Imperio de Elérea Puerto de Portobelo

Erin Elroy

Puede que no hubiesen respuestas correctas o incorrectas, pero sí estaban las que aliviaban los corazones de personas que ya habían sufrido lo suficiente. Podría haberle dicho a Eigis que tal vez Arthur había olvidado esa parte de su infancia o que sencillamente no podíamos saber más que lo que él me había dicho allá en la floresta, pero quise tirar de la imagen que tenía de él. No olvidaría, era demasiado extraño imaginar a Arthur olvidando algo como eso.

Asentí de nuevo, esta vez cuando me preguntó si recordaba que habían ascendido a comandantes casi a la vez, y seguí sus movimientos cuando se desprendió del Égida. Estaba resquebrajado, pero seguía siendo el pavés de Eigis, su legado, y cuando continuó hablando, pasando por el recordatorio de que era un emblema familiar para llegar a decir que sentía que ya no cumplía su función entendí a dónde quería llegar. Había vivido este evento las suficientes veces ya como para anticiparlo.

Sus palabras fueron también un consuelo, sabía que no lo aparentaba, pero llevaba tanto tiempo dudando de lo que hacíamos, de lo que había decidido sobre todo al ver los destrozos que Aura había hecho, al ver a los nuestros al borde de la muerte con frecuencia o directamente perdiéndolos, que me cuestionaba de forma constante. Sin embargo, Arthur había decidido creerme porque la calidez de mi mano le decía que era real y Eigis estaba aquí diciendo que no solo era una buena jefa, sino una buena persona por haberlo buscado a él y por venir hasta ella.

Fue un recordatorio de que en todo lo malo todavía existía, al menos, algo de bondad en nosotros.

—Cuidaré de ambos —dije al recibir el Égida así como había recibido el Levatine—. Los llevaré siempre conmigo, juntos, como debe ser.

Me levanté un poco después que ella y así como cuando Aidan, a pesar de haber renunciado como Titán, decidió seguir acompañándonos lo que sentí fue alivio. Saber que contábamos con Eigis aquí en Elérea, que ella seguiría protegiendo lo que quedaba de nuestro hogar, me aliviaba el corazón. Habíamos perdido a Arthur pero ella viviría por ambos y estarían conmigo ahora que me habían dado sus legados. El Égida había alivianado la carga del Levatine.

—Cuento contigo para cuidar de Elérea, como siempre, y espero sepas que siempre que me necesites y esté dentro de mis capacidades acudiré cuando me necesites, Eigis. —Pude sonreírle a pesar de la noticia que le había dado, un gesto que ya no cargó tanta de la melancolía por la muerte de Arthur, sino algo de alegría genuina, de paz también—. Sé que me ayudarás cuando lo necesite. No lo he dudado nunca.

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vivo en un parkour emocional tremendo