Pueblo Atracadero

Liza White

Arqueé una ceja.

—Bueno, técnicamente lo hiciste —respondí, irguiéndome en mi propio asiento—. Así que al menos me llevas un poco de ventaja, ¿no crees?

Un beso perdía parte de la gracia si no era correspondido pero ella había dado un paso más allá que yo, así que quizás ambas tuviésemos una pequeña parte de la respuesta, el fragmento que le faltaba a la otra. Había tenido dos parejas en mi vida pero ambas habían sido chicos, así que esa información se me escapaba. Pero sabía lo que era corresponder un gesto así y la enorme carga sentimental que guardaba algo tan nimio como eso.

Pude percibir en algún momento cómo la cuestión había tensado de alguna forma a Mimi. El color le había subido a las mejillas y su mirada bailó hacia cualquier punto que no fuese yo, y no pude evitar mirarla con renovado interés. Sobre todo cuando intercambió una rápida mirada entre mis ojos y mis labios, haciendo que el calor me regresase al rostro.

Arceus, ¿en qué estás pensando, Mimi?

—Sí, sí~ —canturreé, llevando un mechón tras mi oreja para volver a probar bocado. Apenas quedaba mucho más en el plato de ambas, pero ninguna de las dos pareció reparar en eso. No supe bien en qué momento se me escapó algo más, sin alzar la vista del plato. Se me había aflojado la lengua con tanta sinceridad encima—. Se me hace curioso, ¿sabes? Ambas, con las mismas dudas, teniendo las respuestas de la otra. Casi parece que el destino se está burlando de nosotras.

Contenido oculto

¿No hace un poco de calor aquí?

 

Mimi Honda

Enarqué una ceja al escuchar las últimas palabras de Liza. ¿Estaba hablando en serio? Se había dado cuenta. Se había dado cuenta de cómo la había mirado, de qué descabellada idea se me había pasado por la cabeza y sin embargo parecía bien con eso.

Estudié su expresión un breve instante preguntándome si hablaba en serio. Y cuando tuve mi respuesta me incliné hacia delante en la mesa hablando solo para que ella me escuchase.

¿Estás sugiriendo lo que creo que estás sugiriendo, White?

—Bueno, tal vez...—dejé caer como quien no quiere la cosa— el destino nos esté queriendo diciendo algo, ¿no crees?

Regresé a mi silla y se me escapó una risa por la nariz mientras pedía la cuenta al camarero. Aquella conversación se había tornado demasiado interesante para tener público.

El Indedee se acercó con la cuenta por los menús. Era un precio bastante económico, ni siquiera sería un gasto notable en mi cuenta de seis ceros.

Antes de que Liza hiciese ademán alguno de sacar su monedero yo tomé mi tarjeta y volví a pagar todo. Su cena, la mía, incluso lo que había comido Amber.

—Ups—solté con clara jocosidad—. Tendrás que volver a invitarme otro día.

Me eché el bolso al hombro y abandonamos el restaurante. La brisa fría de la noche no ayudó a centrar mis ideas. El calor me había subido repentinamente. Me asolaba todo el cuerpo, el rostro, nublaba en gran parte ni mente. Y estaba nerviosa, incluso si podía ocultarlo. Estaba jodidamente nerviosa.

Por Arceus, solo era un beso.

Y mentiría si dijese que no quería hacerlo. ¿Qué importaba? Un beso no tenía más importancia que la que le dabas. Y ella solo iba a terminar de resolver sus dudas ¿no?

Sí claro.

Qué excusa ridícula.

Ella no tenía dudas.

Yo tampoco tenía dudas.

Cuando decidí viajar a Gérie y mi relación con Liza mejoró jamás imaginé que haríamos algo como eso. Qué tendríamos ese tipo de conversación profunda y acabaríamos entre calles, lejos de miradas indiscretas. Que ella tendría su espalda contra la pared y la palma de mi mamo estuviese junto a su cabeza como cuando acorralé a Alpha en el cuarto en Aerosol. Que hubiera esa duda y al mismo tiempo esa ansiedad en sus ojos azules.

No habíamos dicho nada pero tal vez ni siquiera era necesario.

¿Qué era todo eso? Una parte de mí tenía deseos de salir huyendo. Probablemente esa parte pudorosa y avergonzada de mi ser. Pero la otra... Ah, la otra. Estúpidas hormonas adolescentes.

Ese día me tenían particularmente alterada. Arceus. Jodidos azafatos-modelos de revista de Entrerríos.

La miré a los ojos, con seriedad. Nuevamente, todo rastro de burla había desaparecido de mi voz y mi semblante. Aquello era importante para ella. Y ambas tendíamos a ser las mismas románticas idealistas. Moví la mano desde la pared hasta su mejilla rozando su piel clara con la punta de mis dedos. Mi palma estaba helada pero ardía al contacto con su rostro.

—¿Estás segura de esto?—inquirí—No quiero hacerme presunciones precipitadas. Así que dímelo Liz.

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Perdón pero AAAAAAAAAAA

Btw, la escena

 

Liza White

No supe a cuento de qué dejé escapar una respuesta como esa. Segundos antes había dejado en claro que jamás buscaría besar a alguien sin una intención romántica detrás pero la adolescencia era una hija de perra y de repente a ambas se nos pasó esa idea por la cabeza. Era jodidamente descabellada pero la curiosidad siempre había sido mi propia perdición y de repente me vi a mí misma siguiéndola entre las calles, sin saber qué demonios estaba haciendo.

Amber había regresado a su pokéball por aquel entonces, y el esférico temblaba ligeramente en mi mano mientras la seguía con celeridad. Los nervios parecieron descartar el hecho de que había vuelto a pagar la cuenta y de que todo aquello solo era una excusa para tener la oportunidad de quedar más veces.

Era un lindo detalle pero no podía reparar en él como se debía cuando estaba a punto de besarla.

Iba a besar a Mimi.

¿Qué demonios me pasaba?

Mi cuerpo se tensó por inercia cuando mi espalda alcanzó la pared de un callejón y Honda me acorraló contra su cuerpo. A pesar de mi agitación apenas me moví, mis piernas no reaccionaban y tampoco parecían tener intención de hacerlo. Le sostuve la mirada azul conteniendo el aliento por un instante, el calor asolando todo mi cuerpo.

Estás demasiado cerca, tonta.

—¿Tengo opción acaso? —murmuré, sintiendo su mano rozar mi mejilla en ese instante. Le sostuve la mirada con firmeza a pesar de que mi cuerpo enviaba la señal contraria—. Puedo ser una idiota romántica, pero tampoco soy de piedra, Mimi.

Acuné su rostro entre mis manos e incliné mi cuerpo hacia delante, a escasos centímetros de sus labios. Dudé, dudé por un instante, la última chispa de raciocinio tratando de acomodarme las ideas pero ya era demasiado tarde. Cerré los ojos y rompí la distancia sellando sus labios con un beso.

Fue un toque suave, casto. Su perfume me nubló los sentidos y acaricié sus mejillas, aguardando paciente a que correspondiese el gesto. Sabía cómo moverme pero aún así trataba de seguir su ritmo, que se acostumbrase a mi presencia. El corazón me golpeaba con fuerza el pecho a medida que profundizaba el beso y finalmente me separé con lentitud, sin alejarme por completo.

La noche era fría pero se sentía bien estar allí.

—Deberíamos irnos yendo —musité, agitada, sintiendo su aliento chocar contra mi rostro. Alcé torpemente el videomisor a pesar de los nervios y le mostré como bien pude el mensaje—. Emily e Ian están al caer, el deber nos llama.

Había avisado por el camino a Lucas y ya debíamos estar todos listos para dirigirnos hacia los suburbios. ¿Que podría haberle dicho a Mimi al salir del restaurante? Sí, podría. Pero la curiosidad mató al Meowth.

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No sé qué acaba de pasar pero mira worth

Ya, ya podemos empezar el evento, perdón por la gayness

 

Mimi Honda

Esperaba escuchar un sí o un no. Cualquier respuesta verbal. Pero no hubo respuesta verbal concreta. Aunque siempre dicen que las acciones hablan más que las palabras ¿no?

Fue Liza la que acunó mis rostro y fue Liza la que me besó. Tras mirarnos, tras preguntarnos con los ojos si aquello era realmente lo que ambas queríamos. En un principio mi cuerpo se tensó de forma instintiva ante el contacto ajeno, tan aparentemente extraño... pero logré relajarme al poco tiempo. Empezó siendo un beso leve, un roce ligero de labios. Comenzó siendo un contacto dubitativo y ligeramente vacilante.

Comenzó siendo casi tímido.

Pero era cálido. Tan suave y cálido que terminé cerrando los ojos y dejándome llevar por las sensaciones que asolaban mis sentidos y el ligero escalofrío que me recorría la columna. Olía a jazmín. No sabía si era su perfume o el mío, pero importaba bastante poco en tales circunstancias. Mis dedos que se habían mantenido en sus mejillas acabaron deslizándose por sus costados, la derecha aún contra la pared. Y mi muslo encontró un lugar entre sus piernas y presionó.

Era solo un beso.

Se suponía que era solo un beso.

Pero no había contemplado el hecho de que podía sentirse tan sumamente bien. De que mi raciocinio estaba dando tumbos. Incluso si trataba de hacerme la experta... era yo y no ella la inexperta en esa clase de temas.

Nos separamos poco después. Mi respiración se había vuelto pesada, agitada. Sin embargo me vi forzada a recomponerme cuando Liza me mostró el mensaje. La luz blanca del videomisor iluminó el callejón y me vi forzada a volver a entrecerrar los ojos para no quedarme ciega.

—¿Ya están aquí?—Arceus, eran tan oportunos. Aparté la mano de la pared—. ¿Vamos a entrar en la guarida de los Howl de noche? ¿De noche en los Suburbios? Parece el título de una película mala de serie B.

El deber era el deber en cualquier caso. Y yo estaba lista para patearle el culo a Balor. Incluso si el corazón seguía latiendo como si quisiera
escapar de mi pecho.

Enrredé un mechón dorado en el dedo, tiré ligeramente de él. Quería ignorarlo, por supuesto. El cosquilleo ardiente entre mis piernas.

>>Bueno, no estoy vestida para entrar en los Suburbios de Gérie... Pero teniendo en cuenta que enfrenté a Arceus en pijama, esto es un avance considerable.

 

El caos que se formó a cuenta de aquel asalto de los Celthic fue ciertamente impactante. Nadie supo bien cómo reaccionar, fue todo demasiado inesperado y caótico, y todos lucían sumamente alterados... salvo Zach.

Zach miraba a Liza.

—... ¿qué llevas ahí?

De un tirón, le arrancó el papel de las manos y lo leyó. Luego, el niño se frotó el mentón. Las miradas se centraron en él, y este, analítico, reflexionó en voz alta.

—Ah, ya veo. Así que todo era un montaje, ¿no? ... previsible.

—¿U-Un montaje? —inocente, Liam parecía no entender nada, y sus ojillos azules bailaban de un lado a otro sin parar.

—¿Te refieres a que Cait está bien? —preguntó Eileen, y su hermano asintió. Ella suspiró aliviada—. Gracias al cielo. ¿Y dónde está?

—... irrelevante ahora mismo —concluyó Zach—. Centrémonos en algo más importante: ¿por qué montó este teatrillo Balor?

¿P-Por qué... montó todo aquello? ¿Qué necesidad tenía? Bueno, estaba claro que Cait colaboró en aquello, porque salió en el video. Así que lo lógico era pensar que fue por... Adara, ¿no?

¿O había algo más? Aquella forma en la que los Celthic atacaron... tenía algo raro.

—Este mensaje —dijo Zach— lo deja claro: Balor buscaba darnos la pista final para encontrar a nuestro enemigo. Y esa pista se puede obtener a raíz de lo sucedido ahora mismo en los Suburbios. Pensadlo, un lugar cerrado, con solo una entrada, bajo tierra... era el escenario ideal para tender una trampa.

>> Pero Balor no tendió una trampa sin más. Tendió una trampa a la trampa.

—Zach —interrumpió Destiny—, ¿es este el momento de hablar de esto, aquí? ¿No deberíamos ayudar a Balor?

—No —espetó—. Balor buscaba esto. Ayudarle y meternos en ese agujero de nuevo sería tirar por la borda todo lo que ha planeado. Así que haced el favor de escucharme: alguien quería tender una trampa a alguien aprovechando la situación de Balor y Cait. Pero él ya contaba con ello, y, por eso, planeó un contraataque. Se sacrificó a sí mismo para que la trampa de nuestros enemigos fallase. Para que la trampa de el infiltrado de Chance pretendía tender fracasase, y, en su lugar, sus actos nos diesen una importante pista. Ahora, decidme: ¿a quiénes pretendía tender una trampa el traidor?

¿A-A quiénes...?


>> A los Howl
>> A la organización del torneo
>> A los holders

 

Ian Lockhart

Cuando llegué, el combate ya estaba por alcanzar su clímax. Balor parecía fuera de sí, pero cuando se acercó a Liza al ser derrotado, algo raro raro pude notar en él, aunque no supiese el qué. No hubo tiempo de pensar en ello pues, justo entonces, un estruendo se escuchó en la entrada y una gran cantidad de miembros de otro equipo diferente al Howl (Los Celthic supe después) aparecieron, empezando una confrontación.

Uno de los Howl nos ayudó a escapar y, de nuevo en la entrada a los suburbios, supimos lo que había pasado y que Emily, Liza y el resto ya se habían imaginado: todo había sido una actuación.

La pregunta era, ¿para quién iba dirigida? No tenía sentido que fuese para nosotros, pues había sido muy obvio con sus intenciones antes de esto, así que eso nos dejaba con el bando opuesto a los Howl...

>>Quería tender una trampa a la organización del torneo —repuse.

 

Zach miró a Ian con cara de circunstancias.

—No. Era a vosotros, tonto. Los de Macrocosmos y los perros de Chance buscaban acabar con vosotros porque sabe que sois peligrosos. Siempre sois los que interferís en sus planes, después de todo. Por eso, mordieron el anzuelo de Balor, que era ir a por vosotros dentro de los Suburbios, donde no tendríais ruta de escape. Pero Balor planeó todo de antemano para que pudieseis huir... por lo que el hecho de que allí estén los Celthic revela dos cosas, y eso buscaba Balor:

>> Primera. El que usa su energía dinamax para controlar a Adara y, por extensión, al Team Celthic, anda cerca. He hecho estudios, y... creo que con unos cinco kilómetros de radio bastaría, si es que no han perfeccionado su tecnología. Así que el infiltrado está o ha estado por la zona hace poco.

>> Segunda. El infiltrado sabía cuándo hacer a los Celthic entrar a los Suburbios. Fijaos qué oportuno, que fue con todos dentro y acorralados. Y para saber eso...

Sin pudor alguno, se acercó a Ian, y palpó su cuerpo. Luego procedió a hacer lo mismo con Lucas, y...

—... bingo. Un micro. Te pusieron un micro, Lucas Diamond. Así con razón sabían cuándo entraréis a los Suburbios.

Ah... y Balor debía imaginarlo. Por eso... se hacía el enfadado y le dijo la verdad a Liza mediante cartas. Por si era ella la que tenía el micro, ¿huh?

—Esto ha sido una trampa de Balor al infiltrado, porque ahora sabemos que debe andar cerca. Y sabemos que os ha rastreado. Por lo que ha tenido contacto con vosotros. Me temo, eso sí, que el resto es cosa vuestra. Sabréis más que yo.

—S-Sabemos que debe estar a un radio de pocos kilómetros de Adara en cada momento en que esta actuó, ¿no? —reflexionó Eileen—. Y sus mayores golpes fueron en las Ruinas Rococó, en la Ruta 16, en las Cavernas Místicas y aquí, ¿no?

... de manera que el infiltrado debería estar cerca de esos sitios en cada momento en que sucedieron los golpes, ¿no? De pronto, mientras todos los chicos se estrujaban los sesos, vinieron recuerdos a las mentes de algunos de ellos.

En Atracadero...

"... hey, hola...".

También aquella vez, en Rococó...

"Oh, pero yo te conozco. No olvido una cara, por poco que la haya visto... estabas en el Parque Pistacho cuando esos del Team Howl lo asaltaron, ¿verdad?"

Y-Y en la Ruta 16...

"Ah, así que tú eres la famosa..."

También... en Villa Cruce, cerca de Progreso...

"¡Ah...! Tú eres..."

Hay una persona que estuvo... en todos lados, ¿no? En todos y cada uno de esos sitios.

Además, Liza oyó a Balor decir algo interesante. Balor... sabía que Destiny era la detective de la organización del torneo que les iba a investigar a ellos, a los holders. Y lo sabía porque espió a Macrocosmos. Pero... ese dato era uno que solo conocían muy pocas personas. Si Macrocosmos lo sabía, era porque alguien se lo contó, alguien que ya sabía del trabajo de Destiny. Sí... esa persona... lo sabía... lo supo desde el momento en el que...

La voz de Destiny resonó en la mente de Liza, aquella vez, en Clasiópolis, cuando ella se lo contó. Porque entonces ella dijo...

"¡Eh! ¡Cotillas, salid de ahí!"

—También sabemos que vino de Galeia —intervino de pronto Destiny—. P-Por eso se llegó a sospechar de los chicos...

—Pero el infiltrado no será idiota —comentó Zach, encogiéndose de hombros—. Seguramente tendría una buena coartada. El punto es encontrar una brecha en esa coartada. Seguramente el infiltrado decía venir de otro sitio, no va a decir abiertamente venir de Galeia. Pero si miente, la mentira debe cogerse por alguna parte...

... sí, esa persona dijo de dónde venía. Y contó un curioso detalle...

Lucas pudo recordarlo:

"Por eso yo siempre cruzaba por las alcantarillas cuando quería llegar a la Ruta 4, ¡era más sucio, pero mucho más práctico, atravesaba la ciudad sin tener que cruzar ninguna calle ni cruzarme con nadie!"

Y... ahora que lo planteaban, eso no tenía sentido. Porque Cian debería ser mucho mayor, ¿no? Mucho, mucho mayor que esa persona. Lo suficiente como para que sea una inconsistencia. Porque si Lucas y Emily no recordaban mal, Cian dijo que...

"Ah, pero bueno, de eso ya hace más de veinte años... ¡qué berrinche cogí de pequeño, cuando cerraron el acceso de las alcantarillas! En fin, divago".

... si Emily, Lucas y Liza ponían en común sus recuerdos... si juntaban toda esa información... estaba claro.


¿Quién es el infiltrado de Chance?

 

Arnie... cuando Emily soltó el nombre, todos esbozaron gestos de preocupación y desconcierto.

Fue Destiny la que habló primero, cejas alzadas.

—¿A-Arnie? ¿Ese chico...? A-Aunque ahora que lo pienso, él se enteró de que yo os investigaba, tenía esa ventaja. Y-Y si confirmáis que estuvo cerca de los momentos en los que los Celthic actuaron, entonces...

Sí, de hecho, sabiendo que Arnie era el traidor, el micrófono de Lucas... cuando entró a Atracadero...

... ah, mierda. No había duda.

—¿Lo tenemos claro, entonces? ¿Estáis seguros de que es ese tal Arnie? —inquirió, impasible, Zach.

—A-Arnie es... un patrocinado de Berto, ¿no? Tsk. Se nos coló como un participante más, el muy... ¡vamos a por él! ¡Si los Celthic están ahí abajo, no desaprovechemos la trampa de Balor! ¡Arnie debe estar cerca!

Todos se miraron y asintieron, decididos.

—Vamos, Liz. Vamos, chicos —susurró Destiny—. Cuando estéis listos, adelante. Tenemos que ir a por Arnie.

I-Ir a por él, ¿eh? Confrontar al... culpable detrás de todo esto. ¿De veras podía ser él...?

 

Mimi Honda

Todo había sucedido demasiado rápido y de forma muy confusa. Como era de esperar terminé perdiéndome entre las calles de los Suburbios por eso fui la última en alcanzar el pseudo-estadio cochambroso donde Liza estaba combatiendo contra Balor. Había llegado justo a tiempo para ver como su último Pokémon caía desplomado y Liza se alzaba con la victoria en una batalla bastante... ¿rabiosa?

¿Ah...?

Después se desató el caos. Entraron los locos de los Celthic y los Howl nos ayudaron a escapar. Y... me alegré de de haber tenido esa conversación con Emily y Liza y haber confiado en la idea de que Balor realmente era alguien de fiar. Confiar en él me costaba un mundo pero parecía ser que las chicas estaban en lo cierto. Solo actuaba como el malo de la película porque sabía de la existencia de un infiltrado que quería jodernos.

A nosotros.

Porque estaba de parte de Chance.

Incluso le había puesto un micrófono a Lucas.

Se me escapó una risa sin gracia, áspera. La ira me hirvió en la venas.

—¿Arnie?—solté con crispación una vez Emily lo expresó en voz alta. Extendí con rapidez el brazo y un lado de mi puño cerrado golpeó la farola—. Tsk. Sabía que los pelirrojos no eran de fiar. Maldita rata miserable.

 

Liza White

Todo había sucedido demasiado deprisa. Alcé la mirada con los ojos empañados en lágrimas cuando sentí cómo Balor me pasaba una nota con disimulo. Parpadeé, confusa y aturdida, y todo comenzó a cobrar sentido. Su frustración e ira desmedida, su odio hacia nosotros.

Todo había formado parte de una actuación sublime.

"Lo siento por esto. Finge odiarme un poco más. Yo seguiré fingiendo mi cabreo".

Contuve una risa ahogada, avergonzada por haber caído en su trampa, e hice acopio de valor para volver a gritarle una vez más. Nuestra discusión atrajo al resto de los holders y todo acabó en una persecución desenfrenada que no estaba dirigida hacia los Howls... si no a nosotros. Hacia los holders. Escapamos gracias al sacrificio de Balor y los suyos y tuvimos que marcharnos sin mirar atrás. Confiar en que estarían a salvo. Que el sacrificio no sería en vano.

Idiota. No se te ocurra caer ahora, ¿me oyes?

La reunión en Atracadero acogió a una gran cantidad de participantes. Liam regresó junto con Eileen, Zach y Destiny y retrocedí de manera disimulada mietras me recomponía un poco. Escuché con atención el intercambio, y una sonrisa aliviada se me dibujó en el rostro al confirmar que Balor se había anticipado a la trampa y había estado siempre de nuestra parte, tal y como suponía.

Lo que no esperé jamás era adivinar la identidad del infiltrado. Alguien que estaba de parte de Chance y quería perjudicarnos a nosotros, los Holders de Galeia. Le habían puesto incluso un micrófono a Lucas, Arceus. Recordé la conversación con Destiny y cómo nos había escuchado y la sangre me hirvió en las venas, frustrada conmigo misma y por lo estúpida que había sido al no haberlo sospechado nunca.

—Hagámoslo —dictaminé, alzando la voz en mitad del grupo—. Balor se está sacrificando por nosotros en este preciso instante. No podemos quedarnos de brazos cruzados, debemos aprovechar la oportunidad.

El enfrentamiento final estaba cada vez más cerca... Ojalá hubiese sido consciente en ese preciso instante de todo lo que estaba por suceder.

 

Los cinco chicos y chicas comenzaron entonces, juntos, la búsqueda de Arnie. No fue difícil encontrarlo: manos en los bolsillos y ojos azules perdidos en el cielo, que parecía estar reflejado en sus iris, se encontraba absorto en el aire, de pie en mitad del puerto, como si estuviese contemplando algo hermoso, como si estuviese abstraído. Sus ojos... reflejaban tantas cosas buenas, mostraban tal bondad, tal inocencia...

... que costaba creer que el fuese la terrible persona que supuestamente era.

—Ah —dijo, girándose, al notar que todos se acercaban. Con calma, observó a todos sus interlocutores, sonriente y tranquilo—. Hola, chicos. ¿Qué os trae por aquí? Veo que traéis una... comitiva interesante.

Zach le miró con ojo crítico, analizando cada movimiento que hacía... y su hermana, por el contrario, pronto enrojeció y se acercó a él.

—¡Maldito traidor! ¡Tú eres el traidor enviado por Chance!

Sobresaltado cuando le agarró por la chaqueta la mujer, el muchacho miró suplicante a Emily, a través de su hombro.

—¿Qué decís? ¿Quién es ese tal Chance? No sé de qué habláis...

Se le oía... francamente genuino, amable. Sobrio y con voz monocorde, sí, pero... parecía hablar con tanta sinceridad...

Claro que Zach no compraba nada de lo que decía.

—Di lo que quieras. Tenemos más que asegurado que eres tú, así que vas a venir con nosotros. ¿Tienes algo que decir en tu defensa?

—¿Yo? Nada... un inocente no tiene nada que decir en su defensa, porque no tiene nada que justificar. Ese tal Tyre Chance y yo no...

Y un chasquido de dedos. Eso fue lo que necesitó Zach para interrumpirle. Le apuntó con el índice al terminar su chasquido, señalándole acusador.

—Boo-yah. Pillado. Si no lo conoces, no podías saber que se llama "Tyre"... porque nunca dijimos su nombre, solo su apellido.

Aún agarrado por Eileen, el chico abrió mucho los ojos, sorprendido.

—Oh, ¿no lo dijisteis? A mí me parece que sí, ¿no crees, Eileen?

La chica de pronto, suavizó su agarre.

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—¿Eh? —preguntó, mirando a Arnie con sorpresa—. Oh, claro. Lo dije antes yo, Zach —se giró a mirar a su hermano, mucho más tranquila y serena—. Dije "Tyre Chance".

—Exacto —Arnie sacó poco a poco una mano de su bolsillo, y, cuando la ligera luz roja llegó a ojos de todos... fue tarde. Todo lo que dijo a continuación, por algún motivo, se hizo completamente creíble para todos y cada uno de los holders. Ninguno dudó en un instante de sus palabras—. Soy bueno, por supuesto. Uno más, como vosotros, participando en este torneo con calma~. ¿No creéis?

Destiny, sonriente, asintió.

—¡Sí, claro! No sé en qué estábamos pensando.

—Y ahora que lo pienso —Arnie señaló al horizonte entonces, al mar—. ¿Veis aquello que hay allí? ¡Es un pokémon legendario! ¿No? —la muñeca de Arnie lanzó un rayo, de pronto, que fue imperceptible para los holders y el resto de los presentes, ensimismados en la dirección en la que el chico apuntaba—. Creo que es... uno de esos pájaros legendarios, ¡Articuno!

Aunque lo que había era un Wingull, volando más bien ya dentro del mar, cuando lo miraron no tuvieron duda: era, en efecto, un Articuno. Estaba claro. La duda no existía en la mente de ninguno de los presentes. Era un Articuno.

—¡Corred! —dijo Arnie—. ¡Intentemos atraparlo! ... que el mar esté hoy embravecido no es un problema —comentó, sonriendo. Cínico, confiado.

Y fue Eileen la primera en correr en dirección al mar.

—¡Ni hablar, yo lo atraparé primero! ¡No es tipo eléctrico, pero es un legendario, esto no se ve todos los dí-!

De pronto, se detuvo. El Articuno... se vio como el Wingull que era. Y todos volvieron en sí de golpe.
¿El responsable? Zach. Un reloj en su muñeca había sido presionado por su pequeño dedo índice, y eso pareció despejar la niebla en la mente de los presentes.

—... buen intento, lo admito —comentó el niño—. Pero olvidas que yo cree inhibidores de tu odiosa energía dinamax. Si pretendes usar tu manipulación de mentes de esa forma tan ruin... inténtalo mejor. Y a ser posible, no lo hagas delante del genio que la investiga.

Arnie, esta vez, suspiró. Pero su sonrisa seguía sin borrarse. De pronto, miró al cielo de nuevo, despreocupado de todo.

—En fin. Hubiese sido más bonito que os ahogaseis ahí, sin más, pero... supongo que os gusta hacerlo difícil~.

—¡Bah! ¡N-Niño prepotente! ¿Qué opciones de escapar tienes? —espetó Eileen.

—Oh, ¿yo? Todas. Porque el Ragnarok... al fin ha llegado.

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De pronto, una nube ominosa rodeó todo Atracadero. Una nube... y un cielo rojo. Y lo hizo conforme una estructura metálica enorme comenzó a revelarse sobre ellos. Como si aquella especie de nave estuviese llegando, pero hubiese sido imposible verla hasta entonces. Como si hubiese sido invisible, o como...

... si la propia nave se estuviese dinamaxizando. Usando la energía para crear la ilusión de que no estaba. La "Raganarok"... aquello de lo que Maeve habló. Una nave que... venía de Galeia.

—Ah, pronto comenzará —comentó Arnie, que en seguida alzó ambas manos en dirección a la Ragnarok—. Aquí está el gran Chance, con el nodo dinamax más grande jamás creado, ¡la Ragnarok! Un poco de tiempo y... el control mental se hará patente en toda la región, empezando, primero, por este pueblo.

Cuando miraron a su alrededor, se fijaron en que... nadie parecía percatarse de nada. A nadie le importaba que hubiese una gigantesca nave allí encima. P-Parecía que solo ellos la veían, que solo ellos eran conscientes. ¿Era por... el inhibidor?

—... un n-nodo... gigante... —susurró Zach, atónito, por primera vez en mucho tiempo.

—¿Pretendéis controlar mentalmente a... toda la región? —bufó Destiny, ojos vibrando—. ¡E-Estáis enfermos! ¡Tú y Chance!

—Ah, me congratula que me insultes —le dijo Arnie, mientras un rayo se proyectaba sobre él, proveniendo directamente desde la nave. Le cubrió todo su cuerpo, tiñiéndolo de rojo por la luz del mismo—. Porque será más satisfactorio aún cuando esos inhibidores vuestros dejen de funcionar y... paséis a adorarme. Porque si adoráis a Chance, a mí también me adoraréis, tarde o temprano.

>> Al fin y al cabo... mi nombre es Arnie Chance.

Y su cuerpo se difuminó, desapareciendo. Casi como si se hubiese teletransportado.

Todos quedaron sin palabras. Tuvo que ser Zach el que hablase.

—T-Tomad... traje un par de inhibidores más —entregó, así, un reloj de esos a Liza y otro a Eileen—. Tenedlos en mano, e-es lo que evita que la dinamaxización que provoca la Ragnarok nos afecte, y nos controle la mente a su antojo. T-Tsk... esos de Corporativas Chance... se me han adelantado en mis estudios.

>> Está bien. El único modo de parar esto es entrar ahí y desactivar la dinamaxización. Como ya os dije... la debe provocar una persona, debe haber alguien ejecutándola. ... tal vez sea el propio Tyre Chance. ¡Si no se hace algo, los inhibidores terminarán por ser superados, así que rápido!

>> ... yo iré a buscar a alguien que os podrá ayudar. Sé dónde encontrarlo.

Y salió corriendo. Dejando al resto rodeados de aquella atmósfera... antinatural. Rodeados de gente, sí, pero que casi parecían ser muñecos caminando sin cuestionarse nada, riendo, moviéndose de un lado a otro. C-Casi parecía que los que veían visiones eran ellos.

—... de acuerdo —dijo Destiny—. ¡Hagámoslo! ¡A por ellos! Cuando estéis preparados... subamos allí arriba, chicos. Esta será seguramente la última batalla contra estos cabrones. ¡No podemos echarnos atrás ahora!

 

Mimi Honda

Arnie.

Maldito Arnie.

No solo nos había engañado si no que tenía la desfachatez de seguir comportándose como un corderito desvalido. Era un Mightyena con piel de Wooloo. Con la energía dinamax de su parte trató de librarse de nosotros jugando con nuestra mente como había jugado el bastardo de Chance con la de nuestros Pokémon.

¿Articuno?

Sí, había estado allí.

Había estado allí pero no podía creer que lo hubiese creído. Lo había hecho sin atisbo alguno de duda, lo había visto con mis propios ojos. Al mirar hacia el horizonte el batir de las alas de aquel Wingull se convirtió en el aleteo grácil y majestuoso del ave de hielo. Articuno estaba frente a todos nosotros. Tan tangible y real.

De repente gracias al niño genio de Zach la ilusión de la energía dinamax se desvaneció. Los relojes... lo que había tratado de robar el Team Hell. Eran inhibidores de la fuerza hipnótica e ilusoria de la energía dinamax. Ahora podía entender las palabras de Zach aquella noche.

El cielo nocturno y claro se tiñó de rojo. La luz rojiza, ominosa, que imbuía a los Pokémon dinamaxizados durante los combates. Y la ilusión desapareció desvelando sobre nuestras cabezas una nave de proporciones colosales.

El nodo dinamax definitivo.

La Ragnarok.

Miré a mi alrededor, alterada, tensa, solo para percatarme de que nosotros éramos los únicos que nos dábamos cuenta de lo que estaba ocurriendo en realidad. La vida en Atracadero seguía sin percatarse de nada. La gente no era consciente de que estaba siendo víctima de una manipulación a gran escala. Usada como marionetas sin voluntad tiradas por hilos. Viviendo una fantasía ajena a la realidad.

Era perturbador.

—Mierda—gruñí por debajo de mi aliento.

El horror dejó paso a un sentimiento conocido. Algo que reconocía muy bien porque lo había sentido demasiadas veces. Ira. Ira por haber sido utilizados y engañados. Ira. Porque a pesar de que Arnie me desagradaba, mi problema siempre fue desconfiar de Colin. Me sentía estúpida y usada.

Ira. ¿Porque quién mierda se creía que era para tener el poder y el derecho de aprovecharse así de la gente? Solo un era un manipulador sin escrúpulos. Por eso decía que no importaba lo que pasara, los votantes estarían de su parte hiciera lo que hiciera.

Porque los controlaba mentalmente.

La victoria estaría de su parte no importaba qué. Incluso si su campaña electoral se basaba en la esclavitud mental de miles de Pokémon.

Los puños apretados me temblaron por la fuerza que estaba ejerciendo, por la ira que me recorría el cuerpo como un torrente imparable. Presioné con tanta fuerza que mis uñas se clavaron dolorosamente en mis palmas.

Del fondo de mi pecho emergió un grito de rabia.

—¡Hijo de perra!—solté con aspereza apretando los dientes con tal fuerza que casi chirriaron. Alcé la mirada hacia la Ragnarok—. ¡Arnie! ¡Olvida nuestra revancha, voy a matarte! ¡Voy a matarte con mis propias manos jodida rata traidora!

Me giré hacia el resto.

—Estoy con Em—dije sin recomponerme del todo—. Subamos. Subamos y terminemos de una maldita vez con todo esto. El reino de terror de Chance acaba aquí y ahora.

 

Lucas Diamond

Llegué de los primeros a aquel sitio, donde Balor peleaba con Liza. Me mantuve alejado, observando el combate, por si la holder me necesitaba, pero no fue el caso. Ganó la batalla, de forma impecable, acabando con los planes del villano. ¡Toma ya! ¡Así se hace, Liza!

Eso creía, al menos. Porque pronto, algunos miembros Celthic comenzaron a aparecer, y cuando quisimos darnos cuenta, ¡empezaron a atacarnos a todos! Pero... Los reclutas Howl, contra todo pronóstico, ¿nos estaban protegiendo? Uhm, algo no tenía mucho sentido, ¿no?

Acabamos por huir, y fuera de los suburbios nos reunimos todos con Eileen, Zach y Destiny. ¡Qué alegría verlos de nuevo! P-pero la situación era cuanto menos atípica. Zach comenzó a hablar, en lo que parecía ser una especie de reflexión con el objetivo de guiarnos hacia la verdad. Parecía querer indicarnos quién era el traidor, como si ya lo hubiese averiguado. Indicarnos que nos habían tenido una trampa, que nada era lo que habíamos creído. Balor... ¿En realidad lo había hecho todo para protegernos? ¡E-eso era...! Era auténticamente... Sorprendente. Ugh. ¡Maldita sea, era un imbécil, quería odiarle, pero no podía! Y las sorpresas no acabaron ahí. No pude creer que Zach interceptara el micrófono en mi ropa. Habíamos sido espiados. ¿P-pero...? ¿Quién...?

La respuesta llegó sola, al contemplar todas las opciones. Y es que solo había una persona que pudiera haber sido.

Arnie.

Aquel pelirrojo, contra el que había tenido tantas batallas. Aquel compañero de viaje, rival. El patrocinado de Berto.

Pude notar a Emily algo afectada por la situación, no era para menos. Aún quedaba una esperanza, podíamos buscar a Arnie, hablar con él, ¡pedirle que nos explicaste lo que había ocurrido!

La situación no fue la esperada. Al encontrarlo, Eileen tuvo una reacción muy brusca. Quizás fue por la tensión del momento, pero no tuvimos cuidado con lo que dijimos, ni tampoco Arnie, que cometió un desliz hablando de Tyre Chance. Entonces era verdad, ¿no...?

Por algún motivo, entonces... Todo cambió. Ya no sentía decepción. No sentía que tuviésemos que pedirle explicaciones a nadie, ¡no sentía responsabilidades! Solo... Solo sentía que debía atrapar a ese Articuno.

Mi mente se nubló, como la de todos, cuando Arnie usó la energía dinamax sobre nosotros, para hacernos creer que había un Pokémon legendario ahí.

Y ahí estaban los inhibidores de Zach.

Regresamos a nosotros mismos, por suerte, sin habernos llegado a lanzar al mar. ¡Pero será...!

No pudimos apenas gritarle, ni molestarnos de ningún modo. Porque antes de reprocharle nada a Arnie, la Ragnarok llegó, y se llevó al entrenador. ¡Mierda! Si pensaba que eso nos iba a parar, estaba muy equivocado. Porque subiríamos allí y destozaríamos todos sus planes, si era necesario.

Porque averiguar qué estaba pasando ahí era acercarnos un paso más a Joel.

 

Lucas Diamond

Poco a poco comencé a recomponerme, gracias a la ayuda de... ¿Berto? Allí donde antes veía al mismísimo Tyre Chance, ahora estaba de vuelta Destiny. Todo volvió a cobrar sentido cuando los inhibidores nuevos nos salvaguardaron. ¡Menuda suerte! Mimi y yo estábamos aún algo aturdidos, así que tuvimos que deja que Destiny siguiera su camino sola.

Tras un momento para volver en sí, decidimos avanzar entre todos a la zona central, donde estaba el nodo madre. Allí, Arnie esperaba, desesperado, a que transcurrieran diez minutos. Diez simples minutos, que nos separaban del control mental completo. Pero... Parecía fácil, ¿no? Los tanques que contenían a Gloria y a Destiny fueron destruidos, permitiéndonos romper el nodo sin mayores problemas. "Destiny dinamax" aceptaba los acontecimientos, dispuesta a acabar con todo el caos que los Chance habían generado.

Pero todo se complicaba bajo el control mental de Arnie. Gloria, en lugar de aliarse a nosotros, estaba completamente ida. Emily y Mimi tuvieron que dar un paso al frente, encarando su equipo. ¡Y no por nada era una campeona! Consiguieron derrotarla a duras penas entre ambas. A falta de dos minutos, Zacian pudo "despertar". Junto a Zamazenta, se prepararon para lanzar sus mejores ataques. Eternatus quedó libre, y el nodo completamente destrozado. Fueron los diez minutos más intensos en mucho tiempo, sin duda, pero, una vez más, todo había acabado bien.

¿No?

Pero, ¿por qué iba a ser todo tan fácil? ¿Por qué iba Arnie a rendirse, sin más?

Pulsando un botón, consiguió hacer que la nave comenzase a descender sobre Pueblo Atracadero, a gran velocidad. Sentí mi cuerpo inclinarse, ser arrastrado por la gravedad. Todos íbamos... todos íbamos a morir ahí...

Súbitamente, el descenso paró. Solo pude distinguir el sonido de un Dragapult bajo nosotros. Y en cuestión de minutos, amerizamos, vivos y sin haber provocado daños colaterales.

Al salir pudimos reunirnos todos, al fin sin taras. Eileen y Zach; Paul y Gloria; Adara, Balor y Cait; Colin y Destiny. Incluso la policía estaba allí, para hacer compañía a Arnie Chance. Esto era una victoria, sin duda, ¡ahora Chance estaría en un apuro! Si no fuera porque cuando Arnie confesó que todo había sido idea de su padre, la policía nos contó que no había ninguna relación existente entre este incidente y el presidente de Corporativas Chance. ¡Maldito sea, se había guardado las espaldas! Ugh...

Enfurecido, traté de evitar pensar en eso mucho más. Lo importante era que estábamos todos bien, ¿no? Aunque...

—Hola, Colin. Al fin ha acabado todo esto, ¿eh? No hemos podido encontrar al enmascarado, pero... ten por seguro que daremos con él. No pienso dejar que se vaya de rositas después de todo lo que nos ha hecho. ¿Cómo te encuentras? —pregunté finalmente, en un intento por animarlo.

 

Colin se limitó a mirar a Lucas por un instante, luego volviendo su vista a Paul, Gloria, Roxy y Berto. Reunidos por fin, los cuatro amigos, claro está, tenían mucho de qué hablar. Y Colin parecía, por algún motivo, tener fijación en ellos, sin dejar de mirarles todo el rato.

Suspiró ante la pregunta de Lucas.

—... no sé si atraparemos a ese tipo o no. En realidad, me da igual. Lo único que quiero es... que lo que me ha dicho sea mentira. Que esta vez las cosas sean distintas.

>> ... ya están siendo distintas. Sin necesidad de que yo haga nada. Quizá era cierto que yo no podía hacer nada, ¿huh? Pero... con todo, no puedo estar seguro. No puedo rendirme.

Miró a Lucas, rostro serio, mirada perdida.

—Bah. No te preocupes por mí, Lucas. Ahora que todo está bien, hay que volver a la normalidad, sin más. Derrotar a Cait, ganar las ocho medallas, y ganar el torneo. Uno de los dos, o tú o yo, debemos ganarlo. Debemos hacerlo, sí o sí.

Manos en los bolsillos, misterioso, como siempre, miró al horizonte, al mar. Como si sus ojos viesen más allá de la línea que conectaba el azul del cielo con el añil del océano.

—... no hago este sacrificio por nada, después de todo.

 

Liza White

No recuerdo bien qué sucedió después. Mi memoria estaba parchada, plagada de lagunas, pero cuando mis sentidos regresaron de su letargo y mis ojos recuperaron su brillo natural la sonrisa del profesor Paul me recibió, extendiendo su mano hacia mí. Un dolor punzante me martilleaba la sien pero acepté subirme a lomos de su pokémon, desorientada y algo aturdida aún. Enfoqué lentamente a Ashe, a una magullada Sealkie y el corazón se me detuvo en el pecho al cruzar miradas con Destiny. A sus orbes dorados, cristalizados y cargados de alivio

¿Qué... Qué había hecho?

Tal y como imaginé, el bastardo de Arnie había logrado controlarnos a todos. Lo supimos de manos de Paul y los refuerzos que el propio Zach se había encargado de buscar, y a pesar de haber actuado contra mi voluntad no pude evitar sentirme horrible conmigo misma. Era un poder aterrador. Te sentías vacía, fuera de ti, sumida en una oscuridad constante. Por eso, cuando la propia Des terminó por quebrarse ante las palabras del profesor y buscó consuelo entre mis brazos la estreché con fuerza, apretando los labios en un intento de contener mis emociones erráticas.

—Todo estará bien, Des —susurré, dejando un beso sobre su flequillo dorado. Al separarme coloqué mis manos sobre sus hombros, y le dediqué una pequeña sonrisa. Aunque fuera una ilusión, aunque fuera una copia, mis sentimientos no dejaban de ser los mismos—. No permitiré que tus recuerdos se pierdan. Te lo prometo.

Fue tan... extraño. Ver desaparecer a tu mejor amiga sin poder hacer nada por evitarlo. Y aunque la verdadera despertó, aturdida por todo lo acontecido, su desaparición se había sentido tan real. Todo lo demás sucedió demasiado deprisa. El combate de Emily y Mimi contra Gloria acabó con las últimas esperanzas de Arnie pero el imbécil no sabía cuándo rendirse. La nave se precipitó hacia pueblo Atracadero y estuvimos a punto de morir, llevándonos a todo un pueblo con nosotros...

Pero nada de eso sucedió.

Liam, Zach, incluso Balor y compañía nos esperaban abajo. Gracias a la ayuda de todos la nave fue detenida, Arnie llevado preso y pudimos contemplar toda clase de reencuentros que me llenaron el pecho de alivio y satisfacción. Solté una ligera risa cuando Destiny me rodeó con su brazo, asintiendo ante sus palabras de ánimo, y contemplé las distintas escenas con la emoción a flor de piel. Paul y sus amigos se reencontraron con Gloria; Adara y su hermana... Y por favor, hasta el idiota de Balor estaba sonriendo como un crío.

Revolví el cabello de la chica antes de separarme de ella, feliz de que sus memorias sobre Gérie no hubiesen desaparecido, y me acerqué a paso cauteloso hacía la pareja. Entrelacé las manos tras mi espalda, esperando no interrumpir demasiado el reencuentro, y les dirigí una sonrisa suave a los tres.

Mis ojos se posaron en Balor. Agradecida, quizás, por todo.

—Así que los villanos también tienen finales felices, ¿eh? —murmuré, con cierta complicidad impresa en mis palabras, para que solo él me escuchase. Había pasado de todo y aún así podía asegurar que le había cogido cariño a ese idiota. Alcé la voz con frescura hacia el resto—. Me alegra mucho que todo saliera bien, y es un placer conoceros apropiadamente, Adara, Cait. Ten por seguro que aceptaremos tu desafío muy pronto.

Aún así, había algo que me causaba cierta curiosidad. Ladeé el rostro entonces.

>>Entonces... ¿Qué será de los Howl y los Celthic ahora?

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Yo así de: De aquí no te vas sin darle un abracito al wey, sÉ QUE QUIERES LIZ GO GO GO