Río de Sangre

Río de Sangre

Río de sangre. ​

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Corría. Agitado, sentía mi pecho bajar y subir. Frente a mi, ella… Huyendo, intentando salvar su vida. Tenía en mis manos… nada, no había nada. Solo veía la calle pasar, los faroles convertirse en puntos amarillos. Mi garganta latía seca, pero ella no se detenía y yo no pensaba parar hasta tenerla en mis manos.

La perseguía, la estaba llevando a una calle sin salida. Ella no lo sabía o no parecía darse cuenta. Disfrutaba verla correr como un conejito asustado, por que eso era, mi conejita asustada.

—¿Qué pasa pequeña? ¿Tienes miedo —una risa torcida salió de mis labios. Ella volteo y me vio con sus ojos aterrados. Podía oler su miedo, su cara solo aumento mi excitación. Es tan bella, y tenía que ser mía. Rubia, de ojos azules, boca roja y carnosa, cuerpo esbelto y un par de senos, bien puestos—. Nadie te va a ayudar —alargué con voz sádica.

—¡¡Vete!! ¡Déjame en paz! —chillo. Me sorprendió no verla llorando… Pero su cara, ese rostro perfecto, Dios era un poema. Ella miraba a todos lados, sabía que no había salida. No tenía opción. Pobre chiquilla.

Tenía los ojos encendidos por el deseo. En mi cabeza solo cabía una cosa: iba a ser mía. La posesión de ese perfecto cuerpo, las curvas, el cabello, tenía que ir a mi colección. La seguí. Ella corría. Yo reía mientras la perseguía. ¿Qué mejor que eso para aumentar la emoción? Casi podía saborear su miedo.

Extrañamente todo estaba de pronto tan oscuro, que solo veía mis manos. Rudas, blancas, con dedos gruesos, y extrañamente cuidados. Sonreí de lado ante esto. Cuidados, manos cuidadas. Bastante interesante para un asesino.

Sin prestar atención, la seguía llevando por aquel camino. No había nadie. Sólo estaba presente la noche oscura y fría. Mientras corría, el viento me golpeaba el rostro, anestesiando mis facciones. Rehacía en mi mente, su sangre derramándose por mis manos, podía sentirla: cálida; y olerla: fresca, jugosa, dulce. La imaginaba gritando, mientras desmembraba su cuerpo.

Me lamí los labios ante ese solo pensamiento. Pronto la hora de la sesión había llegado. Una larga calle y tan solo un rayito de luz, perfecto. Ni tan brillante ni tan oscuro, solo ella y yo bajo la tenue luz de la luna. Es todo tan romántico. Parecía ser sacado de una novela de Hollywood.

Solté una risotada al verla mirarme con ojos llenos de pánico. Su pecho subía y bajaba, tan rápido como el mío. Pero verla a ella era más excitante aún, la sal convertida en líquido bajando por su cuello, las mejillas sonrojadas y la ropa arrugada. ¡Dios! Aquello era toda una deidad, y era solo para mí.

—¡Por favor! ¡Por favor! ¡Déjeme ir! —volvió a chillar. Su voz parecía ahogada por el miedo. Solo sonreí y me acerque a ella con malicia. En un caminar lento, tranquilo, sin prisa pero sin pausa; después de todo, no la había.

Veía la tensión en ella. Sabía lo agónico que se sentía. Yo era el flamante león, mientras ella la tierna conejita atrapada entre mis fauces. Definitivamente no había nada mejor que eso.

—Dime tu nombre —le susurré con voz ronca. Pasé levemente mi lengua por su cuello, lamiendo su sudor. Ella jadeo asqueada, mientras yo reía.

—…La-ra…—gimió. Se movió con fuerza en un vano esfuerzo, de que despegara mi lengua de su cuello.

—No entiendo pequeña. Habla bien —mordí su cuello, mientras bajaba mi mano por su pierna—, Si no quieres que sea rudo contigo —ella grito cuando clave en su tersa piel una navaja. De dónde había salido, no importaba. Lo que sí extasiaba era ver ese líquido viscoso, salir de su piel.

—¡Lara! —chillo con fuerza. Apretó sus ojos conteniendo las lágrimas.

—¡Así me gusta! —volví a reír con maldad. La aplaste con mi cuerpo mientras le quitaba la chaqueta. Sus senos salieron a relucir por entre el pequeño top. Los toqué pero lentamente saqué la navaja de su pierna. La hoja estaba bañada de su sangre, la puse en sus labios—. Lámelo.

Llorosa capturo la hoja y succiono su propia sangre. Gemí de placer, en mi vida había visto algo tan placentero. Con rapidez moví la mano cortando su lengua y parte de su boca. Aquel fluido salía con más rapidez. Ella lloraba mientras yo disfrutaba lamiendo sus labios. Su cara estaba distorsionada y su cuerpo convulsionando por las lágrimas y el miedo.

Me separé de su cuerpo. Coloque una mano en su cuello, mientras con la otra deslizaba aquel cuchillo. Un hilito de sangre, pronto se convirtió en suave río. Que bajaba por su garganta, pasaba por entre sus senos y terminaba en su abdomen. El flamante líquido carmín fue a parar al piso. La sangré salía cada vez con más rapidez de su cuerpo, envolviéndome con su olor.

Con fuerza la monté sobre mis caderas, la apoye de la pared y separé su trasero.

—Has sido mala. Y debes de pagar por eso —reí en sus labios. Corté la falda y las panty medias. Arranque la pequeña tanguita que llevaba. Ella ya no hablaba solo se retorcía y lloraba.

Toque su trasero y baje a hasta su esfínter.

—Creo que esto te va a doler —carcajeé en su oreja mientras hundía el filo de la navaja en su trasero de un solo golpe y sin anestesia. Ella grito, su boca se abrió partiendo la piel de sus labios, haciéndola sangrar más. Su lengua escupió más sangre y el pequeño río que se formaba por su cuello se hizo más caudaloso.

Su cuerpo se estremecía. Gemí de solo verla. Con furia hundí más fuerte, reventando y cortando todo aquello que se interpusiera en el filo de mi arma. Sentía la sangre bañarme la mano, ese exquisito olor envolverme, drogarme y hasta sedarme. Solo ansiaba más, oler, tener más.

Entre mis manos palpaba como la carne de su trasero, se rompía. Se abría para darle paso a ese intruso cortante. Bajé hasta sacarlo y volver a hundirlo, sentir todo esto, era simplemente mágico.

Ella estaba casi desmayada del dolor, pero no. Yo quería que viera y sintiera todo, que gozara tanto como yo. La tiré contra el piso la coloque de espalda y cuando estaba a punto de caer desmayada…Con un golpe certero clave el cuchillo en su nuca, lo arrastre desmembrando y mutilando todo hacía abajo, sentía los huesos de su columna rosar con la punta de la navaja, sus vértebras partirse. Lentamente ahogue un gemido de placer.

No quedé satisfecho hasta que termine de cortar hasta su coxis. La sangre ahora salía toda de su cuerpo, la calle se manchaba con su sangre formando unos gruesos hilos del líquido escarlata. Cuando fui a dar otro golpe, pero está vez en su cabeza…


—¡AH! —inhale casi ahogada. Mi pecho subía y baja con rapidez. Tenía la frente perlada por el sudor. Mi cuerpo lo sentía totalmente entumecido, como si realmente había ocurrido todo aquello

Palpe la cama, las suaves sabanas, el olor a mi hogar. Todo aquello había sido un sueño. Uno muy vivido. Aún sentía como yo misma me perseguía y mutilaba. Sentía mi sangre correr disparada por mis venas. Toque mi cuerpo, ni un solo rasguño. Estaba intacta. ¿Qué había sido esa locura? No entendía por qué había visto todo eso.

Yo era mi propia asesina. Yo matándome a mi misma. Toqué mi boca, pegué mi lengua contra el paladar. Suspire de alivio. Estaba intacta. Sana y salva. Nada de eso había ocurrido y yo permanecía perfectamente en mi cómoda cama.

Me recosté y alise mis rubios cabellos. Cuando intentaba cerrar mis ojos aparecían esas escenas. No dejaba de pensar, el por qué de aquel sueño. ¿Qué quería decir? Me estaba volviendo loca acaso. Me giré hacía el costado derecho. La ventana a mi lado estaba abierta.

Fruncí el seño.

—Yo no la dejé abierta —pensé. Me revolví incomoda, y seguí viendo ese punto. ¿Cómo estaba abierta si no lo abrí? Extrañada me senté en el borde de la cama, la sobe y acaricié. Sentía mi corazón poco a poco aumentar su ritmo. ¿Cómo podía estar abierta? De un sopetón me levante. Daba gracias a Dios de que la zona fuera segura. Tal vez lo había olvidado, a lo mejor solo estaba aún con los efectos del sueño.

¿Qué podría significar una ventana abierta? Nada, tal vez un momento de irresponsabilidad mía. Tranquila y sonriendo por lo tonta que era, por asustarme por esa nimiedad. Me levante de la cama y fui a cerrar la ventana.

—¿Qué consecuencia podría tener una ventana abierta? —dije para mí misma en voz alta. Me di la vuelta.

—Una así como está —el corazón se me paró. Comencé a híper ventilar. Sentí el miedo tomar control de mi cuerpo y mis ojos dilatarse. Cuando vi hacia la oscuridad, unos ojos me veían. No se distinguía cuerpo. Solo la ronca voz. Entreví un filo metálico y lo último que sentí fue un fuerte y sonoro ruido, una bala impactarse contra mi cráneo, la pared mancharse de sangre y el golpe de mi cuerpo al caer y chocar contra el piso.

Fin.​

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Bueno, aquí les dejo un pequeño one-shot, espero y les guste. Dejen sus comentarios, recuerden que para mi son super importantes.
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Re: Río de Sangre

Gracias por leer Barbie. Este lo escribi para un concurso de One-shots Sangrientos, lastimosamente no gané, y creo que hasta la jueza se confundió. xD me alegra que tú lo hayas captado rápido, que bien.

 

Re: Río de Sangre

O.O Me agrada que les haya gustado. Y les confieso que a mi lo que más me gusto fue el final. :( jajaja XD

 

Re: Río de Sangre

Lo sé, todos me criticaron el final. Tengo que mejorarlos. U.U