Realidad Virtual

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Paso su lengua por su muela sintiendo el dulce que se había impregnado en ella; estaba cepillando sus dientes con su lengua. Aparto su pelo de la cara, se había pegado por el calor; lo jalo y lo mando hacia atrás de su cabeza. Puso su brazo en el mostrador acostándose sobre él, en dirección a la PC. - ¿Qué pasara ahí dentro? - Pensó en sus adentros. Cerró los ojos con ese pensamiento en la cabeza.

Abrió los ojos, estaba en una especie de tren viejo en movimiento. Levanto la cabeza y la batió de lado a lado. Intento parpadear varias veces, pegarse en la cara e incluso pellizcarse; todo parecía dolerle, sin duda, esa era la realidad. Estaba sentada en una silla de plástico que dé misma manera que el tren era verde. Se quedó sorprendida y se levantó de golpe apoyando sus manos en la baranda del transporte; se movía realmente rápido haciendo que casi pierda el equilibrio en muchas ocasiones. Subió la cabeza, todo estaba vacío, los asientos incluso con polvo. Cada vez entendía menos cosas por lo que decidió mirar por la ventana; nada, fue lo que vio, parecía que estuvieran pasando por un túnel negro que estaba muy pegado al ventanal. Lo único que iluminaba su vagón era una pequeña barra luminosa que de vez en cuando parpadeaba dejando todo en oscuridad. Sintió pánico, estaba yendo en línea recta a quien sabe dónde. ¿Un secuestro? Se le ocurrió, pero la disipo rápidamente. El tren tomo una curva a muy alta velocidad logrando un chirrido y un balanceo, que, al mismo tiempo se acompañaba de un parpadeo de las luces. Se agarró fuerte del metal de la barra y cerró los ojos.

No supo cuánto paso en el tren. Abrió los ojos, se encontraba en la misma posición: Agarrada del tubo con toda la fuerza. Pero esta vez el tren estaba parado. Movió la cabeza hacia arriba con esperanza de haber llegado a algún sitio; miro el ventanal que tenía enfrente, vio lo mismo, el mismo túnel negro pegado. Giro su cabeza, casi como un búho y miro el ventanal de atrás; Había llegado a algún tipo de escaleras, era más muro negro, pero, en el centro había unas escaleras grises que casi brillaban. Soltó el tubo y se abalanzó hacia la puerta del vagón. Intento tocarla y jalarla, nada funcionaba. Se apartó un poco y vio un botón, lo toco y la puerta, como por arte de magia, se abrió. Salió de la especie de tren y empezó a subir escalón por escalón, estaba fastidiada, pues miraba al horizonte y solo veía escaleras.

-Mil cuatro, Mil cinco, Mil seis - Cada paso lo contaba en su cabeza, pero había parado en la mil seis.

Observo de nuevo al frente, había llegado a una especie de bosque, estaba lleno de árboles y la hierba le llegaba hasta sus rodillas. Para su suerte sus blancas medias evitaban el contacto directo, pues no soportaba el tacto de la hierba en cualquier parte de su cuerpo. Soltó un suspiro y empezó a caminar entre el pasto. Movió su cabeza de lado a lado, todo parecía ser un bosque sin montañas, de hecho, era excesivamente plano. Miro hacia el cielo y siguió caminado. Volvió a pasar su lengua por la muela donde tenía el dulce, era un sabor agradable. Se quitó el sombrero blanco extraño, a este punto ya quería sentir aire fresco en su cabeza; boto el sombrero por donde pudo y siguió caminando.

Camino durante horas, el sol ya la molestaba, pero este ni siquiera se movía por más que pasaran las horas. Golpeo el suelo con el pie con fuerza. Maldijo para sus adentros y siguió con el buen paso, a pesar de que sus pies le dolían. Soltó aire por su boca y vio otras escaleras. Salió corriendo a todo lo que sus pulmones le permitían.

Al llegar encontró las mismas escaleras grises brillosas. Eso le alegraba así que se le pinto una sonrisa en la cara mientras las bajaba casi que saltando. Y ahí estaba, la especie de tren color verde con los dos ventanales y la puerta abierta. Entro rápidamente y cerró la puerta. No sabía dónde estaba, pero un lugar con sillas era bueno. Se sentó en uno de los asientos y apoyo la cabeza en el ventanal. Entonces se empezó a mover el vehículo, los detalles de las paredes negras desaparecían a los ojos de la chica. De nuevo sintió nerviosismo de no saber en dónde estaba, pero sabía que en algún punto tenía que llegar a alguna ciudad.

Saco un espejo en forma de círculo, se miró en él; tenía su rosado pelo despeinado y unas ojeras. No le agradaba lo que miraba, pues estaba muy mal en aspecto físico. Volvió a maldecir a sus adentros; maldijo el tren, el bosque, el aire, en fin, maldijo todo. Bajo la mirada y se fijó en sus medias, estaban manchadas de verde por el pasto. Volvió a apoyarse en el ventanal y con los chirridos del tren se arrullo. Cerró los ojos.

Un fuerte chirrido la hizo abrir los ojos, el tren se había detenido. Con cierta resignación repitió el proceso bajándose en las escaleras. De verdad tenia fe en que esta vez fuera una ciudad. Empezó a subir y a contar los escalones en su mente, le parecía divertido. Mil seis, el mismo número. Prediciendo esto levanto la cabeza con ilusión en los ojos, no vio nada, si, no había absolutamente nada, solo el piso de roca rectangular de color gris apagado. Hizo pequeño los ojos mirando al horizonte, a esa distancia apenas se alcanzaba a ver una especie de hueco que intuyó que eran las escaleras. Elevo los ojos hacia el cielo y luego los bajo para empezar a caminar. Vio dos pidgeys pasando por el sitio ¿Qué diablos hacen pokemon aquí? Es decir, le agradaban los pokemon pero no entendía que hacían en un sitio como ese. Tampoco le dio más importancia, le parecía más raro que aún no le diera hambre, pues se conocía y le gustaba comer.

El trayecto parecía ser igual, el hostigador sol calentaría su rosado pelo y las horas pasarían hasta volverse a sentar en la verde silla de plástico; pero esta vez algo cambio, una gigante sombra la había cubierto. Elevo la cabeza y vio algo gigante de color blanco, parecía tener una textura similar a las medias que ella traía. Se quedó viéndolo varios minutos, estaba cansada y necesitaba algo de emoción. Luego de un rato la propia cosa se llevaba a uno de los pokemon flotando ¡¿Flotando?! Se quedó muy sorprendida, pero era de esperarse, estaba en viaje en la nada. La sombra se había ido, tosió y siguió caminado mientras pateaba una pequeña roca que se había encontrado.

La roca estaba caliente cuando por fin diviso las escaleras. De nuevo se sintió satisfecha al ver el color brilloso de estas. Corrió hacia ellas y las bajo saltándolas de tres en tres. Le causaba gracia ver la velocidad a la que bajaba. La puerta del tren estaba abierta así que con la velocidad que iba entro y tomo el tubo de metal para frenar la bajada. Sonrió por primera vez en esa aventura. Cerró la puerta y se sentó de nuevo en la silla verde. Acaricio su pelo y estiro las piernas; sus medias seguían manchadas pero le quito cualquier importancia. Miro hacia cada lado, todo seguía vacío. Apoyo la cabeza en el ventanal y cerró los ojos.

Esta vez ningún chirrido le hizo abrir los ojos, o bueno, fue un chirrido pero de un pidgey. El sonido le hizo abrir los ojos y observar el techo verde del tren despegándose. Se asustó y recogió las piernas. Miro al techo, solo era una luz increíblemente fuerte. Le parecía cálido por alguna razón. Entonces vio como una especie de mano blanca bajaba y tomaba al pidgey y se lo llevaba. Así de simple el techo volvió a cerrarse y el tren volvió a ponerse en marcha. Estaba en pánico ¿Qué había acabado de pasar? Estuvo un buen rato quieta y pensándolo. Un olor a quemado la saco de su pensamiento para meterla en otro - Mierda - Pensó. Con los ojos bien abiertos vio como todo se volvía borroso. Cerro los ojos e intento relajarse.

Volvió a abrir los ojos, estaba entonces en la misma posición, en el mostrador. Se levantó de golpe y observo a su lado, todo estaba exactamente igual; sintió un punzón en el brazo, se había quedado dormida encima del mismo. Suspiro, todo se trataba de un sueño. Fue hasta la parte trasera y apago una estufa improvisada. Vio dentro y se encontró con un arroz negro. Insulto de mil maneras al arroz y a su creador. Respiro hondo y se miró en el espejo de la cocina que había improvisado. Todo normal excepto que no traía el sombrero. Empezó a buscarlo por todas partes, en algún lugar se le debió haber caído, al igual que sus medias que estaban verdes, en algún lugar mientras dormía se debieron haber ensuciado.