Microrrelato Querida Dama

Querida Dama:


¿Qué podría decir de usted? ¿Qué podría escribir para usted? ¿Perfección? ¿Admiración? Eso sería imposible siendo que usted es la mujer más imperfecta que existe. Sus ojos pardos y su mirada perdida, su voz chillona y desagradable, sus pasos sonoros y poco discretos, su actitud altanera y parlanchina, en definitiva, usted es la mujer más imperfecta que existe.


Que se enoja y grita, lanza golpes sin aviso, es caprichosa y egoísta, como una pequeña niña haciendo berrinche; siendo torpe y poco elegante, mucho menos refinada. Mi estimada dama, podría pasarme toda la noche escribiendo de sus defectos, acomodándolos en una lista sin encontrar ni una sola virtud para satisfacción de sí misma.

Aún así, ¿Por qué me siento así? El aire me falta ante su presencia y una sonrisa se forma en mis labios apenas la escucho, su voz me irrita y me satisface como la canción de cuna de un niño que en su cama yace, al final mi mente vuela y se dispara en tomar ese cuerpo poco atractivo entre mis manos y besarlo repetidas veces para callar esa boca que nunca se cierra, ser el centro de atención de esa mente que jamás se concentra.

Mi corazón salta una y otra vez, siendo tan pequeña e infantil como una niña, mi instinto es simplemente protegerla. Cuando hace berrinches, cuando patalea y grita, siento la ternura insaciable en mi cuerpo de someterla y hacerla mía en un impuro deseo.

Usted es molesta, desagradable, poco educada, escandalosa, antipática, insensible, y aún así no puedo ignorar sus lágrimas que en secreto corren por esas mejillas redondas hasta caer en esos pechos que quizá sea lo único bien formado en ese pequeño cuerpo, en esas poco formadas curvas, de las que carece a pesar de ser una adulta.


Su pelo enmarañado parece no ser cepillado en días, graso y maltratado como su interior, aún así no puedo evitar desear despertar con él entre mis brazos y su tosca figura abrazándome en la desnudez de nuestros corazones.


Sea usted la dama más imperfecta que existe, la más desagradable e insensible, la más ofensiva y tonta, presumiendo de liberal y abierta, siendo conservadora y cerrada, presumiendo de seguridad cuando en su almohada yacen sus miedos, creyéndose fuerte como un árbol de roble, siendo que es más frágil que un pétalo de rosa.


Mi querida dama, donde no encuentro virtud alguna más que tenerme bajo el yugo de este amor no correspondido, donde su perfección es tenerme enloquecido con todo lo que no es usted, donde encuentro a una persona carente de todo y a la vez completa en su propio mundo, donde encuentro aquella que me da paz, a aquella que me hace vivir.

Querida dama, de usted me enamoré.