Proyecto D.E.M.O.N.I.O.

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Asurama, 12 Junio 2009.

  1.  
    Asurama

    Asurama Usuario popular

    Cáncer
    Miembro desde:
    21 Octubre 2008
    Mensajes:
    648
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Proyecto D.E.M.O.N.I.O.
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    5827
    Proyecto D.E.M.O.N.I.O.

    Hola, este es el "first chapter" de un libro de terror que escribí, y lo dejo para ver qué tanta aceptación tiene.
    Fue divertido hacerlo, porque escribiendo de noche, da mucho miedo, jeje...


    Proyecto D.E.M.O.N.I.O.

    C1:
    La Casa de Sangre

    Velas benditas, aceite y agua purificada llenaban todo el recinto de la oscura sala. Un grupo de auxiliares balanceaban incensarios en el aire, haciendo que el humo invadiera todo poco a poco, mientras recitaban por lo bajo una serie de oraciones santas, llamando a los espíritus del bien para que combatieran a los seres malignos que rondaban el mundo, mientras pedían por la protección de los ocupantes de la enorme casa.
    Las tres personas mayores y un niño pequeño se encontraban recogidos en una actitud de profunda devoción mientras se oraba.
    Delante de ellos, un sacerdote levantaba en alto una cruz bendita mientras recitaba los Salmos de la Biblia.
    De repente, comenzaron a oírse ruidos extraños: pasos, golpes, ruido de puertas que se abrían y cerraban, a pesar de que todo se encontraba cerrado bajo llave. La temperatura bajó muchísimo hasta que los presentes creyeron que morirían de hipotermia, y eso que estaban en pleno verano. Eran las siete de la tarde, pero el enorme reloj de la sala enloqueció y sus agujas marcaron primero las seis de la tarde y luego las nueve. La campana que anunciaba las horas se había vuelto aterradora. Las velas crepitaron y se apagaron, dejando a los presentes en la total oscuridad. Los muebles comenzaron a elevarse en el aire por sí mismos a medio metro de altura, mientras bailaban con movimientos extraños.
    —En el nombre de Nuestro Señor Jesucristo, yo te conjuro, espíritu maligno y te ordeno abandonar este lugar sin lastimar a nadie.
    Una macabra risa hizo eco en el aire y un viento extraño y helado sopló entre los presentes. Unos perros de la cuadra comenzaron a ladrar muy excitados, intentando por todos los medios llegar a la casa tan acechada.
    El niño pequeño lloraba y sus padres no sabían qué hacer.
    —¡Mamá, papá, tengo miedo! —gritaba.
    El demonio que habitaba en la casa pareció enloquecer y reía más aún, haciendo contrapunto a los lamentos del niño.
    —Sal de este lugar, ángel de Lucifer —ordenó el sacerdote—, deja a los habitantes en paz.
    Las velas se encendieron inesperadamente, con unas extrañas y alargadas llamas azuladas.
    En las paredes, comenzaron a dibujarse extrañas y tenebrosas siluetas de salvajes animales feroces, con llameantes ojos rojos.
    Leones, tigres, lobos, glotones, perros salvajes. Las siluetas correteaban por todas las paredes, por el suelo, por los techos. Las formas cambiaban y se hacían más horripilantes a cada momento. La espantosa risa no dejaban de oírse, la temperatura bajaba cada vez más, los ruidos se hacían más fuertes, más intensos, los objetos seguían temblando, las sombras parecían querer devorar la casa.
    —En nombre del Señor, sal
    De repente, la temperatura regresó a ser la misma de antes, los ruidos y los movimientos cesaron, las sombras de animales feroces desaparecieron, el viento dejó de soplar y las llamas azuladas se extinguieron.
    La familia que vivía allí se permitió un suspiro de alivio.
    —¿Tú me expulsas? —dijo una voz en el aire y una silueta humana se dibujó en la pared que estaba frente a ellos—, ¿Tú, ministro de la Santa Iglesia? ¿Tú te atreves a decir que estoy en pecado? —dijo en tono sarcástico la voz que se oía como un eco— ¿Tú, que robas con las manos abiertas a los fieles que creen en tus mentiras? ¿Tú, que defiendes con argumentos tan insolentes tu absurdo partido político? ¿Tú, que has causado la muerte de miles de inocentes a lo largo de los siglos sólo porque pensaban diferente? ¿Tú, que llenas de dogmas a los creyentes y anulas la libertad? ¿Tú, que apoyaste masacres? ¿Tú, que afirmas que todos sus ministros son puros y castos, pero que abusan de mujeres y niños en las sombras? —rió— ¿Y tú dices que yo soy el demonio y estoy en pecado?
    —Esas no son verdades
    —Humanos ciegos, no pueden ver la cochina verdad
    —Los demonios como tú son la causa del mal
    —Los demonios tientan al ego de las personas, no las obligan a cometer el mal: se lo proponen y los débiles corazones humanos aceptan. Tontos humanos que echan sus culpas a otros.
    —Deja esta casa en nombre del Señor
    —Tu Señor no es mi Señor, porque yo no sirvo a nadie ¡Déjame en paz! —una fuerza desconocida empujó al sacerdote hacia atrás, haciendo que se golpeara la cabeza contra una pared. La enorme herida comenzó a sangrar copiosamente. Estaba muriendo.
    La silueta se desvaneció riendo.
    Todos, horrorizados, corrieron hacia el hombre herido para intentar ayudarlo.

    Casi a los ocho de la noche, la policía y un camión de bomberos llegaban a una enorme casa, que estaba incendiándose por completo. El fuego parecía tener vida propia: a pesar de que utilizaban extintores y potentes chorros de agua, las llamas no cedían. Después de dos horas de intenso trabajo, el incendio finalmente pudo ser extinguido. Cuando los bomberos entraron para revisar la casa, se encontraron con un extraño escenario: muebles rotos por doquier, incensarios, velas, rosarios y cruces tirados por todo el suelo, además, a pesar de haber estado bajo el acoso de las llamas, el ambiente estaba tan frío como el aire del ártico.
    Al llegar a la sala, hallaron un mensaje escrito con sangre en la pared. Decía:

    “Se lo merecían estos sacerdotes criminales”

    Junto al mensaje, estaba dibujado, también con sangre, un rostro desfigurado y espantoso.
    En el suelo había un enorme círculo de sangre. Dentro, estaban los cuerpos completamente despedazados de un grupo de sacerdotes y otras personas: brazos, piernas, vísceras, todo completamente repartido entre las ropas ensangrentadas y llenas de lodo negro. La sala era un río de sangre. Sus rostros podían apreciarse perfectamente. Tenían expresiones azoradas… y estaban completamente deformados. La casa se llenó de gritos de horror.

    óóóóóóó

    Temprano a las ocho, el colegio fue llenándose de estudiantes. En los salones, los profesores pasaban lista y ordenaban a los alumnos. Por esas cosas de la vida, había más varones que mujeres. Ellos no se cansaban de gastarlas en cuanto podían, ellas no dudaban en rechazarlos.
    Una de las últimas estrategias era
    —“Si no aceptas, te llevaré a una cita en la casa de sangre” —así era como llamaban al sitio donde habían ocurrido los misteriosos asesinatos de un grupo de sacerdotes exorcistas. Se decía que en esa casa habitaban demonios asesinos que no perdonaban a nadie. El pueblo era pequeño, había seis escuelas primarias y sólo dos colegios secundarios que rivalizaban entre sí. Todos se conocían y las noticias corrían rápidamente de boca en boca. Las mujeres temblaban de miedo al oír las historias.
    Había una muchacha de primer año que llamaba más la atención que las otras debido a su aislamiento de los demás, a su silencio total y a su timidez. Era muy introvertida y parecía guardar secretos, eso era suficiente para atraer completamente la atención de los varones cual si fuera un imán. No obstante, todos eran ignorados. Ella siempre parecía metida en su mundo, ajena a lo que pasaba a su alrededor. Tanto era así que tampoco parecía sentirse amedrentada por las extrañas amenazas.
    —No creo en esas bobadas —decía en tono de burla al que se atrevía a molestarla.
    Era pequeña de estatura, pulposa, con su cara redonda siempre sonrosada, de cabello largo, rubio y liso, siempre recogido en una coleta, tenía unos ojos grises almendrados y pestañas largas y oscuras, era muy hermosa, parecía un simpático ángel sacado de alguna pintura.
    Se llamaba Dominic y se había ganado el apodo de “princesa europea” debido a su comportamiento, pese a que era pueblerina como todos los demás.

    Apostado en un rincón, un muchacho moreno, de cabello negro y ojos verdes no se cansaba de mirarla. Siempre la miraba y sentía una extraña atracción por ella. Había sentido deseo por muchas mujeres, pero ninguna le provocaba las extrañas sensaciones que la intrigante “princesa europea”. Reía por el apodo, pues pensaba que no le quedaba bien. Estaba dispuesto a hacer una campaña para ponerle un nombre mejor, algo que contuviera la palabra “ángel” o “hada”. Las princesas europeas eran frías, tontas y muchas eran realmente engreídas. A su parecer, merecían morir. En los pasillos había escuchado una extraña historia: días atrás, unos sacerdotes exorcistas —según el rumor, eran entre seis y siete personas— intentaron expulsar a un demonio de una antigua casa en la que era imposible vivir. La casa se quemó completamente y las personas aparecieron despedazadas. A su parecer, así era como las verdaderas “princesas europeas” deberían acabar.
    Pero Dominic merecía que le construyeran una estatua de oro en medio de la ciudad, sí. Le agradaba mucho a pesar de que jamás se había fijado en él.

    Durante la clase, un grupo de tres jóvenes se apresuraron en terminar sus deberes y se pusieron a conversar en voz baja para que el estricto profesor Randall no los pillara y los castigara, obligándolos a quedarse después de clases.
    —Oigan —dijo Johnnatan, un muchacho de cabello y ojos negros a otros dos, mientras guardaba sus cosas—. Escucharon los rumores, ¿verdad?
    —¿Rumores? —Preguntó Morgan, una chica de cabello castaño y vidriosa mirada negra. Ella se veía vulgar.
    Un muchacho de largo cabello rubio y ojos color miel volteó hacia Johnnatan
    —¿Los rumores sobre la casa de sangre?
    Los tres rieron por lo bajo.
    —Cuéntanos Johnny —pidió Matt, el joven rubio
    —Bien, esto es lo que pasó —los otros dos se inclinaron para oír mejor—. Hace unas semanas, una familia se instaló en la casa y comenzaron a escuchar voces, ruidos extraños, veían cosas, los objetos cambiaban de lugar… muchas cosas raras —los otros asintieron—. Entonces comenzaron a buscar ayuda, seguros de que era algo extraño. La situación era tan conocida incluso para las visitas de la familia, que no tardaron en llegar los tontos exorcistas. Durante el ritual se les apareció un demonio que los hizo pedazos, sólo sobrevivió el hijo de la familia.
    —¿Cómo que el hijo? —preguntó Morgan
    —Sí, sobrevivió. El niño cuenta una historia rara, la recuerda bien
    —¿Y qué cuenta?
    —Dice que los sacerdotes rezaban y hacían todas esas estupideces. De repente, comenzaron a escuchar ruidos, las cosas se movían y hacía frío, cuando las luces se apagaron, aparecieron unas sombras que comenzaron a discutir con el cura. De repente, alguien lo abrazó con fuerza por detrás, le cubrió los ojos y le cantaba una canción. Después, lo que fuera que lo estuviera conteniendo se fue del lugar y él vio a todos los adultos despedazados.
    Matt frunció el ceño
    —Es decir, ¿el supuesto demonio mató a todos pero protegió al niño?
    —Es muy extraño, yo no sabía que los demonios protegieran niños —Johnnatan se mojó los labios—. A no ser para poder acosarlo en otro momento. Además, dice que en una pared había un fantasma de sangre con un mensaje que decía “Se lo merecen estos sacerdotes criminales”.
    Volvieron a reírse.
    —¿Qué les parece? —dijo Morgan—. Un demonio con sentido común —seguía riendo.
    —¿Y qué piensas hacer? —preguntó Matt
    —Bueno —prosiguió Johnnatan—, la historia le pareció interesante al maestro y me dijo que podía investigar —miró a sus amigos—. Hagamos una investigación para nosotros, llevemos material, cámara y cuadernos, para ver qué podemos sacar de interesante de esa casona, para ver lo que sucedió.
    —¿Y si no salimos vivos? —preguntó Morgan en broma
    —Míralo así, les caemos bien a los demonios, nos hablan, nos ayudan y nos protegen, no creo que éste nos haga nada —rió—, además, si algo sale mal, somos menores de edad: si protegió a un niño quizás nosotros nos salvemos. Sólo iremos a hablarle.
    —¿Cuándo piensas ir? —preguntó Matt, ansioso
    —Esta noche, a la media noche
    —¿Quieres que lleve una tabla ouija? —preguntó Morgan
    Los dos muchachos la miraron
    —Hazlo.

    Dominic, sentada muy cerca de Johnnatan y los otros, parecía absorta en la clase y en la confección de la tarea, indiferente a la conversación. Sin embargo, captaba atentamente todas y cada una de las palabras de esas personas. A diferencia de la valentía y escepticismo que solía fingir, estas cosas la ponían en extremo nerviosa. De sólo escuchar el tétrico relato y lo que pensaban hacer sus compañeros de clase, se le erizaban los cabellos y se le ponía la carne de gallina. Sabía que esa noche tendría pesadillas. Sin embargo, ella no solía inmiscuirse en los asuntos de los demás, así que se tragó las dudas, las quejas y los miedos.
    —Están locos —pensó.
    A la salida de sus clases, el sol comenzaba a ponerse. Tenía que regresar a pie a casa y lo peor de todo era que, para eso, tenía que atravesar por la calle que estaba justo frente a la tan mencionada casa.
    Tragó saliva y su paso disminuía en velocidad a medida que se acercaba. A esa hora, las sombras eran oscuras y largas a lo largo de la calle. Eran espeluznantes. Sin importar que fuera media tarde, estaba muerta de miedo. No obstante, si alargaba más su camino por otra calle, rápidamente caería la noche y allí, en la oscuridad total, estaba segura de que sí moriría de un infarto.
    Cuando ya estaba a tan sólo unos metros de la casa, vio que alguien se acercaba desde una esquina, iba a salir corriendo cuando, de pronto, vio al joven más apuesto que jamás antes hubiera conocido. Era alto, fornido, moreno, de brillante cabello negro azabache y unos ojos verde esmeralda impresionantes, llevaba unos jeans negros y una camisa impecablemente blanca. Sintió que le daría un infarto, pero de la emoción. Tragó saliva, también era muy sexy. No podía fingir que no se le había quedado mirando allí parada y con cara de tonta —¡Qué vergüenza!—. Él, sin embargo seguía caminando con la vista hacia delante, como si ni siquiera hubiera notado que ella estaba allí. Cuando estuvo a menos de medio metro de distancia de ella, la miró de súbito con esos ojos bellísimos y tan impresionantes. Ella se hizo hacia atrás boquiabierta, la estaba mirando y con una mirada fogosa. No podía ver el incendio, pero podía jurar que se estaba asando viva a causa de esa mirada. Él no siguió su camino, se le quedó mirando ¿Por qué?
    —Buenas tardes —saludó amablemente, con una bellísima voz
    Ella no encontraba su propia voz
    —Hola —balbució apenas
    —¿Hacia dónde vas?
    Ella no sabía si contestarle o no
    —Hacia mi casa, se me hace tarde —se excusó
    —Pero si ni siquiera son las siete de la tarde —dijo el muchacho con una amable sonrisa
    —Es que… —miró de reojo la casona— ¿No te asusta caminar por estos alrededores?
    Él la miró extrañado
    —No
    —¿No has oído los rumores sobre este lugar?
    Él la miró intrigado y negó con la cabeza
    Dominic miró a la casa, se la señaló
    —Dicen que en esta casa suceden cosas extrañas
    El muchacho levantó una ceja
    —¿Cosas entrañas? ¿Qué tipo de cosas?
    —Hace unos días encontraron a un grupo de personas cruelmente despedazadas ahí, dicen que había fenómenos paranormales, que allí vive un demonio
    —¿Y tú crees en eso? —le preguntó él
    —Me guardo el beneficio de la duda —dijo ella—, pero en verdad encontraron muertos
    —Pobre gente —él inclinó la mirada triste mientras hacía una negativa con la cabeza—, quizás los atacó un perro salvaje o algo.
    —Ningún perro salvaje escribe mensajes con sangre en las paredes
    —¿Y tú sabes que hay mensajes con sangre? ¿Los viste?
    Ella negó
    —Entonces no puedes decir que realmente existan, deben ser parte de los rumores, ya sabes cómo son las lenguas largas en los pueblos pequeños.
    —Bueno —dijo ella—, si pudiera ver los mensajes, quizás podría afirmarlo —miró intrigada hacia la casa
    —No —dijo él amablemente, sujetándola por los hombros—, si te da miedo no deberías entrar, por más que no estés segura de si es real o no.
    —Eres muy amable —la dedicó una sonrisa—, pero aún no sé tu nombre
    —Sólo llámame Darío. Y tú eres Dominic Astaire
    Ella abrió los ojos
    —¿Me conoces?
    —Se habla mucho de ti en el colegio
    —¿A qué año asistes?
    —Voy en sexto año
    —Jamás te había visto
    —Sueles parecer muy distraída, sólo es eso
    —Es que —se sonrojó y bajó la vista—, soy tímida
    —¿En verdad? Yo también
    —Suelo sentarme en los rincones para que no me molesten
    —Yo también lo hago a veces
    Ella lo miró
    —¿Te molestan tus compañeros de clase?
    —No son precisamente mis compañeros, pero la gente suele molestarme mucho, no es agradable y entiendo cómo debes sentirte.
    —No suelo encontrar personas que me comprendan. Eres muy bueno, Darío.
    El aullido de un perro se oyó y ella se encogió
    —¿Te gustaría que te acompañara hasta tu casa, Dominic?
    Ella dudó
    —¿Lo harías?
    —Claro
    Ella bajó la vista
    —Es que yo no sé… —volvió a escucharse otro aullido—. Acompáñame, por favor —dijo sudando frío.
    Él le pasó el brazo por los hombros y le frotó el antebrazo
    —No te asustes, sólo es un perro —le sonrió ampliamente—. Bien, muéstrame dónde está tu bonita casa —comenzaron a caminar.
    Por un momento, él rió
    —¿De qué te ríes? —preguntó ella
    —Río por las cosas tan tontas que te dijeron como para causarte esos miedos.
    —Eh… en realidad no me lo dijeron.
    —¿Entonces?
    —Escuché una conversación que murmuraban unos compañeros míos. Hacen y dicen cosas muy raras y siempre se visten de negro.
    —¿Sabías que está mal oír conversaciones ajenas?
    —No pude evitarlo, Darío
    —¿Y qué decían?
    —Dijeron que un niño sobrevivió en esa masacre y que contó todo lo ocurrido, contó que algo lo protegió durante lo sucedido. Esos muchachos decían algo sobre hablar con el demonio y sobre una tabla ouija, que irían a esa casa a la media noche —se frotó los brazos y podía sentir la reconfortante calidez del cuerpo del muchacho junto a ella—. No sé cómo no les da miedo, se burlaban todo el tiempo, se burlaban de esa entidad.
    Él la miró en silencio
    —No creo que sea bueno que se burlen de algo así, ni que estén haciendo tonterías —explicó ella.
    —Tienes razón, Dominic, no es bueno. Si fuera cierto que esa entidad existe, es algo peligroso. Se dice que los espíritus son muy impredecibles y a veces, perversos, que se enojan con mucha facilidad —volvió a frotarle el brazo—. Algo podría salir mal.
    —Ellos dicen que si algo sale mal, ese espíritu los perdonará como al niño
    —Qué ingenuos son, creyendo que un espíritu les perdonará su falta de respeto
    Ella lo miró
    —¿Qué dices? —preguntó extrañada
    —¿Qué harías tú si fueras ese espíritu y te molestaran, burlándose de ti, queriendo manipularte?
    —La verdad, les daría un buen escarmiento —comentó ella
    Llegaron a la casa de la joven
    —Yo también lo haría —le abrió la puerta para permitirle pasar, a ella le gustó esa caballerosidad—. Llegamos a tu bonita casa ¿Puedo quedarme?
    Ella se sonrojó. Quería
    —No, lo siento, no creo que a mis padres les agrade la idea…
    —Oh, bien —se sintió apenado— ¿Al menos podría venir a visitarte en otro momento para que charláramos?
    Ella le sonrió ampliamente
    —Me encantaría —dijo feliz
    —Entonces vendré muy pronto. Nos vemos, princesa
    —Te veré pronto, Darío —le dijo desde la puerta mientras lo veía marcharse.

    óóóóóóó

    A las diez de la noche, el niño que se había salvado dormía tranquilamente en la habitación que le habían dado sus abuelos en una casa algo alejada del pueblo. De repente, un sonido lo despertó. Escuchó un ruido agudo en la ventana, como si algo arañara el cristal. Cuando se acercó, vio un ser horrible, con una boca enorme, colmillos, el rostro pálido y con la piel estirada sobre los huesos, con sus ojos encendidos y un blanco cabello desordenado y podrido que caía sobre sus hombros. Era como un cadáver andante que arañaba la venta con las filosas garras de sus esqueléticos y pálidos dedos. En la pared contigua, apareció un mensaje con sangre:

    “No vuelvas a abrir la boca nunca, o me arrepentiré de haberte protegido”

    El pequeño gritó a todo pulmón. Su abuelo entró y preguntó qué había pasado, entonces vio el mensaje en la pared y sacó al niño rápidamente, llevándolo a dormir en su propio cuarto y rogándole que jamás volviera a decir nada sobre lo que le había acontecido.

    óóóóóóó

    Cerca de la media noche, tres jóvenes vestidos con chaqueta negra y con una extraña cruz colgada del cuello, se reunieron a una calle de distancia de la casona abandonada, en un callejón.
    —Traje lo que me pidieron —dijo Morgan, pícaramente, con una sonrisa de oreja a oreja, mostrando un paquete rectangular
    —Vamos a averiguar qué es lo que ha estado sucediendo aquí —propuso Matt, mirando hacia la casa
    —Andando, entonces —concluyó Johnnatan mientas marchaban.
    Al llegar, se dieron cuenta de que todo estaba invadido de una neblina espesa, un frío terrible y un fétido olor. Una voz susurró algo en una lengua irreconocible.
    —Sí, eso es un demonio —afirmó el rubio. Entraron haciendo a un lado los escombros y las cosas quemadas. No había rastros de los cuerpos, pero al llegar a la sala encontraron el escabroso mensaje de la pared.
    Se miraron entre sí y pasaron a la sala, entonces, a sus espaldas, la única puerta se cerró violentamente.
    Morgan corrió hacia ella y tomó la manija, intentando abrirla, pero no podía
    —Está atorada —dijo mientras aplicaba todas sus fuerzas.
    Matt fue hacia ella y también intentó abrir la puerta
    —No está atorada, le han echado llave —se lanzó sobre ella para derribarla, pero no lo consiguió
    —Déjalo —le dijo Johnnatan—. Hagamos lo que vinimos a hacer.
    Todos asintieron y se pararon en el centro de la habitación. Encendieron unas velas y dibujaron con tiza un círculo en el suelo. Abrieron el paquete y sacaron la tabla ouija, sentándose en el suelo a su alrededor, dentro del círculo.
    Acomodaron el máster y ni bien pusieron el dedo sobre la planchilla, ésta comenzó a moverse como loca, denotando un mensaje.

    “¿Por qué me molestan, mocosos del demonio?”.

    —¿Con quién nos estamos comunicando? —preguntó Johnnatan

    “Con el demonio de esta casa. Entraron a mi parque de juegos y serán mi tarjeta de diversión esta noche”.

    Las velas se apagaron súbitamente, la temperatura bajó más, comenzaron a escucharse ruidos, gemidos y gritos. Los objetos se movieron.
    Una silla se levantó y voló hacia ellos. Ellos la esquivaron pegándose al suelo y la silla se partió contra una pared. Luego, se levantó otra silla y voló, arrastrando a Matt y golpeándolo contra la pared en la que estaba escrito el mensaje. Morgan y Johnnatan intentaron ponerse de pie para ir hasta su amigo, pero parecía que sus manos estaban pegadas al máster, y como si el máster estuviera clavado al suelo. La silla se levantó, cayó con violencia sobre la cabeza del muchacho rubio y luego voló de nuevo hasta arrastrarse velozmente al ras del suelo, golpeando a los dos que habían quedado atrapados. Finalmente, se rompió al golpearse contra otra pared.
    Repentinamente, la línea de tiza se volvió roja como la sangre, las velas se encendieron con llamas azuladas, dibujando sombras con formas de animales feroces en las paredes. Esos animales oscuros saltaban de una pared a otra con sus ojos llameantes. Desde la cocina de la casa, llegaron volando todos los cubiertos, que se clavaron en el trío a diestra y siniestra, atravesándolos y haciéndoles cortes que resultaron mortales, ni siquiera pudieron gritar.
    Cuando estaban agonizando, las sombras se despegaron de las paredes, convirtiéndose en animales reales, negros, gigantescos y con ojos llameantes de furia y sed de sangre. En ningún momento, el grupo pudo despegarse del máster de la ouija.

    “¿Así que creyeron que iban a salir vivos de esto?”

    Deletreó el tablero

    “Matt, Johnny, Morgan. Bienvenidos a mi mundo”

    Tres horribles gritos se escucharon e hicieron eco por toda la casa.

    Darío salió corriendo de su habitación e intentó adivinar de qué lugar provenía el terrible grito que lo acababa de despertar. Sus padres y su hermanita de tres años estaban profundamente dormidos y la casa estaba oscura. Miró por la ventana y vio la silueta de la casona, recordando de inmediato la historia de Dominic.
    Salió de la casa de sus padres y fue corriendo hasta la Casa de Sangre.
    Allí no había nada. En silencio y con paso lento, se metió entre los escombros, mirando cuidadosamente cada detalle, caminó hasta la cocina y abrió lentamente la puerta que daba a la sala, asomándose con cautela.
    En la penumbra, se dibujaban en una de las paredes las horribles imágenes deformadas de tres seres humanos: dos muchachos y una joven que se veían tremendamente asustados, con cientos de cortes en todo el cuerpo y con animales salvajes sujetándolos de las piernas. Digna pintura de un museo de terror. El suelo de la sala era un río de sangre, había una tabla ouija manchada de sangre y de lodo negro. Se acercó lentamente hasta donde había una mochila con cuadernos y… un teléfono celular. Siempre había querido uno de esos, pero sus padres jamás le había podido comprar uno, se inclinó para tomarlo.
    —A-ayúdame —le dijo una voz
    Él miró y vio que era una de las pinturas deformadas la que le hablaba
    —Así que no eres una pintura —comentó Darío con el teléfono en la mano
    —Ayúdame
    Darío se acercó a la pintura atravesando el charco de sangre y miró al chico de la pared a centímetros de distancia
    —Pero qué te pasó, amigo, estás un poco “tieso”.
    —Ayúdame
    —¿Qué te hace creer que te ayudaré? No eres como ese niño tan lindo al que le canté una canción.
    —Auxilio —balbuceó Johnny, tieso en la pared
    Darío le sacó la lengua
    —Cállate, es lo que te mereces por molestarme, meterte en mi casa sin permiso y acusarme de demonio. Alégrate de que no te despedacé como a esos sacerdotes criminales —buscó un número en el celular— ¿Sabes, amigo? Te queda bien el papel de pintura impresionista, me pagarían millones por ti —sonriente, marcó un número y llamó—. Y ya que pasarás el resto de tu miserable vida en esa pared, no podrás volver a usar tu celular. Espero que no te moleste obsequiármelo para hablar con mi futura novia.
    Salió de la casa, hablando por teléfono, mientras los tres “tiesos” de la pared se quejaban. Darío cortó la llamada, se regresó sobre sus pasos, abrió la mochila, sacó un borrador y le borró la boca a las pinturas, que ya no podían hablar y lo miraban desconcertados. Luego, regresó a la casa de sus padres mientras hablaba por teléfono.
    La risa macabra y oscura que había enloquecido a los exorcistas hizo eco en la Casa de Sangre tras sus pasos.

    óóóóóó

    Dominic se despertó sobresaltada después de tener pesadillas. De pronto, su teléfono celular comenzó a sonar. Eran las doce de la noche y estaba muy asustada. Atendió recién al segundo llamado
    —¿Dominic? —preguntó dulcemente la voz del otro lado
    Ella creyó reconocerlo.
    —¿Darío? ¿Eres tú?
    —Sí —dijo la voz sonriente—. Espero no haberte despertado.
    —No, descuida —dijo ella tratando de disimular su cansancio.
    —Está bien, te llamo para que anotes mi número y lo guardes, así podrás llamarme cuando necesites algo ¿Te parece bien?
    —Sí. Oye ¿cómo conseguiste mi número?
    —Es y fácil conseguir que alguien te de un número de otras personas, espero que no te moleste.
    —No, no me molesta.
    —¿Estuviste teniendo pesadillas? —preguntó él, amablemente—. Descuida, desde ahora en adelante sólo tendrás sueños bonitos.
    —Creo que con escuchar tu voz, cualquiera puede tener sueños bonitos
    —Gracias, Dominic, me lo tomo como un cumplido. Nos vemos mañana
    —Hasta luego —saludó ella antes de que la llamada se cortara.
     
  2.  
    Quelconque

    Quelconque Usuario popular

    Virgo
    Miembro desde:
    8 Febrero 2004
    Mensajes:
    790
    Pluma de
    Escritor
    Re: Proyecto D.E.M.O.N.I.O.

    Muy bueno. Al principio me recordó al exorcista, pero después fue tomando sus propio ritmo.ç

    Sinceramente, tu relato logró ponerme paranóica (¿por qué tuve que esperar a que me diera la noche para leerlo?), además de que se fue la luz en mi casa justo cuando terminé de leerlo (AHH!!)

    Me impresionó el manejo de la puntuación, bien certera y cuidada, excepto por los puntos al final de cada diálogo, algunas mayúsculas mal puestas y lo siguiente:


    La primera oración queda algo incompleta o, en todo caso, está mal redactada.
    Podría ser: pero ninguna le provocaba las extrañas sensaciones que la intrigante "princesa europea" le despertaba.



    También, de repente le cambias el nombre a Johnatan por Johnnatan.


    Al final, sólo tengo una observación sobre la coherencia del escrito:

    Aunque el lector, por ser omnisciente, puede saber que se tratan de sacerdotes, pero quienes hayan entrado (los bomberos) y observado esto no tuvieron manera de saber que se trataba de sacerdotes pues, tú misma lo aclaras, estaba completamente despedazados y mezclados con los restos de otras personas además de que la sangre y el lodo no creo que hayan dejado mucho para suponer que eran vestimentas litúrgicas que son o negras o blancas, tratándose de católicos, claro.

    Saludos y esperaré la continuación con ansias :biggrin:
     
  3.  
    Asurama

    Asurama Usuario popular

    Cáncer
    Miembro desde:
    21 Octubre 2008
    Mensajes:
    648
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Proyecto D.E.M.O.N.I.O.
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    128
    Re: Proyecto D.E.M.O.N.I.O.

    Lo hice como que se supusiera que eran sacerdotes debido al escabroso mensaje que Darío escribió en la pared. Suele pasarme eso de cambiar los nombres, ¡trataré de que no siga sucediendo! Es que no me decidía comó escribir el nombre y, cuando lo hice, ¡¡zaz!!

    Sabía que muchos iban a recordar a El Exorcista. En realidad, hay una mezcla de películas de terror en esta historia que hasta a mí me puso los pelos de punta. Surgió de una situación dolorosa.

    Confío que muchos se encariñarán con el simpático Darío, un jovencito fantasma con el que a nadie le gustaría cruzarse ni por accidente, je. :D
     
  4.  
    Sandritah

    Sandritah Usuario popular

    Piscis
    Miembro desde:
    5 Septiembre 2007
    Mensajes:
    718
    Pluma de
    Escritora
    Re: Proyecto D.E.M.O.N.I.O.

    De hecho, yo ya me encariñé con él y sospecho que no me va a gustar nada :(!

    Siempre me gustaron todos los temas relacionados con los espíritus, la muerte, la ouija... en fin, todo tipo de terror, y nada más ver el título de tu FanFic pensé que tenía que leerlo sí o sí. Y no me arrepiento, porque me dejó un muy buen sabor de boca.
    No hay mucho que objetar, sinceramente, salvo los puntos señalados más arriba por Miriabilia y algún error en los guiones que vi por ahí. Me encantaron las descripciones, con los animales que salen de la pared y sus ojos rojos, los chicos que se quedan atrapados... ¡sencillamente genial!

    Y por curiosidad, ¿Darío espía con frecuencia a Dominic? Porque esa sensación me llegó a través de ciertos puntos como el que él la observe en el colegio, que sepa su número de teléfono móvil excusándose con que se lo dieron... Y por otra parte, ¿la relación entre ambos no va un poco rápido? O tal vez es sólo mi imaginación...

    Esperaré el siguiente capítulo ;).
     
  5.  
    sessxrin

    sessxrin Fanático

    Virgo
    Miembro desde:
    17 Enero 2009
    Mensajes:
    1,048
    Pluma de
    Escritora
    Re: Proyecto D.E.M.O.N.I.O.

    ola lube!!!!
    me encanto tu trabajo
    a mi casi siempre no me gustan las historias, peliculas etc. de terror porque son muy fictisias y porqeu soy extremadamente nerviosa jaja y me puede dar un infarto jajajaj pero a mi la curiosidad me mata jajaj por eso las veo y los leo ajajaj sin embrago tu historia me fascino, describes muy bien, y nunca me imagine que el niño dario fuera a resultar a ser el demonio, me quede con la intriga de saber mas
    porfavor continualo ke me encanto
    reviviste mi gusto por las historias de terror, menos mal que la lei al medio dia y aun asi me dio miedo jajajajaj
    lube otro gran trabajo tuyo que me encanta
    espero tu conty pronto nos leemos
    sessxrin
     
  6.  
    Asurama

    Asurama Usuario popular

    Cáncer
    Miembro desde:
    21 Octubre 2008
    Mensajes:
    648
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Proyecto D.E.M.O.N.I.O.
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    7164
    Re: Proyecto D.E.M.O.N.I.O.

    al parecer, el Protyecto Demonio es más aclamado de lo que creí...

    Cita con la princesa

    Muchas personas en el pueblo se alarmaron con la extraña desaparición de tres jóvenes. Nadie, absolutamente nadie conocía su paradero y la última vez que habían sido vistos era en la media noche de un día viernes en medio de la calle. No tardó en comentarse que aquellos jóvenes se dedicaban a hacer magia negra, hablar con muertos, asesinar animales y ese tipo de cosas. Como eso había sucedido poco después del incidente de los exorcistas, todos culparon a la Casa de Sangre o a lo que fuera que habitara allí. Nadie tenía el valor de entrar, pues era como si la casa enloqueciera a los habitantes para después devorarlos vivos y nadie tenía la certeza de salir con vida si entraban. Los sucesos eran más que un simple rumor y las historias tan aterradoras en torno al misterioso lugar asustaban hasta a los más escépticos, que creían que el lugar debía ser visitado por algún demente asesino en serie.
    Las desapariciones ocupaban el primer lugar en las noticias del diario y en la transmisión de cable, pasaba de boca en boca. Ya se había enviado un pedido a la central de policía de una ciudad cercana para que enviara investigadores especializados al pueblo, que lo recorrieran de extremo a extremo, hallando pistas, hallando esperanzas de vida para quienes probablemente ya no la tenían.
    Unas personas iban hablando de eso en la calle, dirigiéndose hacia la Casa mientras revisaban unos cuadernos, cuando un muchachito de cara bonita, moreno y de ojos verdes se les acercó.
    —La verdad es que todas las versiones de la historia son ciertas
    Los hombres lo miraron. Eran investigadores contratados para esos casos e incluso ya le habían pagado ¿y él quién era?
    —¿Qué dices?
    —La casa enloquece a los habitantes y luego los devora, es verdad. Allí hay una entidad peligrosa y eso también es verdad, y también es verdad que el lugar es visitado por un psicópata asesino en serie.
    —¿Qué sabes tú de esa casa? —preguntó el más viejo
    Él puso las manos detrás de la nuca y miró a las nubes que flotaban en el brillante cielo azul, tomando formas de aves del paraíso y mariposas monarcas.
    —No sé nada
    —Deja esto a especialistas como nosotros —le dijeron los investigadores “científicos” —. No quieras hacerte el interesante, niño bonito.
    —¿Sabían que los especialistas que han revisado el caso hasta el momento no pueden solucionarlo?, es decir, este pueblo hace años es asediado por lo que los locos religiosos llaman “demonio” y lo que dicen ustedes “asesino psicópata”.
    —¿Qué podría saber un mocoso como tú?
    El sonrió de forma divertida y les guiñó un ojo. Hasta para las personas mayores era seductor y los enceguecía con su encanto único de esmeralda recién pulida.
    —Pues este “niño bonito” vio algo muy interesante en esa casa —puso un tono muy sugerente— ¿Les gustaría que se los mostrara? —un tono seductor y pícaro
    Los hombres se miraron confundidos y lo siguieron. El muchacho caminó tranquilamente con ellos hasta la casa y los invitó a entrar. Al llegar, fueron víctimas de olor, los ecos y la baja temperatura. Vieron el río de sangre que manchaba el suelo y las paredes de toda la sala. También había un espeso lodo negro. Levantaron la vista y vieron unas horrorosas imágenes de humanos deformados. Eran tres jóvenes, los tres que habían desaparecido. Era como si hubieran sido estampados en la pared.
    —Ellos son mis amigos Matt, Morgan y Johnny, espero que disfruten de conversar con ellos.
    Los hombres voltearon para mirar al joven, pero allí no había nadie y la puerta de salida se hallaba cerrada. Los cadáveres deformados cobraron vida y se desprendieron de la pared, acercándose a ellos con paso macabro. Sólo se oyeron sus gritos.
    Darío abrió la puerta con cautela y entró a ver
    —¿Señores, están ustedes bien?
    Ahora, las horripilantes imágenes desfiguradas, ensangrentadas y estampadas no eran tres, sino seis. Darío asintió.
    —Sí, veo que se encuentran muy bien —les sacó una fotografía con la cámara digital de excelente resolución de su celular nuevo—. Gracias por ayudar a mi arte, esperen a que suba esto a la Red. Será toda una obra sensacionalista —la envió por correo electrónico—. Ah, y esto es para que aprendan a no tratarme otra vez como un “mocoso”.
    Se fue alegremente, tarareando una canción reproducida en formato mp3.

    A los pocos días, era conocido que seis personas estaban desaparecidas y fueron buscadas por todas partes y con todos los medios habidos y por haber, sin tener resultado, hasta que, horrorizado, un joven de tercer año del secundario encontró en la Red la traumática fotografía que, a pesar de estar deformada, coincidía con las apariencias de los desaparecidos.
    A la semana, la imagen circulaba por todos lados, era portada de revistas, periódicos y noticieros amarillistas. En el colegio no se hablaba de otra cosa.
    Mientras se sumaban más misterios y asesinatos a la lista, más crecía la expectación sobre la Casa de Sangre y sobre lo que habitaba en ella.
    Darío reía en el pasillo. Como lo pensaba, fue una noticia sensacionalista. Además, nadie le preguntaría, puesto que envió la imagen con un seudónimo y no con su nombre.
    Una gran multitud visitó la casa de sangre y la gente observó asombrada, triste, horrorizada y muerta de miedo lo reales que eran las imágenes “pintadas” en esa pared. Habían entrado como cuarenta personas a ver la “sensación”. Todos salieron corriendo y despavoridos, como si hubieran visto a la mismísima muerte. Era como si hubiera un cartel invisible que decía “no entren”. Algunos corrieron antes de llegar a poner un pie dentro. A los más impresionables, les dio un pre infarto. Apoyado contra un pilar de la casona, Darío reía
    —¿Y tú de qué te ríes? —le preguntó alguien
    —Es muy gracioso y divertido —dijo mientras reía
    —¿Gracioso y divertido? Es horripilante
    —Eso es lo divertido: ver a la gente asustarse, asombrarse y correr. Es lo mismo que ver una película de miedo —se encogió de hombros—. A la gente le gusta la morbosidad, el amarillismo, el sensacionalismo, la gente es tonta respecto a eso. Es divertido ver cómo reaccionan ante cosas como estas
    —No parece asustarte
    —No hay de qué asustarse, pero si no hay miedo, parece que no es divertido.
    —¿Te divierte ver las reacciones de las personas?
    —¿A ti no? Los médicos, los psicólogos, los artistas, los políticos y los religiosos hacen eso de estudiar las reacciones y vender ideas… y nadie les dice nada.
    El muchacho sonrió
    —Es cierto
    —Sí, pero si no fingimos que esto da miedo, pierde su sentido.
    Darío y el otro muchacho se miraron con complicidad, abrieron mucho los ojos, pusieron cara de desconcierto y salieron corriendo “despavoridos” mientras gritaban “de miedo”.
    A veces, las formas tan superficiales de actuar de las personas, su modo de menospreciar lo verdaderamente valioso o de alabar lo insignificante era “de miedo”.

    Un grupo de jóvenes, en sus ratos libres, comenzaron a analizar el tema y dedujeron que lo que a la entidad le molestaba era que alguien invadiera la casa para perturbarlo, intentar sacarlo o siquiera investigarlo. Es decir, no deseaba que los humanos se metieran con él para intentar controlarle la vida.
    Pasar por el sitio a partir de las nueve de la noche era en extremo peligroso, pues era el horario fijado en que comenzaban a acontecer todos los fenómenos paranormales que incluían visiones de animales salvajes sueltos y zombies caminantes.
    El primer grupo de personas había sido encontrado hecho pedazos en el suelo. El segundo grupo había desaparecido y luego aparecieron las extrañas imágenes en las paredes que, dicho sea de paso, nadie jamás pudo saber quién tuvo el pellejo y la suerte de entrar, tomar la fotografía y salir vivo para luego publicarla.
    Todas las muertes y demás hechos tenían apariencias en extremo sádicas, y se notaba que al culpable le encantaba realmente hacerlo. El verdadero perfil de un asesino psicópata o de un demonio realmente sediento de sangre.
    Aún después de las pericias, no se pudieron encontrar huellas dactilares, pisadas, cabello ni nada que pudiera demostrar que alguien hubiera cometido tales actos. Se culpó a los animales salvajes —que en la zona escaseaban—, pero no había modo de explicar los mensajes, las imágenes en las paredes y demás cosas sobrenaturales.
    Según una encuesta —que bien podía ser muy mentirosa—, el setenta y tres por ciento de las personas del pueblo estaba seguro de que el culpable no era humano, no podía verse a simple vista, se enojaba con cualquiera que pasaba por el territorio y dejaba vivo al que tenía suerte. De ese setenta y tres por ciento, un ochenta y seis por ciento tenía la seguridad de que se trataba de un demonio de gran fortaleza que ni siquiera un exorcista experimentado podía vencer, por lo visto.
    Algunos satanistas locos que vivían haciendo de las suyas estaban seguros de que “su señor” habitaba en esa casa y a menudo se reunían en los alrededores, haciendo cánticos dementes que eran respondidos por cánticos de una voz infernal que salía de la Casa de Sangre. Posteriormente, en buenos grupos y a media noche, se reunían para caminar hacia dentro de la casa.
    A lo largo de un mes y medio, lo único que conseguían era engrosar el cuadro grotesco de personas deformes estampadas en las paredes —y ahora también en los techos—, el lodazal con sangre y el cúmulo de cadáveres destazados dentro de círculos malditos en la sala. Del total de religiosos histéricos y satanistas locos que habían entrado, se calculaba que sólo había salido vivo… ¿un cero por ciento?
    El famoso demonio hacía de las suyas y pobre del que no escuchara las muchas advertencias.
    Este informe, que acabó siendo el “Proyecto Demonio”, se imprimió en letras estridentes y carteles vistosos que tapizaban las murallas, los postes de luz, la corteza de algún árbol y el tablón de noticias de todos los colegios de la zona.
    El cartel remataba diciendo:

    “No vayas a la Casa de Sangre ni aunque sea lo último que hagas… porque entonces sí será lo último”.

    El muchacho se caminó las calles de regreso a su casa y se encontraba con el maldito histérico cartel a cada medio metro que avanzaba. Sin dudarlo, arrancaba con odio todos los que hallaba a su paso
    —Esto no sirve ¿Entienden? —los arrugaba y los iba tirando—. Hagan algo que sirva, y esto no sirve, tontos idiotas —sus ojos verdes relucían de odio. Luego, pensaba en la chica bajita y rubia y la paz regresaba como un agradable e invasivo aroma a jazmín recién florecido…

    óóóóóóó

    Jackie era muy simpática. Era morena, de cabello y ojos negros, gordita y muy sonriente. Había aprendido a hablar de forma elocuente a una edad muy temprana. Las primeras palabras que dijo fueron “hermano Darío”. Tenía sólo tres años y hablaba como una comentarista de fútbol, sus padres eran muy felices con ella.
    Siempre estaba inquieta y saltando por todas partes, incluso en su cuarto, jugando con su hermano.
    —¿Y cómo es tu novia? —preguntó inocentemente
    —Es hermosa como tú —dijo el muchacho de ojos verdes, sentado como un chinito en la cama de su hermana, frente a ella—. Tiene el cabello largo rubio, sus ojos son grises, sus mejillas siempre están rosadas ¿sabes? Sus compañeros de clase dicen que es una princesa.
    —¿Y es una princesa? —preguntó feliz la niña
    Él puso ojos soñadores
    —En mis sueños es una princesa.
    —¿Y usa un vestido largo como las princesas?
    —No, pero te diré que las faldas a cuadros y los abrigos de jean no le quedan nada mal.
    —¿Es alta?
    —Es bajita, como mamá
    —¿Cuántos años tiene?
    Él levantó la mirada hacia el techo y lo pensó
    —Tiene catorce años
    —Es muy grande —dijo la niñita— ¿Cómo se llama?
    —Dominic Astaire
    —¡Wow! —aplaudió con ganas— ¡Hasta nombre de princesa tiene!
    —Sí, y es muy bonita, hice un dibujo de ella —le mostró la hoja de un cuaderno donde había un retrato de la chica sonriente.
    —Tienes razón, hermano, es muy, muy bonita. Y tú dibujas muy bien.
    —Oh, no es nada. Yo he visto unas obras expresionistas…
    —¿Qué es eso?
    —Un estilo de pintura del siglo XIX. Es decir, es algo que pasó hace mucho pero mucho tiempo. Suelen ser dibujos graciosos y grotescos. Quedan bien en los museos de terror. Anoche fui a la Casa de Sangre —se paró, la cargó sobre sus hombros y la llevó hasta la ventana—. Es esa casa oscura que está ahí. Jamás debes ir, es decir, no te pasará nada, porque yo te estaré cuidando, pero de todos modos no conviene que vayas.
    —¿Y qué hay ahí?
    —Hay unas imágenes graciosas en las paredes, ¿sabes? Realmente se ve grotesco
    —¿Y cómo son?
    Él hizo una mueca graciosa, como si su rostro hubiera quedado paralizado
    —Son así
    Jackie rió con ganas
    —Deben ser muy graciosas
    —Son muy chistosas, yo opino que quienes sirvieron de modelo, luego de eso, debieron haber quedado “tiesos”
    Ambos rieron
    —Eres muy gracioso, hermano
    Él le pellizcó las mejillas
    —Y tú eres una traviesa
    —¿Es verdad que en esa casa pasan cosas raras? —dijo señalando hacia la Casa de Sangre
    —No, no es verdad
    —¿Y es cierto que la gente se muere?
    —No, no es verdad, nadie muere —le sonrió—. Cuando escuchas que alguien murió, en realidad no es algo malo. Significa que esa persona se fue a un sitio que es como un parque de diversiones.
    —¿En verdad?
    —Sí, pero no debes apresúrate por ir. Tienes que crecer y hacer muchas cosas buenas.
    —Escuché que papá dijo que unas personas murieron ahí —dijo asustada—, que hay un demonio
    Él volvió a pellizcarles las mejillas
    —No hagas caso de esas tonterías. Cuando escuches que en este pueblo pasan cosas raras, no tienes que tener miedo, porque todo lo que sucede lo provoco yo. Pero ¿Sabes? Eso no debes decírselo a nadie, ni siquiera a papá o a mamá. Esas personas, todas, van a un lugar que es como un parque de diversiones —le dio un beso en la frente—. Sé una buena niña, tengo que ir a ver a mi novia.
    Ambos caminaron hacia la puerta de entrada y él se despidió.
    —A la noche vendré a dormir —le dijo con una sonrisa, saludándola con la mano mientras iba corriendo hacia el colegio de Dominic.

    Dominic salía con miedo del colegio, cuando el muchacho le salió al paso.
    Al verse reflejada en esos ojos verdes, al instante se olvidó del miedo.
    —Darío —lo miró extrañada— ¿Me estabas esperando aquí en la puerta?
    —Sí —inclinó la cabeza de lado— ¿Tiene algo de malo? —las mujeres que lo rechazaban solían tener un destino… peculiar.
    Ella negó
    —Quería preguntarte si no quieres ir a tomar algo
    —Es un poco tarde —se excusó ella
    Él sonrió
    —Pero si ni siquiera son las siete
    —Pero si tardo, oscurecerá, y no quiero que me tome la noche. Para llegar a casa, tengo que cruzar por donde tú ya sabes y, la verdad, con todos los últimos comentarios —se frotó los brazos y miró a los alrededores—, me da muchísimo miedo.
    —No tienes que preocuparte, después yo te acompañaré a casa
    —Aún así no me gusta —lo miró asustada— ¿Recuerdas que te hablé la vez pasa de de unos jóvenes que irían allí a media noche?
    Él forzó su memoria.
    —Ellos desaparecieron y luego —la voz se le fue—, luego aparecieron sus figuras en las paredes de esa casa —estaba a punto de llorar.
    —Bueno, quizás ellos molestaron a la entidad que estaba allí —Darío ladeó la cabeza— ¿No te parece?
    —Aún así no es seguro
    —Yo no permitiría que nadie te hiciera daño —le pasó un dedo por los labios y ella se sonrojó—. Sé pelear, Dominic.
    —No podrías pelear con una entidad
    —Dame un voto de confianza, princesa europea
    Ella sonrió con el apodo.
    —Si amanezco muerta, será tu culpa
    —Eso no sucederá si no me haces enojar —murmuró él
    —¿Eh?
    —Eh… no, nada —dijo él de modo simpático, mientras le daba el brazo— ¿Vienes a tomar algo, entonces?
    Ella lo sujetó del brazo y fueron hasta un pequeño bufet. Se sentaron junto a la ventana
    —Pide todo lo que quieras, que yo pago —ofreció él.
    —Bien —lo pensó—. Sólo pediré una soda y un emparedado ¿Y tú?
    Él negó con la cabeza
    —No, no pediré nada
    —¿Eh? —eso era curioso— ¿Por qué?
    —Tengo horarios estrictos para cenar, pero, sin embargo, puedo invitar algo a un acompañante
    Ella lo miró con suspicacia y una sonrisa pícara.
    —¿Esto cuenta como una cita?
    —Si quieres verlo así, está bien.
    No podía evitar derretirse de sólo pensar que ese muchacho tan lindo realmente la estaba invitando. Era un sueño hecho realidad.
    —¿Me hablas un poco de ti, Dominic? —dijo en un tono sensual imposible de ignorar.
    —No tengo mucho que decir. Soy hija única, vivo con mis padres, que se llaman Ángel y Margaret, mi casa ya la viste, mi rendimiento académico no es ni pésimo ni sobresaliente, sino algo normal. No suelo salir mucho, prefiero quedarme en casa a cocinar —sonrió—, me encanta la cocina y un día me gustaría invitarte a comer.
    —Me encantaría estar invitado a comer a tu casa —dijo con una sonrisa sugerente que ella no comprendió. Apoyó el mentó en el dorso de la mano, inclinándose hacia ella. Se le hacía agua la boca. Ver una mujer, para él era como tener delante de él un banquete. Cuanto más tierna, mejor—. Creo que realmente disfrutaría comer en tu casa. Tal vez un día de estos te visite en la cena.
    —Pues, si me dices cuándo irás, yo le avisaré a mis padres y me esmeraré mucho en preparar algo.
    —Oh, no —dijo Darío, simpáticamente—. No es necesario que les digas nada a tus padres, es más, es mejor si no se lo dices. Tampoco creo que sea necesario avisarte, una visita inesperada sería lo mejor.
    —Pero si me cayeras de golpe no podría darte un recibimiento adecuado.
    —Yo creo que podrías darme un buen recibimiento tanto si cayera de golpe como si no —se le dibujó una sonrisa lasciva—. Y si digo que te caeré de golpe, lo digo literalmente.
    Ella frunció el ceño
    —¿Qué me quisiste decir?
    —Lo verás a futuro —dijo antes de volver a mirarla de forma amable.
    —¿Tú puedes contarme algo de ti?
    A él no le agradó la pregunta
    —No creo que te agrade mucho lo que pueda decirte de mí. Podría resultarte… —lo pensó— perturbador.
    —¿Qué tan perturbador?
    —Jamás volverías a dormir en paz
    Ella tomó un sorbo de su bebida y lo miró como hipnotizada por su voz y su apariencia. De repente, sentía como si una voz extraña susurrara dentro de su cabeza en un lenguaje que ella desconocía, no podía apartar la mirada y la atención de él. Era como si hubiera quedado adherida al suelo y a la silla y no hubiera podido irse por más que lo intentara. Sin embargo, se encontró sin fuerza de voluntad, no deseaba irse. Era como si algo o alguien le hubiera sustraído su voluntad. Una sensación agradable y desconocida le hacía desear seguir oyendo esas palabras, que él le contara cosas, lo que fuera, pero que siguiera hablando. Parecía… un hechizo de magia negra.
    —Bueno, no es que te pida que me digas algo muy comprometido —que siguiera hablando. De repente, necesitaba que él siguiera hablándole
    —Bueno, puedo contarte que tengo a mi papá y a mi mamá, ambos de treinta y cinco años. Mi madre se llama Sara, es bajita como tú, muy bonita, morena, de cabello negro ondulado y ojos verdes. Mi papá se parece a mí, pero tiene los ojos negros. Se llama Zacarías. Tengo una hermanita de tres años que es muy inteligente y habla hasta por la orejas, es muy simpática, se llama Jacqueline, pero de cariño, la llamamos Jackie. Hace unas semanas me conseguí un número de teléfono nuevo, que es el que te di ¿Recuerdas? Mi madre es ama de casa, mi padre es mecánico solamente, pero está bien, somos felices siendo lo que somos —le sonrió—. Me va pésimo en mis clases, pero salir pésimo en los exámenes se me hizo una agradable adicción. Lo bueno es que nadie me recrimina por eso. Además, nadie se atrevería a recriminarme. Me gustas las películas de miedo, en especial las del viernes por la noche, las salidas nocturnas, los bailes y los juegos de azar. Son derroche de tiempo y de dinero, pero suele ser divertido —se encogió de hombros.
    —¿Sí? —dijo completamente enceguecida, inclinándose hacia él, queriendo seguir oírlo ¡que siguiera hablando!
    —Si sigues saliendo conmigo, te hablaré más de mí.
    Curiosamente, la palabra “más” hizo estallar algo dentro de ella. Sintió que podía desmayarse allí mismo. Sintió que se le iba el aire de los pulmones, hasta la última gota, no sentía su cuerpo, estaba completamente entumida, no podía hablar, no veía ni escuchaba nada. Todo se puso negro y lo siguiente que vio fue una Luz blanca del otro lado de un largo túnel negro. Su cuerpo era liviano y libre. Era como si algo se la llevara hacia esa luz. Unas voces dulces la atraían con palabras agradables. Nunca había sentido algo tan agradable. Podía jurar que se estaba yendo, que estaba muerta.

    Despertó recostada en unas sillas, después de haber estado en esa situación por tiempo indefinido. Unos meseros estaban sentados junto a ella, poniéndole un paño en la cabeza y dándole aire con un periódico viejo.
    —¿Señorita, se encuentra usted bien? —le preguntó una mesera
    —Sí, gracias —dijo incorporándose, mientras se quitaba el paño— ¿No vieron a un joven moreno aquí? El que estaba sentado conmigo…
    —Cuando nosotros llegamos, usted estaba desmayada en el suelo, sola.
    —¿Sola? —¿eso significaba que él se había marchado cuando ella se desmayó? ¿Cuándo, cómo y por qué sucedió?
    —Sí, y estuvo inconsciente durante dos horas
    —¡¿Durante dos horas?! —dijo alarmada, viendo el reloj de pared, que marcaba las nueve de la noche.
    Estaba muerta de miedo. Para llegar a su casa, debía cruzar en frente de la escabrosa casa. Además, si pasaba por allí con vida, cuando llegara a su hogar, debía darles a sus padres una explicación lógica y creíble de por qué había tardado tanto, porque de seguro la regañarían. Doble miedo. Sus intestinos parecieron anudarse, su estómago se encogió y el mundo parecía darle vueltas.
    Se puso de pie, agradeció al personal de aquél local por haberla ayudado y salió corriendo. Según los rumores que había escuchado, era a las nueve de la noche cuando comenzaban a ocurrir los extraños sucesos. Llevó las manos a la cabeza y se cubrió los oídos mientras se acercaba ¿Qué haría? Moría de miedo y un llanto profuso que se negaba a salir le causaba un terrible dolor de garganta. De repente, tres personas le salieron al paso.
    Ella gritó por el susto
    —Hola, jovencita —Saludó un muchacho como de veinte años, corpulento, moreno, bastante feo, con la mirada vidriosa como si estuviera drogado, que tenía una voz gruesa y una sonrisa horrible.
    —¿Cómo te llamas? —preguntó otro, de cabello largo, lleno de tierra y con un cuerpo tan flaco que parecía esquelético, cubierto por una chaqueta de cuero negro.
    Dominic comenzó a retroceder ¿Estos tipos eran los asesinos que habían iniciado el absurdo rumor de las muertes?
    —¿Te gustaría quedarte con nosotros? —preguntó de forma sugerente un tercero, que llevaba una botella de licor medio vacía en una de sus manos y un cuchillo en la otra.
    Alargó la mano para sujetar el abrigo de Dominic cuando algo lo detuvo en el aire. Todos los huesos de su mano se hicieron pedazos a la vez que el sujeto lanzaba un alarido horrible. La botella que había caído al suelo se quebró y los trozos de vidrio se levantaron en el aire y atravesaron su rostro. Sus brazos se torcieron violentamente hacia atrás, rompiéndose sus articulaciones. El cuchillo que llevaba flotó en el aire y fue como si una mano invisible lo sujetara con ira y lo apuñalara a una velocidad increíble, con una fuerza terrible, llenándolo de cortes, sacándole las vísceras, haciéndolo pedazos mientras la sangre salpicaba por doquier.
    Los otros dos, al ver esa horrible escena intentaron huir, pero quedaron paralizados. A uno de ellos, los brazos y la cabeza le dieron vueltas hacia atrás, como si se tratara de una muñeca móvil hasta que los miembros y la cabeza se desprendieron. Su pecho se abrió, el corazón salió, disparado y se partió en cuatro trozos.
    El otro se cayó al suelo como si fuera una bolsa: todos sus huesos se hicieron pedazos y sólo quedó su piel, hecha una gelatina repartida en el suelo.
    Dominic estaba muerta del miedo. ¿Ese era el demonio que habitaba la Casa de Sangre?
    ¿Ahora seguía ella? Estaba paralizada, como adherida al piso, incapaz de correr. De pronto, algo la rodeó por detrás. Ella cerró los ojos y gritó a todo pulmón.
    —Shhh —la calló amablemente una voz
    Ella abrió los ojos y levantó la vista, completamente petrificada.
    —¿Darío? ¿Qué haces aquí? —se aferró a él y se puso a llorar
    Él le puso una mano en la cabeza. Entrecerró los ojos.
    —Pasaba por aquí, escuché gritos, decidí venir a ver qué sucedía y te encontré
    —¿Por qué me dejaste sola?
    —Lo lamento, no volveré a hacerte eso
    —Larguémonos de aquí, ese demonio…
    —No es un demonio, sólo es un fantasma hambriento. No te hará daño —le acarició el cabello—. No dejaré que nadie te lastime
    —Tenemos que llamar a la policía
    —La policía no podrá solucionar esto, además te meterás en líos si no puedes explicar lo que sucedió aquí
    —Esto es horrible
    —Se lo merecían por haber intentado ponerte las manos encima —dijo con ira en la voz.
    Ella escondió la cara en su pecho
    —No sé qué hubiera hecho si no hubieras llegado —seguía llorando.
    —Todo estará bien y puedes pedirme ayuda cuando gustes, te protegeré de todo. También eres bienvenida a mi casa
    —No sé en donde vives
    —Junto la casa de Sangre —le dio la vuelta y le mostró una dirección contigua a la casona. Una casa pintada completamente de blanco y celeste—. Ahí vivo —la abrazó—. Ahora, déjame acompañarte hasta tu casa —dijo amablemente con una expresión dulce.
    La llevó por otro camino para no tener que cruzar junto a los cadáveres.
    —¿Cómo puede vivir tu familia en paz junto a semejante cosa? —preguntó durante el camino
    Él la llevaba acurrucada, rodeándola con un brazo. Ella seguía muy asustada.
    —Porque esa entidad no le hace daño al que no molesta
    —Pero estas personas no lo molestaron directamente ¿Perturbaron acaso su descanso?
    Él rió
    —Los fantasmas no descansan, no duermen y, para su mala suerte, tampoco se desmayan. Ellos te molestaron a ti
    —¿Cómo sabes tanto al respecto?
    —He tenido experiencia en el asunto.
    —¿Estudiaste algo que tenía que ver con esto?
    —Algo así
    Después de más de media hora de caminar por la calle, llegaron a la casa de Dominic. Él la despidió con una reverencia de mucho estilo y un beso en la mano.
    —Buenas noches, princesa.
    —No creo que pueda tener buenas noches después de esto —se pasó la mano por el rostro enrojecido de tanto llorar.
    —Yo creo que sí las tendrás —dijo en tono dulce y con una sonrisa igual.
    De hecho, esa noche, la joven no soñó con otra cosa que no fuera paisajes bonitos, aves, cervatillos, mariposas y flores. Era prácticamente imposible que soñara eso después de haber visto tan terribles muertes.


    Al despertar en la mañana, recordó que tenía que agradecerle a Darío el haberla acompañado a tan altas horas y haberla ayudado a dar una buena excusa, que se inventaron en medio de la calle.
    Se levantó temprano, se arregló tan bien como pudo, como nunca, se puso algo de maquillaje y la mejor de las ropas que tenía. Su madre se sorprendió de verla tan arreglada
    —¿Hay algo que quieras contarme, Dominic? —la alentó con una sonrisa
    —Nada en especial —se limitó a contestar. Después de todo, no podía contar semejante cosa a nadie sin correr el riesgo de terminar en un manicomio o en un cuartel de policía.
    Alegremente, preparó una taza de café con leche que bebió tan de prisa como si ese fuera su último desayuno. En vez de guardar sus útiles, tomó el primer cuaderno de apuntes que tenía a mano, una lapicera cualquiera que encontró tirada por ahí, se despidió de su madre, de su padre y abrió la puerta. Se hizo de todo el valor que tenía y también del que le faltaba. Salió de casa media hora antes del inicio de las clases, sin importarle que fuera muy notorio.
    Sólo tardó quince minutos, corriendo tan rápido como le permitían sus pies. Sabiendo con lo que se encontraría, se dispuso a atravesar el perímetro de la casa maldita pero, ante su sorpresa, no había ni rastro de los cadáveres, ni siquiera una gota de sangre, tanto que pensó que quizás sólo había sido una horrible pesadilla. Pero sabía que no.
    Entonces, divisó la casa de Darío y corrió hasta llegar a ella. Tocó el timbre y esperó en el porche. Al rato, la atendió una hermosa mujer de cabello negro y ojos color verde esmeralda
    Su madre —pensó— ¿Es usted la madre de un muchacho llamado Darío? —preguntó amablemente.
    —Sí —dijo la mujer, asintiendo con una sonrisa
    —¿Podría, por favor, hablar con él un momento?
    —No, mi querida —contestó la señora—. Él falleció hace tres años.
    Dominic se quedó congelada en la puerta.
     
  7.  
    Quelconque

    Quelconque Usuario popular

    Virgo
    Miembro desde:
    8 Febrero 2004
    Mensajes:
    790
    Pluma de
    Escritor
    Re: Proyecto D.E.M.O.N.I.O.

    Para mí que tiene nombre de bailarina.

    Final de capítulo, impresionante. Esperaba que fuera el demonio, pero no un fantasma. Eso me hace sospechar de Dominic, que tenga poderes o algo por el estilo...

    Curioso uso de la prosopopeya, pero es incorrecto en términos estadísticos: la encuesta puede ser "poco confiable", pero no mentirosa. Mentirosa es la gente que hace (o no) el estudio.

    Si es aire, no puede ser un líquido sino un gas, así que hay algo raro en esa frase. Eso o es que se ha sublimado.

    Saludos.
     
  8.  
    Asurama

    Asurama Usuario popular

    Cáncer
    Miembro desde:
    21 Octubre 2008
    Mensajes:
    648
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Proyecto D.E.M.O.N.I.O.
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    117
    Re: Proyecto D.E.M.O.N.I.O.

    Puse "hasta la última gota de aire" debido a que el volúmen del aire se mide en litros (o en decímetros cúbicos, según el estudio), je :)
    Sobre el estudio, recuerda que los que comenzaron a hacerlo son un grupo de simples estudiantes, así que no sería raro, entonces, que sean unos mentirosos (ya sé que está mal en términos estadísticos, no por nada saqué 10)...
    Sobre lo que dijo Jackie acerca de Dominic, recuerda que sólo es una niñita que ve todo con ojos ilusionados. Imagínate que hasta cree que su hermano Darío es muy bueno...
     

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso