Imperio de Elérea Pradorrivera

Tema en 'Final Fantasy: Crimson Sky' iniciado por MrJake, 4 Enero 2022.

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    MrJake

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    Pradorrivera

    Pradorrivera.jpg

    Ubicación: Cuadrante D3 (Elérea)

    Una de las muchas aldeas pequeñas repartidas por Elérea, Pradorrivera es especial por estar construida junto al río Leviatán. El río y la Gruta de los Cristales han servido para hacer esta aldea su modo de vida, dedicándose humildemente a la pesca y a la minería en sitios donde la mayoría de eleanos no se atreverían. De hecho, son famosos por sus productos exóticos, que muchos artesanos y gourmets solo encuentran aquí, y por el gran valor y destreza con las armas de sus hombres y mujeres, que ni siquiera suelen necesitar de apoyo del Emperador para protegerse de monstruos y lluvias carmesíes.

    Fue, de hecho, desde un trágico suceso años atrás que esta aldea empezó a dejar de depender de las fuerzas imperiales y pasó a autodefenderse, y, desde entonces, todos los ciudadanos, amigos y compañeros entre sí, luchan juntos contra cualquier amenaza. Nunca más, se prometieron, sucedería algo tan terrible entre sus gentes.


    Casa de Darek: descansa gratis y cura todos tus PS y PM. Solo con Darek en el grupo.

    Mercado:
    Verdulería:
    - Verdura Gysahl (una verdura muy popular entre los chocobos. Los humanos pueden consumirla también, aunque para ellos no son ni la mitad de sabrosas. Podrían utilizarse para, cocinadas, obtener algo más apetecible, sin embargo. Si la toman Boko o Kein, funcionará como un elixir medio, restaurando un 50% de sus PS máximos y PM máximos; puede usarse en recetas): 50 guiles
    - Corteza de cebolla (un trozo de la piel de una cebolla. Es frágil y tiene un intenso olor. Como material no debe ser muy útil, pero puede valer para pócimas, ¡o incluso comidas... supongo!): 40 guiles
    - Tomate silvestre (parte de la cabeza de un tomate hostil. Aunque suene algo sádico, en realidad las cabezas de estos monstruos son exactamente iguales a los tomates normales, ¡pero el doble de grande! Normal que se usen para recetas, sale mucho más económico): 50 guiles

    Carnicería:
    - Carne de garula (la carne de una garula. Curiosamente, estos mosntruos tienen una carne especialmente jugosa y tierna, que se deshace en la boca nada más pincharla, lo cual la hace muy popular. ¡Una delicia, sin duda!): 60 guiles
    - Carne de mu (los pequeños mus sin duda son adorables, pero no dejan de ser monstruos. Por eso, hay que eliminarlos y cazarlos, y, ya que se hace, ¡su carne, con un sabor muy similar a la carne de cordero, puede aprovecharse!): 60 guiles
    - Carne de ave (carne de un monstruo volador. La mayoría de los monstruos con forma de pájaro pueden cocinarse, pues su carne sabe a pollo, ¡y no es lo que se dice siempre, es que literalmente sabe a pollo!): 60 guiles

    Pescadería:
    - Perca eleana (Pescado común en Elérea. Rareza: 1): 40 guiles
    - Sardina saltarina (Pescado común en Elérea. Rareza 2): 50 guiles
    - Bargo rivereño (un pescado que solo puede encontrarse en la lonja de Pradorrivera, pues el río leviatán es el único lugar por el que nada, y la pesca en otras partes del río es infructífera por la proliferación de monstruos. Rareza: 3): 75 guiles

    Tienda de minerales:
    - Hierro (Mineral común que puede extraerse en numerosos lugares picando y minando. Rareza: 1): 50 guiles
    - Placa de piedra (parte de las corazas de monstruos acorazados de piedra, estas placas son muy duras, pero se pueden moldear fácilmente, lo que las hace fantásticas para crear gruesas armaduras): 60 guiles
    - Cristal azul (un fragmento de cristal de un intenso color azul, cargado de magia, que solo se encuentra en la gruta de los cristales y en algunos monstruos. Es un material muy valioso y extraño, sin duda, codiciado por muchos artesanos): 90 guiles
    - Jefe de la aldea [solo con Darek en el grupo]: "Reconciliación con el pasado"
    Objetivo:
    consigue una luminita en la Gruta de los Cristales para la tumba de Bruno.
    Cumplido por: Erin
    Recompensa: Poder dormido de Darek

    - Antiguo amigo de Bruno: "Los secretos de los cristales"
    Objetivo:
    encuentra los tres puntos de extracción de la gruta de los cristales.
    Cumplido por: ???
    Recompensa: ???
    Manuela, señora hogareña
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    Carlos, niño ambicioso

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    >> Intimidar: 90%
    >> Espiar: 80%
    >> Preguntar: 20%
    >> Engatusar: 60%

    Marcos, granjero incansable

    >> Comandar: 90%
    >> Solicitar: 60%
    >> Ayudar: 10%
    >> Intimidar: 20%
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    >> Engatusar: 80%

    Amane
     
    Última edición: 13 Enero 2024
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    Amane

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    Roxanne 'Roxy' Flamair ♥

    Noté a Mark mirando hacia el Portón del Sur y, aunque no podía decir que me importase especialmente, acabé imitando su gesto también. No tenía motivo para estar preocupado, pues era más que obvio que Kalef lo tendría todo bajo control, pero supuse que era normal que quisiese saber cómo iba todo por ahí. No tenía manera de saberlo, sin embargo, y tampoco podía asegurarle que todo estaba bien si podía ser mentira, así que simplemente lo dejé correr.

    —¿Tienes hambre? —repetí, incrédula, mientras avanzábamos hacia la aldea—. ¡Te va a dar diabetes o algo con tanto azúcar!

    Y, en sí, no era de mi incumbencia, pero prefería que estuviese sano en lo que tuviese que ayudarme con Raif.

    La aldea en cuestión sí que tenía bastante comida a la venta, pero casi todo eran productos que nada tenían que ver con el azúcar. Decidí comprar algunos ingredientes, pues quizás en algún punto pudiese hacer más platos útiles con ellos, y aparte de eso, lo cierto era que el sitio no tenía mucho más que ofrecer. Era bonito, sí, pero también pequeño, y tras haber comprado y visitado algún que otro habitante, parecía que el pueblo nos había ofrecido todo lo que tenía que ofrecernos.

    >>A partir de ahora, Mark, solo vas a comer tomate silvestre y corteza de cebolla, ¿te enteras~?

    Comprar: Carne de ave x1 (60 guiles) + Tomate silvestre x1 (50 guiles)
    Habilidad de senda: Marcos, granjero incansable (80%)

    310 - 110 = 200 guiles
     
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    MrJake

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    Pradorrivera, en efecto, era un sitio tranquilo y sereno, pequeño y sin demasiado que ofrecer. Vendían productos frescos, muchos de ellos difíciles de conseguir en otro sitio, y la gente mostró su hospitalidad nada más verles.

    Un hombre, un campesino de nombre Marcos, obnubilado con la belleza de Roxy y fácilmente engatusado por sus encantos, los guió por el pueblo y les ofreció numerosos productos que, al parecer, él mismo había arrancado de varios monstruos. Sí, sin duda el tipo era grande y fuerte; de hecho muy grande y muy fuerte. Y por cómo portaba entre sus manos la azada que llevaba... sabía no solo usar esos músculos, sino armas también.

    Obtienes:
    -Pata de cangrejo x1
    -Cuerno de marfil x1
    -Cristal azul x1

    Sonriendo, el hombre les llevó al mercado, y se vieron rápidamente arropados por la hospitalidad de los aldeanos. Les invitaron a comprar, les mostraron sus mejores productos y les invitaron a quedarse, interesándose por ellos y preguntándoles por sus viajes y por sus orígenes, casi como si fuese todo un evento recibir allí visita que no fuese la de comerciantes, y quisiesen mostrar toda la hospitalidad que llevaban dentro.

    —Así que ya sabéi', viajeros —dijo Marcos, dándole una palmada en la espalda a Mark—. ¡Ahí os dejo, pero Pradorrivera es toa' pa' vosotros cuando querái', ¿vale?! ¡Sobre to' con mozas tan guapetonas como esta señorita, nosotros estaremos encantao' de recibiros, de verda'! Ya os adelanto que tenemos los mejore' ingrendientes de toa' Elérea, ¡el orgullo del paí', eso somos nosotros, por pequeñita que sea la aldea!

    Y se alejó dejándoles solos. Estaban todos los aldeanos unidos, y era, francamente, sorprendente lo mucho que amaban su pequeño asentamiento. Mark se quedó mirando el paisaje por unos segundos, en silencio, los ojos brillantes.

    —... son... eleanos. Pero son todos tremendamente amables. Pese a tener la piel más oscura, revelando mi procedencia, les ha dado igual. Al revés, hasta se han interesado por Fayar y han preguntado por todo el jaleo que se montó en el Portón... preocupados por los fayenses.

    Exhaló un pesado suspiro.

    —No todos los eleanos son mala gente, supongo. Y... quién sabe. ¿Y si... matamos a gente como esta en aquella guerra? —aquellas últimas palabras, casi susurradas, las pronunció para sí mismo. Tras eso, zarandeó la cabeza—. ¡Ah, joder! Da igual. Bueno, Rox, tú dirás. ¿Te interesa hacer algo más por aquí?

    Tilkin se cruzó de brazos, sin embargo.

    —A mí no me gusta. ¡Aquí venden cosas muy buenas y a un precio demasiado alto! ¡¡Tilkin no va a poder vender aquí nada por buen precio y no va a poder sacar mucho beneficio!! ¡Kupó! ¡Ya podemos irnos, kupopó!

    ... los hay quienes intentan sacan lecciones morales y quienes intentan... ¿sacar tajada?
     
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    Zireael

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    Erin Elroy

    El tramo que nos faltaba hacia Pradorrivera lo recorrimos sin mayores incidentes, no topamos con más monstruos y entonces le avisé a Darek que haríamos un desvío. Nada del otro mundo, no creía que nos tomara demasiado tiempo antes de comenzar a avanzar hacia el norte como nos correspondía de una vez. La obsidiana de Eigis debería esperar un poco, luego de la lluvia no consideraba del todo prudente ingresar a los montes después de todo.

    Revisé lo que cargaba, todavía quedaban algunas pociones y un par de cosas más, que de momento nos debían de servir. Debí haber comprado algo más antes de dejar Elérea, pero entre las despedidas pues se me había pasado.


    Encargo: - Jefe de la aldea [solo con Darek en el grupo]
    Habilidad de senda: Marcos, granjero incansable. Comandar: 90%

    Ahora viene bien, pero saben lo que es tirar un dado de 99 y sacar un 1? No deja de sorprenderme esto
     
    Zireael ha tirado dados de 99 caras para Habilidad, Marcos Total: 1 $dice
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    MrJake

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    Darek pareció tensarse conforme se estaban acercando a aquella aldeita. Cada vez que Erin le veía de reojo, se mostraba nervioso, desviaba la mirada y trataba saliva. Hasta que, cuando vio que iban a entrar, se detuvo en la marcha y se quejó.

    —... n-no veo el motivo por el que debamos entrar a esta aldea, Erin. Creo que es mejor que sigamos nuestro camino. Tenemos una misión, después de todo.

    ¿No era él el que decía que igualmente tendrían que hacer tiempo para que la situación se regularizase tras la lluvia y Erin pudiese coger el barco a Áurea? Hum, cualquiera diría que tenía algún motivo para no querer entrar en la aldea...

    —Si aun así vas a entrar, yo... te espero fuera.

    Y se cruzó de brazos a la entrada de la aldea, mirando al otro lado. Por supuesto, no pudo distraerse mucho: alguien de dentro, un campesino que parecía salir de la aldea conforme ellos llegaban, le miró y alzó la voz para decir su nombre:

    —¿Darek? ¡Darek, pequeñajo! ¡¡Eres tú!!

    Darek en seguida se enrojeció, y apartó la mirada nuevamente. Pero el insistente hombre se le puso delante, colocó las manos en los hombros del tipo y lo zarandeó. Fue cómico ver a Darek agitándose con aquella cara de querer que la tierra le tratase.

    —¡A mí no me engañas, eres tú! ¡Esos ojos los reconocería en cualquier sitio, y eres el maldito Puño! ¿Te piensas que no te voy a reconocer?

    Darek miró entonces al hombre, miró a Erin y... suspiró.

    —... hola, Marcos.

    —¡Jo, jo, jo! Ya te vale, eh, mira que no venir nunca a vernos... ¡¡cómo vas crecido!! ¡La última vez que estuviste por aquí aún no tenías ni pelos en la cara! Aunque bueno, de eso veo que no vas sobrado.

    Darek suspiró, y miró a Erin, encogiéndose de hombros. U-Un momento, ¿acaso era esta aldea la aldea en la que nació y se crio Darek? ¿Aquella donde les contó que su hermano...? Cierto, al contar su historia comentó que su aldea estaba cerca de Portobelo, donde los guardias tuvieron que ir por el derrumbe de la muralla. Pero nunca fue muy específico con la posición exacta de la aldea ni con el nombre. Y a juzgar por su cara, se entendía el por qué. Lo último que quería era regresar; recordar lo que le pasó a su hermano.

    Sin embargo, no tuvieron más remedio. Entraron en la aldea, y todos los residentes se dirigieron a él, sonrientes, los más mayores reconociéndolo al instante, y los más jóvenes sabiendo de él, pues era el "orgullo de la aldea". ¿Un Pradorrivereño que se hacía Titán? ¡Eso no pasaba todos los días! Puede que Darek hablase poco de su aldea y de sus gentes, pero ellos, claramente, sí habían hablado mucho de él. Algo abrumado por los saludos y preguntas de todo el mundo, Darek terminó por aprovechar un segundo de soledad para apartarse, y suspiró.

    —... joder. Mira que había aldeas... —murmuró. Al ver cómo Erin se acercaba, se sobresaltó, se puso recto de nuevo y se aclaró la garganta—. E-Erin. En fin. Ya hemos visto la aldea, ¿no? Es hora de marcharse, entonces. Pradorrivera no tiene mucho que ofrecer, ¿no te parece?

    Puede que, en efecto, no fuese gran cosa; pero llamaba la atención algo, sin duda. No solo que había pescadores en el río leviatán, normalmente infestado de monstruos, sino que iban y venían aldeanos en dirección a la gruta de los cristales, cargados con espadas y picos. Marcos, entre otros, se dirigió hacia allí, habiéndole asegurado antes a Darek que limpiaría de monstruos la zona todo lo posible, pues siempre solían hacerlo.

    Marcos ha sido enviado a explorar.
    He pensado que habrá veces en la que no convenga que tu habilidad de senda se haga al capítulo siguiente... así que por lo general, desde ahora voy a dejar que, cuando descanses en una posada u otro sitio, los npc enviados ya hayan vuelto. Además, eso te servirá mucho en algunas ocasiones, en las que te vendrá bien despejar enemigos pronto (?

    Pero también llamaba la atención otra cosa, por encima del resto: no había un solo guardia eleano allí. Y, sin embargo, pese a la lluvia carmesí reciente, no se apreciaban destrozos significativos cerca. En una aldea próxima al río, a la gruta, y en mitad de la nada, sin murallas y sin guardias... los propios aldeanos habían debido proteger la aldea. Y es que a todos se los veía preparados, sin duda: hombres, mujeres y niños por igual, no faltaba la daga, como mínimo, en sus cinturas.

    Conociendo la historia, era fácil de entender por qué. No querían que aquello se volviese a repetir. Darek se lo dijo, ¿no? Los vecinos de la aldea eran uno más de la familia. Y hace años, perdieron a un importante miembro por culpa de no poder defenderse solos... al hermano de Darek.

    No volvería a pasar nunca más.

    —¡Darek!

    El anciano, extendiendo las manos a ambos lados, se acercó a él y le estrechó en un abrazo. Uno que Darek no esperaba, y ante el que no supo cómo reaccionar, quedando extrañamente tenso y rígido. Luego miró a Erin.

    —Mírate, cómo has crecido... ¡hasta tienes una novia muy linda! Encantado, muchacha. Por tus ropas, debes ser un general importante, como nuestro Darek, ¿eh?

    —... ella no es...

    No pudo ni explicarse.

    —¡Ah, Darek, cómo me gustaría que volvieses a la aldea, hombre! Os podríais instalar aquí los dos y tener muchos niños, ¡nos hace falta gente por aquí, cuantos más, mejor! Pero supongo que tendréis vuestras obligaciones, ¿no? La cosa está muy loca últimamente... el árbol sagrado ha sido atacado, caen lluvias carmesíes cada dos días como quien dice, y en fin, ¡no me quiero imaginar la de trabajo que tendréis encima!

    Darek asintió.

    —Sí, jefe Gherman, tenemos... mucho trabajo. Por eso es hora de que-

    De nuevo, no pudo terminar.

    —... has venido por Bruno, ¿no es así, jovencito?

    El nombre heló la sangre a Darek, su labio temblando ligeramente. Apartó la mirada en seguida.

    —... deberías ir a verlo, Darek. Si no viniste por él, al menos aprovecha la visita, ¿no crees?

    —Bruno no está —sentenció Darek, severo—. Lo que hay aquí es una placa de piedra y huesos bajo la tierra removida. Nada queda de él.

    El jefe de la aldea suspiró.

    —Jovencito... por mucho tiempo que haya pasado, sigues siendo el mismo, ¿eh? En fin, no te interrumpiré más, ni a ti ni a tu chica, pero sabes que deberías hacerle una visita, ¿eh? Nosotros le llevamos a Bruno todos los días flores frescas y se las renovamos cuando empiezan a secarse. No le falta la atención, ¿sabes? Está en buenas manos...

    —... lo que está es muerto —susurró Darek—, y enterrado...

    Otro suspiro reveló que el jefe esperaba esa reacción de Darek, y, a la vez... revelaba que sabía que no le vendría bien seguir con esa actitud, y que su alma se tranquilizaría mucho si pudiese despedirse debidamente de su hermano, aunque fuese en el cementerio. Pero él... no quería afrontar eso. No se sentía del todo preparado, aparentemente. Oh, Darek, ¿quién diría que en el fondo era tan débil...?

    —Bien, como quieras, Darek. ¿Sabes? Tu casa está intacta aún, la hemos estado cuidando entre todos estos años. Si quieres asentarte en ella, aunque sea para descansar... aquí la tendrás.

    —... —Darek desvió la mirada, cruzado de brazos— gracias, Gherman. Supongo que un descanso puede venir bien... pero no confíes en que nos quedemos mucho por aquí.

    El anciano negó con la cabeza, y se giró alejándose lentamente. Pero antes de marcharse, susurró algo:

    —¿Recuerdas cuánto le gustaban a Bruno las luminitas? Esos cristales que brillaban por la noche, que se conseguían en la parte más baja de la gruta de los cristales... últimamente no se ven muchos, y creo que es porque algún monstruo de por allí se los está llevando. Esos lagartos de cristal, además, entorpecen el camino... pero estoy seguro de que nuestros hombres podrían con ellos.

    —... —Darek guardó silencio, mirando al hombre alejarse.

    —Ah, sin duda a Bruno... le encantaría tener otra luminita, sí. Un lucero que resplandece incluso en la oscuridad. Así es él para nosotros, después de todo. Por mucho que uno esté apagado, el recuerdo de Bruno le hace brillar, ¿no?

    >> Suerte... Darek. Aquí siempre tendrás una casa.

    Y se marchó. Erin pudo ver a Darek apretar el puño, cabeza agachada. Y le escuchó decir, en un susurro:

    —... luminita...

    Misión: "Reconciliación con el pasado": consigue una luminita de la parte baja de la Gruta de los Cristales para la tumba de Bruno.
    ¡Desbloqueas la Casa de Darek! La verás en "Comercios".
     
    Última edición: 15 Enero 2022
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    Zireael

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    Erin Elroy

    El nerviosismo de Darek al acercarnos a la aldea fue más que notorio, me dio por pensar que hubiese preferido seguir dándose de palos con todos los monstruos del continente que detenernos allí, pero ya la decisión estaba tomada. No creí que se quejara a viva voz, pero lo hizo a pesar de que él mismo había dicho que debíamos hacer tiempo y tal, cosa que solo dejó bien claro que no quería siquiera acercarse y es que el tozudo prefería hasta quedarse afuera.

    Claro que no le salió como quería, porque alguien de la aldea lo reconoció y las piezas cayeron de golpe frente a mí en ese momento, no podía ser otro sitio más que su hogar, allí dónde había tenido que elegir entre su hermano y el bien de todo un grupo de personas. Miré la escena de principio a fin, pensando que quizás, solo quizás, debía hacer las pases con lo que tanto evitaba de una vez por todas y le vendría bien haber llegado aquí.

    Además el hombre se notaba realmente contento de verlo, aunque el otro estaba deseando que la tierra se abriera para tragarlo y escupirlo en el norte de una buena vez. Tenía su gracia, la verdad, y era una lástima que Aidan de toda la gente se perdiera este espectáculo.

    A Darek no le quedó más que ceder al hombre, a Marcos, y me permití una sonrisa discreta todavía sin atreverme a interrumpir. El Puño se apartó y cuando me acerqué dijo que ya podíamos retirarnos, aunque volvieron a detenerlo y esta vez sí me arrastraron con él antes de que siquiera pudiese decir nada. El anciano soltó la bomba al aire, pero aún así parpadeé un par de veces y terminé por entender que no tenía mucho caso intentar arreglar el malentendido, siendo que ni Darek había podido.

    —Un gusto conocerlo, señor. —Fue todo lo que alcancé a responder antes de que siguiera hablando.

    Dijo un montón de cosas, pasando por las lluvias y el árbol sagrado, hasta que finalmente dijo el nombre del que asumí había sido el hermano de Darek y me detuvo la respiración en el pecho. Miré a mi compañero de reojo, esperando su reacción, que no tardó en demostrar toda la severidad de su carácter y exhalé despacio, negando suavemente con la cabeza.

    No tenía remedio.

    Incluso así, apenas el hombre se retiró, lo escuché murmurar el nombre del cristal y me di cuenta que, quisiera o no, Darek iba a acompañarme a la gruta así lo tuviese que llevar arrastrado. Igual no pretendía decírselo ahora mismo, todo lo que hice fue alcanzar su hombro para llamar su atención y poder decirle algo.

    —Descansemos un momento nada más. Ya luego seguiremos el camino, ¿de acuerdo?


    -Descansamos pues
    -Hablo con Marcos que entonces debería haber vuelto (?

    Y ya luego me voy a la gruta a mori- digo, a buscar el cristal para Bruno, sí
     
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    MrJake

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    Al final, Erin y Darek descansaron en la antigu y sencilla casa de Darek, una hecha de piedra y con aspecto sencillo y minimalista, como el resto de la aldea. Verlos salir de allí después de encerrarse unas horas para poder descansar hizo que los cuchicheos entre los vecinos empezasen, claro. Todos pensaban que Darek había traído a la aldea a su flamante nueva novia, embutida en una armadura de regio caballero, pero novia al fin y al cabo. Pero eso poco importaba; ni al propio Darek parecía importarle. Lo que sí que le importó fue escuchar a Marcos, que se acercó nada más verles, con dos trozos de cristal azul en las manos.

    —¡Ey, ey! ¡Darek, hombre! Mira, tened esto, ¡son cristales azules!

    —... pero estos son... trozos que caen de un lagarto de cristal, Marcos —aseguró el Puño, tomándolos entre sus manos—. Son bastante valiosos y difíciles de conseguir. ¿Acaso te has enfrentado a uno de esos monstruos?

    Él asintió, orgulloso, brazos en jarra.

    —¡Ajá! ¡Así es! Y no solo eso, sino que le he derrotado. ¡Esa bestia era un peligro, alguien tenía que pararle los pies!

    —... eso es peligroso, Marcos. No deberías —sentenció, severo, Darek—. Pero ahora... el camino al sótano estará despejado, ¿no?

    —¡Ah, claro! Todo tuyo, figura. ¿Te pasarás por las Grutas, acaso?

    Darek apartó la vista, cruzado de brazos.

    —No lo sé. Erin... decidirá donde vamos. No es como si tuviésemos que hacer algo especial allí, pero...

    Ah, este Darek...

    ¡Marcos ha vuelto!
    - El segundo Lagarto de Cristal de la Gruta de los Cristales queda eliminado durante este capítulo.
    - Obtienes Cristal azul x2

     
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    Zireael

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    Erin Elroy

    El tramo restante hacia Pradorrivera lo recorrimos sin mayores obstáculos luego de las ranas aquellas tan problemáticas. Claro que significaba menos limpieza de monstruos, pero lo cierto era que teníamos algo que hacer todavía y preferiría no atrasarlo más, de los monstruos seguiríamos encargándonos en nuestro camino hacia el norte.

    A pesar de todo eché un último vistazo detrás de nosotros antes de ingresar a la aldea y mientras caminaba puse la atención en Darek, mirándolo de refilón.

    —Ya trajimos la luminita a donde pertenece en realidad —comenté casi en voz baja—. Te espero, en caso de que quieras ir solo.
     
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    MrJake

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    Al entrar en el poblado, Darek miró la luminita, y pasaron unos segundos hasta que reaccionó a las palabras de Erin. La miró, y negó lentamente con la cabeza.

    —... no, descuida. Puedes venir. De hecho, lo prefiero. No sé si... estoy del todo mentalizado para ello. Tenerte allí quizá me ayude.

    Así, Darek se dignó, al fin, a hacer lo que tanto tiempo llevaba posponiendo y necesitaba: visitar a Bruno, su pequeño hermano, aquel que murió hace tantos años, en su tumba. El Puño, tan imponente como era, se aproximó con cuidado a la tumba ornamentada y llena hasta arriba de flores, la que era de su hermano, con la vulnerabilidad de un niño pequeño que caminaba con miedo hacia un familiar extraño al que hacía tiempo que no veía, pero que al que la vergüenza le impedía saludar con normalidad.

    Pero al final, lo hizo. Se agachó frente a la tumba, apoyó la Aymr en el suelo, y suspiró, soltando la luminita. Estuvo a punto de levantarse sin más e irse, pero fue como si algo le detuviera. Y dijo, en alto:

    —... Bruno, yo... ojalá hubiese tenido la fuerza que tengo ahora entonces. En aquel día.

    Puso la mano, con cierta rabia, en la empuñadura de su hacha.

    —... si sigo vivo hoy es gracias a ti, ¿lo sabías? Y si siguen vivos todos en esta aldea, si Pradorrivera existe, es por ti. Por tu sacrificio aquel día. Nunca lo olvidaré, ni yo ni nadie. Allá donde estés, donde te tengan los sagrados... espero que sigas velando por ellos, ¿sí? Por los aldeanos.

    >> Yo me marché. Fue por ti, sí, por tu muerte, pero terminó siendo algo mucho más grande. Ahora lucho por acabar con la lluvia para siempre, y sí, empezó en ti, pero... no te tengo en mente solo a ti. Tengo en mente a todos los demás niños como tú, familias como la nuestra, que quedan rotas por ese horror de los cielos. ... yo tengo parte del poder para hacerlo, tengo una posibilidad de lograrlo. El Emperador Zael nos puede permitir alcanzar ese sueño. Y, ¿sabes? Merece la pena, todo. No te recuperaré nunca, lo sé, pero hay tantas otras personas que no morirán gracias a ese gesto, a ese deseo que parecía imposible...

    Miró hacia atrás, y observó Pradorriviera. Extrañamente, sonrió. Parecía que sintiese a Bruno cerca, de algún modo. Como si lo viese en la distancia.

    —... yo ahora tengo otro sitio. Mi sitio, mi objetivo en la vida, es distinto al tuyo o al de nuestros vecinos, Bruno. Empezó en ti, y he querido siempre apartar de mi mente esos recuerdos dolorosos, para no afrontar la realidad de que nunca te iba a recuperar, para no titubear. Pero ahora que al fin estoy aquí... no titubeo. No, estoy más decidido que nunca.

    >> Este sí es tu lugar, Bruno. Ahora eres un símbolo, ¿te has fijado? Me has inspirado a encontrar mi senda, y eres el combustible que mueve este pueblo. Ignorar tu recuerdo por miedo a flaquear era un error... porque tú siempre has hecho lo contrario. Darnos fuerza. Ahora lo siento, sí, lo sé.

    La luminita, apoyada en el suelo, brilló con intensidad. Y Darek esbozó una media sonrisa, levantándose y tomando la Aymr.

    —... ¿será tu magia, tan voluble, que sigue aquí, en esta tierra, de algún modo? No lo sé. ... pero si es así, que tu magia siga llenando de color este sitio, Bruno. Ellos te necesitan. Y tranquilo, yo... tengo otra magia en la que apoyarme.

    >> Adiós, hermanito.

    Darek se dio media vuelta entonces, caminando hacia atrás, saliendo del cementerio. Miró a Erin al pasar frente a ella, con su rostro decidido, callado y enigmático de siempre, pero... además de la leve sonrisa, algo más era distinto en él.

    Su mente había sido ordenada, sus ideas aclaradas, sus objetivos reforzados. Un solo gesto le había dado todo lo que le faltaba, toda esa seguridad que necesitaba. Y alzó la cabeza bien alto.

    Casi parecía más fuerte que nunca, ¿eh?

    —... ¿vamos, Erin?

    A veces, las cadenas del corazón pesan demasiado.


    ¡Misión cumplida!
    Recompensa: Darek despierta su poder interior.
    - La Aymr gana fuerza
    - Obtiene su habilidad pasiva
    - Gana nuevas habilidades
    - Sus habilidades previas se ven mejoradas
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    Si alguien me preguntaba, no sabía por qué había decidido pararme en Doli para comprar un arma que definitivamente yo no sabía usar. Simplemente había tenido el impulso, porque pensé que podría llevársela al niño en cuanto volviese a encontrarme con el grupo en Fayar; a él se le daba bien usar ese tipo de armas, ¿no?

    Bueno, ya lo descubriría.

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    Amelie Zireael Lucas Diamond

    Acompañados ahora de Eigis, el grupo de Elérea avanzó con los chocobos hasta la pequeña aldea de Pradorrivera. Erin había estado allí hacía bastante tiempo ya; era el hogar natal de Darek, y allí fue donde descubrió lo que sucedió con su hermano Bruno, cuyo destino fue, en esencia, el desencadenante de todo lo que movió al Titán en su ascenso por las escalas del Ejército del Imperio.

    La Comandante de Erin, al entrar al lugar, suspiró con una leve sonrisa en su rostro.

    —Conozco este lugar. Es un pequeño pueblo hermoso, sin duda. Aldeas como esta hay muchas pero la mayoría no prosperan del todo, pues las lluvias suelen acabar con ellas eventualmente. Pero esta sigue en pie, sus ciudadanos empeñados en mantenerla viva. Es encomiable que civiles sin formación militar sean capaces, por sí mismos, de repeler a los monstruos; míralos, la aldea está intacta, y acaba de caer una lluvia.

    Era cierto: no se veían monstruos en la zona, ni destrozos de ningún tipo. Lo que sí se veía eran mercados plenamente funcionales, gente paseando por sus calles, pescando en el Leviatán, y, en resumen, caras alegres y hogareñas por todas partes.

    Aunque, claro está, una cara llamó la atención del grupo: Darek estaba por allí, hablando con los locales. Ah... debió bajarse del barco cuando pasaron por allí, y acabó regresando, claro está, a la que era su aldea natal. Eigis rápidamente se puso seria al verlo, y cuando este les notó cerca, se aproximó a ellos. Su primer instinto, por supuesto, fue el de saludar a la Comandante.

    —... Eigis. Me alegro de verte sana y salva.

    Ella asintió, recta y formal.

    —Lo mismo digo, señor Titán —no obstante, su ojo no decía lo mismo; la mirada buscó pronto el brazo derecho, dañado y aún vendado, si bien lo llevaba ya apartado de su pecho, libre y suelto, fuera de la manga de su chaqueta.

    —... —los ojos de Darek mostraban sensaciones extrañas, una especie de... alivio, mezclado con tristeza y con arrepentimiento, por alguna razón. Cuando al fin dejó los saludos y volvió a hablar, pudieron entenderlo un poco mejor—. Cuando el Starlight pasó por Elérea, decidí venir aquí en cuanto pude. Tenía, al fin y al cabo, que asegurarme de que mi hogar estaba bien, a salvo. Las lluvias... jamás perdonan.

    Sus ojos se desviaron por un instante; no era difícil para Erin adivinar en quién pensaba: Bruno, su pequeño hermano. Fue su muerte y sacrificio lo que marcó a Darek, pero también a los pradorrivereños, que decidieron desde ese momento ser autosuficientes y entrenar duro por proteger a la aldea y evitar futuras catástrofes. Toda la empresa del Puño por acabar con la lluvia carmesí empezó justo por eso. Era algo que, claro está, jamás olvidaría.

    —Eigis. Brigid —les dijo a ambas, serio—. ¿Os importaría... que me lleve a mi compañera y mi Comandante por unos instantes? Quiero hablar con ellos, a solas.


    ***


    Poco después, caminaban los tres por el curso del río, y tuvieron la ocasión de charlar un poco. Darek se veía especialmente reflexivo aquel día; nunca fue una persona especialmente dispuesta a compartir sus pensamientos y emociones, así que esa reflexividad le acompañaba siempre, pero... era más notorio que nunca. Y, de hecho, cuando empezó a hablar, siguiendo el paseo al borde del río Leviatán, contó brevemente a Rigel sus motivos para pelear, sobre Bruno, sobre cómo la lluvia se lo llevó. Claramente, quería llegar a algún sitio con todo aquello... aunque en un inicio fuese difícil seguirle.

    —Pradorrivera se ha hecho fuerte desde ese momento —musitó al final, su brazo sano a la espalda, el otro relajado y balanceándose levemente a su vera—. Honraron... a mi hermano como a un héroe, que es lo que fue, pese a su corta edad. Y yo huí en un inicio, buscando un ideal quizá absurdo: acabar con lo que lo mató. Pronto me convertí en el hombre de confianza de Zael, del Emperador... —sus ojos se desviaron por un instante, y miró de reojo a Rigel— de tu padre, Rigel.

    Suspiró, deteniéndose frente al río.

    —... y fue ahí cuando comprendí que era mucho más difícil de lo que pensaba. Que no era ni tan simple, ni tan sencillo. Ni tan blanco, ni tan negro. La misma razón de ser de los monstruos que el cielo nos envía ya hace dudar de la moralidad de nuestras acciones al matarlos. Sí, son peligrosos; sí, son la causa de innumerables muertes, y su único propósito es acabar con nosotros. Pero... no es tan sencillo. Y siento que, aunque quizá os oláis todo, os debo una explicación. De por qué nuestro Emperador ha tomado las medidas tan duras que ha tomado para parar la lluvia. De por qué tomamos, como equipo en el ejército de Elérea, las decisiones tan drásticas que tomamos. De por qué Elérea desencadenó toda esta cadena de eventos.

    Darek... sabía muchas más cosas que cualquiera de ellos, siempre las supo. Casi toda la información que Zael portaba, la tenía él; y eso implicaba acceder a un conocimiento que, seguramente, pocos en Ilumbra tendrían; algo que el grupo llevaba tiempo anhelando, rasgando siempre la superficie de la verdad con dificultad.

    —... en Ragnarok —explicó entonces, mirada agachada—, la Soberana mantenía un acuerdo con los ángeles, que prometieron la seguridad de su ciudad, a cambio de... Tributos. Demonios, también humanos, que estaban en fase de morfomancia o que eran simplemente seleccionados por otros motivos. Sabréis que el famoso "vacío" causa... estragos en ángeles y demonios, ¿no? Esa sustancia que los humanos generamos involuntariamente mata a ángeles, y hace incrementar la fuerza de los demonios hasta tales extremos que... los convierte poco a poco en monstruos.

    Con su mano útil, hizo un gesto, extendiendo la palma de la misma en el aire.

    —Los demonios tienen una cantidad limitada de magia en sí, y por eso necesitan renovarla continuamente: para ello absorben la esencia, y la vacían, quedándose con el contenido y expulsando el continente, lo que llamamos antiesencia. Los ángeles, por contra, tienen un torrente infinito de magia, que deben expulsar de alguna forma para no perecer; por ello, toman esa antiesencia, ese continente vacío, y la llenan de nuevo, creando más esencia. Así, ángeles vacían un poco de su poder, y demonios rellenan el que necesitan. Una simbiosis perfecta.

    Cerró de pronto el puño en el aire.

    —... pero humanos, híbridos de ambas especies, somos demonios en naturaleza y en nuestra relación con ese ciclo, pero tenemos propiedades distintas. Al tener parte de ángeles, cuando absorbemos esencia, no liberamos el cascarón vacío. Lo retenemos, involuntariamente, en nuestro interior. Y eso acumula grandes cantidades de antiesencia acumuladas en nosotros, que quedan ahí, sin que nos demos cuenta. En el proceso, lo que liberamos por tanto es... una sustancia distinta, llamada vacío, que es una suerte de residuo mágico. Algo tóxico, para cualquiera, incluidos nosotros mismos.

    Se giró y los miró.

    —Los ángeles quieren a los demonios Tributos para poder enviarnos lluvias. Las lluvias son... demonios y humanos, compañeros. Puede que ya supieseis o intuyeseis esto, pero... todos esos tributos, cuando son enviados con los ángeles, son transformados usando vacío. Llevados hasta el límite con altas dosis de esa energía, y quedando reducidos a monstruos sin conciencia y sin libertad, que solo anhelan acabar con fuentes de más vacío: con humanos. Luego, los ángeles solo los... dejan caer. Para que las lluvias nos azoten. Y esa es la verdad. Cuando matamos monstruos, matamos... a otros demonios y humanos. A gente como nosotros.

    Darek suspiró, y siguió caminando, haciendo un leve gesto para que lo siguiesen. Estaban ya ligeramente alejados de Pradorrivera, probablemente llevándolos hasta allí para evitar ser escuchado por nadie. Discutían... temas difíciles de comprender y asimilar, eso sin duda.

    —... en un inicio, mi reacción al saber esta verdad fue de horror. Sí, una vez que un monstruo surge, ya no hay escapatoria para el humano o demonio que una vez fue; seguirá matando todo lo que vea, siempre que pueda, sin saciarse, esa es su naturaleza, su impulso. Y acabar con él solo... pone algo de descanso a esa pobre alma inocente. Pero yo, al saberlo, sentí lo que vosotros probablemente sentiréis. Rabia. Rabia hacia los ángeles.

    >> Pero... Zael me hizo entenderlo. No es fácil, pero... lo comprendí. No estoy de acuerdo con los métodos, en absoluto; pero entendí la gravedad de la cuestión. Los ángeles no están aquí, entre nosotros, porque no pueden. Vivir en un mundo de humanos resulta fatal para ellos, y los pocos que conviven entre nosotros toman puestos de poder o se recluyen, para no exponerse al veneno mortal que ya inunda estas tierras. Los humanos crecemos y crecemos en número, imparables, y hemos pasado a ser la especie dominante en Ilumbra. Una civilización de ángeles no es posible entre humanos... y si ángeles y demonios conviviesen, se correría el riesgo de que tarde o temprano vuelvan a empezar a surgir humanos. Así que debían excluirse, aislarse. No tenían más remedio. Pero... nos necesitan. Porque sin antiesencia, no podrían vivir.

    >> Así que la lluvia es su única forma de lograr sobrevivir. Los monstruos atacan fundamentalmente a humanos, que exudan vacío, pues se atraen por este. Y los humanos, como os he dicho... al vaciar la esencia que absorbemos, no la expulsamos, solo la... conservamos dentro, vacía, como antiesencia. Y así se acumula. Decidme. Si grandes cantidades de humanos mueren periodicamente, ¿qué creéis que pasa con... toda esa antiesencia que guardan?

    Hubo un silencio, que Darek dejó para que procesaran lo que decía. Pero, finalmente, él mismo respondió a la pregunta.

    —... cuando morimos, nuestra antiesencia es al fin libre, toda la que albergamos. Los humanos somos sacos andantes de antiesencia esperando a ser abiertos, y solo la soltamos al morir. Así que debemos morir para que esa antiesencia surja. Una vez surje, los ángeles usan sus mecanismos para llevarla hasta ellos, y así pueden sobrevivir. Por eso... por eso Zael predecía siempre los momentos aproximados en que caerían lluvias. En un inicio, al menos, estas no caían por gusto de los ángeles. Estas caían porque lo necesitaban para vivir. En sus ojos, y en los del Emperador también, no había otra alternativa. No podían coexistir con nosotros, pero nos necesitan; no podían sino "robarnos" lo que necesitan de nosotros sin exponerse a lo que les daña. Y no encontraron más forma que esa. Ese es el ciclo real de la lluvia: un ciclo de muertes que es necesario para evitar otras muertes.

    >> Los ángeles no se reproducen. Ellos... son limitados. Y sus muertes dejan tras de sí cascarones, en forma de árboles, que siguen cumpliendo la función vital del ciclo. Los demonios y humanos no necesitamos ángeles para vivir; ellos sí nos necesitan a nosotros. Los humanos y demonios podemos seguir creciendo indefinidamente, pero ellos... están condenados a la extinción. Ellos viven vidas de milenios, nosotros apenas llegamos a la centena. Su perspectiva es... mucho más compleja de lo que podemos pensar. En sus ojos, en los ojos de un ángel, un puñado de muertes humanas o demoníacas es insustancial, es un mal menor diminuto, que además es necesario para que puedan vivir; porque la alternativa sería una extinción completa de una especie. En las mentes de seres que viven eternamente de forma natural, ¿qué es más valioso, perder esas vidas para siempre, o perder vidas que continuamente se renuevan con nuevas vidas?

    Suspiró otra vez, algo punzándole el corazón con intensidad.

    —... tranquilos, si no podéis llegar a entenderlo... yo tampoco lo entendí al inicio. Zael pensaba así, también; como todos los de su especie, educados así, creyendo eso firmemente. Y si yo lo acepto, estaría aceptando decir que... Bruno era sustituible. Pero yo sé que no lo es; no lo será jamás. Ninguna vida lo es. Tu padre, Rigel... solo lo entendió cuando conoció a tu madre, cuando os tuvo a vosotros. Un ángel nunca llega a apreciar lo que significa realmente "vivir", no como lo conocemos nosotros, porque nunca han visto una vida surgir. Solo las han visto acabar. Es todo cuanto conocen. Pero cuando Zael experimentó la emoción de ver a sus hijos nacer... supo que el sistema de la lluvia no podía seguir, porque solo entonces comprendió realmente el dolor que genera. Y pese a que eso es algo que él tuvo la oportunidad de descubrir... su caso no es como el del resto. Su caso es excepcional, por desgracia.

    >> Zael inició los planes para acabar la lluvia carmesí aun sabiendo que, de triunfar dicho plan, eso conllevará su muerte, y la de toda su especie. Y lo hizo pese a haber perdido ya a Alyssa, al amor de su vida, y pese a no saber de la subsistencia de sus dos queridos hijos. Lo hizo porque, hasta no tener esa dura experiencia personal, no... no procesó realmente el daño que provoca. Zael aceptó que la muerte de todos los ángeles es necesaria si se quiere acabar con la lluvia, si se quiere acabar con el dolor, con la muerte continua de demonios. Los ángeles han mantenido por mucho tiempo su existencia y sus vidas a salvo usando mecanismos antinaturales, haciendo todo lo posible en intentos desesperados de sobrevivir... pero desde que los humanos aparecimos, el curso natural de las cosas habría sido sus muertes. La conversión de todos ellos en sempiternos. Una vez eso pase, nada... nada habrá que requiera de más sacrificios. Pero se trata de elegir, y para el Emperador no fue una elección fácil. Elegir entre el sufrimiento eterno de millones de personas o... el genocidio eventual de un puñado de ellas.

    Miró entonces a Rigel, y luego a Erin.

    —... a día de hoy —siguió diciendo—, sigo sin estar completamente seguro de que esta sea la vía correcta. Nadie, salvo Loke y yo, conocíamos a tanto nivel de detalle este asunto; el resto de los implicados en el plan original solo sabían que Zael podía acabar con la lluvia, pero nunca supieron que eso podría implicar la muerte de toda una especie. Es... fácil villanizarlos, a los ángeles. Por un tiempo, lo hice, y argumenté que seguir la ruta que propuso el Emperador es la correcta. Pero poco a poco me surgieron dudas. Ojalá exista una forma de que nadie tenga que morir, pero eso, en este mundo... no parece posible. No, mientras los humanos existamos. Y a estas alturas, frenarnos parece imposible.

    >> Quiero saber, Rigel, Erin... ¿qué pensáis vosotros? Sé que no es una pregunta fácil, pero... ¿qué... creéis que es lo mejor? Sé que ahora mismo el plan de frenar la lluvia carmesí está en un segundo plano, porque si no detenemos a la Profeta Aura, ninguna de las especies de este mundo seguirá en pie. Pero si en algún punto confrontáis a los ángeles, y es algo que sé que pasará si seguís por este camino, tendréis que hacer frente a esta dura realidad. Por eso, es algo que... quiero plantearos ahora, por duro que sea. Zael tomó una decisión, motivada por su familia; yo tomé la mía, también pensando en Bruno, y aunque dudase en muchas ocasiones de ella, mi convicción me llevó adelante. Pero... quiero saber qué convicción tenéis vosotros. Quiero que os mentalicéis de lo que supone romper el equilibrio en el que se sostiene Ilumbra ahora mismo. Porque si pasa... sea cual sea el resultado, alguien pagará las consecuencias.


    Para Erin y Rigel (es necesario que Rigel responda, y aunque Erin no tiene por qué hacerlo, puede también). No tendrá efecto en recompensas:
    >> La lluvia carmesí debe frenar.
    >> La lluvia carmesí debe mantenerse.
    >> No sé qué pensar.
    >> Encontraremos otra manera.
     
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    Lucas Diamond

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    Aries
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    Rigel Betelgeuse

    Al acercarnos a Pradorrivera, mis sospechas se confirmaron. Eigis divisó a lo lejos, en el mercado, al Puño. Era de esperar que hubiese bajado para ir a ver a su familia y a sus paisanos. Al vernos, se dirigió a nosotros e intercambió algunas palabras con Eigis. Era raro, pero después de tanto tiempo sin hablar, y viéndonos a ambos en nuestras respectivas circunstancias, no sabía bien cómo dirigirme hacia él siquiera.

    —Me alegra ver que todo va bien por Pradorrivera después de la lluvia, señor Titán.

    No hizo gran caso a mis palabras, centrado en la conversación con Eigis, pero pronto cambió el foco de atención a Erin y a mí, pues les pidió a Brigid y a Eigis que nos dejasen a solas. Las chicas lo comprendieron, y para cuando quise darme cuenta habíamos salido de Pradorrivera y nos encontrábamos paseando por las orillas del Leviatán. Supuse que el Puño iniciaría la conversación y así fue. Comenzó hablando de su familia y de la historia con Bruno. Si bien sabía que era procedente de Pradorrivera, nunca supe nada más de su vida personal. La historia me pilló desprevenido, pues tan pronto como supe de la existencia del hermano del Puño, desapareció de la escena, con una muerte cargada de dolor para el Titán, a consecuencia de la lluvia carmesí. Ese evento, entre otras muchas cosas, había provocado que el pueblo decidiese darse a las armas y defenderse por su propia cuenta. Una historia admirable y dolorosa a partes iguales.

    Pero eso solo había sido el inicio de algo mucho mayor. El Puño comenzó su recorrido como Titán del Imperio con el objetivo de frenar la lluvia carmesí, de evitar el sufrimiento que tanto dolor generaba, y pronto acabó convirtiéndose en uno de los hombres más cercanos de Zael. Cuando le escuché hablar de él, algo en mi interior se revolvió. "Tu padre". Esas palabras aún me generaban una sensación de desaprobación inmensa, incluso rencor. Cuando mi vida se encontraba más estable, más organizada que nunca; cuando ya había aceptado la muerte de mis padres adoptivos, el mundo comenzó a volverse loco, y de repente me vi con un padre al que veía como un tirano, a una nueva madre y tía difuntas, y un hermano de moral vacía y sin ningún tipo de apego. ¿Por qué seguía la gente recordándomelo? ¿Por qué Zael había dejado de ser "Zael" para ser "mi padre"?

    El caso es que, como leal compañero del emperador, el Puño había logrado obtener mucha información que le había llevado a poder tomar una decisión. La lluvia carmesí, que desde Ilumbra había sido condenada y diabolizada, en realidad no era sino un mecanismo de defensa de los Ángeles. No, ni siquiera eso. No era un mecanismo de defensa, era un mecanismo de supervivencia. La sola existencia de los humanos provocaba que la "antiesencia" no volviese al ciclo, no volviese a los ángeles, y por tanto no pudiesen sobrevivir. La historia la conocía ya, había sido contada en numerosas ocasiones, empezando por Alma. Ella ya nos había contado cómo las vidas de los ángeles eran irremplazables, y cómo dependían de los demonios para vivir. La parte de los "sacrificios" necesarios para lanzar la lluvia carmesí la había escuchado por parte de Jazz, aunque sin muchos detalles. No obstante, ninguna de las versiones que hubiese escuchado, por si sola, dotaba a toda la información de cierta coherencia. Solo cuando el Puño logró poner en claro toda la información que Zael le había dado, había conseguido entender un poco el funcionamiento del ciclo y del papel de los ángeles en él.

    Que era... ninguno. Si desaparecían, el sempiterno al que daban lugar dejaba la misma huella en el ciclo que ellos. Pero los ángeles, en lugar de creerse prescindibles, se creían los más importantes, los que no podían morir, pues nunca nacerían nuevos ángeles. Cuando los humanos no existíamos, los ángeles dominaban a los demonios, según nos contó Alma. Pero cuando empezaron a perder la guerra, se retiraron, y ahora luchan por proteger sus vidas, consideradas las más valiosas.

    Según dijo el Puño, además, Zael había sido de los pocos ángeles capaz de comprender lo que era una vida perecedera. El único que no solo contemplaba la muerte, sino también el nacimiento, el crecimiento y desarrollo de cada uno. Y por eso, su propósito había sido, desde el momento en que tuvo que desprenderse de sus hijos, acabar con la lluvia carmesí, y por tanto con los ángeles.

    De repente, Zael parecía tener unas ambiciones nobles. O aparentemente lo eran.

    Había pasado recientemente mucho tiempo con Erin, en el que habíamos hablado de las traiciones del emperador y su poca credibilidad, pero nunca había hablado del tema con el Puño, pues desde que todo empezó a dinamitar, apenas había podido hablar con él. Y si bien nunca me habría atrevido, en otras circunstancias, a hablar desde mis propias emociones, asumiendo el papel que me correspondía en la escala del imperio, esta vez lo hice. Quizás era la autoridad que me daba que Zael fuera "mi padre" para poder juzgar libremente sus acciones, probablemente solo fuese la compañía de Erin, que me daba seguridad en mis propios pensamientos, al sentirla como una aliada más, y no como una superior. En cualquier caso, hablé.

    —Señor Titán... Para empezar, me sentiría más cómodo si se refiriese al Emperador como tal, en lugar de "mi padre". No me gusta pensarlo demasiado. Y espero que me permita que dude fuertemente de las verdaderas intenciones de Zael. No dudo de la veracidad de la historia que cuenta, ni mucho menos, pues la antigua profeta de Iifa nos contó una versión muy parecida. Pero no puedo evitar pensar, después de todo lo ocurrido, que las aparentemente buenas intenciones de Zael escondan beneficios propios detrás.

    >>¿Qué motivo tendría Zael para querer frenar la lluvia carmesí? Sus hijos tuvieron que ser abandonados a su suerte, ¿y qué? ¿Qué cambiaría poder acabar con la lluvia carmesí? No le devolvería nada de lo que hubiese perdido, solo serviría para facilitarle la vida a demonios y humanos... Más allá del hecho de que, si de verdad quisiéramos frenar la lluvia carmesí, no sería necesario erradicar a todos los ángeles. Los humanos perecemos de manera natural, de manera que el flujo de antiesencia que vamos liberando debería ser suficiente para sustentar a los ángeles a partir de un número determinado de ellos. Lo que quiero decir es que no necesitarían morir todos para acabar con la necesidad de enviar la lluvia, solo unos pocos, hasta que los restantes pudieran sobrevivir sin necesidad de provocar muertes adicionales.

    >>Yendo más allá aún, si de verdad el emperador hubiese cambiado a causa de sus hijos, no hubiese dejado a Adrien abandonado a su suerte como estuvo, viviendo una vida miserable, hasta que pudo huir. Y más aún, no colaboraría con la Soberana de Ragnarok, sabiendo que es allí donde aprovisionan a los ángeles de "sacrificios" para la lluvia —tragué saliva diciendo estas últimas palabras. Verdaderamente, los ángeles tenían todo bajo su control, jugaban con todo y todos, con tal de conseguir su propio beneficio, renegando de su naturaleza.

    No, los ángeles no eran eternos. Los ángeles eran, de hecho, la especie cuyas vidas menor "valor" tenían, pues eran completamente innecesarias para la subsistencia de los demás. Más bien al contrario, su existencia solo le causaba problemas a los demás. Y cuando una vida de un ángel acababa, otra nueva vida surgía en forma de árbol.

    —Los ángeles parecen estar jugando con todos nosotros, no somos sino sus marionetas. Si no pueden esclavizarnos, nos matan. Comprendo la necesidad de la lluvia en el ciclo, pero no creo que, de haber sido de forma distinta, los ángeles no siguiesen jugando con nosotros en su propio beneficio. Con todo, pienso igual que usted, señor Titán, e incluso que Zael en su aparente propósito. Hay que acabar con la lluvia, y una vez haya acabado, una gran parte de los problemas del mundo se solucionarán. Simplemente... No creo que Zael esté siendo honesto. Y me consta que no lo está siendo, pues su versión sobre cómo para la lluvia carmesí, matando a los profetas de los árboles, hasta ahora solo ha servido para reforzar a Aura.

    Seres con tanto poder... eran muy peligrosos. Y estaba harto de seguir siendo los títeres de una especie que se creía superior.

    >>La lluvia carmesí debe frenar.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
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    Eigis nos acompañó y así llegamos todos juntos a Pradorrivera, el hogar de Darek, donde me había contado sobre Bruno. No tardamos en encontrarlo de hecho, debía haber bajado del barco en nuestro paso por aquí y decidió, como era normal, regresar a la aldea. Después de un intercambio, pidió espacio para estar con Rigel y yo, así que nos separamos de Brigid y Eigis para comenzar a caminar siguiendo el curso del río.

    Le contó a Rigel sobre Bruno y yo guardé silencio, escuchándolo aunque ya lo sabía. Había algo en la historia de Darek, en el sacrificio de Bruno, que simplemente me partía el corazón. Ahora Pradorrivera resistía, claro, pero le había costado a él su hermano y eso no se eliminaba, nunca desaparecería. Todo lo que se perdía por algo que, en teoría, era más grande no dejaba de ser parte de nosotros.

    Darek no era el más fanático de compartir sus pensamientos o la información que poseía, su personalidad general era así, puede que por y eso y por las características de lo que decía cuando elegía abrir la boca siempre soltaba bombas de información que costaba muchísimo procesar. Eran cosas que él, como el Titán cercano a Zael, había guardado por mucho tiempo, había tenido tiempo de lidiar con ellas (o quizás no) y para nosotros era algo nuevo, extraño, sinsentido. Eran revelaciones sobre el mundo que ya de por sí no sabíamos reconocer.

    Los tributos prometidos por la seguridad de la ciudad, entre demonios y humanos, eran transformados usando vacío. Los ángeles enviaban las lluvias así, provocaban muertes con ellas que liberaban la antiesencia contenida por los cuerpos humanos. Al romper el envase quedaba libre, una vez muertos nuestras antiesencia era llevada por otros mecanismos hasta los ángeles.

    Habían sido personas como nosotros, los monstruos de las lluvias.

    Algo se me atascó en el pecho, un revoltijo de repudio y furia, pero traté de enfriar la sensación. Lo hice porque recordé lo que me había mostrado Alma y me pregunté genuinamente si nosotros, si alcanzáramos a vivir tanto como los ángeles, no pensaríamos exactamente lo mismo. Las vidas humanas eran cortas, fugaces en comparación, ¿pero eso justificaba nuestro sacrificio? ¿La transformación de los tributos en monstruos enviados para romper los envases?

    No lo creía.

    Si aceptábamos algo como eso, justo como decía Darek, estábamos aceptando que Bruno y todos los demás eran prescindibles, reemplazables, que éramos herramientas esperando ser utilizadas. Nada nos aseguraba realmente que a Zael lo había removido tantísimo tener hijos, no viendo dónde habían terminado, pero yo... ¿No podía decir yo decir lo mismo de Eldrick?


    Nos había salvado, dijo Alma, a los humanos.

    ¿No podía Zael hacer lo mismo?

    ¿Pero qué pasaba con Aura entonces?


    No importaba qué eligiéramos creer, como siempre alguien sufriría las consecuencias de esa decisión, porque el mundo en el que existíamos no podía funcionar de otra manera. Teníamos voluntades fuertes, motivos que nos impulsaban a seguir adelante incluso cuando todo a nuestro alrededor no parecía ser más que un baño de sangre. Todo se resumía en tomar una decisión que significaba cortar la existencia de los ángeles de este mundo o aceptar que las lluvias debían seguir ocurriendo, que más vidas prescindibles debían ser tomadas.

    Fui incapaz de responder algo inmediatamente, pensé y pensé, el suficiente tiempo para que Rigel, envalentonado por saberse hijo de Zael y tal vez también por mi presencia, le pidió a Darek que no se refiriera al Emperador como padre suyo y recordé que habíamos acordado que solo por saber que era hijo de Zael no dejaba de ser Rigel. Obviamente puso en duda las acciones del Emperador y lo escuché casi en segundo plano.

    Estiré una mano hacia Rigel cuando terminó de hablar, la descansé en su espalda, dedicándole una caricia distraída que a mi manera de verlo sirvió para decirle que en cierta medida estaba de acuerdo con él o que estaba con él a secas. La realidad a la que se enfrentaba constantemente no era amable ni clara, todo debía ser terriblemente confuso y para bien o para mal su carácter era siempre reactivo. Reaccionaba, se molestaba y giraba sobre sí mismo, pero era parte de él.

    —Creo que hace mucho tiempo esto dejo de tratarse de confiar o no en el Emperador —dije por fin mientras regresaba el brazo a mi espacio—. Al final todos estamos tomando decisiones motivados por cosas que ni siquiera parecen conectar con Zael, aunque todo esté siempre enredado de una u otra manera. Si actuó totalmente por su familia, bueno, realmente nosotros no podemos saberlo, pero sí podemos saber por qué actuamos nosotros.

    >>No creo que ninguno esté hecho a la idea de dejar que las cosas sigan sucediendo como hasta ahora, que las lluvias continúen y ya, nosotros dos mucho menos con todo lo que acabas de contarnos. Es un decisión difícil de tomar, pero romper el equilibrio que ha existido para sostener a los ángeles... Sé que alguien sufrirá las consecuencias, pero en caso contrario seguirán sufriéndolas todos los demás. Ya las sufren, porque no hemos podido detener a Aura tampoco.

    No creía que pudiéramos solo detener a Aura, en el mejor de los casos, y seguir viviendo con las lluvias después de saber de dónde provenían los monstruos con los que debíamos luchar. Tener que matar a los que alguna vez fueron personas como nosotros, que vivieron en este mundo, tuvieron familias y luego solo sufrieron un destino escogido por criaturas que, luego de vivir milenios, se negaban a morir... No, no sonaba bien, pero toda forma de vida ponía resistencia ante su propia muerte. Ese era el detalle principal.

    —Hay que detener esto.

    >>La lluvia carmesí debe frenar.

    se intenta ser menos racista que Rigel
     
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    MrJake

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    Darek escuchó con paciencia a los dos, primero a Rigel, más vehemente y con evidentes signos (explícitos e implícitos) de rechazo hacia Zael, su padre; y luego a Erin, más calmada, pero aun así, cargada de sentimientos y emociones contradictorias. Sorprendentemente, Darek esbozó una sonrisa, algo no demasiado frecuente en él.

    —... veo que habéis llegado ambos a la misma conclusión que yo. Me alegra... aunque debo decir que no me sorprende. No creo que lo que los ángeles han hecho y hacen sea justificable en absoluto, y creo que igual que ellos luchan a su manera por su supervivencia, lo haremos nosotros; únicamente quería que supieseis que quizá... ni los malos son tan malos, ni los buenos tan buenos.

    Luego miró a Rigel, y negó con la cabeza, ojos cerrados, reflexivo, en cierto modo.

    —Lamento recordarte el parentesco que te ata al Emperador... pero creo que es una realidad que debes afrontar, Comandante. Las leyes de Elérea dictan, de hecho, que debería dirigirme a ti como a un superior. Eres un príncipe, guste o no, lo aceptes o no; la sangre es ineludible según leyes eleanas para esto. Dicho lo cual... nada te impide, ni siquiera una ley, renunciar a tus derechos como príncipe, y nada te obliga a creer, aceptar, o siquiera perdonar a Zael. Es tu decisión, y entiendo tu desconfianza. Puedo decir que soy la persona más cercana a Zael con vida ahora mismo, y... ni siquiera yo estoy del todo seguro de lo que piensa. Por ejemplo, desconozco qué le enlaza a la Soberana de Ragnarok, y desconozco los entresijos de lo que sucedió cuando sus dos hijos "murieron".

    >> Lo que sí que puedo decirte con confianza es que está plenamente convencido de acabar con la lluvia, y no hay ni trampa ni cartón ahí. Nada anhela más que eso. Y su motivo es... quizá en parte venganza por lo que pasó con Alyssa y lo que tuvo que hacer con los príncipes; y quiero creer que, también en parte, justicia. Él ha llegado a la misma conclusión que nosotros tres, una que para él, como ángel, es mucho más compleja. Y se ha convencido de hacerse enemigo de absolutamente todos si consigue ese propósito. No he conocido jamás a nadie más decidido por algo.

    Suspiró, y negó con la cabeza.

    —... por desgracia, el escenario que planteas, acerca de cómo los ángeles pueden dejar que el curso natural suceda para disminuir su número hasta que las muertes naturales de humanos acontezcan es... inviable. Considéralo así: si te dijesen a ti que tú y toda tu especie debéis permanecer quietos viendo cómo vais muriendo uno a uno, solo porque otra especie te "mata" con su sola presencia, ¿qué pensarías? ... probablemente, que no es justo. Harías lo posible por evitarlo. Y pensarías: "si alguien debe desaparecer, son ellos". Los ángeles piensan lo mismo. No quieren morir; si algo temen, es a esa muerte eterna. Los humanos aparecimos aquí gracias a ellos, pues somos sus descendientes... y solo le causamos sufrimiento. Si ellos consideran que alguna especie debería ser exterminada o casi exterminada, desde luego dirán que son los humanos.

    >> Y la triste realidad es que el mundo sería más fácil sin nosotros. La presencia de demonios o de ángeles, per se, no es dañina para nadie. La nuestra... sí. Y es así, sin más. Es nuestra naturaleza. Porque no hablamos de cómo los morfomantes que pierden a la larga la cordura y la razón y quedan, también, convertidos en monstruos, lo hacen por nuestra culpa. Y... si la lluvia no cayese, ¿cuántos humanos habría? Nos seguimos reproduciendo, a ritmos vertiginosos, y la lluvia no hace sino controlar nuestros números. Así se usó antes, al menos; periódicamente, de forma estratégica. La mayoría de demonios vivían recluidos en el subsuelo de Garladia, la mayoría de ángeles, en el cielo; quienes poblamos esta tierra somos en nuestra inmensa mayoría humanos. Si siguiésemos creciendo, si nada frenase nuestro avance, llegaría un punto en el que privaríamos de vida a todo lo que nos rodea... incluidos a nosotros mismos, pues el vacío nos afecta como afecta a los demonios. ¿Lo... entendéis? A la larga, nosotros somos el problema. Y si queremos acabar con la lluvia carmesí, lo hacemos porque nos afecta a nosotros, pero lo hacemos a costa de desplazar el problema a otra parte.

    Negó con la cabeza una vez más, apretando el puño.

    —Creedme... soy muy consciente de todo eso, y aun así, también sé que es completamente injustificable. Si existiese otra forma, con gusto la escogería, pero, ahora mismo... lucho por mi presente. Y mi presente es evitar las muertes de las personas que quiero. Igual que lo hacen los ángeles, a costa de nuestras vidas, lo haré yo... incluso si es a costa de las suyas.

    Respiró profundamente, y luego desvió la mirada, enfocada en Yggdrassil y su troco ladeado, a lo lejos. El mismo tronco que atacó Wezen por órdenes de Zael. Una "prueba", una llamada de atención, un intento fallido.

    —... Rigel —dijo Darek—. Todas las dudas que te asaltan sobre Zael, sobre sus intenciones reales, sobre todo lo que hace y lo que hizo... no me corresponde a mí disiparlas. De hecho, no creo que lo logre por mucho que quiera. Debes encararlo a él, directamente; creo que debes hacerlo, por difícil que sea. A él debes preguntarle todo, y no quiero que te quede ni una sola duda una vez que lo tengas delante. Dile todo lo que pienses, lo que sospeches, lo que creas, lo que sientas. Quizá... no tendrás otra oportunidad así.

    Aquello lo dijo de forma algo ominosa, y guardó silencio, quieto en el sitio, por un momento. Luego se giró, y los miró a ambos: primero a Erin, luego a Rigel.

    —... al regresar aquí, me llegué a plantear seriamente quedarme, si os soy honesto. Quedarme aquí y ayudar a mi hogar natal, a mi gente. Por mucho tiempo evadí este sitio, queriendo evadir también la imagen de Bruno y la impotencia que provocó su muerte. Y ahora siento que les debo eso a todos los pradorrivereños. Sin embargo, mi sitio no es este, no aún. Mi sitio es el Starlight, mi sitio... sois vosotros. Si me permitís, quiero acompañaros en este viaje, quiero presenciar las conclusiones a las que llegáis y lo que lográis. Porque sé que si alguien puede frenar esto, son, sin duda alguna, las dos personas que tengo delante. Una Titán que carga con el peso de todo el Imperio a sus espaldas, y... el mejor de los Comandantes.

    Agachó la mirada, y luego la alzó para mirar a Rigel. Caminó hasta él, y puso una mano en su hombro.

    —De hecho, Rigel Betelgeuse... llevo tiempo pensando que eres un hombre extremadamente valiente, fuerte y noble. En lo que yo recibí un mísero ataque de Aura, mi brazo útil quedó prácticamente inservible, y mis dotes de batalla se resintieron quizá de forma indefinida. Entre tanto, tú has rozado la muerte, y te agarras a la vida con uñas y dientes. Aquí sigues, en pie, ante mí, estoico. Llevas sangre imperial en tus venas, y la rechazas; desde que te vi entrar en el ejército, lo has hecho para ganarte el respeto y la admiración de todos por tus propios medios, no porque nadie te deba nada, y has demostrado una enorme valía en combate, y fuera de él.

    >> Cuando la situación de Aura acabe, cuando la lluvia carmesí vea su resolución, sea al efecto que sea, si Elérea vuelve a recomponerse... el futuro de la nación, quizá, dependerá de vosotros. De los descendientes de los que una vez gobernaron el Imperio, antes Reino, de Elérea. Y sea cual sea la resolución, será algo que no me corresponderá a mí decidir. Pero sé, Comandante, que algo depende de mí ahora mismo, con independencia de su vigencia en el futuro.

    Con su mano, hurgó entre los bolsillos bajo su chaqueta, y sacó una insignia, una pequeña medalla. La condecoración que Aidan llevaba en su capa, y que él guardaba cuidadosamente, sin lucirla a los cuatro vientos como lo hacía su compañero. La condecoración que lo identificaba como Titán del Imperio.


    —... Rigel. No pienses que te veo como al hijo de nadie; para mí, eres un soldado excepcional, que todo lo que tiene lo ha ganado por sus propios méritos, y que es, simplemente, el Comandante Betelgeuse. Pero ahora, pretendo que seas más que eso; suerte que, ante los ojos de una Titán del Imperio, este acto tiene la validez formal de cualquier nombramiento del más alto nivel, según las leyes del Imperio de Elérea —sonrió mirando a Erin, para luego centrarse de nuevo en Rigel—. Por tanto... —extendió la medalla, entregándosela—. Por la presente, yo, Darek, el Puño de Elérea, renuncio a mi título de Titán de Elérea... y cedo mi puesto al hombre que hay ante mí. De férreo dominio de la espada, firme voluntad, rectos ideales y estoica valía; hoy, el Puño declina su puesto, en favor... del Filo de Elérea, Rigel Betelgeuse, Titán eleano de pleno derecho.

    A-Aquello era... estaba... acababa de darle su puesto como Titán, de forma oficial. Ahora, Rigel era un Titán. Casi parecía una broma pesada, pero... era real. Como si no hubiese sucedido nada, Darek rápidamente se dio la vuelta, y comenzó a caminar, su mano en el bolsillo.

    —Muy bien. ¿Regresamos? Eigis y Brigid... deben estar esperándonos. Tenemos... muchas cosas que hacer, después de todo, ¿no?

    En silencio, caminó, alejándose.


    ¡Evento "Volver a casa" completado!
    Darek vuelve al grupo, ¡esta vez como Navi! Será actualizado próximamente en el Starlight.
    Cid tiene nueva información sobre armas legendarias.
    Rigel obtiene la "Medalla de Titán".
     
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    Lucas Diamond

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    Rigel Betelgeuse

    Lo que el Puño decía era perfectamente coherente y entendible. La subsistencia de los ángeles siempre había sido a costa de la de los demás, y con unas vidas eternas, eso no cambiaría. Eran la única especie que necesitaba aprovecharse de las demás, provocar el sufrimiento de todos. Eran frágiles, por más que vivieran eones. Y si nuestras muertes eran lo que sustentaban sus vidas, también eran las suyas las que sustentaban nuestra supervivencia. La idea de erradicar a los ángeles me dolía como a cualquier otro, especialmente sabiendo mis orígenes los que eran. Pero la perspectiva de los ángeles seguía siendo un despropósito. Podía no ser justo y estar sufriendo por ello, pero tampoco era justo lo que hacían con nosotros, ni teníamos nosotros la culpa de la injusticia que debían pagar. Si el vacío era tóxico para ellos, y al cabo de un tiempo perecerían por el "veneno", ¿qué los diferenciaba de nosotros los humanos, con vidas efímeras? ¿Por qué ellos sí tenían derecho a librarse de la muerte, y nosotros no? ¿No era eso también injusto?

    Pero pronto cambió el tema de conversación, porque después de todo, en eso estábamos de acuerdo. Ahora decidió hablar de mí, sobre mi estirpe y mi parentesco con Zael. Al contrario de lo que le había pedido, decía que no podía renegar de mis raíces. ¿Por qué no? ¿Por qué no podía? Después del tormento en mi adolescencia cuando me quedé huérfano, del dolor que sentí al saber que era adoptado y que había sido abandonado por mis padres, ¿debía ahora aceptar que tenía otra familia que jamás había tenido relación conmigo? Encima como príncipe de Elérea... ¿Tenía que aguantar que todo el mundo me tratase como un superior, que un montón de personas desconocidas de repente me mirasen con envidia, o adulación, o lo que fuera, cuando hasta ahora nadie se había preocupado por mí? Quería seguir siendo Rigel, un Comandante, con un perfil bajo dentro de mis posibilidades, y no sentir los ojos puestos en mí por algo que no me representaba. En algo estaba de acuerdo, sin embargo, y es que Zael nos debía muchas explicaciones. A mí y a Jazz, y trataríamos de obtener respuestas, por supuesto. Ese día, como el Puño decía, preguntaría todo lo que quisiese saber. Era lo mínimo que me merecía. Por lo pronto, lo único que podía decir al respecto era una mueca de desaprobación y un leve movimiento de cabeza, negativo.

    Después, el Puño continuó hablando de su futuro. Sobre Pradorrivera y sus deseos de permanecer allí. Por unos segundos se me heló la sangre, pues volví a sentir el abandono del Imperio, pero afortunadamente, la decisión final fue que regresaría al Starlight, pues aún tenía mucho que aportar a la causa. Respiré tranquilo. Incluso si finalmente desistía en su empeño por frenar la lluvia, si decidía dedicarse a una vida tranquila en Pradorrivera, protegiendo a los suyos, como hicieron June y Jason, primero teníamos entre manos el asunto de Aura. Era la prioridad absoluta de todos en este momento, y el Puño lo sabía bien. Por eso, aún no era el momento de despedirse. O... no del todo.

    Volvió a dirigirse a mí. Era su único Comandante vivo ahora mismo, y debido a su lesión en el brazo, probablemente el más capaz de pelear de su escuadrón. Irónico, después de haber estado a punto de morir, ¿no? Y probablemente por esa lesión del Puño, que tanto le había afectado... Decidió, en ese mismo momento, renunciar como Titán del imperio. Un jarro de agua fría me cayó encima, como si, de repente, me hubiera quedado solo. Primero Arthur, luego June y Jason, y posteriormente el Relámpago y el Puño. Todos habían abandonado sus cargos. Erin y yo estábamos... solos, cada vez más. Con la única compañía de Eigis. Hasta extrañaba a Sirius, por muy molesto que fuera, en estos momentos. Se me formó un nudo en la garganta. No pude reaccionar a su dimisión.

    Tampoco cuando, de pronto, sacó la insignia de Titán que guardaba en el bolsillo. Y... me la tendió. A mí, a su "soldado excepcional". Al que, desde ese momento, y en presencia de Erin, decidió nombrar como "El Filo de Elérea".

    Quedé blanco, plantado en el sitio. Casi por instinto, tomé la medalla, y la guardé en un bolsillo, al igual que hacía el Puño cuando la portaba. Luego, este se marchó de vuelta al Starlight. Y no fue hasta entonces que reaccioné. Estaba allí plantado, con Erin a mi lado. Había sentido su apoyo durante todo el viaje, pero ahora... su presencia me incomodaba más que nunca.

    —Voy a ir yendo al Starlight. Nos vemos allí —fue lo único que dije, antes de empezar a alejarme lo más rápido posible, evitando a la Titán.

    Y cuando estuve lo suficientemente lejos, montado ya en mi chocobo, camino al Starlight, grité con rabia, desatando las lágrimas que había estado guardando desde hacía rato al romper a llorar.

    ¿Por qué tenía que hacerme esto a mí? ¿Por qué tenía que condecorarme con el cargo de Titán cuando todo se venía abajo? No era un soldado excepcional ni nada por el estilo, solo había sido un mísero afortunado que había logrado revivir gracias a la acción de un genio y la magia artificial. Mis capacidades de combate se las debía a Cid y a mi linaje por la herencia mágica que me tocaba. No era mérito mío, ¿por qué se había empeñado en hacerme ver que sí? Odiaba estar en la posición que estaba, y verme de repente como un príncipe, un Titán, o cualquier otra mierda que no podía sino atribuir a ser hijo del puñetero Zael.

    Cuando, en el fondo, el nombramiento solo se sentía como un abandono más, ahora de quien durante muchos años fue mi única figura referente, cuando todo lo que juramos proteger se estaba viniendo abajo. Ilumbra, Elérea, el imperio... Y mi vida.

    Como de edgy lo quieres: sí.

    Bien OoC, pero voy a activar el encargo del amigo de Bruno (si hace falta pon que habla con Brigid o whatever) y voy a usar mi habilidad de senda uwu

    Manuela, señora hogareña
    >> Solicitar: 80%

    Marcos, granjero incansable

    >> Solicitar: 60%

    Si falla en Manuela no la usaré en Marcos, que ya fallé una vez.

    Also, compro un cristal azul (ahora me pagarán más, ¿verdad?).
     
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    MrJake

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    Al final, Rigel terminó alejándose de Darek y Erin de forma algo abrupta, algo afectado y sin saber gestionar del todo bien el nombramiento. Su sensación de ser considerado un príncipe por todos, el hecho de que todo el mundo a su alrededor pareciese haber descubierto esa parte de él de la que no se sentía parte... era quizá demasiado para soportarla. Y aunque Darek argumentase que lo nombró Titán por motivos distintos, no podía sino pensar que su suerte y sus capacidades mágicas era todo cuanto le permitieron llegar hasta ahí.

    Pese a que eso no fuese cierto, era todo cuanto podía pensar.

    Brigid y Eigis, mientras tanto, habían estado cerca de la entrada de la aldea, esperándoles. Y en un momento dado, ambas se separaron, siendo la de Shinryu la que se encontró con un hombre que parecía un adolescente o joven adulto, desde luego, no muy distinto en edad a Brigid. Al verla, la saludó jovialmente; los vecinos de Pradorrivera parecían gente abierta y hogareña, sin duda... y ver caras nuevas era siempre algo destacable en un lugar tan pequeño. Especialmente si era una cara que estaba unos cuantos palmos por encima del resto en altura, claro.

    En fin, tras la conversación con el muchacho, este terminó hablando un poco de su vida... cómo fue amigo de pequeño de un tal Bruno, un chico muy querido en la aldea que murió hacía ya varios años, y cómo el zagal, como tantos otros, estaba fascinado con ciertas piedras que parecían manar en una gruta de cristales cercana, que los vecinos solían usar para extraer minerales con los que comerciar. Ahora bien, dijo algo interesante...

    —... bueno, a lo que iba, que Bruno siempre decía que querría entrar allí y descubrir qué esconde la cueva, ¿sabes? A ver, sí es verdad que contaban rumores de que en las profundidades de la gruta hay un enorme laberinto subterráneo y así, pero nunca nos han dejado entrar, ni de pequeños ni ahora. Y sería un suicidio hacerlo, claro: a más te adentras en esa cueva, más pesado sientes el ambiente, ¡como si hubiese una concentración mágica gigantesca ahí! Parece como si buceases, casi, sintiendo la presión de cada vez más agua sobre ti. Una cosa muy rara.

    >> Por eso es que los de Pradorrivera nos hemos quedado en las capas superficiales de la cueva. Que oye, ¡suficiente para extraer cristales azules y así! Pero... Bruno estaba tan convencido de que habría un tesoro gigantesco ahí abajo. Quizá tenía razón, quién sabe. Seguro que hay más zonas de las que extraer gemas ahí abajo... ¡ay, en fin, al final te he hablado de mi vida!

    ... un laberinto, tesoros, puntos de extracción... sonaba interesante.



    Resultados de habilidad de senda:
    - Armadura de cristal
    - Zapatos de cristal

    ¡Misión activada!
    Ahora, en la Gruta de los cristales, el punto de extracción que encontró Erin se ha dejado en el primer post, y ahí se reflejarán también otros puntos si estos son descubiertos.
     
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    Zireael

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    Erin Elroy

    Darek tenía razón en que Rigel debía enfrentarse a la realidad del origen de su sangre, pero también creía que él tenía la libertad de elegir si ser asociado a Zael o no justamente porque seguía siendo Rigel, la vida que lo había vuelto eso no era la que lo habría vuelto hijo del Emperador, un príncipe de Elérea. Era el poco libre albedrío que le quedaba quizás y en algún momento podría enfrentarse a la realidad y elegir la separación, aunque ahora no lo pareciera; podía solo renunciar, pero eso también sería abrupto en sí mismo. Ahora mismo todo lo que tenía era los restos de un cuerpo traído a la vida por Cid y el derecho a desconfiar del padre que nunca había sido parte de su vida.

    También entramos al área de "¿Si nosotros fuésemos ángeles no haríamos lo mismo?" que había pensado antes, pensábamos de la manera en que lo hacíamos porque éramos humanos, porque estábamos aquí lidiando con las lluvias, lo efímero de nuestras vidas y ahora la realidad de que los monstruos eran personas transformadas mediante vacío. Eso no nos volvía los único con un argumento sólido para luchar en contra, porque al final este conflicto, al reducirse a sus partes esenciales, no parecía ser otra cosa que una negación a la muerte propia, se vivieran milenios o un siglo como mucho.

    El problema éramos nosotros, pero eso no justificaba nuestra eliminación.

    Para cuando Darek dijo que se había planteado la posibilidad de quedarse en Pradorrivera, como Aidan se había planteado quedarse en Garladia con Jason y June, la intención casi desesperada de decirle que se quedara con nosotros se me atascó en la garganta. La contuve solo para no interrumpirlo y la tensión se deshizo con la misma rapidez con la que había llegado cuando dejó claro que su sitio todavía era el Starlight, pero no se detuvo allí.

    Confió en nosotros, en la Titán que soportaba el peso del Imperio moribundo y su Comandante que había muerto y vuelto a la vida, para detener esto. Dependería de nosotros, de los descendientes de los antiguos gobernantes, y el peso... Rigel no iba a soportarlo, me di cuenta incluso antes de que Darek sacara la medalla para entregársela, pues mi presencia le daba validez de un nombramiento. Ahora mismo Rigel no iba a soportarlo aunque Darek tuviera razón en sus palabras.

    Nos estaba dando un Imperio desmoronado y yo mejor que nadie sabía lo que eso implicaba, el comandante era bueno como tal, un buen soldado y una buena persona en sí, pero era demasiado emocional todavía. En otro momento quizás esto no habría sido más que un honor inmenso, lo era todavía en la teoría, pero en la práctica era más difícil de procesar.

    No lo detuve, sin embargo, le regresé una sonrisa y lo dejé completar la que era su decisión, dándole el título de Filo de Elérea. Cuando Rigel guardó la medalla seguí sus movimientos, la falta de reacción fue anormal en sí misma y cuando Darek se marchó, con intenciones de buscar a Brigid y Eigis para volver al Starlight yo permanecí estática, esperando el estallido que nunca llegó. Habían cosas que no podían sentirse con ojos ajenos encima, ¿cierto?

    —Ve con cuidado, por favor —dije cuando Rigel anunció que iría al Starlight aunque quizás no me escuchó.

    Tendría que hablar con él, lo sabía, zarandearle lo que sea que había pensado en el momento en que fue nombrado Titán de una nación que ni siquiera podíamos decir que siguiera existiendo, pero ahora mismo solo podía darle su espacio. No tenía sentido presionarlo, pretender impedirle que sintiera lo que sea que tuviera que sentir. Esa clase de resistencia, de endurecimiento, solo se me podía exigir a mí. ¿Era resistencia o estaba demasiado entumecida? No lo sabía.

    De repente temí demasiado la respuesta para buscarla.

    Al final me puse en marcha también, me tomó algo más de tiempo pero lo hice para buscar a Brigid y Eigis. Las cosas no hacían más que complicarse cada vez más.


    Erin: *modo tieso*

    Todo muy triste sabes, para compensar me llevo estas cosas:
    Placa de piedra: x4
    Cristal azul: x2
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