Chiyoda Propiedad Kasun [Casa]

Tema en 'Ciudad' iniciado por Amane, 24 Enero 2022.

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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Era demasiado dócil, ¿no? Tanto que rozaba lo ridículo, pero a mí me servía, siempre me había servido. La docilidad del carácter de Zoldryck y su necesidad por remendar algo que no había roto lo estaban condenando, había metido el cuerpo en un lago demasiado oscuro y ahora era inútil pretender volver a la superficie, era demasiado tarde para eso.

    Obedeció cuando invertí las posiciones, descansó las manos en mi cintura y a mí se me estiró la sonrisa al verlo parpadear con una lentitud distinta, además de que noté la tensión en su mandíbula apenas me presioné contra él. Señaló que era dominante ante lo que me encogí de hombros, como diciendo que no me importaba en realidad y sentí la firmeza de su agarre, diferente a otras veces, lo que me lanzó una onda de satisfacción encima.

    —Te gusta así —susurré en respuesta—. Y a mí me gusta que me dejes hacer lo que quiera.

    Me regresó a su boca, replicó el ritmo anterior del beso y busqué su lengua de inmediato; la mano que descansaba en su pecho se deslizó al costado de su cuello, subí hasta afirmar el agarre en la línea de su mandíbula e hice lo mismo con la otra mano. No era que él se me fuese a escapar ni nada, pero solo por el gusto de mantenerlo en su lugar, solo así lo besé cómo y cuánto se me antojó.

    Su mano libre empujó mi cadera, así que acomodé un poco mejor las piernas y me moví de nuevo, fue lento, casi tortuoso, pero el contacto me tensó el vientre y suspiré en su boca. Me mordió el labio, no mucho después se separó y repartió besos antes de dirigirse a mi cuello, momento en que le dejé vía libre. Empujó mi cadera de nuevo, una risa densa me abandonó el pecho y entonces inicié un vaivén marcado, me presioné con firmeza, lento y sin pausa. Una y otra y otra vez.

    Suspiré el aire al sentir su mordida y la mano bajo la blusa; sus dedos recorrieron mi espalda y cuando quise darme cuenta unió la frente con la mía, jugueteó con el broche del sostén y yo no detuve el vaivén de mis caderas, tampoco frené la sonrisa que me alcanzó el rostro que fue una mezcla de satisfacción y diversión. Aflojé las manos para descansarlas en sus hombros, me incliné en su dirección y besé la línea de su mandíbula, subí hasta alcanzar su oreja y pasé la lengua por el lóbulo.

    —Suéltalo.

    Vete a saber si era un permiso concedido o una orden, tampoco importaba mucho. En todo caso, dejé de moverme y empecé a besar su cuello, repartí besos húmedos, necios y después pesqué su piel entre los dientes, mordiéndolo con suavidad.
     
    • Zukulemtho Zukulemtho x 1
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    Insane

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    Kurosawa encima mío comenzó a fundirse con el color negro de una u otra forma, al menos cuando mencionó lo de que me gustaba su control y el disfrute que le producía hacer lo que ella le diese la gana, cosa que no podía negar. Me sentía atraído más que fisícamente por ella, punto, no tenía ya ni que negarlo. Era suyo, ya ella debía saberlo. Y como suyo, podía hacer lo que quería conmigo.

    El roce se hacía más intenso por la sudadera que traía puesta, marcándose cada vez más mi virilidad por cada que se deslizaba sobre mí; el calor continuaba deslizándose por mi abdomen bajo cuando recibí su suspiro en mi boca, acentuándose aún más con la risa que me reobotó en los tímpanos. Si fuese otra mujer que me estuvise haciendo esto no podría corresponderle, no habría permitido que me pusieran las manos encima, no de esta forma, pero ella era genuina, tan linda.

    Seguí con la tontería de su sostén hasta que me dió vía libre, soltando el aire con pesadez por mi boca al sentirla en mi oreja. De un tirón desabroché los ganchos que la ajustaban, deslicé las uñas con suavidad por su piel y regresé a sus costados en lo que ladeaba el cuello para darle mayor acceso. Me besó con pausa en lo que comencé a subir ligeramente su blusa, me mordió en algún momento y en repuesta apreté los dientes, casi carraspeando la garganta; subí más la prenda hasta hacerla alejarse un poco para quitársela por completo. Aproveché también quitándole el brasier por ahí derecho, cayendo éste en mitad de ambos. Volví a su boca como un puto necesitado.

    Ascendí la derecha hasta su nuca, enredé mis dedos con delicadeza en sus hebras oscuras para invitarla a arquear la espalda, y continué descendiendo con besos húmedos hasta uno de sus senos, besé la piel hasta dar con su areóla y paseé la lengua con una delicadeza absurda, lamiendo primero, besando de nuevo con deseo, y presionando en algún momento con mis labios la punta de su pezón.

    El corazón me bombeaba como si lo tuviese en la cabeza, la satisfacción me seguía empujando a continuar tocando todo lo que ella me permitía, era una necesidad ridícula de querer estar con ella y consumirme completamente a sus demandas, fuesen sus palabras, sus ojos, su boca, en este momento cualquiera de ellas era un detonante.

    Embelesado repetí la acción con el pecho desatendido, para regresarme a su cuello. Succioné tramos de piel hasta deparar de nuevo en sus labios, dejando las manos en sus omóplatos para consumir la nula distancia, sintiendo el calor de su busto desnudo contra mi pecho. Desprendí el contacto de su boca por pura manía de que mi cuerpo me pedía oxigeno, que siendo honesto quería no depender de ello. Busqué el atardecer de sus ojos, mi ámbar estaba ligeramente teñido y desconectado. Bajé ambas manos al botón de su short, lo desajusté sin preguntar y exploré algún índice de protesta.

    Estaba comenzando a sudar, y no por la falta de aire artificial.
     
    • Zukulemtho Zukulemtho x 1
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    Zireael

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    Digamos que había apreciado primero el encanto de controlar a las bestias que se resistían, los salvajes que parecían no dejarse controlar y luego me dejaban hacer lo que quería. Luego había aparecido Zoldryck, que no había ofrecido resistencia de ningún tipo y se había metido al agua oscura a voluntad, sin siquiera detenerse a pensar en lo que implicaba para él; me dejaba hacer y deshacer a su alrededor, porque era loco o tonto o las dos y se había entregado.

    Era mío.

    El vaivén que había marcado me tensaba los músculos, podía sentir su calor incluso con la ropa de por medio y se me comenzaron a zafar los cables unos tras otros. No pensaba en nada más que en el calor que me bañaba el cuerpo, la sensación de sus manos sobre mi cuerpo y el roce de sus uñas en mi piel. Una tenía necesidades después de todo y por mucho que pareciera olvidarlo, seguía siendo solo una mocosa con la cabeza nublada de hormonas.

    Desabrochó el sostén, me dio espacio en su cuello y comenzó a subir la blusa hasta que tuve que apartarme para que la quitara, hizo lo mismo con el sujetador y cuando regresó a mi boca lo recibí colándome en ella de inmediato. Introduje la lengua, la presioné contra la suya y básicamente lo bese cómo me vino en gana hasta que sentí que me hacía arquear la espalda. Me separé no sin antes morder su labio inferior y lo dejé bajar, llegó a mi pecho, la sensación me erizó la piel, lamió, besó y cuando presionó el pezón con los labios suspiré al aire, reiniciando mis movimientos para volver a presionarme contra su entrepierna. El contacto fue más firme, más necio y me hizo sentirlo contra mí con más claridad.

    Repitió el teatro en mi otro pecho, volvió a mi cuello después y a mi boca, su mano estaba en mis omoplatos, así mis pechos desnudos se aplastaron contra él y más neuronas se me murieron en fila. Cuando detuvo el beso respiré como si acabaran de sacarme del fondo del agua, comencé a sentir el cabello pegarse a mi piel por el sudor y cuando Zold abrió el botón del short no protesté, solo me quedé mirándolo. Sus ojos tenían el aire de desconexión digno del caso y notarlo me estiró una sonrisa antes de que volviera a inclinarme para alcanzar a hablarle al oído.

    —¿Hoy no lo vas a dejar a medias? —susurré, solo por fastidiarlo.
     
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    Insane

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    Estaba lo suficientemente caliente como para no detener todo esto, lo cual era ridículo, porque justo mi hermano había dicho que minímo cogería la casa de motel, y obvio no lo tomé enserio, porque dudaba que fuese más que algunos roces -si a mucho-, pero la cuestión se me había ido de las manos, el sentirla cerca, los besos cada vez más apasionados que los anteriores, la respiración agitada, su cabello húmedo del sudor y la jodida presión que ejercía encima de mí cada que deslizaba sus caderas terminó por hacerme desconectar las neuronas.

    El calor de sus senos contra mi pecho me hizo respirar por la boca.

    Estaba duro, tanto que comenzaba a doler.

    Pestañé con la mirada nublada al ella susurrarme, retarme o lo que fuese, y sin darme cuenta me sonreí, deslizando la yema de los dedos por el borde del short, delineé el borde de su ropa interior por efecto colateral y deparé en su cadera. Busqué sus ojos entre las pestañas, recostando la espalda totalmente contra el respaldar.

    —Necesito bajarlo —murmuré, sin ser un pedido a estas alturas, venía siendo más una respuesta indirecta.

    Aguardé a que se levantara, la recorrí de pies a cabeza con las mejillas ardiendo,, y por ahí derecho el atardecer que se colaba por las cortinas bañó parte de su cuerpo, haciéndome sentir la boca seca. Tenía ya mucho calor y no era por el medio dañor del aparato. Probablemente luego de todo me entraría algo de vergüenza, no por esto, sino por no decirle que subiéramos a mi habitación, estaba tan perdido en ella que el espacio no me representaba nada en este momento.
     
    • Zukulemtho Zukulemtho x 1
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    Este chico podía ir por la vida diciendo una cosa sin una pizca de malicia, planeando una tarde corriente, y luego venía yo a desbaratarle todo sin esfuerzo. Me colaba por sus espacios como un torbellino de fuego, consumía todo el oxígeno y entonces hacía lo que me daba la gana tarde o temprano, incluso si debía conservar algo decencia por todo el cuadro inicial, por los recuerdos que todavía conservaba y por el hecho de que era mi primera vez poniendo un pie en esta casa.

    Aunque quizás era mucho pedirme.

    Sentía su calor en medio de las capas de ropa, la dureza contra mi intimidad y entonces fui consciente de que todo lo demás me daba exactamente lo mismo, que en otro momento me aburría pensando en las implicaciones morales de todo este asunto, pero ahora no era cuando. Lo reté, sonrió y sentí sus dedos en el borde del short, también la ropa interior y me presioné con más insistencia contra su cuerpo al escucharlo decir que tenía que bajarlo.

    No acaté de inmediato, busqué sus labios de nuevo, luego bajé a su cuello y repartí una serie de besos húmedos, necios, besé también su clavícula y apenas un tramo del camino a su pecho. Solo entonces me despegué de él, me puse de pie y me deshice del short, dejándolo caer al suelo antes de volver a su regazo. Me senté un poco más cerca de sus rodillas, cosa de dejarme espacio y lo miré mientras bajaba sus pantalones.

    —¿Aquí en medio de la casa? —Seguí molestándolo porque podía y punto, incluso sonreí con diversión la hablar—. ¿Estás seguro~?

    Fue una pregunta sin sentido de ser, porque entonces envolví su miembro por encima de la ropa interior y lo estimulé despacio, sin una pizca de vergüenza. Con la mano libre busqué la suya, la posé en mi muslo, subí por mis caderas y cintura hasta hacerlo envolver uno de mis pechos, instándolo a presionar.
     
    • Zukulemtho Zukulemtho x 1
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    Había algo excitante y salvaje en el atardecer de sus ojos, no lo había notado hasta este momento. Empezó a presionarse antes de bajarse la prenda restante y mierda, estaba perdiendo la cabeza, mis ideas se estaban diluyendo y el fondo del televisor no representaba más que ruido gris, sin consistencia ni sustancia. Atrapado...

    No, más bien decidido a ser preso de sus caprichos y mandatos.

    Tensé la mandíbula en el momento que la carnosidad de sus labios recorría mi cuello, ladeé la cabeza y presioné sus gluteos con ganas. Jadeé murmurando su nombre, de tal manera que ni me reconocí por la inestabilidad de mi aliento, cada choque se sentía tortuoso por la ropa que teníamos enmedio. Parpadeé recorriendo su silueta cuando por fin accedió a desprenderse del short más molesto de la historia. Se sentó encima, conservó algo de distancia a comparación de la vez pasada. Me moví lo suficiente para dejarle bajarme la sudadera, su voz me llegó desordenada pero algo pude rescatar al otorgarle un significado.

    Entre abrí los labios con la intención de responder, con el cerebro a media marcha, pero la voz se me quedó atorada en los pulmones al sentir su mano en mi miembro, boqueé un poco por aire en lo que un escalofrío se me deslizaba por la espalda y me quedé mirándola, perdido en la eterna oscuridad del lago; se hizo dueña de mi mano, seguí su indicación y al acunar su seno sentí la comodidad suficiente para apretar de nuevo.

    Enardecido posicioné mi mano libre sobre la suya, la insté a continuar acariciándome. Mis venas estaban brotadas y mierda, me envolvía una mezcla de vergüenza que se me filtraba en toda la cara y unas ganas de siendo consentido por ella. Deslicé los dedos por su brazo, la halé con el cuidado que logré filtrar y capturé sus labios de regreso, como un pobre hambriento. Pellizqué su pezón en algún punto y mordí su labio, besé la comisura y me las arreglé para dar con su cuello, dejando un par de besos hasta morder con suavidad el tramo de su piel, ascendiendo de nuevo hasta su oído, recorriéndolo con la punta de la lengua hasta hablarle en un murmuro.

    —¿Puedes subirte, Kurosawa? —la ansiedad de sentir el fuego encima me puso a funcionar la lengua antes que las ideas—, en el cajón de la mesa de centro tenemos... condones, son de mi hermano.

    Hice la aclaración a lo último, porque en verdad no eran míos, pero yo si que era de ella, de los pies a la cabeza.
     
    • Zukulemtho Zukulemtho x 1
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    Este muchacho había elegido su destino a voluntad, había recibido las advertencias, visto las banderas rojas y seguido como si nada. Pisó la orilla del lago oscuro, metió las pantorrillas, los muslos, el torso y luego zambulló la cabeza, se entregó a mí sin conferirle una cuota de pensamiento. Era la clase de confianza que solo los inocentes y estúpidos ostentaban.

    Suspiré al sentirlo presionar mis glúteos, lo escuché murmurar mi nombre y solo seguí revolcándome en la satisfacción que me significaba tener a este muchacho bajo mi control, ni más ni menos. Me di cuenta de que cuando lo toqué boqueó por aire, la gracia me estiró la sonrisa y él siguió mi indicación, presionó mi pecho, pero además me instó a seguir tocándola colocando la mano sobre la mía.

    El tacto se deslizó a mi brazo, me tiró con cuidado hacia sí y volvió a mi boca, lo besé como se me antojó, ni siquiera lo filtré y solo cuando percibí su intención de moverse a mi cuello lo dejé ir. Seguí estimulándolo, pero un gemido suave me abandonó el pecho cuando me pellizcó el pezón en medio de los besos y la mordida en el cuello. Colé lo dedos dentro de su ropa interior, rodeando su miembro ya sin la tela de por medio, y me reí al escucharlo.

    —¿Subirme? ¿A dónde~? Tienes que ser más específico —lo piqué por la pura gracia, moviendo mi mano lentamente.

    Dejé de tocarlo gradualmente, todo para bajar de su regazo, aunque volví a sentarme sobre él dándole la espalda. Cajón de la mesa de centro, bueno, había que reconocerle al gemelo promiscuo por hacer el trabajo de Dios. Me reí por lo bajo, escarbé el cajón y saqué el paquetito cuando lo encontré, enderezándome de lo más triunfante; me levanté de su regazo y le alcancé los preservativos como quien le pasa un vaso de refresco.
     
    • Zukulemtho Zukulemtho x 1
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    Fruncí el ceño ligeramente con la pregunta, un poco perdido con las sensaciones al ser acariciado directamente y en algún momento solté el aire por la nariz, la sonrisa se me torció ligeramente y el sonrojo me permaneció en el rostro, siguiendo sus movimientos en lo que alcanzaba el condón, bajándome lo que me quedaba aún puesto para dejarlo de lado.

    Con los dientes rasgué cuidadosamente una de las esquinas, pestañeé con la misma suavidad impropia y comencé a colocármelo, deslizándolo hasla la base. La miré luego, desde abajo y estiré la mano hasta alcanzar su muñeca, alcanzando sus labios al halarla suavemente hasta mi cuerpo. Aguardé a que se acomodara como se sintiera más cómodo y seguí besándola, deslizando la derecha por su muslo, llegué a su intimidad y con delicadeza comencé a estimularla, abandonando sus labios para esparcir besos por su mejilla.

    Sentí la humedad en su centro, las pocas neuronas vivas comenzaron a morir en fila. Continué con suaves toques hasta que creí el momento de comenzar a introducir el dedo corazón dentro, lo hice despacio la mayor parte del tiempo, lo acompañé con otro dos minutos después, mordiendo el lóbulo de su oreja luego, le eché el aliento en el oído también, aceleré el ritmo y luego simplemente me detuve, sacándolos lentamente.

    La miré a los ojos, completamente desconectado.

    —Súbete Kurasawa, tú sabes donde.
     
    • Zukulemtho Zukulemtho x 1
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    Me divertía genuinamente ver que no podía siquiera poner en fila un pensamiento coherente o atender a lo que le decía, porque era el que había montado todo este plan que en ningún lado incluía follar en la lista. Aunque también había que decirlo, para no incluirlo la verdad era un poco inconsistente, empezando por eso de recibir a la invitada sin camisa, pero no iba a ser yo quien se quejara en realidad.

    Para nada.

    Recibió el preservativo, rasgó el envoltorio y lo observé desde mi posición, paciente, hasta que terminó de colocárselo y estiró la mano hacia mí. Me pescó por la muñeca, me hizo acercarme y me acomodé sobre él de nuevo, uniendo nuestros labios; lo insté a abrir la boca, colé la lengua con suavidad, pero pronto insistí con algo más de ansiedad al sentir su mano en el muslo. Siguió hasta que sus dedos encontraron mi intimidad, comenzó a estimularme y respiré con pesadez cerca de su oído, moviéndome para acentuar el contacto de sus dedos.

    Introdujo un dedo, me presioné contra su mano y cuando coló el segundo un gemido me abandonó la garganta, moví las caderas en dirección a su mano. Él aumentó el ritmo, me mordió el lóbulo de la oreja y entonces desconecté, me enfoqué en acentuar las sensaciones, en usar su mano como me viniera en gana, por eso cuando se detuvo y retiró los dedos fruncí el ceño, algo molesta.

    —¿Vas a seguir diciéndome así incluso ahora? —pregunté en voz baja.

    No esperé una respuesta, colé la mano izquierda entre nosotros, sostuve su miembro por la base y usé el otro brazo para sostenerme de sus hombros para reajustar la postura. Acomodé las piernas, me pegué más a él y entonces lo guié dentro de mí, despacio, bajé las caderas hasta que desaparecí todo el espacio y una vez así respiré con pesadez. Me quedé quieta, no hice más que tomar durante unos segundos, hasta que elevé las caderas y volví a bajar, sintiéndolo profundo, en toda su extensión.

    —Tócame —pedí en voz baja, buscando sus manos para guiarlas por mi cuerpo: los muslos, las caderas, los pechos—. No dejes que haga todo el trabajo siempre.

    Busqué su mirada al decir aquel disparate, fue un segundo antes de que se me antojara volver a besarlo, y siguiera con el movimiento lento, profundo y casi tortuoso de mis caderas.
     
    • Zukulemtho Zukulemtho x 1
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    Si solía tener en mi cabeza la cara de Kurosawa luego de que le daba un beso o un detalle, no sabría ahora como alejar los recuerdos de este momento en la escuela, sería un desastre mientras me acostumbraba. Noté el golpeteo de sus caderas contra mi mano y sin darme cuenta terminé hipnotizado por ella, al menos hasta que aparté el contacto porque por mi parte no aguantaba más esperando.

    Sus palabras rebotaron en mis oídos, nisiquiera tuve la capacidad de entender lo que me había preguntado. Me introdujo dentro, empalándose con suavidad en lo que di un par de besos por su mejilla hasta capturar sus labios, queriendo mantener el contacto en lo que apretaba ligeramente sus caderas, mordiendo su labio inferior al ésta volver a subir y bajar luego de un rato.

    —¿Todo el trabajo? —murmuré risueño—. No harás todo el trabajo, Kuro-Shiori.

    Pellizqué sus pezones, frunciendo ligeramente el ceño sin quitarle la vista de encima. Con la yema de los dedos giré suavemente sobre sus areolas, estando éstos erizados. Me enterré en su cuello, lamí su piel y abandoné su busto solo para posicionar las palmas en sus gluteos y bajarla hasta la base, mascullé contra su piel y volví a instalarla para que subiera y bajara nuevamente, más rápido en realidad.
     
    • Zukulemtho Zukulemtho x 1
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    No creía que siquiera pudiera comprender lo que le preguntaba, puede que ni siquiera yo lo estuviese pensando lo suficiente, y todo de lo que guardé un recuerdo algo menos obstaculizado por las sensaciones corporales, por el calor y la presión que sentía en el vientre, fueron los besos en la mejilla. Contrastaron con el resto del desastre incluso cuando buscó mis labios después y mis manos se deslizaron por sus hombros antes de enlazarse detrás de su cuello.

    Lo escuché, el comentario y cómo me llamó me hicieron reír un momento, pero pronto sentí que me pellizcaba. Se entretuvo con mis pechos un rato, estaba ridículamente sensible y abandoné la idea de modular la voz, un gemido me abandonó la garganta y cuando se enterró en mi cuello, para finalmente llevar las manos a mis glúteos para moverme los siguientes que vinieron se mezclaron con respiraciones y jadeos.

    Acomodé mejor las piernas, me supe libre de realizar parte del esfuerzo y por la gracia de tener asistencia en el movimiento lo sentí llegar más profundo. Aflojé los brazos que tenía enlazados en su cuello, arrastré las uñas por la piel de sus hombros, sus omóplatos y gemí sobre su oído.

    —Más —pedí con un hilo de voz—. Más, Zold, y no pares.

    Más que pedido fue una súplica, supe que cumpliría y es que estaba cerca, quizás fuese un capricho o una obsesión, pero llevaba esperando esto desde que nos metimos al cuartucho del MAHARAJA. Apenas decirlo busqué sus labios de nuevo, le comí la boca con ansiedad y cuando sentí que no podía respirar me separé, sin regular los gemidos.
    perdón por el post medio trucho JASJAJ pero es trabajo honesto
     
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