PRINCESAS

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por karolrebelde, 3 Mayo 2014.

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    karolrebelde

    karolrebelde Iniciado

    Sagitario
    Miembro desde:
    3 Mayo 2014
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    Pluma de
    Escritora
    Título:
    PRINCESAS
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    1386
    EPÍLOGO


    Nada más despertase noto un dolor punzante en la sien, todo estaba oscuro, se sentía mareada y no se podía mover.

    Le entro el pánico, no sabia dónde estaba, ni qué es lo que había pasado. Descubrió que estaba atada a una silla y además que tenia la boca amordazada, por lo que tampoco podía hacer ningún ruido.

    Necesitaba calmarse, pensar con claridad e idear un plan para salir de allí. No lo tenia fácil, pero nunca se daba por vencida, no estaba en su naturaleza.

    No podía respirar, los recuerdos se agolpaban en su mente, el miedo la paralizaba y notaba como el corazón le latía en la cabeza.

    Debía calmarse, no darse por vencida e idear un plan como la última vez. No podía volver a pasar, no podían volver a hacerla daño.


    Escucho unos pasos, alguien se acercaba. Finalmente abrieron la puerta y una gran cantidad de luz entro en la habitación, haciendo que tuviese que cerrar los ojos para ir acostumbrándose poco a poco. Inspecciono la habitación, buscando una salida, algo que la ayudase a escapar.

    No había ventanas, la única luz entraba por la puerta. Era una habitación pequeña, sucia y con humedades. Las paredes hacía tiempo que habían perdido el blanco que las caracterizaba, las humedades se encontraban en cada esquina, lo que hacía que el aire de la habitación estuviese enrarecido. Notaba la humedad en la nariz, ese olor característico que mezclado con su propio miedo hacía que le costase más trabajo serenarse.


    Una figura vestida de negro se acercaba. Un hombre que en otro tiempo seguramente habría sido atractivo, pero que hoy solo mostraba la huella de la maldad y del paso del tiempo. Su barba poblada, su cara con cicatrices y sus ojos negros trajeron antiguos miedos a la mente de Sandra. Era una prueba de superación, si quería sobrevivir debía encontrar el equilibro, buscar una salida una negociación, algo que le permitiese seguir con vida.

    El hombre se le acercaba y a ella se le terminaba el tiempo, estaba atada, amordazada y con los restos finales de los sedantes todavía en su cuerpo. No había nada en la habitación que poder usar como arma y ella no estaba en las mejores condiciones para iniciar una lucha con alguien era dos veces mas grande que ella.


    El hombre llego hasta donde estaba Sandra, clavando sus intensos ojos negros en los suyos, esbozando una sonrisa que indicaba que había ganado. Sus intenciones estaban muy claras, hacer que ella se replegase en algún lugar de su mente, quebrando su voluntad para poder salirse victorioso. Pero Sandra ya no tenia 16 años y por increíble que parezca había superado todos los miedos infundados que tenia.


    -Vaya, vaya. Pero si la princesita ya se ha despertado. –El hombre le acaricio la mejilla, lo que le produjo un estremecimiento de terror, cosa que al él le pareció muy divertido, pues no pudo reprimir una sonora carcajada. –Bueno corazón, tú y yo vamos a tener una pequeña charla. ¿qué te parece? – le quito la mordaza que llevaba de un tirón, haciendo que soltase un pequeño grito.


    Sandra estaba paralizada, era mucho mas difícil luchar contra el miedo, no solo por ella sino miedo por todas aquellas personas a las que quería.


    -Volvemos a encontrarnos pequeña. ¿De verdad creías que te habías librado de mí? Eres más ingenua de lo que llegue a pensar nunca. Te jure que te encontraría y que te haría pagar por como me dejaste la cara. Además, tienes algo que me pertenece y es hora que me lo devuelvas. La hicimos con mucho amor y casi diría que hasta llegaste a disfrutarlo – El hombre clavaba su mirada en Sandra, mientras le volvía a acariciar la mejilla y el pelo. Su estomago estaba muy revuelto, sentía las nauseas creciendo en su interior, pensando que ese ser podía dar con su preciado tesoro.


    -Sabes que jamás te la entregaré. Está a salvo y nunca le pondrás las manos encima. Me he asegurado de que sí a mí me pasa algo ella este bien lejos –no sabía de donde había salido ese coraje para hablarle así. La última vez no hacia más que sollozar y suplicar. Ahora las cosas eran distintas, se enfrentaría a el costase lo que costase.


    -Sandra, la sangre es la sangre y ni tú ni tu panda de patéticos amigos vais a poder ocultarla de mí durante mucho tiempo. Tú eres especial, pero ella lo es mucho más y si tengo que elegir me quedo con ella por encima de todo. Por lo que veo no te preocupa morir, pero me conoces lo suficiente para saber que lo que te tengo reservado es peor que la muerte. –El hombre la inspiraba terror, sabía de lo que era capaz, pero prefería morir antes que traicionarla. Era especial, nunca la entregaría. –Vas a hablar, sabes que tarde o temprano la encontrare, asique ¿Porque no te ahorras sufrimiento y me lo dices? Prometo que si te portas bien, antes de matarte recordaremos los viejos tiempos. Todas y cada una de las noches he pensado en ti – Ahora estaba detrás de Sandra, acariciándola los hombros y la espalda y eligió ese momento para dejar caer la única lagrima que se iba a permitir. No le iba a dar la satisfacción de verla llorar, pero debía despedirse de la vida que había conocido. Por nada del mundo él la tendría.


    -Nunca la encontrarás, no permitiré que la hagas daño. Esta bien escondida, para que gente como tú no pueda ni pensar en acercase a ella.


    -Vamos a dejar las cosas claras, tarde o temprano me dirás donde la has escondido. Puede ser por las buenas o por las mala, tu decides. Además, la sangre llama a la sangre ya lo sabes.


    Esa frase, gravada a fuego en su mente la hizo quebrarse un poco mas, perder la fingida confianza que estaba construyendo. La sangre llama a la sangre, notas de un miedo profundo ocasionaron que recordase cosas que se había esforzado por esconder en lo mas profundo de su mente. Recordó los gritos, el dolor y la risa de un hombre que la dejo rota por dentro. En ese momento el pánico la inundo, recordando las sensaciones de agonía que sintió y por un solo segundo se quedo paralizada, como en aquella ocasión, sintiendo que no tenia fuerzas para poder defenderse y su mente le pedía a gritos que se refugiase allí como la última vez. Sólo fue un segundo, hasta que recordó que ella ya no importaba, que había alguien por encima a quien había que proteger a toda costa. Saco fuerzas de los recuerdos maravillosos que tenia, recuperándose al dolor psicológico que sufría, venciendo la parálisis del miedo y le dejo claro que no era la misma niña que la última vez. Ahora no podría doblegarla, ya no le temía y era hora de demostrarle que no tenia poder sobre ella.

    Además esa frase tenía un doble sentido. La única sangre verdaderamente poderosa era la suya.


    -Entonces que sea por las malas. –dijo con una gran sonrisa, sabedora de que había vencido. Fue una gran satisfacción poder observar la cara llena de ira de aquél hombre. El hombre que la dejo rota, pero que le dio el regalo más grande que jamás imagino. Un regalo que siempre llevaría en su corazón y por el cual daría su vida sin pensárselo un segundo.


    El hombre le pego puñetazo en la cara, rompiéndole la nariz y haciendo que la sangre empezase a manar de su preciosa cara. La golpeo una y otra vez y ella aunque sentía el dolor que ese animal le estaba causando, se evadió de la realidad, internándose en su mente y rescatando los pocos recuerdos que tenía de ella. Recordó la primera vez que la vio, cuando la sujeto entre sus brazos y la calmo por primera vez, la primera sonrisa, el primer te quiero, y justo antes de que su corazón dejase de latir recordó al hombre que la hizo feliz, al hombre que hizo que su vida tuviese sentido y se dio cuenta de que por ellos merecía la pena morir. Era su misión en la vida, traerla al mundo y no dejar que nada malo le pasara. Era su deber como madre morir por ella.
     
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    karolrebelde

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    Pluma de
    Escritora
    Título:
    PRINCESAS
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Fantasía
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    4743
    CAPÍTULO 1



    Hay una nebulosa en mí cabeza, sólo aprecio niebla a mí alrededor, no puedo ver nada de lo que hay enfrente mía, solo niebla blanca, densa y espesa. Siento las articulaciones congestionadas, caladas por el frio y la humedad.

    Me cuesta respirar por la densidad del aire. Trato de mover las piernas, pero es como si estuviesen pegadas al suelo. Tiro de las rodillas y de los muslos intentando moverme y con dificultad consigo levantar la pierna y dar un paso.

    Sigo rodeada de niebla y comienzo a escuchar susurros a mi alrededor, como si fuesen hojas de los arboles mecidas por el viento.

    Levanto la otra pierna y con mucha dificultad sigo avanzando, pero no tiene ningún sentido, solo hay niebla y soledad, ¿a dónde voy a ir?.

    Los murmullos crecen en intensidad, parece que me hablan, intentan transmitirme algo pero no consigo distinguirlos con claridad.

    De repente todo cambia, la niebla se disipa pero no hay luz, solo sombras y a pesar de que la niebla se ha marchado, el frio y la humedad me persiguen. Ahora es más difícil avanzar, los murmullos crecen y el viento ondea mi pelo de forma violenta. Justo antes de despertar consigo distinguir una sola palabra: Mía.





    -Claudia, o te levantas ya o vas a llegar tarde a la escuela. – La voz de su madre le llega como amortiguada. Le cuesta abrir los ojos y centrar la vista en un punto fijo. Está cubierta de sudor frio y con una presión en la boca del estomago.


    -Ya voy mama. Déjame sólo 5 minutos por favor. – dijo Claudia. Poco a poco se va centrando, intentando recordar el sueño que ha tenido, pero no hay manera, lo único que consigue es que se le levante dolor de cabeza.


    -Claudia, ni 5 minutos ni leches, que ya me conozco yo tus 5 minutos. En 15 minutos te quiero lista y arreglada en las escaleras. Me vas a hacer llegar tarde al trabajo.


    A regañadientes salió de la cama, abrazó a su gata Kira y se dirigió al baño para prepararse. En 15 minutos no le daría tiempo a maquillarse y preparar la mochila. Se regaño a si misma por no haber hecho caso a su madre ayer, cuando la dijo que la hiciese antes de irse a dormir.

    Siempre iba con prisas a todos los lados, dejando todo para el último minuto. Sin lugar a dudas era uno de sus peores defectos. Encima era lunes, el peor día de toda la semana, la vuelta a la rutina y a las clases.

    Claudia se aburría con facilidad, necesitaba estimulación y en el internado no la conseguía. Todo era demasiado fácil y poco divertido, así que para no morir de aburrimiento tendría que buscar alguna distracción ¿y que mejor distracción que torturar a los profesores?


    Cuando salió del baño con el uniforme escolar, se encontró la mochila hecha en la puerta de su habitación, su madre era mucho mas previsora que ella.

    Sabiendo que iba a llegar tarde dedico 5 min en mirarse al espejo, el uniforme era horrible, la camisa demasiado ancha, la falda demasiado larga y para colmo debía llevar corbata, como si fuese un hombre. El año pasado Claudia y sus amigas iniciaron una revolución con el largo de la falda que les ocasiono un mes de castigo, así que al final, no le quedo más remedio que resignarse a llevar aquél horrible uniforme verde a cuadros, con una camisa blanca que le trasparentaba todos sus sujetadores favoritos y la corbata azul.

    Intento hacer algo con su pelo, no le había dado tiempo a secárselo, por lo que cuando llegase al internado seria un amasijo de pelo encrespado y húmedo. Se dio el ultimo vistazo, aplicándose un poco de gloss rosa, el único maquillaje que se ponía.

    Tenia los ojos almendrados y grandes, la boca carnosa y los dientes totalmente blancos. Acepto que hoy no podría mejorar su aspecto, su madre la mataría si no se daba prisa.


    -Claudia, por favor, ¿quieres dejar el espejo y coger las cosas ya? Vas a llegar tardísimo y yo también, tengo una reunión en la otra punta de la cuidad – dijo su madre. Iba vestida con un traje chaqueta azul marino y los zapatos mas feos que Claudia había visto nunca. Su madre era una persona muy sencilla, le encantaba ir con vaqueros y nunca se maquillaba. Tenia el pelo rizado de color caoba, que no se parecía en nada a la abundante melena negra de Claudia.


    - Lo siento mama. Ya voy. –Cogió la mochila y dejó que Kira se restregase por sus calcetines a modo de despedida. No la vería hasta el fin de semana y era lo que mas echaba de menos en el internado, su preciosa gatita atigrada.


    Finalmente entraron en el coche y partieron hacia el colegio. Estaba bastante apartado de la ciudad y se tardaba una media hora en llegar en coche. Aunque odiaba los lunes porque significaba tener que volver a clase, también le encantaban porque significaba poder pasar un tiempo a solas con su madre. Ambas estaban muy unidas, compartían todo tipo de confidencias y Claudia confiaba en su madre. Pocas veces la castigaba, pero si se lo merecía no dudaba en mantenerse firme. Su madre creía mas en el dialogo y en la reflexión.


    -Bueno, ¿qué tal va todo?. Este fin de semana no hemos tenido mucho tiempo para nosotras. ¿A pasado algo interesante?


    -El profesor de química ha renunciado. Dice que no nos aguantaba ni un minuto mas, la directora se puso furiosa con nosotros, pero no es culpa nuestra. ¿Se supone que la enseñanza es una vocación?, pues aguantar nuestras tonterías va con el cargo.


    -Claudia hija, te lo he dicho mil veces, trata a los demás como quieres que te traten a tí. No debes ser mala con ellos. –dijo su madre lanzándole una mirada dura. Los valores eran algo muy importante para ella, respetar a los demás, no juzgar y sobre todo no maltratar. Eran las máximas con las que se había criado Claudia y aunque era la revoltosa del colegio, nunca hacía las cosas con maldad. Simplemente creía en su propia justicia -Entonces, ¿deberán traer a un profesor nuevo, no?


    -Supongo, haber cuanto nos dura este. – En el fondo a Claudia le dio pena el profesor, pero realmente se lo había buscado. Como profesor no era malo, las clases eran decentes, pero no hacía mas que poner exámenes sorpresa para poder suspender a cuantos mas alumnos mejor. Claudia le dio un voto de confianza y no cambio su comportamiento por lo que ella y sus amigas debieron actuar. Si que es cierto que la broma se les fue un poco de las manos, siendo algo desagradable pero no implicaba ningún peligro para el profesor. Salir corriendo como una niña por el pasillo y maldiciendo a todo el mundo fue una reacción desproporcionada. Claudia no pudo reprimir una carcajada, debía reconocer que fue una de sus mejores jugarretas.


    -Claudia, hija por favor, compórtate. Es uno de los mejores colegios, mas vale que no te expulsen o lo siguiente será un internado en suiza y no podrás venir los fines de semana. – El mero pensamiento de tener que pasar todos los días en el internado hizo que Claudia se estremeciera. Si eso pasase seguramente terminaría internada en un psiquiátrico.


    -Tengo que darte una mala noticia. Tu padre y yo nos vamos esta fin de semana a un congreso fuera del país. Andrea me había pedido el fin de semana libre desde hacia 2 meses, así que no te queda otro remedio que quedarte en el colegio.


    -Mama, sabes que odio quedarme allí el fin de semana, casi todo el mundo se va a casa y allí solo quedan los empollones. Además el sábado es el cumpleaños de Miguel y me prometiste que podría ir.


    -Ya lo se cielo, pero debemos ir a ese congreso y no te puedes quedar sola en casa. Llame a la madre de Mónica pero se van de crucero asique tampoco te puedes quedar con ellos. Míralo por el lado positivo, Mónica se quedara en el colegio contigo, ya no estarás sola.


    Para Claudia estar con Mónica era como estar con el mismísimo diablo. Sus madres eran muy amigas y pasaban mucho tiempo juntas y aunque Claudia le había dicho muchas veces que ellas no se soportaban, su madre parecía hacer oídos sordos y hacerse la loca. Estaba empeñada en que eran muy amigas y que solo tenían pequeños roces, cuando la verdad es que se tenían mutuamente declarada la guerra. Durante unos años fueron amigas, pero ya no compartían absolutamente nada. Mónica era una tirana que vivía para amargar a los demás y si era Claudia la amargada la satisfacción era doble. Nadie en el colegio se atrevía a plantarle cara, por miedo a las represalias y Mónica cada vez acumulaba mas poder, pero Claudia no iba a permitir que esa situación durase para siempre, era la única que le plantaba cara y le decía las cosas como eran en realidad.


    -Mamá no me parece bien. Teníamos un trato, yo me comportaba y tu me dejabas ir a la fiesta de Miguel. Todo el mundo ira y yo seré la única tonta que se tendrá que quedar en el colegio un fin de semana entero. Pensaba que las promesas había que cumplirlas.


    -Claudia, no seas melodramática por favor. Te he dicho que Mónica también se queda en el colegio, no serás la única. Míralo por el lado positivo, podréis tener un fin de semana de chicas. Hace mucho que no estáis las dos solas.


    -Mamá, te he dicho mil veces que Mónica y yo no nos soportamos. Si quieres correr el riesgo de que terminemos matándonos mutuamente tu veras. No te puedo prometer que el colegio siga en pie el lunes. – tenia toda la certeza de que si tenia que estar dos días mas encerrada en ese antro terminaría en el manicomio. Ese sitio la oprimía, no conseguía respirar, se sentía encerrada a pesar de los grandes terrenos y el bosque que rodeaba el colegio.



    El resto del camino hacia el colegio lo paso enfurruñada mirando por la venta. Estaba enfadada con su madre por obligarla a quedarse en el colegio, y como castigo le había retirado la palabra en lo que quedaba de camino. Además todavía no se había desecho de esa sensación en la boca del estomago que la oprimía. Recordaba como se había sentido esta mañana al despertaste cubierta de sudor, desorientada y por mas que intentaba recordar el sueño le era imposible. Decidió concentrarse en el paisaje que veía por la ventana del coche. Eso siempre la tranquilizaba, ver como poco a poco abandonaban la cuidad y las casas daban paso a tierra, arboles y arbustos.

    Hacia frio fuera, pero el sol brillaba y el cielo estaba despejado. Cuando salía el sol Claudia siempre estaba contenta, si tenia un rato libre le encantaba tumbarse en el césped y observar como se movían las nubes. Le apasionaba ver las formas que adoptaban, le recordaba a cuando era pequeña y jugaba con sus padres.

    El viaje en coche la tranquilizaba, aunque estaba bastante enfadada con su madre. Como buena adolescente le parecía que todo el cosmos estaba en su contra, intentando reventarle todos los planes divertidos que tenia para ese fin de semana.


    Cuando llegaron se bajo del coche y dio un sonoro portazo, aunque cuando estaba llegando a la entrada no se pudo resistir y dio media vuelta hacia el coche para darle un beso de despedida a su madre.


    -Lo siento mama, no debería haberme enfadado por esa tontería. Te quiero, pasa una buena semana y no trabajes mucho.


    -Tranquila hija, no pasa nada. Se que te prometí que podrías ir a la fiesta, lo siento mucho. Te prometo que cuando vuelva te lo compensare. Pórtate bien y no le hagas mucho la puñeta al profe nuevo, que nos tiene que durar.


    Su madre arranco el coche y salió del internado hacia la ciudad donde trabajaba. Sus padres hacia un par de años que se habían divorciado, pero se llevaban estupendamente y aunque a su padre no lo veía mucho ya que debía viajar muy a menudo.

    Ambos de dedicaban a la medicina, su padre era un reconocido genetista con mucho prestigio nacional e internacional y su madre era también una reputada cirujana pediátrica aunque renunciaba a muchos viajes por pasar mas tiempo con Claudia.

    Antes que el trabajo estaba su hija, ella lo sabia muy bien, se lo había demostrado durante muchos años y sabia que cuando viajaba era porque no le quedaba otra opción.

    Claudia a pesar de haberse disculpado con su madre se siguió sintiendo un poco culpable por su comportamiento. Intentaba demostrar que era madura, que sabia aceptar los reveses de la vida como sus padres le habían enseñado. En el fondo era una fiesta y además siempre podría escaparse del internado. Eso hacia que todo fuese mucho mas divertido y estimulante.

    El humor de Claudia cambio por completo, los retos siempre la estimulaban y al igual que el sol ponían en marcha toda su maquinaria. Si Mahoma no va a la montaña…


    El timbre sonó y se dirigió rápidamente a clase, cuando entro en el aula el profesor ya estaba allí y tuvo que sentarse rápidamente en su sitio. En el descanso debería hablar con sus amigas y que la ayudasen a planear la escapada del internado.


    -Chicos, sentaos y callaos, debo deciros algo importante. – dijo el profesor Smith. Les daba matemáticas y era muy exigente con ellos, aunque sus clases eran de las mejores del colegio. Aún así Claudia se aburría como una ostra y no encontraba ninguna dificultad en pasar los exámenes. –He hablado con la directora y hemos decidido hacer una excursión dentro de un mes a la playa. Pero he de advertiros que si queréis ir debéis portaros muy bien. Y eso va especialmente por ti y por tus amigos Claudia, no hemos podido demostrar que fueseis vosotras las que le hicisteis la broma al Profesor Gómez, pero aquí nos conocemos todos muy bien ya. Si dais algún problema en este mes os quedareis castigados en el colegio y no podréis venir a la excursión. ¿Queda claro?


    -Si, Profesor –gritaron todos a coro.


    -Bueno, eso espero. Ya he corregido vuestros exámenes y he de decir que aunque habéis mejorado un poco todavía podéis hacerlo mejor. Seguís sin dedicarle las suficientes horas de estudio y eso se nota en vuestras calificaciones y sabéis que yo estoy continuamente subiendo el nivel de los exámenes, asique no os durmáis en los laureles. ¿Entendido?


    -Si, profesor.


    El profesor comenzó a explicar cuales habían sido los fallos que habían cometido en el examen y Claudia empezó a pasar notitas a Valeria y Valentina (sus 2 mejores amigas).


    Malas noticias, mis padres se van fuera de la ciudad este fin de semana y me tengo que quedar en el colegio


    Que dices!!!!! No te puedes perder la fiesta de Miguel. Es su cumpleaños y Mónica va a asistir. (Valeria)


    Además, este fin de semana ibais a dar un paso mas en vuestra relación. Has pensado ya lo que vas a hacer?? (Valentina)


    No lo se, dijimos que lo íbamos a intentar y ver si yo me sentía cómoda, pero no me quiere meter presión, dice que es algo que debo decidir yo y hacérselo saber cuando este preparado. Puf, estoy muy confusa, por un lado tengo unas ganas terribles pero por otro me da mucho miedo.


    No se, lleváis bastante tiempo saliendo y si estas enamorada de él por que no??? Eso si, hacerlo con cabeza (Valeria)


    No os preocupéis chicas. A la fiesta voy a ir si o si, pero con Migue no se que voy a hacer todavía.


    -Chicas, ¿recordáis lo que acabo de decir al principio de la clase?? Si queréis venir a la excursión debéis prestar atención y eso significa dejar de hablar en clase, aunque sea mediante notitas.


    Tras la regañina del profesor no volvieron a hablar mas, en el recreo Claudia se dirigía a encontrarse con Miguel en el patio y hablar sobre el tema de la fiesta. En realidad lo que de verdad le preocupaba era el tema del sexo.

    Llevaban casi un año saliendo y Miguel la trataba como una princesa, la hacia sentirse querida y deseada y eso era algo que a Claudia le encantaba. Ella también le quería pero no se sentía muy cómoda con la idea de perder su virginidad tan pronto, solo tenia 15 años (aunque en unos meses cumpliría 16).

    Iba tan absorta en sus pensamientos que no se dio cuenta y choco con un chico en el pasillo, haciendo que todos sus papeles volasen por los aires y quedasen desperdigados por el suelo del pasillo.


    -Perdona, iba pensando en mis cosas y no me he dado cuenta. ¿Estas bien?


    -Mierda, tengo que dar una clase en media hora y eso que has tirado eran mis notas. ¿Es que no puedes mirar por donde vas o que?


    -Bueno, te he pedido perdón, tampoco es para que te pongas así. Trae que te ayudo a ordenarlos de nuevo.


    -Quita, que lo vas a liar mas. Por que no te vas a saltar a la comba con tus amigas o ha hacer lo que hagan las niñas.


    - ¿Tu eres tonto? No se si te has dado cuenta pero no tengo 8 años para saltar a la comba. Además, si no te gustan los chavales no se para que coño te metes a profesor, idiota.


    Tras esto Claudia cogió y se dio media vuelta siguiendo su camino hacia el patio. Se había puesto de mal humor por la chulería y la prepotencia de ese chaval, la trataba como una niña y tampoco es que el aparentase se mucho mas mayor que ella.


    Cuando llego al patio encontró a Miguel hablando con Mónica, por lo que su mal humor iba en aumento, ¿qué mas podía salirle mal ese día?.


    -Miguel, no te han enseñado tus padres que la basura no se toca –dijo Claudia dirigiéndose a Mónica.


    -Pues parece ser que no si se esta juntando contigo todo el día. Bueno Miguel, ya seguimos hablando luego, cuando quieras crecer un poco. –dijo Mónica guiñándole un ojo a Miguel y volviendo con su grupo de amigas que la observaban divertidas-


    -¿Se puede saber que quería? No se porque hablas con ella, sabiendo que me hace la vida imposible siempre que puede.


    -Cariño, sabes que hablo con ella solo por cortesía, no por nada mas y siempre que se mete contigo te defiendo, ¿no? Asique no te pongas celosilla, aunque en el fondo eso me encanta –tras eso le dio un romántico beso que hico que Claudia empezase a sentir un agradable cosquilleo en el estomago. Ese es el efecto que causaba Miguel en ella, la hacia olvidar todos sus problemas y su mal humor y mientras se besaban solo se podía concentrar en las sensaciones que le provocaba, una mezcla entre placer y miedo por lo que podría pasa a continuación y la verdad es que Claudia no tenia muy claro cual de las dos sensaciones le gustaba mas.


    -Para un momento –dijo Claudia algo acalorada, necesitaba arreglar en tema de la fiesta cuanto antes, haber si había alguna solución posible –tengo que hablar sobre lo del sábado.


    -¿Qué ocurre el sábado? ¿Ya has decidido lo que vamos a hacer? –dijo volviéndola a besar por el cuello.


    -No tonto, no es sobre eso. No voy a poder ir a tu cumpleaños. Lo siento. –por una milésima de segundo creyó ver una cara en enfado en Miguel pero en seguida desecho esa idea, no se enfadaría por algo tan tonto, ¿o si? –Mis padres tienen un congreso fuera de la ciudad y Andrea tiene el fin de semana libre, así que me tengo que quedar en el colegio todo el fin de semana. Aunque si vinieras a por mi el sábado si que me podría escapar, pero tendrías que venir el coche.


    -No se si mi padre me dejara el deportivo, la ultima vez que me lo dejo lo estrelle contra una valla. Puedes ir con Mónica, me a dicho que la vendrán a buscar unos amigos.


    -Antes muerta que montarme en el coche con ella, seguro que es capaz de estrellarlo para intentar asesinarme. No se, intentare buscar alguna solución.


    - Bueno, pero tienes que venir si o si. Es mi cumpleaños y me tienes que dar mi regalo especial. He sido un chico muy bueno todo este tiempo.


    -Miguel, no empieces, dijimos que íbamos a ir poco a poco. No quiero precipitarme eso es todo –dijo Claudia. Ella era muy romántica, quería que todo fuese especial y necesitaba estar 100% segura del paso que iba a dar. Es cierto que Miguel la trataba genial y le hacia sentir cosas extraordinarias, pero algo en el fondo de su cabecita la impedía confiar y entregarse al completo.


    -Claudia, ya hemos esperado bastante. Le das demasiadas vueltas a las cosas, solo tienes que dejarte llevar. Tu me quieres y estamos muy bien juntos. Madura un poco y deja de ser una niña que necesita la aprobación de todo el mundo –el tono de Miguel fue muy duro e hizo que Claudia se estremeciese un poco por dentro. Normalmente Miguel era todo encanto, pero tenia unos puntos oscuros que no gustaban nada a Claudia. –Anda tonta, no te preocupes. El sábado te vienes aunque sea andando, nos tomamos unas copas y nos lo pasamos bien. –Su voz se volvió mas dulce, y sus ojos se clavaron en Claudia, todo ello aderezado con una gran sonrisa.


    El resto del recreo se lo pasaron dándose besos y haciendo planes sobre como podría salir del colegio y llegar a la ciudad. Miguel era un año mayor que Claudia por lo que estaban en cursos distintos. Entraron juntos en el edificio y cada uno se fue hacia sus respectivas clases.

    Al igual que esta mañana volvía a llegar tarde, cuando entro en el aula el profesor ya estaba allí y para sorpresa de Claudia era el mismo chico con el que se había chocado al salir al recreo.


    -Bueno, veo que a parte de maleducada e irrespetuosa también es tardona. ¿Tiene alguna cualidad buena?


    -Sí, hacerle la vida imposible a los profesores que me caen mal. –ese chico la ponía muy nerviosa y se había convertido en su próximo objetivo.


    -Bueno, entonces tenemos algo en común. Mi mejor cualidad es hacerle la vida imposible a las alumnas que me caen mal. Asique estará castigada dos semanas sin recreo y además durante esas 2 semanas también deberá venir a ayudarme por las tardes. ¿qué le parece?.


    -Me parece que es gilipollas y que no va a durar mas de un mes con nosotros.


    -Bueno, siéntese, hablaremos mas tarde sobre su educación. Ahora si no le importa quiero iniciar la clase, aunque pensándolo bien, póngase en este pupitre en primera fila, así la tendré controlada.


    Claudia estaba furiosa, ¿quién se había creído que era?, ¿cómo se atrevía a castigarla el primer día de clase? Desde luego, no sabia con quien se las estaba jugando, aunque no tardaría en averiguarlo.


    -Bueno chicos, mi nombre es Erik Manresa y seré vuestro profesor de química lo que queda de curso. La química bien explicada es algo muy apasionante y veréis que la podéis aplicar en cada situación de vuestra vida.

    Nuestro cuerpo es pura química, nuestros sentimientos también son producidos por desajustes químicos, todo, absolutamente todo lo que nos rodea puede ser explicado a través de la química. Quiero saber que nivel tenéis, que conocimientos base habéis aprendido y sobre todo cuales son vuestros puntos flacos. Tenéis una hora para hacerlo. Suerte.


    Claudia termino su examen en solo 30 minutos. Nunca bajaba del 10 en ninguna asignatura, era una alumna brillante y seria una alumna modelo de no ser por su aptitud en las clases. Se aburría con facilidad y pocas cosas podían estimularla en el aula, le gustaba mas salir a la calle, explorar, descubrir cosas nuevas, no estaba hecha para estar encerrada, no soportaba los espacios pequeños y cerrados.


    -Bien, mañana daré las notas y empezaremos a trabajar en serio. Claudia por favor, no se vaya todavía. –dijo Erik. –No voy a permitir ninguna falta de respeto en mi clase y menos de una mocosa como usted. Puedo ser joven pero mis padres me han educado de forma correcta y pienso hacer lo mismo con usted. Debería darle vergüenza su comportamiento –dijo mirándola fijamente a los ojos.


    -Señor Manresa, mis padres me han educado muy bien y siento discrepar con usted, pero el respeto hay que ganárselo y si viene usted insultando y menospreciando a las personas lo mínimo que le va a pasar es que le contesten como he hecho yo. Y de gracias a que soy educada, sino ahora mismo volvería a mandarle a la mierda por prepotente e idiota. –tras esto Claudia comenzó a caminar hacia la puerta, con toda la dignidad del mundo, cuando llego al marco de la misma se giro y dijo – Y le recomiendo que si pretende enseñarnos algo, se asegure de que la ecuación que nos ha planteado esta bien. No nos haga perder el tiempo con problemas sin resolución que aquí nos jugamos mucho. –tras esto salió por la puerta hacia su siguiente clase.


    Erik una vez solo en el aula, no pudo aguantar una gran sonrisa. Con solo un vistazo Claudia se había dado cuenta de que el ejercicio tenia trampa. Cuando firmo el contrato con la escuela le habían advertido sobre esta pequeña revoltosa. A Erik le encantaban los retos y hacerla caer en sus redes seria toda una estimulación mental para él.


    El resto de las clases se las paso pensando en sus cosas, no le apetecía atender, debía planear una venganza para el nuevo profesor y seria una venganza épica.

    Finalmente las clases se terminaron y se reunió en el comedor con sus amigas para almorzar.


    -Valeria, ¿tienes entrenamiento esta tarde? No voy a poder ir a entrenar, el idiota de química me ha castigado durante dos semanas todas las tardes. Debemos hacer algo para vengarnos, es un engreído y un prepotente, no se va a salir con la suya.


    -Pero, si le hacemos algo y nos pillan nos quedaremos sin ir a la playa, una semana tomando el sol, lejos de esta cárcel, yo no pienso hacer nada para fastidiarla. –dijo Valentina, sin lugar a dudas era las mas “normal” del grupo, la menos alocada. Ella y Valeria eran gemelas, hijas de un importante banquero del país y aunque habían nacido el mismo día y físicamente eran iguales, eran polos opuestos, tenían formas muy diferentes de ver y disfrutar la vida, pero sin duda se complementaban.


    -Pero chicas, no podemos dejar que se salga con la suya. Es un prepotente y si no le enseñamos quien manda aquí ahora, luego será demasiado tarde –Claudia estaba muy enfadada, quería demostrarle a Erik que no era ninguna niña a la que poner en su sitio, sino una pequeña adulta a la que respetar.


    -Claudia, no parece tan malo, démosle un voto de confianza. Hemos tenido suerte de que no nos pillaran con la broma de la sangre. No podemos jugársela a todos los profesores que no nos gusten –dijo Valeria, lo que enfado todavía mas a Claudia, ya que ella nunca rechazaba una buena broma.


    -Pues nada chicas, me encargare yo sola de él. Pero no pienso dejar que se salga con la suya. – tendría que hacerlo sola, pero la venganza seria de proporciones descomunales. La mejor de su cosecha y la iba a disfrutar ella sola. No se lo diría a nadie, confiaba en sus amigas, pero cuantas menos personas lo supieran mejor.


    -Bueno, lo dejaremos para después de las vacaciones ¿Vais a ir a la fiesta de Miguel? Yo no se como hacer, escaparse del colegio es fácil, pero el problema es como ir hasta la fiesta. No pasan autobuses por aquí y no tengo coche.


    -Bueno, mi madre nos va a dejar el suyo el fin de semana, podemos pasar a buscarte e ir juntas a la fiesta. –dijo Valeria –además una fiesta sin ti, no es una verdadera fiesta.


    -Genial, pero no le digáis nada a Miguel, será una sorpresa. Le diré que me es imposible asistir y así cuando me vea allí se alegrara mucho.
     

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