One-shot de Inuyasha - Quédate con migo

-Yo...-por fin logró curvar sus labios en una rota sonrisa. Tan solo una ilusión- Se feliz.
- Adiós- Tomando la mano de su amada se introdujo en la entrada al inframundo.
“Comprende que lo amas. Debes darte cuenta que lo amas. A él no a mi”
- Adiós Inu-Yasha...
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Su cuerpo se movía sin dirección alguna. Clavó la vista en el cielo.
La Luna aun en su mayor esplendor no lo complacía. Ya no lo maravillaba como solía hacerlo.
Todo por culpa de aquella... humana.
Una Sacerdotisa que con simples sonrisas logro que dejara de amar la Luna Menguante. Aquel astro eterno. El único que jamas lo olvidaría.
A el lego el olor a muerte. Muerte y Jazmines... Si Jazmines aquel aroma tan característico de la joven a la que odiaba.
A la que en ese momento se acercaba a el respirando con dificultad.
Sus piernas moviéndose con simple fuerza de voluntad arrastrando consigo la esencia a putrefacción que solo los muertos y por morir deberían poseer. No ella.
Aunque sus fracciones no sufrieron alteraciones. Estaba distinta. Sus chocolates ojos antes dulces y llenos de vida,ahora opacos por el bacio. Su sonrisa antes sincera, ahora utilizada en vano.
Seguía acercan doce. Entrando a las tierras del Oeste.
- Vete de mis dominios sacerdotisa.
No hubo respuesta. Una fina lagrima cayo por el rostro de la muchacha. Alargó su mano entregando un largo paquete envuelto en finas telas. Una antigua espada. Al instante la comprensión inundo sus sentidos.
- ¿Esta muerto?- Otra lagrima callo.
- No- La voz sin sentimientos. Sin vida, lo caló hasta los huesos- El es feliz.
- Se fue con ella.
Arrojo la espada a sus pies dando varios pasos hacia atrás.
- El esta en un lugar a que no puedes llegar- Giro con excesivo esfuerzo- Aun.
Su respiración se alentó mientras su cuerpo caía sobre las áridas tierras del Lord.
Las acciones no correspondían a los pensamientos. El cuerpo de la humana a la que odiaba ahora entre sus brazos se hallaba.
- ¿Que te ocurrió?
- Mi alma se marchito. Destruyéndome desde dentro- Su moribundo rostro sonrió. Una esfera negra sobresaltaba en el pecho de la miko- Corrompiendome por la obscuridad.
En los últimos momentos de conciencia las orbes chocolate tomaron un un leve brillo. Algo que solo el pudo apreciar.
- Por favor...
- Dime.
- Quedate con migo...
Ambas figuras se sumieron en un profundo abrazo del cual no se separaron.
- Gracias por enseñarme...
- A que?
- A que siempre te ame. Mi corazón sumergido en una profunda ceguera se corrompió- Un brillo en la perla que fue creciendo lentamente- Ya no tiene salvación- La sacerdotisa sonrió. Con aquella sinceridad que dejo de lado a la luna- Ya ni siquiera tu puedes salvarme... Sesshomaru.
Las palabras dichas en susurro llevaron el aliento final. El cuerpo inerte callo entre sus brazos. Enfriándose a cada segundo transcurrido.
- Eso ya lo veremos.
Desenfundó la espada. Cortando el viento. Habriendo las puertas al Infierno.
“Yo también te amo... Kagome... y...”
- Volveré por tu alma.
Colmillo Sagrado palpitó.