Refugio Humano de Verghal (Base)

Refugio Humano de Verghal

En la plaza principal de Verghal hay un gran edificio cerrado a cal y canto. Antaño era una ramificación de la Iglesia ubicada en la capital, pero ahora el edificio se llenaba de personas, pues muchos de los ciudadanos humanos de la ciudad parecían estar alojándose allí. Curiosamente, aquel sitio ya no parecía una iglesia. Sí, conservaba la estructura, con un techo altísimo y con decoraciones que recordaban a una, pero el lugar estaba plagado de puestos que parecían constituir un mercado, de personas que transitaban por la zona como si fuesen calles, e, incluso, de mesas dispersas por aquí y allá, como si fuese una mini ciudad.

Parecía un lugar seguro, al menos. Un guardia se encontraba junto a la puerta, armado con una larga lanza. Además, parecía haber un mercader vestido de forma algo más pomposa, que estaba tras un puesto enorme, pero, curiosamente, vacío. No vendía comida, ni prendas, nada... ¿qué vendía, entonces?
Además, una mujer se sentaba, curiosamente, sola en un rincón de la Iglesia, destacando precisamente por su soledad. Era de las pocas personas que no estaba junto a nadie...


NPCs y servicios en la zona:

- Emil, el murciélago
Emil venderá Frutos de Auro a 400 de éter cada uno.

- Dorris, madre frustrada.

- Cassandra, viuda de Clovergold

- Viola, la esclava
Viola ofrece servicios de mejora, alteración y fusión de armaduras.

Contenido oculto

Viola puede mejorar, fusionar y alterar piezas de armadura. Visualizadla como la Einar de las armaduras (?) Ahora bien, ¿cómo funcionan sus servicios? Pues es sencillo. Puede hacer una de esas tres cosas que os he dicho:

- Mejorar armaduras. Para mejorar armaduras, requeriréis trozos de adamantita, como en cualquier arma. Las mejoras podrán subir algunas de las reducciones de daño del armadura o bajar el peso de estas. Solo podréis mejorar las armaduras dos veces, la primera vez se convertirá en "mejorada" y la segunda en "perfecta". Para la primera mejora, necesitaréis de 3 trozos grande de adamantita. Para la segunda, una mitad de adamantita.

- Alterar armaduras. Alterar las armaduras implica añadir alguna resistencia o inmunidad a cierto estado. Eso añadirá algún adjetivo a la armadura para señalar que está alterada de esa forma. Solo una alteración por armadura, ojo. Si una armadura otorgaba debilidad a algún estado, la alteración que añada resistencia a ese estado simplemente lo neutralizará: será imposible que una armadura cond debilidad a algo se vuelva resistente a ese algo. Si ya era resistente, por otro lado, pasará a volverla inmune. Y si es inmune, para ese estado ya no tiene sentido alterar nada (?
¿Qué necesitáis para alterar? Pues objetos de la sección "otros", claro. Ciertos objetos afectarán a las armas, de manera que...
>> Resistencia a quemadura ("refrigerante"): Líquido extraño
>> Resistencia a electrocución ("aislante"): Madera sagrada
>> Resistencia a congelación ("térmica"): Manto etéreo
>> Resistencia a lucidez ("mística"): Esencia ilusoria
>> Resistencia a quebrado ("reforzada"): Cuerno de ciervo
>> Resistencia a desequilibrio ("estable"): Tela pegajosa
>> Resistencia a hemorragia ("dura"): Placa metálica

- Fusionar armaduras. Podéis tomar dos armaduras del mismo tipo (dos botas, dos cascos, etc.; es decir, que sean para el mismo tipo de parte del cuerpo) y fusionarlas en otra distinta. La armadura que obtengáis será una distinta, que usualmente combinará los puntos débiles y fuertes de ambas que entreguéis. Eso sí, aquí hay un coste: 500 de éter.

 

Espella y Kashya cayeron, así, dentro del edificio, causando un gran escándalo a su alrededor. Todo el mundo dentro de aquel lugar se volteó a mirarlas. Por suerte... ¡parecían personas normales, perfectamente vivas! Eso sí, la caída, ¡auch! Había sido dura...

-70 PS de daño plano

—¡Eh! —exclamó el guardia cercano a ellas—. Maldita sea, ¿qué habéis hecho? Tsk, ya habéis roto el techo, tendremos que restaurarlo... ugh, está bien, no parecéis descerebradas, al menos... y sois humanas. No montéis mucho escándalo, ¿sí? Vais armadas, por lo que veo, y esto es un refugio, no un campo de batalla.

¿Un... refugio?

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Amane
Juanjomaster

uwu/

 

Espella

Pasó un instante en el que escuchó cómo el suelo se resquebrajaba, y lo siguiente que notó fue el doloroso impacto de su espalda contra el suelo de aquel lugar. Desde que había despertado en Edén, ese había sido el momento dónde más rabia y enojo había sentido, junto con un dolor punzante, pues era la epítome de todos los fracasos que había acumulado últimamente. Primero, su muerte contra la plañidera. Después, la huida forzada que habían tenido que ejecutar, y ahora, caía de manera tan humillante a un asqueroso refugio de despojos humanos.

Y aunque el ardor que le quemaba por todo el cuerpo le pedía a gritos destrozar a todos ellos a quienes culpaba de lo que le acababa de pasar, su lado más racional se lo impidió a duras penas.

Cuando al fin pudo ponerse en pie, se dirigió. No aquel guardia.

—¿Llamas a esto refugio? Parece una ratonera que se cae en pedazos —respondió con un tono de voz gélido y pesado—. ¿De qué se supone que los protege?

 

El guardia arrugó la nariz, molesto, y pronto se cruzó de brazos en gesto juzgador.

—¿Cómo que de qué se protegen, chica? ¿Es que no has estado en la calle? Los que se mueren empiezan a volverse medio tontos, y atacan y devoran a todo el que ven. Las casas no son bastante protección para muchos, porque los descerebrados rompen sus ventanas y se cuelan dentro. Por eso decidimos crear en la antigua iglesia este refugio temporal hasta que todo... en fin, hasta que todo se calma, y los dioses despierten de nuevo.

>> En todo caso, veo que vais armadas, vosotras dos. Eso quiere decir que sois viajeras aguerridas, ¡si habéis sobrevivido ahí fuera, debéis serlo! Escuchadme: si veis a algún humano perdido y solitario en cualquier parte de Edén, no dudéis en venir aquí a avisarme. Iremos a donde sea a rescatarlos y los traeremos a este lugar si es que necesitan un refugio.

Se aclaró la voz, y miró a Espella con cierta desconfianza.

—... y tranquila. Os recompensaré por ello. No tienes cara de ser de las que hacen cosas gratis. Oh, y por cierto, podéis usar esta puerta siempre que queráis. El descerebrado que hay fuera vigila la misma, es nuestro, ehm, "aliado". No os atacará si os reconoce, porque solo quiere proteger esta Iglesia, y si habéis estado dentro, no habrá problema.

A partir de ahora, podrás venir al Refugio desde la puerta del mismo, en la plaza principal.
Asimismo, podéis hablar con el guardia y contarle sobre algún NPC humano que encontréis en cualquier parte (sin incluir, claro, a NPCs que vayan al templo). De hacerlo, ganaréis recompensas y puede que ese NPC pase a vivir en el Refugio.

 

Cuando el mercader vio que se acercaba Kashya a él, fue gradualmente esbozando una sonrisa, poco a poco, y cuando verificó que, en efecto, quería hablar con él, frotó sus manos en gesto ladino. Sonriente y adulador, se emocionó tanto que le costaba hablar con normalidad, titubeando mucho en el proceso.

—¡O-Oh, hola, hola, h-hola! ¡Bienvenida, eres nueva por aquí, seguro! Ah, ah, ¡viajera, te veo armada, sí, sí, sí! Bien, ¡fantástico! Mira, mira, hago negocios, ¿sabes? Si quieres comprar algo aquí, necesitas Edenitas, la moneda oficial de Verghal. ¿Tienes? ¿¡No!? ¡Ah, qué desastre, no podrás comprar nada, ni comer, ni nada, de nada, de nada! ¡Pero! ¡Peeeero! ¡Eres guerrera, maga, algo, lo veo en tus armas, en tus ojos, en tus ropas! Maravilloso. Resulta que yo soy coleccionista, ¿sabes? ¡Coleccionista porque colecciono! ¿El qué, preguntas? Bueno, ¡cosas curiosas! Habrás peleado con algún monstruo ahí fuera, ¿no? No sé, cuervos, animales de algún tipo, ¡quizá alguna bestia mucho más intimidante! A veces, esas bestias llevan cosas muy interesantes, ¿sabías? ¡Lo que sea, cualquier cosa me sirve! Soy coleccionista, y eso significa que colecciono muchas cosas distintas, todo cosas de bestias, sí, sí, sí. ¡Tráemelas, y te daré dinero! ¡¡Ah!! Y para clientas como tú, clientas viajeras... ofrezco armaduras y armas especiales, ¡y otras cosas! ¡Sí, sí, sí! Pero te compro con Edenitas, claro. ¡Así se renueva el círculo, todos ganamos! Tú me vendes cosas, te doy edenitas, me compras equipo con edenitas, sales fuera, consigues más cosas, me las traes, ¡y así hasta que te aburras, claro!

>> ¿Y bien? ¿Y bien? ¿¡Y bien!? ¿Me traerás? ¿Sí? ¡Sí!


Se desbloqueará un nuevo comercio.

 

El excéntrico mercader silbó de admiración al ver aquellas cosas.

—¡¡Qué piezas más sensacionales!! ¡Son impresionantes! Me las quedo, me las quedo, ¡aquí tienes, aquí más que tienes! Te daré en total 12 edenitas, ¡espero que las aproveches bien!

 

Espella

—Con los tejados infestados de descerebrados y el techo cayéndose a pedazos, dudo que este lugar pueda protegerlos. De hecho, diría que este lugar es una trampa mortal —respondió—. Aunque —sus ojos mostraron aquel brillo malévolo, y bajo su velo se formó una pequeña mueca— eso podría cambiar ahora que estoy aquí. Iniciar un protectorado no sería una mala idea, necesito fuerza de trabajo y ustedes necesitan protección si quieren seguir con vida. Me parece que será una asociación bastante benéfica para ambos.

Espella se llevó la mano a su cuello, moviéndolo ligeramente formando algunos círculos.

—De acuerdo, cooperaré para que esta pocilga se vuelva algo más funcional. Qué suerte tuvieron de que una diosa les cayera desde el cielo —"rió" ligeramente, antes de dar la vuelta y alejarse del guardia. Tras eso, su atención se enfocó en la mujer que estaba apartada del resto, sentada, solitaria. Se acercó a ella y la miró durante unos breves segundos.

—Disculpa, soy nueva aquí —le dijo, fingiendo un tono de voz amable, aunque su frío tono habitual aún podía percibirse por debajo—. Si no me entrometo, ¿Hay algún motivo por el que estés tan apartada del resto?

 

La mujer, de cabellos grisáceos, pero sedosos y largos, vestía ropas claramente nobles. Elegante, sonrió al ver que Espella se le acercaba.

—Oh, hola, jovencita... eres nueva por aquí, ¿verdad? No te recuerdo.

Y suspiró al oír la pregunta sobre su soledad.

—Sí, bueno... verás, mi marido era el que comenzó a fundar este refugio, el "líder" del mismo, digamos. Pero recientemente murió, o, bueno... a medias. Él es aquel soldado que veis fuera, defendiendo a capa y espada la entrada a la Iglesia, incapaz de descansar. El pobre solo quiere seguir manteniendo a su gente a salvo. Supuestamente me confió a mí la gestión de todo, pero... no he sabido hacerlo. Cuando él murió, todo se descontroló un poco, y ahora los mercaderes han empezado a hacer lo que les place y a dominar en la práctica este lugar. ¡Se supone que es un refugio, pero consiguen los suministros y los venden a precio de oro! Quienes no traían dinero solo pueden resignarse a no comer, robar o... pagar de otras formas, en el mejor de los casos. O eso o jugarse la vida saliendo en busca de algo de valor ahí fuera. ¡Es horrible, no deberíamos tener esta jerarquía! Pero claro, sin mi marido, no sé bien cómo hacerlo. Estoy completamente alienada aquí...

>> Si tuviese dinero, quizá podría ir poco a poco controlando los mercados, pero claro... ya no me queda mucho. Oye, tú eres una viajera, ¿no? Lo pareces por tu aspecto. De ser así, estarás solo de visita... puede que consigas edenitas que no te sirvan. Por favor, de ser así, ¡dónamelas! Las necesito si quiero intentar reflotar este lugar!

Habéis desbloqueado la posibilidad de donar al refugio.

 

—¡Ah! ¡Gracias, jovencita! No es mucho, ¡pero es un primer paso! Lo guardaré, no te preocupes, ¡ahora estaré más cerca de mi meta!

Sumadas las edenitas al fondo del refugio.
Aún no es suficiente para su mejora.

 

Espella

Bajo su velo se fue formando una amplia sonrisa conforme escuchaba hablar a aquella mujer. Así que ella era una de las fundadoras de aquel refugio, caída en desgracia desde que su marido había muerto (y ahora protegía el lugar como un descerebrado, qué románticamente asqueroso) y que había perdido toda su posición de poder. Pero era un estatus recuperable, sí. Quizá tendría que hacer alguna inversión, pero aquello sin duda valdría la pena.

Porque siendo aquella mujer una viuda desamparada, que había perdido su influencia en aquel lugar, si ella le brindaba una mano amiga y le ayudaba a retomar las riendas del lugar, volviéndose su "amiga", entonces no le cabía duda de que ella podría tomar el control del refugio, usando a aquella mujer como su marioneta.

Vió entonces cómo la maga apareció en ese momento y le puso a la mujer algunas monedas en su mano sin decir nada.

—No te preocupes cariño —continuó con su farsa, hablando con gentileza— mi subordinada y yo nos encargaremos de contribuir económicamente a tu justa causa. Después de todo, la labor que realizas aquí es bastante noble. Aunque de momento no cuento con edenitas, te conseguiré unas cuantas lo antes posible. Puedes considerarme tu amiga —y con un rostro bastante diferente a su habitual, se despidió de ella y se acercó al mercader.

—Sé que cambias ciertos objetos por edenitas, —le dijo secamente—, ¿Qué me darías por esto?

>> Vender esencia ilusoria x2 + pepita

 

—¡Ah! ¡Más cosas! ¡Mira que belleza, qué pepita más brillante! ¡Y mira esta... cosa tan extraña, esta esencia! Sí, sí, te daré 12 edenitas, chica, ¡claro que sí!

 

Espella

Tomó las monedas y, después de contar que estuviesen todas, se marchó sencillamente de allí.

Volvió con la mujer, haciéndole una seña cuando estuvo cerca de ella, y depositó las monedas suavemente en sus manos.

—Aquí tienes querida, no es mucho pero trataré de conseguirte muchas en el futuro. De momento, sin embargo, debo marcharme, pero espero que volvamos a vernos pronto. Antes de irme —le miró con gentileza, aunque bajo su velo se escondía una sonrisa cuanto menos perverza—, ¿Podrías honrarme con el honor de saber tu nombre?

>>Donar 12 edenitas

 

La mujer recibió las monedas con gesto entusiasmado.

—¡Oh, mil gracias, buena mujer! Las guardaré como oro en paño. Mi nombre, a propósito, es Gina. ¡Un placer conocerlas! Son ustedes dos unas hechiceras tremendamente amables.

Añadidas al fondo del refugio.
Aún no es suficiente para la mejora.

 

Espella

Espella se despidió de la mujer, y se dió la media vuelta. Miró el lugar una vez más; sí, sin duda era una pocilga, pero contaba con ciertos recursos y mucha fuerza de trabajo y mano de obra, así que podría sacarle provecho al final de todo. Sólo debía seguir adelante.

Se acercó a Kashya y le dió un golpe en el costado del hombro con el dorso mientras pasaba a su lado.

—Nos vamos, no hay mucho más que podamos hacer aquí. Aún tenemos que llegar a lo que sea que haya al final de los tejados. No he perdido tanto tiempo para nada.

Continuó avanzando hasta llegar a la salida, bajo la mirada del guardia, y salió del lugar.

 

—¡Pero mire por donde! ¡Carne! Con esto se puede hacer un estofado, sí, una buena cocción le quitará el podrido, sí, sí, sí. Y total, no se darán cuenta del sabor, ¡tienen tanta hambre que aquí la gente se comerá de todo! ¿Qué más? ¡Oh, una bandera de Verghal, qué elegancia! Ah, ya veo a los nobles de la zona pagando fortunas por esta tela, jijiji... ¡maravilloso, sin duda, maravilloso! ¿Pero esta otra cosa, qué es? Cualquiera diría a simple vista que es un rubí, pero no sé yo... veo claro que es bisutería, a lo sumo. Pero bueno, igual puedo engañar a alguien. ¡Lo compro, lo compro, sí! ¡Jiji! Aquí tienes tu pago, buen servicio, chica, bueno, bueno.

+16 edenitas

Cuando Kashya se acercó a Gina y le entregó aquel buen puñado de monedas, ella casi no pudo contener las lágrimas.

—Oh, de verdad, muchísimas gracias por la donación... con esto podré convencer a la gente y tratar de regular un poco el mercado, ¡sin duda! Aunque aún necesitaría un poco más... pero eso sí, también necesitaría algo de apoyo, a ser posible apoyo externo. Si trajésemos a gente nueva que me apoyase, puede que el resto me viese con mejores ojos, ¿no crees?

Aún no hay suficientes edenitas.
Se requieren nuevos NPCs en el refugio (puedes hablarle al soldado de ellos, mencionando dónde se encuentran y quiénes son, o hablarle directamente al NPC en cuestión para enviarlos aquí).