Refugio Humano de Verghal (Base)

Gina reflexionó por un momento, pensativa.

—Uhm. Quizá sea una buena idea. Al fin y al cabo, no estoy para perder el tiempo, ¿sabías? M-Me sabe mal, pero él no va a dudar en usar su dinero para manipular a todo el mundo si es necesario. E-Es... por el bien común, ¿no? Vale, intentaré ver cómo hacerlo. Uno de los humanos que trajiste aquí, Emil, se llama, es bueno con los engaños y las manipulaciones, y es un hombre bastante intimidante, pese a estar tullido. Acudiré a él y le pediré consejo. Seguro que juntos hallamos una forma de lidiar con Clive sin cerder ni un centímetro y sin que haya violencia.

>> ¡Gracias por todo de nuevo!

 

Espella

Ugh, no me agradaba ni un poco que la mujer se aliase con el perro de Emil. Esa rata con alas era difícil de manejar, y podía interponerse en mis planes de hacerme con el control del refugio influenciado a Gina.

Pero de momento, tampoco tenía mucha elección. ¿Debería mandar a Viola a que le vigilase? No, era demasiado arriesgado tener a todo el mundo cerca de él mientras yo no estaba.

Y para colmo, estaba esa otra mujer que trajo Kashya. La había escuchado desvariar desde la distancia. Así que ella era la esposa del conde, uh. Normal que la dejaran, con lo loca que estaba. Era un peligro.

Me acerqué a la chica maga cuando terminó de hablar con ella, y me puso al día de lo que había ocurrido hasta el momento: Cómo aquella mujer, Cassandra, había matado a todos los que se encontraban en la cocina después de que quisieran comerla. Al menos tenía agallas, pero estaba también rota. Y una persona rota que ya ha matado es peligrosa. Muy peligrosa.

Maldición, manejar esto no iba a ser tan sencillo como había pensado. También me contó del soldado acorazado que estaba en los baños del segundo piso, ¿Quería que me encargara de él? Qué fastidio.

Al menos saqué valgo interesante de todo eso: había una puerta cerrada en lo alto de la torre del rey, en aquellas habitaciones que no revisamos la primera vez. Y justo había escuchado algo recientemente de los mercaderes al irles a vender las banderas.

—Interesante, veré qué puedo hacer, nos vemos luego.

Cuando estaba por marcharme me topé de nuevo con Emil, y no pude evitar sonreírle con frialdad y molestia, aunque el velo cubriese mi boca.

—Por cierto, nos hemos cargado a Auro y Selea, espero que estés contento. Oh, y esos significa que ya no necesitamos tus frutos, sucio estafador~ espero que al menos te sirvan para comer.

 

Emil miró a Espella, alzando una ceja. Sonrió.

—Ah, qué interesante. Así que al final si matasteis a esas dos zorras, ¿eh? Genial.

El murciélago pronto esbozó una sonrisa triunfante, pavoneándose, en parte, de cómo Espella se quejaba de sus abusivos precios.

—Así que mis frutos no serán de utilidad, ¿eh? Bueno, la oferta sigue ahí, muchacha. Je.

Y pronto su expresión cambió a la del ladino que era, sonriendo de forma pícara, mirando a Espella como si fuese una mina de oro. Y dijo, con un tono tan real que parecía creerse sus palabras:

Ah. Otra cosa. Ya que se os da bien eso de matar y todo el tema... me preguntaba si no os gustaría pasearos por el Castillo y buscar a mis.... compañeros. Ya sabes, supongo, que fui Susurro tiempo atrás, ¿no? Uno de los líderes, de hecho, sí. Éramos cinco líderes, concretamente; así que quitándome a mí, que quedé así de desgraciado y abandonado, otros cuatro siguieron... estando peor que yo. Muertos, pero sin morirse. Qué destino más trágico, ¿no es así?

>> El punto es que uno de ellos, vete a saber cuál, tiene algo que me pertenece. Si tienes la fortuna de toparte con alguno, quítaselo. Sabrás lo que es cuando lo veas, tranquila. Y no, me da absolutamente igual si los matas o no; aunque desde luego ninguno de esos cuatro se van a dejar ganar fácilmente, eso lo tengo claro. Haz lo que quieras con ellos, aunque fueron mis compañeros, no tengo nada de compasión por ellos, ni quiero que "descansen en paz" u otras estupideces así, que dicen los blandos. No, yo quiero lo que lleva uno de ellos. Porque me pertenece. Así que, hagamos otro trato. Sé que no soy de tu agrado, pero las recompensas sí que lo son, ¿no? Te puedo dar algo bueno, siempre y cuando hagas lo que te pido. Si te da por cruzarte con alguno de mis compañeros, ya sabes. Mira bien. Es probable que alguno lleve eso que quiero, ¿sí? Me lo traes, y yo te daré tu recompensa.

Esbozó una media sonrisa.

—Al fin y al cabo, seguro que tengo algo bueno: con todo lo que os saqué por esos frutos, seguro que he podido ahorrar para tener fortunas, ¿a que sí? Ja, ja...

 

Espella

Escuché con disgusto al hombre hablar, pero no podía decir que su oferta no me interesase. ¿Así que pensaba pagarme por encontrar un objeto que supuestamente le pertenecía, uh? Bien, tal y como él decía, no dudaba que hubiese hecho una buena cantidad de dinero con sus frutos, y pillando en general. Y si el objeto era bueno, sencillamente me lo quedaba en lugar de dárselo.

—De acuerdo, tenemos un trato señor "líder susurro". Como sea, espero que la recompensa sea buena o puedes irte olvidando de recuperar tu objeto —me burlé con sorna, para después abandonar el refugio.

 

Espella

Salí, como de costumbre, por el pozo del Centro de Verghal; subí a la plaza y rodeé a los arqueros habituales, pegada a la pared. Pronto, estaba de nuevo en el interior del refugio. Me acerqué al mercader y le vendí unas cuantas esencias ilusorias, consiguiendo unas cuantas edenitas que cambié después por el manto de rey que tenían allí.

Tras ello, me acerqué con Gina para recibir actualización.

—¿Qué tal chica, cómo te fue? —le pregunté

 

Gina suspiró.

—Aún no he podido pillarlo desprevenido... estoy a la espera del momento oportuno para atacar. He hablado con Emil, y tenemos una estrategia en mente, sí. A ver cómo sale. Te contaré todo cuando dé resultados, ¿sí?

La historia progresará cuando el refugio siga evolucionando.

 

Espella

Uh, así que aún estaban a la espera, eh. No era lo que quería escuchar, pero al menos estaban siendo precavidos lo que disminuía las probabilidades de que algo saliese mal; y podía ver que Gina realmente estaba comprometida con ello, así que todo marchaba bien.

—De acuerdo cariño, mantenme informada entonces, ¿Sí?~ —le dije, antes de marcharme de nuevo. Salí por la plaza y rodeando por los muros como siempre, llegué hasta final, avanzando hasta el pozo.

 

Kiri

Acudí después al refugio humano, donde me habían dicho que podía encontrar buenas gangas a cambio de algunos objetos que, francamente, ni me interesaban, como aquella carne de caballo, o las banderas.

En todo caso, sería una visita rápida.

 

Kiri

Dejé el pozo por el que había llegado tras de mí: era hora de ir a ver si cierta esclava de la que me habían hablado en el templo podía ayudarme a fortalecer el traje que había comprado en el refugio de los Litzels. Según me habían dicho, con ese traje podría evitar que mi cuerpo fuera vaciado de éter, como casi ocurrió cuando enfrentamos a la plañidera.

—¿Viola? —pregunté a la mujer que parecía encajar con la descripción—. Necesito tu ayuda para mejorar esto. Me han dicho que podrías ayudarme.

Le entregué así el traje divino.

 

—¡O-Oh! ¿L-La ama Espella te ha traído? Ah, entonces deberé hacerlo, claro que sí. Señorito, en un instante e-estará. Si algo se me da bien es... tejer.

Traje divino pasa a ser:

Traje divino mejorado.
Reducción de daño cortante: +5%
Reducción de daño de embestida: +5%
Reducción de daño contundente: +5%
Reducción de daño mágico: 0%
Reducción de daño de fuego: +5%
Reducción de daño de hielo: 0%
Reducción de daño de electricidad: +5%
Inmune a vaciado.
Peso: 4

 

El hombre alzó las cejas, sorprendido y alarmado al oír la narración de Kashya.

—¿U-Una mujer que está en el barrio rico, con su marido y su amante en estado de descerebrado? Ah, por como la describes, debe ser Dorris. Esa... esa mujer siempre ha estado un poco mal de la cabeza. ¿Dices que sigue viva? U-Ugh. No es que me entusiasme la idea de traerla aquí, pero qué remedio. Tenemos que salvaguardar a la especie humana todo lo posible.

>> Tranquila, en cuanto pueda, la traeré aquí.

Dorris aparecerá en el refugio la próxima vez que se visite.

 

La mujer, de nombre Dorris, se encontraba en una esquina del refugio, tirada en el suelo. Su rostro rechoncho estaba lleno de churretones, fruto de las múltiples lágrimas que lo habían bañado durante bastante tiempo. Y casi no reaccionaba a nada. Estaba ahí, tirada, apática. Nada quedaba de la mujer tan... excéntrica, pero alegre, que se encontró Kashya una vez en las calles del Centro de Verghal.

—... mis... pichoncitos... machacados por esos soldados. ¿Por qué? —musitó, con un hilillo de voz—. ¿P-Por qué tuvieron que... aplastarles sus cráneos? ¿Sus hermosas cabezas? Era... feliz... con ellos... ¿por qué me han traído aquí...?

Y agachó la mirada, manos en el vientre. Comenzó a zarandearse, adelante y atrás, adelante y atrás, con ambas manos en el estómago.

—Shh, shh... m-mi pequeño. Descansa, ¿sí? Descansa. S-Saldremos adelante. Aunque sea sin tus papás. Sí, saldremos adelante... sí...

Y siguió sollozando, ajena a la presencia de Kashya. O, quizá, decidiendo ignorarla.