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Tema en 'Ciudad' iniciado por Zireael, 11 Agosto 2021.

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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master yes, and?

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    No veía mucho sentido en darle vueltas al esfuerzo de descifrar a los demás, en especial a los que parecían hechos de fuego incandescente. Eran volátiles, caprichosos incluso, podían mantenerse moderados o estallar con una simple gota del instigador adecuado. Nunca sabías qué esperar de ellos, era extremadamente difícil trazar distinciones, reglas o predicciones, incluso con los que parecían vivir, alimentarse de sus propios límites y prohibiciones. De sus cajas negras. Eran lógicas internas que se le escapaban a cualquiera, quizás a ellos mismos también. El fuego, al fin y al cabo, estaba condenado a depender de los demás elementos para sobrevivir.

    Y a mí, siendo aire, no me correspondía descifrarlos.

    Por eso no me rompía la cabeza con Anna, con Cay tampoco. Al final me movía en base a instintos y sensaciones antes que cualquier razonamiento lógico. No los entendía, sólo me acercaba o me alejaba según las vibraciones en el ambiente, los hilos atravesándome el cuerpo, se tensaran o relajaran. Si nunca me estallaban los huesos era por el sexto sentido que se había convertido en broma de segunda mano pero, fuera coñas, acababa guiándome. Me susurraba al oído en idiomas extraños y me dictaba dónde permanecer, de quién huir o junto a qué otra locura lanzarme de cabeza. Era mi propio cerebro, si se quiere. Mi caja negra.

    Y el fuego de Cay no había amenazado con quemarme ni una sola vez.

    Todo lo contrario, me alentaba a instigarlo.

    De ahí, suponía, las neuronas flojas. El puto infierno desatado que siquiera me mosqueaba. Quemaba, ardía, quizá doliera pero lo hacía de una forma diferente. Los hilos no se tensaban, quizá brillaran al rojo vivo pero jamás se teñían de negro. No había peligro real, no lo había y de esa certeza nacía la jodida locura. Sobre esa tranquilidad me había autoconcedido el privilegio de moldear mis propios vicios, mantenerlos en cajitas de cristal al fondo de la cueva, cosa de recurrir a ellos apenas se me aflojara la pinza. Quizá fueran esposas y cadenas, unas que no laceraban la piel.

    Los atraía un rato, arremolinaba el aire y les fundía el cerebro.

    Y los dejaba ir.

    El fuego siguió lamiendo las paredes, los hilos repartidos por la habitación chirriaron y destellaron al rojo vivo con cada maldito suspiro, cada centímetro de mi piel rozando la suya. Con cada jodida embestida. Sus manos se abrieron camino aquí y allá, sus brazos eran las cadenas y me di cuenta que probablemente pudiera esposarme a lo que quisiera que yo no pondría pegas. Lo que ardiera no importaba, así pestañeara mil veces los hilos seguirían sin ser negros. Todo, de hecho, estaba envuelto en una luz insoportable. Surgía de todas partes y ninguna a la vez, serpenteaba entre la telaraña roja, las cientos de intersecciones, y se mezclaba con el vapor del agua. Era como la electricidad iluminando aquí y allá el cielo nocturno, encapotado a cagar.

    Se detuvo.

    Acumulándose.

    Y obedeció.

    Estallando en la tierra.

    Se hundió dentro, sus dedos se clavaron en mis caderas y el puto fuego me arrebató hasta la última gota de oxígeno de los pulmones. Cerré los ojos con fuerza, ya sin regular ni un solo gemido. Sentí su respiración caliente en mi piel, su cabello entre el mío, lo sentí en mi cuello y en mi hombro. Lo sentí aquí, allá, lo estaba sintiendo en todas partes y pensé, otra vez, que podría derretirme en su incendio y sobrevivir todas las veces. Que lo haría gustoso.

    Le daría hasta la última pizca de aire del universo si hacía falta.

    No me quedaban neuronas para razonar nada, y aún así fui malditamente consciente del recorrido de su mano. Por mi costado, mi pecho, hasta afianzarse en la base de mi cuello y le jalé del cabello casi sin quererlo. Me había arrancado la cabeza del cuello, era oficial, y reactivé las caderas para ajustarme a sus embestidas. Para que llegaran mejor, adonde yo quería, para que el jodido imbécil me follara bien y la mierda le quedara grabada a fuego en la mente.

    ¿Sería esa la única ambición del aire?

    Vete a saber.

    Cada movimiento alimentaba el desastre, retrocedía y el cuerpo entero se me tensaba. Lo esperaba, mierda, lo esperaba y lo recibía con un gusto que debía ser ilegal. Me enterró los dientes en la piel, seguí jadeando y su voz me llegó embotada. Se oía pesada, densa como el vapor pero jodidamente pesada.

    Como los rayos reventando la tierra.

    —Sí. —Fue una absoluta exhalación, el aire me abandonó los pulmones y se me coló un gemido a la siguiente embestida—. Sí, Cay, así.

    Igual un poco cabrón probablemente fuera siempre. Relajé el agarre en su cabello a consciencia, fue casi una caricia y medio giré el rostro en lo que ordenaba mi cerebro para soltarle la mierda de turno.

    —¿Y así te gusta? —Parpadeé, repasando la lluvia de agua caliente y fui bajando los dedos para contornear su rostro a ciegas—. ¿Te gusta follarme?

    Oh, well.

    El cuerpo me reclamaba, lo hacía casi en silencio pero no me aguanté las ganas de llevar la mano libre a mi entrepierna y volver a estimularme. Qué va, si iba a morirme lo iba a hacer bien.
    Bueno, lo mismo que con Gabi, te pido mil disculpas por la tardanza. Podría clavarme aquí un essay de confesión de pecados pero no me da ya la gana, así que sólo voy a decir que si prefieres cortar la sala de rol aquí, estás en todo tu derecho y no va a haber problema. Yo misma planeaba hacer el post medio para cerrar ya la follada, pero Kohaku me poseyó y dijo que todavía no. Así que perdón si ya no te apetece rolear aquí y kinda te estoy obligando a hacerlo, pero eso. Si tú quieres la cerramos sin problema.

    Al menos me salió un post decente, pensé que la cripplin anxiety iba a arruinármelo (?
     
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    Zireael

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    Lo había pensado, más que eso, daba por sentado que mi fuego no era vicioso como el de otro montón de intensos que conocía. Porque claro, ¿en qué mundo cabía compararme con semejantes salidos de mierda? Pasaba que ni yo había medido las proporciones de mi teatro, de la capacidad de mentirme a mí mismo, encerrarme en mi propia jaula y pretender que tenía la cabeza en su lugar, sin importar cuántas veces lo hubiese hecho en mi vida.

    Pero allí estábamos.

    El fuego solo seguía esparciéndose por el espacio, por cada superficie que alcanzara, se pegaba a todo y ardía que daba gusto. Ko estaba dándome el oxígeno que necesitara para despedazar estas cuatro paredes y fue allí donde me di cuenta, por fin, que mi energía era tan destructiva como la de cualquier otro desgraciado si me salía del culo que lo fuese.

    O si tenía al iniciador perfecto.

    La silueta de sombras que permanecía detrás de las paredes de fuego salió de su resguardo, se movió entre las flamas y cuando creí que el lobo famélico, ese que había mordido el costado de Ko en los baños, se le iría encima de nuevo se lanzó sobre mi propio cuello. Presionó, reventó la piel, alcanzó las arterias y esta vez el olor y sabor empalagoso que me llenó los sentidos fue de mi propia sangre.

    Podía hacerlo, ¿no?

    Reducir mi pequeño mundo, mi reinado, a un montón de cenizas.

    Destrozarlo todo.


    No me funcionaba la mente ya, pero era ridículamente consciente de su piel bajo mis manos, del roce de su cabello en la mía, de la presión acumulándose, de los jadeos y gemidos que ya no estaba modulando siquiera. Lo escuchaba, su voz siempre calmada transformada en eso y rebotando para regresar a mí, era ilegal la forma en que me ponía oírlo así, allí prácticamente encadenado a mi cuerpo como lo tenía.

    Era un montón de aire, pero en ese momento me pertenecía.

    El cabrón reactivó las caderas, la gracia me llenó la visión de parchones negros y entre la incandescencia del fuego los hilos, rojos como un pedazo de metal en la forja, se esparcieron por todas partes. Se enredaron a Ko, corrieron entre mis dedos y se aferraron de tal manera que resultó doloroso.

    Era un dolor distinto y quería que me despedazara los huesos.

    Me jaló el cabello, involuntario o no el caso fue que el tirón me lanzó una corriente de electricidad por toda la espalda que disfruté más de lo que hubiese querido admitir y tuve unas ganas de mierda de que lo hiciera de nuevo. Que me jalara el cabello, que siguiera pidiendo que me lo follara, que hiciera conmigo lo que le saliera de los huevos como había hecho siempre de por sí.

    Su respuesta me alcanzó desde otro plano, su exhalación y el gemido que se le coló después me accionó de nuevo. No había dejado ir su hombro, le enterré los dientes con algo más de fuerza y me obligué a dejarlo ir para no hacerle daño, soltando un jadeo pesado al aire. Fue casi en el momento en que aflojó el agarre en mi cabello, noté que medio giraba el rostro y sus preguntas me llegaron después, mientras sus dedos delineaban mi rostro y seguían alimentando mi fuego o guiándolo como si fuesen una línea de pólvora.

    Que si me gustaba preguntaba el imbécil.

    Háblame de jodidos locos.

    Fue mi sentencia de muerte, terminó de empujarme al abismo y mis dedos entonces sí presionaron apenas, afianzados como estaban a su cuello, y le clavé aún más los dedos en las caderas también. Fue una cosa automática, busqué agarre porque iba a lanzarme de cabeza al vacío.

    —Sí —admití con la respiración colándose en esa sola afirmación, ni hacía falta, pero por la gracia. Se me escapó una risa directo del pecho, ni siquiera la procesé—. Mierda que sí.

    El cuerpo ya lo tenía funcionando en automático, le había metido el gas hasta el fondo al puto coche hasta el culo de gasolina que poseía y no pensaba frenarlo en ese punto. Las embestidas repetitivas, la velocidad que le imprimí a mis movimientos, el haber notado que el idiota quería morirse pero bien y todo lo demás se apiló.

    Me cayó una nube de calor encima, me tensó todo el puto cuerpo y volví a echarle el aliento encima al empujarme en él una última vez, cuando el torbellino de fuego me alcanzó, descargándose sobre mí. La jodida explosión me jodió todos los nervios, me dejó ya no solo la mente sino todo el cuerpo inútil y aflojé el agarre en torno a Ko gradualmente.

    Dejé caer la cabeza en su hombro unos segundos, con la respiración totalmente descontrolada y cuando reaccioné otra vez fue para girar el rostro, alcancé su cuello y lo besé con una suavidad que rozó lo estúpido.

    Joder, mañana me iba a acordar, ¿no? Como no tuviese todo el cuerpo resentido iba a ser un puto milagro.
    Holiwis. Primero, lo que te he dicho siempre que ya sabes que aquí y conmigo no hay prisas de nada, mucho menos en este caso, pero bueno también sé que eso no quita lo de sentir que tienes algo pendiente e igual ni que te fuese a quitar tu derecho a disculparte ni nada, vaya, pero soy necia con eso ya sabes. Igual no estaba estresada esperando la respuesta ni nada, tampoco se me fueron las ganas de seguir roleando. Así que eso pa empezar, que no te preocupes. No estoy contestando por obligación tampoco, es porque de verdad quiero.

    Te aseguro que cuando la neurona no me da, solo no me da (?)

    Anyhow, lo que sí quiero dejar dicho es que si tú quieres que cortemos cuz anxiety, lo cortamos sin problema también, porque no te quiero tener aquí secuestrada porque sí. En cualquier caso, no te lo he dicho pero de verdad disfruté mucho esta salita e independientemente de lo que decidas, te agradezco infinitamente por haber roleado conmigo aquí <3
     
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    Gigi Blanche

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    Nos había empujado al vacío, ni modo. Tendrían que ponerme un arma en la cabeza para forzarme a decir que no lo había buscado, que no lo había instigado a pulso, y aún así no sonaría convincente. Sus respuestas no decepcionaron, difícilmente hubiera algo que pudiera hacerlo en ese momento y seguí revolcándome en su fuego, en ese pequeño infierno. En su cercanía, el contacto y el calor húmedo de su respiración. Su mano afianzada en torno a mi cuello presionó apenas, fue sutil pero en medio de semejante desastre bastó para cumplir su cometido. Mierda que sí.

    El resto se sucedió con velocidad y ya traía la mente tan espesa que no me quedó neurona para hacer mucho más. Seguí estimulándome, moviendo las caderas, él siguió hundiéndose y el calor me sacudió el cuerpo apenas un instante después que a él, cuando noté que finalmente se había quedado quieto y parte de su peso me cayó encima. Dios, la respiración le iba como loca y se me ocurrió que quizá se me moría ahí nomás, ni idea, al fin y al cabo andaba probando cosas nuevas la pobre criatura. Mira si era de corazón débil o algo.

    Claramente iba volviendo en sí, porque las tonterías en plena follada no se me ocurrían ni de coña. Bueno, no esas. Yo de paso también estaba intentando regular mi respiración, que la tenía en la puta mierda, y sentir su beso en mi cuello me arrancó una risa floja. Me activó, de una u otra forma, me había quedado básicamente estático y comencé a aflojar los brazos, el cuerpo entero después. Eché un vistazo ahí abajo, que había llegado a taparlo con la mano, y me deslicé bajo la ducha para limpiarme rápido antes de girarme hacia Cayden. Repasé sus facciones, ya con la sonrisa tranquila de siempre, y acuné su rostro entre mis manos para dejarle un beso en los labios. Fue suave, no exactamente breve, me quedé allí un par de segundos y después le regresé su espacio para dedicarle otra sonrisa.

    —¿Ahora nos enjabonamos el uno al otro y toda la mierda cursi? —propuse, porque era Cay Cay y más allá de cualquier coña iba a seguir siendo también mi mejor amigo—. ¡Hay que meterle pata! Que me agarró un hambre jodida.

    Y de sólo pensar en los nuggets se me hacía agua la boca, qué va. Cerré los ojos, echándome el cabello mojado hacia atrás, y al estirarme para alcanzar el shampoo le dejé un último beso, esta vez en la mejilla. No dije nada, luego sólo lo miré y empecé a lavarme.

    La tranquilidad que sentía en el corazón era estúpida y lo supe, los colores palpitaron y el fogonazo de memoria chisporroteó justo detrás de mis ojos. Quizás un poco no apta para todo público, eso sí, pero supe que de una forma u otra este cuadro también iba a pasar a formar parte de mis muchos pasillos. Y que iba a llenarlo de vida, de fuego también. Aquí, allá, como lámparas de kerosene.


    Iluminándolo todo.

    por aquí cierro con ko-chan tuturuuuu

    no me acuerdo si ya lo dije la verdah, pero gracias muchas por arrastrar a Ko a la casa de Cay Cay <3 la pasé muy bonico
     
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    Zireael

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    No fallaba, este chico se aparecía, me presentaba el jodido abismo y yo me tiraba de cabeza como si me dijeran que abajo me esperaba el Edén o alguna mierda del rollo, como si no fuese un suicidio directamente. De por sí ya estaba claro que al menos en ese momento ambos queríamos morirnos, ¿qué más daba habernos cumplido el capricho?

    El mundo se me fue a negro, la única ancla que tenía era él y cuando el espacio comenzó a recuperar sus límites sólidos me sirvió de soporte, porque la verdad era que sentía que iba a escupir los pulmones sobre el piso del baño. No podría ni siquiera culpar a Kohaku de pensar que me podía dar algo allí mismo, no debía andar muy lejos en realidad, pero así como me había muerto en un instante el cuerpo no tardó en comenzar a regularse.

    No significaba que tuviera la mente menos derretida de ni coña, de hecho por alguna razón era casi peor que al principio, aunque suponía que con el tremendo chute químico que debía haberme disparado mi propio cerebro era normal. Al menos ya la cabeza me funcionaba a una velocidad más decente, más bien casi relentizada, y con todo me dio la neurona para deshacerme del condón y tal en lo que él se apartó para limpiarse. Ya sacaría yo la basura más tarde, antes de irnos a dormir.

    Acababa de regresar a la atención a Ko cuando se giró otra vez hacia mí, me repasó el rostro y le sonreí de puro reflejo, porque me tenía bien imbécil y no era secreto federal. Lo recibí con todo el gusto del mundo, cuando me acunó el rostro me deshice bajo su tacto y le correspondí el beso sin mayor conflicto, me regresó mi espacio después.

    Parpadeé despacio, adormilado de la nada, y se me soltó una risa al escuchar su comentario, fue estúpidamente liviana y negué despacio con la cabeza como diciéndole que no tenía remedio. Lo del hambre me activó las neuronas, abrí un poco más los ojos y asentí con la cabeza como si acabara de decirme que íbamos a ir al McDonald's. La verdad es que apenas lo señaló me di cuenta que podía comerme media alacena en quince minutos.

    —Debí haber comprado más nuggets —dije casi al aire, la voz me sonó algo pastosa—. Recaliento también lo del almuerzo si no se lo llevaron todo. ¡Doble cena! Aquí donde me ves seguro soy una mente maestra.

    Cerré los ojos cuando se inclinó para pescar algo y de pasó me dejó un beso en la mejilla, la estupidez me dio ternura por alguna razón y me hizo gracia el hecho de que podíamos desatar el Infierno con un chasquido de dedos pero luego regresar tan frescos a lo que éramos siempre. Ko siempre era suave, un poco cabrón y tal, pero era suave a fin de cuentas y yo solo me dejaba hacer, reflejándolo.

    En su suavidad había encontrado un pedacito de mi hogar.

    Le quité la botella de shampoo cuando la desocupó, de paso me enjuagué las manos y ya seguí a lo mío sin más. La tranquilidad que había sustituido al desastre era ya prácticamente quietud, para qué mentir, era como si le hubiese puesto pausa a todo lo demás y la verdad era que en ese momento cualquier otra cosa que pasara me era indiferente. Además, me tendría que disculpar, pero iba a dormir como puto oso y seguro me le pegaba como garrapata toda la noche. Al pobre le iba a tocar despertarme en la mañana de una hostia, bromas a parte.

    Las llamas habían regresado a su altura usual, seguían iluminando el espacio sin agresividad real, y me di cuenta que otro montón de parchones de pintura se habían sumado al cuadro que había comenzado a pintar desde que salimos de la academia. Se nos había volado la pinza, sí, pero lo cierto es que lo más importante iba a ser siempre el hecho de que había regresado, luego de tanto tiempo Ko había vuelto a casa y aquí todos habíamos celebrado eso.

    Que el fuego había hecho su trabajo.

    Y lo había guiado de regreso.

    por acá termino con Cay Cay too uwu

    Nada <3 más bien gracias por dejarme arrastrar al cloudy baby a esta casa habitada por puro pendejo. Me gustó un montón y weno como sigo buggueada con Cay en Pokémon la verdad poder rolearlo aquí también me ayudó a entender que el pollo es del rol canon, que no es que se me hayan roto todas las conexiones con él en todo sitio, así que solo me queda volver a encontrar su voz allá

    EN FIN speech off <3 just that, que gracias por tanto como siempre *vibing to violet city*
     
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