una de las habitaciones y atendido por uno de los médicos reales, no podía ver mucho del exterior, pero por las grandes ventanas de esa habitación, podía ver como el fuego se alzaba entre la oscuridad de la noche, pero parecía que nadie temía quemarse, o tal vez le temían más a esa criatura que lo había atacado que al fuego.










    Ackerley.png ang.png raissa.png rioncell.png


    Apenas con fuerzas, Rioncelle se puso de pie después del ataque de esa cosa, sentía como su boca tenía el sabor a sangre que ya antes había experimentado, pero no podía detenerse, esa criatura estaba a punto de matar a uno de sus soldados y justo cuando intentaba ir de nuevo hacia ellos con otro ataque, una mujer apareció gritando:

    "-¡Sus armas no les harán nada! ¡Hagan lo que les digo y pongan a incendiar la plaza! ¡¡No se cuestionen nada, háganlo!!- "

    Por su vestimenta, Rioncelle supo de inmediato que no era nadie del reino, debía ser una extranjera de paso, pero al verla comenzar incendiar cada cosa que tenía enfrente seguida por otra chica rubia que se le unía pensó en que tal vez era mejor morir quemada que devorada por esa cosa. Pero al comenzar a quemarse una vieja carreta llena de pastura, Rioncelle pudo ver como la criatura gruñía de una forma que no lo había hecho antes, y pudo ver en esa cosa miedo tan fácil de distinguir cuando se es un soldado en el campo de batalla.
    Sin dudarlo, tomo un trozo de manera que la mujer de antes traía en la mano para quemarlo todo y lo lanzo hacia la criatura acertando en el rostro de esta y aunque no le causo más daño que un simple golpe, logro que soltara por fin a Ackerley de sus garras y lanzando un gruñido feroz se lanzo de inmediato sobre Riocelle golpeándola y presionándola contra el suelo con una de sus garras mientras intentaba arrancar la carne de su cuerpo.

    Antes de que la criatura pudiera lograr su objetivo, una fecha prendida en fuego golpeo la espalda de esa cosa e hizo que un grito de dolor saliera de ella mientras dejaba a su presa tirada en el suelo y comenzaba a correr.

    Soldados con fechas encendidas habían llegado y atacaban a las criaturas que encontraban, lo que antes eran gruñidos, ahora se volvían gritos de dolor por parte de esas cosas, que sin detenerse ante nada corrían desesperadas a la salida de aquel reino, sin importar que las puertas estuvieran cerradas, las criaturas golpearon las puertas y destrozaron parte de aquella madera logrando salir por apenas un hueco dejando tras ellas parte de su carne podrida y ahora quemada.


    Ackerley, aunque golpeado, tenía la fuerza suficiente para acercarse a su general y encontrarla inconsciente y cubierta de sangre, una fuerte herida en la frente de la mujer hacía que su rostro se tornara rojo, además de algunos moretones en su cuerpo eran evidencia de que no estaba bien.

    Llamando a algunos de los soldados que recién habían llegado, Ackerley pidió ayudaran a Rioncelle mientras él miraba como dos mujeres extrañas parecían quererlo quemar todo sin que ellas parecieran estar heridas.

    —¡Arréstenlas! — Antes de que esa cosa atacara, ellos buscaban a los rebeldes que causaban caos en el reino, y esas dos era claro no eran de Ogunros, tal vez eran las culpables de todo aquello.

    Sin demora, ambas mujeres fueron sometidas por algunos soldados, atadas de manos y puestas en custodia ahora del reino.

    quem puedes acercarte e interrogar a las mujeres o llevarlas directamente a las mazmorras e ir a investigar como están los demás.

    Gigavehl Bruno TDF ahora son prisioneros del reino, hasta que no se demuestre lo contrario, son los rebeldes causantes de todo xD. Pueden intentar defenderse ante Ackerley o esperar ser llevados a las mazmorras y aclararlo todo después.









    erik.png brishen.png

    Erick apenas y logro escuchar algo de que lo que dijo aquel chico, las fuerzas terminaron por abandonarlo y sus ojos poco a poco se cerraron hasta que quedó inconsciente.

    La criatura apenas sacudió un poco su cabeza antes de correr tras esos hombres, pero deteniéndose en cuanto una fecha con fuego golpeo su pecho haciéndola gritar de dolor para de inmediato arrancar aquella cosa de su cuerpo y darse la media vuelta dispuesta a huir.

    En su camino hacia la salida de aquel reino, la criatura se encontró con otras más y juntas se dedicaron a destrozar la vieja madera de la puerta para abrir un hueco y huir por el. una vez fuera, las criaturas se perdieron entre la oscuridad de la noche dejando solo lamentos desgarradores tras ellas.

    Brishen corrió sin mirar atrás hasta llegar a su taller, por fortuna parecía que ninguna de esas cosas había entrado, todo parecía tal y como él lo dejo, solo en el camino pudo encontrar los cuerpos de algunos de sus vecinos, haciendo que en cuanto entrara al taller dejara el cuerpo de Erick en su suelo y cerrara tras ellos la puerta para que nada ni nadie pudiera entrar a ese lugar.

    Ahora Brishen tenía el cuerpo de un hombre que apenas conocía en su taller, y por sus heridas, talvez tendría un cadáver pronto.

    Mori ahora puedes decidir si Brishen cuida solo a Erick, sin decirle a nadie o pedir ayuda a su hermano ;)


    michell.png leonor.png

    En medio de su carrera, Leonor había visto de reojo como esa cosa no iba tras ellos lo que le permitió relajarse un poco y hasta discutir con el chico que llevaba con ella.

    De un momento a otro, la mujer pudo ver como hacia ellos esta vez no solo iba una criatura, sino que más de una corrían de forma desesperada hacia ellos. Tomando al joven rubio del brazo, la jalo hacia un lado dispuesta a correr de nuevo, pero deteniéndose al ver como aquellas cosas parecían ignorarlos por completo, y enfocándose a cambio en aquella puerta que destrozaron en cuestión de segundos.

    Una vez que aquellas criaturas salieron, Leonor jalo de nuevo al chico y ambos salieron del reino por el mismo lugar que aquellas cosas, solo que tomando caminos distintos una vez fuera.

    Con tan solo correr un poco, ambos chicos se alejaron del reino lo suficiente para poder ocultarse entre los árboles del camino no muy lejos del reino, pero tampoco cerca de este.

    Temarii Juuzou puedes elegir escapar y correr de nuevo hacia el reino o dejarte secuestrar por Leonor....

    Mori Ahora puedes elegir irte con los rebeldes y dejar a Erick atrás o quedarte cerca y tratar de encontrarte de nuevo con él.


    Si tienen dudas me dicen xD
     
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    Temarii Juuzou

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    El dolor era insoportable, algo que jamás en la vida había experimentado. Sudor, lagrimas y sangre se mezclaban en su rostro junto a ruidos agonizantes. Y no era el único.

    Al menos ya estaba a salvo ¿No?

    Shawn miró su hombro desgarrado, un grupo de personas le habían roto su camisa -esa que tanto amaba y jamás volvería a usar- para tener acceso a su piel lastimada. Desprendía el aroma a Hierro más fuerte que alguna vez hubiese olfateado y le dolía de una forma tan terrible que comenzó a marearse y ver borroso. Desvió la mirada cuando comenzaron a curarle y la piel le empezó a arder: era lo peor que alguna vez hubiese sentido. Dolor, dolor... mejor haber muerto.

    Total, no tenía a nadie quien llorara su pérdida.

    Con ese triste pensamiento miró hacia las llamas que envolvían su reino, el lugar donde nació y creció. ¿Qué le depararía el futuro?


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    La noche parecía no tener fin. Aquellos monstruos tampoco, porque al final no era solo uno, eran tantos que sintió que moriría en ese lugar: lejos de su familia y con una desconocida que le duplicaba o triplicaba en fuerza. Inconscientemente se abrazo a la rubia y se medio oculto como un cobarde detrás de ella, cuando debería ser al revés, pero estaba cansado, fatigado y quería acurrucarse en su cama y no salir de ahí en días.

    —Lo siento... yo no debería ser tan cobarde.

    Mitchell soltó un suspiro y se alejo de la mujer. Le miro con firmeza, ya no podía verla ni con lastima ni con amabilidad, pero tampoco quería hacerlo con miedo. Trato de usar la misma mirada que con sus hermanas menores pero le parecía un poco absurdo. Al final desvió la mirada hacia su reino, su hogar.

    —Te seguiré a donde vayas, porque no tengo opción. Estoy seguro de que moriré si decido huir ahora. ¿Qué haremos? ¿A dónde vamos?
     
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    Kaisa Morinachi

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    El bramido de las criaturas me había alertado después de que escuchara sus pasos aproximarse hacia acá, olvidé cualquier respuesta y charla que llevábamos él y yo para que mi cuerpo actuara sin distracciones. No pensé sí era un cobarde, un debilucho o alguna nenita, en verdad poco me importaba, porque mi trabajo era atacar y defender, no cuestionarme a quienes me dirigía, no sí eran de mi tierra...

    Aun no era del todo rebelde, por eso mi mano se apresó al mango de mi espada mientras que la otra se ponía por delante del rubio mientras me hacía para atrás sin dudar, chocando con el cuerpo ajeno, con mi vista buscando a la estampida que no demoró en llegar. Nos arrinconé e incentivé a que se agachara, había un comportamiento raro y lo pillé con anticipación, de ahí que optara por esconderme antes de huir. Con seriedad y el ceño bien fruncido observé como atravesaron la puerta de un golpe, furiosas, y corrieron lejos.

    Muy lejos, perdiéndose en mi nuevo hogar: La naturaleza, despiadada y salvaje, armónica y compasiva, como cualquier otro reino. Sin soltar la muñeca del joven cuando sentí que nos pasarían de largo, me asomé por el boquete para observar cómo huían despavoridas. Algo las asustó... ¿Qué pudo haber sido?

    La voz del rubio me llegó y lo miré seria, no porque le tuviera mala, para nada, es que la situación me había activado el instinto de lucha y no podría salir de ahí con sencillez.

    —¿Por qué te disculpas? —cuestioné firme, el agarre que tenía en su muñeca también lo era, pero al contrario de mi voz era mucho más suave, mi ceño era más serio que enfadado, por lo que mi tono no era agresivo—. ¿Quieres disculparte con alguien? —miré al frente y comencé a caminar—. Pídete disculpas a ti.

    Porque tu propio perdón era el más importante de todos, o sino ninguna de tus acciones tendrían la solides para construir tu imperio, principito.

    Empezamos a caminar, no tenía prisa alguna y hace rato la capucha había caído sobre mi espalda, la coleta alta era mecida con el movimiento de mi cuerpo y el suave viento nocturno que corría. El frío... era algo relajante luego de tanta adrenalina y helaba mis mejillas rojas de tanta conmoción. Me detuve cuando dijo que sentía que moriría sí intentaba escapar ahora, mi mirada seria volvió a caer sobre sus ojos verdes. Era... un poco un reflejo.

    Era... un recuerdo... puede que... que me recordara a Mamá. Ella era la más gentil de la casa, los otros, aunque nobles... bueno, terminamos matando gente, matando monstruos y destruyendo nuestra compasión... Compasión que aun preservaba, que tal vez me heredó ella con sus mimos de infancia, la razón por la cual era capaz de sostener la mirada de aquel extraño sin temor, casi sin ningún temor. Mi mirada se afianzó, mi ceño de agravó y mi voz salió otra vez firme, sin agresividad, pero era claro que esto no era ninguna broma.

    —¿Tengo cara de querer matarte? —comenté como sí nada, volví a mirar al frente reanudando la marcha—, no escaparás, de acuerdo. No escaparás ni te dejaré hacerlo, ahora que has decidido ser un rehén sin siquiera dar la pelea, cosa que agradezco...— Lo miré sobre el hombro, mi mirada se entornó y una sonrisa incluso coqueta me adornó los labios—, que lástima me daría dañar una cara bonica como la tuya...— Y antes de mirar al frente le dediqué la seriedad que llevaba, había sido la excepción ese comentario, una sinceridad por mero amor al arte, y seguí con mi camino sin soltarle la muñeca.

    >>Así que asumiré que tenemos cierta complicidad. Yo no dejaré que nadie te toque...— Busqué su mirada otra vez, en esta ocasión sin sonrisa, sin piedad, pura y dura seriedad—, así que más te vale que estés a la altura de esa condición.

    Luego me quedé callada un momento, nos internamos al bosque y empecé a recorrerlo como sí lo conociera de toda la vida, siempre pendiente de que las bestias no estuvieran cerca, para desviarme de ser necesario.

    >>Quiero mostrarte algo... y más te vale que tengas una mente abierta y un gran corazón: O eres fuerte o eres perseverante, no lograrás nada sin nada de esas dos. Así que...— Lo miré sobre el hombro para ver su reacción, devolví la vista al frente y seguí caminando—, te informaré lo que encuentre pertinente cuando lleguemos.

    Y me callé, que hablara si quisiera, no tenía problema en seguir respondiendo. Ah, y claro, casi se me olvidaba.

    —Leo... nor... Puedes decirme así...— Lo miré sobre el hombro, y le sonreí con cierto misterio otra vez—, puede que no sea la gran cosa— Y miré al frente, sonriendo con algo más de alegría y perdiendo de a poco esa tensión de la supervivencia que le comenté antes—, pero sí llegaras a recordar algo con tan solo eso...


    Serías alguien aun más especial.

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    Llegué a mi guarida y cerré de un portazo, me apresuré con cuidado a dejar a Brishen en mi cama, que quedaba más adentro. Lo miré preocupado y posé el dorso de mi mano sobre su nariz y boca, con cierta distancia, y luego tomé el pulso de su muñeca y cuello. Se le veía más pálido y aquello sería complicado, por lo que mi de por sí serio ceño se frunció más. Volví sobre mis pasos y le eché llave al cerrojo, nadie me interrumpiría, porque seguía sin fiarme del tipos.

    Busqué entre mis cosas y fue entonces que saqué un botiquín, hilo de cuero y una aguja, comprensas y... Ahí estaba, delante de un hombre por completo desconocido, mi seriedad vaciló un poco, pero la mantuvo, solo que con un sonrojo presente en mis mejillas. Sentía que le estaba invadiendo la privacidad, pero era necesario. Cerré los ojos y exhalé por la nariz, firme, supongo que al menos lo vería un chico bonito, ¿no? Recordé su tontería del bar. Me dolía la jaqueca, pero ya recordaba mejor algunas cosas y estaba sobrio. Suspiré pesado entonces, todo mi pecho se infló para luego bajar con eso, volví a acomodar el taburete y me senté en él. A mí lado tenía otro con los implementos. Le quité la capucha y luego con las tijeras recorté su prenda, cosa de que no tuviera que forcejarlo mucho para poder atenderle. Fui a buscar mi paño más limpio, uno que me tejió mamá hacer tiempo, y me limpié las manos, no me las lavaría con agua estancada, así que nada, era lo único que podía hacer.

    Volví al taburete, observé con seriedad su cuerpo, ya olvidando el pudor y las tonterías de antes, nomás porque tenía un trabajo por delante al cual no estaba acostumbrado, pero mi maestro me había enseñado un par de cosas luego de quemarme y pasar a cortarme un buen par de veces... por descuido. Por tonto, vamos, para qué mentirnos, a ratos podía ser bien descuidado y esperaba que este no fuera el caso. Con un paño humedecido con el agua menos estancada que me encontré empecé a limpiar las parte de herida seca, con otro paño seco limpié la sangre fresca lo mejor que pude. Luego tomé el hilo y aguja para inhalar hondo, exhalar con suavidad, y empezar a suturar con precisión y concentración. No era el mejor, así que seguro quedaría una marca bastante fea en cada lugar que cerré. Era un alivio... que ningún órgano interno se viera afectado. Cuando terminé suspiré, una última limpieza, boté lo sucio y guardé lo otro, luego volví y me dejé caer otra vez en el taburete.

    Era... era raro. Y, aun con todo, con la seriedad, con la distancia, mi mano buscó su frente y apartó sus cabellos que se le había pegado con el sudor. En eso recordé otra cosa y tomé su temperatura... uhm... creo que de momento no' había fiebre. Lo miré un poco más relajado, con la mirada seria aún, sin saber qué pensar...

    No quería que le pasaran más cosas malas, al menos eso lo tenía claro. Tampoco podía confiar en él, pero... no podía entregarlo con Rioncelle. Puede que Ackerley, aun con su lealtad a la corana, podría hacerme el favor de guardarme un secreto. Este tipo no era trigo limpio y puede, tenía la sospecha, de que teníamos una pieza importante en nuestras manos. Recordé su pelea contra la bestia y su relación con la rubia...

    Aquí había gato encerrado... fruncí más el ceño... Si... la chica también estuvo con él en la taberna. Me levanté de sopetón, fui a tomar un poco de agua y volví a mi cuarto. Genial, no quería usar el cuarto que tenía mi maestro en la herrería y temía que sí este tipo despertaba se marchara, por lo que... escondí la llave de la casa y coloqué el taburete al frente de la puerta de la habitación. Me senté en él y me recargué en la puerta y lo observé.

    Toda la noche, sin moverme, a veces mirando a otro lado. Recordando cosas, cuestionándome otras, atento a estar ahí para cuando despertara, sí necesitaba algo, un herido no debía exigirse de más, pero...

    Creo que mi propio cansancio ganó al final.


     
    Última edición: 28 Febrero 2023
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    Hitomi-chan

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    Los gritos de antes ahora habían sido silenciados, Shawn ahora solo podía escuchar a aquel médico que lo atendía dar algunas instrucciones a las mujeres que lo asistían, mientras con cuidado el erudito era vendado de sus heridas y cómodamente acomodado sobre esa gran cama donde lo habían dejado.

    Cuiden que no suba su fiebre, cualquier cosa avísenme— Después de decir eso, le medio salió de la habitación y Shawn podía sentir como cada vez más sus ojos pesaban al grado de ya no poder estar más consciente... El sueño había echo de las suyas y lo había dejado inconsciente al fin.

    >>> Sueño de Shawn <<<

    Todo estaba oscuro, parecía ser un bosque, al menos los árboles así lo dejaban ver, no había nada más que vegetación y la luna en lo más alto, incluso el sonido de los animales era inexistente, parecía ser solo un mal cuadro sin movimiento ni vida.
    Pero entre toda esa oscuridad una figura borrosa se hizo presente, no se distinguía con claridad lo que era, solo sus ojos brillantes que se alzaron a ver directamente a quien lo miraba.

    Frente a esa cosa estaba un cuerpo siendo devorado, a diferencia de lo demás, el color rojo de la sangre era tan claro que sobresalía ante todo lo demás


    sueño.jpg

    Me gusta el sabor de tu carne...— Fue como un susurro siniestro en el aire, pero llego claro a los oídos del erudito que lo escucho.

    A partir de aquí, todo lo que pase será dentro de tu sueño por lo que no se verá reflejado en la vida "real".

    Puedes elegir:

    a) Correr
    b) El miedo te paraliza y no te mueves
    c) Intentar razonar como hombre de ciencia y decirte que eso no es real









    No paso mucho tiempo antes de que una chica llamará a atención de Leonor.... Se trataba de una niña de no más de 12 años y que de inmediato reconoció como una de las niñas que formaban parte de la rebelión, seguramente Erick la había dejado como parte de algún plan de emergencia y diera aviso a los demás de cualquier cosa.

    ¿Dónde está Erick?— En cuanto la niña se acercó a la rubia, pregunto por el hombre y de paso fijo su vista en el otro chico —¿Quién es él? — Señalo al rubio e instintivamente dio un paso atrás.

    Sabes que no podemos llevar a nadie con nosotros Leonor— Esta vez miro a la rubia y espero su respuesta. —Ni siquiera está atado—









    Erick.png

    Mis ojos se abrieron y lo primero que sentí fue el intenso dolor que recorría todo mi cuerpo, sentía cada parte de mi caliente y la cabeza no paraba de darme vueltas, lo último que recordaba era a esa cosa intentando devorarme, y luego a ese chico de la cantina diciendo algo mientras me arrastraba.

    Intenté organizar todas mis ideas y levantarme de donde estaba, pero las fuerzas me estaban fallando y solo pude caer al suelo sintiendo aún más dolor del que ya sentía, necesitaba irme de donde sea que estuviera, tenía que ir con los míos... Pero ahora solo podía arrástrame en el suelo.

    Leonor...— Llamé el nombre de aquella chica en un intento por que me respondiera y fuera hasta mí, pero en cambio solo pude ver como ese niño de la cantina era quien acudía a mi llamado —...¿Dónde esta Leonor?— Fije mi mirada en ese niño mientras sentía como todo comenzaba a dar vueltas a mi alrededor.


    Erick sufre de fiebre alta, puede no ser muy consciente de lo que diga, o solo delirar….
     
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    Kaisa Morinachi

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    Un sonido me despertó de inmediato, mis ojos se abrieron y acto seguido fruncí el ceño. Ni siquiera estaba del todo dormido, así que, con jaqueca y toda la cosa me levanté en ese mismo instante, pero... mis pasos se detuvieron pronto. Verle... tan desesperado me hizo apretar los labios de más junto a mis dientes. Cerré los ojos y di un suspiro pesado, me arrodillé frente a él, lo tomé de los hombros procurando no pasar a llevar ninguna de sus recientes heridas. Mi mirada seria y firme no tenía enfado de por medio, igual que la voz calma que salió de mis labios.

    —Necesitas calmarte, Erick...— No me sentía preparado para esta labor que me asigné a mi mismo, la verdad, escucharle llamar a la chiquilla por alguna razón me apretujó el corazón y mi mirada bajó a sus heridas recientes, se me había contraído el rostro con una ligera preocupación. Exhalé de inmediato cerrando los ojos otra vez, tratando de regresar a mi centro. Volví a dirigirme a él con la seriedad calma con la que empecé—. Leonor esta... está bien —reafirmé de inmediato mi pequeño desliz, porque casi dije que estará bien, como sí ahora mismo no lo estuviera... y eso yo no tenía cómo saberlo, pero de nada servía preocupar más al hombre. Llevé mi mano a su frente, todo su cuerpo empezaba a perlarse de sudor y aquello no era para nada bueno. Mi voz calma siguió, ni siquiera estaba hablando fuerte, mantenía un volumen bastante bajo.

    >>Escapó, como pediste, te dejó arriesgar su vida por ella— La situación si me removía diversas emociones internas, pero ninguna teñía mi voz lo suficiente como para significar una gran diferencia. Fruncí más el ceño, siempre firme, pero era el momento de dar órdenes y mi sexto sentido llamado lidiar con diversos clientes me decía que este no sería cosa fácil... espero equivocarme—. Lo que necesitas ahora es descansar. No podrás ir a ningún lado si no mejoras tu estado...

    Otra vez bajé la mirada, apesadumbrado... pero no era yo quién la tenía difícil ahí. Es más, él estaba así por mi culpa, por lo que reafirmé mi posición y volví a buscar sus ojos por más que existía chances de que no me mirara.

    >>Eres fuerte, cuando más te centres en descansar, más rápido te curarás... Vamos, déjame ayudarte —intenté incentivarlo a que regresara a la cama. Luego de eso tendría que traer más paños limpios para limpiarle el sudor y... yo creo que tendría que revisar las notas de las cosas que aprendí de mamá para ver qué hierba le convendría más a su situación. También tenía que comer, pero vamos por partes: A la cama y los paños.


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    La sorpresa cubrió mi rostro cuando encontré unas facciones conocidas, una pequeña niña de tan solo doce años que pertenecía a los rebeldes. La recibí con una sonrisa alegre, pero esta de inmediato mutó cuando pregunto con Erick. Quise sonreírle con suavidad y decirle que todo estaría bien, pero de inmediato temió al chico que esta tan solo un poco más atrás que yo, porque en ningún momento solté su muñeca, y supe no estaría fácil la situación. La seriedad volvió a controlar mis facciones, aun con eso, no era ni de lejos mi más atemorizante mirada, porque seguía siendo consciente de que la pequeña ni siquiera llegaba aun a los 14, una buena edad para dejar de tenerles compasión extra. Eso sí, cuando cuestionó mis acciones sí fruncí el ceño con algo más de enojos, pero me calmé de inmediato.

    —Cuestiona mis métodos cuando Erick regrese, porque sí confías en él entenderás que por algo me ha dejado como segunda al mando —expliqué firme, pero con calma, sin rabia en la voz ni agresión en mi actuar. Eso sí, sostenía con firmeza la mirada de la pequeña—. A ocurrido un escándalo en Ogunros, así que se a tenido que quedar allá, pero tenemos que confiar que volverá cuanto antes. Ya sabes cómo es, nunca nos abandonará a nuestra suerte.

    Acto seguido tiré de la muñeca del rubio para que se acercara.

    >>Desde ahora yo soy la palabra mayor y me haré responsable de esta persona, pero les juro, sí te tranquiliza, que al primer inconveniente que ocasione no lo verás jamás en tu vida— No vacilé en ninguna de mis palabras, pero sí busqué de reojo la expresión del rubio para intuir cómo le iba yendo con toda esta situación... Debía ser difícil para él, aunque no tenía tiempo en este momento de gastar mi mente colocándome en su lugar. Miré a la pequeña otra vez—. ¿Qué haces acá? ¿Has cumplido con tu misión? Porque sí es así, necesito encontrarme con el resto para informar sobre lo que a ocurrido esta noche. Hablaré con los sub-líderes primero y luego entregaremos un informe oral a todos y cada uno de ustedes. Hay que prepararnos para el siguiente movimiento.

    Porque algo me decía que nos quedaba poco tiempo para andar a paso calmado.
     
    Última edición: 28 Febrero 2023
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    Temarii Juuzou

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    Si algo aprendió Shawn a lo largo de su vida y que se le quedaría grabado por siempre, es que de los errores se aprende y quien decide caer en el mismo error es in imbécil. Después de levantarse comenzó a correr, no le importaba no saber donde estaba ni la oscuridad del momento: tenía buen oído. Corrió como nunca en su vida, por alguna extraña razón no se sentía cansado ni fastidiado, el aire no le faltaba, al menos no del todo, como solía recordar, le pasaba de niño .

    Corrió por lo que pareció ser una eternidad y, cuando sintió la fatiga recorrer su cuerpo y los músculos tensos y pesados, se escondió detrás de la roca más grande que pudo encontrar, deseando aquella creatura no lo hubiese seguido... o tuviese buen olfato.


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    Claro que la actitud de aquella mujer le estaba fastidiando. Se sentía débil y pequeño a su lado, completamente fuera de lugar de aquella situación en la que se encontraba: con un traje hecho a la medida por su sastre que, si bien no era tela carísima, era muy incómoda para correr y sentía que en cualquier momento esta se terminaría por destruir de la forma más vergonzosa posible. También sentía como la tela de su camisa se pegaba a su cuerpo debido a todo el sudor; se sentía asqueroso e incómodo. Pero ahora parecía ser un rehén de aquella viajera desconocida y se sentía traicionado, porque había sido un caballero y la persona más amable con ella y se lo estaba pagando de aquella forma.

    Aunque, bueno, también le salvo la vida.

    Se dedico a seguir a aquella chica por el resto del camino, agradecido de que ninguno dijera mucho... No quería ser grosero, pero tampoco le apetecía hablarme. Sonaba cobarde, pero lo mejor que ahora tenía para sobrevivir era a Leonor.

    Tan solo debía portarse bien al parecer.

    — ¿Acaso tu...?

    Las palabras no lograban salir del todo de su boca. No era alguien del pueblo, conocía a todos, así que debía ser de fuera. Pero... ¿Misión?

    —Eres... ¿Algún tipo de espía?

    Frunció el ceño. Hablaba en susurro para no ser escuchado por la niña... podía haber más por ahí escondido.

    —Quiero saber quien eres en realidad, Leonor.
     
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    Kaisa Morinachi

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    Miré al rubio cuando casi habla, pero no dijo mucho más y me quedé con la duda de qué querría. Hablé con la pequeña y lo volví a mirar luego, cuando mencionó si es que era una espía. Puede ser, puede que no, la verdad es que nunca me identifiqué en esa categoría, ni siquiera pasó por mi cabeza. Los espías eran sigilosos, ¿no? Los rebeldes también... pero los espías podían trabajar para los reinos, nosotros íbamos a nuestro propio ritmo. El rubio me susurró y lo miré de reojo otra vez, con la seriedad en mi mirada para luego volver la vista al frente... no creo que fuera tan fácil su petición.

    Era una jugada, una gran apuesta: ¿Confiarías tú en mí, para confiarte mi pasado; o tendría que darte todo, para que confíes en mí? Mi ceño se tensó con severidad.

    No estaba dispuesta a entregarme así como así.

    —Tendrás que ganarte esa información —fue lo único que le respondí, firme, sin alzar ni bajar la voz, pendiente a lo que la niña tenía para responder.
     
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    Hitomi-chan

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    P-Perdón...— Apenas con voz, sentía la necesidad de disculparme —Fue mi culpa...— Sentí como alguien me ayudaba a ponerme de nuevo en pie y luego regresaba al lugar donde estaba, seguramente era ese niño de la cantina que había visto al despertar, pero mi cabeza daba tantas vueltas que ni siquiera sabía lo que pasaba —Debíamos irnos a tiempo...— Cuando al fin estuve recostado, inconscientemente tomé la mano de la persona junto a mí, no sabía si era porque todo daba vueltas y de alguna forma tenía miedo caer, o era porque necesitaba sentir que no había muerto y que la calidez de esa mano me lo confirmara. —Que nadie más...muera— Sentí como el sueño volvía a ganarme y me deje vencer por el, pero sin soltar la mano que tenía fuertemente sujeta entre la mía.









    La pequeña miro a ambos rubios y solo pudo afirmar con la cabeza ante las palabras de Leonor, al parecer Erick no le había contado todo a esa chica como pensaba, pero por ahora y como ella misma dijo solo le quedaba seguir con su misión y confiar en su líder.

    Los demás nos esperan a la orilla del camino, antes de cruzar el mar hacia el bosque— Aún con precaución por ese chico, la niña camino frente a ellos sin detenerse y in siquiera mirar atrás, debían apurarse y llegar antes del amanecer con los demás, pronto Ogunros sería un lugar inseguro.


    Antes del amanecer y llegando a una de las zonas boscosas antes de llegar a su destino, un grupo de hombres y mujeres recibieron a los 3 recién llegados. Entre ellos un hombre anciano que no dudo en cuestionar la presencia del chico rubio y al cual de inmediato ordeno atar sin esperar respuesta alguna de la chica que lo llevaba con ella.

    ¿Erick se quedó atrás? — Con una mirada seria, el anciano miro a Leonor, aunque era uno de los viejos que formaban parte del grupo, Leonor apenas y había hablado con él más de dos palabras —Ve al bosque, y llévate al rehén atado, puede servirnos pronto—

    La pequeña de antes, así como un grupo de 3 chicos más se unieron a Leonor y al rubio en su camino hacia el bosque. Apenas y tenían un poco de comida y agua con ellos, y el viaje seria de al menos un día completo, día en el que no se le permitió comer, ni descansar a Michelle.

    Antes de llegar a su destino, Leonor puede darle comida a Michelle o dejarlo así








    >>>Sueño de Shawn <<<

    Una estruendosa risa se dejó escuchar por todo el lugar, por más que Shawn corriera, el escenario siempre era el mismo, solo algo cambio cuando él se escondió tras esa roca.

    La criatura que antes lo ataco, pareció de nuevo, pero esta vez no estaba sola había más como ella... Todas estaban cubiertas de sangre y sus pasos eran lentos. Pasaron a un lado del erudito y fue como si no estuviera ahí, como si fuera invisible para ellas, solo pasaron junto a él y siguieron su camino, camino que las llevo hasta esa cosa que Shawn había visto antes, y que al parecer todo lo que corrió no lo habían alejado del mismo lugar.

    Puedes elegir:

    a) Mirar y acercarte
    b) Cerrar los ojos e intentar correr de nuevo
     
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    Vamos Ackerley no vas a morir aquí.

    ¿A donde quedo el guerrero, que lucho tanto por convertirse en lo que es ahora?.

    Suspire derrotado, escuchando voces de lejos, note como todo empezaba a encenderse, ¿Qué diablos estaban haciendo? Obviamente parecía que estas asquerosas cosas le temían al fuego o talvez era a otra cosa por como empezaron a gruñir. La cosa fue por encima del hombro y aun con el jodido dolor encima pude ver a una Rioncelle con algo en la mano, y se lo tiro a la criatura, haciendo que en el proceso me soltara, llegue a golpearme en el transcurso de la caída pero nada dolía mas, ver a Rioncelle entre las garras de esa criatura.

    Quería ayudarla.

    Quería hacerlo, pero sentía que todo daba vueltas.


    Antes de poder pararme y todo, una flecha fue lanzada a esa cosa haciendo que corriera y dejara a la chica en el suelo, suspire caminado hacia ella aun con todo el dolor encima, cuando hacia algún paso en falso. Cuando llegue a Rioncelle pude ver que realmente estaba mal herida, e inconsciente, me gire a los soldados pidiendo su ayuda para que pudieran ayudarla.

    Entonces note después de que llevaran a Rioncelle, como arrestaban a esas dos mujeres que para decir verdad no parecían de aquí y las mire con una frialdad palpable en mi rostro antes de acercarme a ellas. Alce mi vista y las mire de arriba a bajo.

    Sentía ganas de ir a buscar a mi hermano, para saber si esta bien, pero después lo haría.

    Algo me decía que el estaba bien. Pero ahora me concentraría en saber quienes eran estas mujeres.

    —¿Quiénes son ustedes?, y ¿Qué hacen aquí? —pregunte con voz monocorde—. ¿Y que creen que están haciendo queriendo quemar todo?

    Bueno elijo investigarlas uwu Gigavehl Bruno TDF
     
    Última edición: 2 Marzo 2023
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    Temarii Juuzou

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    Quizá si era estúpido.

    Sintió el miedo recorrer su cuerpo, seguido de un terrible escalofrío que le dejó helado, pero aún así, se quedó. Se quedó y miró, fascinado. Sentía el cuerpo pesado por todo el esfuerzo físico y el corazón palpitando tan rápido que podía escucharlo, tanto esfuerzo y aquella creatura seguía tan cerca como desde el principio. Correr era inútil, así que decidió observar, desde la oscuridad, en silencio.

    Hasta que solo mirar dejó de ser suficiente.

    Y se acercó.

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    Mitchell olvidó por un momento que debía estar molesto con Leonor, que debía ser cauteloso con ella porque podía ser peligrosa en cuanto escuchó la palabra "rehén". No quería serlo, ni siquiera sentía que fuese alguien valioso para ello. Se aferró al brazo de la chica y le suplicó con la mirada que no lo dejará solo, no en medio de un bosque en plena oscuridad y mucho menos atado. Si pasaba algo similar como en el reino... ahora estaría más desprotegido de lo normal.

    No era una mala persona. Todos en el pueblo lo sabían: era Mitchell, el conde del reino de Ogunros, aquel hombre que amaba ayudar a todos los que necesitaran su ayuda, quien alimento familias enteras durante la crisis más fuerte del reino y quien apoyaba cada comercio para que estos florecieran, todo eso, de la manera más desinteresada posible: él tenía y quería compartirlo. Y aún así, por tratar de ser amable, se encontraba en una situación como esa.

    Huir ya no era opción.

    —No me dejes solo, porfavor...

    si las ataduras no eran negociable, al menos preferiría estar a cada segundo, de ser posible, pegado a la única cara familiar del lugar.
     
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    Kaisa Morinachi

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    Con la seriedad en mi mirada escuché sus palabras, fruncí un poco más el ceño, porque en verdad no me agradaba ver personas... en esa condición tan vulnerable. Lo dejé con el mayor cuidado que podía ofrecer sobre la cama, era extraño, cuidar de un cuerpo tan grande... que había luchado con tanta valentía. Pero más sorprendente fue que tomara mi mano, mis ojos se abrieron con la sorpresa y sentí mi respiración cortarse. Un golpe de nostalgia me llenó y de inmediato me senté en el taburete, posé el codo de mi brazo libre sobre una de mis piernas para así descasar la cara en mi mano, la otra respondió al gesto apretando con cuidado, pero a la vez fuerza, esa mano que claramente podía sacarte un diente sí se lo proponía.

    Pestañé y recordé los días en que Ackerley enfermaba y yo me quedaba ahí, a su costado, sosteniendo su mano y tenían que tenerme una paciencia de santo sí no querían que gritoneara como intentaran sacarme de ahí...

    No era el más sociable, tampoco galán. Era algo torpe y podía pecar de impulsivo, pero...

    Sabía lo que quería, y cuando quería algo, sabía que lo protegería. Era lo que teníamos mi hermano y yo, una lealtad del porte de un castillo, nunca mejor dicho.

    Estaríamos ahí hasta el mismo final... Protegería a esta persona hasta que me diera motivos para irme en su contra. Era un desconocido, probable que un rebelde, y, por más que quisiera cuidar de todos los que me conmovían por igual, no podía dejar toda mi existencia atrás por una sola persona...

    Pero podía hacer el esfuerzo de abrir mi mente y, por lo menos, buscar comprenderle.

    Brishen se queda a su ladito sin decir ni pío y sí ve que necesita que le saquen el sudor o qué se yo, pues lo atiende como el buen ISFJ (Enfermero) que es (?)


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    Con que cruzar el mar... mis ojos viajaron hacia el rubio, mi mirada se afianzó, quise ver su reacción a las palabras de la niña, quería saber sí mi memoria no me fallaba... Miré al frente, estoica, sin soltar nunca la muñeca del chico. Cuando llegamos sin ningún aviso los otros ataron al chico y cualquier muestra de calma se rompió por un momento.

    —¡Hey! —bramé más bien, apreté los puños e incluso di un paso adelante, fue una reacción impulsiva, así que apreté los dientes y desvié la mirada. No eran mis reglas, tenía que adaptarme... Apreté más los puños, sentía una rabia...

    Sentía que no podía pertenecer a ningún lado, ni con los marginados. Me tragué el odio y enfrenté la mirada del anciano, relajando los puños, pero no mi ceño.

    —Erick no volverá pronto —fue mi único informe, para luego dirigirme con paso firme hacia el rubio y tomé sus cuerdas con rudezas, pero esa ira no iba dirigida a él, miraba a cada uno cerca de su persona—. Tengo la fuerza para encargarme de él, porque yo lo traje hasta acá —firme y dejando claro que discutir era lo último que quería, busqué con la mirada al viejo—, tengo el favor de Erick, así que espero que no me causen inconvenientes con una sencilla petición—. Y arrugué la nariz, mis dientes casi se asomaban como los de un lobo rabioso—, porque cualquier cosa que ocurra con este chico— Mi mano libré apuntó con el pulgar mi propio pecho, alzando la cabeza un poco incluso—. Yo me haré cargo.

    Bajé la cabeza, y la mano, era una pisca de sumisión.

    >>Y pagaré las consecuencias —solté más bajo, pero igual de firme. Entonces mi mirada seria cayó sobre el rubio y tironeé la cuerda que le ataba, para que entendiera que me tenía que seguir.

    Lo llevé a un lugar algo más apartado del esperado, pero no lo suficiente para preocupar a más viejos. Me apoyé contra un árbol, el mal humor me tenía congelada en esa emoción. Lo miré con rudeza, lo miré por largo rato, sin saber qué decir.

    Qué hacer, cómo hacerlo, terminé por suspirar de manera pesada llevando mi mano libre a la cabeza, en una clara muestra de agotamiento.

    —Perdóname —musité...—, aunque no tengas que hacerlo —dije con más firmeza. Alcé la vista otra vez, sostuve su mirada, puede que fuera atemorizante, pero era en realidad, a diferencia de antes, mi voz estaba lejos de ser agresiva—. No tienes que perdonarme, yo quiero tu perdón...— Afiancé el agarre de mi mano sobre la cuerda, la otra también la empuñé, mis parpados se fruncieron más. Conseguí valor, había veces en que no sabía por qué lo conseguía. Bufé como una especie de toro, puede que un buey—, pero no tienes por qué entregármelo...

    Cerré los ojos, suspiré otra vez y, con ello, logré relajar un poco el ceño... Miré el suelo, aun con cierta seriedad en la mirada.
    >>¿Aun quieres hablar? —cuestioné más bajo, menos duro, más tranquila.

    Sí quería silencio, incluso llorar, lo aceptaría. Creo que sería capaz de aceptar casi cualquier cosa de este chico, por más loco que pareciera, porque solo lo he conocido por un día... o incluso un poco más.
     
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    Temarii Juuzou

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    Se sentía como un pequeño e indefenso animal, atrapado y sintió un pánico recorrerle el cuerpo. Quería ir donde sus hermanas y abrazarlas, decirle lo mucho que las amaba y que ahora en más pasaría tiempo en casa, cuidando de ellas y pasando cada segundo posible con ellas... le hubiese encantado decirles que las amaba. ¿Estarían a salvo? ¿Alguna de esas creaturas les habría hecho daño? El miedo que sentía al imaginar a esos monstruos entrando a su hogar, paseándose por los largos pasillos hasta encontrar a sus pequeñas... sintió como a sangre se helaba en su cuerpo.

    —Gracias... no causaré problemas.

    No es que tuviera más opción.

    Mitchell se recostó contra un árbol y sonrió con un poco de tristeza, quedarse en silencio sonaba a la peor opción, así que asintió.

    — ¿En dónde estoy? Leonor, se que soy de la nobleza, pero soy la persona menos indicada para ser un rehén, nadie más que mis hermanas me buscarán y no tengo nada de información importante...

    Quizá parecía desesperado, pero no decía más que la verdad. La única razón por la que la nobleza seguía enviándole invitaciones a eventos importantes o reuniones era por su puesto, por sus padres y para tener la suerte de poder emparejar a sus hijas con él o hijos con sus hermanas. No eran más que lo peorcillo de la nobleza y su único valor que tenían era el apellido y su fortuna.

    —Si necesitan dinero o comida estoy dispuesto a darles lo que quieran, solo... solo necesito saber que mi familia esta bien.

    Se mordió el labio. Hablar de su familia era contar una debilidad a aquella extraña, así que decidió que no diría más de la cuenta.
     
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    Gigavehl

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    Al final empecé con mi labor de incendiar lo primero que encontrase... aceites, madera, paja, lo que fuese, por fortuna estar en ese mercado era fácil hallar cosas que sirviesen estando bajo peligro, aunque en principio me demoré un poco, una voz captó mi atención...

    Fruncí el ceño y volteé a ver por sobre mi hombro un instante, percibiendo a la mujer de hace horas, con un exagerado saludo y su aproximación para decir algo que sonaba casi como si sospechase que lo que hacía era un algo para ayudar más que por mero arranque de una supuesta locura.

    Al final afirmé, sin darle más vueltas al asunto.
    —Solo quema lo que encuentres y vayamos rodeándonos de fuego, ya veremos cómo armarnos con el mismo para salir de este asunto—. Comenté para que después nos moviésemos y nos dispusiésemos a ello.

    Ni me había dado cuenta que otras dos personas estaban allí y que serían relevantes en este asunto, pude ver de reojo la acción pero también me captó la atención que una de las soldados lanzó un trozo de madera incendiado para que soltase a otro hombre que parecía a punto de ejecutarlo.

    Me alegraba que me creyesen y que viesen el resultado, pues era evidente que la actitud de esas cosas era muy radical y diferente, aunque, pronto percibí un detalle singular en ellos...

    Tenían... Cuernos...

    Mierda.


    Gruñí por lo bajo, como si esta noche debiese ser peor de lo que ya era.

    La cosa no acababa y tuvimos que cubrir nuestro flanco, por lo que incendié cuanto pude para evitar alguna abertura y que aquellas cosas solo se fuesen...

    Retrocedí junto a la otra mujer con el libro una vez estaba lo suficientemente zanjado, pude ver la parte de las flechas, algo que no podía saber si era porque alguien más tenía idea de lo que se podía hacer o eran soldados que empezaban a entender el punto débil de aquellas cosas.
    —Bien... Es mejor irnos... Maldición—. Dije viendo cómo aquellas cosas huían por las puertas del reino haciendo un hueco, me alegraba no haber cometido semejante idiotez de irme hacia allá...

    Estaba absorta ahora en mis pensamientos cuando escuché un "¡Arréstenlas!", pero no le di importancia pensando que iban por otras personas después de ver el verídico resultado de nuestras acciones, aunque, claro, después de un golpe que me agarró desprevenida para caer arrodillada y verme sometida, fue el colmo y me quejé, tanto por el dolor como por el arresto.
    —¡¿Qué?! ¡¿Qué carajo creen que hacen?! ¡¡Quítame esto!!—. Exclamé con evidente rabia y forcejeé un poco de forma fútil, solo para ver a precisamente el soldado herido de hace poco, volteé algo confundida, buscando a la mujer que le había salvado, pero ya no estaba por ninguna parte.

    El hombre se acercó con porte severo y frío, cosa que me hizo rodar los ojos, especialmente al escuchar su pregunta.

    —¿Te caíste de pequeño? Están vivos gracias al fuego, genio—. Sentencié sin temor ante el soldado, me era increíble el resultado de esto.
    >>Tus hombres les dispararon flechas incendiarias y es evidente que esas cosas huyeron despavoridas... ¿No te resulta lógico nuestro accionar? También queremos salvar nuestras vidas, se los grité, sus armas no les harán nada, solo el fuego los asusta...—. Finalicé, solo para bufar un instante, no me importaba que me tomasen de loca o similar, tsk, como si eso de verdad me preocupase, nunca he sido una persona común y corriente...

    >>¿Me van a soltar o van a seguir con preguntas? Si no ahorrémonos de interrogatorios y llévenme a donde quieran, no soporto perder el tiempo así—. Añadí como último, no respondería nada más y después de todo, era la verdad, si no me creían pues, bravo, no me creerían nada entonces.

    quem no te sientas atacada, Ang es así de hosca xDDD
     
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    Kaisa Morinachi

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    Agradeció y no pude más que sentir un malestar en la garganta que me hizo fruncir el ceño con más dureza, no había nada que agradecer. Me escuchó, accedió a conversar y cuando comentó lo de sus hermanas mi ceño se frunció de peor manera aún, me crucé de brazos y la amargura cubrió cada una de mis facciones. El resto de sus palabras las escuché con atención sin reaccionar como lo había hecho con sus datos familiares, cuando terminó de hablar lo miré de reojo, con esa seriedad en la mirada que era dura y daba a entender que era una chica que no temía irse a las garras. Con la mano que sujetaba su soga me apoyé contra el árbol y con la otra agarré su mentón, lo tenía ahí acorralado pero no buscaba sofocarlo, así que mi único contacto real con él era su mentón para que no fuera a esquiva mis palabras.

    —Creo que tienes la realidad algo distorsionada, Sanz Mitchell —solté con la voz firme, clara y mis ojos clavados sobre los suyos, seria, lo que me informó fue suficiente para unir cabos. Mi mirada se aseveró, no agresiva, mi voz era tranquila, era más bien convencida de lo que decía y la importancia con lo que lo tomaba—, y creo que no entiendes cómo nos das cada vez más razones para no dejarte escapar.

    Sonreí con sorna, picardía, orgullo, con mi mano le ladee la cabeza, como si observara carne de ganado.

    —Creo que tengo un buen rehén entre manos— Y seriedad otra vez, volviendo a fijar su mentón para que mis ojos enfrentaran los suyos—, y no me convencerás de lo contrario.

    Lo dejé tranquilo para respaldarme como un toro contendido contra el árbol, con el enfado encima, pero controlado mis impulsos, nunca solté la soga. Me pasé un brazo sobre mi vientre. Lo miré de reojo, seria.

    —Edevane —confesé, miré al frente y mis ojos duros cargaban desde irá hasta rencor, la tristeza y melancolía las tenía encerradas bajo llave—, Edevane Leonor— Lo miré de reojo, con esa dureza que de repente cargaba, ligeramente distintas a las otras, mi voz seguía siendo tranquila—, me cabrearía si desconoces aquel apellido—. Volví a mirar al frente—, pero no sería tu culpa.

    Silencio, miré el suelo, silencio, miré el cielo nocturno, callada, continué cuando sostuve sus ojos otra vez.

    >>No somos muy diferentes, Mitchell— Miré al frente otra vez—, solo que tú tienes con quiénes volver y yo he encontrado mi hogar acá...

    Por más excluida que me sienta a ratos. Por más confundida que me sienta en ocasiones como estas. Por más que nadie nunca tendría motivos para querer confiar y estar conmigo, porque fuí el enemigo y aún con eso ahora era tan solo una soga más que sostenía este barco.

    Pero Mitchell tenía a dónde volver, yo lo habría hecho se no haberme quedado sola por culpa de mi propio reino. Qué decir, lo quería conmigo, pero no quería que él perdiera aquello que yo ya no tendría de regreso, no lo tenía, pero poco a poco comprendía que las cosas ocurrían y solo quedaba lidiar con ellas lo mejor que se podía. Quedarse sin culpas, sea cómo fuera.

    En fin, que si en verdad tenía tan gran corazón como se rumoreaba este chico podría ser incluso un cable entre rebeldes y alguna pieza importante del reino, sonreí con sorna y suficiencia recordando lo que dijo sobre los espías, puede que haya manifestado su propias capacidades. Volví a la seriedad.

    —No dejaré que nadie te toque, ni yo lo haré aunque sea sumamente necesario —confesé, volví a mirarlo, acorralado otra vez contra el árbol, mis ojos estaban fijos en él—, cualquier cosa no dudes en decirme...

    Sonreí con confianza.

    >>Tengo el suficiente orgullo para creer que puedo protegerte de estos ferales.
     
    Última edición: 4 Marzo 2023
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    Bruno TDF

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    —¡A sus órdenes! —respondí en tono jocoso.

    La brujita me había dado instrucciones sobre cómo distribuir el fuego que, irónicamente, parecía estar sirviendo para que nos protegiésemos. Al menos eso fue lo que pude percibir cuando una de aquellas temibles criaturas pareció quedar dubitativa frente a las llamas, al mismo tiempo que emitía un gruñido de características diferentes a las de hace un momento. Así que, ni corta ni perezosa, me dirigí hacia una de las tiendas del lugar y pateé uno de sus cimientos, que ya estaban debilitados por el fuego; el toldo y todo su contenido se derrumbaron, siendo inmediatamente devorado por las llamas.

    Así nos encontramos, abocados en la tarea de generar fuego. Por suerte, aparecieron otros soldados que, con sus flechas incendiarias, lograron repeler a los monstruos que huyeron tras destruir las puertas del reino… Eso no podía suponer nada bueno en el futuro, pero al menos logramos estar a salvo…

    O eso pensé...

    Tanto la bruja como yo fuimos sometidas. Logré zafarme de un par de agarres hasta que las manos de los soldados me aprisionaron con más fuerza. Suspiré con resignación y bastante confusión, al tiempo que mostraba una mirada aburrida al sujeto que se apersonó ante nosotros, un tipo herido que querías saber quiénes éramos y por qué estábamos quemándolo todo. La brujita a mi lado respondió con una indignación feroz.

    Me quedé mirándolo, silenciosa, antes de responder:

    Me llamo Raissa, sólo soy una simple viajera que estaba de casualidad por aquí —dije con un tono indiferente, y luego señalé a la brujita con la cabeza—. Ella tiene razón, ustedes pueden seguir caminando sobre sus dos piecitos (o dando saltitos sobre el que les quede) gracias a que nos indicó que usáramos fuego contra las criaturas que atacaron el reino. A mí no se me hubiera ocurrido —lo cierto es que yo también estaba a salvo (a medias) gracias a la brujita, por lo que esta vez estaba evitando la tentación de incriminarla por simple diversión—. Y creo que deberías ocupar tu tiempo en tu gente o en la puerta destruida. Pero si me llevas, al menos espero que me den manzanas en sus mazmorras, hombre.
     
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    De temblar por miedo pasó a temblar de puro nerviosismo. Desvío la mirada y tragó saliva lleno de nervios , no le gustaba como le hacía sentir aquella extraña. Estaba acostumbrado a los coqueteos descarados, cada año alguna doncella le intentaba robar la atención, pero a él jamás le había interesado realmente una: todas eran hermosas pero ninguna era lo suficientemente interesante como para llamar su atención. La última vez que había sentido tanto nerviosismo, había sido cuando de pequeño, su mejor amigo, un hijo de una de las criadas de su mansión, le había robado un beso porque "era muy bonito y le dieron ganas de hacerlo". Después de años en los que se tomaban de la mano y se sonrojaban, terminaron por alejarse por el miedo a lo que ese amistad podía traerles como consecuencia. Después había tenido un pequeño romance con la hija de un pescador, quien era la chica más inteligente que hubiese conocido y estaba dispuesto a ayudarla a superarse, pero al darse cuenta que ella solo lo utilizaba por su dinero y posición, se sintió decepcionado.

    Y jamás había vuelto a sentir nada como aquello, porque su prioridad era que sus hermanas pudieran estar con quienes quisieran sin temor a salir dañadas.

    Y ahora se encontraba sonrojado, con las manos atadas y el rostro de Leonor tan cerca del suyo. Llevaban horas corriendo por su vida, con sudor seco en sus cuerpos y él no podía asegurar si, estando en aquella caravana, la chica se habría duchado ese día o el anterior —tampoco quería pensar en eso porque sentía su cara enrojecer más— y aún así, la rubia tenía un delicioso aroma a fresas silvestres.

    Tenerla tan cerca le estaba nublando la razón.

    Y deseo poder gritarle que no necesitaba que lo protegieran, pero sería mentir. No era débil, pero su fuerza no igualaba la de Leonor. Tampoco tenía un arma o espada en mano y dudaba que aquellos rebeldes le diesen alguna y, por más persona altruista y del pueblo que fuera, no estaba acostumbrado a vivir sin ciertos lujos: comidas abundantes tres veces al día, tina caliente antes de dormir, sus productos de cuidado para la piel y el cabello y una suave cama con sus sabanas suaves y cálidas. En ese momento se sentía tan sucio que le asqueaba imaginar su apariencia ante los ojos de la rubia; estaba agotado, sus músculos le pedían a gritos agua caliente para relajarse y la panza le apretaba los intestinos exigiendo alimento. Debió haber comido algo en el mercado, pero su afán de ayudar lo había alejado de un delicioso caldo de pescado o estofado de cerdo.

    —Te aseguro que no soy útil. Nadie me va a buscar, es probable que me den por muerto mañana en le mañana.

    Le dijo sin poder mirarle aún, sentía su cuerpo tan cerca del propio que, culpando al cansancio, sentía que en cualquier momento sus piernas le harían una mala jugada y le harían caer de rodillas.

    —Pero ahora mismo estoy demasiado cansado para rogar por mi vida y mi libertad...
     
    Última edición: 5 Marzo 2023
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  1. Hitomi-chan
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