One-shot de Naruto - RABIETA

Tema en 'Fanfics Terminados de Naruto' iniciado por Temarii Juuzou, 12 Septiembre 2016.

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    Temarii Juuzou

    Temarii Juuzou Maestre

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    Escritor
    Título:
    RABIETA
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2171
    RABIETA


    Las palmas de sus manos le sudaban de una manera asquerosa; podía escuchar los latidos de su corazón tan rápidos como caballos en plena carrera, podía jurar que era cuestión de segundos para que este simplemente explotara. Su respiración se mantuvo pausada, dándole por fuera un aspecto calmado, pero muy en el fondo, Sakura sabía que en cualquier momento empezaría a hiperventilar.

    Su mirada paseo por todo el despacho; ya había estado ahí, hace unos meses, antes de que la Directora Tsunade decidiera dejarle su puesto al antiguo maestro de lengua, Kakashi. El lugar carecía de orden… más bien, carecía de todo lo normal en un despacho de Director Escolar. El escritorio estaba completamente vacío, sin contar el computador y una sucia taza (Con, lo que le pareció a Sakura, té de hace días) reposando cerca de la mancha del inconfundible café que la antigua directora solía tomar a diario. Los archivos estudiantiles ya no estaban, las estanterías se mantenían solas y con una leve capa de polvo en ellas.

    Miró por la ventana por un largo rayo y, al ver que nada nuevo pasaba, decidió mirarlo por fin a él. Su corazón comenzó a latir con más fuerza y sus mejillas empezaron a teñirse de rojo, ya sentía el calor en su rostro.

    “Demasiado hermoso para ser humano”. Kakashi no tenía más de 35 años, su piel tan suave y perfecta que ni siquiera esa cicatriz que le atraviesa el ojo lo hacía lucir mal, al contrario, lo hacía verse más deseable. Su cabello caía salvajemente por todos lados y su ropa informal le daba ese estilo casual, elegante que tanto lo caracterizaba.

    —Profesora Yuhi, la esperábamos.

    Sakura giro su cabeza en dirección a la puerta más por instinto que por ganas. Frente a ella pasó la viva imagen de la belleza madura, como sus compañeros solían comentar. Kurenai Yuhi tenía unos años más que Kakashi y no aparentaba más de 25. Con un cabello perfecto, como de modelo de comerciales de shampo; unos labios con un rojo permanente que, si les aplicaba brillo, eran los más deseados del mundo. Para rematar la figura de la mujer era lo que le seguía de perfecto, incluso para su avanzada edad y el hecho de ya haber dado a luz a su primogénito.

    La mujer le dedicó una media sonrisa que no supo cómo debía interpretar. La profesora, que durante mucho tiempo le impartió la clase de Ética, no se veía ni molesta ni enojada y mucho menos incómoda, su aspecto era más bien de una persona en totalidad tranquilidad, tan quieta y hermosa como si fuese un día cualquiera, como si no le molestará lo que Sakura había hecho.

    —Ahora que estamos todos, señorita Haruno ¿Sería tan amable de decirme por qué lo hizo?

    Sakura abrió la boca, dispuesta a hablar, pero las palabras se negaron a salir ¿Qué diría? No había pensado en eso, pero claro, tampoco había pensado en las consecuencias que traería su pequeña rabieta ¿Debería mentir o decir la verdad?

    Cerró su boca y dejó que sus dedos comenzarán a jugar, se sintió como Hinata cada vez que Naruto le hablaba.

    Todo había pasado tan rápido.

    Hace apenas unas semanas.

    Sakura estaba perdida en sus pensamientos, ignorando la ruidosa conversación con Ino mantenía a su lado. La chica de ojos verdes prefería centrar su atención en el nuevo director que en ese momento miraba al energético profesor de gimnasia sin siquiera ocultar lo desinteresado que estaba en su plática. De un momento a otro, su mirada se había conectado con la del profesor, unos pocos segundos en donde todo había desaparecido. No existía el ruido de la mesa de a lado donde los chicos hacían concurso de ver quien comía más dumplings; sus amigos habían desaparecido junto con su cuchicheo acerca de los guapos que se habían puesto los del último año durante el verano; ya no había nadie, solo ella y el sexy profesor que la miraba fijamente y le sonreía de una manera tan provocativa que lograron humedecer su ropa interior (¡Malditas hormonas!) poniéndola tan incómoda que sus mejillas adoptará un color rojo tan intenso que podía alumbrar cualquier casa en plena oscuridad; sus pupilas se dilataron y sentía como el aire le faltaba.

    —Tierra llamando a Sakura —la chica parpadeo e intentó ocultar su bochorno.

    —¿Qué… qué decían chicas? —desvió con mucha dificultad su mirada hasta los ojos chocolate de Tenten, quién la miraba con tanto interrogantes como le fuesen posibles. Sakura metió una porción de puré de papá en su boca.

    —L e estábamos diciendo a Hinata que invitará a Naruto a la fiesta en casa de Kiba… —comenzó Ino a explicarle, restándole importancia al extraño comportamiento de la rosada.

    —Sí, deberías hacerlo —tragó con dificultad el asqueroso puré que más bien tenía aspecto y sabor de engrudo con una pisca de sal.

    —¿T-todo bien? —la tímida voz de Hinata le interrogó.

    —Sí —Sakura sonrío y tomó su charola con la mitad de la comida aún en ella. —. Tengo entrenamiento con la profesora Anko en mi siguiente clase, mi casillero está muy alejado, así que prefiero adelantarme, no quisiera problemas —explicó y con una sonrisa en su rostro se alejó de sus amigas.

    Buscó con la mirada al único hombre vestido de camisa y jeans en todo el comedor, pero no estaba; con un suspiro botó la comida en el cesto de basura orgánica y salió directo a su casillero, hasta quedar un ángulo en que pudiesen ver bien. Sakura jamás fue una chica chismosa, pero algo dentro de ella le pedía a gritos que viera eso.

    Casi muere con su propia saliva sin dar crédito a los que sus ojos le mostraban.

    Sintió como su corazón le daba un vuelco en su pecho y sus mejillas se humedecían conforme sus lágrimas brotaban de sus orbes verdes. Quiso correr y encerrarse en un baño a llorar, pero sus piernas no le respondían y la obligaban aquedarse plantada frente a la puerta, observando.

    El aula de Lengua era uno de los más grandes, con un escritorio cerca de la pizarra, los lugares siempre en orden y los estantes llenos de libros clásicos que los profesores de primer y segundo año acostumbraban a leer al inicio de cada clase a sus alumnos. Para Sakura, ese salón siempre fue fantástico, su lugar favorito, el lugar de sus fantasías, donde muchas veces se imaginó en el lugar que, en ese momento la profesora Kurenai estaba ocupando.

    Kakashi le devoraba su cuello mientras la aprisionaba contra el escritorio de caoba. Una de sus manos acariciaba con desesperación su muslo derecho y le subía la falda con cada movimiento hasta dejar a la vista el color rojo de las bragas que ese día Kurenai llevaba puestas. La mujer mantenía sus ojos cerrados y su boca semi abierta, seguramente soltando suspiros y jadeos. Su mano estaba enredada en la blanca cabellera del director y su pierna izquierda, alrededor de la cadera de Kakashi, obligándolo a tener más cercanía.

    Kakashi dejó de besar su cuello para empezar devorar los rojos labios de Kurenai, la cual empezó a acariciar por debajo de la tela los fuertes y marcados abdominales del director. Fue en ese momento en los que sus labios se separaron y ella ocultó su rostro en el cuello de él, cuando la mirada llena de asombro y dolor de Sakura se encontró con la neutra de Kakashi, con un toque de deseo en ella. El mayor no desvió su mirada de los ojos verdes de su ex alumnas, pero tampoco dejo de tocar el cuerpo de la maestra ni de acariciar su hermosa cabellera.

    La respiración de Sakura se fue acelerando más y más, pero una fuerza invisible la obligaba a seguir mirando, a no ser la primera en desviar la mirada. Sus mejillas le ardían y su ropa interior parecía traje de baño recién salido de la alberca. Kakashi le sonrió de una manera burlona. Sakura no aguantó más y corrió hasta el baño de chicas más cercano.

    Después de ese día, Sakura no soportaba estar más de 10 minutos en el mismo salón que la maestra Kurenai sin querer ahorcarla. Con cada día que pasaba, cada mirada cruzada con el director le hacía arder de furia por dentro. Comenzó a tener ataques de inmadurez en los cuales se esperaba fuera del salón de Ética para entrar cuando este estuviera vacío y borrar la ya preparada clase de la profesora para luego cambiarla por algo bizarro. Así estuvo durante días, sin lograr lo querido. Sacar de quicio a la profesora.

    Fue ahí cuando cruzó la línea.

    Kurenai se encargaba de la tutoría en algunos grupos de primer año, su despacho se encontraba en el tercer piso y muy pocas veces lo cerraba, Sakura tomó provecho de aquello.

    Por cuestión de seguridad, Naruto siempre llevaba una navaja en su mochila, Sakura sacó provecho de su amistad y la tomo para llevar a cabo su tan descabellado plan.

    Ese día, el despacho el Yuhi estaba abierto y vacío, para la chica de orbes verdes se le hizo fácil entrar y comenzar a destrozar todo a su paso.

    Con fuerza rayoneo todo el escritorio, dejando grandes marcar en la madera, picoteo la acolchonada silla y destruyó los papeles que encontraba a su paso. Los estantes tenían archivos, fotos familiares y alguna que otra figurilla de cerámica que término junto a lo demás, hecha añicos en el suelo.

    —No te vayas a cansar.

    Sakura se quedó helada al oír aquella voz que tanto le irritaba en la actualidad. Detrás de ella estaba la profesora con los brazos en sus caderas y la mirada fija en ella.

    —Yo…

    —Creo que sería mejor que te vayas —su voz sonó firme, pero sin rabia ni enojo.

    Ese estúpido plan tampoco había servido.

    Sakura jamás había hecho nada que pudiera arruinar su expediente de alumna, siempre fue de las mejores en sus clases, Cuadro de Honor y presidenta de su grupo. Estaba más molesta consigo misma que con ambos adultos frente a ella.

    El sermón no fue largo, aunque ni siquiera escuchó la mayoría de este. Su mirada estaba gacha y sus mejillas aún brillaban de un tono rojizo. Su castigo había sido determinado después de un rato: una semana de expulsión y su primer reporte, sin contar que debía ayudar durante las tardes a la profesora Yuhi a restaurar los archivos destruidos.

    —Si eso es todo, me retiro —la profesora Kurenai salió de la misma forma en la que entró, sin una pisca de molestia y llena de esa aura que tanta luz le brindaba.

    Sakura se levantó cabizbaja, sonrojada y frustrada consigo misma en todos los sentidos. Una rabieta había arruinado un expediente de excelencia que, igualmente, le costaría la beca deseada para la que tanto se esforzó. ¿Y todo para qué? De igual manera, el profesor Kakashi jamás le haría caso.

    —Me gustaría poder hablar contigo antes de que salgas —la voz del director el tenso y la obligo a quedarse en su lugar —. Eso, lo que hiciste… ¿Acaso fue por lo que viste en el salón de español? —Kakashi se había levantado y acercado hasta quedar justo detrás de la chica de orbes verdes.

    —Yo… hum… —tragó saliva.

    —Acaso ¿Fue por celos? —la profunda voz del director penetró en lo más fondo de su ser. Podía sentir su cálido aliento en su nuca con cada palabra que saltaba.

    —N-no…

    —Hagamos un trato —la tomó de los brazos y la hizo girar hasta quedar frente a frente —. Tu expediente quedará limpio, pero tengo una sola condición para ello.

    —¿C-cuál? —

    —Clases particulares de sexualidad conmigo —le susurró al oído logrando que las piernas de Sakura flaquearan, estaba segura de que si el maestro no la estuviera sosteniendo, caería —. Ahora vete.

    La chica tragó saliva y con la mano temblorosa tomó el pomo de la puerta. Salió sonrojada y con el corazón a punto de estallarle.

    —Haruno —la chica chocó contra el pecho prominente de la profesora, quien la miraba con el ceño fruncido y los brazos en sus caderas ¿Acaso había oído?

    —Yo…

    —No digas nada… si hubiese sabido que los tratos especiales se podían en tu castigo, hubiese puesto yo también uno.

    —Profesora yo…

    —Silencio —su voz sonó en eco por los vacíos pasillos de la escuela —. Más le vale hacer todo lo que yo le diga cuando se encuentre ayudándome ¿Entendido? —su rostro estaba tan cerca del de Sakura, que esta pudo oler su aliento a chicle de menta.

    —Sí, profesora.

    —Así me gusta —la profesora terminó la distancia y devoró los labios de la más joven de una manera tan pasional que las piernas de Sakura no aguantaron y terminaron por flaquear al separar sus labios. La maestra le sonrío con triunfo y se alejó pavoneándose por el pasillo.

    ¿En qué se había metido?

    _______________________________
    @Knight , @Pire
     
    Última edición: 12 Septiembre 2016

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