Red. Rojo. Así eran sus días manchados de sangre. Rojos. Ni blancos ni negros, no hay una paleta de colores donde escoger. Tan solo rojo. Y eso era tan bueno como tan nocivo que Mia ya no podía distinguir si lo que hacía estaba bien o mal. Todos los días eran rojos, puede que sangre o vermellón, pero rojos al fin y al cabo. No existía otro color en su vida. Era un hábito. "El hábito, definido como el modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas." Mia no jugaba a las cartas, ni veía la televisión o navegaba por internet. Tampoco paseaba o disfrutaba conduciendo. No quedaba con sus amigos ni iba al cine a ver películas. No perdía tiempo cotilleando con sus vecinas. Mia mataba por placer. La satisfacción que le producía el terminar con una vida con sus propias manos se equiparaba a la sensación de felicidad que un individuo siente cuando hace algo que le gusta. Era una afición. "La afición se trata de la inclinación o el afecto hacia alguien o algo." Ivashkov no fuma ni bebe compulsivamente. No es adicta al juego y las apuestas de cualquier índole le traen sin cuidado. Ivashkov no ahoga sus penas en la barra de un bar o teniendo sexo desesperadamente. Ella mataba para saciar sus intintos, asesinaba por la sensación de realización y placer que la embriagaba cada vez que detenía un corazón humano.Y no podía parar de hacerlo. Tampoco tenía remedio, pero por lo menos no la mataría tanto si lo hacía como si no. Era un vicio. "El vicio, gusto especial o demasiado apetito de algo, que incita a usarlo frecuentemente y con exceso." Mia sabía que la palabra muerte estaba grabada en cada parte de su cuerpo, en cada centímetro de piel; también era consciente de que si no paraba, terminaría siendo masacrada por un juego que ella misma empezó. Pero eso daba igual, porque como todos los humanos, Mia tenía ciertos hábitos y era fiel a su manera de vida. Al igual que la mayor parte de la población, Ivashkov poseía una afición con la que entretenerse y pasar el rato. Y tal y como todas las almas podridas de este mundo, Mia Ivashkov tenía un vicio, sin remedio ni solución y que la llevaría a una muerte segura si continuaba por el mismo camino. Pero ella no deseaba ni necesitaba cambiar.
Já... tan sana. Sólo es una asesina compulsiva (? Qué forma tan... peculiar de entretenerse. Pero, un vicio es un vicio, por más irracional que sea, y cuando lo tienes, simplemente no lo puedes dejar. Interesante escrito, me ha gustado mucho.