Pradera Arte

Hijo de su madre... Ahora es cuando el maldito minino se está quieto.
--Misi misi misi... Espi...-- Dije llamando al pokémon psíquico

Ni modo... Quiero decir... TODOS LOS MALDITOS DÍAS HACÍA SONAR EL MALDITO CASCABEL. QUE SI CORRÍA POR LOS PASILLOS, QUE SI SE SACUDÍA, QUE SI SALTABA. ¡PERO NO! Ahora el señor se tenía que estar quito, seguro que sólo para fastidiar.
Me sacudí mi pelo. Este pelo nuevo que tanto me tocaba la moral. Tengo ganas ya de que vuelva a ser como antes de que mi peluquero me hiciera esto.
--Mañana lo despido...

 

Mimi Honda

—Podrías haber acabado de una forma menos tú, ¿no?— casi le espeté.

Y así terminó el combate. El primero que realmente había disfrutado después de tanto tiempo, no me importaba haber perdido, me sentía orgullosa de mi equipo y de mí misma. Cierto era que el final había sido demasiado brutal, hasta para alguien como Alpha— Chie estaba débil y cualquier otro ataque de menor potencia la hubiese debilitado—, estaba feliz.

—Buena pelea, Honda. Ahora creo que interesarías en algún pokémon de aquí. Arcanine, Liepard, Ninetales, Golbat, Tauros y más hay aquí— me dijo Alpha entonces, acercándose a mí y tendiéndome la mano.

Para que se la estrechase, supongo. Recordaba que mi padre solía estrecharla y sacudirla cuando se veía con compañeros de trabajo en convenciones, pero yo no iba a hacer eso. A mí siempre me habían tratado como una dama, yo no estrechaba las manos de nadie, no estaba acostumbrada, no era algo que hiciese, y no comprendía su significado.

—Yo no doy la mano si no es para que la besen, pero... — le dije, y mi expresión se dulcificó—. Ha sido un gran combate, así que supongo que puedo hacer una excepción por esta vez.

Y se la tomé. ¿Bastaría aquello? ¡Ni siquiera sabía como sostener su mano! ¿Debería apretarla o no? ¿Y cuanta presión debía ejercer? ¡Ugh! ¡Seguía estando helada! Sencillamente, opté por soltarla apenas segundos después. Esperaba que le bastase con eso.

>> Arcanine y Ninetales no son sólo hermosos, sino que al ser pokémon de fuego me vendrían de perlas— le comenté, dándome la vuelta para retomar la marcha—. Y con respecto a Liepard... bueno, es un pokémon estilizado y elegante, algo así no puede faltar en mi equipo. Y además su pelaje es tan suave...

 

Alpha.

—De poder podía, pero la verdad una gran pelea tiene que acabar con un gran final.

Qué raro, juraría que no iba a darme la mano. Aunque claro, no podía pasar de dar un último alegato sobre mi piel de nuevo, ¿era frío?

Ya luego de pasar a los pokémon ella tomó interés en tres de ellos, yo solo la miré por unos segundos y comencé a alejarme un poco de ella para cubrir más terreno. A decir verdad Mimi ahora tendría un aspecto parecido a un Arcanine, con todos los cabellos despeinados y unos cuantos levantados.

En mi búsqueda nada se encontró de momento, ahora vería si ella encontraba algo.

 

--Démon chat...-- Maldije por lo bajo
Me pregunto si a los pokémon se les puede poner microchip, como a los perros.
--Muy bien Espi... Juguemos a las malas.
Si no aparecía, iba a tener que mandar a Noivern para que lo trajera a la fuerza. De todos modos, quiero mi maldito gato.

 

Mimi Honda

No pude evitar dirigirle una mirada de soslayo a Alpha. Allí estaba, no muy lejos, tratando tal vez de localizar a aquellos pokémon con la mirada. ¿Qué esperaba, que apareciesen sin más? ¿Qué se quedasen ahí parados esperando ser atrapados? Yo por mi parte simplemente me senté en el banco y liberé a mi Lillipup, pensando que tal vez su agudo olfato me ayudaría a localizar a alguno de ellos, cualquiera de los tres estaría bien. Chiot pegó la nariz al suelo y comenzó a rastrear, moviéndose con agilidad y decisión por la hierba de la pradera.

 

Alpha.

A la lejanía Mimi ya había conseguido atrapar a uno de esos pokémon, yo por mi parte suerte no lograba encontrar. A las lejanías todo pokémon menos los solicitados por Honda se encontraban.

Seguí la búsqueda de inmediato, no me quedaría viendo a la rubia todo el día.. ¿O sí? Tal vez podría evitar moverme tanto, se le veía con suerte a ella.

Frente a mí en un rato un majestuoso pokémon apareció: Ninetales. La leyenda contaba que aquél que le tocaba una de sus colas sería maldecido. ¿Sería verdad..? Neh. Yo solo me preocupé de debilitarlo junto a mi Charizard de una manera muy rápida y efectiva.

 

Mucho "prii prii" por parte del cascabel, pero cero por parte del gato.
--Céntrate rubia... -- me dije intentando oír de donde venía el prii
Si había un sonido que mejor recordara en esta vida, era el "prii" del cascabel de Espeon. ¡ARCEUS MÍO! qué asco le había cogido ya...
--Ya lo tengo...

Me dirigí rápidamente a la dirección del sonidito de los... tintineos, y no tardé en divisar a mi pokémon acompañante.
--¡Ajá! -- Grité cuando lo vi. Rápidamente le tomé en brazos, para que no se me escapara.
--No te me vuelvas a escapar. Hay que volver a Kalos y seguir entrenado a Feraligatr --le dije al pokémon psíquico, el cual dio un resoplido

 

Mimi Honda

Probablemente me hubiese puesto a mirar el móvil si aún lo tuviese, sentada como estaba en aquel banco. Sin embargo, ni siquiera pude echarlo de menos, pues antes de lo esperado oí a Lillipup ladrar a viva voz, para después ser acallado y abatido por un poderosa llamarada que prácticamente lo calcinó.

—¡Chiot!— exclamé, levantándome del banco y acercándome corriendo hasta allí. Mi pobre Lillipup estaba completamente K.O. Tiznado de negro y con los ojos que giraban en espiral, daba la impresión de que ni siquiera lo había visto venir—. ¿Pero quién diablos ha...?— alcé la mirada para encarar a su agresor, y una criatura peluda enorme y de majestuoso porte me devolvió una mirada profunda y serena. Su pelaje era naranja, y estaba salpicada de atigradas rayas negras. Tal y como había pasado con el Espeon, mi reacción no se hizo esperar. Mi pulso se aceleró, y mis ojos brillaron de pura emoción infantil—. ¡Por el amor de Arceus! ¡Mira eso, mira eso, Alpha! ¡Es un Arcanine!

Como mis gritos no lo espantaron, tomé la firme resolución de acercarme a él, después de haber devuelto a Chiot a su pokéball. No se movió, no hizo ademán alguno de tratar de atacarme. Suponía que como la pradera se localizaba cercana a un complejo vacacional, estaría acostumbrado a las personas. Acerqué mi mano y la pasé por encima de su pelaje. Era suave como el terciopelo, realmente era agradable tocarle. Lo más curioso de todo es que ya tenía pensado incluso un nombre... le llamaría Renjiro, honesto. Los Arcanine tenían fama de ser pokémon muy leales, con un gran sentido del honor. ¿Qué mejor que ese nombre? Además, me gustaba como sonaba... ¿por qué tenía que dar explicaciones?

—Bienvenido a la familia Honda, Renjiro— sonreí, guardando su pokéball una vez lo atrapé. No había presentado resistencia alguna, por lo que ni siquiera había tenido que enfrentarme contra él en un combate. Había sido muy fácil. Me preguntaba si Alpha habría tenido tanta suerte como yo.

 

Alpha.

Los gritos de Mimi me pusieron en alerta, ella ya había logrado atrapar ese Arcanine, un pokémon bastante común entre los entrenadores de la región. Por mi parte decidí lanzar una pokéball al Ninetales, no creo que ella se molestase en salir de su felicidad.

Entonces la pokéball lo encerró: 1...2...3...¡Gotcha! ¡Ninetales atrapado!
—Ninetales listo, Mimi.—Le dije agachándome y tomando la esfera para comenzar a acercarme a ella.
>>No fue difícil.

Entonces tendí la esfera hacia ella. Ahora solo faltaba uno..

 

Le di un repaso al diario de mi padre para ver como va Feraligatr. No era difícil de entrenar, al contrario. Aunque el gran error es usarlo especial.
--Vaaaaaaaale Espeon. Tú y yo tenemos trabajo en Kalos.
Espeon asintió, aún en mis brazos. El gato rosado puso su pata sobre el collar que me dio Alpha, y se quedó mirando.
--Ni de coña guapo, esto es mío.
Espeon señaló a un lado con la pata con la que tocó el accesorio, pero yo no le hice ni caso.
--No, tengo trabajo y a parte tengo que entrenar a Feraligatr y Manectric.
Espeon usó sus poderes psíquicos, y me desabrochó el colgante, para luego llevárselo corriendo al donde señaló.
--¡No! ¡Eso no! ¡ESPEON! -- decidí correr tras él, todo por ese colgante, y por la bronca que le va a caer al gatito

 

Alpha.

Justo en el momento que entregaba la pokéball un pequeño pokémon rosa apareció, saltando frente a mis narices echando abajo mi mano y la pokéball al suelo. Yo solo planté mi mirada en él unos segundos, en su hocico al parecer algo se llevaba... ¿Un collar? Supongo que su dueño tendría mala suerte.

Yo por mi parte logré recoger la esfera... Lástima que había corrido el mismo destino: Una mujer de cabellos plateados y negros había pasado frente a mí corriendo cuando me agaché a recoger la esfera.
—¡Ten cuidado, torpe!—Le grité desde lejos poniéndome de pie, al parecer ella perseguía al Espeon.

 

(Mujer, OLE! Si al menos tuviera esa mentalidad...)

Agarré la cola de Espeon, y cuando le pillé, le levanté y le quité el collar. Me giré cuando oí la voz de alguien.
--Disculpe usted don...
Cuando alcancé a enfocar la imagen, me arrepentí.
--Mierda...-- susurré

 

Kyotsuke

Me puse de pie, la pelea había terminado, Alpha había ganado, mire a la chica, nada mal, tenia mas experiencia que yo, no quería acercarme por miedo a ella, me mantuve al margen, luego otra chica mas apareció, esto ya no me agradaba, no era de hablar con la gente, con luchar me sobraba, quizás luego desafié a alguien, estaba muy necesitado en lo económico.

—Luego peleare y me marchare.

 

Mimi Honda

Estaba por tomar la pokéball que Alpha me entregaba, cuando una sombra violeta pasó como una exhalación por delante de nuestras narices, saltó sobre mi compañero e hizo que soltase la esfera que contenía a Ninetales. Todo ocurrió bastante rápido, pero logré reconocer en aquella criatura al Espeon que había visto antes, pues en su cuello seguía brillando y resonando aquel cascabel dorado. ¿Qué demonios le pasaba para salir corriendo de esa forma? ¡Alguien debería enseñarle modales a ese pokémon!

Sin embargo, no se detuvo ahí, pues una nueva figura, esta vez humana, pasó corriendo por delante de nosotros, gritando y lanzando improperios contra el pobre Espeon. Alpha, tomado por sorpresa, fue incapaz de evitar precipitarse de igual forma contra el suelo.

—¡Ten cuidado, torpe!— le espetó después, poniéndose trabajosamente en pie.

Y entonces, aquella figura se dio la vuelta, y el tiempo pareció detenerse a nuestro alrededor. La expresión de Alpha se mantuvo exactamente igual, pero aquella persona— que había resultado ser una chica con un peinado que había fracasado en su intento de parecer moderno—, por el contrario había palidecido dos tonos, y su expresión era tal que parecía haber visto un fantasma.

Intercambié una mirada entre ellos. ¿Se conocían? El ambiente se había enrarecido de pronto, y el silencio generado había empezado a ponerme nerviosa. ¿Por qué se sentía todo tan tenso? Resultaba irritante.

—Oye— hablé por fin, pasándole la mano a Alpha por delante del rostro—. ¿Me das la pokéball o pretendes quedártela? ¡No te quedes ahí parado perdiendo el tiempo!

 

Alpha.

—Pues..—Hablé cuando Mimi se puso frente a mí. No había despegado mi mirada de esa chica de cabellos raros hasta que a la señorita se le ocurrió interrumpir, pero parece que por el otro lado estaba igual.

Cuando me iba a levantar entregué la pokéball a Mimi y luego comencé a mirar hacia los lados del lugar, aún no se lograba ver ningún Liepard. Y tampoco tenía ganas de irme sin al menos conocer a ese pokémon.

—Mejor sigamos buscando.—Di un estirón a mis brazos para luego comenzar a caminar en dirección al norte, por ahí no había buscado aún. Ahí también estaban las ruinas de pueblo brocha, un lugar donde solo un agujero enorme hacía acto de presencia junto a muchos fantasmas.

Iba a entrar a ese lugar, tal vez pudiese encontrar algo dentro, pero no. Fue afuera donde encontré un pokémon morado de forma felina: Liepard.
—Lo tengo, Mimi.—Le avisé de inmediato plantando cara al pokémon junto a mi Charizard. Ahora que pienso.. ¿en qué momento salió de su ball?

 

Di un suspiro de alivio, pero por otro lado, empecé a notar algo... Raro, que no había sentido nunca.
--Gracias a Xerneas...-- dije buscando una bal concreta--. buceo ball... Buceo ball...
Imbécil, Feraligatr se había negado a venirse, y bien que hizo, yo no lo voy a traer a Galeia NUNCA, y menos al resto, como mucho los llevaría a otra región más próxima.
--Supongo que Greninja también puede hacerlo...
Liberé a la rana ninja, y según preparó agua en sus patas, me quité el collar de Liza, y lo puse en el bolsillo trasero junto al de Alpha. Espeon decidió sentarse al lado, y se puso a ver como me intentaba quitar a la fuerza ese dichoso tinte del pelo.
--No pienso ir a otra presentación con fiesta en la que los peluqueros sean unos malditos principiantes...-- me quejé mientras mojaba mi pelo con el agua que Greninja creaba. Todo por volver a mi rubio natural...
Espeon aprovechó, y volvió a quitarme los colgantes del bolsillo, pero esta vez sin que me diera cuenta. Los cogió con la boca, y con sus poderes psíquicos, paró la bolita del cascabel para no hacer ruido. Acto seguido, salió corriendo en la dirección que antes tomaron los chicos.
--Deberían recortarles el sueldo...-- volví a decir en una de mis tantas quejas

 

Mimi Honda

Finalmente aquel momento tan molesto pareció llegar a su fin y Alpha regresó a la realidad. Me entregó la pokéball de Ninetales, cuyo nombre a partir de ahora sería Tsuna, enlace. ¿No era lindo? Enlace, en alusión a sus nueve colas. Un nombre bonito y con personalidad propia, sonaba perfecto para un pokémon tan elegante como aquel.

Alpha se decidió por seguir buscando al último pokémon de la lista; al escurridizo Liepard, una criatura cautivadora y de pelaje moteado que hasta entonces, no había dado señales de vida en la pradera. Chiot se encontraba debilitado, así que no podría hacer uso de su maravilloso sentido del olfato para que me ayudase en su búsqueda. Una lástima, porque puede que nunca hallásemos uno de ser así.

Pero Alpha ni siquiera lo tuvo en cuenta.

Sin embargo, fueron segundos lo que tardé en escucharle de nuevo, con un tono de voz victorioso. ¿Ya había encontrado uno? ¿Tan pronto? Tenía entendido que era extremadamente difícil encontrarlos en libertad por su sigilo y astucia, características propias de los pokémon de tipo siniestro. Caminé hasta allí, pero cuando llegué, tan sólo me encontré con la expresión resuelta y la sonrisa de Alpha y con la imponente figura de su Charizard shiny, que mantenía la misma expresión que él. Pero no hallé rastro de Liepard por ninguna parte.

—¿Lo tienes?— le pregunté de todas formas, ilusionada como pocas veces. Tal vez todo se debía a que estaba de buen humor, después de tanto tiempo—. ¿De verdad? ¿Dónde? ¿Puedo verlo?

 

Alpha.

Entonces la batalla contra Liepard no duró mucho, un Golpe Aéreo del Charizard fue lo suficiente para dejar fuera de combate al pokémon, y una Ocaso Ball fue la encargada de atraparle. Según la pokédex él era un tipo Siniestro, y a decir verdad esa ball le quedaba bien.
—Aquí.—Dije entonces. De la esfera verde unas sombras aparecieron para luego dejar ver al felino de colores morados. Él miró a Mimi por unos segundos manteniéndose un poco tímido antes de acercarse.
>>Ella será tu entrenadora, Liepard.—Dando una caricia al pokémon le hablé.

Luego de sacar mi mano de los cabellos morados del pokémon de Unova tomé una pokéball normal de mi cinturón regresando a Charizard.

 

Mimi Honda

—Aquí— me respondió Alpha. Y segundos después, la estilizada figura del pokémon siniestro se materializó ante mis ojos. No era muy grande, de un pelaje corto que daba la apariencia de ser muy suave, de un agradable color morado que estaba salpicado por motas amarillas. Su larga cola batía el aire con nerviosismo, y tenía forma de guadaña. Apoyé las manos sobre mis rodillas y me incliné hasta quedar más o menos a su altura.

— ¡Pero que súper mono que eres! — exclamé entonces, con los ojos brillantes de pura emoción. Liepard se encogió sobre sí mismo, daba la apariencia de estar asustado. Al ver que mis gritos infantiles lo ponían nervioso, me apresuré a bajar mi nivel de entusiasmo y traté de emplear un tono más suave y neutral. Me aclaré la garganta, tratando de borrar el ridículo que acababa de hacer y empecé de nuevo—. Esto... H-hola, Katze. Yo me llamo Mimi, como Alpha ha dicho seré tu entrenadora a partir de ahora. Bienvenido a la familia.

Y le sonreí. El pokémon no me devolvió la sonrisa de todos modos— su naturaleza era fría y misteriosa—, pero después de aquella breve presentación parecía más tranquilo y relajado. Lo devolví a su Ocaso-Ball. (Alpha había pensado que le quedaba bien, y aunque yo tenía mis reservas al respecto, preferí no discutir con él)

— Gracias Alpha. Y ahora... —dije entonces, poniéndome en pie—. Combatí contigo, así que me debes una comida. Más te vale ir pensando un lugar elegante al que llevarme.

 

Kyotsuke

Me puse de pie y acaricie a Pix (Vulpix) para que me siguiese, iba a desafiar o a Alpha para mi revancha o a la chica, aunque me daba un poco de miedo pensar en hablar con esa chica, ya que temía ser tratado de mala forma por ella.

—Desafió a cualquiera de los dos a una pelea— me acerque hasta quedar a cinco metros de ellos, me gustaba guardar distancia y mantenerme lejos de la gente, pero debía luchar ya que estaba en la lona desde lo económico, así que irme sin luchar no seria buena opción. —O se acobardaran— en tono frió y desafiante observe a ambos entrenadores, quería ganar cueste lo que cueste.