Promesas de Guerra

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Estrella Solitaria, 20 Julio 2012.

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¿En qué podría mejorar?

  1. Narración

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  2. Ortografía

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    Estrella Solitaria

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    Promesas de Guerra
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    Aventura
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    Hola, ufff mucho tiempo sin pasar por esta zona, y muchos exámenes >w< esta vez les traigo el inicio de una historia, espero les guste, gracias por su tiempo.

    Prólogo

    En la región inhóspita de Arcadia, al este se alzan tierras rodeadas de aguas y remolinos que bloquean la entrada, aquel lugar rodeado de islas las cuales son cementerios, se cuenta que son los lugares de descanso de los primeros fundadores de esta región, allí un ser maligno aprovecha la energía brillante de vida que se extienden por las corrientes el ancho mar, lo que poco a poco debilita la vida del ecosistema, los peces mueren, los pescadores ya no tienen que comerciar, los niños mueren de hambre y la frustración aumenta.

    Allí ese ser que no se conoce si es humano o un ente se pasea con su velo negro y con su ejército que lograron romper el sello que les mantenía en pacífica sepultura.
    De ese lugar se narra la historia de 4 reyes que murieron en batalla contra aquel malévolo ser y su ejército, en una violenta y sangrienta batalla por lo cual cayó una maldición en aquellas tierras, la que consiste en que se ha borrado todo rastro de su existencia en los mapas y no sólo de aquel cementerio de Arcadia, ya que unos kilómetros al oeste se alza una gran tierra en la que moran dos pueblos: Cripus del norte y Neref del sur los cuales son enemigos desde esta afrenta.

    Por su parte Cripus ya no cuenta con un protector a quien acudir, sólo con un consejo de cinco ancianos que instauran el orden y tratan de remediar los problemas menores que se generan, los cuales a espaldas de su pueblo saben que en el cementerio de Arcadia ya ha sido roto el sello que mantenía a las fuerzas obscuras silenciadas y tranquilas, sólo esperan un ataque inminente que no podrán soportar.

    En Neref un chico ha asumido recientemente el cargo de Letire, (hombre gran protector) y se encarga de traer la calma, el cual tiene gran técnica de lucha aunque es ligero cuenta con gran fuerza y destreza. Allí también hay un consejo de cinco ancianos los que también conocen la situación actual y se lo han hecho saber a su protector el cual ha recibido nuevas órdenes de ir a otra tierra lejana al norte en donde no se conoce su realidad por medio de un medallón.
     
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    lezumaki

    lezumaki Iniciado

    Sagitario
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    jajajjaj el primero en comentar, me gusta mucho prima :) pero me gustaria que en las escenas de accion describas los hechos de los golpes y patadas o que se lanzen hechisos, etc, del resto no tuvo error o3o quiero conti jajajajajja XDDD
     
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    Sir Van Lapin

    Sir Van Lapin Entusiasta

    Cáncer
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    muy bueno el prologo pinta para ser una gran historia hay, espero que el fic tenga ensenas de battallas
    se ve que esta en un mundo tipo magico y me gusta.
    en espera del primer capitulo sigue asi.
     
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    EN Auditore

    EN Auditore La Hermandad de Asesinos

    Piscis
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    Bueno me gusto el prológo algo corto, pero quedo genial muy interesante por ahora, no vi faltas ortográficas por ahora, la trama al principio me parecio interesante ya quiero saber que va a pasar creo que por ahora no eh visto errores bueno me despido...

    El lobhito EN...Fuera...Paz...
     
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    Estrella Solitaria

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    Hola, muchas gracias por sus comentarios, espero que la historia les vaya gustando :3 gracias por su tiempo.

    1° Capitulo : Mi destino

    He vivido toda mi vida en el conteniente, en una ciudad con sus multitudes y centros comerciales, mi vida ha sido apacible y una vida muy común hasta esta noche.

    Mi padre yacía en su cama, él es la última persona de mi familia que me acompaña, mi madre murió cuando era una niña en circunstancias que desconozco y ahora han traído a mi padre ensangrentado, ante mi desesperación, sentimiento angustioso que oprimía mi pecho.

    El amigo de mi padre le ha traído herido a casa y ante mis preguntas me explica que mientras venían hacia acá desde un auto les han disparado. Llamé al médico rápidamente y la preocupación es dueña de mí y aquí estoy sujetando su mano sentada al lado de su cama en la habitación en donde jugaba con mis padres cuando era pequeña. Mi pobre padre tan demacrado y cansado, no puedo evitar las lágrimas que caen de mis ojos viendo como tratamos de detener su sangre, la bala ha herido su estómago y los segundos son eternos, y aunque prometí que en la más grande agonía me abstendría de llorar, no he podido mantener mi promesa.

    —No llores ni te acongojes hija mía… yo estaré bien y tú también lo estarás —tratando de esbozar una sonrisa para mí, quejándose del dolor que se agudizaba.
    —¡Padre no me dejes! —suplicaba bañando su mano con mis lágrimas — ¡¿quién te ha hecho esto!? —.

    Entrando a la habitación el médico quien me apartó para poder examinar su herida e implementar un sistema de hidratación para anestesiarlo y coser su herida, sin embargo sus fuerzas disminuían más y más.

    —Cuando ya haya muerto quiero que vayas. —Gimiendo de dolor —ve al museo, si preguntan… di que yo te envié. —Retorciéndose cada vez más depositó en mis manos una cajita pequeña.

    —¡Pero padre, no logro comprenderte! —acelerada le mencionaba y preocupada por aquel incontrolable dolor que no podía menguar.

    —El tiempo ya llegó… a… ancianos… protégeles de la obscuridad —susurrando logró decirme con dificultad, y sin entenderle se lo juré llorando con aquella cajita en mis manos.

    El médico había llegado demasiado tarde para poder hacer algo, y su herida se desangró muy rápido desfalleciendo en mi presencia.

    —¡Te quiero mucho padre! —gritaba a quien ya se había marchado, dando gritos y llantos de dolor sin soltar su mano estando a su lado por unos minutos, el médico se disculpó por no poder llegar a tiempo un accidente en el camino le demoró y el amigo de mi padre forcejeo conmigo hasta sacarme al pasillo ante mis lamentos.

    —¡Dime, ¿quién le ha hecho esto a mi padre?! —gritaba desesperada golpeando con mi puños el torso del anciano amigo de mi padre que tenía manchas de sangre.

    —Lo lamento, ni siquiera yo lo sé… Descuida yo me haré cargo de su funeral —mencionó aquel hombre de blancos cabellos y arrugas en su rostro, acongojado por esta escena tan cruel, mientras aún lloraba me dejó en mi cuarto recogiendo la cajita que había caído de mis manos.

    Luego él hizo unas llamadas y sonriendo me dijo que la casa me pertenecía y que podía disponer de la herencia que me había dejado mi padre ya que yo pronto cumpliría 18 años.

    —Es mejor que descanses, más tarde volveré. —Gentilmente expresó marchándose junto al médico ambos con rostros abatidos.

    Observé esa cajita por unos momentos, la cual tenía unas raras incrustaciones de materiales brilloso que no identifiqué, al abrirla pude ver que tenía un acertijo dentro de sí, lo cual me dejo sorprendida sin embargo dormí derrumbada por el dolor y cansada de tanto llorar y gritar, hasta que sentí ruidos en el primer piso de la casa, lo que me alertó. Saliendo a ver lo que sucedía vi a mi padre en un ataúd en medio de la sala y vestido con un traje negro volviendo las lágrimas a bañar mis mejillas.

    —Conseguí que su entierro fuera esta misma noche. —Lamentando mi dolor, pero estaba tan atónita que sólo movía mi cabeza en afirmación por lo que volví a mi habitación colocándome un vestido negro y buscando mi bolso para marcharnos pronto y así nos subimos a un auto adornado de flores… Mi padre a quien amaba ya no estaba conmigo.

    Mis gritos y dolor eran desesperantes mientras descendía mi padre a su morada de tierra no obstante era contenida por el amigo de la familia, adornándonos la noche fría que nos rodeaba.

    Días después cuando ya había llorado muchas noches y estaba tratando de asimilar el vivir en una casa sola recordé lo que mi padre deseaba. Vistiéndome con un jeans gris y una blusa azul junto a mi abrigo salí de casa en la mañana y me dirigí al museo con aquella cajita en mi bolso.

    Al llegar al museo observé las pinturas que colgaban de las paredes y las esculturas que se presentaban, y en el salón principal relataban una historia acerca de un mapa extraviado y de una extraña tierra que cayó en una maldición y por eso aquella tierra no se encuentra en los mapas actuales y de la cual se desconoce toda información reciente.

    Avancé por los pasillos del museo observándolo con la interrogante en mi rostro, topándome con un chico de cabello negro y mirada color miel el cual llevaba lentes.

    —Lo siento, no veía por donde caminaba —Me disculpé de inmediato.

    —Los niños no deberían jugar en un lugar tan importante y sublime —mencionó seriamente acomodando sus lentes con su mano derecha, sin dejar de mirarme fijamente adelantándome unos pasos hacia delante dispuesto a continuar su camino, pero se detuvo miró a ambos lados y de la nada sujetó mi brazo y me arrastró por el pasillo de paredes blancas.

    —¡Detente!, ¡suéltame! —forcejeaba con él sin lograr su atención hasta que me soltó adentro de una oficina.
    —¿Bryanet es tu apellido cierto? —preguntó de un momento a otro mirándome fijamente mientras trataba de encontrar la manilla de la puerta.

    —Eh… eh… sí —intranquila respondí entrecortadamente e intimidada —Edelyan Bryanet —respondí.

    Él murmuró unas palabras que no logré escuchar, me quitó mi bolso con rapidez sin que alcanzara a quitárselo y hurgo en su interior tomando la cajita pequeña

    —Debo llevármela, esto no debía caer en tus manos —arrebatándome el último recuerdo de mi padre.
    —¿Qué dices?, esto me lo dejo mi padre, ¡dámelo! —intentaba quitárselo, sin embargo él me apartaba con su mano.

    —No he terminado de hablar, no sabes lo que esto representa… sin embargo sólo será tuya si logras descifrar el acertijo. —Sin cambiar su expresión seria.

    —¡Pues si eso es necesario lo haré! —Con ímpetu le respondí quitándoselo de sus manos y sentándome al lado de una mesa.

    “Muerte y dolor,
    desamparo asolador.
    En una palabra se funde
    y de tiempos en tiempos se difunde”.

    Ese era el acertijo, al leerlo la primera vez no comprendí nada, mientras aquel chico me miraba, simplemente pensaba que era imposible que logrará descifrarlo, en su rostro se reflejaba esa expresión.

    Mi padre me contaba historias fantásticas que nunca creí posible ni aun cuando era una niña, sobre todo después de la muerte de mi madre él y yo fuimos más unidos que nunca. Una sola palabra lo define, sin embargo no puede ser una palabra común como la soledad o agonía, debe ser algo significativo, si mi padre me dejo esto es porque puedo resolverlo.

    —Ya ríndete muchacha, después de todo parece que fue una equivocación dejar esto en manos de una chiquilla —Se burlaba de mí aunque mis oídos no podían escucharle. Volteé aquella cajita viendo la tapa de abajo que decía : “Todo por mi querida hija”, lo que me hizo recordar una de las historias que me contó mi padre sobre un hombre que en una batalla prefirió morir para salvar a su pequeña hija de tres años.

    —Ya sé que palabra es —secamente expresé mirando al arrogante que estaba a mi lado… —es Arcadia, ¿o me equivoco? —.

    Su expresión de sorpresa fue tal que me confirmó que así era y me sonrisa crecía mientras le miraba, no obstante esa palabra debía significar algo más lo que llamaba mí atención.

    —¡Te exijo que me digas que significa Arcadia! —grité levantándome de mi asiento.
    —¡No lo grites! Eso no puede ser nombrado aquí —intentando silenciarme.

    Entraron cuatro hombres azotando la puerta, lo que me impresionó, tomé la cajita y corrí hacia el otro cuarto, sin saber la razón, mientras aquel chico logró derribar a uno con una patada demoledora directa al cuello sin embargo al ver las armas preferí huir junto a aquel muchacho, porque esos hombres eran peligrosos e intentaban matarnos, logrando llegando al pasillo.

    —¡¿Por qué tengo que huir?, si te quieren a ti! —gritaba corriendo asustada.
    —¡Tienes que irte, te necesitan! —explicaba mientras corríamos —¡usa la caja y grita esa palabra! — Mientras los disparos se escuchaban a nuestras espaldas.

    —¡¿Quiénes son ellos?!—preguntaba corriendo rápidamente y asustada.

    —¡Quieren esa caja, quieren el poder de Arcadia, debes irte! — agitado se alejaba con mucha velocidad.

    Por mi parte entre en otro cuarto muy agitada, uno de los materiales brillosos que adornaban la caja cayó al suelo grité Arcadia y un brillo me trasladó absorbiéndome por el piso, viendo escenas de una cruel lucha, la de aquellos cuatro reyes blandiendo sus espadas manchadas de sangre pero no sólo eso, sino también armas de color dorado que acababan con espectros de color morado obscuro y dentro de mí me preguntaba la razón por la que era llamada. Caía rápidamente en un vacío, mi cabeza dolía y mi cuerpo no oponía resistencia…

    ----------------
    ¿Qué piensan que sucederá con ella?....
     
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    Estrella Solitaria

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    Hola, les traigo la continuación, espero sea de su agrado :3


    Capitulo 2: Cripus del Norte.
    En el continente donde los ruidosos centros comerciales estaban despiertos y el murmullo nocturno de las calles era permanente un hombre corpulento vestido rigorosamente de negro cuyo plan A había sido frustrado se reunía con aquel considerado culpable.

    —¡Has dejado escapar a la chica con vida! —gritó alzando su revólver golpeando al culpable, un hombre de cabellos blancos lo que denotaba su edad.

    —Digamos que ha escapado temporalmente de mis manos —reponiéndose del golpe y limpiándose su labio inferior sangrante.
    —Ella es un estorbo en mi maravilloso plan —volteándose a ver el brillo de las luces de la ciudad—. Ya obtuvimos otro medio para llegar a Arcadia.

    —Obtuve la caja pero debía proveer a la chica de seguridad, heredándole los bienes de su padre un poco antes de la edad establecida, dado que moriría al cumplir sus dieciocho años —sonriéndole nervioso al recordar el propósito por el cual se había infiltrado en su vida.

    —¡Calla ya!, ¡no has logrado tu cometido! —Apuntándole con el arma directamente a sus ojos invadidos de pánico—. Sin embargo ya es tarde para esos habitantes de la tierra maldita…¡Toda Arcadia será mía! —Escuchándose el sonido sordo del revolver con silenciador en la inmensidad de la noche y de la risa incontrolable de aquel acompañado del motor de un vehículo aproximándose.

    —Llévense el cuerpo y prepárenlo para la reimplantación de alma —ordenaba a sus cómplices mientras subía hacia su asiento, los que recogieron y colocaron el cuerpo inerte en el capot del automóvil, marchándose en lo misterioso de la noche…

    A mí alrededor sólo batallas de combatientes con armaduras y gritos de dolor. Una mano ensangrentada que del suelo clamaba piedad, suplicaba, sujetando mi pie mientras mis cuestionamientos y el miedo aumentaban estremeciendo mi cuerpo. Tenía nauseas por las escenas de mutilaciones delante de mi propia vista, charcos de sangre por doquier salpicados como pintura en la tierra muerta, cuerpos incompletos contrastado por la soberanía de seres translucidos solo penetrados por los tenues rayos de sol que no disminuían esta masacre. Solo un fulgor plateado logré divisar a lo lejos y una bandera de estandarte acercándose…
    Al abrir mis ojos, el pánico era mi verdugo, los latidos de mi corazón acelerado y el cuestionamiento continuo al que estaba sometida. Examiné asustada el lugar en donde me encontraba deseando volver a casa, no obstante al mirar sobre mi hombro observé que a mis espaldas se alzaba una gran estatua de cuatro guerreros con unas armas extrañas, relieves no muy definidos ni claros, rodeados de verdes arboledas.

    Hacía mi se acercaban apresurados cinco ancianos con largas vestiduras y con la incertidumbre y una sonrisa dibujada en sus rostros.

    —Que luz tan resplandeciente. Al fin nuestro congojo fue escuchado —mencionó uno de ellos pisándose su túnica y tropezando con ella, agradeciendo al cielo, lo que me extrañaba.

    —¿Quiénes son ustedes y en dónde estoy? —mirando a aquellas personas y invadían mi espacio hasta jalando mis cabellos.
    —No nos apresuremos puede que no sea lo que creemos. —Alejándose de mí murmuraba seriamente otro de los ancianos, ignorando mi pregunta.

    —¿Quién eres tú? —preguntó uno de ellos mirándome, examinándome con detalle.
    —Edelyan Bryanet. —Quejándome del dolor de cabeza que creo me ha dejado este viaje, llevando mi mano derecha hasta mi frente y mis cabellos castaños.

    —¡Bryanet has dicho! —sorprendiéndose otro de los ancianos, mirándose entre ellos y aún más al ver que a aquella especie de cajita apareció en mis manos.
    Los ancianos me ignoraron una vez más y formaron un círculo murmurando sobre mí.

    —Es ella no hay duda —nervioso expresaba el anciano más pequeño y calvo solo adornado por su larga barba blanca.
    —¡Para que lo sepan les estoy escuchando! —Les grité un tanto irritada, con mis brazos cruzados, lo que les sobresaltó.

    —¡Enfrentarás al mejor guerrero de nuestra guardia para nos pruebes quien eres! —seriamente me señaló con el dedo proponiendo un combate y mirándome con desconfianza.

    —No sé lo que sucede, pero nunca he rechazado un duelo. —Entusiasmándome por esto. Mi padre me enseñó muy bien a luchar, sin embargo siempre me hacía prometer que sólo lo usaría para mi defensa—. Pero esta vez haré una excepción.

    Para estar en igualdad de condiciones cambiaron mi ropa a un atuendo gris de dos partes y use una armadura la que estorbaba por lo cual me la quité, sólo con una espada y ropa ligera me presenté en el medio del pueblo en un área despejada que en su alrededor estaban asentadas casitas rústicas mayormente de pescadores.

    Una multitud de un momento a otro se había reunido a mí alrededor con curiosidad, atentos al enfrentamiento a acontecer y de ellos avanzó un muchacho de cabello oscuro y ojos color del bosque con su armadura ceñida a él y listo con su espada en mano el cual se sorprendió al verme.

    —¡No combatiré con una mujer! —Me apuntó con su espada y se quejó mirando a los ancianos, lo que me irritó.
    —Parece que alguien teme perder. —Burlonamente le incité comenzando a caminar a su alrededor acechándole, el cual se sonrió.
    —¡No me ganaras! —respondió blandiendo su espada en mi contra.

    Recibí su ataque con mi espada alzada y esquivando algunos cortes directos a mi rostro con gran agilidad, sintiendo como aquel movimiento de espada cortaba el viento directo a mí.

    << Sin duda él era un gran guerrero, pero no le dejaré ganar, descuida mucho su posición al cambiar su ataque, ¡eso es! >> Pensaba decidiéndome a atacar hacia su pecho con mi espada, la bloqueó con la suya escuchándose el resonar de ambas armas, sin embargo descuidó su posición, en un breve segundo. <<Esta es mi oportunidad >> Yendo al suelo le asesté una patada a la altura de sus tobillos cayendo al piso, y le apunté con mi espada, no obstante aún era muy pronto para su derrota.
    —No lo haces nada mal muchacha. —Me elogió sonriéndose—. Lástima, ¡sólo con esto no me ganarás!

    Con rapidez se levantó del suelo separando su espada transformándola en dos hojas gemelas, cruzándolas las rozó con el suelo arrojando tierra a mis ojos con gran rapidez, distrayéndome y corriendo hacia mí escuchaba sus veloces pasos. Dio un giro posicionándose a mi espalda cruzando ambas hojas cerca de mi cuello, sin embargo usando el mango de mi espada golpee su abdomen logrando ganar un poco de distancia, girando sobre mí alcé el filo de mi espada hacia su cabeza, no obstante evitó mi ataque reclinándose sobre su espalda.

    —Tú tampoco lo haces nada de mal. —Tratando de sacarme aquello que nublaba mi vista, mis ojos llorosos dolían sin embargo aún esto no terminaba.

    Él retrocedió dándome tiempo para alzar mi espada directamente a su cuello sin darle tiempo para reaccionar, pero él esquivó mi ataque fácilmente y golpeó mi pierna a la altura de la rodilla, sujetando mi brazo lanzándome con fuerza al suelo, sin embargo logré recibir sus hojas gemelas de cuclillas conteniéndolo con mi espada sobre mi cabeza entre murmuraciones de los espectadores que aplaudían. Soportando con dificultad la resistencia de mi contendor oprimí más fuerza que mi agresor, logrando repeler su amenazante ataque, sin embargo mi espada se soltó de mi mano, por lo que reclinándome totalmente sobre mi espalda, impulse mi cuerpo con mis manos en el suelo, golpeando su barbilla con mi pie, derribándole y logrando estabilizar mi postura, corriendo a alcanzar mi espada.

    <<Comienzo a cansarme, hace tiempo no tenía un enfrentamiento como este >> Emocionada secaba el sudor de mi rostro con mi brazo izquierdo mientras mi respiración se agitaba más tratando de no perder el equilibrio.

    Él inclinó su parte superior hacia delante adelantó su pierna derecha un paso delante de su pierna izquierda directamente a atacarme sujetando con firmeza el mango de su espada, por mi parte imité su posición para dar la falsa impresión de que también le atacaría. Él corrió hacia mí rápidamente yo corrí débilmente observándole detenidamente y cuando llegó el momento de encontrarnos giré sobre mí hacia un lado esquivándole y tanto con el mango de mi espada y mis codos le golpee en el medio de su espalda cayendo al polvo del suelo y soltando las hojas gemelas resonando al caer en unas rocas apuntándole esta vez directamente a un centímetro de su cuello con mi reluciente espada, recibiendo los abucheos de los espectadores quienes alentaban a mi contendor.

    —¡Que magnifica batalla! —interrumpió el combate sonriendo uno de los ancianos.
    —¿Quién es ella consejo de sabios? —preguntó el muchacho que aún era amenazado por mi espada.

    —Tranquila ya puedes bajar tu arma, la batalla terminó —susurró a mi espalda el anciano que propuso este combate quien también la quitó de mis manos para devolverla a un almacén.

    —Te presento a nuestra Letira (gran protectora), Fred —mencionaron sorprendiéndome, no sabía que ese termino de verdad existiera.
    —¡Que yo qué! —atónita expresé siendo sujetada de ambos brazos me introdujeron a una casa rústica que en el marco de su puerta tenía escrito en madera “Gran Consejo de Sabios” acompañada de aquel guerrero y de los ancianos.

    —Estoy muy sorprendido, no pensaba que una nueva Letira aparecería —indicaba feliz el muchacho sentado frente a mí.
    —Nosotros tampoco lo creíamos posible, ya nos habíamos resignado a perecer bajo la destrucción de Arcadia. —Con mirada triste y cabizbajo mencionaba el anciano vestido de color purpura sentado a mi izquierda.

    —Pero aún no sé dónde estoy ni quiénes son ustedes ni mucho menos las razones de porque estoy aquí. —Acelerada y confundida les expresaba aclarándoles mi desconocimiento—. ¿Esto es… Arcadia? —recodando el nombre de los relatos de mi padre.
    —¡No menciones esa tierra maldita! —alterado me silenció un anciano vestido de amarrillo.

    —Estas en Cripus del norte muchacha en la región de Lecer realmente somos una tierra vecina pero nuestra región es muy pequeña en comparación a la región de Arcadia, por eso tu error es muy común. Nosotros somos el consejo de ancianos o de sabios y él es el teniente de la guardia armada y tú ahora eres nuestra Letira. —Alegremente indicaba con su dedo a cada persona que nombraba un anciano vestido de ropajes blancos

    —Todo esto es muy confuso, estaba segura que esto era Arcadia o así lo había escuchado antes —marcándose la confusión en los rasgos de mi rostro.
    —Tranquila ya comprenderás todo, ahora ve a descansar creo que te hace falta. Fred por favor acompáñala a tu casa —pidió el anciano vestido de rojo y bordes dorados.

    —Claro Señor —respondió aquel teniente que no dejaba de mirarme, sujetándome de un brazo y sacándome hacia afuera.
    <<Pero qué están pensando, ¿una chica en la morada de un hombre?, pensaba que esta tierra era conservadora .Él era un desconocido, podría hacerme algo >> A lo que me negué discretamente.

    —No te preocupes, no quiero incomodarte —solté mi brazo de su mano y un silencio nos rodeo, pero nada podía hacer.
    —No hay de qué preocuparse, allí estará segura —insistía jalándome del brazo nuevamente ante mi resignación. Entrando adentro de aquella casa humilde de paredes color madera la que tenía una mesita cerca de la entrada con cuatro sillas ordenadas y un cuadro antiguo que colgaba de la pared.

    Avancé por el delgado pasillo y habían tres cuartos más en cada uno una cama un velador y un armario, al parecer hace tiempo no era muy utilizado.
    —¿Quiénes viven aquí? —.

    —Yo habitó uno de estos cuartos en épocas de conflictos, pero originalmente esta casa es de la Letira o Letire que este a cargo del pueblo. —Me explicaba invitándome a la mesa para continuar platicando tomando asiento ambos frente a frente.

    Afuera muchos murmullos se escuchaban, la gente se juntaba afuera de la puerta lo que me inquietaba. Estaba en un lugar desconocido aunque ya no tenía razones para volver, mi padre murió y ya no tengo familia ni amigos a los que extrañar, sólo lamentaba no poder despedirme de aquel anciano que veló por mis intereses y quien también me ayudó en el funeral de mi padre.

    —¡No podemos permitir que una extranjera sea nuestra Letira! —vociferaban al exterior, haciendo gran alboroto.
    —¡No conoce nuestros problemas, ¿cómo es que nos dirigirá? —comentaba otra persona a gran voz, mientras mi inquietud aumentaba al igual que mi enojo.

    —¡Saldré y les confrontaré! —Levantándome, adelantando mis pasos, mirando determinada al teniente quien se había interpuesto entre la puerta y yo.

    —No es tu deber silenciarles, no prestes atención a eso. —Calmaba mi ímpetu, aunque en cierta parte de mí consideraba que esas personas tenían razón.

    —No sé si esos ancianos tienen razón, estoy muy confundida. —Enojada mencionaba.

    —Veo que no me recuerdas. —Miraba con expresión triste—. Edelyan ya eres toda una mujer —tomó un mechón de mi cabello y lo acarició con mirada nostálgica lo que me sorprendía porque no lograba comprender, avanzando sus pasos hacia su cuarto.

    —¡Espera! —sujeté su brazo—. Fred, recuerdo tu nombre, pero… —sorprendiéndome y un tanto confundida le expresaba, sentándome en una silla.

    —Nosotros jugamos cuando éramos niños en este mismo poblado por que tus padres eran mis padrinos de nacimiento y venían a visitarnos junto contigo, siempre nos veíamos. Hasta el día que se desató una batalla entre este pueblo y Neref del sur creado por un malentendido en donde tus padres participaron al igual que los míos, mientras nosotros fuimos cuidados y reunidos en las afueras del territorio de batalla, momentos en los que no sabíamos nada del transcurso de esta ni de nuestros seres queridos, hasta el día en que fue interrumpida por un enemigo en común. El cielo se torno oscuro junto con la aparición de un ser el cual era general de las fuerzas de Arcadia, inmune a la maldición ancestral, el que exigía que se le fuera dicho cómo deshacer el sello que mantenía los ejércitos dormidos en el cementerio, amenazando con destruir a cada uno de los soldados y sus generaciones, lo que obligó tanto a Cripus del norte como a Neref del sur a unir fuerzas contra este enemigo. La respuesta de esta unión fue la oposición total, por lo que por la mano de aquel ser fue derramada mucha sangre, sin embargo la valentía no decayó logrando apartarle de estas tierras herido en su orgullo, prometiéndoles que se vengaría de ambos pueblos… En el tiempo en que perdí a mis padres y… —Se interrumpió mirándome a mí que estaba estupefacta con el relato.

    —No te detengas Fred, prosigue. —Curiosa insistía.

    —Es mejor que la nueva Letira descanse —cesó el relato y de la espalda me alejó hacia mi cuarto viendo el velador y el armario sencillo, me tendí en mi nueva cama de bordes de madera y de sábanas suaves color beige.


    ¿Qué les esperara en su incierto destino?....
     

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