Hola a todo/as. Espero que os guste este fanfics. No sé si estará bien o no, pero estoy al tanto de corregir todo lo posible, todos aquellos errores que haya ocasionado. Esta historia se centra en lo duro que se le hace la vida a unos jóvenes, sobre todo a uno de ellos, que siente algo muy especial por la persona equivocada, la misma quien inocentemente es ajeno, y llega a ocasionar algunas que otras confusiones en los sentimiento del primer nombrado. ¿Podrá algún día, decirle lo que realmente lo separa, pero teniendo solución a ello? Los personajes nombrados no me pertenecen.
¿PORQUE? ¿Qué es lo que una persona puede llegar a sentir cuando el amor que siente, no puede ser correspondido? No hay forma ni maneras de aliviar el dolor ocasionado, dolor que hace insoportable llevar el itinerario del día a día con serenidad y tranquilidad, la misma que hace que las cosas sean más complejas, sin temer a esa rutina en el cual es difícil de salir para hacer lo contrario de lo que se te obliga hacer, obligación de trabajar en lo que el mañana será tu futuro. Ese dolor, dolor incomparable con la peor enfermedad que se pueda nombrar, dolor que difícilmente se cura con medicina, dolor que se grava en lo más profundo de este, ocasionando pequeñas heridas que no siempre se llegan a cicatrizar, dolor que más de una ocasión le costó reconocer que lo suyo con ella era realmente imposible. Celeste, blanco, verde, beige acompañado con el marrón claro. Esos son los colores que acompaña una casa de campo que está situada a las afueras de la ciudad, disfrutando de tranquilidad y bienestar, respirando el aire fresco de la naturaleza, el aire humedecido por las lluvias de días anteriores, las que se encarga de dar vida a los mantos verdes que cubre todo el sendero. Blanco inmaculado, ventanales de grandes cristalera, embellecida por elegantes visillos que bailan al son de la brisa, puertas nacaradas con dorados tiradores. Elegancia y resplandor es lo que representa la casa de la familia higurashi. Los higurashi es una familia compuesta de un matrimonio y de sus tres hijos, los mismos que se harán protagonista de esta historia, aquellos quienes se encargaran de dar vida a estas líneas. EL PRINCIPIO La mañana no se presentaba buena del todo, las nubes peleaban a toda costa por intentar invadir todo resplandor celeste, amenazando con fuerte viento y negras nubes, que lo peor que harías es olvidarte el impermeable. —No me gusta salir con este temporal—. Lo dijo resoplando y sin apartar la mirada de la ventana. —No seas cría —. No se molestó ni tan siquiera mirarla, como si ya, su sola presencia le quemara el ambiente con malas vibraciones. —Si no te das prisa emprenderé el camino sin ti—. Ella giró rápidamente la mirada buscando aquel quien fríamente le estaba diciendo que no era santo de su devoción tener que acompañarla al instituto. Que si fuera por él, la dejaría vagar por todo ese fangoso camino cubierto de ramas y papeles ocasionados por el viento. —No fui yo quien te lo pidió—. Le dijo ella mientras cogía su bolso y su carpeta con sus libros, bajando las escaleras en dirección a la gran puerta de entrada, la misma que separaba el cálido ambiente por la fría brisa que hacía que se helaran y desaparecieran el sonrosado de sus mejillas. Pensaba como podía atravesar el camino que le separaba de la casa al coche sin pasar ni lo más mínimo de frío, frotándose una y otra vez las manos para ocasionar aunque sea una pica de chispa para poder calentarlas. Justo en ese momento sintió algo cálido sobre sus hombro, algo que le hizo entrar en calor. Sus ojos miraron a la persona que se colocó a su lado, con la mirada perdida en el bmv, viendo como las ramas se habían encargado de cubrir parte del parabrisas. —La verdad, es que no te entiendo — él torno lo ojos hacia ella mostrándole poco interés —. Antes me demostrabas una cosa y ahora esto— dijo mientras frotaba con sus níveas manos el cálido abrigo que reposaba en sus hombros. No dijo nada, solo se limitó a caminar hacia el coche de manera que le era indiferente su comentario, como si su hermana era algo de lo que se habían equivocado sus padres al traerla al mundo. —No dispongo de tu tiempo, así que por favor, sube al maldito coche —. Lo dijo mientras caminaba elegantemente hacia el coche para captar su atención, la misma que había perdido cuando vio que no había manera de tener ni una sola palabra amistosa con su hermano. El camino fue largo para el poco trayecto que separaba la casa del instituto. No le incomodaba su presencia, ni que este fuera el que de vez en cuando se encargara de llevarla, pero había algo que la hacía pensar cada vez que lo miraba, algo en el que la duda en más de una ocasión le invade y moría por preguntarle, pero siempre con algo de miedo por si llegara a molestar a su hermano. —Naraku, llevo tiempo intentado encontrar el momento de preguntarte algo—. Sus manos jugaban nerviosa con la goma de la carpeta, la misma que se encarga que esta esté bien cerrada, impidiendo que no se cayese todo lo que había en su interior. El joven no dijo nada, tan solo siguió con la mirada al frente, pendiente del camino que recorrían, esperando a que ella al fin formulara la pregunta. No decía nada, el silencio seguía siendo la única compañía entre los dos hermanos, ocasionando algo de incomodidad a la chica. — ¿Porque te comportas conmigo de esta manera? —Al fin lo dijo, sus ojos captaba todo minúsculo movimiento en la cara de su hermano, como si eso fuera sumamente importante, como si eso era una afirmación a la duda de la chica. El coche se paró en seco, la chica miró algo asustada al frente, buscando el motivo del repentino frenazo, dándose cuenta, que ya había llegado a su destino. Salía del coche sin la respuesta que esperaba, puesto que la mirada del joven se centraba en ese alguien que pasaba por detrás de Kagome. —No pienses que te libraras tan fácilmente -le dijo sonriendo mientras se dejaba caer en la ventana del copiloto. — Hoy me iré con Inuyasha, así que llegaré un poco más tarde, tiene que ir a la biblioteca para coger el libro de biología y… —No me interesa — tajante y firme fueron sus palabras, haciéndola callar de la explicación que le estaba dando. Sus ojos rotaron hacia la dirección donde veía venir a dos figuras, ocasionándole curiosidad. Dicho acto no pasó desapercibido por su hermana, la misma que no tuvo pudor en echar la vista atrás y ver a Inuyasha acompañado de una joven y hermosa mujer, la misma que caminaba elegantemente ocasionado más de una mirada de todo aquel chico que pasaba por su lado. Con una sonrisa en los labios fue hasta la puerta donde se encontraba su hermano, se agachó quedando a su altura y se acercó lo mas que pudo a él, rozando su fresco aliento en su oído —Ya sé lo que te pasa —le dijo en un susurro mientras ella le miraba pícaramente. Él no le dijo nada, tan solo la miró sin expresión y puso el coche en marcha, dándole a entender que ya era hora de que entrara en clase. Naraku, cogió nuevamente camino, lo hacía pensativo, poniendo en orden todo lo que había pasado, lo que había visto y sobre todo… lo que había escuchado. —Tú no sabes nada. —Esas fueron las únicas palabras que dijo antes de salir del coche para dirigirse a la oficina. Hacía poco que había terminado la carrera de derecho y justo como se esperaba, empezó a trabajar para la compañía Taisho, el más prestigioso bufete de la región.
La trama de la historia promete ser muy interesante , sobre todo a mi parecer que Naraku este enamorado de Kagome y que esta ea su hermana , te animo a continuarlo porque ya con el primer capitulo me has dejado intrigada. Continualo prontoo
¿SOLO AMISTAD?Se sentía en las nubes, era un sueño hecho realidad. Se encontraba sentada al lado de él, mirándolo de reojo, lo hacía con mucho cuidado para que él no se percatase de ello. En sus ojos se podía ver la alegría, el resplandor que le ocasionada el tan solo sentir como la persona quien estaba a su lado conduciendo le hablaba cómodamente de lo que hoy habían dado en clase. —Kagome — Ella no sabía ni cómo ni cuándo empezó a sentir esas cosquillas en el estomago, ese nerviosismo cuando lo veía todas las mañana antes de entrar a clase, en ver que era a ella quien buscaba para la hora del almuerzo. —Kagome — No sabía cuando empezó a mirarlo de esa forma, ya que él nunca ha tenido un comportamiento diferente con ella. — ¡Kagome, por tercera vez! —el chico gritó finalmente, ocasionando el pequeño respingo de la joven, la misma quien se le quedó mirando de forma asustada. —Chica, hay veces que me asustas. — Le dijo mirándola un solo segundo, no podía permitírselo ya que aun seguía conduciendo. —Perdona, es que estaba pensando. — Su cara reflejaba el rubor que le había ocasionado el tener ese pequeño despiste, de no haber podido controlar el estar volando por sus sentimientos delante del chico que era responsable de ello. — ¿Algún día me enseñaras como hacerlo? —Le dijo parando el coche, ya que se encontraba frente a un semáforo en rojo. — ¿En qué pensabas? — Su mirada de clavó en el mar de chocolate que tenia al lado, haciendo inconscientemente que ella se sintiera algo nerviosa, como si realmente no pudiera pronunciar palabra por el simple hecho de verlo en como la miraba. —Eh —miró hacia la ventana de su puerta buscando algún motivo para excusarse, y parece que vio algo, ya que sus facciones cambiaron. —Es que… mira, ahí está el edifico donde trabaja mi padre y mi hermano, y…— — ¿Naraku? Ella se giró hacia el joven, y notó algo de duda en sus ojos, como si él no supiera nada de lo que le estaba contando. Le parecía muy raro, y por como ella le estaba mirando, seguro que no se quedaría con la duda. —Inuyasha, no me creo que no sepas que mi hermano está trabajando en el bufete de tu padre. — Se le quedó mirando esperando una respuesta lo más creíble posible, que la hiciera convencer que él estaba totalmente ajeno a todo referente a su padre. —Haber, se que tu padre trabaja en uno de los bufete de mi padre, pero te lo digo de corazón, que no sabía que tu hermano…— — ¿Qué pasa, tu padre no habla contigo? — —No. —El chico de ojos ámbar, se le quedó mirando, sabia en la forma tan tajante en el que le había respondido y la miraba como si estuviera esperando a que ella dijera algo. —Vaya, no lo… — —Soy yo quien no quiere escucharlo. —Dijo al fin sonriendo lo que estaba esperando; dejarla callada con una de sus entrometidas bromas. No dijo nada, tan solo infló un poco sus cachetes y se acomodó en el asiento, dándole a entender que no le había hecho gracia. —Venga, no te enfades, ya sabes cómo soy, lo hago sin maldad alguna. —Le dijo sin apartar la mirada de enfrente, ya que nuevamente emprendieron camino. Inuyasha alargó el brazo hacia la chica quien pensativa se encontraba nuevamente. Este izo algo, ya que la cara de Kagome había cambiado descaradamente, su piel se tornó de un rojo carmesí que izo que decoraran sus perfectos pómulos. Su corazón empezó acelerarse a mil por horas por el simple hecho de sentir el suave tacto de la mano contra la suya de aquel quien la trae de cabeza. —Ya tendré mi oportunidad. —Le contestó sin darle importancia a tal acto de Inuyasha, no quería que él viese el nerviosismo que eso le ocasionaba. —Ya sabes que siempre te gano la batalla y… —Exactamente, la batalla, pero seré yo quien gane la guerra. — Sus ojos le brillaban al ver como en un momento él se giró para mirarla, el ver como en su perfecta facciones varonil, se le dibujaba una sonrisa que hacia derretir al mayor iceberg que halla en el polo norte. Ese era uno de los momentos que difícilmente se le borraría de la mente. Apenas quedaba nada para llegar a casa de Kagome, el trayecto fue ameno y distraído. Ella encantada de saber que no solo por sus sentimientos, si no ya como persona, de saber que siempre ha tenido alguien con quien hablar, con quien reír e incluso con quien discutir. —Pero hay algo que no se me quita de la cabeza. —Se bajó del coche y caminó hasta donde ella se encontraba, ya que esta también lo había hecho. —Me extraña, normalmente no hay nada que te haga pensar. — Le decía burlonamente, mientras que captaba el pequeño gesto que hiso el chico en señal de disgusto. — ¿Abogado? —Su cuerpo se dejó caer en el capó del coche mientras cruzaba los brazos, como si lo que estuviera pensando fuera sumamente importante. —Perdona Kagome, pero me es difícil imaginármelo. — Le dijo al fin lo que se le pasaba por la cabeza, logrando que la chica se le quedara mirando con algo de duda, como si estuviera en guardia a lo que estaba seguro a lo que se refería. — ¡Inuyasha, no sigas! — La chica se acercó a él quedando a escaso centímetros de separación, clavándole la mirada en señal de advertencia. —Me extraña que precisamente tu me digas eso —le dijo dejándolo algo fuera de juego, como si en ningún momento se hubiera parado a pensar en lo que se refería la chica. —No es comparable —le respondía a la defensiva, como si el diera por hecho que se emprendería una riña a cuenta este asunto. —Sin ánimo de ofenderte amiga, pero el plante y el destaque se le ve a leguas —respondí orgulloso, mirándola para ver si ella tendría la salida de donde él le había encerrado. —Sí, ya—le dijo preparada a seguir adelante con ello. — Frío, serio, arrogante…y tengo que decir que incluso demasiado presumido —le decía mientras con un dedo se señalaba los dedos que iba levantando de la otra de todo lo nombrado. —Pues claro que es incomparable. —Terminó por decir cruzando sus brazos y volviendo la cabeza a la dirección contraria de donde se encontraba su amigo. —Vamos Kagome, todos sabemos cómo es; calculador, serio, callado, frío, no, frío no, helado…y así si quiere puedo continuar diciéndote más para diferenciar tu hermano de Sesshomaru. Ella se quedó por un rato pensativa, no sabía cómo poder seguir atacando en todo lo contrario de lo que le estaba diciendo. Sabía que era verdad lo que Inuyasha decía de Naraku, es un hombre serio al igual que calculador… ¿calculador ó organizador? Él la miraba buscando el motivo por el cual estaba tan distraída, eran muchas las veces que se la quedaba mirando, asombrado por la facilidad de hacer que nada de lo que hay a su alrededor no le ocasionara nada de molestia a la hora de entrar en su mundo. — ¿Sabes? — dijo tan repentinamente que ocasionó la mirada intrigada del chico. —No me gustaría ver un juicio en el que estén tu hermano y el mío juntos. —Lo decía entre risas, como si por un momento se llegara a imaginar cómo sería tal alto, en ver hasta cuanto podrían soportarse esos dos hombres tan parecidos, pero a la vez…tan diferentes. —No quiero ni imaginármelo —le contestó llevándose una mano a la cabeza, como si con las palabras de ellas ya hubiera estado en ese juzgado viéndolo en primera persona, en ver la guerra de superioridad y las frías miradas que se lanzaban sin miramiento a los que había a su alrededor. —Solo espero que nunca pase. —Concluyó mirando hacia el coche que venía hasta ellos, parándose justo en la entrada de la casa, esperando a que la gran valla se abra para poder entrar en su interior. Ella miró hacia donde Inuyasha depositaba la mirada, buscando aquel quien seriedad le estaba ocasionando. No sé qué era lo que sentía Inuyasha cuando se cruzaba con su hermano, pero lo que estaba seguro que de intimidad no se trataban, más bien era como una mirada desafiante, como si hubiera algo sin zanjar entre ellos dos. — ¡Naraku, espera! —Gritó alzando el brazo para captar la atención de su hermano, se giró para encontrarse con el peli platino —muchas gracias por acercarme a casa. —Le dijo mientras le cogía del brazo, como si eso fuera señal de afecto y agradecimiento. Y emprendió una pequeña carrera hasta llegar al coche de su hermano, el mismo quien se encontró mirando por el espejo retrovisor a la persona quien anteriormente se había despedido. — ¡Si quieres puedo venir mañana por ti! —Le gritó por la distancia que ya mantenían entre los dos. Ella giró la mirada hasta Inuyasha y le afirmó con un movimiento de cabeza acompañada de una simpática sonrisa. Kagome entró en el coche de su hermano sin pedir permiso de ello, mientras que Inuyasha se la quedaba mirando, es como si sus ojos no pudieran apartarla de ella, como si tuviera la necesidad de protegerla, como si no estuviera del todo conforme de la persona quien estaba a su lado. Se llevó una mano a la cabeza para ver si con eso podía borrar lo que anteriormente había pensado, dándose cuenta de que era la mayor tontería que jamás había pensado, y con esa confusión se alejó de la casa de Kagome. —Kagome, tu novio es muy alto. —Una pequeña vocecita se escuchó desde los asientos traseros, ocasionando que la chica se girase de la impresión de no esperarse que también su hermano pequeño Souta, estuviera allí. —No es mi novio Souta —dijo con algo de pesar, como si lo que hubiera dicho su hermano, era lo que realmente quería. —Tan solo somos amigos, pero si, Inuyasha es alto. —Dijo cerrando sus ojos de manera que no tardaría mucho en entrar nuevamente en el mundo de sus sueño, allí donde todo es realidad, donde estaba segura que no tendría problema de hablar con Inuyasha de sus sentimiento, porque él ya lo había hecho anteriormente. — ¡Kagome, que te pierdes! — Gritó el pequeño ayudando a salir a su hermana de dicho mundo. Tan solo se giró y le dedicó una sonrisa como agradeciéndole dicha ayuda. — ¿No sabía que tenias que ir a por Souta? —Dijo volviendo la mirada hacia su derecha, lugar donde se encontraba su hermano, quitándose el cinturón para disponerse a salir del coche. —como hoy parece que estas muy caritativo —le decía mientras se colocó a su lado y le rodeo el brazo, ocasionándole una mirada que hacía temblar a cualquiera, a cualquiera menos a ella, ya que estaba hecha a estas y muchas más. —Yo me voy, porque no creo que sea bueno lo que vas a decir —dijo el Souta corriendo, como si supiera las intenciones de su hermana, y no quería estar cerca con la reacción que pudiera tener en su hermano, el mismo quien se encarga de demostrar el desagrado hacia las bromas. Kagome vio como corría su hermano pequeño hacia el interior de la casa. — Hermanito, hoy quiero de merendar chocolate caliente con galletas. —Le dijo al fin sonriéndose y mostrándose como una niña pequeña una ternura que nadie se podría negar. —Voy por el cianuro —le contestó de manera amarga mientras se desasía del agarré de ella, caminando elegantemente hacia la casa, como si realmente sintiera lo que había dicho, como si con ello pondría fin al problema de hermano mayor. —Eso era de broma ¿verdad? —decía la chica algo confundida mientras emprendía a la carrera el camino recorrido anteriormente por su hermano, buscando la inocentada de sus palabras, buscándolo y atormentándolo hasta que le afirmara que solo era una broma. ESPERO QUE OS GUSTE
chipo, trata de no responder a los comentarios en posts aparte. Cuando subas el capítulo, puedes poner tus respuestas ahí mismo. Saludos.