Microrrelato Querido Insensible.

No sé por que eres así. Pero te comprendo, querido, créeme que te comprendo. Has sido pisoteado y humillado tantas veces por todos, que te volviste retraído y frío. Creaste una capa protectora para que no te lastimaran, aunque en secreto, el dolor es tu mejor amigo.

Tú eres dueño de ti mismo, cariño, lo entiendo. Yo, por mi parte, solo soy una niña insegura, muy insegura de hecho, que ha quedado encantada en tus ojos negros. Y más allá de eso. Perdida en el vacío de tu alma, en lo serio e indiferente que sueles ser con todos. Sé por que eres así. Te han lastimado y poco a poco te rendiste ante el dolor. Sucumbiste ante la agonía de vivir, comenzaste a pensar de una manera negra, oscura.

Pero antes, antes eras precioso. Como esas flores amarillas que nacen para alegrar el jardín. Siempre buscabas compañía y hablabas con quien podías. Tenías pareja, ¿Te acuerdas? Si, esa bella niña de cabellos rubios, muy pretenciosa para mi gusto. Estaba segura que eras muy feliz en ese entonces. Mentira. Lo fingías todo, por dentro morías, por dentro explotabas cada vez que la veías charlar con alguien más. Aún así te lo guardaste todo. Aún así te destrozaste cuando ella te dijo "Siento que no me quieres como yo a ti", por que la amabas. La amabas y nunca supiste como demostrarlo, ¿Cómo lo sé? Dulzura, tú y yo no somos tan distintos, pero tampoco somos iguales.

Ya no confías en nadie, ya no sonríes, ahora lo único en lo que crees es que vivir es el infierno que te prometieron al morir. Pero no todo es así. No debería ser todo así. Yo te conozco, conozco cada parte de tu ser, conozco ese ser violento que niegas ser, ese monstruo que se esconde en el cuerpo de todos. Y aún así quiero conocerte, quiero saber si todo lo que pensé acerca de ti es cierto, quiero saber si eres así de predecible. Me mueve la curiosidad hacía tú persona.

Somos parecidos cariño, muy parecidos. Pero cuando me pongo a pensarlo, somos muy distintos. tú niegas el dolor y yo lo acepto. Lo acepto como venga, por que me mantiene viva. Y sé que como yo, tú también frecuentas el dolor, la agonía, pero tú lo haces como castigo. Castigo por ser diferente, único. tú rozas tus muñecas con esa navaja para castigarte por no haber tenido el valor de responderle cuando era debido, por haberla dejado ir, por haberla perdido.

Esta noche iré a hablarte. Espero que nos sea muy tarde y que sepas como desinfectar tus heridas, yo puedo enseñarte, dejame enseñarte. Yo puedo mantenerte con vida, dejame hacerlo. No voy a salvarte, no creo que alguien pueda hacerlo. Nadie puede salvarnos, cariño, y nosotros no queremos ser salvados. Prometo que nos arruinaremos juntos y, ¡Será tan maravilloso!