Se los veía muy feliz. Mientras que yo me alegraba por ellos, la Liepard a mi lado gruñía, molesta por sus risas. El Golbat, en tanto, se reía.
Cuando dejé atrás a los pokémon salvajes del árbol, un Linoone circuló veloz frente a mí. Desapareció en el viento.
saque a doddy y regrese a arnine—Doddy usa vuelo por favor—me monte en el y uso vuelo hacia el sendero arcoiris.
Hice un último intento detrás de un árbol. Si Kirlia no aparecía, continuaría mi viaje para regresar en otro momento...
Ahí estaba otro Lairon dormido. Suspiré resignado y llamé a todos mis pokémon. Los regresé a sus pokébolas y, con Servine a mi lado, emprendimos rumbo hacia donde quedaba Pueblo Brocha, pues quería proveerme de comida e intercambiar libros, de ser posible.
—¡Wow! Los Ghost nos arrojaron sobre el césped de la Pradera Arte y se marcharon. Les quise dirigir una mirada de indignación, pero desaparecieron. Me levanté, sacudiéndose la ceniza de la ropa y limpiando el barro de mis zapatillas. Arcanine y Lampent regresaron a sus pokébolas. —¡Muy bien! —dije, hablándole a Servine— No fue el mejor lugar para estar, pero la Mo Vuelo hizo que valiera la pena —sonreí, intentando apartar la imagen de Pueblo Brocha destruido—. Será mejor que vayamos cuanto antes a la Torre Dorada. Así, tomamos el Sendero Arcoíris.
Salí de la cueva para ver un extenso prado, totalmente hermoso; la cueva parecía un poroto podrido al lado de la gran inmesidad de la pradera. —¡Esto es vida!—Grité, y comencé a corretear como tonta.
Luego de recostarme, pararme, volver a recostarme y hacer múltiples estupideces, decidí que era hora de tomarme las cosas en serio. —Mmmm...—dije pensando. Abrí a mi bolso y saqué a Misdreavus. El pokémon me miró con cara rara, pero yo le sonreí—. Misdreavus, mi nombres es Pauline y soy tu nueva entrenadora. ¡Ven conmigo! Misdreavus me miró desconfiado, pero se acercó lentamente a mí.
No paso 1 solo minuto para que me levantara y empezara a entrenar a mis pokemon. Necesitaba que Aegislash dominara su forma final.
Comencé a caminar con Misdreavus siguiéndome, el paisaje era exuberante. Habían pokémon por todos lados, y la mayoría parecían felices de estar allí.
Vi a un Tauros cerca mío, pero se veía tan amenazante que me alejé un poco. Me daba un miedo, ¡era demasiado grande!
Continué caminando, y aproveché para sacar un paquete de galletas, el hambre había llegado. Las abrí y comencé a devorarlas. Misdreavus continuaba a mi lado, serio. Lo miré y lo sonreí. Él hizo lo mismo y seguimos felizmente. A mi lado pasó otro Tauros.
Charizard acabo con mi pobre Garchomp en unos segundos...la verdad me dio algo de pena. Pensar que antes el lagarto perdia ante el tiburo-dragon.
—Humm... la verdad que esto está más lindo que la cueva; aquí de seguro no hay maleantes—dije. Me senté en la hierba y saqué las demás pokéball de mi bolsillo. Todos mis pokémon salieron, era un lugar perfecto para estar todos juntos. De repente, un Machoke apareció de la nada.
—¡Oh, un Machoke!—Sonreí abiertamente. Lo iba a capturar, necesitaba un tipo Lucha en mi equipo. Llamé a Misdreavus y comenzó la pelea. El Machoke salvaje no pudo contra mi pokémon, y así, debilitado como estaba, le lancé una pokéball. Al final, fue capturado.
Mis pokémon me miraron sorprendidos. Les sonreí y les dije: —¡Tenemos un nuevo miembro en el equipo!—Hice que Machoke saliese de su pokéball. El pokémon apareció haciendo alarde sus músculos, como si fuese el mejor. Dios, me había tocado un pokémon narcisista.
Después de que los pokémon se conocieran y armaran un gran revuelo, decidí que era hora de descansar; los dejé a ellos jugando en la pradera y yo me recosté, tratando de dormir un poco.