¡Wow! Eso fue rápido, pero es bueno que estés inspirado. Ahora sí puedo decir que estás rozando la perfección, porque no encontré errores ortográficos (y créeme que los busqué); así que voy a empezar por mi opinión acerca del terror infundido por nuestro amigo el Nigromante: ¡Esplendido! Ha sido un buen detalle el de los gusanos, porque obviamente donde hay muertos, hay gusanos(es algo que muchas veces olvidamos). También me gustó el trato con los Necrófagos(creo que me asustaron más a mí porque me conozco su fisionomía; pero luego habrá tiempo para que les describas más), pobres, tienen un poder increíble, pero cerebro de zombi; apuesto a que Mortis sólo los usará pero no les dará ni un bocado de su armada zombi. O: El Conde Vladimir Drácula, tambien conocido como el Cazador Alucard Rimidalv ¿Tiene el poder para oscurecer un día? si es así, ya veo por que el paso de su alma a nuestro mundo causó suficiente brecha como para que pasaran todas esas almas penantes(no sumo la brecha que causaron las de los zombis del cementerio, porque si no me equivoco, un zombi no tiene alma, es sólo un cascarón vacío que obedecerá las órdenes de quien le convocó). Estoy impaciente por ver el poder de Drácula en todo su esplendor; pero por lo que recitó Mortis y la inmensidad del poder del vampiro; creo que "alguien" acabará muerto. Los seres oscuros de la escuela tienen una organización secreta que se parece a los cazadores de demonios x D. Se ve que el siguiente capítulo va a infundir terror máximo y va a estar lleno de acción. Y también sé que puedo esperar que Mortis sea... no espera, eso sería espoilear x D.
Capítulo 7.El escuadrón draconiano. >> Puede decirse sin ninguna duda que Phoenix está atravesando el peor fin de semana de su historia. Esta misma mañana, unas horas después de que se hallaran los cuerpos sin vida de la familia Vernet, asfixiados por una indetectable fuga de monóxido de carbono, se ha descubierto que el cementerio de la ciudad ha sido víctima de la falta de respeto que ciertas personas muestran hacia los difuntos, hallándose la totalidad de sus tumbas profanadas. Las autoridades no han logrado hallar ninguna pista en el desolado escenario del crimen aunque han llegado a la conclusión de que sólo un numeroso grupo de malhechores podrían hacer algo así. << — ¿Crees que lo ocurrido en el cementerio sea la causa de la aparición de esos espíritus? —le preguntó Alistair a Jessie. —Es evidente que los dos hechos tienen alguna conexión—respondió la hechicera, que contemplaba las noticias con el rostro ensombrecido por la preocupación—. Sin embargo, la profanación de un cementerio no es suficiente para provocar semejante reacción en el mundo de los muertos, por lo que deduzco que ha tenido lugar un evento más poderoso del que las autoridades humanas no son conscientes. Rose se llevo un dedo a los labios y les instó a que permanecieran en silencio para poder escuchar las últimas noticias. >> Entre los restos de las saqueadas tumbas fueron hallados varios fragmentos de ropa manchadas de sangre, indicios de que los cuerpos de los muertos no fueron los únicos afectados por tan desagradable acto de vandalismo. Los análisis del DNA contenido en la sangre corresponden a Reira Garrow y Matt Loret, cuyas desapariciones habían sido notificadas por sus respectivas familias. << >> A pesar de que el inspector Hazier Lay no ha dado ninguna opinión al respecto, existe la posibilidad de que estos sucesos estén relacionados con una tercera desaparición ocurrida en la sala de partos del hospital a primera hora de la mañana, cuando un pequeño recién nacido desapareció sin dejar rastro. Los componentes del personal de la institución afirman no haber visto nada ni a nadie sospechoso rondando por la zona, por lo que no se explican cómo ha podido ocurrir la desaparición del bebé. << —Debemos hacer algo—afirmó la madre de Alistair, apagando la televisión y observando con atención a los dos jóvenes—. Supongo que Mayers se estará preparando para arreglar la situación. —Puede estar segura de ello, señora Cassius—replicó la enorgullecida hechicera—. Mi padrino está siempre dispuesto para hacer frente a cualquier amenaza. Lo mejor será reunirnos con él en el instituto. Mostrándose de acuerdo con la joven Hawell, Rose se dirigió a su habitación a paso ligero y abrió la caja fuerte que se hallaba en su armario. Para sorpresa de Alistair, que la había seguido, la caja estaba llena de diversos objetos tecnológicos cuyo uso era evidentemente militar a pesar de que nunca había visto armas como aquellas. —No pensarás en venir con nosotros, ¿verdad? —le preguntó al ver que su madre examinaba los instrumentos y decidía cuáles tomar. —Por supuesto que sí—replicó la mujer mientras volvía a cerrar la caja—. ¿O acaso pensabas que iba a permitir que te internases en una situación tan peligrosa sin mi vigilancia? — ¡No puedes venir con nosotros! —exclamó el chico, extrañado de que su madre tuviese la intención de enfrentarse a los espectros. — ¡¿Qué podrías hacer tú para ayudar?! —Olvidas que fui entrenada por los snex para luchar contra los seres oscuros, por lo que estoy más que capacitada para luchar contra las criaturas que puedan estar rondando fuera. Además, tú no posees el poder necesario para superar los obstáculos que se crucen en tu camino. — ¡Yo soy un ser oscuro! —Pero tienes una mitad humana, lo que te hace más vulnerable a los peligros. También debes tener en cuenta que hace menos de un día que has descubierto lo que eres en realidad y has despertado tus poderes; no posees la experiencia suficiente como para resultar un enemigo a tener en cuenta por la criatura que haya provocado el desequilibrio. Ofendido por la amarga sinceridad de su madre, el joven Cassius trató de encontrar argumentos para rebatir sus palabras, pero Jessie les exhortó para que se dieran prisa, pues la situación se volvería más peligrosa con el paso del tiempo. Los tres abandonaron la casa y se sumergieron en la densa niebla que estaba engullendo las calles, extrañamente vacías y silenciosas. — ¿Dónde está la gente? —preguntó Alistair, sintiendo un desagradable cosquilleo en su nuca; podía sentir la fuerte presión que el silencio ejercía sobre él y no lo encontraba nada agradable— ¿Cómo es posible que Phoenix parezca una ciudad fantasma un sábado por la mañana? —La niebla que nos rodea es una porción de la atmósfera del mundo de los muertos que está inundando lentamente el mundo físico por culpa de la misma brecha que ha permitido la entrada de los espectros—le explicó Jessie al mismo tiempo que lanzaba miradas furtivas a cada callejón que dejaban atrás—. Esta ciudad se ha convertido en un punto común entre los dos mundos, y mientras la brecha continúe abierta, no podremos fiarnos de lo que nos rodea. Avanzaron con la mayor celeridad posible a través de la desierta calle, procurando no chocar contra ningún objeto oculto por la niebla y vigilando cualquier indicio de la aparición de los espíritus. — ¿Habéis oído eso? —preguntó Alistair de repente, sobresaltando a sus acompañantes. — ¿Oír el qué? —le preguntó Jessie, alerta y preparada para emplear la magia si se presentase la necesidad. Las orejas de lobo del muchacho se movieron en la dirección de la que parecía provenir el llanto de un niño. Alistair echó a correr siguiendo aquel sonido y llegó a un pequeño callejón sin salida en el que había un niño de cinco años. El pequeño permanecía acurrucado contra la pared, sollozando desesperadamente y abrazando su osito de peluche. Llevado por la compasión, el ser lobo trató de acercarse a él, pero la hechicera le retuvo con fuerza. — ¿Qué sucede? —le preguntó sin comprender la cautela que mostraba su compañera hacia el solitario niño—. Debemos ayudarlo. —No te fíes de lo que te muestre la niebla. — ¿Qué es lo que te dice tu instinto, hijo? —intervino su madre, que parecía compartir la prudente actitud de Jessie. Alistair volvió a mirar al niño mientras reflexionaba la respuesta a aquella pregunta. La compasión y el deseo de hacer lo correcto le instaban a hacerse cargo del pequeño. No obstante, una irascible voz situada en lo más profundo de su ser, en sus genes, incrustada en cada célula de su transformado cuerpo, le recomendaba sin cesar que no se acercara a él. Presenciando la extraña transformación del niño, comprendió que su instinto llevaba la razón sobre su humanidad. Donde unos instantes atrás había estado un desvalido ser humano, se hallaba una monstruosa criatura esquelética de largas garras y colmillos cuyo caminar producía el sonido de unas pezuñas chocando contra el asfalto. — ¿Qué es eso? —le preguntó a su madre en un susurro. —Un necrófago. El necrófago se abalanzó sobre ellos a gran velocidad, pero su ataque fue repelido por el cubo de basura que Alistair le arrojó. Gritando de furor, volvió a incorporarse con la intención de saciar su ansia de carne. — ¡Disiungo! —recitó Jessie al presentir el nuevo ataque. Alcanzado por el hechizo, el necrófago lanzó su último y desgarrador grito mientras cada una de sus articulaciones se rompían y sus huesos se separaban unos de otros. Siendo prácticamente un ser hecho de huesos, era imposible que pudiera sobrevivir al desmontaje de su esqueleto. —No tenemos tiempo para relajarnos—comentó Rose, señalando lo alto del callejón. Moviéndose por las paredes como si de arañas expertas se tratasen, decenas de necrófagos descendieron de los tejados de los edificios que delimitan aquel callejón para hacer lo que su compañero no había logrado: devorar al trío. — ¿Tienes algún hechizo para matarlos a todos? —le preguntó Alistair a Jessie entre dientes, deseando una respuesta afirmativa. —Mucho me temo que no—le decepcionó su amiga, sobrecogida por la gran cantidad de devoradores que se les aproximaban. —Pues yo sí—intervino la madre del chico mientras extraía una de las pequeñas cápsulas que había tomado de su arsenal. Pulsó un pequeño botón y arrojó la esfera al aire, atrayendo la atención de los necrófagos y arrebatándoles la posibilidad de escapar de la explosión desencadenada al cabo de treinta segundos. La onda de energía acabó con el grupo de seres oscuros dejando intacto todo lo demás. — ¿Qué tipo de arma era esa? —preguntó Jessie mientras los restos carbonizados de sus enemigos caían ante sus ojos. —No lo sé exactamente—respondió Rose—. El líder de la O.C.R.S.O. es un tecno, por lo que posee un curioso don para desarrollar todo tipo de armas tecnológicas, cuyo funcionamiento es un misterio. Alertado por un nuevo sonido, Alistair se desentendió de la conversación y fijó su mirada de lobo en la niebla, repentinamente agitada. Gracias a sus desarrollados sentidos, pudo descubrir una enorme forma aproximándose al callejón por el aire, por lo que logró salvar a su madre y a su compañera alejándolas de la zona de impacto del camión y de la consiguiente explosión. — ¡¿Quién ha podido hacer algo así?! —gritó la aterrorizada Jessie al comprobar que el callejón se había convertido en un infierno de llamas y escombros. — ¡No hay tiempo para encontrar la respuesta! —gruñó Alistair, viendo que algunos vehículos aparcados en la calle comenzaban a levitar en el aire. Haciendo uso de sus habilidades de ser lobo y tratando de no perder la concentración, el joven cargó a las chicas sobre sus hombros y echó a correr a gran velocidad para esquivar los lanzamientos de los vehículos, cuyas explosiones pronto destrozaron toda la calle. — ¡Allí hay alguien! —informó Rose, apuntando con un dedo el tejado de un edificio que acababan de dejar atrás. Siguiendo la dirección en la que señalaba su madre, Alistair se arriesgó a echar un vistazo a su espalda, descubriendo al que debía de ser el culpable de la situación. Se trataba de un hombre alto y robusto vestido con las ropas propias de un noble de la época medieval, bordadas por el emblema de un dragón con una cruz a su espalda. “¡Está volando!” exclamó en su fuero interno, pues aquel hombre se desplazaba por el aire como si fuese parte de la misma niebla. Intentando concentrarse a pesar de las sacudidas provocadas por el movimiento del cuerpo de su amigo, Jessie extendió los brazos hacia el desconocido y gritó: — ¡Dissulto! El joven Cassius vio por el rabillo el efecto del hechizo, una explosión de energía mágica, pero comprobó con alarma que su perseguidor no había sufrido ningún daño. — ¡Vuelve a intentarlo! — ¡Dissulto! Un nuevo fracaso fue lo único que Jessie obtuvo al repetir el hechizo, pues aquel hombre no sufrió ningún daño. Ni siquiera la explosión provocada por uno de los explosivos de Rose logró superar aquella extraña invulnerabilidad que parecía proteger al aristócrata. — ¡Ya veo el instituto! —les animó Alistair, esperanzado al ver el amplio edificio, que se hallaba rodeado por una extraña perturbación que parecía mantener a raya a cualquier espíritu o necrófago que pretendiera invadirlo. Apretó más el paso para dejar atrás a su perseguidor y logró atravesar el campo de fuerza que protegía al instituto gracias a una abertura que se había abierto para permitirles el paso. Una vez dentro, pudo concentrarse en observar atentamente al aristócrata, que se había detenido antes de estrellarse contra la barrera. Jamás había visto un rostro tan frío y cruel; el rostro de un hombre que reflejaba el innumerable número de víctimas cuya sangre había sido derramada por sus manos. A pesar de que Jessie le había hablado de los poderes de Tom, no pudo evitar estremecerse al sentir la voz del muchacho resonando en su mente. “No pierdas el tiempo mirándole y reúnete con nosotros en el despacho de Mayers.” El mentalista se dirigió también a Rose y a Jessie, quienes asintieron y acompañaron al ser lobo mientras su perseguidor examinaba con una cruel mirada las protecciones que rodeaban la zona. — ¿Estás seguro de lo que dices, Alistair? —le preguntó Mayers cuando el joven Cassius describió el aspecto de su atacante ante el grupo de seres oscuros reunidos en su despacho. — ¿El emblema que porta es el de un dragón con una cruz a su espalda? — ¿Lo conoces? —Es el emblema de la Orden del Dragón—le explicó Clarisa Lay, toda una profesional en historia—. El último miembro de esa orden fue Vlad Draculea, más conocido como el Empalador, un gobernante cuya crueldad superaba a la de cualquier otro líder en la Europa Oriental a finales de la Edad Media. El trato que recibían sus enemigos es muy famoso y ha inspirado muchas leyendas, llegando a ser considerado consecuencia de la sed de sangre de un vampiro por algunos autores. Adriana se aproximó a la ventana para comprobar si el aristócrata seguía allí, apartándose de inmediato al sentir el contacto de su feroz mirada, semejante a la de una rapaz. — ¿Significa eso que nos estamos enfrentando al famoso Drácula? —preguntó con voz temblorosa. —Ningún humano ordinario sabe que Vlad era un hechicero ni que, como tal, empleaba sus artes para derrotar a todos los ejércitos y oponentes que se le enfrentaran—relató Mayers—. Vlad era un nigromante (un hechicero que busca subyugar a los muertos y los espíritus mediante la magia negra para satisfacer sus fines egoístas) arrogante y sediento de poder. Tengo entendido que aniquilaba a sus enemigos de forma brutal para lograr que sus espíritus quedasen impregnados de ira y sufrimiento, de los cuales se alimentaba para incrementar su propio poder. >> Sin embargo, tantos espíritus corrompidos eran demasiados para poder dominarlos, por lo que le poseyeron y le convirtieron en el único individuo al que las leyendas denominan vampiro. << Todos se sobresaltaron al escuchar una vibración procedente de la barrera, señalando que Vlad había comenzado sus intentos por atravesarla. —Podemos deducir que el retorno de un alma tan poderosa como la de Vlad es la causa de que se haya abierto una brecha entre los dos mundos, y creo conocer al responsable de tan despreciable acto: Mortis—afirmó Mayers, cuyas fosas nasales desprendían oscuras nubes de humo por el enfado contenido en su interior. — ¿Quién es Mortis? —le preguntó Alistair. —Mortis es un nigromante y uno de los muchos seres oscuros que se unieron con el propósito de exterminar a los seres humanos por considerarlos ladrones de sus preciados recursos. Utilizó sus poderes para causar estragos en las fuerzas de la O.C.R.S.O. y contra cualquier ser oscuro que tratara de proteger a los humanos, convirtiéndose en uno de nuestros principales enemigos durante la Era oscura y escondiéndose al finalizar la guerra. — ¿Y por qué ha vuelto a las andadas justo ahora? —Para conocer la respuesta a esa pregunta, tendremos que hablar cara a cara con él—Mayers miró fijamente a su ahijada—. ¿Puedes utilizar la magia para encontrar al nigromante? —Creo que podría emplear un hechizo para localizar la fuente de todo este desastre, lo que nos llevaría inevitablemente al escondrijo de Mortis. Jessie cerró los ojos y guardó silencio para concentrarse en encontrar las palabras adecuadas que la ayudaran a cumplir el encargo del dragón. — Vestigo diligentia ex veneficus et duco usque ad suus latibulum—susurró a la vez que unas extrañas raíces de energía surgían de su piel. Deslizándose como serpientes, aquellos hilos de magia atravesaron el suelo y comenzaron a desplazarse por debajo de la ciudad para alcanzar cada rincón en el que pudiese estar el hechicero. De forma similar a las raíces de los árboles, los hilos conectaron todos sus objetivos con la mente de Jessie y le transmitieron todo lo que percibían. —Se encuentra en un almacén abandonado al oeste, en las afueras de Phoenix—comunicó la hechicera al descubrir el lugar en el que se había originado la brecha entre los mundos. —Conozco ese sitio—intervino Lorena—. Puedo usar mi poder para llevarnos allí en un instante. — ¿Y qué hacemos con el rostro pálido? —preguntó Jessie. —Nosotros nos encargaremos de combatir su mente para daros tiempo a escapar—respondió Clarisa mientras Tom asentía para mostrar que estaba de acuerdo con ella. —Y nosotros nos encargaremos de mantenerle a raya luchando físicamente contra él—añadieron Elean y Stewart. Mayers fijó su mirada de reptil en Lorena, cuyo rostro había palidecido alarmantemente a causa del gran esfuerzo que le estaba suponiendo tratar de mantener la barrera estable bajo los constantes ataques de Drácula, y le ordenó: —Retira la barrera. Relajando todo su cuerpo, la chica dejó que el inmenso poder del aristócrata hiciese añicos la barrera e inundara el instituto por completo. La cruel voz del conde resonó en la mente de todos los miembros del grupo, empleando el peso de los siglos y del mundo de los muertos para acabar con su voluntad. “Es inútil que os resistáis, ya que puedo acabar con todos vosotros tan fácilmente como si me estuviese enfrentando a unos insectos. Si os sometéis a mi voluntad, os permitiré vivir y convertiros en mis fieles vasallos; tendréis el honor de servir al hombre más poderoso del mundo.” Alistair se habría hundido y humillado ante la fuerza de aquella intrusión mental si las conciencias de Clarisa y Tom no hubiesen acudido a auxiliarle. Las dos entidades se alzaron como un escudo alrededor de sus compañeros para protegerlos del violento maremoto que era la mente de Drácula. “¿No creeréis en serio que unos aficionados como vosotros pueden resistirse a mí?” se carcajeó el vampiro. “Somos más fuertes de lo que piensas.” replicaron los dos mentalistas, que se hallaban cogidos de las manos para unificar sus poderes. Mientras profesora y alumno combatían por superar las defensas mentales de su enemigo, Elean y Stewart tomaron la iniciativa y le atacaron por la espalda con una lluvia de flechas sombra y proyectiles de diamante. El resultado fue que la pálida piel del aristócrata se vio cubierta de grietas, las cuales se cerraron sin dejar rastro al cabo de unos instantes. “Os he dicho que no podéis derrotarme, estúpidos alfeñiques.” “Pero hemos logrado nuestro objetivo.” pensó la profesora de historia con gran satisfacción. Vlad registró el despacho con su mente y comprobó furioso que los demás habían desaparecido. Decidido a desatar toda su ira, alzó los brazos hacia el tormentoso cielo y murmuró un complejo hechizo que sus adversarios no lograron reconocer. — ¡Cuidado! —gritó Elean. Antes de que de los miembros del escuadrón pudiesen reaccionar, el aire tembló por el rugido del trueno y un inmenso destello azul inundó todo el instituto. Los cuatro seres oscuros cayeron al suelo, inconscientes a causa de un hechizo tan poderoso que había dominado el poder de una fuerza natural tan violenta como lo era un rayo. El joven Cassius tuvo que apoyarse en una sólida pared de roca negra para evitar caerse por culpa de la sensación de vértigo que le había dejado aquel medio de transporte arcano. Habiendo experimentado por primera vez el fenómeno del teletransporte, no podía comprender la razón por la que Adriana lo soportara sin quejarse ni verse afectada. — ¿Hemos llegado al escondrijo del nigromante? —le preguntó a su compañera tras asegurarse de que no iba a vomitar. —Puedes estar seguro de ello, mocoso—declaró una extasiada voz masculina acompañada por los lamentos de los espíritus y el sonido de los huesos entrechocando.
Bien, voy a comenzar con los errores, aunque cabe destacar que sólo he encontrado uno: Una palabra faltante ("cuenta"), nada grave. Pasemos a tu trama: ¡De perlas! O al menos por ahora. Me alegra que Alistair sea mestizo, porque así no tiene un poder invencible (excepto por sus sentimientos, el aprendizaje y capacidad de invencion; que son el superpoder de la raza humana), eso da el toque de debilidad que necesita todo protagonista con grandes poderes. ¡Je! Ya sabía yo que la brecha se debía al poder de Vlad y no a la profanación del cementerio. Aunque he de admitir que yo esperaba a un ser oscuro Vampiro y no a un Nigromante O,O estuvo muy buena la explicación por parte de la profesora Lay (empieza a agradarme esa profesora de historia). Muy buena la pelea contra los necrófagos (ha sido tambien una lección para Alistair: los seres humanos no pueden ser menospreciados, porque el simple hecho de ser seres humanos les hace más peligrosos que el mismísimo Draculea). Has completado su descripción (antes te había faltado la mención de sus cascos y su contextura física) y la forma en que hicieron acto de presencia sus poderes de transformación me pareció estupenda. Los carroñeros de entre los seres oscuros se parecen mucho a los buitres de entre los humanos xD. mmm... Démosle puntos a Draculea para ver sus condiciones de villano principal: *Tiene el poder suficiente para ser nuestro villano principal O,O +1 *Me ha parecido pronto para presentarlo como villano principal -1 *Podría tener más poderes ocultos, e incluso invocar a su propio ejército +1 *A mi gusto particular la guerra de "El Vampiro vs El Lobo" ya está muy usada(aunque hay un dicho que dice: todas las tramas posibles ya han sido inventadas; sólo existen unas más usadas que otras).-1 Según eso, Vlad(y mortis) estarían mejor como una máscara para nuestro GRAN villano. Veo venir la muerte de Mortis muy pronto y no puedo decir que será en manos de ninguno de los compañeros actuales de Alistair *Ríe maleficamente mientras comienza a corear: "¡Mátalo Vlad!"* Si necesitas alguna otra opinión, no dudes en pedirla... Ciao ciao
Capítulo 8.Restableciendo el equilibrio. El grupo había aparecido en una inmensa cámara hecha de piedra negra pulida, tan lisa que reflejaba la luz generada por el fuego de las numerosas antorchas sostenidas en el aire por la magia. No se parecía en nada a un almacén ordinario, por lo que el nigromante debía de haberlo modificado para convertirlo en una guarida coherente con sus oscuras artes y su evidente crueldad. —No esperaba recibir una visita del antiguo escuadrón draconiano, que parece haber reclutado nuevos miembros desde la última vez que nos vimos—comentó Mortis con una sonrisa burlona—. Pero me decepciona el hecho de que tú, rey dragón, hayas elegido a unos soldados que no son más que unos niños. Ofendido por aquella provocación, Alistair echó un vistazo al hechicero, sintiendo un podo de curiosidad por ver la apariencia de un hombre capaz de causar tanto dolor. No tardó en considerar que Mortis era un hombre perfecto como nigromante, pues su aspecto no era muy diferente al de un cadáver. Se trataba de un hombre entrado en años, de piel cenicienta y tirante sobre los huesos; sus oscuros y despiadados ojos se hallaban hundidos en el cráneo en medio de unas prominentes ojeras; todo su cuerpo era muy delgado y parecía que pudiese derrumbarse incluso con la más ligera brisa. Mortis percibió la mirada del chico y le mostró una feroz sonrisa llena de dientes irregulares, la mayor parte de los cuales estaban cariados y podridos. —Fenrir es el único ser que conozco con esos ojos tan extraños—afirmó a la vez que le señalaba con unos esqueléticos dedos terminados en unas afiladas y amarillentas uñas—. Tu cuerpo posee una parte de la esencia del rey lobo, pero hay algo corrupto e impío en la sangre que corre por tus venas—las profundas lagunas que eran sus ojos se clavaron en Rose lanzando un destello de reconocimiento y desprecio—. Fenrir perdió todo su orgullo como ser oscuro al decidir proteger a los humanos pero cometió una gran aberración al aparearse con una mujer y permitir que tú nacieses. >> Eso es lo que eres tú, mocoso. No eres más que una aberración; una tergiversación de la naturaleza; un ser cuya existencia es un error; un ser que no merece respirar el mismo aire que yo. << Mayers se aproximó a Alistair para intentar calmarle, pero el muchacho ya se había dejado dominar por la ira y se había echado a correr hacia Mortis con un peligroso brillo asesino en la mirada. La decena de necrófagos y cadáveres que se interpusieron en su camino para proteger al nigromante no pudo hacer nada contra la ferocidad del híbrido y cayó en un destello de garras de acero. Nada se interponía entre los dos contrincantes salvo… — ¡Repello! La fuerza del hechizo de Mortis golpeó al joven Cassius en el pecho y le empujó hasta estrellarlo contra la pared del otro extremo de la estancia, dejándolo confuso a causa del impacto. —Te recomiendo que nunca te enfrentes a un hechicero a menos que poseas los medios para enfrentarte a su magia. Ignorando el dolor y la mofa del hechicero, Alistair se incorporó y volvió a lanzarse al ataque, aniquilando una vez más a todos los títeres que trataron de derribarle. — ¡Repello! —volvió a recitar su enemigo. Sin embargo, Alistair se desvió de su trayectoria original en el último momento, esquivando el ataque y consiguiendo sorprender a Mortis. — ¡Paralysis! —gritó el nigromante en el mismo instante en que el chico alzaba sus garras para desagarrarle el cuello. Una desagradable sensación de pesadez se apoderó del cuerpo del ser lobo, que se quedó inmóvil como una estatua fijada al suelo con clavos. Podía percibir lo que ocurría a su alrededor y la lucha de sus músculos por moverse, pero éstos no hacían más que temblar sin lograr coordinarse para proseguir el ataque. —Reconozco que posees buenos instintos y que has logrado pillarme desprevenido con esa última maniobra, pero no es suficiente contra alguien que es capaz de emplear la magia—declaró el hechicero, poniendo sus manos en el pecho del chico—. Tus habilidades ni siquiera son una sombra de los poderes de Fenrir, lo que me resulta una enorme decepción. ¡Summus repello! La potencia de aquel nuevo hechizo y la cercanía del foco emisor resultaron ser factores muy peligrosos para Alistair, quien sintió como sus órganos se contraían dolorosamente antes de que todo su cuerpo saliese despedido contra una columna. Por mucha resistencia que le hubiese concedido la transformación, no sería suficiente para evitar un daño letal. — ¡Lenis! —exclamó Jessie, totalmente concentrada en canalizar su poder hacia su amigo. Alistair sintió que la magia de la hechicera aliviaba el dolor y reducía la velocidad del impulso, reduciendo en mucho la fuerza del impacto contra la columna, que se agrietó y derrumbó. — ¿Te encuentras bien? —le preguntó su madre, acercándose preocupada a él. —Gracias a Jessie, sí—refunfuñó el chico, que trataba de recuperar el ritmo normal de su respiración. Habiéndose descubierto como hechicera, Jessie se adelantó y se enfrentó a Mortis, que alzó sus manos y gritó: — ¡Traho! — ¡Firmo! —gritó Jessie a su vez. Los pies de la chica quedaron mágicamente adheridos al pulido suelo negro justo a tiempo de evitar que el conjuro de atracción del nigromante la alcanzara, estallando una lucha de voluntades entre ambos hechiceros, la cual acabó en empate porque ninguno de los dos deseaba perder demasiada energía de golpe. — ¡Paralysis! — ¡Obsideo! El hechizo con el que Mortis había inmovilizado a Alistair fue bloqueado por el veloz ingenio de la joven Hawell. El nigromante la analizó con sus oscuros ojos muertos. —Tienes talento, eso debo reconocerlo—declaró con total tranquilidad, como si estuviese jugando—. No obstante, no eres lo bastante fuerte como para poder vencerme. —Pruébalo—le retó su contrincante. —Esas palabras te pesarán—el descuidado hombre observó atentamente la porción de techo que cubría a Jessie—. ¡Findo et ruina! Jessie, quien se esperaba un ataque más directo, no tuvo tiempo de pronunciar un hechizo que la protegiese del desprendimiento de rocas que había propiciado su enemigo. Únicamente la oportuna intervención de Lorena y su escudo lograron salvarla de morir aplastada, lo que otorgó a Mortis la oportunidad de recurrir a un hechizo más poderoso que ningún otro que hubiese empleado contra el grupo. — ¡Flamma, fremo et ascendo! Alimentados por los poderes del hechicero, los fuegos que iluminaban la sala se intensificaron y comenzaron a reunirse ante su regente, formando una gran esfera ígnea. — ¡Produco et comburo! —Mortis gesticuló y señaló a Jessie. Siguiendo las directrices del hechizo, la esfera estalló en una intensa oleada de llamas rojizas que atravesaron la habitación para acabar con el grupo. Sin embargo, toda aquella energía se desvió y fue absorbida por la gema de un anillo que Mayers se había colocado en el dedo corazón de la mano derecha unos segundos antes. —Te olvidas de que mi ahijada no está sola, Mortis—declaró a la vez que apuntaba al nigromante con la gema—. Muere para que el daño que has provocado sea reparado. Con un intenso y cegador destello, la gema vomitó todo el fuego que había absorbido y se lo devolvió a Mortis, quien se protegió alzando a varios de los cadáveres que había invocado y usándolos de escudo contra el ataque. La llamarada destruyó los cadáveres pero dejó intacto al que debería haber sido su verdadera víctima. “¿Cómo se puede ser tan despreciable?” se preguntó Alistair, compadecido de aquellos difuntos que no habían podido hallar el descanso tras su muerte. La sala volvió a iluminarse cuando el aliento de fuego de Mayers chocó contra el torrente de energía mágica del nigromante. El joven Cassius vio su oportunidad de derrotarle al darse cuenta de que su enemigo tenía que estar sumamente concentrado para no ser devorado por las llamas del director. — ¡No lograrás derrotarme, rey dragón! —gritó Mortis al mismo tiempo que se esforzaba en fortalecer su ataque y en ir superando las llamas de su adversario— ¡Alguien que ha renunciado a su orgullo protegiendo a los miserables humanos nunca podrá sobrepasar a un verdadero ser oscuro! — ¡Eso habrá que verlo! Antes de que el asombrado nigromante pudiese siquiera intentar defenderse, las afiladas garras de Alistair se abrieron camino a través de su oscura túnica y le abrieron una profunda herida desde el hombro derecho a la parte izquierda de la cadera, haciendo pedazos el amuleto que Mortis había empleado para tomar el control de los cadáveres, que perdieron la magia que les mantenía en pie y se derrumbaron. Gravemente herido e incapacitado para realizar magia en aquellos momentos, el hechicero retrocedió en un vano intento por escapar de la furia del ser lobo. — ¡Por favor, perdóname la vida! —exclamó sollozante mientras su sangre se derramaba sobre el frío y negro suelo de piedra. El joven Cassius ignoró sus súplicas y alzó las garras para darle el golpe de gracia, golpe que no llegó a asestar al sentir que todas sus costillas se quebraban y atravesaban su carne. Al borde de la inconsciencia, descubrió que el aristócrata Vlad Draculea había aparecido a su lado sin que nadie se diese cuenta y le había asestado un puñetazo cuya fuerza era comparable a la de una docena de cañonazos. “No puede ser.” se estremeció al ver a los que se habían quedado peleando contra el conde flotando a su espalda. Sus agudos oídos de lobo detectaron las irregulares inspiraciones de los tres profesores y de Tom junto con sus débiles latidos. La lucha contra Drácula les había dejado magullados y al límite de sus fuerzas, pero seguían vivos. “Menos mal.” fue su último pensamiento antes de caer al suelo y sumirse en la oscuridad escuchando los gritos de su madre. La oscuridad desapareció tan rápidamente como había aparecido, siendo sustituida por una feroz luz blanca que inundaba cada rincón de la mente del muchacho, que se encontró flotando en un extraño vacío y rodeado por una molesta multitud de insectos que no cesaban de revolotear cerca de su rostro. Sin embargo, examinándolos de cerca, se dio cuenta de que nunca había visto unos insectos tan raros. — ¡Son letras griegas! —exclamó al tomar una de las muchas letras que se movían por aquel blanquecino espacio y reconocer la grafía de la letra alfa. Como si hubiesen aguardado a que Alistair lo comprendiesen, las letras comenzaron a organizarse para formar una larga oración ante sus ojos: Υν αχτο μαλιγνο τε ηα χρεαδο, περτυρβανδο ελ δεσχανσο dε λος ολᾳιδαδος, βαχο λα χρυελ μανο δε υν σοβερβιο μαλᾳαδο. Ὑν χοραζον ηυμιλδε ψο σοψ, ἐλ μαλ ηε δε αρρεγλαρ; χιερρα λα βρεχηα εντρε λος μυνδος ψ δεσηαζ ελ σαχριλεγιο. —>> Un acto maligno te ha creado, perturbando el descanso de los olvidados, bajo la cruel mano de un soberbio malvado. Un corazón humilde yo soy, el mal he de arreglar; cierra la brecha entre los mundos y deshaz el sacrilegio. <<—leyó, sorprendiéndose al descubrir que entendía cada palabra a la perfección a pesar de que nunca había estudiado aquel idioma—. Parece una especie de hechizo… ¡Podría ser una forma de restablecer el equilibrio entre los mundos! La oración desapareció y fue sustituida por otra: Λυζ δελ σολ, άλζατε χον τυ φυλγορ; εσπαντα αλ ρεᾳιᾳιδο χον φυρορ. —>> Luz del sol, álzate con tu fulgor; espanta al renacido con furor. << Un grito de rabia perturbó la paz del vacío que se había apoderado de la mente de Alistair, que recordó el horrible dolor de los huesos atravesando su carne y abrió los ojos para descubrir que la batalla continuaba. Su madre, cuyo rostro estaba cubierto de lágrimas, peleaba codo con codo junto a Mayers contra Vlad; Lorena y Adriana combatían contra Mortis, que parecía haberse animado con la aparición del conde, mientras Jessie permanecía al margen, procurando recuperar el aliento para volver a la carga lo más prontamente posible. —Jessie…—susurró el muchacho, luchando por incorporarse y llamar la atención de la hechicera. La joven Hawell se acercó a él y le obligó a tumbarse, pues sus heridas eran muy graves, incluso para un ser lobo, y no era conveniente que se moviera demasiado. —Jessie, creo que conozco la forma de derrotar a Vlad, o hacerle huir al menos, y de cerrar la brecha entre los dos mundos—Alistair se apresuró a contarle lo que había visto en su mente y los hechizos que había memorizado—. Creo que es el único modo. —Eso parece—corroboró su amiga, incorporándose y reuniendo todo su poder—. Esperemos que esa visión tenga razón, porque sino estaremos perdidos. Apuntó al conde con los brazos y se apresuró a traducir el primer hechizo al latín para desencadenar su efecto. Una mueca de dolor cruzó su rostro en el mismo momento que su magia recorría su cuerpo y creaba una esfera de luz tan cegadora como el propio Sol. Impactados por aquella brillante luz, los hechizos y las facultades físicas de Drácula quedaron reducidos al mínimo mientras su propietario luchaba por protegerse del ardor que le estaba calcinando la piel. — ¡Esto no acaba aquí! —chilló con el rostro lleno de quemaduras y humo— ¡Regresaré y os empalaré! Tras proclamar aquella venganza, se desvaneció en una nube de humo negro y desapareció para retirarse durante un tiempo. Mortis, demasiado herido y cansado como para poder seguir luchando y viendo todos sus planes desbaratados, miró con odio al grupo y desapareció para seguir a su siervo. —Date prisa, Jessie—susurró Alistair, pues el número de espíritus que habían escapado del mundo de los muertos había ido aumentando peligrosamente durante el conflicto. Su amiga se aproximó a la inmensa grieta que el nigromante había abierto y recitó el otro hechizo que el híbrido había visto en su visión. La cantidad de energía para llevarlo a cabo debía de ser mucha, ya que a punto estuvo de desmayarse cuando desató su magia por segunda vez para ir sellando poco a poco la grieta hasta hacerla desaparecer. En cuando la brecha se hubo cerrado por completo, los espíritus desaparecieron llevándose sus lamentos con ellos. —Menos mal que ya ha acabado todo—dijo Lorena con un suspiro de alivio y cansancio. —Pero todavía no estamos a salvo—replicó Rose al ver que el techo y las paredes comenzaban a desmoronarse. La intensidad de la batalla había sido tal que había dañado gravemente la estructura del almacén, originando su inevitable derrumbamiento. — ¡Adriana! —gritó Mayers mientras extendía dos inmensas alas membranosas y cubría a los demás para protegerles de la lluvia de escombros. Entendiendo la orden implícita en aquel grito, la estudiante se concentró y empleó su poder para trasladar a todos sus compañeros al exterior del almacén antes de que las últimas columnas se hundieran y la estancia colapsara. — ¡Ve a buscar a Gladis! —volvió a ordenar el dragón, acercándose a Alistair, quien había recibido las peores heridas, después de aparecer en la llanura circundante de Phoenix. Con un seco movimiento de cabeza, la velocitas desapareció en el aire produciendo aquel sonido de succión que acompañaba al uso de su habilidad para reaparecer al cabo de unos minutos en compañía de una mujer regordeta de rostro amable. — ¿Me ha mandado llamar, director? —le preguntó la mujer a Mayers, ajustándose la bata que llevaba puesta. —Este muchacho requiere los servicios de un sanador de tu categoría, Gladis—le informó el líder del escuadrón, refiriéndose al joven Cassius. Los grises y benévolos ojos de la enfermera recorrieron el cuerpo del paciente, confirmando su necesidad de asistencia médica gracias a la habilidad de empatía. La mujer se agachó y colocó sus manos allí donde las costillas habían perforado la carne y sobresalían a través de la piel. El joven paciente se estremeció al sentir la energía curativa de la sanadora penetrando en su organismo y empujando sus huesos hacia el interior; las roturas se soldaron; los desgarros musculares se cerraron; y las heridas de la piel cicatrizaron a gran velocidad. — Está fuera de peligro—informó Gladis tras haber mantenido el flujo de energía durante un cuarto de hora—. He tenido que usar bastante poder, pues el ataque de Vlad dañó varios órganos y le causó hemorragias internas severas, pero ya no corre peligro. Rose suspiró de alivio y abrazó a su hijo de un modo que éste jamás había visto. — ¿Cómo sabe quién me ha hecho esto? —le preguntó a la mujer. —Los sanadores establecemos una conexión con los cuerpos de nuestros pacientes; sus cuerpos nos informan de las dolencias que padecen y sus causas para que podamos llevar a cabo la curación. —Es una suerte tener una amiga como ella—afirmó Mayers. Alistair se dejó abrazar por su madre y examinó su cuerpo, cuya transformación comenzaba a recular. Según Mayers, que su cuerpo regresara a la normalidad era un indicio de que cualquier peligro que pudiese amenazarle había desaparecido. “Han sido dos días muy movidos.” pensó mientras trataba de librarse de todo el estrés al que había estado sometido las últimas cuarenta y ocho horas. “Espero que todo vuelva a ser como era antes.” Pero lo cierto era que las cosas no habían hecho más que empezar para Alistair y sus amigos.
Huuyy una excelente batalla para empezar,la ayuda extra siempre es bien recibida cuando estan barriendo el suelo contigo XD ,el deulo de hechiceros estuvo dos tres!!,por lo visto Vlad tiene un nivel mas alto que ese cadaver andante,al menos salieron con vida del primer encuentro, Para tener 16 años es bastante ingenuo el ehco de casi ser devorado por un sucubo,que sus amigos resultaran ser no del todo humanos,que su padre fuera un hombre lobo y la reciente noche de espantos ya deberia haberse dado cuenta que su vida no sera igual de nuevo
¡Llego el lector favorito de todos! (?) Disculpa la tardanza, ya había leído hace como 3 días pero estuve en algunas cosas y no había podido comentar. Ha sido un buen final para la batalla, no sé porqué pero me recordo a: "¡El equipo Rocket ha sido enviado a volar otra vez!" xD. Con que por eso el Rey Dragón... Cuando uno escucha: "Escuadrón Draconiano" se imagina un montón de dragones xD, pero es un nombre genial para un equipo. La guarida y el aspecto perfectos para un ser de la calaña de Mortis. De la batalla ¿Qué puedo decir? Simplemente espléndida, has sabido marcar bien el límite entre una Hechicera joven y un Nigromante con quiensabecuantos años de vida, también has mostrado aquella debilidad de la parte humana de Alistair. Y... Hablando de todo como los locos: ¿Qué fue eso de la visión? ¿Algún ser oscuro? eso me tiene comiéndome las uñas desde hace 3 días. Vaya que el director tiene razón que amigas como Gladis son realmente útiles, sobretodo si diriges un escuadrón de seres oscuros que deben entrar constantemente en combate xD. "Espero que todo vuelva a ser como antes" Obvio que ya no será así, pues ahora tiene conocimiento de su "otra parte", pero es lo que cualquiera esperaría después de semejante problema. Esa es la ingenuidad natural de los seres humanos, un buen toque ;) PD: Espero que en alguno de los capis siguientes Aparezca un nuevo estudiante-ser oscuro que se haga amigo de Alistair.
Capítulo 9.Desavenencias. La magia del invocador del Himalaya. Alistair tuvo que aplicar toda su fuerza de voluntad para no hacer pedazos la hoja de preguntas y destrozar toda el aula de la frustración. Nueve días después haberse enfrentado a su verdadera naturaleza y al ejército del nigromante Mortis, dos semanas después de haberse incorporado al instituto de Phoenix, el muchacho se hallaba ante un nuevo desafío; y no estaba seguro de cuál era el más terrorífico. “¡Esto me lo miré ayer mismo!” refunfuñó, deslizando la mirada sobre las preguntas del examen de historia. “¡No me acuerdo de nada!” “Esas cosas pasan.” trató de tranquilizarle Tom, invadiendo su mente con sus poderes. “Has el favor de desconectarte de mi cabeza.” le ordenó Alistair, irritado por la intromisión del mentalista. “Lo que tú digas.” Tras librarse de la presencia de su compañero, el estudiante rebuscó en su memoria e intentó extraer alguna información de sus horas de estudio que pudiese ser relevante para alguna pregunta. No sirvió de nada que se estrujara el cerebro como si fuese una esponja, pues su memoria no parecía dispuesta a colaborar. Agobiado, echó un rápido vistazo a su alrededor para observar a sus compañeros, a los que tampoco les estaba yendo bien, especialmente Jessie, que no se había recuperado por completo del gasto energético de los hechizos que había empleado para cerrar la brecha entre los mundos. —Quedan diez minutos, chicos—anunció la profesora Lay. Rindiéndose y reconociendo que las probabilidades de aprobar aquel examen eran mínimas, Alistair dejó caer el bolígrafo y se quedó mirando la pizarra. Si no hubiese descubierto el alcance de su fuerza como ser lobo, se habría dado un cabezazo contra la mesa, convirtiendo ésta en astillas. —Odio la historia, ¿sabéis? —les preguntó Adriana, mirando con tristeza su botella de naranjada. —Por supuesto que lo sabemos—replicó Lorena, irritada por la dificultad del examen—. Nos lo dices unas cinco veces al día. —Sólo quería reiterarlo. Tal y como venía siendo costumbre desde el día de su llegada, Alistair fijó su mirada en Jane, quien se encontraba sentada sola en una mesa, apartada de su compañía habitual. Gracias a sus poderes, Tom se había enterado de que la chica y Oliver habían vuelto a discutir por la dolorosa indiferencia que el chico sentía hacia la muerte de Alice y su familia. — ¿Por qué no aprovechas la ocasión para acercarte a ella? —le preguntó la siempre perceptiva Jessie, cuya paciencia estaba llegando al límite. —No me parece correcto. —Como ya te dije en una ocasión, todo vale en el amor y en la guerra—la hechicera observó fijamente el rostro de la joven Tweth—. Además, está claro que Oliver sólo logra hacerla desdichada; estoy convencida de que tú eres mucho más conveniente para ella que ese abusón. A Alistair le gustaría pensar de la misma forma, pero no tenía nada claro la posibilidad de acercarse a Jane, pues se sentiría muy humillado si le rechazara. —Está claro que no tienes lo que hay que tener—comentó Jessie al comprender el motivo de su duda. El muchacho la miró con extrañeza. Jamás había escuchado a la joven Hawell hablar con aquel tono de cruel mofa. — ¿A qué viene eso? —le preguntó, sintiéndose ofendido por el comentario. —Pues que eres un cobarde y nunca conseguirías una chica como esa—replicó su compañera, malhumorada—. Admítelo, Alistair: Jane está fuera de tu alcance. Los demás permanecieron al margen, tan perplejos como el ser lobo ante la despiadada actitud de su amiga. —Hablas como si acercarse a ella y proponerle una cita fuese tan fácil—la acusó Alistair, cuya visión volvió a teñirse con aquella niebla roja que le había controlado durante el ataque del súcubo. —Lo cierto es que es muy fácil, sólo que los chicos tendéis a convertirlo en algo complicadísimo. Y tú lo haces todavía más difícil con esa actitud dubitativa tuya. — ¡Tú no sabes nada sobre lo difícil que puedan resultar las cosas! —exclamó el híbrido— ¡Lo único que tienes que hacer es decir unos cuantos hechizos para conseguir todo lo que quieras! Sus palabras ofendieron profundamente a Jessie, cuyos ojos brillaron de rabia; parecían contener una ardiente llama azul. — ¡La magia es mucho más profunda de lo que puedas llegar a entender, descerebrado, y no debe ser utilizada para cosas mundanas que una persona con suficientes agallas podría hacer! —declaró con la voz en alza— ¡No me extraña que Fenrir nunca te haya visitado, pues se avergonzaría si supiera que su hijo es incapaz de dirigirse a una chica! — ¡¿Cómo te atreves a decirme eso a la cara?! —Alistair sentía su sangre hervir de pura rabia. — ¡Porque yo no soy tan cobarde como tú! —replicó la hechicera— ¡Yo, siendo una chica, podría dirigirme a la mesa en la que se encuentra Jessie e invitarla a salir sin ningún temor ni vergüenza! “Chicos, habéis llamado la atención de todos los alumnos.” les advirtió el aterrado Tom. Con el ardor de la discusión, los dos estudiantes se habían levantado bruscamente de sus sillas, logrando que la atención de los ocupantes de las demás mesas se centrara en ellos. Tras un recorrido por sus mentes, Tom pudo asegurar que ninguno había escuchado el contenido de la conversación, por lo que Alistair y Jessie se sentaron con tranquilidad, aunque sus miradas seguían brillando peligrosamente. El enfado llevó a los dos jóvenes a ignorarse mutuamente, por lo que Alistair se marchó a casa al final de la jornada sin despedirse de los demás para evitar permanecer mucho tiempo en el mismo lugar que Jessie, tan disgustado que apenas se dio cuenta de que un pequeño cuervo había pasado rozando su cabellera. Su furia se reflejó en el fuerte portazo con el que anunció su llegada a casa, sobresaltando a su madre, que se encontraba trabajando con unos datos de seguridad. — ¿Cómo te ha ido el examen? Su hijo hizo caso omiso a la pregunta y se encerró en su habitación con un segundo portazo. —Me lo puedo imaginar—bromeó Rose antes de volver al trabajo. El joven Cassius permaneció encerrado en su habitación toda la tarde con el propósito de rumiar su ira en soledad. Jamás habría pensado que pudiese llegar a enfadarse tanto con Jessie, quien, a lo máximo, le producía irritación. Sin embargo, la iracunda actitud que la hechicera había mostrado durante todo el horario lectivo, una actitud nada propia de ella, prácticamente le había llevado a creer que ambos acabarían usando sus poderes en una verdadera batalla ante los ojos de los demás alumnos. “Es como si algo hubiese cambiado por completo en Jessie desde que empleara aquellos hechizos.” pensó cuando el enfado dio paso a la reflexión. “Los hechizos que descubrí en aquella visión debieron de hacerle algo más que dejarla agotada.” Se sumió en uno de sus habituales sueños, en los que la sombra continuaba acosándola sin cesar, antes de poder hacerse la pregunta más importante: ¿Dónde se encontraban Mortis y Vlad? A miles de kilómetros de Phoenix, un humilde monje budista se encontraba ocupado en barrer las escaleras del pequeño templo construido en la base de la cordillera del Himalaya cuando el hermoso cielo azul con el que se habían despertado los habitantes del continente se vio oscurecido por unas densas nubes oscuras. Asombrado por el repentino cambio del tiempo, el hombre abandonó su tarea y observó dos figuras humeantes descendiendo del cielo y materializándose al posarse en tierra sólida. —Todavía no entiendo qué hacemos aquí—afirmó uno de los hombres, vestido con extrañas galas medievales desgastadas por las polillas y el paso del tiempo. —No es necesario que lo entiendas, Vlad—replicó su compañero, un hombre de aspecto enfermizo que caminaba apoyándose sobre un bastón mientras contenía una mueca de dolor—. Lo único que tienes que hacer es obedecer. El noble gruñó y siguió a Mortis con su majestuoso porte hasta la entrada del templo, deteniéndose ante el intimidado sacerdote. —Necesitamos hablar con el líder del templo—le dijo el nigromante. —El señor Sandor se encuentra descansando en estos momentos, de modo que deberán volver más tarde—informó el sacerdote. Recordando los tiempos en los que nadie se había atrevido a discutir su voluntad, Vlad extendió un brazo y derribó al monje con una corriente de aire tan intensa que le rompió los huesos y le mató en el acto. —No estamos aquí para ser corteses, ¿no? —le preguntó al hechicero, que le estaba dirigiendo una mirada irritada. —Supongo que no—replicó Mortis al mismo tiempo que demolía las puertas del templo con un potente conjuro. Invadieron el edificio y recorrieron los amplios corredores deshaciéndose de cualquier habitante que intentara detenerlos hasta llegar a una pequeña sala saturada de un ligero humo con olor a incienso. En el centro de la sala, sentado sobre un cojín en la postura propia para la meditación, había un hombre de piel tostada que llevaba rastas tan largas que le llegaban hasta los hombros; vestía la misma túnica que los demás monjes y fumaba con gran serenidad en una elegante pipa de espuma de mar, de la cual surgía aquel intenso aroma. — ¿Qué forma es esa de entrar en la casa de la persona a la que pensáis suplicar ayuda? —preguntó el hombre, que había sentido la presencia de los dos nigromantes incluso antes de que entraran en el templo. — ¡Nosotros no hemos venido a suplicarte nada! —exclamó el indignado Mortis— ¡Hemos venido hasta aquí para reclamar tus servicios, Shamán Sandor, y nos los ofrecerás si no deseas salir mal parado! El invocador exhaló una gran nube de humo y dijo: —Parece ser que te sientes muy humillado por la herida que Alistair, un chico nacido de la unión del rey lobo y una humana, te abrió en el pecho hace nueve días. —Ese muchacho sólo tuvo un golpe de suerte—se defendió el hechicero—. Si Maximillion no me hubiese distraído, ese repugnante híbrido jamás habría logrado tal hazaña. —Es cierto que Alistair no tiene todavía el suficiente poder como para derrotarte sin ayuda, pero eso sólo es cuestión de tiempo. Mortis apretó con fuerza los puños, furioso por las palabras del Shamán. ¿De verdad estaba dando a entender que ese medio chucho lograría volverse más poderoso que él? La simple idea de que algo así pudiese ocurrir le resultaba ridícula. —Para declarar sentir un odio tan extremo hacia los humanos y los seres oscuros que tienen trato con ellos, no has dudado en venir a pedirme ayuda, lo que debe de ser todavía más humillante—añadió Sandor, dando otra calada a la pipa. — ¡Está claro que vamos a tener que obligarte a servirnos! —gritó el conde, harto de la actitud serena del invocador y de la aparente indiferencia que éste mostraba hacia su persona. —No te conviene enzarzarte en una batalla conmigo, Vlad Telpes, pues yo soy el más poderoso de los individuos que hay en este templo en este preciso momento, incluidos vosotros—los oscuros ojos de Sandor se clavaron en el revivido noble con tal intensidad que daba la impresión de que le estaban examinando por dentro—. De todos modos, estoy dispuesto a colaborar con vosotros. Satisfecho con la respuesta del invocador, Mortis rebuscó en su túnica y extrajo dos pequeñas ampollas de cristal en las que había dos mechones de cabello diferentes. Al entregárselos a Sandor, le preguntó: —Tengo entendido que hallaste un modo de utilizar el Don del Shamán para manipular las almas sin su consentimiento, ¿es así? Por primera vez desde que había comenzado el encuentro, el rostro del invocador perdió su inexpresividad y mostró el dolor de un error del pasado. —No te equivocas, Mortis, pero no me siento orgulloso de ese acto de soberbia con el que pretendí dominar a los espíritus, seres libres que jamás deberían estar atados a la voluntad de los vivos; ese tipo de crímenes es más propio de vosotros, los nigromantes—replicó mientras observaba los dos mechones de pelo que le había entregado el hechicero. —Pero tú lo cometiste—le recordó Mortis, encontrando una placentera satisfacción al poder señalar la imperfección de Sandor. —Mi orgullo y mi juventud me condujeron a hacer algo antinatural, pues los Shamanes buscamos el apoyo de los espíritus, no su completa obediencia—reconoció el invocador, nuevamente sereno—. Siendo por aquel entonces el líder de mi tribu, me apliqué mi propio castigo de abandonar mi cargo y no regresar jamás a mi hogar. He vivido entre los humanos desde entonces para solventar mi pecado ayudándoles en todo lo que pueda. — ¡No nos interesan tus buenas intenciones ni tu cháchara sobre los derechos de las almas! —exclamó el nigromante, cuyo buen humor se había desvanecido con ligereza ante el discurso de Sandor sobre la moralidad— ¡Ya sabes lo que tienes que hacer! —La cuestión no es si sé lo que tengo que hacer, sino lo que tú esperas conseguir—el Shamán extrajo los dos mechones y los examinó—. Uno de los mechones pertenece al descendiente de Fenrir, destinado a recorrer un difícil camino para cumplir un gran papel en los conflictos futuros, Alistair Cassius Canis Hatis Skoll. >> El otro mechón pertenece a Jessie Hawell, la joven protegida del rey dragón, Maximillion Mayers. Su destino es incierto, pues se halla sumido en las sombras y el sufrimiento, siendo semejante al camino de Alistair, al que se verá inevitablemente atado. << >> Estás siendo especialmente cruel al pedirme hacer algo tan horrible como manipular las almas de dos vivos al margen de su voluntad, Mortis; no he vuelto a cometer semejante aberración desde el crimen que llevé a cabo; el crimen que me empujó al exilio. << —Hace un momento has dicho que estabas dispuesto a colaborar—le recordó Vlad, impaciente por conocer los objetivos de su, aunque no le gustaba esa palabra, amo. —Y lo haré, Empalador, lo haré—reafirmó el invocador—. Sin embargo, es mi deber advertirle a Mortis sobre los riegos que corre al pedirme cometer semejante acto. >> Los beneficios no serán tantos como imaginas, hechicero oscuro; incluso es posible que salgas perjudicado cuando haya manipulado las almas de esos muchachos. Si no logras cumplir tu objetivo antes de que ellos aprendan a sacar partido de su nueva situación, comprobarás que sólo les habrás permitido adquirir un mayor nivel de compenetración y poder. << El nigromante se cruzó de brazos y resopló. Hablar con Sandor era como escuchar las eternas batallitas de un decrepito anciano. —Ten por seguro que acabaré con ellos antes de que tal cosa llegue a ocurrir. —No vendas la piel del oso antes de cazarlo; puedes llevarte sorpresas desagradables—le recomendó el antiguo líder de los invocadores. Sandor abandonó la pose de meditación y se aproximó a un pequeño armario situado a su espalda, del que extrajo un ramillete de hierbas y flores violáceas. Las introdujo en un recipiente de cobre semejante a los incensarios empleados en las procesiones y celebraciones religiosas y les prendió fuego mediante un sencillo hechizo. — ¡Manes, egeo vester fulcrum et venia ut facio unus perduellio praeter natura! —proclamó al mismo tiempo que tomaba el recipiente y lo balanceaba para esparcir el humo generado por la quema de las hierbas por toda la habitación. Unos débiles murmullos comenzaron a resonar por todo el templo. Atrapados entre los dos mundos, los espíritus de los difuntos acudieron a la llamada del invocador; sus rostros aparecían y desaparecían rápidamente a través del humo. Concentrado en la realización del ritual, Sandor tomó del mismo armario tres cuencos y una botella llena de un líquido incoloro mucho más liviano y puro que la mundanal agua. Repartió su contenido entre los tres recipientes y procedió a introducir los dos mechones de pelo en dos vasijas diferentes. — ¡Duo ánimas sum separo ab concertâtiô! —recitó mientras el líquido de los dos recipientes en los que se hallaban los mechones hervía con gran intensidad. Ambos recipientes arrojaron grandes columnas de humo. El humo nacido del recipiente en el que se hallaban los cabellos de Alistair adquirió la forma de un lobo mostrándole unos peligrosos colmillos a la serpiente que había nacido del otro recipiente (la serpiente era el símbolo de la hechicería); ambas humeantes criaturas parecían dispuestas a aniquilarse mutuamente. — ¡Concedo qui hoc caput satis intellego! —el Shamán tomó los dos mechones de sus respectivos recipientes y los colocó en el tercer recipiente. Como consecuencia de aquel acto, la serpiente se contorneó alrededor del cuerpo del lobo y le clavó los colmillos en el cuello al mismo tiempo que el mamífero atravesaba la escamosa piel del reptil con sus potentes garras. Las dos columnas de humo originales quedaron entrelazadas, fusionando a los respectivos animales. Los dos espectadores retrocedieron tambaleándose cuando el espacio circundante a la posición del invocador se vio atrapado en un inmenso torbellino de luce, un fenómeno generado por la gran multitud de espíritus que se habían congregado para ayudar en el desarrollo del ritual. — ¡Ánima per anima et vita per vita! —Sandor volvió a separar los dos mechones entre los recipientes originales. La diferencia era que los separó intercambiándolos, colocando el mechón perteneciente a Alistair en la vasija en la que había estado el de Jessie y viceversa. Reflejando aquel intercambio, las dos criaturas se separaron y se colocaron sobre sus respectivos cuencos tras haber intercambiado las marcas de sus poderes antes de ser reabsorbidos por el etéreo líquido del que habían nacido. El ritual se había llevado a cabo y completado a la perfección. —Has sido advertido y has logrado que haya hecho algo que juré no volver a hacer de este modo—le dijo Sandor a Mortis mientras se concentraba de nuevo en disfrutar del tabaco y volvía a sentarse para meditar—, por lo que no tienes nada más que hacer en este lugar. Despidiéndose con una irónica reverencia, Mortis se apresuró a abandonar el templo junto con el renacido conde. — ¡¿Qué se supone que acaba de pasar?! —exclamó el segundo, que había esperado con ansiedad una sangrienta batalla; una esperanza que había resultado en una frustrante desilusión. —Acabamos de iniciar la humillante derrota de esos dos jóvenes que osaron a desafiar nuestros poderes—replicó el nigromante, mostrando sus estropeados dientes en una cruel sonrisa de satisfacción—. El hechizo de Sandor les volverá vulnerables a las criaturas que les tengo reservadas. Vlad volvió la vista al templo y descubrió al invocador observándoles desde el peldaño más alto de la escalinata de la entrada. Incluso a esa distancia, podía sentir la gran serenidad de aquel hombre; una serenidad que le molestaba y le hacía sentirse inseguro. Para él, que había poseído un inmenso poder durante su antigua vida y había sido temido por miles de personas, resultaba muy extraño que la presencia de un simple monje le perturbara. —Ese Sandor dijo que el hechizo podría llegar a fortalecer sus poderes y alianzas—rememoró en voz alta. —Únicamente lo dijo para intimidarme y lograr que me echara atrás en mi propósito, pues seguimos siendo enemigos a pesar de que nos haya prestado sus servicios—declaró el confiado Mortis—. Una vez los mocosos estén muertos, regresaremos y acabaremos con él; su naturaleza híbrida entre ser oscuro y humano debe desaparecer. —La comprensión genera empatía; de la empatía nace la amistad; la amistad trae consigo fortaleza—susurró el Shamán, observando a los dos hechiceros convertirse en figuras humeantes y desaparecer tras las oscuras nubes de tormenta. Cuando el cielo hubo vuelto a la normalidad, regresó al interior del templo y fue atendiendo los cuerpos inertes de los monjes. Deslizando sus manos sobre ellos y murmurando complicados hechizos, logró evitar que sus almas abandonasen el mundo—. Claro que eso depende de que esos chicos sepan aprovechar la oportunidad. Los renacidos sacerdotes quedaron extrañados al escuchar aquellas palabras, pues no habían sido testigos de lo ocurrido. Sin embargo, estaban acostumbrados a la enigmática actitud de Sandor, de cuya verdadera naturaleza y pasado no estaban enterados. Los ojos rojos de la sombra contemplaban con un brillo codicioso a Alistair, quien de pronto se vio encerrado en una esfera de agua que le impedía moverse. La oscura estancia en la que se encontraba estaba repleta de individuos y de actividad, pero él sólo era capaz de ver siluetas poco definidas moviéndose continuamente. —Mi arma más poderosa…está a punto. La imagen cambió repentinamente. Aquella oscura sala se convirtió en lo que debía de haber sido una hermosa casa de campo antes de que el devastador incendio que Alistair estaba presenciando en aquel momento la devorase sin piedad. Ignorando su presencia, una niña pequeña observaba el siniestro espectáculo con lágrimas en los ojos. “No puede ser.” pensó el joven al comprender que estaba contemplando el suceso que había acabado con la vida de los padres de Jessie. “Esa niña no puede ser otra más que…” La aparición de un grupo de hombres armados le distrajo antes de que pudiera completar aquel pensamiento. Gracias a la iluminación de las llamas, pudo ver que las ropas de camuflaje de aquellos soldados estaban ornamentadas con el nombre de la organización a la que había pertenecido su propia madre. “Snex.” dedujo mientras los soldados se aproximaban a la aterrorizada niña con las armas preparadas. Trató de saltar sobre ellos para proteger a la pequeña Jessie, pero el sueño tenía otros planes. El líder de aquella incursión armada alzó una mano para dar la señal a sus hombres, que apuntaron a la hechicera y se prepararon para apretar el gatillo en el momento en que recibieran la indicación necesaria. — ¡Noooooooo! —gritaron Alistair y la niña, viendo el descenso de la mano del capitán como si de una guillotina se tratara. El grito de Jessie fue acompañado por los chillidos de agonía de los soldados cuando la magia desatada de la niña les alcanzó y desarmó con una onda de calor, despellejándoles las manos debido a la intensa energía desprendida. — ¡Sólo es una niña, inútiles! —les reprendió el capitán— ¡Acabad con esa escoria de una…! Con un furioso movimiento de sus delicadas manos, Jessie detuvo los latidos del corazón del líder, que no pudo completar su orden al quedarse sin respiración. Se llevó las manos al pecho y boqueó en un intento por llenar sus pulmones de aire antes de que el hechizo le superase e hiciese que su cuerpo cayese sin vida al suelo. — ¡Es un monstruo! —gritó uno de los soldados mientras trataba de incorporarse para salir huyendo. Sus intentos se vieron apagados por la descontrolada magia de Jessie, que le rompió el cuello produciendo un sonoro chasquido. Siendo testigo del similar destino que sufrieron los demás hombres, Alistair no pudo evitar pensar que añoraba los tiempos en los que era un crío y quedaba fascinado al ver a un mago haciendo magia con cartas, anillas metálicas y con conejos salidos de chisteras. Durante la batalla contra Mortis y Vlad, había comprobado que la magia era una fuerza más poderosa y peligrosa de lo que ningún niño podría imaginar; y la violenta escena de muerte que estaba presenciando afirmaba aquella idea. En el mismo momento en que la niña Jessie, libre de la amenaza de la organización, caía presa del agotamiento y se derrumbaba, Alistair despertó, sudoroso y jadeante, en la tranquilidad de su habitación, donde se vio protegido por sus numerosos libros de hechizos y otros objetos de índole arcana. “¡Pero si yo jamás he tenido ninguna de estas cosas!” exclamó después de librarse del aturdimiento ocasionado por la pesadilla. Nervioso por el descubrimiento, abandonó la cama de un salto, percibiendo de pronto que se había vuelto más ligero y delgado. Todas las características físicas que le había otorgado el despertar de los genes de su padre parecían haberse evaporado; incluso se sentía un extraño en su propio cuerpo. “¿Por qué demonios llevo un pijama de seda?” se preguntó al notar el suave y delicado tacto de la ropa que llevaba. Accionó el interruptor de la luz más cercana y se aproximó al espejo que había ante la cama, confuso tras descubrir que había despertado en una habitación diferente a la suya y más horrorizado cuando halló la respuesta al porqué de que se sintiera un extraño en su cuerpo, pues no se hallaba en su propio cuerpo. El espejo no le devolvió la dispar mirada con la que había llegado al mundo y crecido, sino una mirada castaña que conocía muy bien; su cabello, normalmente enmarañado y crecido hasta la altura de los hombros, se había vuelto liso; toda la masa muscular desarrollada con los años había quedado drásticamente reducida, y sus rasgos varoniles se habían vuelto delicados; y no podía pasar por alto los cambios fisiológicos que había sufrido su cuerpo de cuello para abajo — ¡Me he convertido en Jessie! —exclamó con una voz inusual y desagradablemente aguda. No supo la razón, pero su miedo provocó que el espejo estallara en cientos de fragmentos. De algún modo, no sólo había obtenido el cuerpo de su compañero, sino que poseía sus poderes, sobre los que no conocía el modo de controlarlos. “Esto no puede ser bueno.” pensó mientras escuchaba los apresurados pasos del que debía de ser Mayers.
¡Wazzap! Bueno veamos... Primero te señalaré un errorcillo que encontré: Creo que ahí quisiste decir: "...desde el día que llevé a cabo el crimen..." Ha sido un buen tema eso de la discusión (que es usual cuando tratamos con cambios de cuerpo). Y Sandor tiene muchísima razón, porque ahora van a llegar a comprender el punto de vista del otro y entenderán que no es fácil ser Alistair/Jessie xD. Muy chistosa esa última parte, ya me imagino lo que ocurrirá cuando haya que tomar el baño antes de ir al colegio xD. Impresionante lo que fue capaz de hacer una hechicera tan niña, pero supongo que ha de haber sido por el miedo. "Mi arma más poderosa…está a punto" ¡¿Qué diablos quería decir con eso?! Supongo que lo averiguaremos pronto. Saliendo de esa opinión, pasemos a Sandor... ¿Qué motivos tendrá para haber accedido con tanta fácilidad a cometer semejante afrenta contra sus principios? Es un increíble toque el hecho de que una persona con poderes como los suyos viva entre monjes y sea tan espiritualista. Cambio de cuerpos, definitivamente has llevado el manejo de almas de los invocadores a un nivel superior al que yo pude prever. La forma como ha sacado provecho del Don del Shamán para irritar a Mortis y anticiparsele. Yo me imaginaba al Shamán más a lo indígena (cosa que fue así en algún momento de su vida, porque como ya lo dijo el mismo, estuvo en una tribu), pero el toque budista le sienta muchísimo mejor. En fin... es un gran hombre nuestro Shamán, espero que siga participando en la historia
asi que el buen ''dalay'' aplico ''el viejo cambalache'' XD XD XD, bueno creo que para esos dos esa situacion no sera cosa de risa,mmm no es una buena idea subestimar a los niños en especial cuando enfurecen,Tomy (el nombre y el poder ME GUSTAN) con que cara dice:esas cosas pasan'' no creo que el la sufra tanto en un examen teniendo las respuestas con solo entrar en la mente del profesor,ha ya es niño bueno
Capítulo 10.Dos poderes diferentes. Amenaza desde las sombras. Alertado por los gritos de su “ahijada” y por el ruido de los fragmentos de cristal estrellándose contra el suelo, Maximillion Mayers entró en la habitación y se encontró a Jessie, desconociendo que Alistair ocupaba su cuerpo, tirada en el suelo ante la montaña de fragmentos de cristal del destrozado espejo. — ¿Qué ha ocurrido? — ¡Mayers! —Alistair se alegró de ver al dragón, pues podría tener la solución de la extraña experiencia que estaba viviendo— ¡Necesito tu ayuda! La expresión que estaba canalizando el rostro de Jessie, cuyo cuerpo no parecía estar dispuesto a adaptarse a él, alarmó por completo al director, que jamás había visto a la chica tan alterada, tan fuera de sí. — ¿Por qué pareces tan nerviosa, Jessie? — ¡Porque no soy Jessie! —chilló Alistair con la aguda voz de la hechicera, provocando que la bombilla de la lámpara de la cómoda estallara— ¡Yo soy Alistair, sólo que atrapado en el cuerpo de Jessie por algún extraño conjuro! Le alivió ver que Mayers abandonaba todo recelo y se mesaba la desarreglada barba; un brillo de comprensión en sus ojos le indicó que el dragón comenzaba a sospechar la causa de aquella extraña situación. —Te creo, Alistair, pues mi ahijada no ha perdido el control de sus poderes de este modo desde que tenía nueve años y se pillaba berrinches por cualquier cosa—una pequeña ráfaga de humo negro surgió de la línea que era su boca. Su estudiante reconoció que envidiaba a Jessie por el hecho de conocer los signos de que la irritación de su padrastro se estaba desatando—. Además, no es la primera vez que observo los efectos de este tipo de hechicería. >> Debemos reunirnos con los demás y contarles lo ocurrido. Sin embargo, lo más importante es reunirnos con tu cuerpo, ya que es probable que la conciencia de Jessie lo esté ocupando. << — ¡Pues vayamos a buscarla! —exclamó Alistair, dirigiéndose con paso firme a la puerta. Por alguna razón incomprensible para él, Mayers se interpuso en su camino, observándole seriamente y cruzando los brazos sobre el pecho— ¿Qué ocurre? El dragón suspiró y le preguntó: — ¿Piensas salir a la calle en pijama? Alistair no había pensado en aquella contrariedad. Al despertar en el cuerpo y la habitación de Jessie, no tenía nada que ponerse salvo la ropa de la chica. La idea no le resultaba nada agradable, pero tampoco deseaba ir por la calle con aquel pijama tan ñoño. —No tienes más opción—le advirtió Mayers—. La gente se extrañaría si de pronto vieran a Jessie vestida con ropa de chico. —Como pille al tipo que me ha hecho esto, lo convertiré en carroña para los buitres—gruñó el muchacho mientras se desvestía, avergonzado por las curvas del cuerpo que había invadido. —Si te encuentras con alguien capaz de hacer algo semejante, más te vale salir corriendo, pues es un hechicero más poderoso que Mortis y Vlad juntos. El joven Cassius observó al dragón detenidamente, sospechando que conocía realmente al responsable de tan incómoda situación. Sin embargo, todos aquellos pensamientos se desvanecieron al descubrir la provocativa ropa interior que utilizaba su compañera. En las dos semanas que habían pasado desde que se vieran por primera vez, había llegado a la conclusión de que la joven hechicera no conocía el significado de la palabra vergüenza, pero jamás se habría imaginado que ella… — ¡Deja de analizar su ropa y vístete, pervertido! —le gritó Mayers, aterrorizándolo de un modo como nunca antes lo había hecho; parecía ser un verdadero padre defendiendo la intimidad de su hija. — ¿Tú sabes…c-cómo manejar…esto? —le preguntó Alistair, mostrándole un sujetador. Jamás podría volver a mirar a la cara a Jessie después de haberse puesto sus prendas íntimas y le costaría mucho olvidar que tuvo que pedirle ayuda al director de su instituto, conocido por los seres oscuros como el rey dragón, para poder ponerse un sujetador. —No me siento nada cómodo con esta ropa—gruñó Alistair mientras seguía a Mayers hasta su coche— ¿Cómo pueden las chicas soportar esta ropa tan incómoda? —les hizo un gesto obsceno a un grupo de chicos que le estaban silbando, dejándolos perplejos por su agresividad. —Me asombra que seas tan quejica, Alistair—comentó Mayers, jugueteando con las llaves de su coche. — ¡Tú también estarías molesto si algún desgraciado te hubiese arrancado de tu cuerpo y te hubiese metido en el de una chica! —replicó le muchacho con un violento gesto de sus manos. La magia de Jessie volvió a dispararse con su furia y levantó una intensa ráfaga de viento, pillando a un pobre ciclista que pasaba por allí y arrojándolo contra un kiosco cercano. Horrorizado por el daño que podía provocar en un descuido mientras estuviese en el cuerpo de su compañera, Alistair se metió las manos en los bolsillos y vigiló al grupo de personas que se habían reunido en torno al lugar del accidente, pero nadie parecía haberse dado cuenta de que aquella fuerza la había desatado él. —Será mejor que nos larguemos antes de que hagas saltar la ciudad por los aires—gruñó Mayers, obligándole a sentarse en el asiento del copiloto y ocupando el asiento del conductor—. Sí, Alistair, me temo que la magia puede llegar a provocar inmensos desastres cuando la utiliza un inexperto, por lo que no tenemos tiempo que perder. Giró la llave de contacto y apretó a fondo el acelerador, levantando gravilla cuando el vehículo salió disparado ante las asombradas miradas de los transeúntes que habían acudido en auxilio del ciclista accidentado y del dueño del destrozado kiosco. Tal era la velocidad a la que iban que llegaron al instituto al cabo de diez minutos de haber salido de la casa. Eran todavía las seis y media de la mañana y no había ningún estudiante, de modo que no se vieron en la necesidad de ir con cuidado de que nadie les viera; Mayers no conocía muy bien el alcance del descontrol de los poderes mágicos de Jessie al estar en manos del joven Cassius y no quería arriesgarse a que sucediera un accidente semejante al que le había ocurrido al ciclista. —Veo que habéis recibido mi mensaje—dijo al abrir la puerta de su despacho y encontrar a sus compañeros allí reunidos. Entrar en el despacho de Mayers resultó ser una experiencia muy extraña para Alistair, pues Jessie, tal y como había supuesto el dragón, se hallaba dentro de su cuerpo. Resultaba curioso verse a sí mismo desde la perspectiva de otra persona, y lo cierto era que no comprendía la razón por la que Jessie podía estar tan tranquila ante aquella intensa mirada bicolor, cuyo brillo le pertenecía a ella en aquellos momentos por culpa del traicionero hechizo. Además, jamás se había dado cuenta del aspecto de criminal que le daban su descuidado pelo y su gran desarrollo físico; era realmente curioso comprender lo diferente que podía ser la realidad observándola —Como Rose ya os ha debido de contar, alguien ha empleado el hechizo de Intercambio de Ánimas contra Alistair y Jessie, por lo que sus almas han cambiado de cuerpo—declaró el padrino de Jessie—; sus poderes, como es evidente, han quedado ligados a sus cuerpos originales, lo que significa que… — ¡¿Qué estás haciendo?! —le interrumpió el grito de Alistair, manifestado a través de la voz de su ahijada. A pesar de la incomodidad que debía de sentir por estar ocupando el cuerpo del ser lobo, Jessie parecía encontrar aquella situación muy interesante y no cesaba de examinar su nuevo aspecto, lo que molestaba mucho al verdadero propietario del cuerpo. Su descaro al tratar de ver la “materia íntima” del joven Cassius había sido el detonante del grito que interrumpió a Mayers. —Sólo tenía curiosidad—se defendió ante la acusadora mirada de Alistair. — ¡¿Cómo te sentirías si yo hiciese algo semejante con tu cuerpo?! —Te quedarías alucinado con mi belleza. — ¡Eres una vanidosa! —Chicos, deberíais dejar de…—trató de intervenir Lorena sin ninguna posibilidad de lograr que le prestaran atención. — ¡Si vuelves a intentar hacer algo semejante, me desnudaré y les mostraré todo tu cuerpo a los alumnos! —amenazó Alistair a la chica que controlaba su cuerpo. —Y si tú te atreves a hacer algo semejante, yo recorreré la ciudad en bolas y me presentaré en la casa de Jane Tweth—replicó la hechicera con una sonrisa malévola, dejando de piedra a su compañero—. Me gustaría mucho ver su cara de sorpresa al abrir la puerta y encontrarse a Alistair Cassius desnudo ante ella, pues ni siquiera sabría que realmente soy yo la que controla tu cuerpo. Antes de que Alistair pudiese decir nada más, el impacientado Mayers dejó escapar un poderoso rugido que hizo que todos los presentes se estremecieran de miedo. Los dos participantes de la discusión callaron al sentir la furia del rey dragón dirigida especialmente a ellos. — ¡No es momento de peleas estúpidas! —gritó mientras su piel se llenaba de escamas doradas como consecuencia de la frustración que sentía— ¡Necesitamos la máxima madurez de la que podáis hacer gala, no del infantilismo al que podáis aspirar! —Lo sentimos—se disculparon los dos jóvenes, intimidados y avergonzados por la reprimenda recibida por parte del director. —Como os iba diciendo—continuó explicando Mayers tras haberse tranquilizado—, al estar ocupando cuerpos ajenos a los suyos, poseen los poderes de esos cuerpos pero no tienen experiencia para controlarlos. Alistair ya ha provocado un pequeño accidente desatando la magia de Jessie sin siquiera proponérselo. Rose bufó y añadió: —Jessie prácticamente ha arrancado la puerta de la entrada de mi casa por el poco control que tiene sobre la fuerza de un ser lobo. Ambos pueden llegar a suponer un gran peligro para la gente que les rodea mientras permanezcan en este estado. A Alistair no le gustó nada el rumbo que había tomado la conversación. ¿De verdad resultaba tan peligroso el hecho de que sus almas hubiesen sido intercambiadas? Le molestaba bastante que su cuerpo estuviese en manos de una chica tan desinhibida e inquieta como Jessie, eso era cierto, pero no creía que pudiese pasar nada grave. Además, debía de existir algún modo de revertir los efectos del hechizo. — ¿Y quién querría intercambiar los espíritus de Alistair y Jessie? —Adriana había hecho la pregunta que les faltaba por hacerse. “Tal vez hayan sido Mortis y Vlad.” sugirió Tom, proyectando el pensamiento hacia las mentes de los demás. “Ellos podrían beneficiarse del hechizo al crear inestabilidad en sus poderes.” —La nigromancia afecta únicamente a las almas de los difuntos, por lo que es imposible que ellos hayan logrado llevar a cabo el Intercambio de Ánimas con dos personas vivas—refutó Clarisa—. Únicamente un Shamán puede realizar semejante proeza, aunque no sé qué podría llevarle a ejecutar ese hechizo, ya que ese tipo de hechiceros siempre pide permiso a los individuos sobre los que practica su arte. — ¿Y hay alguna forma de deshacer todo este lío? —preguntó Alistair. —El hechizo sólo puede ser anulado por el mismo invocador que lo realizó—respondió Mayers, logrando que el chico se sintiera igual que si le hubiesen echado un cubo de agua helada—. No te preocupes, muchacho, porque conozco muy bien el estilo de este invocador y sé que se trata del viejo Sandor; un hombre excéntrico y misterioso, pero un buen hombre. Como si acabase de rescatar algún recuerdo perdido en su memoria, Elean miró a Rose y le preguntó: — ¿Sandor no es el hombre al que acudiste cuando…? Alistair se quedó asombrado al ver a su madre asestándole un fuerte codazo al profesor de química, que dejó a medias la pregunta a causa del dolor y de la inesperada pérdida de aire. ¿Podría ser que todavía tuviese secretos de los que no quería hablarle? — ¿Qué vamos a hacer? —le preguntó Jessie a su padrastro—. Tenemos que encontrar a ese Shamán para obligarle a anular el hechizo pero no sabemos donde vive. —Yo me ocuparé de buscarle; puedo recorrer cientos de kilómetros en un día—respondió el dragón. Sus ojos de reptil permanecieron fijos en los dos jóvenes, inmovilizándolos con su fuerza—. Mientras tanto, hasta que logre dar con él y convencerle de que os permita regresar a vuestros respectivos cuerpos, deberéis comportaros como si no hubiese ocurrido nada fuera de lo común y entrenaros para adquirir completo control sobre vuestras habilidades—volvió la mirada hacia Stewart, quien asintió y les pidió a los dos estudiantes que le siguieran. Mientras los demás se preparaban para un nuevo día en su vida cotidiana, Alistair y Jessie acompañaron al profesor hasta el polideportivo. — ¿A dónde nos lleva? —le preguntó el primero a su compañera. —A la sala secreta de entrenamiento—respondió la anteriormente chica, enfadada—. No me apetece nada ponerme a practicar a las siete de la mañana, una hora antes de comenzar las clases. Llegaron al otro extremo del polideportivo, donde el adamante dio un golpe seco a la fría y dura pared de hormigón, descubriendo lo que parecía ser una entrada oculta que daba a unas escaleras. “Esto es algo que no se ve todos los días.” pensó el joven Cassius, siguiendo a Stewart y a Jessie a través de la sombría escalinata. Pero lo más sorprendente no era aquella escalera secreta, sino la gran sala a la que conducía; construida bajo el instituto, debía de abarcar todo el terreno subterráneo correspondiente al emplazamiento del mismo. Curiosamente, había sido construida de tal forma que simulaba un verdadero paisaje de bosques y planicies recorridos por verdaderos ríos. — ¿Qué es todo esto? —preguntó Alistair, asombrado por lo que estaba viendo. —Unas instalaciones que Mayers y Rafael crearon con la intención de formar a los miembros de la O.C.R.S.O. y del escuadrón draconiano—respondió Stewart—. Es un buen lugar para entrenar sin que los humanos se den cuenta. Antes de que Alistair pudiese preguntar nada más, dos inmensas criaturas cayeron del techo y se posaron a su espalda provocando una gran sacudida. Observándolos con temor, se dio cuenta de que no eran seres vivos, sino grandes moles de rocas unidas y articuladas en lo que parecían ser dos golems. Tan perplejo estaba que no se movió al ver que uno de los gigantes alzaba un brazo y se disponía a aplastarlo, siendo salvado por un rápido empujón de Jessie. El brazo del monstruo chocó contra el suelo y abrió un profundo cráter. — ¡El entrenamiento ya ha comenzado, así que pronuncia un hechizo! —exclamó su compañera. — ¡¿Cuál?! — ¡Eso debes decidirlo tú! —los dos estudiantes se apartaron para evitar un nuevo ataque del golem— ¡Un hechicero debe poseer un gran ingenio para saber qué hechizo es más conveniente en cada situación! Alistair trató de recordar todos los hechizos que había presenciado durante la batalla contra Mortis y Vladimir para hallar alguno que le pudiese servir en aquella situación. Justo cuando parecía que el tercer ataque de aquel golem iba a alcanzarle, se decidió por un conjuro cuyos efectos había experimentado personalmente. — ¡Paralysis! Una extraña sensación de cansancio se apoderó de su cuerpo y amenazó con hacerle caer inconsciente, pero había logrado su objetivo: el inmenso puño rocoso se había detenido a escasos centímetros de él. — ¡Hay que tener un gran talento natural para elegir precisamente el peor hechizo posible en esta situación! —exclamó Jessie, apartándolo antes de que el golem se viese libre del hechizo y renovase su ataque— ¡No puedes esperar detener semejante mole con un hechizo tan simple siendo un novato! Calculando la fuerza necesaria que debía aplicar con las piernas, la chica empleó la velocidad del cuerpo de su amigo para esquivar una inmensa roca que el segundo golem les arrojó. Lograron salvarse una vez de una muerte segura, pero Jessie experimentó un dolor atroz a lo largo de todo el cuerpo. El rechazo de los poderes de Alistair hacia su persona resultó ser mayor que el rechazo de sus poderes hacia el joven Cassius. Viendo otras dos nuevas rocas volando hacia ellos y comprendiendo que su amiga no podría evadirlas en ese momento, Alistair recurrió de nuevo a la magia: — ¡Summus repello! — ¡No! —gritó Jessie, pero era demasiado tarde. El cansancio provocado por el primer hechizo se vio agravado hasta convertirse en una verdadera agonía para Alistair, quien se sintió como si se encontrase en la cima más alta del mundo, donde el propio acto de respirar resultaba doloroso. Jamás se había sentido tan agotado, como si sobre sus hombros se hubiese acumulado el peso de los siglos. Alimentándose de su energía, la magia se desató formando una onda expansiva que bloqueó el movimiento de los proyectiles, cuya presión agotó todavía más al ejecutor del hechizo. En medio de aquella extrema situación, el joven Cassius vislumbró de nuevo aquel extraño espacio vacío en el que flotaban las antiquísimas letras griegas, las cuales habían formado el mismo hechizo que él acababa de pronunciar. — ¡Συμμυς ρεπελλo! —gritó a la desesperada, sintiendo que aquellas reverberaban con una fuerza demoledora. Fue como si hubiese desatado el poder de una bomba atómica. Dotada de una fuerza extraordinaria, la onda de repulsión hizo estallar las rocas lanzadas por los golems, que pronto quedaron reducidos a simples escombros. La onda se extendió por toda la sala de entrenamiento, arruinando todo el paisaje allí creado; los cauces de los ríos se perdieron, desbordando la cristalina agua por toda la llanura, arrasada y convertida en un inerte y agrietado desierto. — ¡Eres un insensato, Alistair! —Jessie reprendió a su compañero, quien se hallaba al borde del desmayo— ¡¿Cómo se te ha podido ocurrir forzarte hasta tal punto?! — ¿Puedes echarme la bronca en otro momento, por favor? —el joven Cassius sentía como si tuviese el cráneo bajo una apisonadora—No me siento nada bien. —Te llevaré a la enfermería. De modo que Alistair, ocupando un cuerpo tan esbelto como el de Jessie, se apoyó en el que antes había sido su cuerpo y le permitió a su compañera guiarle durante el trayecto a la enfermería. Sumido en un doloroso silencio, recordó la discusión que había mantenido con la hechicera el día anterior y se sintió avergonzado al comprender lo equivocado que estaba respecto a la magia. —Lo lamento—dijo con debilidad, forzando la voz para que Jessie pudiese escucharle—; lamento lo que te dije ayer acerca de tus poderes. Ahora que sé lo peligrosa que puede ser la magia para los que la utilizan, no volveré a subestimarte. —Dos no discuten si uno no quiere—fue lo único que dijo la joven Hawell, pero Alistair comprendió de inmediato el significado de aquellas palabras: Jessie reconocía que había sido demasiado dura e insensible con él al acusarle de cobarde por no decidirse a hablar con Jane. Siguiendo el consejo de Gladis, Alistair pasó las dos primeras horas de clase en la enfermería, sometido a una curiosa habilidad de la sanadora para inducir al sueño instantáneamente con el contacto físico. Sin embargo, aunque aquel somnífero estaba contribuyendo a recobrar la energía consumida por la magia, no logró suprimir el torrente de imágenes que le estaban mostrando sus sueños, la mayor parte de los cuales seguían teniendo como protagonista a la sombra de ojos rojos, que seguía llamando a Alistair en la oscuridad. De vez en cuando, los sueños cambiaban y la sombra era remplazada por una joven de cabello blanco y piel azulada. Se hallaba encerrada en un tanque lleno de agua hasta la mitad y golpeaba los rígidos cristales en un desesperado intento de escapar, recibiendo como premio una intensa descarga eléctrica originada en un pequeño brazalete que llevaba ajustado a su muñeca izquierda. Justo antes de que los efectos del somnífero se desvanecieran, el sueño le mostró una serie de imágenes incoherentes (un caballo blanco moribundo, cientos de rostros observándole desde las profundidades de un lago desconocido, una espada plateada surgiendo del mismo lago, etc.) y algo que jamás había visto. Se encontraba en el patio de lo que parecía ser un colegio religioso exclusivo para chicas, rodeado por una multitud de alumnas formalmente vestidas que charlaban animadamente, lo que le hizo suponer que se encontraban disfrutando de su hora de descanso. “¿Por qué estaré viendo esto?” se preguntó sin comprender el repentino cambio del contenido de sus sueños, pues aquel no tenía nada de siniestro. Recorrió el patio de piedra grisácea y descubrió a una chica morena de apariencia soñadora que observaba algo o a alguien situado al otro lado de la verja. Siguiendo la dirección de su mirada, una mirada cándida y enamorada, vio a un chico algo mayor haciendo lo mismo que ella. Mantuvieron el contacto visual hasta que una de las profesoras, evidentemente preocupada por la atención que la alumna le estaba dedicando a aquel chico, se la llevó con la excusa de hablar sobre un examen que habían tenido hacía poco. Alistair supuso que no le gustaba la idea de que la chica se relacionara con alguien mayor que ella, y menos si era alguien que podría pertenecer a una banda de moteros que frecuentan los bares de carreteras. “¿Por qué no soñaré que me caigo al vacío como todo el mundo?” se preguntó tras despertar, comprobando que había recuperado toda su energía. Sacudiendo la cabeza con expresión irritada para deshacerse de la molestia sensación que llevaba un rato incordiándole, el nigromante Mortis volvió a concentrarse en la tarea que tenía por delante y observó como uno de los combatientes era derribado por el otro, que aulló y elevó su garrote en medio del griterío del público. Sentado al lado del hechicero, se hallaba el rey Gorik, líder de los troles, seres de gran fealdad pero que poseían una gran fuerza física y una mayor devoción por la batalla y el derramamiento de sangre. —Los hechiceros, que empleáis todo tipo de trampas y artes arcanas para conseguir vuestros propósitos, no podéis llegar a comprender lo placentero que resulta tener la vida de un enemigo en tus manos—le comentó el rey, ordenando a una criada que volviera a llenar la copa del nigromante. —Nuestras artes nos aportan satisfacciones que muchos no llegan a experimentar en toda su vida—Mortis tomó la copa llena del humeante y amargo líquido verdoso, una bebida típica entre los troles, después de haber realizado un simple conjuro para arrebatarle su horrible sabor sin que Gorik se percatase de ello. En medio del campo de batalla, Aorak, el hijo mediano del rey, aprovechó la distracción de su contrincante para derribarle de una potente patada que le rompió las piernas. El público rugió extasiado mientras el príncipe se incorporaba y comenzaba a golpear el cráneo del contrincante con su maza, rompiéndole los huesos y bañando el suelo con la sangre derramada. — ¡Muy bien! —bramó su padre, cuya voz se escuchaba incluso por encima del griterío general. Orgulloso por la actuación de Aorak, le dio a su invitado un amistoso puñetazo en el hombro, que no se dislocó de pura suerte— ¡No podía esperar menos de él! —Ha dejado claro que no se puede subestimar el poder de vuestro linaje—corroboró Mortis, irritado por el dolor de oídos que le estaban ocasionando los rugidos de la tribu—. Majestad, me pregunto si podría dedicarme unos minutos de su tiempo para tratar un tema crucial. El hechicero oscuro debía considerarse afortunado, pues el rey, claramente alegre por la victoria de su heredero, le concedió su petición sin dudarlo ni un instante; de no haber sido así, su malhumor le habría vuelto muy poco receptivo a la propuesta que tenía que hacerle. Incorporándose y realizando una veloz reverencia ante el vencedor del combate, siguió al gran troll hasta su guarida, una inmensa gruta situada a los pies de una de las muchas montañas pertenecientes a la cordillera de los Andes. No se trataba ni mucho menos de una estancia lujosa, pues los troles no eran avariciosos en lo que a joyas se refería. La tradición de aquellos seres amantes del conflicto estipulaba que los vencedores tenían derecho a quedarse con las pertenencias del perdedor, y la cantidad de posesiones adquiridas a través de las batallas definía el estatus social de cada trol, lo que determinaba el éxito a la hora de encontrar pareja. — ¿De qué querías hablarme, Mortis? —le preguntó el rey mientras se sentaba en un trono construido con los huesos de sus enemigos y rodeado de los objetos de los caídos— Lo cierto es que me extrañé mucho al verte aparecer ante las puertas de mi reino, ya que corrían rumores de que habías muerto al finalizar la Era oscura. —No es tan fácil acabar conmigo, majestad—replicó el hechicero, examinando todos los objetos que Gorik había acumulado con el paso del tiempo. — ¿Y de qué deseabas hablarme? Mortis sonrió; al fin podía ir al grano. — ¿Recordáis a Fenrir, el rey lobo? El furioso brillo de los ojos del trol y el crujido de sus grandes nudillos respondieron afirmativamente a la pregunta. Sedientos de poder y llevados por la perspectiva de una cruenta guerra, los troles, guiados por Gorik, participaron en la Era oscura junto con los demás seres que deseaban aniquilar a los humanos. A pesar de su fuerza y su ferocidad, fueron fácilmente derrotados por Fenrir y su ejército de seres lobos y se vieron obligados a ocultarse en las profundidades de las montañas dejando atrás a un gran número de compañeros caídos; Morag, esposa de Gorik, y Hornak, primogénito y primero en la línea de sucesión, fueron dos de las muchas víctimas que sufrieron. — ¡Jamás olvidaré el juramento que hice de vengarme de Fenrir por la muerte de mi esposa y mi hijo! —gritó el rey, tomando una roca del suelo y aplastándola con una sola mano. Algo más tranquilo, añadió—: Por desgracia, Fenrir es más poderoso que yo y no tiene ningún punto débil que pueda aprovechar. Además, hace muchos años que no da señales de vida. —Creo que le alegrará saber que yo he descubierto una forma de hacerle pagar por lo que hizo—Mortis disfrutó del efecto que sus palabras ejercieron sobre el trol, cuyos pequeños ojos oscuros se abrieron de la sorpresa—. En los últimos de la Era oscura, Fenrir cayó preso de los encantos de una…humana. — ¿Estás intentando tomarme el pelo? —le preguntó Gorik, quien encontraba extraño que un ser tan orgulloso como Fenrir se hubiese dejado seducir por un ser tan inferior. —Sería un insensato si tratase de hacer semejante tontería—le aseguró el nigromante mientras se desabrochaba la túnica y le mostraba la cicatriz que Alistair le había dejado durante su último encuentro—. Recibí esta herida en una batalla contra el hijo de esa aberrante relación. Fenrir tiene un hijo, que también es un punto débil perfecto para hacerle experimentar el dolor de perder a un ser querido, el mismo dolor que usted ha estado sufriendo desde que perdiera a su esposa y a su primogénito. El trol soltó una serie de sonidos guturales que hicieron vibrar las sombrías paredes de la gruta, riendo de satisfacción por la nueva. Continuó carcajeándose e imaginándose las cosas horribles que le haría al vástago del rey lobo hasta que se vio interrumpido por la repentina aparición de Aorak, que se había escaqueado a escondidas de las celebraciones y había escuchado la conversación entre su padre y el nigromante desde las sombras. — ¡Padre, permita que sea yo quien se ocupe de ese híbrido! —suplicó al mismo tiempo que se arrodillaba ante Gorik— ¡Permita que sea yo quien vengue la muerte de mi hermano! — ¡Ni hablar! —negó el rey rotundamente— ¡Ya perdí un hijo y no pienso arriesgarme a perderte a ti también! —Su padre tiene razón, alteza—intervino el hechicero, manipulando la situación para su propio beneficio—, pues sé que hay otros seres oscuros protegiendo al hijo de Fenrir. Sin embargo, si se llevara a algunos de vuestros guerreros más leales y fuertes, tendríais la oportunidad de aislarle y de enfrentaros a él cara a cara para vengar la muerte de su hermano. Aorak miró le lanzó una mirada suplicante a su padre, que reflexionó acerca de la conveniencia de enviar al príncipe a llevar a cabo tal tarea. A pesar del peligro potencial que implicaría para su hijo, debía reconocer que matar al hijo de Fenrir haría que su linaje fuese recordado por siempre, lo que favorecería la supervivencia del mismo; ninguno de sus descendientes tendría problemas para encontrar pareja ni para guiar al pueblo. —Que así sea—declaró tras considerarlo durante unos minutos. Deseoso de demostrar su valía, Aorak abandonó la estancia de su padre para seleccionar a los mejores guerreros. Mortis, por su parte, satisfecho por el desarrollo de los acontecimientos, se cubrió completamente con la capa y desapareció convirtiéndose en una corriente de humo negro para reunirse con Vlad.
A ver... de este no sé ni que decir xD. No porque sea mal capi, sino porque estos días he tenido el cerebro medio seco (a veces me detengo a pensar cuanto es 2+2 antes de responder). Ahora, a lo que importa: Ha de haber sido intenso despertar en el cuerpo de alguien más (sobretodo si te peleaste con ese alguien el día anterior xD). Evocaste una manera muy chistosa ese descontrol de sus poderes (pobrecitos ese ciclista y esa puerta xD). .i. O: Alistair es un cascarrabias *Feel like Mr Obvious*, bueno, al menos ahora ya no tendrá razones para desvestir a Jessie con la mirada nunca más (si es que lo hacía). Ahora veo que Mortis va en serio, apenas pueden controlar sus poderes, y les va a enviar un grupo de troles (que por cierto, son una buena adición), que parecen medio espartanos.
Capítulo 11.Cada uno en su elemento. Oscuros vientos de cambio. Tras haber sido examinado por Gladis y haber recibido permiso para abandonar la enfermería, Alistair se reunió con sus compañeros a la hora de descanso, extrañándose al no encontrar a Jessie con ellos. “¿Cómo te encuentras, Alistair?” el pensamiento proyectado por Tom parecía tembloroso, como si el mentalista estuviese nervioso por algo. —Dos horas de sueño ininterrumpido me han devuelto toda la fuerza—respondió el joven Cassius, cuyo estómago se quejaba ruidosamente—. ¿Dónde está Jessie? A pesar del hambre que sentía, no pudo evitar darse cuenta de que sus amigos intercambiaban miradas inquietas y titubeaban. —Está…allí—Lorena señaló la mesa que había comenzado a frecuentar Jane, que charlaba amenamente con Jessie pensando que se trataba de Alistair. “¡¿En qué estará pensando esa idiota?!” pensó con tanto furor que hizo caer a Tom de la silla. Se incorporó bruscamente y se dirigió a pasos agigantados hasta la mesa para mantener una pequeña charla con la hechicera, que parecía estar haciendo todo lo posible por hacer sonreír a Jane. — ¿Podemos hablar, Alistair? —le preguntó, al borde de los nervios por la incapacidad de la joven Hawell de mantenerse al margen de los problemas de los demás. Su actitud debía de haber sobresaltado a Jane, que miró a los dos amigos alternativamente. Algo parecido a una chispa de comprensión brilló en sus ojos azules. —No querría que pensaras algo equivocado, Jessie—se apresuró a disculparse—; únicamente estábamos charlando. Tanto Alistair como Jessie, cada uno abriendo la boca del otro, quedaron asombrados al comprender que la chica más popular del instituto pensaba que ellos eran pareja. En opinión del ser lobo, atraído por la chica desde el primer momento en que la vio, la idea era tan absurda que le daban ganas de echarse a reír simplemente al pensarla. —Sólo quiero hablar con este idiota a solas por no haberme entregado su parte de un trabajo de literatura—se apresuró a mentir, pues Jessie realmente parecía sentirse culpable ante la posibilidad de causar problemas en una relación—. Ven conmigo, cabeza de chorlito. Bajo la atenta mirada de los demás estudiantes (la de Oliver brillaba del furor que sentía por ver a Alistair tan cerca de la que había sido su novia), Alistair arrastró a la chica encerrada en su cuerpo al pasillo para poder increparla con total libertad. —Sólo intentaba darte un empujoncito en la dirección adecuada—se justificó Jessie antes de que pudiese decir nada. — ¿Y quién te ha pedido que me ayudes? —le preguntó Alistair, furioso— ¿Alguien te ha nombrado mi celestina oficial? —Jane no se fijará en ti si no das ningún paso—afirmó su compañera con sabiduría—, que es lo que he hecho yo: animarla en los momentos difíciles. A partir de ahora, te considerará un amigo y confidente, lo que permitirá que paséis más tiempo juntos y propiciará que ella te vea de una forma distinta. Aunque sabía que las intenciones de la hechicera eran buenas, Alistair no pudo evitar sentirse humillado por el hecho de tener que tratar con Jane siguiendo los consejos de una persona ajena. Trató de replicar que no necesitaba su ayuda, pero la imagen de un pequeño pájaro de origami acercándose a ellos mediante veloces aleteos de sus pequeñas alas de papel le dejó sin palabras. — ¿Está hechizado? —le preguntó a Jessie, que había extendido sus manos para tomar el papel. — ¿Has visto alguna vez un trozo de papel que vuele sin que haya la más ligera brisa? —la hechicera desdobló el papel y leyó el mensaje en voz alta—:>>Reuniros conmigo al final de las clases en el almacén en el que luchasteis contra Mortis; debemos hablar. Sandor. << Soltó una maldición y dejó caer el papel al suelo, pues la nota había comenzado a arder en el preciso instante en que la chica pronunció el nombre del invocador. — ¿No es el hombre del que nos habló Mayers esta mañana? —preguntó Alistair, emocionado al descubrir que aquella citación provenía del responsable del Intercambio de Ánimas que les había metido en semejante lío— ¡Eso significa que podremos preguntarle los motivos por los que nos ha hecho esto y obligarle a romper el hechizo! —se extrañó al ver que el rostro de Jessie, su propio rostro, reflejaba una evidente y sombría preocupación— ¿Qué te ocurre? —Creo que no deberíamos reunirnos con ese hombre—replicó la hechicera—. Es más que probable que se trate de una trampa. — ¡¿Es qué te has propuesto hacerme la vida imposible?! —exclamó Alistair, pillando por sorpresa a Jessie con su reacción— ¡Vamos a reunirnos con Sandor te guste o no! — ¡¿Y no te importa poner en peligro nuestras vidas sólo por la mínima posibilidad de recuperar tu cuerpo?! —le preguntó Jessie, acalorada. — ¡No! —declaró Alistair con rotundidad. La discusión se vio apagada por el estruendoso repicar del timbre que indicaba el final del descanso. Plegando las inmensas alas membranosas a su cuerpo, el rey dragón se sumergió en el mar de nubes que había estado sobre volando desde que abandonara Phoenix para ocultarse de las miradas indiscretas de los pasajeros del avión que volaba por aquella zona. Cuando estuvo seguro de que el peligro había pasado, volvió a elevarse y continuó su veloz vuelo en busca del invocador, que le había conducido hasta las proximidades de la gran cordillera del Himalaya. —Premio—susurró al ver un templo situado en su base cuando descendió para inspeccionar el terreno. Dejó de batir las alas y permitió que el peso de su enorme cuerpo le guiase a la tierra, ralentizando su caída gracias a las fuertes corrientes de aire que frecuentaban el lugar. Sandor, que había percibido la energía de la bestia, abandonó la calidez del templo y apareció en lo alto de las escaleras fumando su habitual pipa de espuma de mar. —Ha pasado mucho tiempo, Maximillion—comentó el invocador mientras Mayers, molesto por escuchar su verdadero nombre, se ocultaba bajo su forma humana y se acercaba para hablar con él—; no nos veíamos desde el final de la Era oscura. —Fuiste tú el que desapareció sin dejar rastro—le recordó el dragón—, pero parece que has salido de tu letargo espiritual después de estos dieciséis años. ¿A qué se debe que hayas tomado tal decisión? Sandor exhaló pequeñas nubes de humo blanco con forma de irregulares anillos antes de responder: —Porque es necesario. Sé muy bien para qué has venido, Mayers, y puedo asegurarte que tengo una buena razón para haber empleado el Intercambio de Ánimas sobre tu ahijada y el joven descendiente del rey lobo; requieren poder y conocimiento sobre la fuerza de las especies a las que ambos pertenecen para tener la oportunidad de sobrevivir a lo que se avecina. Mayers no se sorprendió al descubrir que Sandor sabía que el hijo de Fenrir estuviese estudiando en su instituto, pues el Shamán siempre había demostrado ser capaz de manejar una gran cantidad de información de una forma que nadie más podía hacer. —Desembucha—le exigió mientras se sentaba en el peldaño más alto de la escalera. —Tus instintos parecen haberse debilitado por el tiempo que llevas dirigiendo ese instituto para adolescentes, pero yo sí soy capaz de sentir los cambios de la naturaleza—comentó Sandor, sentándose a su lado—. No me he encerrado en mi propio mundo como tú piensas, rey dragón, sino que he estado observando las señales que indican que esta paz sólo es un periodo de calma entre dos tormentas. — ¿De qué hablas? —le preguntó Mayers, instándole a que fuese directo al grano. A pesar de que tenía el mismo aspecto que hacía dieciséis años, el cansancio reflejado por el rostro del invocador dio la impresión de que había envejecido de golpe. —Los susurradores están volviéndose cada vez más activos, robando tantas almas que casi han alcanzado el nivel de peligrosidad que representaron para los humanos, que no son capaces de ver más que las noticias de gente desesperada que se suicida o que yace moribunda sin ninguna oportunidad de salvación, durante la Era oscura; ya han robado decenas de almas a personas de los países más desfavorecidos aprovechándose de su sufrimiento. >> Han llegado noticias de numerosos incendios que han tenido lugar por diversos países de Europa. Aunque las autoridades piensan que no hay ninguna relación entre esos accidentes, lo cierto es que han sido provocados por los felion, los adoradores del fuego, que también han llevado a cabo sacrificios humanos. << — ¡Eso es imposible! —le interrumpió Mayers— ¡Mis ancestros se aseguraron de que esa gente no hiciese ningún daño a los humanos! —Tú eres el último de tu especie, Maximillion, desde que Eos exterminase a los demás dragones durante la guerra, por lo que los felion ya no consideran que el tratado deba mantenerse—replicó el Shamán con pesar—. Además de todo lo que he dicho, Valtrax, el soberano de los doxys, clama venganza contra los humanos por la masacre de la tribu de Canadá. — ¿Qué significa todo eso? —Significa que tendremos que enfrentarnos una vez más a los horrores de la Era oscura—respondió Sandor tras expulsar otra bocanada de humo—. Fenrir ha comenzado a movilizar sus tropas y ha establecido contacto con Rycorn, el líder de los chímaira, que también ha iniciado el envío de mensajeros a todos los miembros de su especie. Un escalofrío recorrió la espalda del rey dragón, pues la idea de que Eos, la personalidad en torno a la cual se reunieron todos aquellos seres oscuros que deseaban acabar y someter a los humanos, pudiese renacer estremecía hasta lo más profundo de su ser. Aquella mujer, conocida como la Estrella Caída, había condenado a su especie y había arruinado miles de vidas por su ambición y su enfermizo odio hacia los humanos; el demonio era un santo comparado con aquella tenebrosa hechicera. —Serías un insensato si no tuvieses miedo—afirmó el invocador—. He escudriñado el futuro de este mundo y sólo he visto dolor, sufrimiento y muerte. Cuando el timbre de la última clase sonó, Alistair y Jessie tomaron rápidamente sus cosas y abandonaron corriendo el instituto sin despedirse siquiera del resto de los miembros del grupo. A pesar de que Jessie había expresado su preocupación por la posibilidad de que todo aquello fuese una trampa, el joven Cassius ansiaba recuperar su cuerpo no sólo por la incomodidad de que estuviese ocupando el cuerpo de una chica, sino el temor a los poderes de la hechicera; algo que no iba a admitir ante nadie. Continuaron corriendo hasta el derruido almacén desde el que Mortis había operado el derrumbamiento del velo entre los mundos mediante la resurrección de Vlad Draculea, cuyo derrumbamiento fue atribuido a una explosión de gas. Los calcinados y destrozados escombros continuaban allí, amontonados en una pequeña montaña de piedra negra en el centro del perímetro establecido por un cordón policial. — ¿Dónde está el tal Sandor? —preguntó Jessie, malhumorada. —No sé—susurró Alistair, repentinamente ansioso. —Deberías haber hecho caso a tu amiguita y haber ignorado la nota, joven lobo. Surgiendo de una corriente de humo negro, apareció el cadavérico rostro de Mortis, cuya sonrisa burlona dejaba a la luz sus podridos e irregulares dientes. — ¿Te lo dije o no te lo dije? —le regaño Jessie a Alistair, quien se apresuró a asumir su error sólo para que su amiga no le diese la lata, antes de mirar fijamente al nigromante y preguntarle—: ¿Qué es lo que quieres, Mortis? —Cobrar el precio del error que cometisteis al enfrentaros a mí—replicó el oscuro hechicero, saboreando cada palabra. Antes de que ninguno de los dos estudiantes pudiese hacer nada por evitarlo, el nigromante invocó un fuerte vendaval y lo empleó para hacerles caer de espaldas, momento que aprovechó para atacarles con una bola de fuego, que los chicos pudieron esquivar rodando por el suelo. —No parece que hayáis mejorado nada desde nuestro último encuentro—se mofó Mortis mientras frustraba sus intentos por levantarse con un ligero movimiento de sus manos. —La última vez te abrí el pecho—le recordó Alistair, ejerciendo fuerza para librarse de aquella presión que le mantenía inmovilizado en el suelo. — ¡Sólo tuviste suerte, mocoso insolente! —replicó el nigromante, dolido por aquella humillación. Nutriendo sus poderes con la furia que se había apoderado de él, condensó el vapor de agua de la atmósfera hasta crear innumerables cuchillas de brillante y afilado hielo con la intención de eliminar a Alistair. El muchacho gastó una considerable cantidad de energía recurriendo a la magia de Jessie para desviar su trayectoria con un sencillo conjuro escudo. —Parece que no eres capaz de regular la cantidad de energía que requieren los hechizos—observó Mortis; estaba disfrutando como nunca al ver al híbrido en tales apuros. — ¡Dissulto! —exclamó Alistair con toda la fuerza que pudo reunir. Un sonido semejante al de un gong hizo vibrar el aire con fuerza cuando la energía explosiva chocó contra el escudo que el nigromante había invocado en unos segundos sin siquiera cansarse. Satisfecho por la diferencia de poder entre ellos, Mortis llevó a cabo el mismo conjuro explosivo, el cual sólo se vio parcialmente detenido por el intento del joven de crear otro escudo. El resultado fue que Alistair se vio arrojado hacia atrás por la intensa onda expansiva generada por la explosión, que abrió un profundo cráter en la tierra. — ¡Jessie, necesito tu ayuda! —gritó Alistair, agotado a pesar de no haber usado más de tres hechizos. Pero la joven, atrapada en su cuerpo, tenía sus propios problemas; se hallaba rodeada por unos horripilantes seres que debían de haber permanecido escondidos tras la montaña de escombros del antiguo almacén. Aquellos seres oscuros medían como mínimo dos metros y medio y eran extraordinariamente corpulentos, con grandes músculos contrayéndose bajo su piel de color verde fangoso. La mayoría habían formado un círculo en torno a Jessie, que no lograba dar con ninguna abertura en aquella muralla de cuerpos, y un monstruo especialmente grande, evidentemente el líder, que portaba una enorme maza de hierro. Alistair trató de llegar hasta su amiga para rescatarla, pero Mortis le atrapó en un anillo de ardientes llamas; no estaba dispuesto a dejar que nadie más se ocupara del hijo de Fenrir. — ¡Exstinguo! —gritó Alistair. Alimentándose de su energía, el hechizo comenzó a reducir el calor de las llamas, que pronto se vieron revividas por el constante aporte de poder de Mortis. Alistair trató por todos los medios de superar la voluntad del nigromante, pero apenas le quedaban fuerzas y acabó arrodillado ante su sonriente enemigo, que ya saboreaba su victoria sobre Alistair y sobre Jessie; el cuerpo del híbrido no era tan bueno en combate al estar en manos del alma de la hechicera, que estaba recibiendo una gran multitud de golpes sin poder devolvérselas al líder de aquellos monstruos. “Estamos muertos.” pensó mientras Mortis se preparaba para lanzar el último hechizo. Sin embargo, el hechizo final, un rayo de energía oscura, no llegó a impactar en su cuerpo, pues un escudo de una misteriosa sustancia negra se interpuso en su camino. Haciendo grandes esfuerzos por ver qué era aquella sustancia, Alistair comprobó con asombro que se trataba de una masa de letras griegas arremolinadas sin control; la aparición de algo tan extraño sorprendió incluso a un hechicero con tanta experiencia como Mortis, que no parecía estar seguro de lo que tenía que hacer a continuación. Como si otra persona hubiese tomado el control sobre el cuerpo de Jessie, Alistair comenzó a recitar un hechizo en griego mientras algunas de las letras se reorganizaban en largas oraciones: — λό θυε λος εσπιριτυς ηαν χαμβιαδο δεβε ᾳολᾳερ α λα νορμαλιδαδ; θυε λας αλμας δε λος χονφλιχτιᾳος ρεγρεσεν α συς ρεσπεχτιᾳος χυερπος; θυε λας ἅλμας δὲ λος αφεχταδος ρεχυπερεν σῦς ᾳιδας χομο αμιγας. En cuanto concluyó de pronunciar el hechizo, sintió un desagradable empujón en su interior, como si el cuerpo de Jessie estuviese intentando expulsarlo. Pronto comprendió que no equivocaba, pues sus extremidades dejaron de moverse en contra de su voluntad y sus sentidos se volvieron extrañamente agudos. Sentía numerosos golpes y magulladuras por todo el cuerpo y las grasientas manos de los gigantescos seres oscuros empujándole hacia el líder, que blandía su pesada arma con una sonrisa tan horrorosa como la de Mortis. Alzó la mirada y comprobó que Jessie se hallaba arrodillada ante el nigromante, examinando su cuerpo con expresión asombrada. “¡Hemos vuelto a nuestros cuerpos!” pensó, sintiendo la comodidad y la fuerza de su sangre de ser lobo. — ¡Pagarás por lo que tú padre le hizo a mi hermano y a mi madre! —gritó el líder de los monstruos, alzando su pesada maza para aplastarle el cráneo. Eufórico por haber logrado deshacer el hechizo y dotado una vez de la velocidad de los seres lobos, Alistair sacó sus garras y desgarró la carne del brazo con el que el trol sujetaba la maza, que cayó al suelo junto con la apestosa sangre de la criatura. Aprovechando que su rival se sacudía de dolor, se abalanzó sobre el y le asestó un centenar de puñetazos en el pecho; a pesar de la resistencia de los troles, la fuerza del híbrido combinada con su velocidad logró romper las costillas de Aorak y destrozar algunos sus órganos. El agonizante príncipe trató de seguir luchando pero murió a causa de la gravedad de las heridas ante los asombrados espectadores, que echaron a correr por el miedo que les inspiraba Alistair, declarando que el chico había heredado la ferocidad de Fenrir. En lugar de correr tras los guerreros de Aorak, el ser lobo se apresuró a ayudar a Jessie, que había vuelto a ser superada por Mortis tras un duelo de magia bastante igualado. —Muere, patética mocosa—gruñó el nigromante, preparado para atravesar el pecho de la hechicera con un cuchillo que había creado a partir de la tierra. Alistair hizo algo que jamás pensó que haría. Rugiendo como una verdadera bestia salvaje, se abalanzó sobre su enemigo y cerró las mandíbulas en torno su antebrazo con tanta fuerza que sus colmillos serraron por completo todos los tejidos hasta arrancarle la mano. Asqueado, el joven Cassius dejó caer la mano muerta al suelo y observó al hechicero gritando y maldiciendo mientras trataba de detener la pérdida de sangre. — ¡Me las pagarás, chucho apestoso! —exclamó con ojos enloquecidos de rabia, comenzando a desvanecerse— ¡Ten por seguro que todos vosotros y los humanos lo pagaréis muy caro! ¡No me detendré hasta acabar con vosotros! Y desapareció en un torbellino de humo negro mientras los dos amigos se derrumbaban de puro cansancio.
excelente!!! duelo aunque estoy acostumbrado a que se les haga sufrir mas alas victimas del ''viejo cambalache'' ,mmm varios nombres se mencionaron aqui creo que se pondra mas interesante XD XD XD,bueno sospecho que no fue el buen dalay,debio ser ese extrano ente que los ayudo laultima vez
OwO! Ya viene lo mejor. Ya veía venir esta trampa. Y he descubierto la razón por la que Sandor posee tanta información (los humanos no podrían ver tantas cosas sin ser detectados, pero las almas sí xD). ¿El último dragón? Uhh..., yo que esperaba ver otro :( ; pero las batallas no dejan de ser emocionantes :D. Me pregunto qué clase de ser será Rycorn, y qué tan grande será el poder de una hechicera capaz de eclipsar al Demonio DX. Esas letras griegas... ¿Qué tendrán que ver? Si aparecen siempre en momentos críticos, y hasta de escudo sirven. O_O! That's the power of the Fenrir son. ¡Mwajajajaja! Ahora veremos cómo apuñalará gente sin su preciado brazo >: ) El capi a estado lleno de acción y unas buenas pistas que dan ganas de tragarse el siguiente capi apenas aparezca.
Capítulo 14.Atentado contra la pura inocencia. Un personaje legendario. Después de que Mayers, advertido por Sandor sobre el peligro que corrían sus estudiantes, regresara y pusiera a salvo a los dos jóvenes inconscientes, las cosas volvieron a lo que podía llamarse la situación más normal posible. Mortis, nuevamente herido y humillado por Alistair, no dio señales de vida en los dos meses siguientes, por lo que el joven Cassius pudo disfrutar de algo parecido a una vida anterior al descubrimiento de sus orígenes. Les había tomado cariño a sus compañeros y, al comprobar que Jane tenía muy buena opinión de él y que se acercaba para mantener amistosas charlas, ya no discutía con Jessie cada vez que la misma se decidía a aconsejarle, sino que trataba de seguir sus consejos lo mejor que podía. Jane pronto comenzó a relacionarse con los demás miembros del grupo, que parecían satisfechos por las caras que ponían Oliver y sus compañeros cuando la chica se unía a ellos durante los descansos. —Odio la química—afirmó Adriana al finalizar un pequeño examen especialmente complicado. — ¿Hay alguna asignatura que no odies? —le preguntó Jane mientras caminaban por los pasillos para dirigirse a su próxima clase. —El almuerzo—replicó la chica velocitas, y los demás estallaron en carcajadas, con la excepción de Alistair, que lucía preocupado. — ¿Qué te ocurre? —le preguntó Lorena. —Nada—se apresuró a mentir el muchacho. Lo cierto es que no había prestado mucha atención al examen, pues estaba más preocupado por los extraños sueños que le habían estado acosando desde hacía semanas; no dejaba de preguntarse si era normal que cada uno de los sueños estuviese relacionado con los anteriores del mismo modo que los capítulos de una larga historia. La sombra ya no era la única protagonista de aquellos siniestros sueños; compartía el papel central con los dos jóvenes que se veían a escondidas de los padres de la chica, dos individuos profundamente tradicionales. A todo eso había que añadir las incoherentes imágenes que visualizaba entre unos sueños y otros, repitiéndose constantemente como si quisieran advertirle de algo. Alistair comenzaba a pensar que tal vez estuviera perdiendo el juicio, pues los sueños habían ido empeorando desde que deshiciera el hechizo del Intercambio de Ánimas durante la batalla contra Mortis; cada vez que lograba escapar de los sueños y volver a la realidad, se encontraba luchando contra el lacerante dolor en el pecho que le atormentaba a pesar de no haber heridas visibles. —Problemas—susurró Lorena, deteniéndose ante un grupo de alumnos que cuchicheaban y contemplaban un espectáculo desagradable. Interrumpiendo el hilo de sus pensamientos, Alistair contempló con furor como Oliver y sus amigos martirizaban a una alumna más joven que ellos jugando a pasarse uno de sus libros (un diario, para ser más exactos) mientras la chica trataba inútilmente de recuperarlo. Dio un paso para enfrentarse a ellos, pero Jane se le adelantó y se acercó a su ex-novio con pasos firmes y con una expresión desafiante en el rostro. — ¿No puedes dejar de comportarte como un energúmeno ni por un segundo, Oliver? —preguntó sin prestar atención a las miradas de los curiosos. —No creo que esto sea asunto tuyo, Jane—replicó el abusivo muchacho, deteniendo temporalmente el juego para observar a la chica con ojos brillantes de rabia. —Pero sí crees que tienes derecho a meterte con otras personas cada vez que te venga en gana, ¿verdad? —Jane alzó la voz, animada por los murmullos de asentimiento que se escuchaban a su alrededor. — ¡Déjame en paz, estúpida zorra! —exclamó Oliver, completamente harto. “Eso sí que no se lo voy a consentir.” pensó Alistair mientras se arremangaba y se aproximaba con toda la intención de mantener una buena pelea con aquel abusivo estudiante. Antes de que el muchacho pudiera satisfacer su deseo de darle un puñetazo, el profesor Elean apareció en medio del tumulto e instó a los alumnos a que se dieran prisa en dirigirse a sus siguientes; le lanzó una severa mirada a Oliver, que se apresuró a devolverle a la chica su diario y a marcharse tras mostrarles a Alistair y a Jane una mueca de desprecio. — ¿Estás bien? —le preguntó Alistair a la exaltada chica mientras continuaban su camino a la clase. —Sí, pero cada vez me cuesta más comprender cómo pude ser su novia—replicó Jane con una triste sonrisa. Alistair intercambió una mirada cómplice con Jessie, que le guiñó un ojo y le indicó que emprendiera acciones directas antes de que comenzara la clase. Reunió todo el valor que pudo y se decidió a seguir el consejo de la hechicera. —Jane, tal vez no sea el momento más propicio, pero me gustaría saber si…tú querrías venir conmigo al cine…esta noche—le propuso a Jane. Sintiéndose como si se hubiese tragado una estufa eléctrica, cruzó los dedos disimuladamente y aguardó la respuesta de la joven Tweth, cuyo rostro estaba tan rojo como debía de estarlo el suyo. La desagradable sensación que se había apoderado de su estómago desapareció en cuanto vio la sonrisa de Jane, cuyo asentimiento hizo que el joven tuviese la impresión de que podía echarse a volar en cualquier momento. Dejando atrás la discusión con Oliver, se dirigieron a la clase de francés mucho más animados que de costumbre. — ¿Es cierto todo lo que me dijo Sandor, Rafael? —le preguntó Mayers al líder de la O.C.R.S.O., con quien había establecido comunicación a través del ordenador de su despacho. El joven líder suspiró; a pesar de la juventud a la que le había condenado el tempsit, su rostro mostraba el mismo cansancio que el de un anciano. —Lo cierto es que últimamente han estado ocurriendo accidentes muy desagradables—se apresuró a responder ante la insistencia del irritado dragón—. No hay ninguna duda de que los felion se han ido volviendo más agresivos con el paso de los años; no sólo han provocado todos esos incendios, sino que parecen estar implicados en algunas desapariciones sin resolver. Los diferentes gobiernos han tenido que utilizar todo su poder sobre los medios de comunicación para asegurarse de que nadie sepa la verdad de estos acontecimientos. “De modo que Sandor no se equivocaba.” pensó Mayers—. ¿Y qué me dices de los susurradores? —Como bien sabes, los susurradores pueden presentarse ante los humanos y revelarles sucesos del futuro a cambio de sus almas. Sin embargo, tenemos constancia de que últimamente han estado robando almas sin otorgar esos regalos; se están volviendo cada vez más agresivos y difíciles de controlar. >> La actitud de Valtrax es también un problema. De no ser por los snex, los doxys habrían seguido viviendo al margen de los seres humanos, pero la cruel destrucción de la tribu de Canadá ha despertado en ellos una ira inextinguible. Aunque nos estamos esforzando por comunicarnos pacíficamente con ellos, sólo claman venganza y la ejecución de los culpables; si no obtienen sus objetivos, mucho me temo que no dudarán en volverse contra todo ser humano. << — ¿Y qué me dices de Gorik? —le preguntó Mayers, todavía indignado por el hecho de que el rey de los troles enviara a su hijo a matar a Alistair y Jessie. —Los troles siempre han sido un caso perdido por esa afición a la sangre y la guerra, pero la situación ha empeorado tras la reciente muerte de Aorak. De hecho, he tenido que enviar agentes especiales a la cordillera de los Andes para exterminar a algunos soldados de Gorik que se estaban dedicando a matar a cualquier persona que pasara cerca de su territorio—comentó el tecno, frunciendo el entrecejo al hablar de una especia que, en su opinión, no debería existir—. No obstante, hay algo que me preocupa todavía más que todas esas criaturas; algo mucho más preocupante. Mayers trató de no mostrar lo nervioso que le había puesto aquella última frase. ¿De verdad podía haber algo más horrible que todo lo anteriormente expuesto? —He recibido un comunicado de la reina de los Áes Shíde, Annwyn—añadió Rafael tras un tenso y dramático silencio. — ¡¿Cómo dices?! —exclamó el dragón, incorporándose tan violentamente que derribó su sillón— ¡Tienes que estar tomándome el pelo! ¡¿A santo de qué ha decidido ponerse en contacto con la organización?! —Según parece, Cyrene, una ondina, desapareció hará dos meses sin dejar rastro. Se trata de un suceso que ha perturbado la armonía del pueblo de las hadas, y Annwyn sospecha que los snex son los responsables de la desaparición de la joven; me ha asegurado que desatará toda su furia sobre la especie humana si no logramos dar con ella—le explicó Rafael con gran amargura—. Los vínculos de familia y amistad entre los Áes Shíde son demasiado fuertes como para no reaccionar violentamente ante tal afrenta. —Pero no tienen ninguna prueba de que hayan sido los humanos, pues los felion son los mayores enemigos de las ondinas—le recordó Mayers—. ¿No se los indicado? —Si le hubiese dicho a la reina que los felion también podrían ser los sospechosos de la desaparición de Cyrene, habría decidido eliminarlos después de acabar con los humanos—replicó el tecno con una sonrisa irónica. Miró su reloj y suspiró—: Debo interrumpir la comunicación. Tengo una reunión con los tempsit, y ya conoces el respeto que sienten hacia la puntualidad. Sabiendo que Rafael jamás olvidaría los problemas que le ocasionó el tempsit contra el que luchó en la Era oscura, el director del instituto le permitió cortar la comunicación; necesitaba tiempo para pensar. Lejos del país, dos sombrías figuras descendían con suavidad unos acantilados tan escarpados que ningún ser humano normal se atrevería a escalarlos. Por supuesto que los dos hombres, más semejantes a dos cadáveres vivientes que a dos vivos, no eran seres humanos, pues se desplazaban con la mitad de sus cuerpos convertidos en un denso humo negro. — ¿Algún día te dignarás a contarme tus planes de antemano? —le preguntó Vlad a su señor— ¿Puede saberse qué tiene de especial esta cueva? —Nada—replicó Mortis con un gruñido; estaba de un humor de perros desde que perdiera la mano derecha por culpa de Alistair—. Lo único especial que hay en esta cueva es lo que vive en ella. — ¿Y qué se supone que es lo que vive aquí? —Enseguida lo verás. Los dos nigromantes se posaron lo mejor que pudieron en la húmeda roca negra de la entrada de la gruta, que se abría ante ellos como si se tratase de las grandes fauces de un animal. Al comenzar a adentrarse en la oscuridad, pudieron sentir la presencia de un antiguo poder de naturaleza tan oscura que resultaba difícil de creer que hubiese una criatura viviendo en aquel lugar. A pesar del deseo de salir corriendo y del resbaladizo terreno, Vlad mantuvo su distinguido caminar y siguió a Mortis a lo largo del inmenso túnel intentando no sobresaltarse por el sonido de las gotas que se filtraban por el techo y chocaban contra el suelo. La ruta les llevó hasta una amplia caverna subterránea cuyas paredes presentaban antiguos textos escritos en la elegante caligrafía griega. — ¿Qué es ese sonido? —preguntó el revivido conde a Mortis, concentrado en el extraño silbido que se escuchaba por encima de la caída del agua. El nigromante, más contento de lo que había estado en las últimas semanas, señaló la zona más profunda de la cueva, donde una enorme figura comenzaba a desenroscarse y a deslizarse sobre la húmeda roca. El destello de dos brillantes ojos amarillos advirtió a los dos hechiceros a tiempo para que pudieran desviar la mirada y evitar la muerte fulminante que los dos espejos de la bestia causaban a todos aquellos que se viesen reflejados en ellos. — ¿Qué os ha llevado a perturbar mi descanso? —les preguntó la serpiente, azotando el aire con su lengua bífida. —Hemos venido para pedir tu ayuda, rey de las serpientes—respondió Mortis a la vez que se arrodillaba ante el basilisco y obligaba a Vlad a hacer lo mismo—. Tengo la intención de asestar un poderoso golpe contra mis enemigos, pero necesito el poder de tu veneno para poder llevarlo a cabo. —El unicornio es un ser de enorme poder sanador y es prácticamente invulnerable a todas las dolencias, tanto mundanas como mágicas—reconoció el basilisco, que había comprendido los propósitos del hechicero—. Mi veneno es una de las pocas sustancias que pueden causarle un daño severo. El caso es que esa criatura está muy ligada al equilibrio del mundo; su muerte desatará grandes males sobre la tierra. — ¡Creo que estarás de acuerdo conmigo en que este mundo ha quedado corrompido por culpa de los humanos, que ahora se creen los más grandiosos de todos los seres vivos! —exclamó Mortis, impaciente por llevar a cabo su nuevo plan— ¡Ha llegado la hora de que los seres oscuros les hagamos bajar de las nubes y recuperemos la supremacía que una vez poseímos! Miró fijamente a la enorme serpiente, levantando el rostro lo justo para verla partiendo uno de sus colmillos contra una roca; tomó el afilado colmillo rezumante de veneno mientras el basilisco lo sustituía al instante. —Ya sabes qué hacer, nigromante—siseó, arrastrándose hasta quedar oculto en la oscuridad. Habiendo obtenido un colmillo de basilisco, los dos hechiceros se desvanecieron y reaparecieron en medio de un frondoso bosque situado en el norte de Inglaterra. Vlad, irritado por no estar al tanto del plan de su maestro, trató de derribar un árbol con un certero puñetazo, pero Mortis le detuvo con un pequeño hechizo paralizador y le lanzó una severa mirada. —No molestes a los árboles—le ordenó misteriosamente. Caminaron a través de aquel bosque, más espeso de lo que eran los bosques normales de escocia (lo que daba a entender que se hallaba en un plano diferente de existencia que ocupaba la misma localización geográfica), hasta llegar a un extenso lago de agua cristalina. “Ahí está.” pensó Mortis con una mueca de satisfacción. Galopando a través de las zonas menos profundas del lago y disfrutando del frescor que le transmitían las salpicaduras, se hallaba uno de los seres más hermosos que podían existir. Con las largas crines plateadas ondeando al suave viento y el magnífico cuerno destellando bajo la luz del sol otoñal, el unicornio se dedicaba a retozar y disfrutar de la paz de aquel lugar sin presentir la amenaza. El nigromante sostuvo el colmillo del basilisco en la palma de la única mano que le quedaba y murmuró un corto hechizo, haciéndolo levitar con lentitud ante sus ojos. Después, pronunciando una única palabra en latín, lo arrojó contra el unicornio, que cayó al suelo en cuanto el colmillo atravesó la carne. —Ya está hecho—comentó, encantado de escuchar los relinchos de dolor que soltaba el unicornio, cuyo cuerpo y alma comenzaban a ser corrompidos por el veneno del basilisco. — ¿El qué? —le preguntó Vlad, incapaz de comprender lo que acababa de ocurrir. Mortis señaló un grupo de plantas medicinales que crecían entre las raíces de los árboles que rodeaban el lago, que se iban pudriendo poco a poco al mismo tiempo que el veneno de la serpiente recorría el torrente sanguíneo del unicornio y consumía su vida. —El unicornio es el responsable de que los humanos posean la capacidad de autocuración, de aprovechar las plantas medicinales en sus tratamientos y de ejercer la medicina—explicó el satisfecho hechicero mientras los árboles, furiosos por aquel atentado contra el unicornio, se agitaban con violencia a su alrededor. Las ensoñaciones que Alistair, eufórico por el hecho de que fuese a tener una cita con Jane, tenía se vieron interrumpidas por un agudo dolor en el pecho cuyo origen desconocía. Sospechando que podría tratarse del efecto de algún hechizo, miró a sus compañeros y se asombró al ver que todos tenían muy mala cara, incluso los humanos. Hasta la profesora de literatura había palidecido y se había sentado para no derrumbarse ante los ojos de los estudiantes. “¿Qué está ocurriendo?” le preguntó a Tom, que dirigió la pregunta al resto de los miembros del grupo. “Es como si todos nos hubiésemos puesto enfermos de repente.” declaró Lorena con cierta dificultad, pues parecía muy concentrada en no vomitar. El doloroso silencio en el se había sumido la clase se vio interrumpido por la repentina entrada de Mayers, cuyos ojos brillaban por la alarma. A Alistair le extrañó que el director no aparentase sentirse mal, pero se le ocurrió que aquello se debía a la sangre de dragón que corría por sus venas; Jessie le había explicado que los dragones poseían una inmensa fuerza vital y que no se cansaban fácilmente. —Señorita Banks, ¿le importa si me llevo a Alistair y a Adriana para hablar con ellos? —le preguntó Mayers a la profesora, que asintió débilmente. Extrañados, los dos jóvenes intercambiaron una mirada de perplejidad y abandonaron sus asientos para seguir al director hasta el despacho. —El unicornio ha sido atacado—les dijo cuando se sintió lo bastante seguro como para hablar. Adriana se llevó las manos a la boca, abierta de puro horror, mientras Alistair les observaba sin comprender. — ¿Qué es eso del unicornio? —preguntó. —El unicornio es una criatura mágica cuyos poderes permiten a los demás seres vivos, al menos los que nos hallamos ligados a él, curarnos y recuperarnos mental y físicamente—le explicó el dragón, cuyos ojos de reptil brillaban de indignación—. Mortis ha hallado la forma de dañarlo gravemente y ha provocado un nuevo desequilibrio natural que nada tiene que envidiar de la brecha que abrió entre los mundos. >> Es necesario que logremos salvar al unicornio antes de que comencemos a sucumbir a las enfermedades y a las heridas. << — ¿Y no vamos a llamar a los demás? —preguntó Adriana, todavía horrorizada. —Levantaría demasiada sospechas que fuésemos todos los miembros del escuadrón en un día lectivo—replicó el dragón—, de modo que tendremos que solucionarlo nosotros tres; debemos ir a Escocia. — ¡¿Escocia?! —exclamó Alistair, perplejo. La velocitas comprendió su papel en todo el asunto y se apresuró a tomarles de las manos. Justo antes de desaparecer y surcar el espacio, el joven Cassius pudo oír el sonido de dos coches, cuyos conductores habían caído en un profundo coma, chocando y el sonido de una tos muy intensa. La cosa era mucho más seria de lo que parecía; en el poco tiempo que duró el viaje, los hospitales se vieron desbordados por los extraños casos de recaídas y las muertes de personas cuyas dolencias normalmente no habrían acabado en semejante resultado. Aparecieron a las orillas de un gran lago que Alistair ya había visto en uno de sus sueños, a seis metros de distancia de un grupo de personas, quienes estaban tan preocupadas en observar algo que respiraba agitadamente en el suelo que no se dieron cuenta de su llegada. Al acercarse, el joven estudiante descubrió que no eran humanos, pues sus rasgos eran increíblemente finos y delicados y las orejas eran puntiagudas; las más jóvenes entre las mujeres acariciaban a la moribunda criatura mientras los hombres y las mujeres de mayor edad permanecían algo apartados. —Son elfos—le explicó Mayers, interpretando correctamente su expresión. — ¡Mayers, menos mal que has llegado! —exclamó una anciana pero firme voz. Los elfos se apartaron para dejar paso a un hombre anciano que, por la ausencia de orejas picudas y de rasgos delicados, claramente no era uno de ellos. Alistair llegó rápidamente a la conclusión de que debía de ser un hechicero, pues ciertamente presentaba el aspecto de los típicos hechiceros que aparecían en los cuentos infantiles: un hombre de avanzada edad cuyo sabio rostro se encontraba enmarcado en una larga cabellera blanca y en una trenzada barba grisácea; vestía una extensa túnica de color marrón rojizo y se apoyaba en un cayado de madera en cuyo extremo superior había un cristal incoloro. —Lamento que nuestro reencuentro se dé en estas circunstancias, Merlín—respondió el dragón con una ligera reverencia. Alistair y Adriana se miraron con los ojos abiertos como platos y volvieron a concentrarse en el anciano, que dobló la columna hacia delante para responder a la reverencia de Mayers. ¿De verdad se encontraban ante el legendario Merlín, el hechicero que había servido al rey Arturo, un personaje de los mitos celtas?
OwO! Este capítulo casi hace que me de un ataque de Epilepsia por la impresión. Es sorprendente lo que puede llegar a hacer una amiga tuya después de manejar tu cuerpo por un día xD. No pensé que la relación con Jane mejoraría tanto, pero ella había sido aceptada por el grupo de Alistair desde que supieron que a él le gustaba ella, así que no me sorprende que se junte con mejores personas ahora. Ese Oliver sigue siendo tan inmaduro como siempre... Los bravucones nunca aprenden (al menos hasta que están a punto de morir xD). ¿A quién en sus sano juicio se le ocurre matar a un ser tan especial? Ahora sí ya la c*gaste Mortis. Antes pensaba que seguirte desmembrando sería suficiente, pero mereces que Alistair te deje sin yugular y que Sandor use tu alma para darle vida a un retrete público >: D La nueva Era Oscura está llegando, ¿Cómo van a resolver eso del Unicornio? Y esta es la parte donde el café que me estaba bebiendo se me sale por la nariz: ¿¡Me-me-me-me-MERLÍN!? Esto definitivamente se pondrá interesante para el siguiente capítulo.