Pueblo Sereno

Aleck Graham

Todo parecía tan fuera de lugar, todo parecía demasiado bueno para ser real. Sostuve el cheque en mis manos por unos segundos, tratando de digerir todo el debate interno que se había generado en mi cabeza: Se parece a tu familia, tienen la voz de tu familia, sus rostros, sus expresiones...Pero sus palabras, esas palabras sencillamente jamás saldrían de sus labios, bajo ningún motivo o circunstancia, sencillamente no era algo que vería realizarse ni en esta vida ni en ninguna otra ¿No? Y aun así, allí estaban, mirándome, sonriéndome, con los brazos abiertos. Era una imagen con la había soñado desde hacía 8 años, la dualidad perfecta entre mis dos más grandes ambiciones: La libertad de explorar los confines del mundo, y la paz de saber que no importaba que tan lejos me fuera, siempre tendría un hogar a donde volver, todo justo enfrente de mí.

¿Qué debía hacer? ¿Qué hacía ahora? Era todo lo que alguna vez había pedido, por fin resolver y poner en orden mi vida, pero ¿Qué pasaría con los gimnasios? ¿Qué pasará con la liga? ¿Con los patanes de los Bluefire? ¿Con la profesora Sonia? ¿Con los muchachos? ¿Con Liza y el resto de Holders por conocer? ¡Arceus me perdone, pero! ¿Qué pasará con Nora y Enya? Todo el mundo que he estado construyendo desde que salí de casa, el mundo que me dio una nueva oportunidad, que me permitió ser parte de algo mucho más grande, ¿Lo cambiaría por un sueño?

Dubitativo, comencé a acercarme nuevamente a la mis padres y mis hermanos, pensando que tal vez podría, tan sólo por esta vez, dejar de hacer tantas preguntas, dejar por fin el escepticismo, aceptar que todo esto estaba ocurriendo en realidad era el producto de años de lamentación y dolor, que la lucha se había terminado...

Un aire frio recorría mi rostro, los pequeños copos de nieves eran arrastrados por la corriente, mientras notaba cómo el cielo se tornaba cada vez más oscuro a cada paso que daba, pero antes de poderme acercar más, ha menos de un metro de volver a sus brazos, algo me frenó, una tenue luz que se posa ante mis ojos, un pantalla pequeña; entrecerré los ojos al percibir que había una especie de mensaje, en un principio parecían simples letras al azar, pero mientras más la miraba las letras cobraban sentido.

—Nada de esto es real!!!

Y cómo el mundo se detuviera de golpe y la realidad se doblara sobre si misma, sentí cómo el zumbido regresaba a mis oídos y la vista se me nublaba. Cerré los ojos resignado mientras soltaba un pesado suspiro y murmuraba.

—Ya lo veía venir...

Si tú no has cambiado ¿Por qué habrían de cambiar ellos?

Tras unos instante mi vista regresó paulatinamente, tallé mis ojos con la manga de mi chaqueta en un intento desesperado de secar mis lagrimas y acelerar la recuperación de mi vista. Para el momento en que en que recobré todos mis sentidos en su totalidad, me di cuenta de que quizás había avanzado más de la cuenta, pues ahora estaba en la plaza principal del pueblo, y el vaso de café seguía en mi mano, lleno, cómo si no le hubiera dado ni un sorbo aún.

Giré mi cabeza bruscamente para buscar con la mirada a mi familia, sólo para darme cuenta, que en el lugar en donde parecía que estaban, sólo había un montón de transeúntes aleatorios, los cuales se marcharon de inmediato al salir de la ilusión.

Tras examinar un poco más él área vi un par de personas, los aparentes responsables de sacarme de ese trance, un chico y una chica, Destiny y Lucas. En un principio di un paso atrás de los desconocidos, desconfiado por toda la insidiosa experiencia que acaba de vivir, pero me sentí un poco aliviado al ver a Cayden, Givan y a ¿Liza? ¿Qué hacía en Sereno? Bueno, realmente esa pregunta estaba siendo un poco eclipsada por el resto de interrogantes que envolvían a toda esta situación, cómo las más evidente de todas: ¿¡Qué mierda está pasando!?

Tras sentir un terrible punzada provocada por un dolor de cabeza, dirigí mi mirada al cielo, sólo para contemplar otra anomalía. Cómo si no hubiera visto suficientes hoy. El precioso cielo azul de Gérie estaba sutilmente teñido de rojo.

—¿Estamos muertos? El infierno se ve menos intimidante de lo que esperaba.— Proclamé, sarcástico, mientras sobaba mi nuca en un intento de aliviar mi dolor de cabeza. Me costaba asimilar, si quiera tratar de imaginar, todo lo que sucedía.

Lo muchachos entonces se presentaron ante Lucas y Destiny, yo solía ser un poco más amigable con nuevas personas, pero después de todo lo que había visto, me daba hasta pánico que supieran mi primer nombre.

— Graham, un placer. Es un gusto volverte a ver Liza, ojala fuera en mejores circunstancias ¿Eh?— Contesté con una leve sonrisa, no era propio que me presentara con mi apellido, pero tras el incidente de ciudad Rococó y esto, la verdad que había quedado un poco paranoico. Si acaso alguien haya arriba quería hacer añicos mi confianza, lo estaba logrando.

Destiny nos contó un poco sobre lo que estaba pasando, o mejor dicho, lo poco que sabía sobre lo que estaba pasando, lo cual en cierta manera me tranquilizó, al menos nos había ayudado a salir del trance, y ese Lucas parecía simpático al menos, aunque no podía dejar de repetirme las misma preguntas en mi cabeza ¿Cómo llegaron aquí? ¿Cómo es que Destiny y sus aparatos están libre de este estrafalario fenómeno? Por desgracia esas serían preguntas para después.

Una voz arisca, pero familiar interrumpe.

—¿Están bien? —Preguntó el pelirrojo.

Confirmemos: mirada intimidante, tono alicaído, actitud de hermano mayor. Sí, parece ser el verdadero Cayden.

—Bueno, esa es una muy buena pregunta. ¿Me da tiempo de pensar la respuesta, profe? — Solté breve risa nasal mientras bebía un poco de café intentando calmarlos. Nadie lo decía, pero podía verlo en los ojos de Liza y los chicos, todos habían tenido visiones similares ¿Verdad? Todas con el mismo triste final. — Lo siento, hablando en serio...Me alegra ver que todos estén bien, de verdad.

Sacudí un poco mi cabeza para tratar de ordenar mis ideas, incluso me permití soltar un leve golpe en el hombro del Pelo de Fuego seguido de una sonrisa un poco más relajada.

Destiny nos dijo que deberíamos reunir al resto de holders que se encontraban en Gérie, todos ellos provenientes desde Galeia, debían ser los amigos de los que Liza había hablado hace tiempo. Tampoco era que tuviéramos demasiadas opciones, además era entrenadores veteranos, así que sería menester conseguir su ayuda para arreglar este desastre, si es que esto tenía arreglo.

Acordamos dividirnos para cubrir más terreno y reunirnos más adelante en Villa Cruce. Sin nada más que discutir y deseando no tener nada que recordar, nos pusimos en marcha, pero justo antes de caminar, miré a Liza, aun un poco mortificada por todo lo sucedido, desearía tener un poco de té para ofrecerle otra vez. Me acerqué a ella antes de partir y me quite la bufanda, colocándola al rededor de su cuello, debía de volverla en algún momento después de todo.

—Una buena samaritana me prestó esto hace mucho, creo que lo necesitaras más que yo, pero promete que me la volverás a prestar ¿Sí? Es demasiado suave. — Con una amplia sonrisa, le quite la gorra a la castaña sólo por un instante para sacudir levemente su cabello y volver a colocar la gorra sobre su cabeza. — ¡Deséenos suerte, la vamos a necesitar!

Y con esas ultimas palabras nos pusimos rumbo en búsqueda de otros entrenadores, lo que parecía ser un tarde perfecta para ir por mi segunda medalla se había convertido en alucinación traumática y una misión de rescate, las cosas sí que escalan rápido ¿Eh?

 

Liza White

Era como si una parte de mí hubiese estado entumecida y relegada en lo más profundo de mi ser hasta entonces. Nunca había desaparecido, tan solo... no había encontrado razones para salir de nuevo a flote. La culpa, los remordimientos. La melancolía me hizo olvidarme de su existencia. Pero eso no tenía sentido alguno. Estaban ahí, podía verlos. Podía abrazarlos y sonreír como no lo hacía en mucho tiempo, sintiendo la enorme liviandad de no tener ningún peso sobre mis hombros.

¿Entonces por qué? ¿Por qué había olvidado lo que se sentía ser realmente feliz? Qué estupidez, ¡era una completa tonta! ¡No volvería a...!

No volvería a...

No...

...

"Despierta, Liz. Todo esto es una ilusión"

La realización me golpeó con la contundencia de un mazo. Fue como echarme un balde de agua helada encima. El destello de un aparato frente a mis ojos me hizo entrecerrarlos y cuando me acostumbré a su luz releí el mensaje una, y otra, y otra vez. La mano que me sostenía como un pilar fue deslizándose entre mis dedos y las figuras ante mí, rodeadas por un aura rojiza que no supe ver hasta entonces dieron media vuelta, comenzando a caminar sin rumbo alguno hasta desaparecer frente a mis ojos.

Las piezas inconexas, la voz insidiosa en mi cabeza cobró sentido al distinguir las palabras de Destiny, la Destiny real, acompañada ahora por Lucas. Mis pupilas temblorosas bailaron entre ellos y buscaron la figura castaña alejándose en la distancia, el nudo en mi garganta haciéndose más y más fuerte.

No, por favor.

No te vayas.

No de nuevo.

Pero debía hacerlo, ¿no? Hacía mucho que debía haberlo dejarlo ir. Era solo un engaño, una ilusión.

Esa no era mi realidad.

—...Ya veo —murmuré. Me había frotado los ojos rápidamente con el antebrazo, sintiendo ese molesto ardor de nuevo, y recuperé la calma usual. Mis labios dibujaron una sonrisa tensa, amarga—. Debía haberlo visto venir.

Que alguien como yo no merecía algo así.

Cayden, Givan y el recién llegado Aleck lograron salir poco después de su propio trance. Escuché las indicaciones de la rubia sin animarme a acercarme, manos en los bolsillos y cierto aire distraído, apático si se quiere. Cuando los ojos de los chicos se volvieron hacia mí asentí, amoldándome a su plan sin problemas. Iría a las primeras rutas a intentar encontrar a Nikolah y despertarle de aquel idílico influjo.

Pude notar el cambio en el rostro de Givan, en el de todos en realidad, pero no les culpaba. Tampoco sentí la necesidad de ayudarlos esa vez. Tan solo me limité a buscar la pokéball de Zazú y estuve por partir cuando la voz del castaño me sacó de mi estupor, rodeando una suave y cálida bufanda alrededor de mi cuello. Abrí los ojos, desconcertada, y le dejé revolver mi cabello sin ser capaz de reaccionar. El gesto desinteresado me regresó con fuerza las ganas de romper a llorar como una niña y apreté los labios sin ser consciente de ello.

Pero ni siquiera fui capaz de hacerlo.

Lo dejé marchar al poco tiempo, soltando un diminuto "gracias" que no sé si fue capaz de escuchar, y respiré hondo antes de subir a lomos de mi pokémon. Tomé la pokédex de Destiny, y tras afianzar mi agarre emprendimos finalmente el vuelo.

 

Cayden se adentró en Pueblo Sereno, rumbo al gimnasio. Enfrentarse a Shea, la líder de gimnasio de su pueblo natal... estaba cerca de lograr eso. Y aunque no sonase a una hazaña tan grande, había quienes pensaban diferente.

... aunque quizá no tantos como le gustaría.

—Ah, ese chico es Cayden, el del pueblo. Yo le conozco de vista.

Conforme se acercaba a las puertas del gimnasio notó clavadas las miradas en él, y algunos comentarios de los transeúntes llegaron a sus oídos.

—Como para no conocerlos. ¿No oíste lo que dijeron los seguidores esos de Enya? Por lo visto acosa a Enya junto a otros amigos... pobre chica. Menudo recibimiento en la región.

—¿Cayden, acosando? No sé, no lo conozco mucho porque hablaba poco, pero... no le veo haciendo eso.

—¿Entonces crees que Enya o sus seguidores mienten? ¡Como si necesitase inventarse algo para tener fama!

Fue cuando cruzó las puertas del gimnasio cuando se encontró con algo de calidez, y no por la temperatura, sino... humana. Ahí dentro había algún conocido suyo, y varios les dedicaron palabras de ánimo y aliento, con una sonrisa en sus caras.

Y, sin embargo, Cayden no pasaba por alto que sus sonrisas lucían algo... extrañas. Como si quisiesen apoyarlo por ser paisano y conocido, pero al mismo tiempo tuviesen dudas sobre él, sobre su integridad como persona y como entrenador.

Y no era difícil adivinar por qué tenían esas dudas.

Al final, entró en el recinto del gimnasio, y el asistente le guió hasta su interior, amable y cercano. Le explicó en qué consistiría el desafío, aunque no era muy difícil de averiguar una vez que se encontró con aquellos pilares de hielo y la fuerte ventisca artificial azotando.

Tenía que cruzar el laberinto y, si tenía la mala fortuna de cruzarse con un puzle, resolverlo. Bueno, pues, ¡manos a la obra! ¿Izquierda o derecha?

 

¡Bingo! Camino correcto, Cayden pudo esquivar los bloques de hielo y hacerse paso entre ellos para llegar a la siguiente encrucijada: ¿qué camino elegiría ahora? ¿Izquierda, o derecha?

 

Al cruzar por la derecha, la ventisca comenzó a hacerse más fuerte, y acabó topándose de bruces con una barrera en forma de cuatro estalactitas, clavadas en el suelo. Delante, un azafato esperaba la llegada de aspirantes.

—Vaya, parece que has acabado en este puzle. Tendrás que resolverlo si quieres avanzar. Tendrás tres intentos para, con estos botones, subir estalactitas hasta en tres posiciones: enterradas, medio alzadas y alzadas completamente. Si consigues acertar el número de estalactitas en una posición determinada, te lo diré, así como el número de estalactitas bien colocadas, tras cada intento.

>>Puedes comenzar cuando desees, y si tienes alguna duda solo debes preguntarme.

 

—Vaya chico, lo has hecho muy bien. Aunque aún no has acertado del todo. ¿Por qué no lo intentas de nuevo?

>>Has clavado el número de rocas medio alzadas.
>>Has acertado la posición de tres rocas.

 

Las rocas se colocaron en la posición correcta, y al instante se enteraron por completo, dejando vía libre.

—¡Enhorabuena, lo has conseguido! Puedes avanzar, ya te queda muy poco.

¿Qué camino tocaba escoger ahora, izquierda o derecha?

 

Cayden llegó de nuevo a un pasillo y...

Oh, no, más estalactitas. Vaya mala pata; ¡mucha suerte, Cayden, tendrás que resolver otro puzle!

—Hola, chico. Ya sabes cómo funciona esto, ¿verdad? Puedes empezar cuando desees.

 

—No está mal para ser el primer intento, ¡pero aún te falta! Prueba de nuevo. Te daré unas pistas:

>>Has acertado el número de rocas alzadas (3)
>>Has acertado la posición de dos rocas

 

—Parece que ya casi lo tienes, pero aún te falta. A ver si con estas pistas se te ocurre:

>>¡Has clavado el número de rocas enterradas, medio alzadas y alzadas! (1), (2), (3)
>>Has acertado la posición de dos rocas