Por el amor, cualquier cosa. [InuxKag]

Tema en 'Fanfics Abandonados de Inuyasha Ranma y Rinne' iniciado por Cami Chan, 10 Marzo 2011.

  1.  
    Cami Chan

    Cami Chan Usuario común

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    Por el amor, cualquier cosa. [InuxKag]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    17
     
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    Amigas! Lamento muchísimo la demora, pero aquí está la conti! Espero que les guste y gracias por sus comentarios.


    Capítulo 15: Salvación.


    No podía creer lo que veía. ¿Estaba alucinando? ¿Era tanto el deseo de ver a su abuelo bien que había llegado a alucinar? Se aferró al brazo de su querido hanyou, y al sentir la textura de su piel y la dureza de sus músculos, sabía que no podía estar alucinando. Sus ojos, que hace unos momentos se encontraban llenos de lágrimas, se encontraban prácticamente secos de lo abiertos de asombro que los tenía. Miró a su mamá, para asegurarse de que no era la única que veía tal cosa. Al parecer, no era la única. Su mamá se veía de la misma forma que ella. Para alguien que no hubiese visto todo el sufrimiento previo, quizás esa escena le habría parecido hasta divertida: su abuelo peleando con el doctor, acostado en la camilla, mientras Inuyasha, Kagome y la Sra. Higurashi se habían quedado hasta sin respiración.

    —¡Me siento bien! ¡Puedo ir al baño solo! —peleaba con una energía imposible, mientras trataba de levantarse de la camilla, siendo detenido con cuidado por el Dr. Oyamada. ¿De verdad ese era aquel anciano que hace unas pocas horas se encontraba casi muerto? ¿Era esto posible?

    —Señor, porfavor… ¡Señor Higurashi, cálmese! —forcejeaba el doctor con él— Por más que ahora se sienta bien, no debe descuidarse —se volteó hacia la enfermera que los había escoltado hasta la habitación— Enfermera, porfavor, acompañe al señor Higurashi al baño.

    —Sí, doctor —asintió la aludida, acercándose a la camilla para ayudar a caminar al abuelo hasta el pequeño cuarto de baño que se encontraba dentro de la misma habitación.

    —¡Kagome, ya volviste! —exclamó como si nada el abuela cuando la enfermera lo arrastró por enfrente de su familia, luego se volteó hacia el hanyou— Inuyasha, espero que la estés cuidando en su estado, sino te purificaré —lo amenazó, dejando sorprendidos a todos, menos a la madre de Kagome que no tenía idea de a qué se refería.

    Inuyasha completamente nervioso, no sabía si estaba viendo bien. Ése anciano estaba completamente agonizando y apunto de morir, ¿y ahora esto? Además tenía energía para amenazarlo. Sin embargo, estas eran cosas extrañas que quedaban en segundo plano con lo que él acababa de decir… ¿Cómo sabía del estado de Kagome? ¿que no había estado inconsciente todos estos días? Quizás tan sólo se había equivocado, ya que podría haberse referido a cualquier otra cosa… una mera coincidencia. Pero era tan extraño…

    No había notado hasta el momento que Kagome se aferraba con fuerza a su brazo. Tampoco podía interpretar su expresión. ¿Estaba feliz por la extraña aparente recuperación de su abuelo o estaba en shock por lo que había dicho? Sin duda, debía ser un poco de ambas.

    Una vez que el abuelo se hallaba en el baño, el Dr. Oyamada se acercó a ellos. Se acomodó rápidamente la bata blanca que el abuelo le había estrujado y se aclaró la garganta para atraer la atención de la muy sorprendida familia.

    —Supongo que ya han notado esta increíble situación —apuntó con voz clara y fuerte— No podemos decirles cómo, pero al analizar en él la razón del repentino alboroto en las máquinas, no logramos ver ni rastro del cáncer que se había apoderado de sus pulmones. No logramos entender qué fue lo que sucedió, mas no puede ser otra cosa más que un milagro.

    Kagome sentía que sus piernas iban a flaquear en cualquier momento, pero por suerte tenía el fuerte apoyo de Inuyasha. Lamentablemente no podía decir lo mismo de su madre, que cayó de rodillas al suelo al adivinar lo que aquellas palabras del médico querían decir.

    —Felicidades, al parecer, Dios no pensaba llevarse a su abuelo aún —anunció el doctor con una sincera sonrisa.

    En ese momento, Kagome explotó, al igual que su madre. Se agachó a la altura de su progenitora con las lágrimas recorriéndoles las mejillas y atrapándola en un abrazo. Se notaba con facilidad que ya no eran lágrimas de tristeza, sino de extremo alivio.

    Esa familia no sufriría más pérdidas. Al menos, por un buen tiempo.

    ________________________________________________


    —¡Esa bestia tarda demasiado! Seguiría adelante de no ser por que no creo que sea bueno dejar a Kagome a su cargo —reclamaba al aire el joven lobo mientras los demás comían bajo la tenue luz del atardecer unos pescados recién sacados del río por Jaken y Hachi.

    Ya estaban todos desesperados completamente. No sabían nada de ellos desde que se habían marchado. Se suponía que volverían esa mañana, pero ya estaba oscureciendo. Sesshomaru era el único que sabía lo que debía de estar sucediendo, claro que ignorando el asunto de la enfermedad del abuelo. Él mismo le había dicho a Inuyasha sobre el embarazo de Kagome, ya que le parecía una vergüenza que los sentidos de su hermano no lo pudiesen percibir aún con lo presente que él sentía esa esencia en el cuerpo de la mujer.

    Los youkai no podían sentirse más incómodos y con más ganas de estar en cualquier lugar menos aquel. Sango y Miroku no paraban de mimarse y salir de vez en cuando a dar uno que otro paseo a solas para "investigar los alrededores", claro que ellos podían escuchar cada cosa que hacían a la distancia con su oído hipersensible, pero trataban de ignorarlos por el bien de su estado mental.

    Kouga no podía estar más irritado. Tener que soportar todas esas cosas y ni siquiera haber podido tener el placer de matar algo o pelear contra alguien. Sesshomaru se había llevado toda la diversión aniquilando a Miten en unos segundos. Estaba secretamente impresionado por las habilidades del hermano mayor de Inuyasha, pero por su enorme ego jamás lo admitiría ni le preguntaría al respecto.

    —Iré a matar algún jabalí por ahí —anunció poniéndose de pie el desesperado hombre lobo. A Hachi, el cobarde asistente de Miroku, le recorrió un escalofrío la espina dorsal al imaginarse las ganas de dar muerta a algo del Okami.

    —Kami, ¿por qué tuve que venir? —susurró para sí mismo el demonio mapache. Quizás, esa era la pregunta que más de uno de ellos se hacía.

    __________________________________________


    La enfermera vino para traerle un vaso de agua junto con sus medicamentos. El abuelo obedientemente se tomó cada uno mientras su nieta se encontraba sentada a su lado en una silla. Su madre e Inuyasha se encontraban en la cafetería buscando algo de comer, pero ella había decidido quedarse ahí. Era el momento indicado para hacerle ciertas preguntas a su recién salvado abuelo. Al marcharse la enfermera, se aclaró la garganta para atraer la atención del anciano.

    —Abuelo… hay ciertas cosas que quisiera preguntarte —comenzó, para ver si su abuelo se sentía de ánimo para contestarlas.

    —Dispara —accedió juntando las manos, simulando que eran una pistola que disparaba. ¿Cómo tenía tanta energía después de todo? No tenía idea, pero se alegraba de ello.

    —Primero que nada, ¿por qué no me dijiste nada aquel día? ¿Co-cómo es que ahora estás tan bien? ¿Recuerdas algo de tu recuperación? Y… ¿cómo es que sabes de mi estado? —tiró las preguntas a borbotones, prácticamente ininteligibles, pero su abuelo rió en respuesta.

    —Muchas preguntas… y no creo tener la respuesta a todas ellas —me dijo con una sonrisa en el rostro— Primero que nada, quiero que entiendas que no te lo dije porque tu estabas en un momento muy importante y feliz, Kagome. Nosotros sabemos lo mucho que sufriste por ese amor… y no quería ser yo el que te arruinara esa felicidad.

    —Pero…

    —Shh… Déjame acabar. Unos tres días después de que te fuiste, mi estado empeoró considerablemente… Fue entonces cuando tu madre no me dejó seguir así y me internaron. Desde entonces me sedaban constantemente. Tengo recuerdos muy vagos de mi estadía aquí —decía alternando su mirada entre el techo y su nieta— Llegué a perder la noción del tiempo… No sé hace cuánto, pero hubo un momento en medio de mi profundo sueño que apareció una increíble luz, casi cegadora. Estaba consciente de que estaba soñando, pero, sin embargo, el lugar donde aparecí se veía muy real. Aquella luz me trasladó a un lugar donde no había civilización, sólo el cielo azul y enormes y frondosos bosques. Allí, un hombre de apariencia poco humana se acercó a mi y este… —vaciló— Él me contó de tu estado y me dijo que gracias a ti y a tu poder espiritual es que estoy vivo.

    No le dijo todo, no podía hacerlo, pero aún así no podía dejar de pensar en lo que le pasó mientras permanecía dormido...

    Flash Back.

    El cielo despejado era lo único que le parecía familiar al abuelo en aquel lugar. Se miró a sí mismo, vestido aún con la bata de hospital y pies descalzos, sintiendo así la suave textura del bello pasto a sus pies. A lo lejos, divisó un gran árbol que le pareció familiar… demasiado familiar. ¡Era el Goshimboku! No había duda, ése debía ser aquel majestuoso árbol que vivía en su templo. cuando se decidió a echar a andar hacia aquel sitio, un hombre de extraño aspecto apareció de entre los frondosos árboles que lo rodeaban.

    No pudo articular palabra alguna al notar el aspecto del hombre. Su largo y plateado cabello sujeto en una cola alta, con una imponente armadura y lo que más le chocaba… unos intimidantes y profundos ojos dorados que destellaban bajo la luz del sol.

    —Señor Higurashi —habló el imponente hombre, que no podía ser otra cosa más que un demonio— Bienvenido al Japón de cuatrocientos noventa años atrás de su actualidad.

    ¿Cuatrocientos noventa? ¡Se encontraba en el Sengoku Jidai! Pero diez años adelante de la época en la que vivía su nieta. Entonces le entró la duda… ¿Estaba soñando? ¿Acaso tan sólo se estaba imaginando esto? No, su mente ya estaba vieja… No daba para tanto.

    —Mi nombre es InuNo Taisho. Soy un difunto demonio y padre de Inuyasha —ahora sí que no entendía nada— Comprendo que para un humano debe ser difícil de comprender, pero esto es real. Porfavor, acompáñeme —lo invitó, haciendo un gesto con el brazo de que lo siguiera hacia la espesura del bosque.

    Caminaron bajo las ramas de los árboles por unos pocos minutos. El abuelo no entendía nada, sin embargo, distinguía que lo que aquel demonio debía decirle era de suma importancia. Tantos años trabajando en un templo custodiando objetos de gran antigüedad… y ahora estaba frente a un verdadero demonio. La vida sí que daba giros extraños, sólo que a su edad, ya había dejado de esperarlos.

    Llegaron a una pequeña aldea junto a un lindo riachuelo. Varios aldeanos paseaban felices haciendo sus deberes, niños jugaban con pequeñas pelotas de trapo y… no podía creerlo. ¿Aquella era su nieta? Allí, bajando una gran escalinata que daba al templo de la aldea, se encontraba una joven azabache con vestimenta de sacerdotisa. Era sin duda su nieta, pero tenía un aspecto más maduro, quizás de unos casi treinta años.

    Su primer impulso fue tratar de correr para que alguien conocido le explicara todo lo que sucedía. No sentirse tan asustado como se sentía. Aunque por otro lado sentía una gran emoción. estaba conociendo el lugar donde su nieta estaba haciendo su vida, donde criaría a sus bisnietos, donde moriría. Allí se desarrollaría como mujer hasta el final de sus días, y en el fondo se alegraba de ver que, al menos en apariencia, era un lugar tan pacífico. Cuando intentó avanzar hacia ella, su cuerpo se inmovilizó completamente, únicamente pudiendo respirar.

    —Lo lamento, pero ella no puede verte. Nosotros estamos aquí haciendo únicamente una visita de espíritu —decía mientras yo la seguí mirando fijamente. Vi que al llegar a tierra, un hombre que era inconfundiblemente Inuyasha se acercó a ella y la abrazó— Como ves, tu nieta ya ha hecho su vida en este lugar a estas alturas y no sólo eso…

    En aquel momento, una niña, una preciosa niña de cabello azabache se acercó a Inuyasha y Kagome, siendo recibida por la mujer con un enorme abrazo. ¿Acaso ella era…? No le quedaron dudas en cuanto la pequeña se giró para ver a su padre. Sus lindos ojos eran dorados y pudo notar además, que en su cabezita había un par de lindas orejitas.

    —¿Esa niña es…? —trató de hablar el anciano.

    —Así es —asintió el daiyoukai con voz profunda— Esa pequeña es la hija de diez años de tu nieta e Inuyasha. Un ser con un enorme poder.

    Un momento. ¿Diez años? Si sus matemáticas aún funcionaban aquello significaba que en el presente su nieta estaría…

    —En este momento, tu nieta está esperando a esta niña: Kaoru. Éste es el futuro que debería aguardar a esa linda niña hanyou, pero últimamente se ha visto borroso —en cuanto dijo esto, el paisaje a su alrededor desapareció, quedando ellos suspendidos en una oscuridad absoluta en que sólo podían verse entre sí— La paz de el futuro depende del bienestar de mi nieta y tu bisnieta. Por esto, debe tener la mayor protección posible. Es por eso, que tu no debes morir, Higurashi.

    La última frase lo sorprendió. Abrió los ojos como platos, preguntándose cada vez más si esto que estaba sucediendo era real y si todo lo que le decían era cierto.

    —Tu nueva misión en la vida, es cuidar de tu nieta mientras ella se encuentre en la época actual. Ayúdala. El futuro la necesita bien, y ella te necesita bien a ti. Ahora mismo, estás en plena recuperación en el hospital. Aquella luz cegadora que viste antes de llegar aquí, fue el poder espiritual que tu nieta te entregó con esperanzas y el extremo deseo de tu bienestar. Ella misma te ha brindado una segunda oportunidad para vivir. No la desperdicies y disfrútala. Y trata de que Kagome no sepa nada de esto, ella no debe saber de su futuro, debe construirlo a ciegas para que sea seguro.

    Entonces, el techo de el hospital fue lo próximo que vio.

    Fin Flash Back.

    —Ay, abuelo. No puedo creerlo —así que eso había sido aquella luz que destelló de sus manos— Sin embargo, no podría estar más feliz de que estés bien y con nosotros.

    Kagome lo abrazó fuerte, como si fuera la primera vez que lo veía.

    —Te quiero mucho, abuelo.

    —Y yo a ti, Kagome.

    Continuará...

    **********************************

    Espero que les haya gustado... ¡Ya no quedan muchos capítulos! Casi estamos en el final, así que no se pierdan lo que viene. Prometo ser más rápida!
     
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  2.  
    Fernandha

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    Gracias por la invitación.
    ¿Casi es el final? Wow, esto demuestra que en ciertas ocaciones el tiempo realmente pasa.
    ¡Awww! ¡Qué genial continuación!
    ¿Nunca te lo dije verdad? ¡Maldición! Mi error, lo siento. Te recomiendo que el "Flash back" sea en cursiva y centrado.
    Sin más, bien sólo pedir la continuación, me retiraré.
    Adiós y buen día.
    At: Fer-chan.
     
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  3.  
    Kai

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    Me encantó, no puedo decir más que eso. El capi tuvo algo tiernamente mágico, no pude evitar enternecerme, todavía no me creo lo de la niña, tan hermosa!
    Inu no! Wow eso me dejó en shock, es tan lindo ¡abuelos en acción! Que monada.
    La forma en que narras me gusta mucho, me envuelves en un ecanto tan mágico que siento que lo estoy viviendo.
    PD : No me equivoqué... Kagome le salvó con su poder espiritual, que hermoso, eso es de verdad amor.
     
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    Aomecita

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    Hola Cami-Chan aqui vengo por fin a postear este fic tan bello y tierno igualmente me disculpo por no postear antes pero es que cuando ya pensaba en hacerlo tù tambièn ya actualizabas XD pero si leì todooooo el tìtulo bastante original hasta suena como el de una telenovela *.* me alegra mucho que el abuelo de Kagome ya este fuera de peligro me dio algo de risa cuando dijo que ya podia ir de nuevo al baño solo XD waaaaaaaa siiiii y conocio a Inu- No Taisho el papà de Inu su consuegro *.* asì que èl sera quien protegera a la hija de Inu y Kagome en la època actual ahhhhh una niña hermosa *o* espero conti cuidate y avisame sayo...
     
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  5.  
    Cami Chan

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    Por el amor, cualquier cosa. [InuxKag]
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    ¡Hola! Perdón, perdón, perdón por dejar esta historia tan abandonada, pero la inspiración me jugó totalmente en contra. Ahora sí, después de tanto tiempo, el capítulo 16! Espero que les guste!

    Capítulo 16: El espejo Yurai.

    Su vida se había estabilizado denuevo. La paz volvía a inundar su existencia. Sin duda le debía mucho a la vida… Tenía a sus seres queridos con ella, llevaba un hermoso embarazo de cinco meses y a un —cuando quería— muy atento hanyou que la ayudaba en lo que necesitaba.

    —Quiero que mi cachorro nazca fuerte. Será excelente para la batalla —había dicho un día. Claro que luego de esa afirmación había venido una discusión.

    Su sueño era poder vivir en paz con su familia, sin peleas, sin demonios acechando. Sólo ellos en una infinita paz. Pero claro, su amado Inuyasha no se lo estaba haciendo fácil… y menos en la situación en la que se encontraban en el momento.

    Hacía tres meses que habían vuelto al Sengoku, justo después de la milagrosa recuperación de su abuelo. No habían tenido descanso en la búsqueda de Naraku. Tenían los días para aniquilarlo contados. Su mayor objetivo era acabar con él antes de que Kagome diera a luz, pero al paso que iban eso se iba complicando. Luego de acabar con Miten, Sukumo no se había molestado en volver a aparecer. Sin embargo, en ningún momento bajaron la guardia en lo que respecta a un ataque por su parte. No creían que él hubiese desistido, simplemente estaba ideando algo, planeando algo desde las sombras, esperando el momento oportuno para atacar…

    El prominente vientre de Kagome tampoco les daba la oportunidad de hacer mucho. La joven embarazada se cansaba muy rápido y debían parar para darle un respiro. Se sentía bastante mal al respecto, ya que se sentía como una carga. Varia veces había insistido en que quizás lo mejor sería que volviera a su casa o a la aldea con la anciana Kaede, pero a Inuyasha no le hizo mucha gracia el tema. El joven hanyou había alegado que ella no iría a ningún lugar en que sus ojos no la vieran. En parte lo entendía, es decir, la situación con Naraku no estaba muy bien que se dijera y ella en su estado no podría hacer nada si algo llegase a pasar. A menos, estando con el grupo, tenía seguridad de sobra. Estaban Sesshomaru, Kouga, Jaken, Miroku, Sango y, por supuesto, Inuyasha, ¿qué otra protección podía necesitar?

    En aquel momento se encontraban en uno de los muchos descansos que debían dar al día. Los hombres se encontraban discutiendo las alternativas que tenían para apresurar la misión, mientras que Sango y Kagome pensaban darse un baño en unas aguas termales que habían encontrado en las cercanías del bosque a pocos metros del camino que estaban siguiendo.

    Sango ya estaba en el agua y Kagome se acercó a su mochila para buscar ropa limpia. Sonrió cálidamente al estirar entre sus manos la prenda que se pondría. Un hermoso vestido lila con un diseño perfecto para mujeres embarazadas. Antes de partir, su madre le había regalado todo tipo de ropa para embarazadas, la cual le había sido más que útil en todo ese tiempo. Era increíblemente cómoda para las largas caminatas que debían dar y, además, la hacía ver linda (o eso es lo que Inuyasha le había dicho en varias ocasiones).

    De pronto, mientras rebuscaba en su mochila, encontró aquel espejo. Lo miró seria por un minuto. Recordó el momento en que adquirió ese objeto… el valioso Espejo Yurai.

    Todos dormían esa noche. Todos menos ella, que no podía parar de fantasear con el cómo sería su querido hijo o hija. El millón de posibilidades que le deparaba el futuro. Cosas que en ocasiones la inquietaban, y en otras simplemente la ilusionaban.

    Los no tan suaves ronquidos de algunos de sus compañeros de viaje se vieron interrumpidos de pronto por una omnisciente voz.

    —Kagome —la llamó la voz—. Ven, Kagome.

    No cabía duda, aquella era la voz de Kikyo. Pero, un minuto, ¿es que aquellos demonios con oído superdesarrollado no la habían escuchado? Al parecer, como ninguno reaccionaba y conociendo a Kikyo, no la escuchaban y no lo harían. No pudo evitar alegrarse por escuchar a Kikyo. Hacía bastante tiempo que deseaba hablar con ella. Debía darle las gracias por esa —muy extraña— advertencia de su embarazo en aquel sueño. Quizás hubiese tardado en descubrirlo, pero Kikyo fue una gran ayuda de todas maneras.

    Sin dudar, se puso de pie y siguió su presencia. Ésta la llevó a un claro —bien oscuro— en medio del bosque. Allí, en el medio de éste, se encontraba Kikyo, iluminada únicamente por el resplandor de la luna y de sus serpientes caza almas. Se acercó lentamente hacia donde esta se encontraba. A pesar de la poca iluminación, pudo notar que Kikyo miraba fijamente su desarrollado vientre, pero rápidamente reaccionó y la miró a los ojos.

    —Ki-kikyo… —tartamudeó, muda por el nerviosismo que por alguna razón le creaba estar frente a la sacerdotisa.

    —Kagome —habló la aludida—, he venido a decirte algo muy importante y es necesario que me prestes mucha atención.

    El sonido de la voz de Kikyo le provocó un escalofrío a la chica azabache. Aún así, a pesar de la inseguridad o nerviosismo que ésta pudiese inspirarle, notaba que la antes fría mirada que tenía, se había vuelto cálida. ¿Era aquello posible? Pues parecía que estaba frente a un milagro.

    —¿De qué se trata, Kikyo? —le preguntó, animándola a hablar y dándole a entender que le daría toda su atención.

    —Bien —comenzó—, escúchame bien, Kagome. Tú y yo sabemos muy bien tu estado. Sabes que tienes que cuidarte muchísimo y todo eso. Pero hay algo que no sabes y que es muy importante. Ahora, con tu embarazo, se inicia una nueva era. Una era muy pacífica, pero a la vez muy inestable. No puedo decirte mucha más que eso, ya que lo descubrirás por ti misma y no es el momento. Sin embargo, lo que sí puedo y debo darte es esto —dijo mostrando un hermosísimo espejo que hasta el momento Kagome no había reparado.

    —¿Qué… qué es eso? —le pregunto la miko del futuro, dejando denotar su extrema curiosidad.

    —Éste es el espejo Yurai —dijo—. Este espejo te mostrará a quién quieras ver. Es muy valioso y debes cuidarlo tanto como cuidas los fragmentos de Shikon —le advirtió seriamente—. Quizás no te sea necesario ahora, pero lo necesitarás.

    —Espera un momento, Kikyo —la paró—. Estás diciendo un montón de cosas que no logro comprender… ¿a qué te refieres con una nueva era? ¿qué tiene que ver mi bebé con eso? Y la verdad es que no entiendo de qué me servirá este espejo a mí —soltó atropelladamente la miko del futuro.

    —Muchas preguntas y lamentable no puedo contestar ninguna de ellas… Pero créeme, no tardarás en averiguar todas esas cosas —sonrió Kikyo. ¿Sonrió? Sí, aquella fría miko había sonreído.

    Los primeros rayos del sol se filtraron a través de las montañas, haciendo que ambas miraran hacia ése lugar.

    —Es el momento de irme, Inuyasha y los demás no tardarán en despertar —anunció con un deje de tristeza Kikyo—. Espero que nos veamos pronto, Kagome.

    Dicho esto y sin dar lugar a respuestas de ningún tipo, sus serpientes caza almas se la llevaron.

    Ese día ni siquiera pudo agradecerle por toda su ayuda, al menos esperaba de todo corazón que Kikyo estuviese consciente de lo muy agradecida que se encontraba. Dejó el espejo en su mochila nuevamente y fue a darse ese delicioso baño que tanto anhelaba.

    Se metió en las cálidas aguas donde ya se encontraba Sango y soltó un suspiro. Era tan agradable sentir el calor del agua alrededor de su tensa barriga. El bebé no paraba de patear por mucho tiempo y, por alguna razón, siempre que se viera envuelto en algo cálido como un abrazo de su padre o, como ahora mismo, agua caliente, se tranquilizaba completamente. En gran medida ya se parecía a su padre antes de nacer. Era inquieto y brusco, pero a la mínima muestra de amor y calidez bajaba la guardia. Si una vez que naciera seguía comportándose así, como su padre, sin duda le daría más de un dolor de cabeza.

    —Kagome, ¿cómo vas con todo? —le preguntó Sango— ¿Patea mucho?

    —Sí, es bastante fuerte —rió la azabache—. Sin duda, será fuerte como su padre —apuntó luego con cariño.

    —Ay —suspiró Sango—. A mí también me encantaría tener un bebé… Pero con todo esto del atraso de mi boda con Miroku… Bueno, tendré que esperar.

    —¡Ay, Sango! Te aseguro que es lo más bello que te puede pasar. Sólo espero que podamos derrotar a Naraku pronto y así poder vivir en paz.

    —Yo también lo espero, amiga —afirmó seriamente—. Bueno, ya saldré. No te tardes mucho, Kagome —anunció antes de salir del agua.

    Ahora la chica azabache se encontraba sola. Sango se vistió y se unió a los demás. Ninguno hablaba, sólo miraban el cielo o la nada mismo. Todos parecían estar ensimismados en sus pensamientos. Sólo Miroku se inmuto al verla llegar al lugar, como buen prometido que era y la recibió con un buen abrazo y un pequeño beso en los labios, los cuales la exterminadora aceptó gustosa. Sin embargo, en aquel momento notó que alguien faltaba.

    —¿Dónde está Inuyasha? —preguntó, ya que no podía imaginarse algún lugar en el que pudiese estar, ya que el chico nunca se alejaba de Kagome y menos ahora que estaba embarazada.

    —No lo sé, se fue unos segundos antes de que llegaras sin decir nada —contestó Miroku sin darle mucha importancia al tema.

    Mientras tanto, Kagome ya había salido de su baño y se hallaba vestida con su hermoso vestido lila. Se quedó un minuto parada en donde estaba, admirando su enorme vientre y acariciándolo con fervor, sintiendo una que otra pequeña patada. ¿Quién le habría dicho alguna vez en la vida que estaría en esa situación? Sin embargo, lo estaba en ese mismo momento, y lo adoraba.

    En ese momento, dos fuertes brazos la rodearon desde la espalda. Se hubiese sobresaltado si no hubiese conocido tanto esa presencia y si su bebé no se hubiese tranquilizado al mismo momento del contacto. Inuyasha… Sus grandes manos recorrieron toda la extensión de la barriga de su amada sin decir nada.

    Ella se volteó para verlo de frente. Aquellos ojos ámbar que tanto amaba se hallaban ahí, justo frente a ella, mirándola con un amor incalculable. Era increíble el cambio que Inuyasha había experimentado desde que estaban juntos. Casi no quedaba rastro de aquel presuntuoso y orgulloso hanyou que todos conocían. Por el contrario, era atento y bueno, no tanto así como romántico, pero sí mucho más que antes.

    —Me gusta como te ves así —le susurró Inuyasha al oído.

    —Este vestido es muy bonito —coincidió ella, abrazándose a su cuello.

    —No me refería a vestido —murmuró él con voz ronca contra su cuello—, me refería a ti. Así, llevando a mi hijo en tu vientre… Te sientes tan… cálida.

    El chico parecía casi hipnotizado por la dulce esencia de su mujer embarazada. Y eso a ella le encantaba. Él amaba el hecho de que fuese esa hermosa y dulce mujer la que llevara el fruto de sus entrañas, que fuese su compañera, su mujer. Amaba todo de ella y más que a nada en el mundo. Ya no le avergonzaba demostrarlo, por el contrario, quería que todos supieran que ella era única y exclusivamente de él y que eran felices juntos.

    —Te amo.

    La azabache se sorprendió ante esas palabras que el hanyou no solía repetir. Era muy extraño que él le dijera esas cosas. Sí, era cariñoso y sí, era atento, pero no solía decirlo con palabras. Lo miró a los ojos y lo besó con dulzura, abrazándose a él lo más que podía debido a su enorme barriga, que no le daba muchas posibilidades.

    De pronto, Inuyasha se separó, abriendo los ojos como platos.

    —Sukumo —fue lo que dijo.

    Y acto seguido, una gran explosión se escuchó desde donde se encontraban los demás.

    Continuará...

    ***********************************************

    Espero que les haya gustado! Ya no faltan muchos capítulos, así que no creo tardar mucho con los que siguen! Gracias por leer.
     
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    Aomecita

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    Hola Cami-Chan gracias por el aviso de la conti que tanto esperé de este fic tan original
    que te diré qué no sepas ya me gusto mucho el cap no solo por todo el tiempo que espere para leerlo
    si no por que esta lleno de ternura dulzura románce y algo de intriga todo cuanto me gusta leer
    awwwwww que linda se ve Kagome con 5 meses de embarazo me la imagino muy bien usando ese vestido
    de maternidad Inuyasha se a vuelto muy tierno con ella n////n ¡Me encanta! Verlo así
    espero conti pronto cuidate sayo...
     
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  7.  
    Cami Chan

    Cami Chan Usuario común

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    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Por el amor, cualquier cosa. [InuxKag]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    17
     
    Palabras:
    1629
    ¡Dios mío! Ha pasado una barbaridad de tiempo desde que no continuaba este fic, y bueno, la verdad es que me siento algo culpable por haberlo abandonado por tanto tiempo. Después de todo, es mi primer FanFic y estoy empeñada en terminarlo, ¡no puedo dejarlo sin concluir! Bueno, lamento la demora y espero que algunos recuerden mi fic a pesar del tiempo. Sin más, el capítulo 17.


    Capítulo 17: La Batalla Final.


    A toda velocidad, Inuyasha dirigió hacia el lugar donde se encontraban los demás. Esta vez, se sentía la presencia del mismísimo Sukumo esparcida por todo el lugar. Inuyasha había deliberadamente había dejado a Kagome junto a las aguas termales para no arriesgarla en la batalla. Terminaría junto con los demás con aquel asunto y luego volvería a buscarla para que él, Kagome y su hijo vivieran felices por el resto de sus vidas.

    La escena que se encontró al llegar fue más que nada extraña. Sukumo se alzaba sobre ellos con un báculo de una decoración muy particular, que disparaba un haz de luz hacia el cielo repentinamente nublado. Nadie parecía saber que hacer debido al desconcierto. No sabían las debilidades de Sukumo, mucho menos sus habilidades ni tampoco sus objetivos. ¿Cómo luchar así?

    A lo largo de su existencia, Sukumo, quién tenía la habilidad de robar los poderes de los demás seres sobrenaturales accediendo a su sangre, debió recolectar infinidad de poderes de todas las magnitudes posibles. Sin embargo, por el bien de cada uno de ellos, debían luchar. Debían tomar el riesgo.

    —Veo que ya estás aquí, Inuyasha —habló Sukumo desde las alturas— ¿Dónde está Kagome? ¿Está tomando los cuidados necesarios para su bebé?

    Inuyasha se sobresaltó, sin embargo, su sorpresa fue mínima ante la furia que se desató en su interior al escucharlo hablar de su mujer, además del hecho de que sabía que estaba embarazada.

    —Maldito.

    Desenvainó a colmillo de acero y con un salto arremetió contra él. Sintió cierto vértigo al ver cómo Sukumo se trasladaba unos metros hacia la izquierda a una velocidad impresionante, provocando que volviera a aterrizar en el suelo sin haber completado el ataque.

    —Pero, ¿qué…? Demonios, es demasiado rápido —masculló Inuyasha al ubicar denuevo el lugar donde se encontraba Sukumo.

    Esta vez, Kouga fue más rápido. Saltó rápidamente, tomando por sorpresa a Sukumo, quien aún seguía pendiente de Inuyasha, y le asestó una certera patada en la cara, provocando que cayera al suelo levantando una nube de polvo.

    —Já —se burló Kouga— Al final no era tan fuerte como parecía.

    Pero él no había notado que apenas había caído Sukumo ya estaba de pie, en guardia. Con un simple movimiento de su báculo hacia el cielo, un rayo salió de entre las grises nubes, cayendo justo a un lado de Kouga. No lo había golpeado directamente, pero había estado lo suficientemente cerca para hacerlo volar varios metros. Inuyasha notó algo, ¿dónde estaba Sesshomaru? Su pregunta fue rápidamente respondida al verlo justamente tras el enemigo, clavándole una garra venenosa con expresión seria.

    Increíblemente, Sukumo no se movió ni un milímetro ante el daño que Sesshomaru le había provocado. Entonces la mirada de Sesshomaru pareció algo extraña, al tiempo que una descarga eléctrica le sacudía el brazo, obligándolo a retirarlo de su pecho sin alterarse. El daiyoukai retrocedió unos metros y colocó su mano sobre Bakusaiga, preparándose para destruirlo.

    —Vaya, vaya… Debería decir que esperaba más eficacia ante el ataque del gran Lord de las Tierras del Oeste, pero parece que no es rival para mí —habló fuertemente Sukumo a modo de burla.

    —¡¿Cómo te atreves a hablarle al amo Sesshomaru de esa forma?! —intervino Jaken desde un lado de la batalla.

    —Jaken —lo silenció Sesshomaru, y este calló.

    Miró al demonio que se hallaba en frente de él simplemente entrecerrando los ojos. Obviamente no se tomaría el trabajo de hablar con un ser tan repugnante, simplemente le daría muerte por haberlo subestimado. Nadie se atrevía a hablarle así a él, no sin morir por ello. Y él acababa de ganarse una lenta y dolorosa muerte.

    Vio de reojo cómo Inuyasha tenía la intención de atacar a Sukumo, pero no lo dejaría intervenir en lo que ahora se había vuelto personal. Por lo que decidió decirle sus sospechas.

    —Inuyasha —lo llamó—. No creo que esta escoria esté aquí por voluntad propia y menos ahora que su objetivo no se encuentra aquí. Sólo es una distracción para que no podamos intervenir…

    Inuyasha comprendió inmediatamente y el pánico lo invadió en un segundo. Justo el segundo en el que sintió la presencia de Naraku en el sector. ¡Kagome! Salió disparado hacia el lugar en el cual había dejado a Kagome.

    No podía creer lo que veía al llegar a ese lugar. Naraku, convertido en la abominación que era, tenía presa a Kagome entre sus tentáculos.

    —Inuyasha… —susurró la azabache medio asfixiada.

    El miedo del hanyou se multiplicó por mil al tomar conciencia de que no solo se llevaba a su mujer, sino que también a su hijo. En una milésima de segundo, ya se encontraba en el aire y enviándole un poderoso viento cortante. Sin embargo, como era de esperarse, Naraku se hallaba protegido por un campo de fuerza, que desvió el ataque hacia otra dirección.
    —Es inútil Inuyasha, ya es demasiado tarde —habló Naraku con una sonrisa burlona—. Sin embargo, hay algo más que debo hacer.

    Dicho esto, el malvado medio-demonio se dirigió en su campo de energía hacia el lugar donde se librara la anterior batalla. Inuyasha no perdió ni un segundo y corrió tras él, viendo cómo a cada paso los ojos de Kagome se cerraban más y más.

    «Resiste, Kagome. Yo te salvaré de las garras de ese maldito», pensó.

    Llegaron finalmente al mismo sitio de antes, donde Sesshomaru librara una fuerte batalla con Sukumo. Ninguno de los dos parecía cansado, pero era obvia la energía que ponían en la pelea. Al ver a Naraku en la escena, los presentes se pusieron en guardia inmediatamente, más aún al darse cuenta de a quién mantenía prisionera.

    —¡Naraku! —gritó Inuyasha tratando de atacarle nuevamente con su espada, pero sólo logró chocar contra el campo y volar varios metros lejos.

    —Naraku, al fin tienes a esa mujer —dijo Sukumo, aprovechando que Sesshomaru le prestaba atención al aludido—. Finalmente tendré su sangre y podré viajar en el tiempo…

    A pesar de que esto último lo dijo en voz más baja, todos lo escucharon. La cara de Inuyasha se tornó blanca al comprender las intenciones de Naraku y Sukumo: Naraku se deshacía de Kagome y Sukumo obtenía su sangre. ¡Pero no lo podía permitir! No dejaría que le hicieran daño.

    En ese momento, sus pensamientos se vieron interrumpidos por un hecho que dejó perplejos a todos. Un tentáculo de Naraku atravesó rápidamente el pecho de Sukumo y le arrancó el corazón.

    —Ya no me servías para nada —dijo aquel hombre de ojos carmesí con una sonrisa.

    Todos se hallaban petrificados… Había matado a Sukumo, al mismo que hasta a Sesshomaru le había sido difícil combatir. Aunque claro, Naraku contaba con el hecho de que Sukumo no pensaría una traición de su parte en aquel momento. Los ataques no se hicieron esperar, todos trataron de salvar a Kagome a como diera lugar. Pero todo parecía inútil.

    —¿Qué harás, Inuyasha? No hay nada que puedas hacer para salvar a tu mujer —Naraku hablaba perversamente.

    Kagome, que hasta el momento se mantenía inconsciente, abrió levemente los ojos. Frunció el ceño y logró alcanzar una flecha de su espalda sin que nadie lo notara.

    —Él no, ¡pero yo sí! —exclamó y lo atravesó con la flecha justo en el lugar dónde portaba la Perla de Shikon, atravesando también la joya y retirándola increíblemente completa.

    Naraku no se esperaba aquello. Kagome le arrebató la perla en un abrir y cerrar de ojos, haciendo que gran parte del poder del medio-demonio desapareciera. El campo de energía cedió y la joven miko comenzó a caer al suelo.

    Inuyasha no tardó en atraparla en el mismo aire y llevarla con Sango y Miroku.

    —Cuídenla, por favor.

    Naraku intentó escapar, pero Sesshomaru no se lo permitió, aventándolo al piso con uno de sus látigos venenosos. Inuyasha corrió hacia él y le lanzó un Bakuryuha al mismo tiempo que Sesshomaru atacaba con Bakusaiga.

    Continuará…
     
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    Aomecita

    Aomecita Usuario popular

    Piscis
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    Escritora
    ¡Hola Cami-Chan! Yo si me acuerdo aun de este fic gracias por avisarme
    Me alegra que a pesar de todo no lo abandones ni lo dejes así en eso nos parecemos
    y bueno ¿Qué te puedo decir? Si ya extrañaba esta historia pues que... ¡Me encanto la conti!
    Nooooooooooooo y más Nooooooooooooooo cuando todo parecía felicidad... Naraku es un
    desgraciado cobarde con todas sus letras lo tenía todo planeado... Pobrecito de mi Inu...
    ahhhhhhhhhh espero conti pronto en serio cuídate sayo...
     
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