Pueblo Atracadero

Liza White

Staraptor descendió en mitad de una explanada y el olor a sal no tardó en recibirnos de vuelta. Pueblo Atracadero seguía manteniendo su actividad incluso a aquellas horas de la tarde y podía distinguir las siluetas de los barcos en la distancia, algunos empezando a encender sus luces. El primer día de la amenaza de Balor estaba llegando a su fin y me preguntaba cómo le estaría yendo a Ian. ¿Habría logrado Emily ponerse en contacto con él? ¿Le faltaría mucho por llegar al lugar? Esperaba que ese no fuese el caso.

Mis pasos me llevaron hasta el hotel que la federación del campeonato nos había ofrecido y me dirigí hacia mi habitación, tras enseñar la documentación necesaria en el proceso. No me quedaba mucho más por hacer que esperar, y si podía recargar fuerzas mientras el resto llegaba al pueblo mejor que mejor. Además, Mimi también parecía estar libre, ¿no? ¿Por qué no aprovechar que ambas estábamos allí?

Dejé mi mochila y la gorra sobre la cama antes de sentarme en el borde del colchón, quitándome la goma del pelo en el proceso.

"¡Me alegra que lo hayas conseguido! Acabo de llegar a Atracadero y no creo que me mueva de aquí hasta ir a los suburbios, así que te tomo la idea. Voy a ducharme y te espero en media hora en la puerta del hotel, ¿te parece? Si necesitas más tiempo habla ahora o calla para siempre.

PD: Dalo por hecho. Am también está deseando verte".

Tras enviar el mensaje me dirigí al armario en busca de recambio. Había sido un día demasiado ajetreado y me sentía pegajosa, así que no iba a desperdiciar la oportunidad de usar el agua caliente de la habitación.

 

Mimi Honda

Recibí el mensaje de Liza y me incorporé del sillón recuperando mis pokéballs de manos de la enfermera. ¿Ya estaba en Atracadero? ¿Se había teletransportado o algo así? Mi próxima parada sería el hotel para ducharme—que agradecería tantísimo un baño caliente—y prepararme para salir a cenar.

"Hablo ahora, hablo ahora~ Iré a ducharme y prepararme. Nos vemos en... ¿hora y media? ¿Quizás en unos cinco minutos más? Te aviso.

PD:

Siempre resultaba refrescante regresar al hotel de lujo que nos había entregado los organizadores del Campeonato después de tanto tiempo durmiendo en las habitaciones del Centro Pokémon. Y más después de un día tan ajetreado, sabiendo que toda esa aparente calma era la antesala de un desastre. No sabíamos que esperar de los Suburbios ni de Balor. No sabíamos que enfrentaríamos exactamente cuando Emily abriese la puerta. Era una niebla densa en mi cabeza. Y yo quería aprovechar cuando pudiese aquellos escasos instantes de paz y tiempo libre.

—Ah~

Dejé caer mi ropa sobre el suelo del baño e ingresé dentro de la ducha. El agua caliente sobre mi piel me hizo soltar un suspiro de alivio. Siempre era tan agradable. Prefería un baño largo, pero visto lo visto no tenía tanto tiempo como para llevarme media hora dentro de la bañera.

Champú de jazmín.

¿Emily habría venido con ella? Fuera o no fuese el caso me causaba curiosidad. Su actitud en Aqualia había hablado por sí sola pero... ¿debía preguntar? Tal vez si se daba la ocasión podía sacar el tema de forma disimulada.

Mi equipo mientras tanto había salido de su pokéball y aguardaban silenciosamente a que saliera del baño. Pude escuchar a Genkei discutir con Ryuutaro sobre que canal de televisión debían ver y a Hatsu viéndose obligada a separarlos. Puse los ojos en blanco.

Salí de la ducha envuelta en una toalla y procedí a secar mi cabello con un secador. ¿Tal vez debía dejarlo suelto? ¿Ondularlo? ¿Rizarlo? Un restaurante de comida típica Gériense no sonaba como un lugar demasiado sofisticado. No era una cena de gala. Pero aún así disfrutaba viéndome presentable en cualquier ocasión.

Decidí dejarlo suelto permitiendo que cayese sobre mis hombros y espalda. No importaba lo que le hiciera, las puntas de mi cabello siempre estaban ligeramente onduladas.

Kokoro me miró con ojos brillantes, emocionados y las palmas juntas al verme salir del baño.

—¿Qué?—cuestioné con una risa suave terminando de maquillarme frente al espejo—. No es una cita, Kokoro. Solo es una cena de amigas. Como la que podrías tener con Himeko.

Gardevoir no estaba presente pero aún así la Indeedee se tensó y sonrió tontamente llevando sus manos a sus propias mejillas. ¿Era mejor preguntar?

—Chicos, os dejo solos—avisé caminando hasta la puerta. Había tardado una media hora en terminar de prepararme. Mucho menos de lo que creía—. Goro, puedes pedir comida al hotel pero no te pases. Genkei, Ryuutaro, no rompáis el televisor. See ya.

El aire de la noche me recibió al bajar a recepción. Al menos había tomado una chaqueta para no pasar frío excesivo. El tiempo tendía a ser gélido en Gérie.

Liza ya estaba allí cuando me acerqué.

—Vale... he estado mirando las zonas dónde podríamos comer mientras bajaba las escaleras y... hay un pub cerca del puerto.

Informé guardando la dex donde había estado consultado todo en mi bolso. Solté una risa por la nariz.

>>Ni muerta voy a un pub con esta ropa. Así que... ¿sugerencias?

 

Liza White

La respuesta de Mimi llegó con bastante velocidad pero no pude evitar fruncir ligeramente el ceño. ¿Hora... y media?¿No era demasiado? No había pensado siquiera la posibilidad de arreglarme pero por el tiempo que decía tenía toda la pinta de que ella sí lo haría, aunque solía cuidar su imagen en general. Me detuve con la ropa doblada sobre mi brazo, indecisa, y retrocedí rápidamente hacia el armario. ¿Qué era lo que combinaba para algo así? ¿Cómo demonios iba a saberlo?

Amber me seguía con la mirada de un lado al otro subida en la cama, agitando la cola feliz de saber que iba a acompañarme. Ginger se estaba encargando de cepillarle el cabello y juraría que la vi ponerle algún lacito de refilón antes de dirigirme de vuelta hacia el baño. Percy se asomó al escuchar la puerta cerrarse con fuerza, buscando alguna clase de peligro inminente, pero pronto tuvo que volver a prestar atención al pequeño Dreepy al que estaba vigilando. Se había convertido en el niñero del grupo desde que Archer era un Sobble y, bueno, nadie podía cuestionar sus habilidades para con los pequeños, ciertamente.

No tardé más de un cuarto de hora de salir de la ducha, sintiendo cómo parte del cansancio del día se esfumaba y los músculos se destensaban con el efecto del agua caliente. Sacudí mi cabello con la toalla y la dejé reposar sobre mis hombros, tomando el cepillo y el secador antes de dirigirme al espejo de la habitación. No era tan densa como para presentarme con la gorra, pero sí que me costó un poco desprenderme del cabello recogido. Era siempre la opción más rápida y, teniendo en cuenta mis aventuras, llevar el cabello suelto terminaría por encresparlo en un abrir y cerrar de ojos. Pero aquella vez, por más que me costase imaginarlo, iba a salir a la calle para pasar el rato como las adolescentes de mi edad. Sin peligros inminentes, naves colosales ni locos con ganas de acabar con el mundo.

Era una sensación extraña, tener una noche donde simplemente dejar la mente en blanco. Quizás fue eso lo que me dio la determinación suficiente como para prepararme un poco más. Pero solo un poquito.

Amber y yo no tardamos en descender las escaleras hasta alcanzar el vestíbulo. Ginger le había colocado un lacito dorado en una de sus orejas y parecía portarla con orgullo, deseando lucir su nuevo accesorio al mundo. Le acaricié el pelaje conteniendo una risa suave y al cabo de unos minutos apareció Mimi. La saludé con una sonrisa antes de prestar atención a sus palabras.

—De acuerdo, pub descartado. Eso nos deja con... —busqué con la mirada la estantería de folletos turísticos a los que les había echado un vistazo desde lejos mientras esperaba, y me encaminé a abrirlos para ver si podíamos sacar algo interesante—, dos opciones: confiar en que los restaurantes que recomienda esto merezcan la pena, o bien empezar a andar y dejar que la suerte decida.

La Luxray se acercó a nosotras mientras mirábamos el folleto y se sentó sobre sus patas, dándole un ligero golpecito a Mimi con la cabeza antes de soltar una especie de ronroneo mimoso, buscando robar su atención.

Solté una pequeña risa.

>>O también podemos dejar que Amber decida.

 

Mimi Honda

Eché un vistazo al folleto que abrió Liza con interés. Era un folleto sobre Atracadero y allí estaba el pub que había visto en la dex.

La tasca del Lochie borracho.

Puse una expresión de circunstancias. Qué bien.

Mientras me debatía entre sí hacerle caso al folleto o salir y ver a dónde nos llevaban nuestros pies, sentí un golpecito cálido en el brazo. El ligero ronroneo me arrancó una sonrisa de los labios y acerqué mi mano a la melena de la Luxray. Había crecido tanto desde la última vez que la vi, cuando era una pequeña Shinx. El tiempo no pasaba en balde para nadie.

Me recordaba tanto a Raiden... excepto por su melena negra algo más corta y voluminosa. Sus ojos dorados y la estrella de su cola destellaban el mismo brillo orgulloso y lleno de majestuosidad.

—Amber—la saludé. Ya no tenía la necesidad de inclinarme para estar a su altura. Tan solo era un poco más baja que mi propio Luxray. Me percaté del pequeño lacito amarillo que llevaba en la oreja—. Mira eso, estás preciosa. ¿Quién ganaría el concurso de belleza de Ciudad Corazón? Tú. Por supuesto que tú~

Regresé la mirada a Liza.

>>Bueno, se supone que vas a invitarme tú así que...—le guiñé un ojo, divertida— después de ti.

 

Liza White

Amber se dejó acariciar con la misma felicidad que cuando era una pequeña Shinx. En eso no había cambiado nada, y era uno de los rasgos más curiosos de mi pokémon. Tenía entendido que los Luxray eran mucho más regios y sobrios pero Amber se comportaba como un enérgico cachorro incluso en su última fase evolutiva.

Cerré el folleto y lo dejé sobre la mesa de recepción antes de regresar donde las chicas, dándole un toque a Mimi en el hombro con fingido reproche mientras nos encaminábamos hacia la salida.

—Anda, dejaos de tanto mimo, que me voy a poner celosa~ —bromeé, liviana, y la Luxray no tardó en erguirse y agitar su pelaje con cuidado antes de seguirnos el paso. Era adorable ver cómo procuraba no caer el accesorio que llevaba bajo ningún concepto—. Me pregunto si Amber y Raiden se llevarían bien. Algo me dice que le daría más de un dolor de cabeza.

Dado que me tocaba a mí elegir de nuevo terminamos haciendo todo lo posible por no encontrar ese pub de mala muerte en el proceso. La noche ya había caído y el mando nocturno dejó entrever cientos de estrellas, muy distintas a las que podíamos encontrar en Galeia. Me recordó a nuestra primera noche en Gérie, cuando fui consciente de lo verdaderamente distintas que eran ambas regiones. Al cabo de un tiempo vagando entre las calles logramos reparar en un pequeño restaurante que parecía pasar desapercibido, probablemente poco conocido. La fachada no generaba una buena impresión pero al asomarme por la cristalera noté que su interior lucía bastante cálido y hogareño, y lo cierto es que empezaba a hacer algo de frío.

Acabamos adentrándonos en un restaurante rústico pero que, con todo, no perdía parte de su encanto. El suelo de parqué amortiguó nuestros pasos cuando terminamos escogiendo una mesa, y alcé la mirada al fijarme en las vigas de madera que sostenían el techo por doquier. Algunos adornos artesanales adornaban las paredes blancas del lugar y parecieron captar la atención de Amber, quien se alejó un instante de la mesa para curiosear.

—Bueno, podría haber sido peor, ¿no? —suspiré, tomando asiento frente a ella, y dejé el pequeño bolso sobre la silla contigua. Abrí la carta y me sorprendió ver que, efectivamente, gran parte de los platos artesanales que les dábamos a nuestros pokémon eran parte del menú de la región. Me incliné hacia delante para que ambas pudiésemos ver su contenido—. Yo no sé tú, pero después de pescar tanto me apetece probar por qué triunfan tanto los platos de marisco aquí.

Terminé escogiendo una ensalada de cangrejo de momento (ni idea de lo que era, pero por probar que no quede) y cuando Mimi terminó de pedir me apoyé en el respaldo, volviendo mi atención hacia ella.

>>Así que... ¿Tres medallas en tiempo récord? Parece mentira que vayamos a dirigirnos a por la octava medalla prácticamente a la vez.

 

Mimi Honda

Enarqué una ceja al escuchar su fingido tono de reproche. ¿Se iba a poner celosa? ¿Pero ella no tenía a Em? Pensé en decírselo, burlona, pero su comentario llamó mucho más mi atención.

—Rai es demasiado serio—respondí y eché a andar tras ella—. Pero ¿imaginas? Tendrían unos Shinx preciosos y súper competitivos.

La noche seguía siendo fresca pero el aire tan cercano al mar era salado y puro. Mientras ni siquiera nos acercásemos a "La tasca del Lochie Borracho" cualquier lugar estaría bien. Era curioso como Gérie y Galeia eran regiones tan diferentes. Gérie era rural, pintoresca, incluso un pueblo generalmente urbano como Atracadero seguía retrayéndome a tiempos antiguos al pasear por sus calles. Solo faltaba la música de los Ecos de Gérie para amenizar el paseo.

Terminamos en un pequeño y rústico restaurante entre calles. Apenas había clientela esa noche y pude ver a un señor con barba atendiendo la barra y a un Indedee como asistente. Parecía un lugar bastante poco concurrido a pesar de su encanto rústico. La luz era anaranjada, tenue.

—Seguro sigue siendo mejor que la tasca del Lochie Borracho—comenté y se me escapó una risa sin gracia. Liza me permitió ver la carta de platos y me incliné hacia delante para poder ver el menú. Carnes, pescados, ensaladas...—. Ah, esto le encanta a Hatsu. Creo... que pediré una hamburguesa vegetal y una ensalada césar.

El camarero nos tomó nota y yo cerré el menú. Me sentía bastante relajada en general. Ese tipo de momentos eran tan poco usuales.

>>¿Me subestimas White? ¿Es eso?—le pregunté enarcando una ceja. Esbocé una sonrisa ligera, casi de circustancias—. Lo prometí... y yo siempre cumplo mis promesas.

 

Liza White

—Por supuesto que te subestimo. ¿Acabas de darte cuenta ahora? —ironicé, sosteniéndole la mirada, pero mi tono suave no dejaba de reflejar la mera intención de molestarla. Se estaba volviendo costumbre entre ambas, por lo que podía notar. Quizás eso reflejaba en parte lo cómodas que nos sentíamos en presencia de la otra. Solté una risa sin gracia, negando con la cabeza—. Claro que me alegra, boba. Pero incluso a nosotros nos llevó un tiempo considerable. ¿Cuál es vuestro secreto~? Anda, suéltalo.

Lo cierto era que, a pesar de haber recuperado parte de mi buen humor, aún había cierto hecho que me seguía incomodando un poco. Mimi se había marchado de la pastelería con bastante celeridad, y me daba la impresión de que se había hecho ideas equivocadas. No parecía tener intención de preguntar, y tampoco se la veía especialmente afectada, pero, hm... ¿Debería comentarlo? ¿Emily le habría dicho, tal y como me aseguró que haría en Aqualia?

Desvié la mirada por un instante hacia el Indeedee que pasó por nuestro lado, indecisa.

—Oye, Mims... —me animé a decir entonces, dirigiéndole una mirada de soslayo—. ¿Por casualidad Emily te dijo algo después de la merienda en Aqualia?

 

Mimi Honda

Trataba de molestarme y yo tenía la facilidad para caer redonda en esas clase de provocaciones. ¿Les había llevado mucho más tiempo? Sí, cómo no. Yo había perdido contra Cian pero estaba segura de que Liza no tenía ninguna derrota en su haber.

—Es un secreto—le dije y me llevé el índice a los labios antes de guiñarle un ojo con complicidad—. Los secretos no se cuentan Liz o dejan de ser secretos. Lo siento~

Claramente era yo ahora la que se burlaba. No tenía ningún secreto. Solo nos habíamos esforzado y entrenado duro. Esa era la clave del éxito. Pero era simplemente divertido molestarnos mutuamente sin nada más detrás que el aprecio que nos teníamos. Me costaba entender por qué no le había permitido acercarse mucho antes.

Su tono cambió y se volvió ligeramente vacilante y dubitativo cuando volvió a alzar la voz. Incluso había desviado la mirada.

—¿Emily?—cuestioné—. No. Se quedó dormida en el sillón del Centro Pokémon de Entrerríos. No hemos hablado desde entonces.

Podía imaginar donde quería llegar. Se la notaba repentinamente algo tensa, como si temiese una reacción por mi parte. ¿Quizás era porque había sido testigo de mis sentimientos por Em en su momento?

Mi tono se tornó algo más severo dejando de lado la jocosidad.

>>Si hay algo entre vosotras quiero que sepas que no estoy molesta por eso—le aseguré—. Quiero decir... lo mío con Emily no salió bien, pero ya lo superé y no le guardo rencor. Somos amigas. Sería una estupidez molestarse por eso.

 

Liza White

Tensé los labios de manera disimulada al saber que Emily no había logrado hacerle llegar el mensaje. No podía culparla, en cualquier caso. Habíamos tenido un largo viaje entre manos y el sueño le pesaba a cualquiera. Imaginármela cayendo rendida en el sofá mientras la esperaba me dio cierta ternura, pero fue demasiado tarde para poder relajarme.

Lo supe cuando Mimi dejó atrás cualquier chispa de burla para adquirir un tono mucho más serio. Como si adivinase perfectamente el rumbo que estaba tomando la conversación.

"Si hay algo entre vosotras quiero que sepas que no estoy molesta por eso"

A pesar de que me lo veía venir el calor no tardó en concentrarse en mis mejillas, y abrí los ojos con notorio desconcierto. La simple idea me avergonzaba bastante de por sí pero si a ello le sumaba el hecho de que era a Mimi a quien le estaba hablando, la misma Mimi a la que había ayudado de alguna forma con respecto al tema, todo se volvía mucho más embarazoso si cabía. Por más que quisiese quitarle hierro al asunto seguía sintiéndose moralmente incorrecto incluso cuando ni siquiera era cierto lo que decía.

La escena de las costas me rayó la mente en el momento menos adecuado. Jodidos recuerdos selectivos.

—¿Q-Qué? ¡No! —me apresuré a decir, inclinándome ligeramente hacia delante en mitad del sobresalto. A pesar de que prácticamente estábamos solas allí hice un esfuerzo titánico por no alzar la voz de más, mis dedos aferrándose ligeramente al mantel, repentinamente tensos—. Por Arceus, Mimi, ¡n-no es nada de eso! ¡Solo somos amigas, nada más! Ni siquiera me dejaste explicarte la última vez, ¡te fuiste así, sin más!

Fruncí el ceño sin poder evitarlo, un tanto molesta. Mimi parecía tener especial facilidad en asumir las cosas, pero dejar a los demás con la palabra en la boca solo invitaba a la confusión. Posé mis ojillos temblorosos en la tela del mantel que estaba presionando, sin saber muy bien hacia dónde mirar ni qué decir a continuación.

Mi voz apenas salió en un murmullo.

>>Solo... le confesé que tenía dudas con respecto a mi sexualidad, ¿bien? —la miré por encima de mi flequillo castaño—. Me aconsejó, eso es todo. La próxima vez quizás deberías escuchar.

 

Mimi Honda

Si tengo que ser sincera... lo cierto es que me sorprendió. Solía asumir cosas de manera bastante asidua, casi constantemente. Con Dante, con Alpha. Suponía que eso realmente evidenciaba mi sentido un tanto oxidado para leer a los demás.

De modo que centré toda mi atención en ella.

La escuché. Y a medida que su exabrupto y nerviosismo dejaba paso a la vergüenza, logré aclarar mis propias dudas.

Así que era eso. Por como había actuado conmigo cuando ocurrió todo el asunto de Emily, estaba bastante segura de que Liza tenía muy clara su orientación sexual. ¿Pero tenía dudas?

—¿Aconsejar?—repetí en su mismo tono de voz bajo—. Más bien daba la impresión de que se estaba aprovechando de eso. Jamás te había visto tan roja.

No podía olvidar la cantidad de veces que me había hecho sonrojar a mí. Tenía esa facilidad. Pero yo también le había pedido consejo a Em infinidad de veces... después de todo era la mayor entre las tres. Se suponía que tenía esa experiencia.

Mi ceño se frunció ligeramente.

>>No me fui porque estuviese molesta. Me fui porque tenía cosas que hacer... y para dejaros solas. Repentinamente me sentía demás allí.

Mi expresión se suavizó. Era evidente que estaba tensa, que estaba bastante crispada en general. Había reaccionado como un Purrloin rabioso nada más asumí el hecho de que podían estar juntas y eso me hizo preguntarme cual era el problema en todo eso en realidad.

¿Se había dado cuenta de que le gustaban las chicas y no quería aceptarlo? ¿O no estaba segura de si le gustaban también las chicas?

Podía entender su tensión... porque yo había pasado por eso. Yo había estado en su mismo lugar exacto y había tenido las mismas dudas, los mismos miedos. Era complicado dar un paso en la dirección contraria o en ambas, cuando la sociedad te exijía que tomases la dirección opuesta o te pidiese escojer solo una.

>>Hey Liz... ¿pasó algo?—inquirí y me di cuenta de que eso podía malinterpretarse. De modo que añadí, con suavidad—. Quiero decir... que te hiciera dudar.

 

Liza White

Me removí en mi asiento y aflojé el agarre tenso de mis dedos a medida que el tono de Mimi se volvía más suave, conciliador. Comprendía que aquellas dudas eran todo un mundo para mí y no se había atrevido siquiera a bromear con ello. Se lo agradecía, a pesar de que fui incapaz de ponerlo en palabras en aquel momento.

Creo que no fui consciente hasta ese instante de la verdadera edad que nos separaba a las tres. De que a pesar de mi actitud, no dejaba de ser la más pequeña. Recién estaba empezando a traspasar el umbral de las dudas, de las crisis de identidad y la búsqueda de uno mismo, pero tenía la suerte de que ellas ya se encontraban al otro lado, y podían de alguna forma guiar mis pasos.

Suspiré, tratando de relajar el nudo en mi pecho, pero no solté mi agarre en ningún momento. Casi como si aquello fuese una toma de contacto directa con mi raciocinio.

—Yo, uhm... Recibí un mensaje esta mañana. En mi club de fans —alcé ligeramente la voz, menos crispada que antes. Haber quitado el malentendido de encima me había dado algo más de margen para respirar—. Me pidieron salir, y no hubiese sido la gran cosa, pero de alguna forma el hecho de que fuese una chica me desestabilizó más de lo que imaginé.

>>Desde entonces no he podido quitármelo de la cabeza, y no entiendo por qué.

¿Qué me había dicho Emily? Que eso se sabía. De hecho, no podía tener más razón. Había tenido el tiempo suficiente para reflexionarlo el resto del día, y una parte de mí parecía que siempre había tenido la respuesta guardada bajo llave. Escondida y enterrada en lo más profundo de mi ser. No quería aceptarlo, ¿era eso? Por eso me hacía la estúpida, quizás. Por eso me ponía terriblemente nerviosa, cuando no era un registro que frecuentase. Porque quería seguir ignorándolo como hasta ahora.

Había tenido dudas muchos años atrás, incluso antes de siquiera conocer a Mimi. Pero no quería aceptarlo. La sola idea me aterraba.

Y, a pesar de ello, la curiosidad seguía siendo mayor. La miré a los ojos y, por primera vez, adquirí un tono mucho más serio. La vergüenza retrocedió un paso.

>>Dime, Mimi. ¿Qué fue lo que te hizo darte cuenta de que lo que sentías por Emily no era solo amistad?

 

Mimi Honda

¿Una fan le había pedido salir?

—¡No!—exclamé y la emoción y la sorpresa no pudieron evitar colarse en mi voz. Sonreí ligeramente. Me levanté de la silla y me incliné hacia delante—. ¿En serio? Déjame verlo.

Liza me extendió el mensaje y yo lo leí con atención. Realmente... no era un confesión ni nada parecido. Era un mensaje bastante escueto donde la chica parecía comentar de pasada que quería salir con Liza... pero parecía una petición jocosa. Algo que no tenía seriedad. ¿De verdad ese mensaje había armado tanto revuelo?

Si pidía mi opinión... esa chica no hablaba en serio. De hecho daba la impresión de que lo usaba como excusa.

Fruncí ligeramente el ceño, contrariada. No se lo podía decir ¿verdad? Porque fuera cual fuere el verdadero significado de ese mensaje había sido suficiente para tambalear todo su mundo. Y eso me hizo pensar si realmente aquel mensaje no había sido solo el último empujón y ya llevaba con dudas bastante tiempo. Si esa no había sido la gota que rebasó el vaso.

—¿Hm?—murmuré al escuchar su pregunta y pestañeé con rapidez tratando de aclarar mis propias ideas. En ese momento el Indeedee se acercó con nuestro pedido y se marchó con una reverencia. Yo suspiré cuando sus palabras calaron en su totalidad en mi cerebro. Lo había superado... pero cada vez que lo recordaba, recordaba también la forma tan estúpida en la que hice el ridículo—. La verdad no estoy del todo segura. Siempre he estado sola y ella... de alguna manera estaba ahí para mí. Me comprendía, me ayudaba. Se convirtió en mi confidente, en la persona el la que más confiaba en el mundo. Repentinamente un día me di cuenta de que quería, de que necesitaba que ella fuese feliz. Que alguien que lograba hacerme tanto bien no merecía pasar por nada malo. Empecé a buscar el contacto con ella, incluso si era un mero roce. Me ponía celosa si alguien se le acercaba demasiado. Y empecé a fantasear con la idea de estar juntas. De abrazarla, de tocarla.

Guardé silencio durante unos segundos. Lo recordaba con perfecta claridad. Todo lo que había significado para mí en su momento.

>>No hay... nada diferente en realidad—añadí y apoyé la mejilla en la palma de la mano regresando mi mirada a ella con un nuevo interés. Le dirigí una sonrisa ligera—. Un día simplemente te das cuenta de que no te importaría pasar la vida al lado de esa persona. Independientemente de su género. Y eso es todo lo que necesitas.

 

Liza White

Cuando el Indeedee dejó los platos sobre la mesa le agradecí con una escueta sonrisa y tomé el tenedor, sin perder detalle alguno de las palabras de Mimi. Me lo relató con la entereza de quien había logrado superar el tema, pero aún así no pudo evitar que cierta culpabilidad se colase en sus palabras. A veces asentía, animándola a seguir hablando, incapaz de ocultar la sonrisa de profunda ternura que me inspiró toda aquella honestidad. Hablaba con un profundo sentimiento impregnado en cada frase y pude hacerme una idea algo más cercana de todo lo que alguna vez Emily significó para ella.

Siempre me la había hecho con una precisión absurda. Por eso había empatizado tanto con ella.

Dejé escapar un profundo suspiro cuando terminó de hablar, y parte del peso que había sentido en mi pecho se desvaneció con él. Cuando la miré, mi sonrisa se había tornado amarga, casi resignada. Pero, con todo, me sentía liberada.

Lo había hecho, ¿cierto?

Me había visto reflejada en sus palabras.

—Con que era eso... —musité. Moví el tenedor de un lado al otro, asimilando en silencio sus palabras. Dejé escapar una risa sin gracia por la nariz—. No puedo creer que la respuesta siempre estuvo ahí, pero nunca quise darme cuenta. Me siento estúpida.

No hay más ciego que el que no quiere ver. Ahora entendía mas que nunca aquella frase.

Siempre había creído que mi primer amor había sido Bruno Black. Ese chico torpe y cariñoso que apareció a principios de mi viaje y que terminó tomando una gran importancia para mí. Me hacía sentir especial, distinta al resto. Me hacía sentir querida y valorada, me anteponía a los demás. Pero ahora que lo veía con la cabeza fría, empezamos a salir demasiado pronto. Apenas y nos conocíamos. Había sido mera atracción física y nunca le di demasiada importancia.

Pero no había sido así siempre.

Ahora todo encajaba.

—Una vez hubo una persona. Alguien a quien nunca supe interpretar con claridad —Mi expresión se suavizó y cerré los ojos, sintiéndome en completa calma mientras hablaba—. Me sacaba de quicio con frecuencia pero me quería como nadie lo había hecho antes. Me sentía sola y perdida lejos de Teselia pero podía asegurar que viajar con ella se sentía como estar en casa. Una vez discutimos y estuvimos a punto de regresar a casa, ¿sabes? —No pude evitar reír, con una mezcla de vergüenza y nostalgia—. Pero nunca llegábamos a hacerlo porque el viaje perdía su sentido si no estábamos juntas.

>>Las cosas cambiaron entre nosotras cuando... alguien más apareció en su vida. Al principio le odiaba, le odiaba con toda mi alma y no comprendía el porqué. Me molestaba verlo con ella y tenía miedo de ser reemplazada. Siempre me aseguró que nada cambiaría pero no podía sacarme ese sentimiento del pecho, me quemaba. Ahora comprendo que, quizás, tan solo estaba celosa. No lo sé —tensé los labios, dejando de remover la ensalada al ser consciente de algo—. Quizás por eso intenté por todos los medios separarlos. Quizás por eso me sentí tan vacía cuando se fue con él a otra región. No podía dejar de pensar en ella y qué tenía él que no tuviese yo.

Volví a abrir los ojos, pero no me atreví a mirarla. La mueca amarga regresó entonces, temiendo practicamente la respuesta a mis palabras.

>>Quizás siempre lo supe, pero no quería aceptarlo. Que no eras la única que se había enamorado de su mejor amiga.

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AL FIN PUEDO HACER ESTO CANON DESPUÉS DE SIETE AÑOS I MEAN *cries en su SisOTP*

 

Mimi Honda

Ahora todo cobraba sentido. No era algo de ahora, estas dudas llevaban asaltándola demasiado tiempo. Muchísimo, de hecho. La escuché con atención, todas y cada una de sus palabras. Teniendo la certeza de que necesitaba sacarse aquello de dentro del pecho, que necesitaba alguien que la escuchase.

Me alegraba saber que había cerrado el ciclo. Ella fue la primera en saber de mis sentimientos por Emily y ahora era yo la primera que sabía de sus sentimientos por... podía hacerme una idea de quién.

En cualquier caso no iba a mencionarlo en voz alta. Me limité a escucharla, a comprenderla. Y entonces partí la hamburguesa por la mitad y le di una a ella. Yo había estado exactamente ahí. Con las mismas dudas, los miedos y los celos. Sabía de lo que hablaba.

Arceus, Dante.

—Pues... supongo que ahí tienes tu respuesta—le contesté y se me escapó una risa ligera—. No tienes dudas, siempre lo supiste. Pero no te sentías lista para aceptarlo. Y eso está bien.

>>Creo que es... parte del proceso. Tienes miedo de lo que pueda pasar, que esos sentimientos rompan la relación de amistad para siempre. A mi me pasó. Cuando Emily me rechazó tuve que abandonar la región y regresar a Sinnoh para poner en orden mis ideas porque no quería perderla como amiga. Pero estaba frustrada, dolida y... aún la quería de esa forma así que hubiera sido imposible.

Había sido muy duro en su momento. El rechazo, la realización de que todo el idílico mundo que me había montado en la cabeza no era más que una fantasía. Ser consciente de que era una relación tóxica. Que la necesitaba porque me daba estabilidad. Porque me hacía sentir bien.

Que la necesitaba.

Apoyé mi mano sobre el dorso de la suya.

>>¿Te sientes mejor ahora?

 

Liza White

Sacar algo que había estado guardando durante tantos años se sentía extrañamente liberador, pero también te volvía de cierta forma vulnerable. En cualquier caso no me arrepentí de confesárselo a ella de entre toda la gente. De alguna forma habíamos terminado intercambiando lugares, y probablemente nadie entendería mejor a la otra que nosotras mismas. Creo que nunca llegué a comprenderla tanto como en aquel instante.

Observé la mitad de su hamburguesa colocada ahora sobre mi plato con la mirada gacha y sorbí rápidamente por la nariz, en un intento por despejar la vista empañada. Eran demasiadas cosas por aceptar pero el primer paso era tener la intención de hacerlo, y yo estaba dispuesta a empezar a recorrer ese camino.

Me permití esbozar una pequeña sonrisa al apoyar su mano sobre la mía.

—Mhm. Eso creo —murmuré, y la aparté con suavidad para poder probar lo que me tendía. Ahora que el nudo se había aflojado en mi estómago había regresado con él parte de mi apetito—. Me duele un poco la cabeza y aún necesito asimilar muchas cosas, pero estaré bien. Quiero confiar en ello.

Así que ella también había pasado por lo mismo. Los mismos celos, la misma impotencia, la inseguridad y el dolor infundado. Quién iba a decir que ambas íbamos a acabar pareciéndonos tanto, en cierta medida. Esperaba poder superarlo, tal y como Mimi lo había hecho. Algo me decía que iba a resultarme ciertamente incómodo volver a encontrar a Destiny en los próximos días.

Con mi mano libre aproveché la cercanía para apretar la suya con suavidad, en un gesto cariñoso que trató de devolverle parte de la calidez que me transmitía.

>>Nunca supe que habías abandonado la región, Mims. ¿Cuánto... tiempo fue?

 

Mimi Honda

—Unos cinco meses—respondí y desvié la mirada con un suspiro pesado. La calidez de su mano tuvo un extraño efecto calmante en mí—. Estuve en Sinnoh, arreglé las cosas con mi padre, asistí a terapia. Gané las ocho medallas de los gimnasios y perdí contra Cynthia al final de la Liga. Fueron unos meses... interesantes, si se le puede decir así.

Había tenido tiempo para replantearme muchísimas cosas que estaban mal en mi vida. Había asistido a terapia para trabajar en mi carácter hosco y posesivo, para desentrañar los hilos que me habían llevado hasta ese punto. Había logrado sincerarme conmigo misma. Había madurado en general. No todo había sido tan malo después de todo, como si el rechazo de Emily hubiese sido la pieza clave que me ayudó a avanzar. Claramente había un antes y un después entre ambos acontecimientos.

No era la misma Mimi de antaño. No me sentía la misma.

Tomé el tenedor y picoteé un poco de la ensalada césar. Tenía una pinta estupenda y yo el hambre de un Pyroar. En la tarde solo había comido azúcar. Mi cuerpo requería mucho más que puras calorías vacías.

>>Entonces...—dejé caer— ¿le pediste consejo también a Emily? ¿Qué te dijo ella?

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¿Qué no las shippee? Sorry, I can't (?)

 

Liza White

—¿Todo eso en cinco meses? —cuestioné, asombrada, y parte de mi preocupación desapareció al saber que había estado entretenida a pesar de todo—. Me alegra que aprovechases el tiempo. Algún día me gustaría probar suerte yo también en Sinnoh.

Era bastante triste pensar que ni siquiera había probado suerte en Teselia en su momento. Para cuando conocí a Oshawott mi hermano ya se había ido de casa y yo me enfadé tanto con él que me negaba a empezar en su misma región, como la cría que era. Siempre había sido el favorito de la familia, y bien tozuda de mí quise superar la huella que dejase en Teselia con un equipo mucho mejor preparado.

Ahora, después de tres años, me sentía capaz de muchas cosas. Quizás le pidiese a Mimi un tour en algún momento.

—¿Hm? ¿Emily? —tragué con algo de esfuerzo, porque lo cierto es que no me esperé esa pregunta salida de la nada. Podía estar mucho más tranquila pero el tema me seguía causando la misma vergüenza, incluso más ahora que había salido del armario—. Me dijo que era algo que se sabía, y que me tomase mi tiempo para reflexionarlo. También, uhm... —desvié la atención de nuevo, las mejillas ardiendo de vuelta—, me ofreció darle un beso si así despejaba mis dudas.

>>O-Obviamente no fui capaz de hacerlo, y tampoco... tampoco sé si podría hacerlo ahora.

 

Mimi Honda

Sus últimas palabras realmente lograron sorprenderme. Me pillaron con la guardia baja. Esperaba muchas cosas pero oír que Emily le había propuesto besarla entraba en la lista de cosas inesperadas.

¿¡Ah!?

La miré con verdadera sorpresa. ¿Por eso había enrojecido tanto cuando Emily le habló al oído? Arceus, debía sentirme demasiado susceptible. Guardé silencio durante unos segundos hasta que finalmente logré encontrar mis palabras y sacarlas al exterior. No sabía qué decir con exactitud así que decidí ir a lo simple.

—Yo... la besé también, fue un impulso—confesé—. La primera chica y la primera persona que besé en mi vida—solté una risa sin gracia—. Y me apartó.

Lo había superado pero seguía siendo tan ridículo. Tan estúpido. El solo hecho de pensarlo me hacía sentir miserable.

Siempre había sido el tipo de persona idealista que quería reservar los momentos importantes de su vida a personas especiales. Y que quería que fuese recíproco. Tal vez para el resto del mundo no fuese gran cosa, probablemente era incluso infantil pensar así... pero era importante para mí. Aunque ese pensamiento había perdido toda fuerza en los últimos meses.

Ya no me importaba.

Una gran cantidad de cosas no me importaban ya.

>>Si Em quiere besarte y tú quieres hacerlo... ¿cuál es el problema?—cuestioné—. Un beso no tiene más importancia que la que le das. Puede ser la gran cosa o puede no serlo.

 

Liza White

—Perdona —me disculpé rápidamente al notar su reacción, sintiéndome algo culpable—. Quizás no debería haberlo dicho.

Que Mimi lo hubiera superado no quería decir que no resultase violento, y yo no había tenido demasiado tacto que digamos. En cualquier caso su pregunta me sorprendió. ¿Que un beso no tenía más importancia de la que le dabas? Era una forma de verlo.

Apoyé la mejilla en la palma de mi mano, encogiéndome de hombros.

—Puede que suene infantil, pero nunca he besado a nadie si no era por amor. Soy esa clase de romántica idealista, supongo —me llevé el tenedor a la boca con movimientos lentos, como si estuviese replanteándome las cosas—. Sé que un beso no es para tanto... p-pero no sé, no puedo evitar verlo así. Aunque me pueda la curiosidad de saber cómo se siente, no voy a mentirte.

 

Mimi Honda

—¿Sobre como... se siente besar a una chica?—se me escapó una risa por la nariz, tensa, y jugueteé, repentinamente nerviosa con un mechón de cabello. Las mejillas me ardían de modo que miré cualquier lugar salvo su rostro—. Si quieres la verdad yo tampoco tengo idea de cómo se siente. Besar a alguien que quiere besarte también.

Estaba hablando como si me sobrara la experiencia cuando mi vida amorosa había sido un completo y total desastre. Era una novata en eso. Por eso, había llegado a la conclusión de que no era algo que necesitase en mi vida.

El romanticismo me traía sin cuidado. Pero no era de piedra precisamente. Y si me quedaban dudas, la prueba de Enterríos las había despejado.

Tenía muy claras mis preferencias sexuales.

La miré durante un breve segundos sopesando mil cuestiones en mi cabeza. Probablemente la idea que me cruzó la mente por un instante fuera la más descabellada del mundo. Pero, aún así, no podía negar que White era bastante linda. Tenía unos grandes ojos azules llenos de curiosidad y el cabello castaño enmarcándole un rostro de facciones finas. ¿Era mi tipo? Probablemente. ¿Me atraía? Quizás.

Mi mirada vaciló entre sus ojos y sus labios.

Pero algo como eso era simplemente ridículo.

>>Anda, come—le insté—. Ha sido un día duro. Y los que se vienen.