Rapsodia de una realidad

Rapsodia de una realidad

En el oscuro pavimento, comienzan a reflejarse colores que se transforman en una sintonía, allí es donde noto que en realidad ya no miro nada más que tu propia mirada, perdida en la nada, y terriblemente mortífera para mi alma, que tan sedienta está por tu comprensión.

Mis pasos resuenan como un leve compás en el pavimento, tal y como si tuviera aún que escuchar las canciones que obligasen alguna vez a mi cuerpo moverse. Me pregunto varias veces porqué actúo así, mientras conocidos rostros caminan a mi lado sin siquiera notarme. Me pregunto porqué todos me olvidan, y lo más importante, porqué me importa.

Camino y me dirijo, viéndole sentidos a realidades que siquiera me interesan, tratando de pavimentar tal y como las sucias calles, esa mentalidad sucia y vana de la cual me enaltezco. ¿Quién soy? Camino sin cesar, y las sucias y molestas voces a mí alrededor me mantienen despierta en una realidad abominable y pesada, quejumbrosa.

Entonces te encuentro en mi paso, y recuerdo haberme sentido suspendida en aquellos maravillosos colores durante algunos segundos. Me encuentro cuestionándome acerca de la seguridad de mis planteos ¿habrán sido segundos? Pero sé muy dentro de mí que al menos los viví.

Me cuestiono porqué te hice ir, si tan bien me sentía. Entonces sé que tuve que irme de esa realidad porque no se sentía mía, y porque mi mente sigue tan dulcemente vana y sucia como la de los demás que me rodean.

Dijimos que sería nuestro mundo, y que sería infinito. Y a través de nuestras miradas, de esa sonata que levemente disfrutábamos en el aire al estar juntos, creamos un infinito que se mantiene en algún lado, paralelo al tableteo de mis pasos, mientras llego al lugar deseado.

Ahora me encuentro en un lugar conocido, ahora soy yo de nuevo, en mi realidad y en mi fiera pulcritud, después de todo, me mantengo firme y atenta a mis convicciones, escuchando mi propia canción, tratando de deducir cuál fue la tuya, y en qué nota coincidieron para llegar a crear un mundo tan magnífico. Me pregunto tantas cosas a la vez, y cuando te veo me siento tan afligida, que comienzo a dudar si fuera de todo, no te dejé ir porque tuve miedo de hacerte sentir como yo me siento.



Y ahora estoy observando un panorama entristecido y opaco, tratando de releer mis propias palabras y sentirme fuerte ante mis propias deducciones, sabiendo muy en el fondo que el día de mañana lo superaré y que el día de hoy, siquiera me importa.



Pomy