Long-fic Pokénronpa 3: Una Nueva Esperanza

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por MrJake, 2 Octubre 2025.

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  1. Threadmarks: Capítulo 2 (Vida Diaria - 3)
     
    MrJake

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    Escritor
    Título:
    Pokénronpa 3: Una Nueva Esperanza
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    18
     
    Palabras:
    8921
    Capítulo 2: La historia de la torre de Rapunzel.
    Vida diaria, parte 3.




    Cuando escuché su voz, se me erizó cada cabello de mi piel. Miré a Bezzy delante de mí, pero no la vi a ella. Sentía que hablaba con otra persona, pese a que lo único que cambió de forma clara fue su tono de voz.

    —Hola, Dante. Cuánto tiempo sin verte.


    Liza. Era Liza. Estaba delante de mí, la mismísima Diva de la Desesperación. La causante de tanto sufrimiento. Esa era su voz, era ella, y…

    Y, con todo, en sus gestos y movimientos corporales no vi a la Liza que recordaba más fervientemente en mis recuerdos. Vi… aquella Liza que estaba rezagada en las partes más apartadas de mi memoria. La que conocí en el primer juego de asesinato mutuo, antes de que “muriese”. En aquel momento, claro, estaba actuando; la Desesperación anidaba en ella desde mucho antes, pero fingía ser una chica dulce y optimista. Pero ahora… ¿era esto, también, una actuación?

    —Soy Liza. Me recuerdas, ¿verdad? Cómo vas a olvidarme, claro. Quién lo haría. Heh.

    Hablaba apartando la mirada, con las manos a la espalda, con cierta expresión triste e incluso tímida. Me desconcertó muchísimo. Me perturbó muchísimo, también. ¿Q-Qué demonios era todo esto, por qué… tenía que haberla llamado?

    —No sé por qué Bezzy te dejó salir —murmuré, aún incapaz de mirarla directamente a los ojos—, pero no voy a dejar que me manipules, Liza White. Ese acto de niña buena no te llevará a ninguna parte conmigo. Veo detrás de la máscara.

    “Eso fue una mentira. Lo cierto es que no veo nada tras su expresión. Nada más allá. Y eso me preocupa”. Bezzy, o más bien Liza, suspiró, agachó la mirada, y luego alzó la misma con los ojos muy abiertos, idos.

    —¡Puhehehe! ¡Tienes razón, por supuesto que es un acto! ¡Eres muy ávido, Super Guardián! ¡Soy yo la Diiiiiva, de nuevo!

    Me quedé helado. Y no porque aquella “revelación” me erizase la piel; de hecho, todo lo contrario. Quedé desconcertado. Aquello sí parecía un acto. Liza de pronto apretó los labios y se puso seria.

    —… ¿eso querías oír?

    —¿Q-Qué significa todo esto? —pregunté al fin, casi más al aire que a ella—. No entiendo nada.

    Ella se encogió de hombros.

    —Lo sé. Es difícil de entender. Pero ¡hey! Piensa en mí como en Liza, la Super Criadora que conocisteis en el primer juego, y no en Liza, la Diva de la Desesperación.

    Negué con la cabeza.

    —Eres la misma persona. Esa “Liza” era un acto, joder. ¡De mentira!

    —S-Sí, ya lo sé. —Ella desvió la mirada, jugando un poco con su pelo, con un dedo—. Y es verdad. Fingí en ese momento. Pero es raro, fingí ser yo, ¿tiene sentido…? Probablemente no. Pero es así.

    Se aclaró la voz.

    —Estar dentro de Bezzy, contenida, ha hecho que me separe de la Desesperación. Ella y yo hemos hablado muchas veces sobre el tema… y creo que me he ganado un poquito su confianza. Tener la Desesperación, Dante, es como… si hubiese algo muy poderoso que tira de tus emociones, ¿me explico? Con la fuerza de un Machamp levantando un edificio entero. Sientes cosas que no quieres sentir, cambias, piensas cosas que no quieres pensar, y… estaba como atrapada, casi desde siempre. Es… horrible.

    Me puse serio. No quería creerla, pero en cierto modo, lo hacía. Con todo, casi no podía centrarme siquiera en mirarla de cerca a los ojos. No me sentía capaz de confrontarla, con todo lo que había implicado para mí. Seco, dije:

    —¿Qué querías decirme?

    Liza suspiró.

    —Vaya, esperaba la frialdad, pero esto es peor que el aliento de un Glalie… —murmuró—. Es… sobre Emily.

    Eso hizo que alzase las cejas.

    —¿Qué pasa con Emily?

    —Uhm, supongo que primero debería… explicarte que no soy del todo como Lion era con Pyro. Yo no estoy del todo dormida dentro de Bezzy; ella y yo estamos algo integradas la una con la otra, aunque no de forma definitiva, desde lo que pasó en Despair City. Como si viese todo desde una ventanita borrosa, ¿me explico?

    >> Y, pues… recuerdo a Emily. Aquí. En este juego. Y, de repente, desapareció, y nadie, ni siquiera Bezzy, parece recordarla. Pensé que era algo que precisamente tú deberías saber.

    Quedé en silencio, tragando saliva. ¿Me la estaba jugando de nuevo? ¿Podía fiarme de ella? ¿Acaso, de algún modo, podría haberse enterado de lo que me ha sucedido, de lo que recuerdo, y lo usa para manipularme? ¿O es sincera?

    No sabía qué podía creer. No sabía qué quería creer.

    —No juegues conmigo. No es verdad, Emily no está… nunca ha estado aquí. Éramos dieciséis.

    Liza negó con la cabeza.

    —No, eso creen todos, aparentemente, pero… éramos diecisiete. No sé tantas cosas como para entender qué ha pasado con ella, pero, Dante… Emily ha desaparecido como de la faz de la tierra, para todos. Para la memoria de Bezzy, para la tuya, para… todo el mundo, como si hubiesen usado Amnesia, ¿me explico?

    Se dio un golpecito en la cabeza. Por un instante, un reflejo de ese gesto, algo tonto y fuera de personaje para la Liza White que conocía como Diva de la Desesperación… sí me retrotrajo a aquellos momentos en que fingía ser distinta.

    —… pruébame que de verdad puedo fiarme de ti —dije, severo—. Dime: ¿qué está pasando en este juego, Liza? ¿Quién está detrás de todo? Si realmente no tienes las mismas intenciones que siempre, no tendrás problema en decírmelo. Porque tú debes saberlo, seguro. Siempre estabas detrás de todo, de una forma u otra.

    —E-Esta vez temo decirte que no —dijo ella, con gotitas de sudor cayendo por su frente—. No tengo nada que ver con esto, Dante. Piénsalo, ¿cómo podría? ¡Si estoy encerrada en la cabeza de otra, y mi cuerpo ha sido destrozado! Estoy poco menos que muerta. Me sería imposible colaborar en nada de esto, salvo que Bezzy me lo permita.

    “No, Bezzy no lo permitiría”, me dije, la voz de Pyro resonando en mi cabeza. “Él confiaba en ella, y eso era por algo”.

    —E-Entonces, ¿esto no es obra de los Seguidores? ¿Qué hay de Kyllian y Kris? Son de los tuyos, ¿no?

    Liza suspiró.

    —Hum, no, no que recuerde, pero… es complicado, la desesperación movía a mucha gente. Pueden ser fanáticos, sin más, pero desde luego, no son parte de los más altos escalones de los Seguidores, quienes trabajaban… conmigo. —Sus palabras parecían dolerle de verdad, como puñales. Hasta se llevaba la mano al pecho al decirlas—. Los últimos Seguidores de verdad murieron en Despair City. Eran los traidores en aquel juego, ya sabes. Estabas allí, ¿no?

    Eso me hizo recordar algo sobre aquellos tipos, los culpables del segundo juego. Una de ellas estaba infiltrada para robar el talento de Pyro; otra hacía de facto de la mente maestra del juego; un tercero que estaba fuera, haciéndose pasar por un amigo para engañar a Em y los demás.

    Y… no llegamos nunca a conocer al cuarto, pero debía haber alguien más. Debía haber alguien encargado de monitorizar a Bezzy mientras el proceso de inserción de la conciencia de Liza tenía lugar; alguien en el mundo real, gestionando toda la pesadilla.

    —¿Qué hay del cuarto Seguidor? —dije, severo—. El que estaba fuera. Había alguien más. ¿Pudo ser él o ella el que organizó esto?

    Liza negó con la cabeza.

    —No lo sé. No sé quién es ese cuarto seguidor, si existe, yo… yo solo fui el objeto de aquel plan, pero no lo llevé a cabo. —Se rascó una mejilla, algo angustiada—. V-Vaya, si pretendo que me creas, no estoy dando muchos méritos, ¿eh? No sé nada de nada, aparentemente. Parezco un Psyduck con dolor de cabeza…

    Quedé en silencio unos segundos, retomando la marcha después, con las manos en los bolsillos. Reflexivo e intranquilo ante todo. Aún sin tener del todo claro qué pensar, o qué creer.

    Por su parte, Liza, en el cuerpo de Bezzy, me siguió, y pareció imitar mi gesto: también con manos en los bolsillos, silbó, y luego rompió el silencio con palabras que sonaron emocionadas. Los ojos rojizos miraban en todas direcciones.

    —Me acabo de dar cuenta de que esto es la maldita Reserva, ¿no es verdad? ¡Increíble! ¿Lograron revivir algún Pokémon ya? ¿Traerlos de vuelta?

    “A veces olvido que era la Super Criadora, después de todo”. No obstante, no pude evitar fruncir el ceño, furioso.

    —Es increíble que hables con esa ilusión —sentencié, seco, áspero—, cuando fuiste la que acabó con ellos. La causante de la Pérdida.

    Fue Liza la que se detuvo en el caminar entonces. Yo no me giré a mirarla.

    —… no reacciones así, es la verdad —dije, severo—. Y me da igual si dices que la Desesperación te controlaba, o lo que sea: sigue siendo parte de ti, y fue eso, justamente, lo que mató a todos los Pokémon.

    La miré de reojo entonces, y me di cuenta de que había agachado la mirada, su labio inferior temblando ligeramente. Asintió con debilidad.

    —… ya lo sé. Y no me lo explico, no lo entiendo. Es tan… raro. La Desesperación causó la Pérdida, y surgió de mí, ¿no? De alguna forma… soy la culpable. P-Pero ¿por qué la tengo yo? ¿Qué pasó, qué hice…?

    Negó luego con la cabeza, suspirando.

    —¿No te has sentido nunca igual, Dante? ¿C-Como si… tu cuerpo actuase solo, te llevase a hacer cosas que no quieres hacer, o sentir cosas que no quieres sentir? Bah, seguro que no, claro. No creo que sea una experiencia muy normal, después de todo. O-Olvídalo.

    Pero esas palabras me hicieron pensar. Porque… sí, había sentido algo así. También mi talento, mi naturaleza, me llevaba a sentir cosas y me impulsaba a tomar decisiones que… no me hacían sentir orgulloso. O que me estremecían y causaban un dolor inmenso. Pero no podía evitarlo. Así me crearon, después de todo, era algo contra lo que no…

    Contra lo que no… podía… luchar.

    Como ella.

    ¿E-Era posible que realmente Liza pasase por lo mismo? Alcé una ceja, y, al fin, me giré. La miré: seguía fascinándome cómo el gesto de Bezzy había cambiado por completo, pese a mantener su misma cara, su mismo cuerpo. Y solo entonces decidí darle un único voto de confianza. La miré de lado, con la cabeza aún alta, y el tono aún algo desconfiado, distante. Y se lo pregunté. Solo porque, quizá, ese impulso mío… me llevaba a querer entender qué demonios pasó.

    —… ¿realmente recuerdas a Emily? ¿Estando aquí, en el juego?

    Ella se demoró un instante en responder, disimulando una leve sonrisa complacida.

    —Así es. Por eso quería hablar contigo. Sentía que tú entenderías algo.

    —… soy el que menos entiende, de hecho. Todos los demás actúan como si Emily jamás hubiese estado aquí y Pyro se hubiese suicidado. Yo no tengo ese recuerdo. Yo… recuerdo que Emily fue la que realmente mató a Pyro. Y todos fallamos al votarla, y fuimos ejecutados. Pero de repente, despierto aquí y hay una narrativa totalmente distinta, y… no entiendo nada. Nada.

    Liza se me acercó, y aunque al inicio reaccioné con un ligero brinco, no me aparté. Ella tampoco me tocó, ni nada así: solo me miró de cerca, para hablarme cara a cara.

    —Entiendo. Entonces lo que recuerdo es verdad.

    —¿Recuerdas lo mismo que yo?

    Ella se encogió de hombros.

    —No exactamente, ya te digo que no veo todo lo que ve Bezzy, ni me entero de todo lo que pasa a su alrededor, solo como de… No sé, ¿extractos? Pero así me entero de cosas. Es como si solo viese una las cabezas de un Dugtrio; aunque no vea al Pokémon entero porque solo vea un trocito, ¡me basta para saber que es un Dugtrio!

    Enarqué una ceja, cruzado de brazos.

    —… también podría ser un Diglett. Quizá te confundías.

    Ella, sonriendo con amplitud, dio una palmadita.

    —¡Exacto! ¡Exactamente eso! Veo que pillas bien mis metáforas~. Por eso te quería preguntar, porque… no sé si estaba realmente viendo un Dugtrio, o quizá era un Diglett.

    Asentí. De una forma extraña, bueno. Sentía que comprendía su modo de pensar tan poco ortodoxo. “Nos une la pasión por los Pokémon, al menos. O la pasión que ella dice tener, claro”.

    —Si realmente lo que recuerdo, Emily estando aquí y todo eso, es cierto —explicó Liza, reflexiva—, y lo que tú dices que sucedió con el asesinato también, uhm… Lo primero que me pregunto es por qué todos menos tú y yo recuerdan con claridad otra cosa.

    “Eso me preguntaba yo. Eso es lo que me viene atormentando. Bueno, no solo eso, claro, pero…”

    —¡Tengo una teoría, sin embargo! —exclamó ella, alzando un dedo.

    —… ¿cuál?

    —… —Se frotó la nuca, de repente—. Aún no la tengo muy definida, que digamos, ¡pero pensaré en ella! ¡Palabra de Criadora!

    “Criadora, ya. Y… Desesperación, también”. No podía olvidarlo. No tan fácilmente. No podía… evitar pensar que pese a las apariencias, todo podía ser aún una mentira. Una forma de manipularme más. Sería algo propio de Liza White. De la Liza White que siempre asumí que era la de verdad.

    —En fin —dije, encogiéndome de hombros, fingiendo desinterés, y volví a andar—. Voy a ir con Anna. Tú vendrás conmigo, por supuesto: hasta que no vuelva a tomar el control Bezzy, no pienso dejarte campar a tus anchas. Sigo sin fiarme de ti.

    Liza se encogió de hombros.

    —… es… lo justo, supongo. ¡Te sigo, entonces! ¡Considérame un soldadito Falinks siguiendo al líder!

    Y así, acabé de alguna manera andando por la Reserva Milagro, con Liza White en el cuerpo de la Super Violinista siguiéndome de cerca. Sin duda, si me hubiesen dicho unos días atrás que me vería en esa situación, no me lo habría creído.

    Tardamos un poco en llegar, pero menos de lo esperado. Quizá el trayecto se me hizo más corto de lo que era por el paisaje tan distinto y encantador que me rodeaba, o quizá era que llevaba ya bastante camino recorrido en mi conversación con Liza. La cuestión fue que, cuando me di cuenta, estaba a los pies de una de esas torres de vigilancia, la del este.

    Miré hacia arriba al llegar. La torre tenía una forma claramente cilíndrica, con una pequeña entradita en la puerta que revelaba unas escaleras de caracol larguísimas hasta llegar a lo más alto. Y en lo más alto, precisamente, se apreciaba desde abajo la sala que había en lo alto, con una gran “terraza” rodeando su diámetro.

    —¿¡Hay que subir todo eso!? —protestó Liza.

    Yo asentí.

    —Anna puede estar arriba, y necesito hablar con ella, así que sí. Subiremos.

    —Puf, menudo rollo… para una vez que vuelvo a tener cuerpo, me toca hacer ejercicio.

    —Da gracias de que Bezzy te deja quedarte con el control, y por tanto tiempo —murmuré, mirándola de reojo—. Yo te habría encerrado para siempre. Sigues siendo quien eres, Liza White.

    Ella hinchó los mofletes por toda respuesta, y yo puse los ojos en blanco. Poco después, empezamos el ascenso… uno complicado, desde luego. Y no solo porque fuesen muchos, muchos escalones, sino porque eran escaleras incómodas, estrechas y sin barandillas.

    —Qué engorroso —murmuró, molesta, Liza—. El vigilante no bajaría mucho, supongo. ¡Esto es como trepar por el cuello de un Exeggutor de Alola!

    —No creo que la idea fuese bajar —teoricé—. Nikolah dijo que ahí arriba había, básicamente, viviendas, ¿no? Imagino que están diseñadas para que los guardias pudiesen permanecer ahí por largos periodos, y se comunicarían entre ellos con algún sistema de radio o algo similar.

    —Entiendo. Cuánto sabes, Dante.

    Puse mis ojos en blanco, otra vez, pero esta vez con cierta diversión. El comentario de Liza tuvo un tono inocente tan, tan genuino, que pareció, contradictoriamente, sarcástico, y el contraste me hizo gracia. Y me di cuenta, tras hacerlo, de que no dejaba de estar hablando con Liza White. E-Era surrealista encontrarme bromeando con ella.

    Preferí no pensarlo demasiado, y traté de empujar la puerta de acero en lo alto de aquella torre, una vez llegamos, pero…

    —Mierda. Está cerrada.

    —¿¡Eeeeeeh!? —se quejó Liza, bajando los hombros en gesto exagerado—. ¿E-En serio hemos subido para nada? ¿Seguro que estás abriéndola bien?

    —¿C-Cómo se supone que se puede abrir mal una puerta? Es girar un pomo y empujar, pero… el pomo no gira.

    —Trae, déjame a mí, seguro que no lo estás haciendo bien.

    Molesto, me aparté, brazos en jarra, y me apreté en el estrecho hueco que había para subir, claramente pensado para una sola persona, mientras Liza se ponía delante. Trató de girar el pomo, empujar, y… nada.

    —Pues no gira.

    —¡¡E-Eso mismo te estaba diciendo!!

    Y mientras los dos discutíamos de manera absurda, la puerta se abrió de repente, y al otro lado vimos a quien la había abierto desde dentro: Anna. Nos miró de arriba abajo, juzgándonos con cada microsegundo en que sus ojos pasaban por nuestro cuerpo.

    —… ¿habéis acabado ya? Podíais haber llamado a la puerta, y tal. No os lo creeréis, pero muchas puertas tienen esta cosa mágica llamada “cerrojo” que sirve para que no se puedan abrir desde uno de los lados.

    “V-Vaya, Anna despertó y eligió el sarcasmo, aparentemente”.

    —Anna, estaba buscándote —murmuré, sacudiendo mi nuca ligeramente—. En todo caso, ¿qué haces aquí?

    Ella suspiró, haciendo un gesto con la cabeza para invitarnos a entrar. Y fue entonces cuando, al cruzar al otro lado, vimos aquella sala.

    Era sorprendentemente grande. Teniendo en cuenta que era de algo más de diámetro que el resto de la torre, no era de extrañar: aunque el hueco por el que pasaban las escaleras de caracol era muy estrecho, eso era porque giraban en torno a un centro de pierda que parecía funcionar como una enorme columna que sostenía toda la estructura.

    Allí, en fin, un suelo de madera y vigas del mismo material contrastaban con la piedra de la que estaban hechas las paredes. Enormes ventanales con gigantescas cortinas se extendían a lo largo de toda una pared, revelando una terraza con vistas a la Reserva desde lo alto, y los enormes prismáticos instalados desde dentro de la sala de vigilancia eran claro indicador de que alguien, efectivamente, debía usar ese sitio como no solo una vivienda, sino su puesto de trabajo.

    Por lo demás, había una enorme mesa llena de papeles, de monitores extraños y lo que parecían ser radios conectadas a auriculares y micros (probablemente el mecanismo de comunicación entre torres que yo teorizaba momentos antes). Y luego, armarios, una cama, una pequeña habitación cerrada que prometía ser un baño, una pequeña cocina portátil, una nevera… sin duda, el sitio estaba bien equipado para servir como pequeña casita a una sola persona, por lo menos.

    —Estaba investigando, por supuesto —terminó diciendo la Ultimate misteriosa cuando entramos a la sala, aunque lo dijo con un cierto tono molesto, como si la hubiésemos interrumpido en algo importante.

    —¿Qué investigabas, exactamente? —pregunté, curioso, mi mirada pasando por cada objeto de la sala.

    —Pues lo que hubiese por aquí. Papeles, radios, hay un poco de todo. Esperaba encontrar algo de información sobre dónde narices está todo el mundo y qué hacemos aquí metidos, eso es todo.

    Por alguna razón, presentía que Anna, si bien no mentía, no contaba toda la verdad. Parecía tener tendencia a contar medias verdades. A guardarse siempre algún secreto. O esa era mi impresión, al menos. Quizá era porque me escamaba el hecho de que hubiese cerrado la puerta por dentro a conciencia. ¿Qué motivo tendría para hacerlo si no era porque ocultaba algo? Ahora bien, como solía pasar con ella… no empezaba ni a imaginar qué había estado haciendo allí dentro y qué ocultaba realmente.

    Y tampoco me lo iba a contar, claramente.

    —E imagino que no sacaste nada en claro —aventuré.

    —Gran imaginación, la tuya —dijo Anna, en lo que entendí como una… especie de confirmación.

    Quedé allí, mirando a mi alrededor mientras Bezzy (o, bueno, Liza) se había sentado frente a la mesa y curioseaba entre los cajones y papeles. Y fue la propia Anna la que intercedió, algo exasperada.

    —¿Vas a decirme ya lo que quiera que sea que venías a preguntarme? Porque claramente, no estás de visita turística, ¿verdad?

    “No era difícil intuirlo, imagino”.

    —La verdad es que quería hablar contigo, sí…

    —Es sobre Pyro, ¿no?

    Alcé las cejas.

    —Heh. Tu amigo era increíble, eso desde luego. Me advirtió de esto. Me dijo que, con toda seguridad, vendrías a hablar conmigo y me harías preguntas si algo le pasaba. Me dijo hasta qué preguntas me harías.

    “P-Pyro… sabías que iba a pasarte, ¿eh?". Aunque, pensándolo bien, en esta realidad, en esta situación en la que me encontraba, de alguna manera… parecía aceptado por todos que se quitó la vida. Así que obviamente lo sabría, claro.

    Aun así…

    —Hay ciertas cosas que no puedo contarte, Dante Miles —comentó Anna, jugueteando con su cabello mientras miraba con cierta intranquilidad lo que Liza andaba haciendo en la mesa—. Se lo prometí a Pyro. Ya te encargaste de revelar que él y yo hicimos un par de acuerdos, así que no te tomará por sorpresa saber que teníamos un trato.

    “Un trato”, medité, cruzándome de brazos. “¿Qué clase de trato hiciste con ella, Pyro? Y ¿por qué con ella, precisamente? ¿Quién es Anna Hiradaira?”

    —¿Por qué tanto secretismo? —protesté—. Si lo tuyo con Pyro fue una mera transacción, un trato, entonces no debería importarte contarnos los detalles, ¿no? Él ha muerto, ¿a quién le debes tanta lealtad?

    Anna me miró alzando una ceja, sorprendida, con un brazo en la cadera. Me volvió a mirar de arriba abajo.

    —Wow. Sí que estás desesperado por saber qué hablé con Pyro, ¿eh? Estás usando un truco de psicología bastante rastrero, Super Guardiancito.

    —… solo quiero entender qué le pasó a mi amigo, eso es todo. Comprender algo de qué ha pasado —murmuré, desviando la mirada por unos instantes. Luego volví a encararla, decidido—. ¿Qué te dijo? ¿Y qué decía esa carta?

    —Ah, la carta. Te dio tal blancazo cuando hablamos de ella que acabaste desmayado poco después. ¿Acaso no recuerdas nada?

    —... no demasiado. ¿Era una... nota de suicidio?

    —No del todo. Pero bastó para que dedujese lo que pasó. Digamos que Pyro dejó un mensaje para nosotros, uno que no entendí al principio, pero que comprendí de cara al final del juicio. Cuando se desveló el plan de Kyllian y hablasteis de las heridas post y ante mortem y todo eso… caí en la cuenta, y le di vueltas. Hasta que propuse la posibilidad de que se hubiese suicidado, realmente. Una posibilidad que mencionamos al principio del juicio, también, pero se descartó. De esa sí te acuerdas, ¿no?

    “Sí… Cayden fue el que lo planteó como una opción, pero ciertamente, acabamos descartándolo”.

    —Y a raíz de ahí —siguió Anna—, supimos que, básicamente, Pyro se la había jugado a Kyllian. Y un poco a todos, la verdad. Fue gracias a , por cierto.

    Me di cuenta fácilmente de que Anna estaba siendo muy poco específica. ¿Qué decía exactamente la carta? ¿Cómo convenció a todos de votar a Pyro en el juicio, de que se suicidó? ¿Llegó siquiera a…?

    —… no leíste nada textualmente de la carta durante el juicio, ¿verdad?

    Ella me miró, quieta, paralizada por unos instantes. Fue breve, pero… fue como si se helase al oír aquella pregunta. Pero se recompuso fácilmente; tan rápido, que hasta me cuestioné si quizá fue todo imaginación mía.

    —Realmente no te acuerdas de nada, ¿eh? ¿Qué te pasó, amigo?

    “Pero no respondes a la pregunta. La evades. Eso es porque no lo hiciste; nunca leíste nada, convenciste a la gente, pero no leíste expresamente esa carta”.

    “¿Cómo sé ahora que existe siquiera esa carta?”. No. De hecho, si esa sospecha mía era cierta, ahora Anna me generaba más curiosidad aún, porque… si la carta no existía y Anna se la inventó para lograr que votásemos correctamente, entonces otra pregunta aún más relevante surge: ¿cómo demonios sabía lo que le pasó a Pyro realmente? ¿Y por qué no lo dijo antes?

    En mis recuerdos, Emily había omitido la verdad hasta el final porque quería aprovechar el juicio no para hallar al culpable, sino para revelar a los Seguidores de la Desesperación. Aunque al final acabase por hacer que nos equivocásemos, ese parecía ser su objetivo. ¿Y si ahora, en estos eventos que todos recuerdan de forma distinta a mí, era Anna la que, pese a saber la verdad, la calló para exponerles?

    Fuese como fuese, zarandeé la cabeza en respuesta a su pregunta.

    —… no importa, estoy bien ya, eso es lo relevante. En todo caso, sé que sigues ocultando cosas, Anna. Parece que ocultar cosas sea tu mayor habilidad.

    —¿Ah, sí? Quizá soy la Super Mentirosa, o algo así. Quién sabe.

    —… no lo creo —sentencié—. Pero, desde luego, no haces méritos para que no sospechemos de ti.

    —Ah, ya. A nadie le extrañaría, de todas formas, que la malvada de Anna Hiradaira sea otra de esos supuestos Seguidores, como Kyllian y Kris, ¿no? Por mucho que gracias a mí estemos todos vivos, seguiré siendo la “villana” por haber sido seleccionada al azar para ser la única con dinero.

    Puse los ojos en blanco. La actitud de Anna era muy defensiva en algunas ocasiones, especialmente cuando hablábamos de la percepción que otros tenían sobre ella. Algo me hacía pensar que le importaba más de lo que quería hacernos ver.

    —No fue por eso, en cualquier caso, que los demás tuvieron recelo de ti —afirmé—. Fue por cómo actuaste a raíz de esa casualidad, no por la casualidad en sí. Tal vez tuvieses razón, el dinero era tuyo. Pero estoy seguro de que si alguien como Nikolah hubiese sido quien tuviese el dinero, lo habría repartido todo de manera menos egoísta.

    —Y yo estoy segura de que alguien como Ryu no habría repartido ni un centavo, también. ¿Cuál es tu punto? Cada uno tiene sus prioridades y sus formas de sobrevivir aquí.

    “Y sus propios secretos, también, por lo que veo”.

    —Mira, Dante Miles —dijo Anna, caminando hasta encararme de muy cerca. Era bajita, lo suficiente para que tuviese que alzar la barbilla para mirarme a los ojos, pero aun así lograba mantenerse con los hombros altos y con cierta imponencia—. Entiendo cómo te sientes. Ha muerto tu amigo, de una forma que no te imaginabas, y piensas que yo tengo respuestas porque conseguí su carta y tenía un trato con él. La realidad es que no, no tengo esas respuestas; porque solo tuve un trato con esa persona porque me convenía, nada más.

    >> Así soy, ¿no? Pyro no era mi amigo, ni me contó nada especial. Su muerte fue solo cosa suya, yo solo saqué un rédito de él. Sin más.

    Quedé en silencio, observando cómo Anna se giraba y se dirigía a la puerta. Y fue entonces cuando me fijé. Anna iba vestida con… normalidad. Con el uniforme del que todos teníamos múltiples copias, sin mayores adornos.

    Sin mayores adornos.

    En ese momento, pensé en algo. Recordé cuando vi a Anna aquella vez, tras demostrar su “poder adquisitivo”. Iba muy distinta, ella…



    —¿D-De dónde habéis sacado vosotros dos el dinero para la comida?

    —¡Lady Anna nos ha invitado! A cambio de acompañarla de compras, claro.

    —No hay ni una triste camiseta en condiciones aquí, ¡pero hey! Al menos de complementos sí que hay opciones. Demasiadas para elegir.

    —¿C-Cuánto dinero tiene…?



    Y, sin embargo, ahora iba muy sencilla. Ni rastro de esas pomposas gafas de sol, ni de todos esos complementos que compró cuando empezó a acumular mondólares. Podría pensar que, simplemente, decidió no llevarlos, pero… ¿cuadraba eso con la personalidad de Anna? No mucho, la verdad.

    —Hey, Anna. Llevas desde ayer, desde antes del juicio, sin ponerte tus gafas, o llevar ese bolso, ni ninguno de esos complementos que compraste. ¿No es raro?

    —… no le veo lo raro. A una no siempre le apetece ponerse medio armario.

    Ya, claro. Eso sonaba a excusa.

    Recordé entonces a Givan y sus palabras, hacía solo un par de horas. Cuando habló sobre cómo su sospecha acerca de los monodólares que habían sido usados no encajaban, cómo había más. Cuando dijo que…



    —Me extrañaba la cantidad de monodólares, y al final tuve razón. No se pueden vender objetos en tiendas, pero se pueden devolver los comprados para recuperar parte de los monodólares que se gastó en ellos. Kris aceptó cuidar de Ethan porque aprovechó que tenía a su disposición todos los utensilios médicos y pudo devolverlos poco a poco para quedarse él con ellos. Nos estafó.



    “Se pueden devolver productos comprados para recuperar monodólares”.

    ¿P-Por qué me miras con esa media sonrisa? me dijo Anna, algo sonrojada.

    “Pyro pudo conseguir monodólares para darme comida a mí y a Drake… monodólares que debieron provenir de Anna. El trato que los dos hicieron… algo me decía que Anna estuvo más dispuesta de lo que hacía creer a todos a sacrificarse por el grupo. Aunque no quisiese mostrarlo”.

    —… ah, por nada. Es solo que, no sé. Creo que quizá tanto Pyro como los demás te importamos más de lo que quieres hacerme creer.

    Ella, incomodada, desvió la mirada.

    —B-Bah, qué sabrás, Guardiancito. Anda, vigila a tu amiga la de los violines, no vaya a ser que estropee algo. Viéndola trastear con todos esos cables temo que encuentre la forma de tirar esta torre abajo de un tirón.

    En ese momento, mientras Anna se iba, mi mirada se dirigió a Bezzy (o Liza, más bien), que seguía en la mesa con todas aquellas máquinas y papeles, y la vi cacharreando con ellos. Como una exhalación, me acerqué a la misma y le quité los auriculares que llevaba encima.

    —¡Heeey! ¿Qué haces?

    —¡No hagas cosas raras, Liza White! —vociferé, acercando mi oreja a los auriculares. No escuché nada—. ¿Qué tratabas de hacer? ¿Llamar a tus compañeros Seguidores o algo? Has aprovechado mientras me distraía.

    Yeesh, Dante. Solo estaba viendo si hay grabaciones o algo así, de alguna conversación. Lo que viene siendo investigar, vaya. Como decía Anna que estaba haciendo, también.

    Solté aire, aliviando un poco la tensión. A-Aún me era imposible fiarme del todo. ¿Cómo podía hacerlo?

    —¿Y bien? ¿Encontraste algo?

    Ella negó con la cabeza.

    —No. Esto no graba nada, y solo se oye ruido estático. Yo creo que sirve para comunicarse con otras torres, así que no se oirá nada salvo que otra persona pille el micro al otro lado y así.

    —Bueno, tiene sentido, entonces. Funcionará como una especie de radio interna. —“Aunque es decepcionante que no sea capaz de captar ondas de radio externas. Limita nuestras posibilidades”.

    —Y estos papeles solo son mapas de la zona muy, muy detallados, e instrucciones sobre este aparatejo y sobre las condiciones de la zona. Poco más. Quien estuviese en esta torre tendría un trabajo muy aburrido, si me preguntan. Un trabajo donde te mueves menos que un Slaking.

    Me crucé de brazos, suspirando.

    —Sí, probablemente, aunque cuando la Reserva se llenase de Pokémon, asumo que sería bastante más entretenido. Podrías mirar por los prismáticos para vigilarlos, solo por eso, ya… sería un trabajo que me gustaría.

    —Hasta para elegir profesión eres un “Guardián”, ¿eh?

    Me incomodó un poco el comentario de Liza, no por el comentario en sí, sino porque logró sacarme una sonrisa y me sonrojó ligeramente, y… fue ella la que provocó eso. Alguien que debería ser la última persona en hacerme sentir mínimamente cómodo.

    —Bueno, en todo caso, tendremos que dejar que Lucas le eche un vistazo a la radio. Igual él puede hacer algo con ella para que nos sea útil.

    —Ah, sí —murmuró Liza entonces, rascándose la nuca—. Hablando de Lucas, por cierto… creo que es mejor que no sepa nada de esto. Ya me entiendes, de que… has hablado conmigo, de que estoy aquí. De que puedo salir de mi jaulita personal.

    La miré, cruzándome de brazos. A Lucas no le haría ninguna gracia, desde luego, pero… parecía que Liza lo decía con cierta resignación.

    —Descuida. No creo que nadie deba enterarse de esto. La mayoría aquí sabe quién eres y lo que implicas, y lo último que quiero es que haya más caos.

    —Heh. El caos me persigue, ¿eh? Todo lo que toco, pum. Caos. De repente.

    —… —No le respondí. No sabía qué decir. Porque me imaginaba su respuesta si le decía lo que pensaba: que eso era culpa suya. Me diría algo como…

    Sí, lo sé. Pero fue la Desesperación, no yo”.

    Y yo aún no sabía si quería creerla del todo o no.

    La noche estaba cayendo ya sobre nosotros cuando quise darme cuenta. Teniendo en consideración que el juicio fue bien entrada la mañana, casi parecía que llevase despierto múltiples días sin parar. Terminamos regresando, después de que Destiny nos recogiese en su todoterreno, a la plaza principal, y Bezzy logró volver a tomar control de su cuerpo, para mi alivio, cuando nos separamos.

    Sentí una enorme pesadez cuando cerré la puerta de mi casa detrás de mí. Un cansancio inmenso, una sensación de presión en mi pecho. ¿Era eso… ansiedad, otra vez? Habían pasado demasiadas cosas en muy poco tiempo, y no me había podido parar a procesarlo todo como era debido. Incluso pasé de largo de los monodólares que estaban junto a la entrada de mi casa, revelando que el motivo de Monokuma ya no estaba aplicando, y me limité a subir hasta mi dormitorio.

    Y allí, sin embargo, me detuve. La estatua de aquella mujer que yo identificaba como Emily, pese a que fuese una mujer genérica, me recibió casi como si me mirase de frente. Y noté las lágrimas resbalando por mis mejillas.


    —E-Emily…

    Empecé a sollozar como nunca lo había hecho antes. Como no me había permitido que nadie me viese nunca. Al fin y al cabo, nadie me veía allí: solo aquella estatua. Apoyé mi cabeza contra ella, llorando sin parar, y murmuré de forma entrecortada:

    —¿Por qué está pasando todo esto? ¿Por qué Pyro a muerto? ¿Por qué tú has desaparecido? No sé ya qué es real y qué no…

    Me aparté un poco, secando mis ojos con la manga de mi uniforme, y tomé una bocanada de aire grande para tratar de calmarme. En seguida, sin embargo, otros pensamientos inundaron mi mente. Y alcé la mirada hacia los ojos de la estatua, otra vez.

    —… Liza ahora parece ser… otra persona. Justo cuando tú desapareces, Em, aparece ella, y yo no sé qué pensar o qué creer. N-No parece la “Diva de la Desesperación”. Dice que la Desesperación es como… si fuese una entidad aparte, y que la Esperanza, por extensión, funciona igual. ¿E-Es eso verdad? ¿Quiere decir eso que yo no te protejo a ti, sino a… otra cosa que está dentro de ti?

    >> ¿Qué soy? ¿Qué hago aquí? ¿Para qué… he sido creado realmente?

    Sacudí mi cabeza, zarandeándola. “Eres idiota, Dante. Nadie te está escuchando. Le hablas al aire”.

    Con pesadez y un insondable agotamiento, me dejé caer en la cama, desplomándome sin más. Aunque no quería dormir, mi cuerpo no daba más de sí. No podía aguantar más. Necesitaba un descanso. Aunque fuese uno plagado de intranquilidad y miedo.

    Esa noche, mientras el negro me envolvía, creí oír algo. Una voz, en la distancia.

    “Dante”, decía la voz en mis sueños. “Estoy contigo. No sufras. Sigue adelante… eres determinación, ¿recuerdas? Eso es lo que eres. Nunca te rindas, por favor”.

    Sonaba familiar, cálida. Como un faro en mitad de toda la oscuridad.

    Pero cuando mis ojos se abrieron y, con el corazón acelerado, miré a mi alrededor, no vi a nadie. Nadie estaba hablándome. Fue todo un sueño. Lo único que me miraba era la estatua, en la distancia, pero no se movía. Ni siquiera era real.

    Salí del dormitorio, me duché, y el estómago rugió para recordarme que llevaba bastante tiempo sin comer. Miré al recibidor cuando pasé por la entrada, y vi los monodólares. Ahora… comprar algo de comida no debería ser un impedimento, ¿no?

    Cuando salí, sin embargo, encontré algo inesperado en la plaza. Drake y Lucas estaban allí, sentados en la fuente, como esperando a alguien; y, junto a ellos, había una chica con quien charlaban alegremente: Bezzy.

    ¿O no era Bezzy?

    —Hey, chicos… ¿qué hacéis aquí?

    Me había apresurado a acercarme, nervioso y tenso, y mis ojos buscaban discretamente escrutar a Bezzy, quien me miró con una expresión neutra. Me era difícil saber quién de las dos tenía el control ahora, y… tenía, por alguna razón, pavor de que Liza hubiese estado actuando por su cuenta sin mi supervisión, acercándose a Drake y Lucas, precisamente. A los dos amigos cercanos que me quedaban.

    —Ah, Dante. Te esperábamos a ti, precisamente —me saludó Drake, sonriente.

    —¡Ya era hora! ¡Tengo mucha hambre! —gruñó Lucas, dándose golpecitos en el estómago con su única mano de carne y hueso—. ¿Vamos a tomar algo ya? Bezzy se nos une.

    La miré de nuevo cuando Lucas dijo eso, nervioso, pensando en las palabras de Liza de ayer. Si Bezzy no era Bezzy ahora, Lucas podría darse cuenta de que…

    —Hm-hm, vamos. Tengo hambre.

    “Es su voz”, me dije, con alivio. “La voz de la Violinista”.

    Así, los cuatro nos unimos en un desayuno bastante animado, si bien manteníamos unos ciertos silencios esporádicos que parecían servir como recordatorio tácito de todo lo que había pasado recientemente y de la situación en la que nos encontrábamos. Compartimos comida, risas y momentos, sí, pero no era un disfrute totalmente pleno. Era como si hubiese una continua sombra sobre nosotros… pero no nos quedase más remedio que tratar de ignorarla para poder sobrellevar nuestras vidas.

    En fin, hablamos de varias cosas: sobre la radio en las torres y cómo Lucas debería echarle un vistazo, sobre Niko, Ethan, Kyllian y Kris y cómo habrían pasado la noche, sobre Destiny y su habilidad conduciendo, sobre Pine y Givan y su conexión con el Proyecto Milagro…

    Y, precisamente en ese último tema, Bezzy dijo algo que me llamó la atención.

    —Querría ofrecerle mi ayuda a Pine. ¿Creéis que me dejará?

    —¿Huh? —preguntó Drake, sorprendido—. ¿Quieres ayudar al Biólogo? B-Bueno, es un poco defensivo con sus investigaciones, pero…

    —N-No sé yo si te dejará, Bezzy, a mí por poco me escupe cuando me acerqué a sus cosas —musitó Lucas, exagerando un poco… o no, quién sabe—. Tienen una célula y pretende ayudarla a reproducirse para crear un Pokémon de cero. Y no quiere que nada la estropee. Supongo que es muy importante.

    “Si ha rechazado al Super Inventor, dudo que deje acercarse a la Super-”

    Solo entonces entendí qué quería Bezzy. No era por su lado de Super Violinista, no; era por su lado de Super Criadora. ¿Q-Quería poner a Liza al frente del proyecto para resucitar a los Pokémon que ella misma, de un modo u otro, exterminó? Le di un golpecito por debajo de la mesa en ese momento con el pie, tratando de hacer contacto visual con ella, pero… me desvió la mirada.

    E-Era una locura. Cierto que la Super Criadora seguramente podría hacer algo al respecto, ¡pero no Liza White! ¡No tenía derecho alguno a eso, podría… estropearlo todo de nuevo!

    Sin embargo, no podía decir nada en ese momento, y no pude durante todo el camino hacia el Parque que siguió a nuestro desayuno, porque estuvimos acompañados todo el tiempo. Al llegar, Lucas fue a una de las torres, Bezzy al Observatorio, y Drake y yo… nos marchamos en otra dirección. El Policía quería hablar conmigo, y no pude encontrar excusa para quedarme con Bezzy.

    Estábamos andando por la Reserva cuando me empezó a hablar.

    —… quería comentarte algo sobre, bueno. Ya sabes. —se señaló entero, de arriba abajo, con las palmas de las manos hacia arriba.

    —¿Sobre ti?

    —Sobre el hecho de que esté aquí y todo eso. Los dos sabemos que no debería. Y aun así, aquí estoy.

    —Y-Ya…

    Aunque Drake y yo pasábamos bastante tiempo juntos, no solíamos hacer demasiadas referencias a ese tema. No ya al hecho de que estuviese vivo, sino al hecho de que… la razón por la que técnicamente murió. Una razón que llevaba mi nombre, y, para que negarlo, mi culpa.


    —Oye, lo siento. Por... lo que pasó en el primer juego —dije, nervioso, desviando la mirada—. En aquel momento, en la Academia, entré en pánico, y creí que Emily estaba condenada, y… hice aquella locura. Y te acabé involucrando a ti en el proceso. Estaba desesperado.

    —Wow. “Desesperado”. Curioso que uses esa palabra, ¿eh? —me dijo, sonriendo con melancolía—. Nah, no te preocupes. Debería ser yo el que te pida disculpas por eso. Quizá el plan original fue tuyo, pero bueno, al fin y al cabo… el que te mató fui yo. Porque yo lo decidí, porque quise hacerlo. Pero míranos: pese a eso, los dos estamos aquí.

    —Sí, pero…

    Drake, entonces, negó vehementemente con la cabeza.

    —No era eso de lo que te quería hablar. No se trata de la razón por la que morí, sino de la razón por la que no sigo muerto. ¿Crees que existe alguna forma de… resucitar a los muertos? Pensé que justamente tú podrías saber algo.

    Yo también negué con la cabeza, aunque con menos ímpetu.

    —No… no tengo ni idea, Drake, lo siento. Mi condición es especial, y ni siquiera yo entiendo todos los detalles de como funciona. Pero… si se pudiese resucitar alguien, imagino que sería con un Pokémon, y no se me ocurre alguno con tales poderes, eso asumiendo que siga vivo si existiese. Al menos no de forma directa, claro. Y… bueno, tú no sabes mucho del tema, pero en el segundo juego, los Seguidores de la Desesperación llegaron a extremos bastante severos con tal de siquiera mantener la conciencia de Liza White viva. Si existiese algún método para revivir a personas, ellos habrían accedido a él antes que nade, y lo habrían usado con su Diva; no hubiera sido necesario tanto esfuerzo para-

    Fue a mitad de mi monólogo cuando me di cuenta de que Drake, pese a mantener una fachada de optimismo constante, agachó la mirada y empezó a deprimirse más y más. Y me percaté de que mis palabras estaban, básicamente, invalidando su existencia. N-No estaba ayudando mucho.

    —Drake, lo siento, yo…

    Drake esbozó una sonrisilla triste.

    —Deja de disculparte, anda. Has cambiado, Dante. El Dante que yo conocía no solo era menos abierto que tú, sino que no pedía tanto perdón. Actuaba antes de preguntar, de hecho.

    “… ese era otro Dante. Y, además, no había pasado por todo lo que yo pasé”.

    —... supongo que uno cambia cuando vive ciertas cosas —murmuré.

    Drake asintió.

    —En fin. No sé, supongo que no entender cómo puedo estar vivo me hace cuestionarme, bueno, lo que una vez te dije. Que quizá no soy real, que soy un robot con conciencia, o de algún modo un impostor que cree firmemente ser alguien que no es. Que cree ser “Drake Orestes” cuando, quizá, es “Ekard Setsero”, ¿sabes?

    Solté una risita.

    —¿”Ekard Setsero”? Vaya. Para ser tan malo normalmente con los nombres, ese sonó complicado.

    —… es mi nombre del revés, tampoco fue la gran cosa.

    —Ah. Creativo.

    Ambos reímos, pero pronto la risa se difuminó. Llegamos a los pies de un pequeño lago, y quedamos mirándolo. Fue entonces cuando se me ocurrió algo.

    —No sé si sea buena idea conociéndolo, pero he pensado, Drake, que… quizá podrías hablar con Ryu.

    —¿Con el Entrenador? Ah, ya. Creo recordar que me dijisteis que está en una… posición parecida a la mía.

    Asentí.

    —Él también debería estar muerto. De hecho, yo lo vi morir con mis propios ojos. Cierto que aquel juego sucedió en circunstancias extrañas, y era fácil manipular la realidad en ese mundo, pero… todas las demás muertes que acontecieron allí sucedieron de verdad. La suya no debió ser una excepción. Y, además…

    “Pyro sospechaba que había algo raro con él. Por lo que… confío en que hay algo raro con él”.

    —… creo que puede ocultar algo. Quizá incluso sea que sabe por qué él está vivo. Y, quién sabe, puede que eso pueda extenderse a tu situación.

    Drake se cruzó de brazos, reflexivo.

    —Ryu, ¿eh? —Pareció darle vueltas, meditando en silencio—. No puedo decir que me dé buena espina. Mi instinto policial me dice que tenga mucho cuidado con ese tipo.

    —Bueno, tu instinto no te miente —le reconocí—. Pero… creo que intentarlo será mejor que nada. Si realmente lo necesitas, claro.

    En ese momento, un ruido entre la maleza detrás de nosotros nos alertó. Drake se giró instintivamente, y empezó a andar con cuidado hacia el arbusto del que pareció salir el ruido. Sin embargo, poco después quien se escondía se dejó entrever, y… nos sorprendió bastante.

    No quién era, sino su estado.

    —¿M-Monokuma?

    El oso caminaba hacia nosotros con paso torpe, y su cuerpo parecía magullado y expulsaba chispas. Estaba como desgarrado, algún cable mostrándose por su cuerpo, y se contoneaba de formas raras. Luego, con una pata, señaló hacia el lago.


    —A-Aquí es d-donde tendremos… la cla-cla-CLA-clase. Sí… e-en los pies d-del l-lAGOagoagoaAAGO…

    Drake y yo nos miramos. Monokuma empezó a dar vueltas con todo el cuerpo primero, hasta que después fue su cabeza la que empezó a girar por sí sola, dejándonos totalmente atónitos.

    —¿Q-Qué miráaAAisAIsisiAIaiaiSssSS-ShhhSh? —Su voz parecía completamente escacharrada, como lo parecía todo su cuerpo. ¿Q-Qué le había pasado?—. Ahora, largaos de mi v-vi-viviviVI-VIsta. N-Necesito preparar el d-discursOoOooosoSOSOsososoSOSoo…

    Y, en ese momento, se desplomó por completo, inmóvil. Drake y yo nos miramos. Notaba como el corazón me palpitaba a mil por hora. El Policía se acercó al oso, lo tocó primero con un pie para empujarlo y darle la vuelta, hasta que quedó mirando al cielo. No se movía. Ni un ápice. Ni explotó, ni hizo nada raro.

    —¿E-Esto va en serio? ¿Monokuma se ha…?

    ¿Q-Qué quería decir aquello? ¿Acaso nos habíamos librado por completo de Monokuma? ¿Era siquiera posible que todo aquello terminase tan pronto? Sin Monokuma, eso quería decir… que el juego de asesinato había terminado, a efectos prácticos. ¿No?



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    #1: Dante Miles: Super Guardián
    Le gusta: la biología Pokémon, la poesía, las espadas y escudos.
    No le gusta: las películas de terror, las grandes multitudes, los ruidos fuertes.

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    #2: Anna Hiradaira: Super ???
    Le gusta: los horóscopos, los complementos, las fotos.
    No le gusta: las cosas baratas, las órdenes, no saber un secreto de otro.

    Ver archivo adjunto 99014
    #3: Ethan Encina: Super Soldado
    Le gusta: las pizzas, el gimnasio, las normas.
    No le gusta: la inseguridad, las alturas, las mentiras.

    Ver archivo adjunto 99008
    #4: Aleck Graham: Super Humorista
    Le gusta: los chistes, ser el centro de atención, los videojuegos plataformas.
    No le gusta: la política, los lugares vacíos, la música clásica.

    Ver archivo adjunto 99019
    #5: Nikolah Cruz: Super Coleccionista
    Le gusta: las cosas raras, el orden, la comedia.
    No le gusta: las historias tristes, los acertijos, la lectura.

    Ver archivo adjunto 99016
    #6: Kris Viridis: Super Estafador
    Le gusta: la química, la soledad, la lectura.
    No le gusta: los chistes malos, ser observado, la comida picante.

    Ver archivo adjunto 99017
    #7: Kyllian Faure: Super Ingeniero
    Le gusta: la escultura, le gente seria, el silencio.
    No le gusta: ser interrumpido, la gente perezosa, la comida basura.

    #8: Albert Pine: Super Biólogo
    Le gusta: navegar, los videojuegos de aventuras, la cocina.
    No le gusta: el anime, los disparos, las alturas.

    #9: Destiny Inashu: Super Piloto
    Le gusta: los Pokémon pájaro, las hamburguesas, la música rock.
    No le gusta: tener hambre, el arte clásico, los libros muy largos.

    Ver archivo adjunto 99015
    #10: Givan Velren: Super Arqueólogo
    Le gusta: los Pokémon fósil, las novelas de suspense, los puzles.
    No le gusta: los lugares ruidosos, al alcohol, las conversaciones ligeras.

    Ver archivo adjunto 99011
    #11: Cayden Dunn: Super Abogado

    Le gusta: la soledad, la música jazz, los videojuegos de rol.
    No le gusta: la sangre, los finales felices, las armas.

    Ver archivo adjunto 99018
    #12: Lucas Diamond: Super Inventor

    Le gusta: los dispositivos electrónicos, las siestas, las matemáticas.
    No le gusta: las plantas, el té, la música electrónica.

    #13: Drake Orestes: Super Policía
    Le gusta: los donuts, los mangas shonen, los videojuegos shooter.
    No le gusta: los nombres complicados, las fábricas, las películas románticas.

    Ver archivo adjunto 99020
    #14: Pyro Redflame: Super Motivador/Analista
    Le gusta: la animación, los Pokémon perro, la filosofía.
    No le gusta: los misterios sencillos, la gente intransigente, las mentiras.

    Ver archivo adjunto 99021
    #15: Ryu Guardane: Super Entrenador
    Le gusta: el baloncesto, el humor negro, los Pokémon gato.
    No le gusta: la psicología, los coches, las agujas.

    Ver archivo adjunto 99010
    #16: Bezzy Hoffe: Super Violinista/Criadora/Desesperación
    Le gusta: la música clásica, los peluches, los Pokémon insecto.
    No le gusta: ser quien es, las historias tristes, tener pesadillas.
    Regla 1: Ningún estudiante podrá salir del perímetro delimitado en cada momento actual de Galeia.
    Regla 2: Cada estudiante tiene una vivienda propia que es de uso personal: solo el legítimo portador de la llave de la vivienda puede acceder y permanecer en ella.
    Regla 3: Todos los estudiantes continuarán en el Programa Especial de Convivencia hasta que este acabe por cualquiera de las causas definidas en las reglas 6, 12 o 17.
    Regla 4: Si un alumno o alumna ejecuta a otro, se dará comienzo una fase de investigación y su posterior clase de juicio, donde el resto de supervivientes deberá decidir quién fue el culpable por votación mayoritaria, única y secreta.
    Regla 5: Si el estudiante más votado en una clase de juicio es el culpable, será ejecutado como castigo.
    Regla 6: Si el estudiante más votado en una clase de juicio no es el culpable, el verdadero culpable superará el Programa Especial de Convivencia y el resto serán eliminados, terminando el Programa inmediatamente.
    Regla 7: Se considerará como culpable únicamente al asesino de la primera víctima: si de forma previa a la clase de juicio aparece otra víctima, el culpable de esa ejecución no será considerado culpable para ese juicio y quedará impune.
    Regla 8: No está permitido que se produzcan más de tres ejecuciones. El anuncio se reproducirá de forma automática si una tercera víctima es ejecutada, independientemente de las reglas 9 y 10.
    Regla 9: Si tres personas encuentran un cadáver, se activará un anuncio global que dará pie al inicio de la investigación.
    Regla 10: Solo cuentan para la activación del anuncio aquellos que encuentren a la víctima de forma posterior a la ejecución, incluyendo al culpable; no contarán para el anuncio nadie que presencie la ejecución en directo, salvo que vuelvan a encontrar el cadáver junto a alguien que no la presenció.
    Regla 11: Si quedan seis o menos estudiantes dentro del Programa Especial de Convivencia, se levantarán las reglas 4, 5 y 6, y empezará una fase de “Última Sangre”, donde no habrá clases de juicio ante los crímenes cometidos por alumnos y alumnas y estos podrán cometerse impunemente.
    Regla 12: El Programa Especial de Convivencia terminará en todo caso cuando queden tres o menos estudiantes, que pasarán a superar el Programa.
    Regla 13: Todos los estudiantes participantes del Programa Especial de Convivencia estarán adscritos a las cuatro escuelas listadas en la app correspondiente del Monófono.
    Regla 14: Si un estudiante no está asignado directamente a una de las escuelas, podrá elegir a qué escuela anotarse, y tendrá que estar anotado a alguna antes de que comience la primera clase de juicio. Una vez formados definitivamente las escuelas, no estará permitido cambiar la misma, salvo que Monokuma lo autorice expresamente.
    Regla 15: La escuela con más miembros participantes del Programa será considerada la escuela dominante, y disfrutará de un privilegio especial. Se dará este privilegio al inicio del Programa y tras cada clase de juicio.
    Regla 16: Si todos los estudiantes de una escuela son eliminados, las viviendas de todos los integrantes de la escuela pasarán a ser de uso común y libre por parte del resto de estudiantes.
    Regla 17: Si solo quedan como participantes activos del programa los miembros de una escuela, aplica la regla 8 incluso aunque queden más de tres personas, dando fin al Programa en el mismo sentido.
    Regla 18: Los estudiantes participantes del Programa Especial de Convivencia están obligados a participar en todas las clases organizadas por Monokuma, incluyendo las clases de juicio.
    Regla 19: Monokuma tiene libertad para agregar nuevas reglas, pero no puede eliminar reglas previas.
    Regla 20: Infringir cualquiera de las reglas registradas en esta lista supondrá la eliminación automática del infractor como castigo.
    Regla 21: Salvo que sea como parte de la comisión o el encubrimiento de un asesinato, contaminar y arrojar basura a las calles de Galeia o en alguna de sus instalaciones será castigado.
    Regla 22: Mientras se permanezca dentro de la Reserva Milagro, el uso del monófono para realizar llamadas estará prohibido, ¡no queremos contaminación electromagnética!
    Regla 23: Nadie puede utilizar el monófono de otro alumno sin su consentimiento expreso.
    Regla 24: La Escuela ganadora de un privilegio está obligada a hacer uso de él, no pudiendo ignorarlo deliberadamente, siempre que dicho uso sea posible.
     
    Última edición: 8 Diciembre 2025 a las 11:59 AM
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