Pretexto

Un fuerte perfume, trataba de opacar al sentido de la vista. Aunque la mirasen poco y nada le importaba. Su lápiz labial esta corrido y su máscara de pestañas no resistía ni un misero pestañeo más. Su cabello largo y hermoso, no lucía debido a lo despeinado que estaba. Pero ¿Qué importaba la apariencia?, después de todo, era obvio que ellos no buscaban que luciera siempre perfecta, eso significaba un mero formalismo.
Cansada, hastiada y mareada, lanzó la cartera de cuero a un sillón de esa pieza que solía cobijarla en momentos como ese. Con rabia se quitó los altos tacones de cuero rojo y al lanzarlos botó una foto de su amada familia. Miró de reojo aquel recuerdo de la normalidad, tentada en levantarlo y sumergirse entre los recuerdos de un pasado glorioso. Pero el sólo pensar, e imaginar a su dulce madre mirándola tal cual se veía ahora, le repugnó. "Es que no soy como tú mamaíta" dijo sin notarlo como queriendo dar una explicación a la que fue su jueza moral.
Y no podía hacer mucho ante su presente, trataría de lavar su cara, sacando los restos de lo indecente. Dormiría y en cosa de horas tendría la apariencia inocente. ¡Cuántas explicaciones se daba! La muñeca casera no tenía demasiado, y pese a que le calara el alma, los hombres que profanaban una y otra vez su cuerpo por las noches, eran su única compañía. Casi riéndose de sí, recordó por qué estaba así y dejó la ardua tarea de entender. Sí, entre caricias compradas ella vivía y lo del dinero se convirtió en un pretexto más. "Si hubieses querido, hubieses hecho lo mismo querida". Le guiñó un ojo al recuerdo de su madre y durmió.​