Seguí los movimientos de mi padre con el rabillo del ojo hasta que se posicionó detrás de mí y apenas puso las manos en mis hombros se me tensó el cuerpo, anticipándose a su locura, sin importar la que fuese. Me masajeó, me movió y bufé por lo bajo, claramente incómodo, pero no fue hasta que siguió hablando que el cuerpo se me bañó en una mezcla de furia y vergüenza que por un segundo casi revienta las contenciones que había establecido desde el principio del día. Me estiró las comisuras de la boca, forzando un gesto que no era natural en mí casi ni en mis buenos días y de inmediato levanté la mano, sujetando la muñeca de su mano derecha con fuerza. Me despegué de su otra mano de un movimiento mucho menos brusco y permanecí con él a mi espalda, sujetándole la muñeca. Medio giré el rostro, fingí no perder la compostura frente a los mineros y aunque lo que debía ver mi padre era un tercio de mi rostro la sonrisa que le dediqué fue peor que la que él había forzado sobre mí. Fue la sonrisa de un muñeco, rígida, al filo de gastarse y no me alcanzó los ojos en lo más mínimo. Al final no era más que eso. El corazón que tenía en el pecho era frío, había sido forjado como una espada y embarrado de sangre para emular el de las criaturas capaces de emocionarse. No era más que un mal imitador, el remedo de un muchacho de diecisiete años. —Padre. —Lo llamé en un murmuro plano—. No los hagas esperar, deseaban verte desde temprano. La sonrisa se desvaneció como si hubieran apagado la lámpara de aceite que alimentaba la ilusión y solté la muñeca de mi padre de una vez por todas. Tanto que hablaban del rey loco, ¿pero al final qué era yo? Tampoco era la clase de chico que se suponía debía ser y continuaría de esa manera. Con el corazón metálico pintado de rojo. —Habla con ellos. —Quiso sonar a recordatorio, pero yo sabía que había sido una orden tácita.
Rey Abraham —Tan atractivo como su padre...— Al ver esa mueca en su rostro, el Rey sonrió ampliamente e ignoro ese agarré sobre su muñeca para abrazar el cuerpo del joven apenas se vio libre de su agarre —...Mi pequeño Altan, aunque es todo un jovencito ahora, es verdad se orinaba encima hace apenas unos años atrás— El hombre comenzó a bailar mientras sostenía fuertemente a su hijo y a reír fuertemente. —Ellos no se molestan de ver el amor entre un padre y su hijo— Ante las últimas palabras del chico, el viejo Rey soltó su abrazo y se puso frente al chico para tomarlo de las mejillas y estirarlas un poco —...Míralos, si hasta disfrutan de verte junto a mi— Señalando a los mineros con un movimiento de cabeza, el Rey dejo que Altan viera como reían discretamente mientras lo veían atentamente.
Faltaba tan poco, tan tan poco para que las cuerdas con las que me contenía reventaran que pude jurar que la visión se me estaba parchando de rojo oscuro. Apenas mi padre me aprisionó entre sus brazos el río de sangre fluyó, espeso, tibio y tan rojo que por un instante creí que me iba a quedar ciego. La ceguera momentánea se vio acompañada de su risa, me atravesó la cabeza y el caudal del flujo carmesí no hizo más que aumentar. Estaba tensando las cuerdas, no podía ser otra cosa. Una se reventó, luego otra. Y otra más. Cuando soltó el abrazo boqueé como un pez fuera del agua, no supe si para llevar aire a la cabeza y a la sangre o porque genuinamente me había quedado casi sin respirar, pero el punto era casi el mismo. Me estiró las mejillas, siguió fastidiando y puede que hubiese seguido aguantando la mierda de no ser porque me hizo consciente de las risas, aunque discretas, de los condenados mineros. Las cuerdas restantes se rompieron de golpe, como cortadas con una espada. No iba permitirlo. Aparté sus manos de un movimiento brusco, fue casi agresivo, y no sé qué me contuvo de gritarle allí mismo. Quizás fuese la misma presencia de los mineros, quizás la casi inexistente decencia que conservaba, pero el caso es que alcé la voz como pocas veces lo hacía. Tendía más hacia lo taciturno, incluso si cargaba tanta violencia encima, verme cambiar el tono de voz era más una sentencia de desgracia ajena o propia. —¿Y bien, dónde quedó el brío que mostraron antes? —espeté hacia los mineros a pesar de no estarlos mirando, pues había dejado los ojos puestos en mi padre—. Llamaron tanto a su querido rey y ahora no hablan con tal de seguir observando el espectáculo. Para no interrumpir a su Majestad, imagino. Una risa extraña me vibró en el pecho, baja, y tuve que forzarme a volver a algo parecido al centro de mí mismo. Sin embargo, la silueta de mi padre frente a mí, de las figuras más allá de él y del mundo en general seguía parchada de rojo. El cuerpo entero se me anticipó a otro acercamiento así que puse distancia, lo rodeé y me aposté detrás de él, casi como otro soldado, pero lo que murmuré debió alcanzarlo aún así. —No me toques más.
Rey Abraham Al ver la actitud de su hijo, el rey comenzó a sollozar mientras llevaba sus manos al rostro y comenzaba a llorar amargamente. —Mi pequeño Altan es tan cruel con su padre...— Lentamente camino hasta su trono y se sentó en él llorando sin siquiera ver a los mineros o al mismo Altan. Algo incomodos, los mineros se acercaron al rey e hicieron una reverencia ante el hombre —No queremos molestarlo su majestad, si lo desea regresaremos en otro momento— Después de las palabras de ese príncipe, ya creían mejor esperar y hablar después. —Está bien...— Con lágrimas en los ojos, el rey alzo la cabeza y miro a los hombres frente a él limpiando un poco sus lágrimas con una de sus manos —...Ustedes tienen un problema y no por un hijo que no ama a su padre deben irse— Con una señal de manos les indico que siguieran hablando mientras él terminaba de limpiar su rostro de esos rastros de lágrimas. —Su majestad, como usted sabe hace días que escuchamos ese lamento por la noche y ahora...— Atreviéndose a hablar, e incluso ignorando un poco la mirada intimidante de Altan, el hombre mayor siguió hablando —...Esa cosa ronda las minas, como bien sabe no podemos trabajar así— —Esta vez muchos mineros la han visto, tememos que incluso pronto algunos comiencen a desaparecer— A diferencia de solo unos minutos antes, la expresión del rey ahora era una completamente seria y mirando fijamente a los hombres. Estaba pensando, pero no dijo absolutamente nada, miro de reojo al príncipe y regreso de nuevo su mirada a los mineros para quedarse callado por unos segundos más, hasta que se atrevió a hablar. —Yo lo solucionaré, ustedes regresen a trabajar mañana normalmente— La voz del rey era por primera vez en un tono serio y hasta un tanto autoritaria, miro a los hombres y les indico que se retirarán de su vista. La orden del rey se cumplió al momento, los mineros hicieron una reverencia ante él y se alejaron sin decir nada más. Cuando todos se fueron, el mismo rey se puso de pie y camino hasta la salida, pero solo parecía querer caminar, no tenía la intención de irse. —Sonríe hijo mío...— Haciendo una mueca de sonrisa, el hombre sonrió ante el chico —...cuando mueras no podrás hacerlo— Una fuerte carcajada salió de los labios del hombre antes de ponerse a tatarear una canción.
Ni siquiera reaccioné al arrebato de mi padre, permanecí estático en el lugar que había tomado y esperé a que los mineros hablaran de una vez por todas, luego de haberlo pedido tanto. Seguía con el cuerpo tenso, la visión parchada de rojo y la noticia que Miranda me había soltado haciéndome eco en la cabeza, insistente como un mosquito a mitad de la noche. No cambié la expresión que tenía en el rostro, una mezcla extraña entre indiferencia y severidad, pero no me pasó desapercibido lo que le soltaron por fin a mi padre. Había que ser imbécil para dejarlo correr sin más, sobre todo después de lo que yo mismo había visto dentro de las paredes del palacio, frente a mi padre. Para este punto quizás todos estuviésemos perdiendo la razón. Esa cosa ronda las minas. Vaya, qué críptico. Esta vez la han visto muchos mineros. No es la primera entonces. A mi padre se le había pasado el berrinche, se había puesto serio como ameritaba la situación e ignoré la mirada que me dedicó antes de volver la atención al grupo de mineros. No dije nada porque aunque violento, no era propio de mí faltar a mi palabra y les había dicho que no me metería en sus negociaciones con mi padre, que no sería más que su sombra. ¿Tú lo solucionarás? ¿De verdad? Les ordenó que se retiraran, así lo hicieron y entonces mi padre se levantó para comenzar a andar sin intenciones de irse. Seguí sus movimientos en silencio, como un vigía, y no moví un solo músculo de la cara cuando me dijo que sonriera porque no podía hacerlo cuando muriera. Solo hubo movimiento de mi parte para contestarle. —Es tan antinatural como pedirle a un pez que escale un árbol —resolví en referencia a la petición de que sonriera—. Cada quien hace lo que le es posible. Rompí la postura que había mantenido hasta entonces, di algunos pasos por el espacio y mantuve la vista puesta en mi padre al menos de reojo. Sin los mineros presentes me importaba entre poco y nada la forma en que debía hablar. —¿A qué se refieren con "esa cosa"?
Rey Abraham Mientras bailaba, el rey se acercó a su hijo y comenzó a rodearlo danzando a su alrededor y riendo al escucharlo decir eso de ser antinatural para él sonreír. Se quedo a sus espaldas unos segundos y de inmediato fue bailando hasta quedar frente a su primogénito. —¿Quieres conocerla? — Con un gesto de emoción real, el hombre miro al joven —Aunque sé que ya la has visto antes.... —El viejo rey comenzó a reírse y abrazo fuertemente a su hijo pese a que este se opusiera. Se acerco a su oído y susurro con un tono de voz nada propio de ese viejo —Ven esta noche a las minas, pero no le digas a nadie, te mostraré a "esa cosa"— La voz del rey era carente de humanidad... o al menos así sonaba, con un tono frio y casi como un siseo de víbora Altan pudo escuchar a su padre. No tardó mucho en que el rey se alejara del príncipe y comenzara a bailar frenéticamente mientras salía de aquella habitación riendo y se perdía entre los grandes pasillos... Contenido oculto OK, ya sé que eso sonó como un viejo pervertido X_X, pero no va de eso, lo juro XD.... Ir a las minas sin decirle a nadie Ir, pero decirle a Miranda No ir, y mejor quedarse en el castillo, sin comentarle nada a Miranda No ir, y quedarse en el castillo, pero decirle todo lo que paso a Miranda
Suspiré al ver la nueva escena de mi padre, pero renunciando al intento de siquiera pretender detenerlo. Fuese cual fuese el mundo en que vivía, no era este, incluso si a veces parecía que sí y pretender fracturar esa realidad que le pertenecía, pero no le pertenecía al resto, era un esfuerzo inútil. Me empeñaba en las cosas que parecían tener futuro, las que no las dejaba como estaban. Había que economizar la energía. La emoción en la voz de mi padre al preguntarle por La Cosa fue extraña por demás, al menos desde este lado del charco, y me revolví entre sus brazos apenas lo tuve encima. Lo repentino del gesto y la fuerza le dieron el tiempo suficiente para soltarme la locura de turno al oído, lo frío de su tono de voz me recordó a mí mismo, estaba por aplicar fuerza de verdad para quitármelo de encima cuando él se apartó por su cuenta y puse distancia nuevamente. No le respondí, ni siquiera me dio tiempo de por sí, salió de la habitación para perderse por ahí y su risa siguió haciendo eco por los pasillos. Tomé aire, buscando calmarme, y sopesé sus palabras antes de hacer nada, porque este era el mismo hombre que había soltado lo de las concubinas embarazadas así por la cara. Quizás le estuviese dando demasiada importancia a un loco, pero no me la podía jugar tanto. >>No ir, y quedarse en el castillo, pero decirle todo lo que pasó a Miranda.
Después de maldecir al rey y a esos soldados por impedirme la entrada, solo pude dar la media vuelta y alejarme dejando al príncipe solo en aquella habitación. Por ahora tenía cosas importantes que solucionar y lo primero era ir a buscar a esos hombres que se harían cargo de buscar a las concubinas del rey... si es que en verdad existían. Llame a los hombres de más confianza y encomendé el trabajo de buscar a esas mujeres, comenzaba a dolerme la cabeza y aún debía esperar al príncipe para saber lo que había sucedido con esos mineros y su padre. Regrese de nuevo a la habitación donde estaban reunidos esos hombres y espere al joven Altan, aunque al primero que mire salir fue a ese loco rey que como siempre solo se dedicaba a cantar y bailar. Apenas vi al principe salir, me acerque a él, ya era de noche y tal vez estuviera cansado, lidiar con un padre y rey loco no debía ser fácil para nadie, y menos para un joven como él. —¿Las negociaciones con esos mineros fueron bien, joven príncipe?— No quería molestarlo de más, pero en estos momentos era importante saber incluso la más mínima cosa.
Mi padre salió primero, pero cuando yo lo seguí no me sorprendió ver a Miranda afuera y que se me acercara de inmediato. Una parte de mí quiso decirle que me dejara solo, estaba sobrecargado de por sí, pero habían cosas importantes sucediendo que no podía dejar para otro momento. Además, tenía que contarle lo que sea que acababa de pasar allí. —Podría decirse —respondí a lo de las negociaciones—. Le dijeron a mi padre que "esa cosa" ronda las minas, que esta vez muchos la han visto. Mi padre les dijo que él lo solucionaría, pero que volvieran a trabajar mañana. Tomé muchísimo aire por la nariz y lo liberé en un suspiro prolongado. —Cuando le pregunté a qué se referían me soltó que si quería conocerla, en cuyo caso fuese a las minas esta noche... y no le dijera a nadie.
Escuche atenta todo lo que el príncipe decía..."Esa cosa" era algo que antes había escuchado, pero no pasaba de ser un cuento entre obreros al que nunca le había prestado atención, que justo ahora volvieran a mencionarlo no debía ser cosa buena —Supongo que no piensa ir a las minas solo príncipe... — Alce una ceja al ver al joven, pese a su edad no era para nada impulsivo, así que no creí se arriesgaría a ir y más sin decirle a nadie. —Yo iré en su lugar, llevaré a un par de hombres y descubriremos que se sucede con las minas— A mi edad ya no era para estar en esta clase de situaciones, pero tampoco podía dejar al joven príncipe solo. —Vaya a su habitación príncipe, yo le informaré todo por la mañana— Hice una leve reverencia ante él y me di la media vuelta para llamar a los soldados que siempre se encargaban de cuidarme cuando debía salir del reino. >>>>> Esperamos ver entrar al rey en esas minas ocultos entre las viejas carretas y palas, parecía ir solo, sin ningún guardia a su lado y mucho menos algún minero. Como pocas veces era visto, el rey esta vez no parecía estar en su locura normal, no cantaba, ni bailaba y su porte era el porte de cualquier digno rey. Entro en las minas con apenas una pequeña antorcha encendida y nosotros lo seguimos de cerca y en silencio. No se adentró demasiado, apenas pasando algunos de los pasajes importantes se detuvo frente a lo que parecían ser más personas...¿Mineros tal vez? . En todo el tiempo que esperamos fuera de la mina, nadie había entrado, así que seguramente tenían bastante tiempo dentro. Sin decir nada, el rey dejo el fuego a un lado y se abrió paso entre esas personas, para luego ponerse a cantar y bailar como era su costumbre, solo que esta vez parecía algo diferente. Mientras intentaba ver más de cerca, una extraña sensación me hizo girar a ver algo a mi lado, sentía que alguien estaba junto a mi aunque no pudiera ver a nadie. Pero no tuve tiempo de pensar, unas de las rocas de la mina comenzaron a caer y algunas de ellas sobre mi cuerpo haciéndome perder la conciencia... Altan regreso a su habitación, espero noticias de Miranda, pero nada paso, así que fue a dormir...... A mitad de la noche, un pequeño alboroto se dejo escuchar a las afueras del palacio, un grupo de soldados entraron apresurados la palacio y fueron directamente hasta la habitación de Miranda, donde la dejaron sobre la cama inconsciente y fuertes heridas por todo el cuerpo. El medico real no tardo en llegar, así como las mujeres que le ayudarían a atenderla..... Contenido oculto Altan puede.... Ir a ver a Miranda y saber como esta Esperar a la mañana para saber lo que pasó
Viendo los acontecimientos recientes entre los mineros, lo de las concubinas y en sí todo lo demás ir solo a las minas, incluso si la solicitud venía de mi propio padre, era un estupidez sin importa por dónde la mirara. Ir de cabeza a dónde tenía todas las de perder nunca había sido mi curso de acción, sin importar lo que sucediera, así que eso no cambiaría ahora. Aún así comprimí los gestos cuando escuché a Miranda decir que iría ella, que descubriría qué ocurría y me lo contaría por la mañana. Algo en eso no terminaba de sonar bien, sin duda, pero asentí con la cabeza y la dejé retirarse sin añadir nada más. Solo debía esperar, algo para lo que a veces no era demasiado bueno, pero no me quedaba opción. Esperé por noticias de Miranda lo que me pareció una eternidad, incluso si ella me había dicho que me hablaría por la mañana, y en determinado momento intenté dormir sin éxito alguno. Conciliar el sueño con preocupaciones en la cabeza tampoco era una de mis cualidades, pero justamente por eso escuché el alboroto a alguna hora de la noche, suficiente para alertarme y hacerme levantarme. Tuve un breve debate mental entre si salir para comprobar si habían traído a Miranda o esperar a la mañana, pero no tardé demasiado en descartar la segunda opción. Salí de mi habitación con la única intención de ir a comprobar qué había pasado, independientemente de lo que fuese. >>Ir a ver a Miranda y saber cómo está. Contenido oculto he hecho mejores post en mi vida, sin duda, pero bueno es lo que hay (?
La habitación de Miranda no tardó en llenarse con mujeres que iban y venían apresuradamente, así como un par de médicos que pedían a las mujeres ciertas cosas mientras veían el cuerpo de la mujer. Las sábanas en la cama no tardaron en cubrirse de sangre, y el cuerpo de Mirada comenzó a verse cada vez más pálido. En el camino de Altan hacia la habitación de Mirada se topó con todas esas mujeres que apenas hacían una reverencia ante él antes de seguir su camino. Apenas llegó a la entrada de aquella habitación pudo ver a lo lejos como las heridas sobre el cuerpo de Mirada la mantenían inconsciente mientras los médicos intentaban contener toda aquella sangre. Aunque era una mujer mayor, su piel siempre se vio saludable, y conservaba la fuerza de cualquier jovencita, pero ahora estaba completamente inerte sobre la cama y viéndose cada vez más pálida. Rey Abraham: —Pobrecilla...— Con una sonrisa, el rey llegó al lado de su hijo y fijo la vista al interior de la habitación — ...Por eso uno, nunca debe ir donde no es llamado— Giro su vista al príncipe y revolvió un poco su cabello —Que duermas bien hijo— Y así como llego, se fue de nuevo, sus pasos eran silenciosos, o tal vez se perdía entre el sonido de los otros pasos alrededor, pero ese Rey estaba tan tranquilo, que parecía no importarle lo que pasara con esa mujer. Contenido oculto Altan puede quedarse y esperar para saber que pasará con Miranda o irse de nuevo a su habitación y preguntar al día siguiente.
El movimiento que había a esas horas era exagerado, las mujeres prácticamente corrían y al pasar hacían una reverencia, pero seguían su camino con la misma prisa. Para ser poco propenso al miedo en ese momento la tensión que se me comenzó a acumular en el cuerpo, la angustia que sentí, fue demasiado palpable como para ignorarla. Apresuré el paso hasta que llegué a la entrada de la habitación, la imagen que me recibió me dejó estaqueado en esa posición y presioné la mandíbula casi al punto en que me resultó doloroso. Había demasiada sangre, demasiada, y pude jurar que el olor me alcanzó hasta el fondo de la cabeza un segundo antes de que la visión se me tiñera del mismo rojo que impregnaba las sábanas. Miranda había terminado así por ir a las minas en mi lugar. La voz de mi padre me hizo girar el rostro en su dirección, fue un movimiento rígido, mecanizado, y apenas lo escuché hablar los gestos se me tensaron en una mezcla de ira y asco que no pude contener. No me dio tiempo a apartarme, así que cuando pretendí retirarme del alcance de su mano fue un movimiento algo retardado que le permitió alcanzar a revolverme el cabello. Se fue, así nada más, y aunque era posible que no fuese a ponerme atención ya alcé apenas la voz. —Es mi mentora —reclamé, fúrico, y mi tono perdió lo monótono que lo caracterizaba. ¿Qué estaba diciéndole siquiera? ¿Qué tuviera respeto por ella? No lo sabía. En cualquier caso no pretendí seguirlo, tomé muchísimo aire y lo solté de golpe por la boca, en un burdo intento por calmarme. Di pasos a lo largo del pasillo, de aquí para allá, como un animal enjaulado y la única molestia que me tomé fue no obstaculizar el flujo de personas que venían para atender a Miranda. No iba a moverme de allí, no esa noche. Contenido oculto el niño se queda, obvio
El tiempo pasaba y nada parecía mejorar.... Mujeres salían de la habitación de Miranda con sabanas cubiertas de sangre mientras otras entraban con limpias. En la cama de la habitación, el cuerpo de Miranda no parecía mejorar, el par de médicos que la atendían parecían haber contenido un poco la hemorragia en su cuerpo, haciendo que la sangre fluyera cada vez menos, pero eso no ayudaba a que el semblante de la mujer se viera mejor. Sin saber en qué momento, la noche llegó a su fin y por las grandes ventanas del palacio, la luz del sol comenzó a colarse hasta llegar al rostro de Altan. El ir y venir de las mujeres había cesado y ahora solo algunas permanecían dentro de la habitación junto a los médicos y Miranda. Lentamente una por una se fue retirando hasta dejar solo a uno de los médicos revisando por última vez el cuerpo de la mujer sobre la cama. Altan entró en la habitación apenas vio a los demás marcharse y se acercó al médico, para ver al mismo tiempo a Miranda. Los ojos del príncipe esta vez no vieron a la mujer de siempre, a la que conocía desde niño, ahora solo pudo ver a una mujer cubierta de heridas y moretones que casi deformaban su rostro, su piel más pálida de lo normal y su cuerpo cubierto de vendajes. —Príncipe...— El médico llamó la atención de Altan
El tiempo pasaba, con él también lo hacían las sábanas cubiertas de sangre y las limpias que entraban en sustitución, pero el olor a hierro, intenso, ya se me había colado hasta el fondo de la cabeza. Era posible que ese olor a sangre no se desvaneciera de mi memoria al día siguiente, se quedaría allí atorado como un recordatorio de que la sangre que Miranda estaba perdiendo era porque había ido a las minas en mi lugar. Unas por otras, sí. ¿Pero a qué costo? Había seguido rondando, incansable, tomando pausas solo para reposar la espalda contra una de las paredes del palacio o dejar pasar a las personas, lo hice hasta que el primer rayo de sol me alcanzó el rostro. El ir y venir de mujeres se había detenido, algunas se quedaron y en algún momento comenzaron a salir hasta que dejaron solo a uno de los médicos adentro con ella. Apenas me di cuenta entré a la habitación, me acerqué al médico lo que significó acercarme a Miranda también y la mujer que conocía... No había rastro de ella. Miranda era una mujer que cuidaba su aspecto, se notaba, pero ahora lo que quedaba de ella casi que solo era carne magullada y palidez. Había ido porque se lo conté y este era el resultado. Ahora lamentaba la forma en que la había tratado cuando me dio aquel pergamino. La voz del médico me sacó de mis pensamientos, pues me había quedado estaqueado ante la visión de mi mentora, y aunque su llamado me sonó distante despegué los ojos del cuerpo de la mujer y los deslicé a él. ¿Cómo me sentía? Ni yo lo tenía claro. —Ahórreme parte del mal trago —ordené—, ¿cuál es el pronóstico?
Médico.... El hombre solo afirmo con la cabeza ante el príncipe y miró a la mujer que recién acababa de atender. —Las heridas en su cuerpo son profundas, y perdió mucha sangre...— El hombre desvió su mirada de la mujer para poder ver al joven príncipe a su lado —...No podemos hacer nada más por ella— Por un momento guardó silencio, tratando de encontrar las palabras correctas para hablar, sin conseguirlas. —Puede morir en cualquier momento, o vivir un día más— A diferencias de horas antes, ahora la habitación de Mirada estaba en completo silencio. El médico apenas dio una leve reverencia ante el príncipe y se retiró a descansar dejando solo al joven y a Miranda. Contenido oculto Quedarse al lado de Miranda.... Ocuparse de otros asuntos, si ella debe vivir, vivirá. Ordenar que un médico este a su lado en todo momento, mientras tu te vas.....
Luego de que el médico asintiera la respuesta que me brindó no fue diferente a la que ya esperaba, eso sin duda, y aún así no pude hacer otra cosa que no fuese regresar la mirada al cuerpo de la mujer. Era irónico y despreciable, en vista de que lo que había hecho para conservar mi estatus como único heredero al trono de Ifeë, pero esta mujer... Había terminado de criarme, a su manera. Puede morir en cualquier momento. Puede vivir un día más. No le respondí nada al médico quien simplemente hizo una reverencia para finalmente retirarse y dejarme en la habitación, con el silencio y el olor a sangre. Me quedé estático un rato, no supe cuánto con exactitud, allí junto a la cama de Miranda y con los ojos clavados en ella pero sin observarla realmente. Me había quedado en neutro, con la mente casi inutilizada, y por mucho que Ifeë fuese mi reino, mi padre seguía vivo y en este momento quería permitirme un instante de egoísmo. Como si mi vida no fuese un enorme capricho en su totalidad. Suspiré con pesadez cuando me creí capaz de moverme, giré el cuerpo y busqué un lugar en el que sentarme para quedarme allí. No tenía intenciones de moverme, no a sabiendas de que podía morir en mi ausencia. >>Quedarse al lado de Miranda.
La respiración de Miranda era calmada, su pecho apenas subía un poco cada que sus pulmones se llenaban, pero la menos tenía un semblante tranquilo.... El día pasó más rápido de lo normal, los doctores visitaron a la mujer varias veces sin brindar grandes esperanzas por su vida, pero tampoco sin desahuciarla completamente. Cuando la noche llegó, la habitación de Miranda volvió a quedar en silencio, incluso las velas que iluminaban el lugar estaban apagadas y solo la luz de la luna que se colaba por la ventana iluminaba un poco el lugar. Altan había permanecido firme al lado de Miranda, no se alejó en ningún momento, pero justo cuando pensaba en irse a su habitación a dormir un poco, sus ojos vieron cómo en una de las esquinas de aquella habitación una sombra comenzaba a tomar la forma de una mano con dedos alargados y delgados, la sombra comenzó a esparcirse sobre la pared en forma de venas negras hasta llegar a la cama de Miranda. La mano subió sobre las sábanas y llegó hasta el cuello de la mujer, haciendo que casi de inmediato el cuerpo de Miranda comenzará a convulsionar y su respiración agitarse ... Por un momento, los ojos de Miranda se abrieron y su vista fue a dar directamente al joven príncipe, una mezcla de miedo y suplica se reflejaron en sus ojos a la vez parecía estar luchando por respirar. Cuando Altan dio un par de pasos hacia la cama de Miranda, la sombra retrocedió al momento, y justo en ese mismo instante por la puerta entraba una de las mujeres que se encargaban de cuidarla. Con una leve reverencia ante el príncipe la mujer comenzó a revisar las heridas de Miranda con tranquilidad, sin prestar atención a esa enorme sombra a un lado de la cama... parecía como, si no pudiera verla . Contenido oculto Altan cada día más loco (?) Preguntarle a la mujer si puede ver algo raro en la habitación? Quedarse "tranquilo" hasta que la mujer se vaya y luego ver que es esa cosa....
El tiempo parecía suspendido en aquellas cuatro paredes, no importaba que la luz llegara o ser fuera, que amaneciera o anocheciera parecía ser siempre lo mismo incluso cuando llegaban los médicos a revisar su estado. Nada cambiaba, parecía inalterable y ella se mantenía allí en un limbo, era como si estuviese viva y muerta a la vez. Era una suerte de paradoja, un quiebre en la realidad y una alteración a mi aparente objetividad eterna. ¿Qué hacía aquí? ¿No tenía un reino que tomar? Me mantuve a su lado tanto como me lo permitió el cuerpo, porque en determinado momento sentí tal agotamiento que mi voluntad flaqueó lo suficiente para considerar abandonar su lado un momento, el cansancio comenzó a pesar y pensé que quizás podía descansar un rato, apenas unos minutos. La intención se quedó en eso, porque en una de las esquinas pude ver como se materializaba una mano, se estiró por la pared y viajó hasta la cama de Miranda para alcanzarla. Y estrangularla. Me quedé bloqueado hasta que los ojos de Miranda se abrieron, la súplica y el miedo que encontré en ellos me hicieron reaccionar por fin, me acerqué con intenciones de, ¿qué exactamente? ¿De pelearme con una mano negra? No lo pensé e igual no hizo falta porque apenas di unos pasos en su dirección la mano retrocedió como una serpiente asustada y al mismo tiempo entró una de las mujeres que cuidaba de Miranda. No me moví de donde me había quedado, ella hizo una reverencia con calma como si no viese nada y puede que de hecho no lo viese, que el único loco en esa habitación fuese yo. Tomé aire, no interrumpí su tarea ni miré hacia la sombra hasta que la mujer no se retirara de la habitación. >>Quedarse "tranquilo" hasta que la mujer se vaya y luego ver qué es esa cosa. Contenido oculto Altan cada día superándose a sí mismo en su momento de esquizofrenia (?
La mujer terminó de cambiar los vendajes de Miranda y retiró algunas sabanas sucias y se retiró en calma luego de volver a ver al príncipe y dedicarle una reverencia. Mientras esa mujer estuvo en la habitación, la sombra se mantuvo en una esquina, y Miranda en calma como si momentos antes no le hubiera pasado nada. En cuanto la mujer cruzó la puerta y la cerró tras ella, la sombra comenzó a agitarse de nuevo, solo que esta vez no se deslizo sobre la pared, esta vez una criatura comenzó a tomar forma.... La mano de antes volvía a salir y con ella un brazo.....Otra mano y luego la cabeza y torso de lo que parecía ser un humano, pero que claramente no lo era.... El cuerpo de esa criatura parecía estar cubierto por finos cabellos negros, o al menos eso era lo que se podía ver con la escasa luz. —...Altan....— La criatura pronunció el nombre del príncipe mientras los agujeros donde se suponía debían estar sus ojos se dirigieron hasta el joven heredero. Era una voz perturbadora, y que con solo escucharla podía erizar la piel de cualquiera...... Contenido oculto No voy a limitar la esquizofrenia de Altan en este punto...... Dejaré libre sus acciones y veamos a ver que hace el príncipe xD