Explícito Primavera, ocre y copos de nieve [Gakkuo Rolplay|Colección]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Kaisa Morinachi, 5 Enero 2021.

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  1.  
    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Título:
    Primavera, ocre y copos de nieve [Gakkuo Rolplay|Colección]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    203
    Aclaraciones.
    Pues nada, que últimamente ando con la inspiración bastante activa y ya me veo spameando mil leseras con facilidad (re exagerada era), así que me creo esta especie de colección de una vez para ahorrarme preocupaciones futuras por mis dedos inquietos jsjsjsjs.

    Voy a ir poniendo todo lo que se me vaya ocurriendo sobre cualquiera de mis tres chicas, aclarando de paso si son o no oficiales y tal (?) Aunque creo que si que lo van a ser la mayoría, pero bueno, que sabré yo de lo que aún no he hecho. Agregando que exceptuaré los flashback/historias pasadas de Nagi que sean demasiado pesadas y tal, que esos los iré a tirar en su correspondiente tema que es "Cosas de casa", al cual ahora mismo me da mucho corte entrar, la verdad jsjsj. Y puede que con Margarita llegue a hacer lo mismo, para escribir sus cosas pasadas más relevantes puede que abra otro tema, ya lo veré.

    Como último dato, solo le pongo +16 por sí las moscas (?).

    Y de momento creo que eso sería todo. No sé si tengo algo más que agregar, aparte de esperar que disfruten del contenido uwu.
     
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  2. Threadmarks: Decisiones [Masuyo]
     
    Kaisa Morinachi

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    Primavera, ocre y copos de nieve [Gakkuo Rolplay|Colección]
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    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    1647
    Esto se debía terminar relacionándose con Nagi, de alguna manera, pero al final no se terminó aclarando del todo en el escrito XD
    Nada, un fic que parece de recuentos de la vida más que otra cosa.

    Ocurrido el año pasado a los acontecimientos del rol, en mayo, con una Mao de 14 años (?)

    Palabras: 1583

    Decisiones

    Llevábamos tan solo un par de meses de haber entrado a clases, y me quedé un par de horas más en la escuela debido a que el club de natación empezó dándolo todo, con nuevos integrantes y ánimos renovados, a pesar del par de bajas. Ya casi se había ocultado el sol cuando entré a casa, saludando con voz cantarina, aunque algo cansada, apenas crucé el marco. No demoré en notar cierta tención en el ambiente que me generó de inmediato extrañeza, porque no era algo común. Repesé veloz cada rostro, mis dos padres reflejaban clara preocupación, aunque mi madre se veía más enojada que él, y este último se mostraba algo más ansioso. Kimura se veía compungido, cabizbajo y me percaté de su mejilla algo hinchada, frunciendo el ceño ahora que la preocupación también me alcanzaba. La idea de que algo hubiera vuelto a ocurrir fuera de mi presencia en verdad me enfadaba, aparte de creer que los líos habían acabado el año pasado.

    Ambos mayores no demoraron en voltear hacia mí debido a mi saludo. Mi padre relajó la expresión un poco y me brindo una sonrisa, mi madre le siguió poco después al verlo, dándole de paso una caricia suave al hombro de mi hermano, quien no alzó la vista.

    —Bienvenida Masuyo, estábamos hablando algo acá. Nada muy grave —soltó con voz calma y grave mi padre, tono que contrastaba un poco con su delicado ser. Tanto mi madre como yo no demoramos en mirarlo con mala cara, una en desacuerdo y yo sin creerme del todo sus palabras.

    Mamá suspiró, entrelazando sus manos sobre la mesa, mandando quién sabe a dónde su enojo para mostrar simple preocupación.

    —Kimura ha vuelto a pelearse —aclaró con sencillez, a lo que yo solo solté un quejido bajo, acercándome a la mesa y tomando asiento frente a mi madre, ni me había sacado el bolso, y en diagonal hacia mí estaba el niño. Papá fue el siguiente en suspirar, el único de pie, al lado opuesto de la mesa desde el punto de Kimura. Se rascó las raíces del cabello un momento, cabizbajo y con la mano en la cintura.

    —Creíamos que ya iban a parar, hemos hablado con los profesores un montón de veces, pero parece no ser suficiente —habló bajo, a pesar de que su voz estaba lejos de vacilar. Yo apreté los puños sobre mi regazo, mirándolo preocupada, para después ser yo quien agregara otro suspiro a la cadena.

    Volteé a ver a mi hermano, intentando sonreírle en un intento de transmitirle algo de calma, el pobre se veía abatido.

    —¿Te dolió mucho? —. Negó despacio con la cabeza—, ¿y cuántos fueron?

    —Dos —soltó desganado, con su vocecita de niño. Tensé los labios y terminé por apoyar mi mejilla en una de mis manos.

    —¿Y los otros?—. Se encogió de brazos, dándome a entender que no habían estado presentes, vaya a saber uno por qué. Puede y que al final los otros tres burlones ya se hubieran dejado de molestar.

    —... solo me peleé con uno, la verdad —agregó después, a lo que mi mamá asintió confirmándomelo. Volví a suspirar, ya sin mirar nada en concreto.

    —Supongo que es algo —murmuré, aunque no era un alivio demasiado grande. Miré de costado a mi madre, quien estaba delante de mí, sin demasiada tensión en las facciones—, ¿y qué piensan hacer?

    Mamá botó con calma el aire por su nariz, desinflando el pecho. Sus ojos dorados dieron con los míos poco después.

    —No estamos seguros, tenemos dos opciones—. Volteó el rostro hasta ver a mi padre, diciéndole en silencio que me explicara cuáles. El hombre dejó tranquilo su pelo y apoyó ambas manos en su cadera, algo encorvado, se notaba que no había llegado hace mucho del trabajo.

    —Bueno, tu madre está viendo la opción de cambiarlos de escuela a Kazuki y a él, a ti solo te queda un año y ya no tienes mayores problemas, así que te quedarías si así lo prefieres —habló despacio, cosa que no me perdiera en el intercambio de información. Lo escuché con atención asintiendo cada tanto, ahora con las manos entrelazadas sobre la mesa, siendo un reflejo de mi madre sin percatarnos—. Y bueno, yo pienso por mi parte que acá o en cualquier otra escuela, las posibilidades de que cosas así sigan ocurriendo son las mismas. Por lo menos acá conocemos a los profesores, y ya hemos lidiado con los niños más de una vez, con sus padres también...

    Vamos, el refrán de "Más vale malo conocido, que bueno por conocer" Solté un suspiro, a pesar de que entendía su punto, pero si él mismo era profesor, ¿no podía conseguir alguna recomendación con sus colegas o algo similar?

    —¿Y... qué más? —piqué extendiendo la "y" de más, tal vez demasiado ansiosa por todo el asunto. Papá se cruzó de brazos y sostuvo mi mirada sin mayor problema.

    —Creí que aprender un arte marcial podía ser buena opción, para defensa propia y tal —soltó con calma, sus pupilas viajaron con velocidad al entrecejo fruncido de mamá, Kimura por su parte a penas y alzó la vista para ver al hombre, indescifrable saber lo que sentía el niño cargándose un solo tipo de cara compungida todo este rato.

    Dejé escapar el aire por la nariz, pensando en el tema. Sabía demasiado bien que a mi madre no le agradaban las cosas violentas, aunque mi padre tampoco era muy partidario de estas, por lo que comprendía su expresión que reflejaba el desacuerdo que tenían. Pero también podía brindarle algunos puntos a papá, pues lo que ofrecía podía servirle a Kimura no tan solo para este problema en concreto, sí no que para varias cosas en general. En una de esas y se libraba un poco de su personalidad tan retraída practicando algo, podría hacer más amigos o que sé yo.

    Aparte de que sonaba algo menos drástico que cambiarse de escuela, supongo. Aunque lo importante era saber que quería el propio Kimura.

    —Hay artes marciales que son... bastante pasivas, creo —agregué al punto de mi padre, yendo a dejar mi mirada sobre la de mi madre otra vez. Ella relajó el gesto al observarme, aunque su seriedad seguía ahí. Le sonreí, tal vez tratando de ganarme su empatía en este debate—. Que practique alguna no significa que se vaya a volver un violento o tirano, mamá. Es más, creo que muchas tienen filosofías bastante más cuerdas que simplemente ir agarrándote con tus compañeros de curso.

    No fue necesario ver la mirada molesta que Kimura me clavó para sentirla, agregándole así una pizca de nerviosismo a mi sonrisa.

    >>Yo diría que no suena tan mal.

    Mamá volvió a suspirar y con una expresión suave, aunque sin perder su seriedad, volteó hacia Kimura.

    —¿Qué piensas tú, mi sol? —preguntó con calma, con ese tono que la mayoría de veces era dulzón y cargado de cariño. Kimura le sostuvo la mirada un momento, con el ceño fruncido.

    —No sé —respondió encogiéndose de hombros y volvió a agachar la vista. Ahora más que compungido, se veía frustrado.

    —¿Quieres ir a la escuela mañana? Será viernes, así que puedes faltar si te apetece —agregó ella, extendiendo su mano para peinarle con cuidado el cabello, dejándoselo tras su oreja. Los miré expectante, con una expresión algo vacía, otra vez apoyando mi mentón en la mano derecha.

    Kimura se lo pensó un momento, para luego suspirar con pesadez.

    —Si, si voy —contestó desganado, pero no sonaba angustiado. Se rascó las raíces del cabello al hablar, lo que de manera inevitable me trajo la imagen de papá de hace unos momentos, logrando así traerme de vuelta la sonrisa.

    —Ya sabes Kimura, cualquier cosa me vas al buscar al salón—. Le recordé, levantándome del asiento tras verlo asentir, aunque la verdad el niño había dejado de depender tanto de mí a medida que subíamos de grado, y hasta lograba reflejar mi actitud protectora de hermana mayor con Hiro, a su manera—. Bueno, yo me voy a duchar —comenté después casual, dándole unas palmaditas en al hombro a mi padre en cuanto pasé a su lado, sonriéndole, a lo que él me brindo una de vuelta en un suspiro breve, antes de desacomodarme el pelo con una caricia suave a mi cabeza. Mamá se había levantado a estamparle un beso en la mejilla sana a mi hermano, a lo que el niño masculló un sinsentido, aunque no demoró en devolverle el gesto por voluntad propia.

    Al no ver a Hiro por ningún lado supuse que podría estar en su pieza jugando con sus figuritas, lo comprobé cuando me asomé por la puerta entreabierta y lo saludé con una sonrisa. Él me miró solo por un segundo soltando un simple "Ah, hola", para luego meterse otra vez de lleno en el mundo de ficción y explosiones imaginarias que se estaba montando con los autos de juguete entre otros, le respondí con una risa ligera antes de dejarle tranquilo, yendo de una vez por todas a mi cuarto.

    Una semana después, entre mis padres y Kimura tomaron la decisión de que asistiría a un club de aikido, el cual se lo había recomendado a mi padre un amigo suyo, en vez de cambiarse de escuela. Había que ver como conseguía ese tipo de información con facilidad cuando en verdad lo quería, mamá de seguro le agregó un par de condimentos de su desagrado a la comida que le preparó ella misma por unos días intercalados, para fastidiarlo un poco.
     
    Última edición: 5 Enero 2021
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  3. Threadmarks: Cambio de década [Margarita]
     
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    Primavera, ocre y copos de nieve [Gakkuo Rolplay|Colección]
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    Amistad
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    916

    Cambio de década

    Era... extraño, peculiar, distinto. Agradable, todas... estas nuevas cosas que estaban surgiendo, no sé de dónde. Como sí hubiera sido renovada, como sí algo en mi interior no fuera lo mismo y terminaba reflejándose en el exterior. Con cada semana que pasaba, más veces podía mantener la apatía hacia las cosas que me ocurrían, con mucha más facilidad que antes. Me asustaba en verdad, nunca dejaría de temer por toda... la rareza que me cargaba; creo que fui consciente de eso desde demasiado joven. Ni siquiera recuerdo sí fui una niña alguna vez siquiera. Me di cuenta en cuantas cosas raras estaban pasando de más en cuanto intenté contarle a Altan sobre mis días en el orfanato, ahora trataba en lo posible hasta de evitar la palabra para no divagar en eso; porque había una reacción extraña, como sí mi cuerpo entero se fuera en mi contra, ocultando algo. Y no podía ganarme a mí misma, no a la fuerza bruta, me lo habían dejado claro varías veces en el internado y tal.

    ¡Pero bueno! La cosa era que, con el aumento de los momentos en que la apatía se anteponía a la ira y rabia, poco a poco empecé a sentirme más y más feliz; aunque solo estando a solas, en casa o en el cole seguía moviéndome entre unos estados raros de furia y apatía, aunque con una pizca más de suavidad que con suerte Lily y Kate veían en mí. Ni siquiera yo veía esa suavidad más allá de mi figura femenina y mi cuerpo en sí, que vamos, era jodidamente suave o algo. Lo conocía, al fin y al cabo. Era lo único que no podía abandonarme, el único del cual no podía deshacerme. Así que un mínimo de respeto le guardaba también.

    Y ni sé como, pues no recuerdo cuando empezó la idea, ni cuando me animé por fin a hacer algo al respecto; pero terminé por ahorrar el dinero para un nuevo tatuaje. ¿Por qué?, ¿de dónde había salido la idea?, ¿y el concepto? Ni idea, pero lo sentía en cada célula de mi piel; el hormigue en las manos, el cosquilleo en el estomago y la emoción que me subí desde el centro de mi torso; desde altura de donde tenía la cicatriz hasta ir a parar en mi rostro, tensarla y, a veces, regalarme un sonrisa para mí. Para mis labios apretados, para mi frente tensada, para mis mejillas candentes; lo apaciguaba todo, permitiéndome relajarme y ser feliz.

    Ser feliz como nunca antes me había sentido. Siempre estuve agradecida con cada cosa que la vida me brindaba, siempre que no se sintiera como un puñetazo en la cara o una daga en el vientre, claro; pero esto era distinto, es como sí le sumara a aquel agradecimiento, las ganas de aprovechar al máximo las oportunidades y disfrutarlas en el proceso. Casi mágico y onírico, por poco sentía que podía sonreír como la niña que no recordaba ser, ni siquiera podía asegurar sí alguna vez fui.

    ¿No nací siendo la Margarita cambiante?, esa que en un momento sentía rabia, ira, caos y frustración; luego tristeza, arrepentimiento, impotencia. Sentía que, poco a poco estaban volviendo a quedar atrás, todas esas cosas. Que habían desaparecido del mapa; que, tal vez con algo de suerte, por fin dejarían de atormentarme todas esas pesadillas. Verdad, había periodos en que también tenía pesadillas, olvidaba eso también. ¿Debería preocuparme? Sonaba preocupante, pero... no quería preocuparme, y poco a poco, mandaba esa sensación inquietante a algún lado de mi cabeza, y tras un gélido momento, volvía a ser feliz otra vez.

    Cálida, un sol. ¿Verano?, ¿primavera?

    No, tan solo estabas en tu casa, abrigada; durmiendo en una cálida cama,
    soñando con este momento ideal,
    mientras yo me encargo de todo, cariño.
    De todas formas, había llegado al lugar donde me tatuarían. Como siempre, antes de que empezaran con la sesión y todo, me puse bastante nerviosa y ansiosa; logrando hacer tamborilear mis dedos al costado de mis pantalones, observando con movimientos de cabeza todas partes, curiosa. Totalmente distinta a la ansiedad antigua, tosca; caducada. Y lo hice, dolió lo que tendían a doler los tatuajes, pero poco me importaba. Otra vez había elegido la espalda, como si quisiera que, sí alguien me llegaba a ver con poca ropa quién sabe por qué azares del destino, por delante vieran mi cuerpo impoluto; por detrás todas las cosas que ya había acumulado.

    El búho, el perro de Kate y ahora la lechuza; en el omoplato derecho, en paralelo al búho. ¿Algún día me haría otro más? Lo veía factible, pero por ahora no sentía la necesidad. Lo que sí me causaba una gran pereza era que, bueno; tendría que cuidarme esa parte de la espalda constante mente y, dios, que aburrido.

    De la nada solo quería seguir, seguir y seguir divirtiéndome; divertirme todas las veces que no pude divertirme antes. Y de solo pensarlo sonreía, me entusiasmaba, y a veces hasta reía. Eufórica. Increíble; nunca en mi vida habría imaginado ver esa genuina alegría y confianza plena en mí a través del espejo.

    Y se sentía tan lindo, y tan bien.

    Que simplemente no quería volver atrás jamás.

    Ehem, ¿vieron la imagen del perro en el video? Bueno; literalmente, esa era la Margarita de NITW
     
    Última edición: 10 Enero 2021
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  4. Threadmarks: Abrazo de consciencia [Mar|Mundo Interno]
     
    Kaisa Morinachi

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    Palabras:
    536
    Este escrito es cannon

    Abrazo de consciencia

    El mundo era oscuro y vacío, o eso creía antes, cuando aún era incapaz de sentir algo cuerdo. La oscuridad que lo rodeaba todo desapareció sin siquiera cuestionarlo, de manera paulatina, pero rememorando parecía cosa de segundos. No sabía por qué, ni cómo, pero siempre solía terminar ahí; viendo sus espaldas, más bien su espalda. Ese cabello largo y con esencia de lacio, mientras se movía de manera sistemática; acá, allá, una mano, la otra. Era... increíble, asombroso. Nunca lo decía, demoré en llegar a esa conclusión, pero aquella chica...

    Me era indispensable
    Centrada en mi día a día,
    en mi pequeña cabina;
    me encontraba haciendo los informes de cada día, momento, circunstancia y otros asuntos memorables.

    Estaba feliz, calmada, productiva como siempre; centrada en lo mío, y a pesar de que sabía que la otra Mar estaba tras mis espaldas, como era común; procedí a ignorarla. Pues ella solo me ignoraba, así que no me molestaba en obligarla a hacer algo que no le apetecía.

    Tal vez fue por eso mismo que me agarró por sorpresa.
    No tengo idea de por qué lo hice, de por qué me moví. No tengo sentimiento más que... una peculiar emoción que guió mis pasos; una propia, no relacionada a las Margaritas, tampoco a mi duplica: Algo nacido de mí, y a pesar de que no podía dudar, temer, ni siquiera llorar aunque me desesperara la situación; sentí algo, mínimo, en cuanto mis brazos cruzaron los hombros ajenos de manera sinuósa.

    Fue como un viento gélido, agua de rocio, arroyo primaveral; pasó sus brazos por sobre mis hombros, apegándose a mi mientras yo tan solo me quedaba anonadada;
    Inmóvil,
    sorprendida,

    impotente...
    Nos abrazamos, a pesar de que solo ella hacía la acción. Fue raro, nos sentimos peculiares, por un momento dejamos de ser...

    Pero volvimos a lo de siempre de inmediato.
    Nunca me abandones, por favor —murmuró ella aquellas palabras, inaudible, pero compartíamos más cosas que la mera consciencia. Nos entendíamos muchas veces sin siquiera vernos ni mediar palabras; telepatía, predicción, sincronización.

    Me quedé en silencio, expectante a ojos cerrados, mientras tanto dejaba recaer mi peso sobre su espalda firme. Había cerrado los ojos, a pesar de que nunca solía hacerlo a menos de estar rodeada de vacío solitario...

    Tal vez esa era la respuesta.

    Mar topó con suavidad mis muñecas enlazadas frente a su pecho, algo cabizbaja; no podía verla, pero sabía que sonreía con nostalgia, melancolía y ternura genuinas.
    Solo con eso, pude volver a mi atezorada apatía, a mi culto sentimentalismo,
    a mi amada...

    Nunca te voy a dejar, Mar...
    PERSONALIDAD
    Nunca lo harémos.
     
    Última edición: 23 Febrero 2021
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  5. Threadmarks: No siempre tienes que ser tú [Masuyo]
     
    Kaisa Morinachi

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    891
    Nada, volviendo a las andadas intentando profundizar con esta chica. No sé en qué momento ocurriría esto, porque en verdad podría ocurrir en cualquier momento entre los 14 y 15 de Mao, así que nada. Tan solo dejémoslo en que es canon.
    No siempre tienes que ser tú


    Era de esas noches donde sin aparente motivo todo parecía pesar toneladas. Esos momentos en los que no podía hacer más que paralizarme, contener un llanto angustioso que olvidaba que solía cargar, esa angustia que prefería ignorar al no querer saber de dónde provenía. Al no querer culpables, no sentirme responsable. Era de aquellos días, aunque ya había caído la noche, donde no podía sentir nada más que un profundo dolor, uno oscuro, un sinsentido que me cuestionaba cuando se apoderaba de mí.

    Esas veces en que quería gritar, pero no podía; donde quería llorar, pero no me lo permitía. Donde deseaba sonreír, pero era imposible, no era capaz. Todos tenían un límite, y sentir el mío era lo más desastroso que, sentía, podía pasarme.

    Y aunque lo quisiera, la verdad era que no me encontraba sola. Claro que no, nunca lo he estado en realidad. Miraba mi regazo con los puños empuñados con fuerza, sin siquiera saber sí respiraba. Y él estaba ahí, sentado en el piso con sus manitas apoyadas a un lado de la cama. Me miraba con esa preocupación pueril, los únicos ojos que a ratos sentía que eran incapaz de juzgarme. Esa mirada que había protegido con tanto esmero, la sonrisa que atesoraba estaba borrada de su rostro.

    Todo por mi culpa, tan solo estaba entregándole una carga que no le correspondía.

    —¿Qué te ocurre? Hermana, ¿por qué no nunca me lo dices?— Empecé a respirar con dificultad, pesadez, mientras sentía la presión casi dolorosa de mi cráneo, la mirada abrumada en cristalino líquido.

    —¿Cómo quieres que te diga? —respondí aferrándome aún más a la tela de mis piernas, frunciendo todo el rostro, empezando por fin a soltar las lágrimas con una voz ronca y rota, pero entendible— ¿Cómo te voy a decir... sí eres mi hermano? —mantuve un volumen bajo, pero mis palabras sonaban desgarradoras. Solo decir esas cosas aumentaba el dolor de mi conciencia, tan solo sentir que estaba gritando provocaba que mi corazón se estrechara. Sentía que sonaba tan fuerte y detestaba un montón que ocurriera eso.

    A pesar que solo estaba sollozando, quería enterrarme y no volver en algún parque perdido.

    >>¿Co.... cómo te podría hacer cargar... cargar con todo...?— Era incapaz de seguir, mis lágrimas caían y mi voz había quedado muda, acorralada tras el nudo de la garganta. Me centré en respirar, en quitarme el peso del pecho... Sentí la mano de Kimura, cálida, sobre la mía fría.

    —Hermana... quiero saberlo...— Miré nuestro enlace, yo solo era consciente de nuestras manos y no de su rostro, no quería verlo con la angustia en sus ojos. En sus hermosos orbes—. ¿No ves que también nos duele verte así?

    Nos duele... era una idiota. Boba, estúpida, mediocre. Me cubrí el rostro con ambas manos y lloré con algo más de fuerza, por fin liberando parte de la carga que sentía dentro. Era abrumador, para él debía ser demasiado... traumante, talvez, verme ahí. Rota, sin nada que ofrecerle más que martirios. Pero no podía detenerme, había logrado sacar del todo ese gran tapón que poseía mi corazón, como solo él podía hacer se filtró en mí...

    Y se quedó ahí, con la mirada preocupada, entre serio e infeliz, con una postura pulcra digna de cualquier discípulo. Esperó, no derramó ninguna lagrima a pesar del brillo melancólico en sus ojos. Lloré como nunca, pocas veces lograba llegar a ese punto. Donde todo se desmoronaba, donde sentí que ya no era nada. El momento en donde perdía el sentido de mi presencia. Ese momento tan terrorífico al que no quería llegar porque me daba miedo afrontarlo sola. Porque no sabía hasta qué punto era capaz de llegar, porque nunca aprendí a pisar el freno.

    Pero el estaba ahí y posó sus manos con delicadeza sobre mis muñecas cuando mengue el llanto.

    —Mao...— Su voz era tan cálida y fresca, recordándome que tan solo era un crío—... Mao, por favor, quiero verte...

    Pero no quiero que me veas, detesto ser así. No quiero mostrarme de estar forma, porque no quiero ser lo que soy en este instante. Aplicó fuerza, lo sentí, y hasta soltó un pequeño sonido de frustración. Suspiré resignada, apartando por mi cuenta la manos, él siguió aferrado a mis muñecas. Sonrió aunque yo aun tuviera la mirada desviada al suelo.

    >>Por favor, recuerda que está bien llorar.

    Me sentía algo más sosegada, el dolor y el cansancio estaban a pesar de todo... Era la nube negra de tormenta. Era el problema, un torrencial, la catástrofe de esta lugar... Pero era correcto, ¿no? Por eso estaba bien llorar. Y, como pasaba a veces, tarde caí en cuenta que estaba abrazando a mi hermano en un profundo silencio. Un toque gentil y placentero que me provocó otro suspiro por la nariz, desinflando todo el pecho, dando paso al real cansancio.

    Me sobó un poco la espalda y ahí es cuando yo me preguntaba: ¿Qué sería de mi sin ellos? Sin ese par de revoltosos.
     
    Última edición: 21 Enero 2022
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  6. Threadmarks: Atardecer de viento impoluto [Nagi y Shiori]
     
    Kaisa Morinachi

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    Palabras:
    733


    Yáahl Al borde del llantito estoy con la canción de fondo, pero bueno, quería escribir algo más warm y menos trágico
    Atardecer de viento impoluto
    Frío y calor

    The world's so big and I'm so small
    The ocean's deep as the sky is tall
    Sometimes I feel like I'm nobody at all

    De mi voz escapó un quejido, me moví con pereza y fui consciente de que había despertado. De a poco sentía como algunas partes de mi cuerpo estaban más perezosas que otras, siempre me había costado iniciar la marcha en las mañanas... Oh, el sol se escondía en el horizonte, sabiéndolo gracias a los cálidos rayos que se filtraban por las cortinas traslucidas de la ventana. Tras haber estirado un poco las extremidades sin siquiera moverme en realidad, abrí los ojos con cuidado... levanté los parpados en silencio, una sorpresa resonó en mi cerebro y sentí como mi corazón empezó a palpitar con fuerza.

    Ella estaba ahí, durmiendo a mi lado. Claro, estuvimos viendo pelis luego de merendar algo y terminamos echadas en la cama hablando de cualquier tontería... nos habíamos dormido cerca... bastante cerca. Miré con nerviosismo y oji-platica como su mano se posaba con suavidad sobre mi costado. No quería moverme, pues no deseaba despertarle, por lo que intenté calmarme exhalando despacio. Miré sus pestañas negrísimas, siempre sentí que ella era una chica muy hermosa, a pesar de que ya lo fuera por dentro. Siempre agradable, amigable, hasta podría decir que maternal, era imposible que alguien no se enganchara a ese buen corazón. ¿Sería popular en su curso? ¡Yo creo que debería serlo en toda la academia! Divagar en eso me quitó una cuota de nerviosismo de encima, la observé con la intensidad del rojo en mis mejillas algo más calmado...

    Quería tocarla, acariciarle el cabello como yo a veces lo hacía con Kazuki o mi madre lo hacía conmigo... pero no sería lo mismo. Otra vez los nervios y el pudor, ¿por qué no podría? Aparte de no querer despertarla...

    Ah, pero ella despertó. Se quejó, se movió y de manera más rápida que yo pareció entrar en sus sentidos. Me miró perdida, con sueño, frunció el ceño un momento y luego se rio en mi cara. Esa risa refrescante y cálida, como el sol del atardecer o la frescura del cuarto.

    —¿Y esa cara, Watanabe? —soltó risueña, calmándose del pequeño ataque de gracia. Era de esperar que yo la mirara con un puchero, pues sí algo no me gustaba era que se rieran de mí, aunque con la Kurosawa igual era distinto.

    —D-desperté recién —traté de excusarme un con el ceño fruncido y mohín en cara, con la vista clavada en las sabanas para no mirar sus hermosos ojos atardecer.

    —Jejeje, claro, claro— Y me alborotó el cabello con suavidad y cariño, a lo que yo simplemente supe dejarla ser, solo soltando un pequeño quejidito de protesta al cerrar los ojos.


    Eran momentos raros los que ahora me estrujaban el corazón, situaciones que en verdad nunca había experimentado, aunque a veces me recordaran a momentos con mis otras amigas... esto por algún motivo era distinto.

    Nunca conocí a alguien como Kurosawa Shiori, dudaba hacerlo otras vez, por eso no quería perderla. Por eso, a pesar del miedo, quería luchar: Me había cansado de ser abandonada, de que las cosas se me escaparan de las manos y yo como tonta me quedara detenida, en un sinsentido solitario y amplio, como un eterno mar gris claro.

    No quería más lidiar con el dolor, con la tristeza y la decepción como sí fueran los únicos sentimientos que existieran. Detrás de eso había más, muchos sentimientos hermosos que sacaban a relucir con aun más brillo los otros desagradables. Y bajo esa idea lo sabía, todo lo que enturbió la figura de Shiori, la distorsionó, no era culpa de ella y nunca la culparía por ello.

    Talvez nunca sería capaz de enfrentarme una panda de criminales, pero me veía capaz de razonar con Shiori. Ella merecía más, mucho más que simplemente amargarse con personas que no la merecían.

    But you make me feel like I'm someone, you do
    'Cause I know I'm someone to you
    Make me feel like I matter, you do
    'Cause I know I matter to you
     
    Última edición: 21 Enero 2022
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  7. Threadmarks: I want you [Ichirou y Kaoru]
     
    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Título:
    Primavera, ocre y copos de nieve [Gakkuo Rolplay|Colección]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    9
     
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    THIS IS CANON IN MY HEART. Uno de los pendejos está muerto y otro en la universidad, así que no están en Gakkou per sé, pero son los hermanos de Nagi y Shiori, porque junto a la linda de Pau aka Yáahl se nos fue la olla y con gusto. Ella está preparando algo so big, pero a mi se me vino a la mente una escena super corta, pero que me llena por completo.

    Sí ella me lo confirma es re canon, pueden ser Ichi de 13 y Kaoru de 14.

    I want you

    Reflejo en otoño
    Serpientes y zorros
    —En la tierra crecen flores —dijo Kurosawa Kaoru mientras miraba el sol caer por el horizonte, todo se teñía de ocre, como sus ojos, reluciendo el castaño, como mi cabello, que incluso conseguía un par de reflejos dorados que poco me importaban. Acuclillado yo me encargaba de trazar líneas algo irracionales en el suelo, tal vez tenían un patrón, pero... no quería. No sé, solo quería distraerme.

    Alcé la mirada hasta dar con el sonriente Kurosawa, quien observaba tranquilo el atardecer, contrastando por completo con mi ceño fruncido y cara de mal genio en general. Tan... no sé, a ratos me sentaba mal estar a su costado, sentía que... sentía que...

    Miré otra vez el suelo.

    —Qué importa —musité siguiendo con mis trazos encriptados. Kurosawa me brindó una sonrisa, observó mi silueta encogida debido a estar en cuclillas y nunca supe, al no verlo a los ojos, cuánta compasión había en su mirada. Tampoco quería saberlo.

    —Que crecen, Aki, que las flores crecen —dijo con calma y el ligero entusiasmo en su voz, volvió a mirar el atardecer mientras ahora mis trazos empezaban a crear una montaña que parecía dibujada por un crío de cuatro años. Le hice un rio, dibujé una casita en la cima, sin saber KuroKao no demoró en observar bastante curiosos lo que hacía.

    —Qué importa que crezcan en la tierra —espeté algo agresivo, porque sabía por dónde iban los tiros—. Con solo tierra cuánto crecerán, necesitan agua, necesitan un buen clima, la energía del sol, necesitan... —mi voz poco a poco fue ganando algo de rabia, pero no llegué a alzarla, aunque sí a reflejar mi desespero en aquel tren de pensamiento que Kaoru había activado, sí es que era un cabrón.

    —Quién dijo que tú no tenías luz —replicó con calma, cortando mi voz.

    Apreté los labios con fuerza, apreté el palo con fuerza, se rompió contra la tierra y me levanté de sopetón. Miré a Kurosawa con esa ira que me caracterizaba, la que te quería dar un puñetazo sí encontraba la excusa, pero en el fondo era la que quería mantener dentro. La que no quería...

    La que no quería problemas, por más contradictorio que fuera. Miré sus ojos, sus amarillos ojos, rojizos, naranjas. Como el puto atardecer que teníamos delante y no pude replicarle nada, es más, sentí como mi rostro empezaba a arder y el cabrón soltó una suave y alegre risa en cuanto me despeiné mi propio flequill0 frustrado mientras me echaba la otra mano al bolsillo.

    —Vete a la mierda, Kuro-tonto —espeté y me alejé sin más.
    —Tan pequeño y con esa lengua, Akiyama~ —soltó con toda la gracia en su voz, no tenía que verle la cara para entender la sonrisa cabrona de niño bueno que tenía encima, alegre a morir. ¿Cómo lo lograba? Cómo fuera, le dediqué mi dedo de en medio sin mirarle mientras empezaba a caminar un poco más rápido con lo acabronado que estaba.
    —Que te calles, te dicen.

    Sería condenado...

    pero sí que le daba luz a mis días.
     
    Última edición: 28 Febrero 2023
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  8. Threadmarks: Confianza [Ichirou Akiyama]
     
    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    AYUda, no puedo detenegm.
    Añado a Ichi a esta sección, porque es hermano de Nagi y pega con lo de Ocre en el titulo.

    Uhm... yo digo que esto sucede en algún punto en sus 19 años, si que si.
    Y la advertencia que doy es que se meten mano (?)
    Y me da vergüenza publicar esto, pero bueno, es lo que hay, no negaré que lo disfruté cuando lo escribí. Fue una idea que me surgió de la nada y al desarrollarla terminó en esto, así que ni modo, allá va.


    Confianza


    Fue un viernes agotador, tuve examen tras examen esa semana, dormí como la mierda y poco, estaba cansado, pero aun más estresado y ya se sabía cómo solía lidiar con esas cosas desde que mi sexualidad estuvo más activa. Un cigarro, una escapa a un ruidoso ambiente donde perderme y sí tenía algo de suerte quedar con alguien agradable para que me diera unas copas, me olvidara y así pudiera ignorar todo con más facilidad al día siguiente. Nunca daba mi nombre, nunca daba mi número, quería evitar conflictos, no quería que me buscaran. Porque no quería nada, solo deshacerme de todo lo que cargaba y no quería.

    Querer o no querer, ah, desde Hamlet a Parménides, creo que todos se habían equivocado de verbo, porque esa era la cuestión.

    Como fuera, quería darme unos buenos tragos, pero algo detuvo mis pasos al seco justo a una cuadra de llegar al antro que me quedaba más cerca. Mi mirada cayó con firmeza sobre un grupo que estaba en las sombras, parecían ser dos tipejos y estaban rodeando algo, lo que solo aumentó la tensión en mi ceño, porque había cosas que no toleraba en ningún aspecto. Tenía a Nagi de hermana menor, para que se dieran una idea. Tomé del hombro a uno de los tipos, presioné con fuerza a pesar que tenía peor condición que cuando era adolescente y lo incentivé a irse para atrás, mis ojos serios pudieron ver a la criatura que había sido acorralada, eso solo incrementó la ira en mis ojos cuando observé al condenado que tomé del hombro. Mis ojos se cerraron por la presión de mi boca al hablar, mi ceño incrementaba su rudeza con cada segundo que respiraba el mismo aire que él.

    —¿Qué mierdas crees que haces? —solté sin tapujos, casi seseante. Increíble, aun con el tiempo de vacaciones no había perdido mi toque. El grandulón se volteó a mí y el otro, que agarraba la mano del crío, volteó a verme también con claro descontento. Me alejé un paso para mantener distancias con el más corpulento y me crucé de brazos en una parada desafiante.

    —¿Qué te importa a ti...? —habló agresivo y me dio un vistazo rápido por todo mi cuerpo para luego anclarse a mis ojos otra vez, ni me inmuté— ¿... sucio raquítico?

    Enarqué una ceja, ¿era lo mejor que tenía? ¡Sí incluso yo sabía que podía tener anemia sí no me cuidaba! Entre otras jodidas cosas. Como fuera, mi sonrisa cubrió mis labios, confiado, y me acerqué a sus rostro colocando mis manos en la cintura, casi como un ave pavoneándose, pero algo en mi mirada y en mi voz seguía con ese siseo que heredé de mi propia madre, de quién más sí no.

    —¿Es lo mejor que tienes?— Le solté en la cara, para luego cambiar a mi seriedad perpetua. Actué rápido, tomé al chiquillo de la muñeca que tenía libre y clavé mis uñas en la muñeca al otro condenado que lo tenía agarrado sin piedad algunas. Di un "Ahg" adolorido y me contuve de sonreír satisfecho, solo le miré con la mala hostia que también cargaba y fruncí más el ceño cuando le enterré aun más las uñas.

    —¡Ahg!— Y soltó al crío, sonreí satisfecho, más que nunca.
    —¡¿Quién te crees maldita mierda?! —bramó el otro y no demoró en agarrarme del cuello, mi mano libre viajó por reflejo y le atiné un puñetazo digno de los que daba mi padre, se fue contra la pared y todo mientras corría al enano detrás mío.
    —Una mejor que tú, claramente.

    Y era hora de correr, porque contra esos dos seguro terminaba en el hospital con mis superiores atendiéndome.
    >>Corre —indiqué al bajito con mucha menos agresión, pero la seriedad se mantuvo. El chico me miraba con una mezcla de sorpresa, pero siguió mi carrera como sí nada. Como era de esperar, los tipos intentaron seguirnos, me colé en el lugar pasando por alto la seguridad, no era muy buena de por sí y el lugar ya lo conocía lo suficiente para escabullirme como la víbora que podía. Una vez dentro la música estaba fuerte, apestaba a sudor y otras cosas que costaba distinguir, las luces eran de una tonalidad roja y yo me colé entre las personas sin perder nunca el agarre que tenía sobre el desconocido.

    Llegamos a un lugar que daba a un pasillo donde podías ir al baño y otras cosas para gente con más dinero, no sé, el lugar era enorme y tenía de todo. Me respaldé en la pared recuperando mi leve agitación, aunque pronto observé al chico que estaba a mi costado, aun tenía su mano, se veía algo avergonzado pero cuando se percató de que lo miraba, tras titubear un poco con nerviosismo, me brindó una sonrisa... dulce, cuanto menos, y aliviada también. Compartía el sentimiento.

    —Gracias, gracias~ ¡Eso fue muy sorprendente!— Sus ojos reflejaron una pizca de emoción cuando dijo lo último, luego observó mi mano y regresó a mi cara, sonriendo con un toque más juguetón y ladeó la cabeza—, ¿quieres seguir pegado a mi muñeca, skinny boy?

    Me pilló desprevenido el gesto, así que mi rostro se tensó con cierta sorpresa impactada y el sonrojo no demoró en subirme al rostro. Lo solté de mala gana para guardarme las manos en los bolsillos, el pequeñajo no demoró en soltar una risa dulce... me recordaba a alguien. Desvié la mirada a otro lado.

    —Nada que sorprenderse— Busqué su mirada, serio—, lo habría hecho por cualquiera —aclaré sin mayores problemas. El chico volvió a mirarme con cierta sorpresa juntando las puntitas de sus dedos con suavidad, una y otra vez, los detuvo juntos, encogió los hombros y sonrió otra vez. Su sonrisa... era agradable.

    —Jejejeje —soltó, luego impostó una cara de lástima bastante transparente y me hizo enarcar una ceja, que se pegara a mi brazo me tensó el cuerpo sin querer—, ¿entonces no soy especial? —dijo con voz de un cachorro regañado o qué sé yo. Di otro chasquido y me despegué de la pared, ¿Cuánto mediría? Era más bajito que yo y eso me hacía pensar que era menor.

    —¿Quieres un trago? Aunque para eso tengo que saber tú edad, no quiero que me metan preso por emborrachar menores —dije fuerte solo para que me escuchara sobre la música, mi voz era más bien plana y mi cara de hastío. Eso sí, la pulga no demoró en aferrarse a mi brazo otra vez, alegre.

    —Veintiuno~ —canturreó, mis ojos se abrieron anonadados, mi mirada cayó así sobre él y se rio en toda mi cara antes de poder siquiera decir algo. Era muy... risueño. Le miré con extrañeza, pero no quería decir una tontería como "¿En verdad?" Aunque la opción de que me mintiera era bastante posible— Jajajaja, a que creías que tenía dieciséis o así, ¿no?— El pendejito se limpió una lágrima que se le escapó de tanta risa, no podía quejarme, era agradable.
    —No te creo nada.
    —Oh, vamos —se quejó frunciendo el ceño para luego mirarme con cierta duda—, ¿Nunca tuviste un compañero tan bajito, acaso?

    Alcé la mirada, reflexivo, luego lo miré con la seriedad renovada.

    —Nunca tanto como tú—. Dio un suspiro resignado y metió su mano en el bolsillo interno de su chaqueta, abrió su billetera y me mostró su edad, aunque cubriendo cosas como nombre y demás con su pulgar.
    —¿Ves que no miento?— Me acerqué para fijarme en la foto y en su cara, una más seria, la real sonriente. Me erguí otra vez, miré al frente y seguí avanzando con el anclado en mi brazo. Faltaba poco para llegar a la barra.
    —Entonces tú pagas los tragos— Me miró con la boca abierta, sorpresa indignada. Luego hizo un pucherito y me miró enfadado, aunque no sé qué tanto era espectáculo y cuánto real.
    —Tú no sabes ligar, ¿cierto? —se quejó, el temita logró sacarme una sonrisa relajada con tintes de sorna. Me detuve, lo agarré del mentón con cuidado para verlo fijo desde ahí arriba. Era agradable ser el más alto de vez en cuando.
    —A mí es a quien llevan a la cama, precioso —dije sin más, suave y demasiado directo incluso para mí, así que sentí el rubor mis mejillas mientras mantenía mi sonrisa. Su cara de sorpresa y ver cómo las mejillas se le colorearon me sacaron otra risa. Le dejé libre el mentón para volver a mi cara de culo y seguir caminando. Se quedó un tiempo en silencio, luego me miró otra vez, sonriente.
    —¿Eso significa que yo también puedo?— Lo miré de reojo, serio, cuando llevé mi vista al frente, a la barra, sonreí confiado.
    —Eso depende de cuántos tragos me cueles en el organismo—. Sus ojillos no se despegaban de mí y yo no necesitaba verle para saber la curiosidad con la que me observaba.

    En su voz se notó la sonrisa retadora que tenía.

    —¿Es eso una apuesta?
    —Verás resultados según cómo te compartes, aquí no se apuesta nada —dije con calma, luego llamé al mesero y sonreí con sensación de terciopelo—, un trago para dos, por favor.

    Que sentía esta noche interesante.



    Me permití unos lujitos y como él me había comprado un buen par de tragos yo pagué todo lo del motel al que fuimos. Suelo preferir ahorrar dinero antes que gastármelo en estos detalles, no me importa sí me llevan a su casa o a un lugar de dudosa calidad, me cuido a mi manera y luego me aseo como nunca, pero esta vez era diferente. Este... crío mayor que yo era diferente, empezando con que muy de mi tipo no era, así que poco acostumbrado estaba a tomar más iniciativa y era más dado a juntarme con impulsivos para así centrarme en solo recibir y no preocuparme en entregar cosas que no tenía. Un tacaño, vamos, como cualquiera. La cosa es que ahí acabamos y por primera vez no era yo quién estaba a horcajadas en otra persona. Nos besamos con bastante tranquilidad, la verdad, no estaba tan borracho como otras veces, porque sí me pasaba de copas este enano no podría cargarme y tampoco permití que se le fuera la mano a él, por más mayor que fuera. Me gustaba sobar sus costados, entre su cintura y cadera, para ir colando de a poco las manos por debajo de su ropa. Mantenía mis ojos algo abiertos, siendo sincero, porque quería estar atento de sus reacciones y cómo iba la cosa... algo me decía que por más atrevido que fuera no estaba muy dado para estas cosas. Sus manos se posaban en mis mejillas y era alguien bastante suavecito, la verdad, y fácil de manejar por lo menudito que era. Colé mis manos por su espalda y con una alcancé su cabeza y presioné un poco para profundizar el beso, le saqué un suspiro y eso me hizo sonreír para mis adentros, que genial~

    Fue entonces que mis manos bajaron mientras el colaba sus brazos alrededor de mi cuello, agarré su trasero, lo apretujé solo un poco y apliqué fuerza para acercarlo más a mí, otro sonido que logró entusiasmar un poco más mi cuerpo. Le sonreí ahí en la boca y él abrió sus ojitos muy inmerso en el momento.

    —¿Así piensas tomarme esta noche? —intenté picarle con un tono sedoso y no demoró en fruncir un poco su ceño, aceptando el reto, porque de inmediato coló su mano abajo para presionar la leve erección que tenía y no demoró en agarrar mi boca otra vez. Logró sacarme un suspiro y me abracé más a su cintura y nos quedamos ahí otro rato...

    Creo que había algo raro.

    De un movimiento di vuelta la situación dejándolo a él recostado sobre la cama, una de mis manos quedó en su cintura y la otra al costado de su rostro, mi mirada seria se afianzó sobre sus ojos que me veían con cierta sorpresa, me echó los brazos a los hombros y ladeó la cabeza, extrañado.

    —¿Qué pasa?— Así que él también había notado mi cambio de actitud. En silencio bajé la mano y toqué otra vez su intimidad por sobre los short algo ceñidos que tenía. El chiquillo soltó un quejido y se apretó el labio, mi mirada seria se mantuvo, por dentro estaba extrañado, sí, pero no quería llegar a espantarlo.

    Solté ese lugar y mi mano subió con suavidad, rozando la superficie, hasta llegar al borde de su camiseta. Colé la mano y entonces el chico desvió la mirada, se le veía muy avergonzado y no en un sentido que fuera a agradar a alguno de los dos. La calentura se me había pasado un poco, toqué uno de sus pesos y sacó otro sonidito que le incentivó a cubrirse la boca con el dorso de la mano. Pasee mi mano por debajo de su protuberancia y lo sentí.

    Sentí las cicatrices, y él se veía muy avergonzado, arrepentido también. Saqué mi mano con lentitud, mi mirada era seria y él no volvió a mirarme. Me erguí y luego me senté al borde de la cama, entrelazando mis manos y apoyando los codos sobre mis piernas, reflexivo. Él se abrazó con fuerza así mismo, no lo vi, pero eso hizo. Se encogió sobre la cama y me dio la espalda.

    —Disculpa —musitó, era una disculpa genuina. Llevé mi mano al mentón, de la nada el licor me empezó a dar una jaqueca considerable, puede que fuera más que nada el golpe de realidad. Exhalé con suavidad, pensando en cómo abarcar la situación.
    —Yuuta, ¿cierto? —recordé el nombre que me había dado, dejé otra vez mis manos entrelazadas—. ¿Por qué?

    ¿Por qué estábamos haciendo esto?

    Reconocí esa inhalación que precede al llanto y no pude evitar preocuparme, suspiró, se tomó su tiempo, supongo que tampoco sabía bien que hacer.

    —Ya... no me quieres, ¿cierto?

    Exhalé yo con calma, a ver, para empezar nunca le guardaba cariño a mis aventuras nocturnas, pero asumí que se refería a ese tipo de cariño: El deseo, aunque solo dure una noche. Volví a masajearme la cien, algo estresado, nunca me imaginé que podría caer en una situación así.

    —Yuuta...— Volteé a mirarlo. Ahí estaba, hecho una bola, se me antojó como un espejo, tal vez yo no me viera así, pero sí que muchas veces me sentí... así de desprotegido. Di un suspiro y me dejé caer a su costado, tras de él, mis mano se colaron por sus costados y lo acerqué a mí. Lo apreté contra mi cuerpo con cierta fuerza, ojos cerrados, la verdad es que ya no tenía ganas de nada, pero descansar podía ser una opción—. ¿Qué tal si descansamos? —musité con el agotamiento en la voz—, creo que me va a dar una resaca horrible...— Sonreí suave—, y eres como un peluchito.

    Silencio... creo que podía sentir el palpitar nervioso de su corazón.

    Más silencio.

    —¿No te enojaste? —cuestionó con el temor en su voz, pero la curiosidad también se le notó.
    —Uhm... supongo que solo no lo vi venir —contesté calmado, sin necesidad de sonar serio, era más bien una charla tranquila.
    —Ah... ¿te decepcionaste?

    Me la pensé un poco, fruncí un ceño.

    —Lo único que me molesta es que no trajeras un dildo para hacer tu trabajo—. No sabía que el pequeñajo se había sonrojado, entonces bajé la mano hasta posarla con suavidad sobre la hebilla de su short—, ¿o querías que continuara?

    Negó con la cabeza.

    —No lo pensé... —sinceró, así que subí la mano otra vez para simplemente abrazarlo.
    —Pues piénsalo mejor la próxima vez, ¿entiendes?
    —¿Eh?— Se incorporó para buscar mi cara, abrí tan solo un poco los ojos, la extrañeza y preocupación se reflejaba en su rostro—, ¿Habrá próxima? —preguntó sin problemas.

    Cerré los parpados otra vez.

    —Supongo... un privilegio, je —lo último me sacó una sonrisa con sorna. A ojos cerrados busqué su cabeza para desordenarle el cabello, otra vez serio—, nunca los doy... así que considérate especial —dije lo último devolviendo mi mano junto a la otra, que se desparramaba delante mío, aunque me acomodé uno de los brazos por debajo de mi cabeza, sí, así era más cómodo. Yuuta soltó una risilla, puede que algo incrédulo, no fui capaz de ver esa sonrisa al tener los ojos cerrados.
    —¡Mira que suerte! —exclamó con mejor ánimo y se me abalanzó encima dándome un abrazo, no pudo contenerse otra risa y yo solté un bufido en respuesta—, me rescatas y me das privilegios, que consentido me dejas~
    —Sí, lo que digas—. No mentía cuando decía que quería dormir. El tipo se me acurrucó contra el pecho y ahora era él quien me abrazaba por los costados, dejé caer mi brazo libre encima de su cuerpo.
    —Gracias...
    —Aki... puedes decirme Aki.
    —Jajaja, gracias, Aki —musitó.
    —Umhu —fue mi única respuesta.

    Cuando abrí los ojos y me senté en la cama una vocecilla no demoró en recibirme.

    —¡Buenos días!— Me costó despegar los parpados para abrir los ojos, ¿Cuál sería la hora? Busqué mi celular y no demoré en encontrarlo, las nueve, vaya, ¿Tan temprano y tan despierto? Miré a mi acompañante, quién tenía una sonrisa enorme, no me quedó otra que enarcar una ceja, luego fruncí todo el ceño. Sí, siempre me arrepentía por beber de más, pero en el momento de hacerlo y aun sabiendo las consecuencias nunca me importaba. Eso sí, solté un quejido cuando sentí algo frío en mi cuello—. Es de uva, pensé que te gustaría— Miré otra vez al tipo extrañado, miré la lata que me tendía, miré esa sonrisa amplia y suave de no matar ni una mosca. Bufé, luego noté un café en la mesa de noche a su costado y se la apunté con el mentón.
    —¿Y eso?— Volteó a mirar qué le apuntaba.
    —¡Oh! —tomó la lata y me la extendió acercando la otra más a él—, dos opciones, por sí no querías la de uva—. Mantuvo su sonrisa, miré la lata de café y la tomé, cuando la abrí no pude evitar sonreír con cierto pudor.
    —Gracias.
    —Jejejejeje —rió con los ojos achicados por sus mejillas, me miraba directamente y yo le devolví al mirada de reojo, serio, mientras daba mi primer trago. Era muy risueño, ¿no? Se reía mucho... tal vez era porque en realidad los nervios siempre los tenía a flor de piel, cerré los ojos y disfruté de mi trago—. Te vez bien.

    Me atraganté.

    Volteé a mirarlo con el ceño muy fruncido y me limpié la boca con el antebrazo, quería explicaciones y él solo se rió más en mi cara.
    —Es que... es que... jajaja... Ayer no te veía bien —sinceró lo último más tranquilo, su sonrisa era más dulce y ladeó la cabeza—, te miro mejor y siento que eres muy lindo.

    Fruncí más el ceño, cerré los ojos y le puse toda la palma de mi mano abierta en su cara, aparte de tomar el segundo sorbo del café. Lo dejé sobre la mesa y me acomodé la ropa al levantarme.

    >>¿Ya te vas? —dijo con lástima. Lo miré por encima del hombro.
    —Soy alguien ocupado—. Hizo una mueca, creo que no me creía.
    —Sí, claro.
    —Te lo digo en serio— Y volteé hacia adelante, serio, aunque de repente tenía que contenerme la sonrisa cabrona—, sí me sigues molestando no te daré mi número.
    —¡Ah! Cierto... ahhh, ¡Espérate!— Nervioso buscó entre todas sus cosas y ahí sí que le miré con una sonrisa de mofa echa y derecha, cuando me pasó el celular con su numero anotado, sonriente, le devolví la sonrisa risueña, se veía alegre, poco iba a saber yo que estaba encantado con las pocas sonrisas que daba. Me puse serio al momento de anotar el número y listo. Me guardé como Aki y a él lo dejé agregado como Yuuta, al fin y al cabo es el único nombre que me dio. Cuando se asomó a mi costado antes de que guardara el celular miró con decepción y hastío el nombre elegido para él—. Que aburrido... ¡Ay!

    Le piqué la frente sin más, serio.

    —Quéjate de cosas más importantes para la próxima.

    Y ya está. Me despedí, dije que cualquier cosa respecto a lo de anoche me enviaba un mensaje o me llamara, le advertí que sí no respondía pronto era por estar en clases o quién sabe en qué crisis que me impidiera hablarme, asintió atento a cada una de mis indicaciones y se entristeció al momento de la despedida, aun seguía sobre la cama y yo estaba listo para irme... No me agradaba tener que lidiar con algo así, pero ya qué, no había tampoco motivos para dar vuelta atrás.

    —Sí te deprimes no tendré ganas de verte —fue lo que se me ocurrió para intentar animarle mientras despeinaba su cabello, me miró con el ceño fruncido, receloso.
    —¿En verdad te podré ver otra vez?
    —¿Tengo cara de que miento? —repliqué con algo de hastío colado en la voz. Se la pensó un rato y luego me sonrió.
    —¡La próxima será mejor!— Tomé eso como señal de dar media vuelta y alejarme.
    —Más te vale o sí no bloqueo tu número —solté serio abriendo la puerta del cuarto.
    —¡¿Qué?!
    —Es broma, es broma... Y cuídate más a la próxima —recalqué eso último en verdad serio y busqué su mirada que, efectivamente, estaba haciendo otro puchero. Cerró los ojos.
    —Como ordenes, mamá— Fruncí el ceño e hice una mueca, ¿Quién se creía? Como era de esperar soltó una risota después—, adios~
    —Hasta la próxima— Cerré la puerta tras de mí y me marché...

    Que raro todo... que raro yo... ¿Me arrepentiría de mis decisiones? No lo sé, ahora solo me quedaba regresar con papá para seguir matándome con los estudios. Oh, que divertida que era la vida.
     
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    Kaisa Morinachi

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    Escritora
    Título:
    Primavera, ocre y copos de nieve [Gakkuo Rolplay|Colección]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    368
    Acupuntura

    Cómo lograba vivir con todo lo que tenía, me preguntaba a veces, sobre todo cuando me veía al espejo que se encontraba en mi cuarto pegado a la pared. En ese espejo con la toalla sobre mi cuerpo, con los rayos de la luna cayendo sobre mi cuerpo y haciendo sombra en mi cara. Me miraba y en mi rostro no había rastro de la gentileza con las que reía cuando estaba con mamá, ni la timidez de cuando hablaba con papá, ni la confianza y seguridad que les brindaba a mis hermanos.

    Ni el cariño que le expresaba a Gardner, tampoco la compasión que tenía con Nieves... ni el cariño desesperado que le guardaba a algunas personas.

    Me miraba como miré a muchos, con odio. Me miraba con esos ojos que, por más que no los viera en el momento, a veces me llegaba a reflejar en los ajenos, al punto en que ahora, donde mi reflejo me reflejaba los ojos en mis propios orbes... como un constante espejismo...

    Sabía que me miraba como a todos aquellos que una vez golpee. No como ahora miraba a mis amigas del club y a unos cuantos senpais...

    Apreté los puños sobre la pared y la inhalación pareció un gruñido, bufé con el aire filtrándose en mis dientes.

    Cuántas ganas tenía de romper ese espejo, pero tenía que controlarme... cómo odiaba hacerlo. Me tiré sobre mi cama y abracé esas almohadas gigantes, amordacé el grito que les di, un grito fuerte, corto.

    ¿Por qué, por qué, por qué? ¿Por qué, desde cuándo? ¿Por qué ahora? ¿Por qué no luego, por qué antes? ¿Por qué, por qué? ¿Qué tenía, que tenía que hacer? ¿Qué no? ¿Tenía guía? ¿Tenía escapatoria? ¿Tenía...?

    ¿Ganas?​

    —Ah... —inhalé separándome de la almohada para poder respirar...— Jajajajaja —risa suave y melodiosa, desquiciada. Me voltee sobre mi cuerpo y quedé de espaldas, estrella rota, con mi antebrazo cubriendo mis ojos y otra vez mis dientes apretados...

    Qué...

    ¿Cómo me sacaba esta rabia? ​
    ¿Cómo ignoraba mis entrañas?

    ¿Y ese maldito hormigueo que olía shinigamis?
     
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